viernes, 15 de marzo de 2024

GA284 Stuttgart, el 16 de septiembre de 1907 Los sellos apocalípticos

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 RUDOLF STEINER

LOS SELLOS APOCALÍPTICOS

Stuttgart, el 16 de septiembre de 1907

 

El más significativo de todos los símbolos y alegorías que tenemos, y que ha sido reconocido como tal por todos los ocultistas de todos los tiempos, es el hombre mismo. El hombre fue y es siempre llamado un microcosmos, un pequeño mundo. Y con razón, porque quien llega a conocer al hombre de cerca y en su intimidad se da cuenta cada vez más de que contiene, podría decirse, en miniatura, todo lo que se extiende en el resto de la naturaleza. Esto puede resultar difícil de entender al principio, pero si se piensa en ello, se comprenderá lo que se quiere decir con esto: todas las sustancias y fuerzas se encuentran en el hombre como una especie de extracto del resto de la naturaleza. Si estudian cualquier planta en lo que respecta a su esencia y pueden investigar lo suficientemente profundo, encontrarán que algo de esta misma esencia está contenido en el organismo humano, por pequeño que sea. Y si toman un animal del exterior: siempre podrán detectar algo en el organismo humano que, en su esencia, se parece a algo que se ha introducido en el organismo humano de una determinada manera.

Por supuesto, para comprender esto correctamente es necesario observar el desarrollo del mundo desde un punto de vista ocultista. Por ejemplo, el ocultista sabe que el hombre no tendría el tipo de corazón que tiene hoy si en la naturaleza no existiera el león. Retrocedamos a una época anterior en la que no había leones. Los humanos ya existían entonces, porque el hombre es el ser más antiguo, pero entonces tenían un corazón de forma muy diferente. Ahora hay vínculos en toda la naturaleza, pero no siempre son evidentes. En un pasado lejano, cuando el hombre desarrolló su corazón hasta su forma actual, surgió el león: las mismas fuerzas moldearon a ambos. Es como si se hubiera extraído la esencia del león y se hubiera moldeado el corazón a partir de ella con habilidad divina. Tal vez crean que el corazón humano no tiene nada de león, pero para el ocultista es así. No hay que olvidar que cuando una cosa está en un contexto, en un organismo, funciona de manera muy diferente a cuando está libre. También se puede decir a la inversa: Si se pudiera extraer la esencia del corazón y acto seguido se pretendiera crear un ser que correspondiera a este corazón, sin  que estuviera determinado por las fuerzas del organismo, entonces se tendría el león. Todas las cualidades de valor, audacia o, como dice el ocultista, las cualidades "reales" del hombre derivan de la vinculación con el león, y Platón, que era un iniciado, situaba el alma real en el corazón.

Paracelso empleaba una comparación muy bella para esta vinculación entre el hombre y la naturaleza. Decía: "Es como si los seres individuales de la naturaleza fueran las letras, pero el hombre es la palabra constituida por estas letras. Fuera el gran mundo: el macrocosmos, dentro de nosotros el pequeño mundo: el microcosmos. Fuera, cada uno existe por sí mismo, en el ser humano está determinado por la armonía en la que se sitúa con los demás órganos. Y por esta misma razón podemos visualizar en el ser humano el desarrollo de todo nuestro universo, en la medida en que nos pertenece.

Ustedes tienen una imagen de esta evolución del hombre en relación con el mundo al que pertenece, en los sellos que se colgaron en el salón durante el congreso de Munich. Veamos lo que representan.

primer sello

El primero muestra a un hombre vestido de blanco, sus pies como metal fundido, como un río de mineral fundido; una espada de fuego sobresale de su boca; su mano derecha está rodeada por los signos de nuestros planetas: Saturno, Sol, Luna, Marte, Mercurio, Júpiter, Venus. Cualquiera que esté familiarizado con el Apocalipsis de Juan recordará que existe una descripción bastante coherente de esta imagen, ya que Juan era un iniciado. Este sello representa, podría decirse, la idea de la humanidad entera. Nos daremos cuenta de ello si recordamos algunas ideas que ya resultan familiares a las personas mayores aquí presentes.

Si retrocedemos en la evolución del hombre, llegamos a una época en la que el hombre se encontraba todavía en una fase muy imperfecta. Por ejemplo, aún no tenía lo que hoy llevamos sobre los hombros: la cabeza. Sonaría bastante grotesco describir a la gente de aquella época. La cabeza se desarrolló poco a poco y seguirá desarrollándose. Hay órganos en los humