<Hay una estricta seriedad en aquello que, buscando su corporeidad en el tejido de la luz, se enfrenta a uno como representante de las fuerzas cósmicas tejedoras en el verano. Estas son las cosas que ahora podemos observar más a fondo, como los hechos de Uriel realizados en la luz, Uriel, cuya propia inteligencia está compuesta básicamente por el entretejido de los planetas de nuestro sistema planetario, apoyado por los efectos de las estrellas fijas de los cuadros zodiacales, Uriel, que realmente abriga en su propio pensar el pensamiento del mundo dentro de sí mismo. De modo que uno tiene inmediatamente la sensación: Vosotros, luminosas e inteligentes nubes de verano, en las que se reflejan hacia arriba las azuladas formaciones cristalinas del suelo terrestre, así como las luminosas e inteligentes formaciones nubosas se reflejan hacia abajo en las azuladas formaciones cristalinas del suelo terrestre, en vosotros, luminosas formaciones nubosas, aparece en pleno verano la mente del mundo con rostro serio, imaginativamente concentrada.
Ahora, los hechos, digo, de esta mente cósmica encarnada, esta inteligencia cósmica encarnada, son hechos tejidos en la luz. Consisten en el hecho de que a través de la fuerza de atracción que reside en esta inteligencia universal concentrada de Uriel, las fuerzas de plata toman su camino hacia arriba (blanco), y que a la luz de esta inteligencia, que también brilla interiormente, vista desde la tierra, aparece como la luz del sol que se extiende y que, sin embargo, se condensa en un resplandor dorado. Y uno tiene la sensación inmediata de que esta plata que fluye hacia arriba desde abajo es absorbida por lo que teje y vive arriba, iluminado por el sol, y la plata terrestre, -es una expresión bastante correcta la que estoy usando ahora-, la plata terrestre se transforma cósmica y alquímicamente arriba en el oro cósmico que teje y vive arriba. Y es una pulverización continua de la plata brillante, y arriba una transformación continua de la plata brillante en oro.
Y luego, si continúas siguiendo esto a lo largo del mes de agosto, tienes la impresión de que se completa la figura de Miguel tal como te la he descrito. Te he descrito de qué está hecha la espada de Miguel, de qué está tejida la vida del dragón. Pero uno se pregunta en toda esta belleza resplandeciente que aparece espiritualmente del tejido cósmico en el apogeo del verano: ¿De dónde obtiene Miguel, que luego pasa a Micael, al tiempo del otoño, su vestidura peculiar, esta vestidura, que a veces resplandece en el oro del sol, a veces resplandece interiormente como en una radiación de plata resplandeciente que brota dentro de los pliegues dorados, de dónde procede esta vestidura de Miguel de tejido dorado, de plata resplandeciente? Es la que se forma allá arriba por la plata que irradia hacia arriba, por el oro que inunda hacia arriba la plata que irradia, en la que la plata brillante que irradia de la tierra se transforma realmente por el poder de la acción del sol. Y gradualmente, hacia el otoño, vemos que la plata que la tierra ha dado al cosmos vuelve como oro, y en este poder de la plata transformada en oro reside lo que luego tiene lugar en la tierra durante el tiempo invernal, que os he descrito: El oro del sol, que se ha formado en las alturas durante el tiempo de verano primigenio, se traslada a las profundidades de la tierra, teje y ondea espiritualmente por las profundidades de la tierra, vivifica allí lo que busca vida para el año siguiente durante el tiempo de invierno profundo.
Así que ya ven que ahora que entramos en la época del brote, de la vida que brota, no podemos hablar de materia infundida de espíritu como lo hicimos en invierno para la tierra, sino que debemos hablar de materia infundida, a saber, de espíritu infundido de plata y oro. Por supuesto, ustedes no deben imaginar todo esto toscamente, pero en una dilución más allá de toda discreción humana ustedes deben imaginar el efecto de plata y oro.
Y si tienen esta impresión, entonces les parece como si en realidad todo esto fuera sólo una especie de fondo, como si todo esto fueran hechos cósmicos de luz, hechos cósmicos de luz de Uriel. Porque uno tiene una clara impresión de esta figura de Uriel. También se tiene una clara impresión de su mirada. Uno tiene el anhelo más profundo de comprender esta extraña mirada descendente de Uriel. Uno tiene la impresión de que tiene que mirar a su alrededor para averiguar qué significa esta mirada. Y uno sólo llega a comprender lo que significa esta mirada cuando, como ser humano, aprende a mirar aún más profundamente hacia abajo, hacia las profundidades azules, plateadas y brillantes de la tierra del verano. Allí, me gustaría decir, en cierto modo perturbadoramente, alrededor de estos brillantes rayos de cristal de plata, se tejen formaciones que se disuelven, que vuelven a agruparse, formaciones que tan pronto se agrupan, como vuelven a disolverse.
Ahora uno llega a la conclusión: estos son, -la visión debe ser diferente para cada ser humano-, los errores humanos, que destacan en su contraste contra las formas cristalinas naturales regularmente consistentes aquí abajo. Y es sobre este contraste de la cristalización natural en su belleza regular y los errores humanos que se tejen sobre ella hacia donde se dirige la mirada seria de Uriel.
Aquí, en pleno verano, se ve a través de lo que todavía es imperfecto en la raza humana en comparación con las formaciones cristalinas que se construyen regularmente. Es aquí donde uno recibe la impresión, diría yo, de la mirada seria de Uriel: lo natural está entretejido con lo moral. El orden moral del mundo no sólo está en nosotros como impulsos abstractos, sino que ahora vemos, mientras que de otro modo miramos la existencia de la naturaleza y no preguntamos: ¿Vive la moral en el crecimiento de las plantas? ¿Vive la moral en la cristalización? -Vemos cómo los errores humanos y la cristalización natural regular, consistente y consolidada se entretejen en plena estación estival.
Por otra parte, todo lo que es virtud humana, eficacia humana, que va hacia arriba con las líneas plateadas brillantes y aparece como las nubes envolventes de Uriel (rojo), entra en la inteligencia luminosa como virtud humana transformada en obra de arte, en escultura de nubes. Uno no puede limitarse a mirar el serio rostro-ojo de Uriel, que se vuelve serio a través de la visión de las profundidades de la tierra, sino que también puede mirar algo que, me gustaría decir, como brazos con forma de alas o alas con forma de brazos, está ahí en seria admonición, y que funciona precisamente como un gesto de Uriel, que conduce al género humano aquello que me gustaría llamar la conciencia histórica. Aquí, en pleno verano, aparece la conciencia histórica, que está extraordinariamente débilmente desarrollada, sobre todo en el presente. Ésta aparece como en el gesto amonestador de Uriel.
Por supuesto que deben ustedes pensar que todo esto es imaginación. Las cosas son muy reales, pero, por supuesto, no puedo hablarles de estas cosas de la forma en que el físico habla de lo positivo y lo negativo y el potencial de energía y así sucesivamente. Debo hablarles en imágenes vivas. Pero lo que se expresa en estas imágenes vivas es realidad, está ahí. Y cuando se ha adquirido la impresión de la conexión del ser humano en relación con su moralidad con lo inferior semejante al cristal y con la virtud humana superior que brilla en belleza, cuando se ha asumido esta conexión del ser humano en su experiencia interior, entonces la Imaginación de San Juan real se enfrenta a uno; lo que es la Imaginación de San Juan está ahí, como la Imaginación de Michael que les he descrito, como la Imaginación de Navidad, la Imaginación de Pascua.
Entonces aparece, como una especie de resumen, esta imagen, que surge a la mirada de la mente observadora: Arriba, como iluminada por el poder de los ojos de Uriel, la paloma (blanca). Lo que abajo resplandece de azul plateado, que representa las profundidades de la tierra, relacionado con las enfermedades y errores humanos, se consolida en la imagen de la madre tierra (azul), llámese Deméter o María. De modo que cuando se mira hacia abajo, no se puede dejar de imaginar todos estos misterios de las profundidades como aquello que es la Madre de toda la existencia, mientras que en aquello que se concentra arriba, en la forma que fluye, se siente todo lo que es el Padre Espiritual de toda la existencia que nos rodea.
Y ahora vemos el resultado de la interacción del Padre-Espíritu con la Madre; lo que lleva en sí en el grado más hermoso la armonía del efecto plata-tierra y el efecto oro-cielo: entre el Padre y la Madre el Hijo (ver Lámina). Así aparece esta imaginación de la Trinidad, que es la imaginación real de San Juan. El fondo es el Uriel que crea, mira y amonesta. Lo que representa realmente a la Trinidad no debe colocarse simplemente de forma dogmática ante el alma. Esto da la impresión de que tal idea de la Trinidad, tal imagen de la Trinidad, está desvinculada del tejer y vivir cósmico. Es la Trinidad en pleno verano, revelándose desde el efecto cósmico, desde el tejer y vivir cósmico. Emerge con una fuerza interiormente convincente cuando uno ha penetrado primero, me gustaría decir, en los misterios de Uriel. Y si uno quisiera situar el tiempo de San Juan ante el alma, tendría que existir el fondo arqueado, el fondo abovedado con Uriel, en el modo de acción tal como se lo he descrito. Y en cierto sentido, la imaginación de la Trinidad tendría que sobresalir de él, -esto requeriría dispositivos muy especiales para representarlo-, me gustaría decir, en un cuadro vivo que sólo se evoca en el momento, lo que podría lograrse mediante un uso particularmente artístico del material de humo o similar, la imaginación de la Trinidad tendría que sobresalir de él. Para que la imaginación real de esta cosa se presente ante el hombre, debe ser evocada en la época de San Juan. Del mismo modo que sólo tendremos el asunto completamente en la época de Pascua si entramos en lo dramático, si así entramos en lo dramático, de modo que en el centro del drama misterio que debería tener lugar allí tendríamos la enseñanza Rafael con el hombre, que nos introduce en los secretos de la naturaleza sanadora, en los secretos del cosmos sanador, entonces lo que vemos allí, lo que podemos ver en imágenes tejidas, debería transformarse en San Juan en una poderosa musicalidad. Pero a partir de esta poderosa musicalidad, el misterio del mundo, tal como lo experimenta el hombre en la época de San Juan, tendría que hablarnos.
Y habría que pensar cómo iría todo eso que les he descrito en la formación artística correspondiente por un lado según las bellas artes. Pero lo mismo que se siente y palpa en las artes plásticas tendría que recibir su vida de los tonos tejedores que encarnan ese motivo poético que teje y vive a través de nuestra alma al sentirnos a nosotros mismos en este Uriel que trabaja en la luz, que está activo en la luz, que evoca en nosotros la poderosa impresión de la Trinidad.
Y lo que brilla plateado desde abajo, lo que se revela arriba en la belleza modeladora del trabajo de la luz, todo esto debería modelarse en música con la instrumentación apropiada, especialmente en la época de San Juan, para que el hombre encuentre su propia co-experiencia con el cosmos en el tejido de los tonos. Y debería sonar, porque encarnado en estos tonos entretejidos, el secreto del ser del hombre junto con el cosmos en tiempos de San Juan. Todo esto debe estar dentro. Cuando el hombre mira hacia arriba, debe ver el oro que teje el mundo, la figura rojiza y cálida de Uriel penetrando desde el oro que irradia luz -toda esta forma no sólida, toda esta vida inmediata- y dirigiendo hacia la tierra la mirada tal como se la he descrito, la mirada de Uriel, el gesto admonitorio.
Este como el único motivo. Con este único motivo, que está en las alturas, el hombre se siente conectado por un lado, conectado con la luminosa inteligencia cósmica. En el otro lado, hacia abajo, se siente conectado con lo que lucha por la forma sólida, lo que está inmerso en la oscuridad azulada desde donde brilla la plata. Hacia abajo siente lo que es el subsuelo material de lo viviente, tejiendo la existencia espiritual. Las alturas se convierten en misterios, las profundidades se convierten en misterios, y el hombre se convierte en un misterio para sí mismo en los misterios cósmicos. El hombre siente el poder de formación del cristal hasta en sus huesos. Pero también siente cómo la fuerza que forma el cristal, que llega hasta sus huesos, está en unión mundial con la fuerza luminosa que vive en las alturas. El ser humano siente cómo todo lo que sucede moralmente a través de la raza humana en estos misterios del mundo superior vive y se teje en estos misterios del mundo inferior y en su unión.
El ser humano ya no se siente separado del mundo, el ser humano se siente colocado en el mundo, el ser humano se siente ligado hacia arriba a la inteligencia luminosa, en la que experimenta sus mejores pensamientos como en la toma del mundo; El hombre se siente ligado hacia abajo, hasta los huesos, al poder de cristalización del mundo, y ambos de nuevo conectados entre sí, su muerte ligada a la vida espiritual del universo, la vida espiritual del universo anhelando despertar, crear, en la muerte de la tierra fuerzas cristalinas y vida resplandeciente de plata.
Todo esto tendría que ser golpeado en tonos, en tonos que llevan en sus alas estos motivos para ser experimentados por el hombre. Estos motivos están ahí. No hace falta inventarlos. Estos motivos se pueden leer en la actividad cósmica de Uriel. En estos motivos, lo que es imaginación se forma en inspiración.
Pero el hombre mismo vive, por así decirlo, como una inspiración encarnada, como un ser que consiste en inspiración, en estos misterios de arriba y abajo y en estos misterios de la conexión en el medio, en estos misterios a los que el Padre-Espíritu apunta hacia arriba, en estos misterios a los que la Madre-Tierra apunta hacia abajo, en estos misterios cuya conexión surge del hecho de que el Cristo, de la cooperación del Padre-Espíritu con la Madre-Tierra, está directamente ante el alma humana como el Espíritu sustentador del mundo.
Lo que se entreteje de todos estos misterios cósmicos, puedo presentárselo de la siguiente manera.
Está allí como si el hombre, colocado en el tejido de pleno verano, sintiera algo como lo siguiente. Las primeras palabras serían como, por ejemplo, la visión de Uriel se condensa en inspiración, conectada con los tonos espirituales de todo el coro:
Las alturas:
Mira nuestro tejido
La emoción que brilla intensamente
la vida calida
Las profundidades
Vivir la preservación terrenal
y formas de respirar—
Como esencialmente predominante
El Medio - El ser interior del Hombre.
Siente tus huesos humanos
Con destellos celestiales
Unidos en los mundos gobernantes
En estas nueve líneas están los misterios de las alturas, los misterios de las profundidades, los misterios del medio o del interior humano. Y se tiene el resumen del todo, en que una afirmación cósmica de estos misterios de las alturas, las profundidades y el medio resuena en el todo como con notas de órgano y trombón:
Las sustancias se condensan,
Se juzgan los errores,
Los corazones se tamizan.
Y tienes aquello que sostiene, eleva, fortifica al ser humano, precisamente como la inspiración llena de San Juan, la inspiración llena de imaginación de San Juan puede impregnar el verano de San Juan, precisamente esto:
He aquí nuestro tejido,
El luminoso despertar,
La cálida vida.
Vivamente terrenal sosteniendo
Y respirando formada
Como la esencia del ser.
Siente tus huesos humanos
Con brillo celestial
En la imperante unidad del mundo.
Las sustancias se condensan,
Los errores son juzgados,
Los corazones se tamizan.
Traducido por J.Luelmo jul.2023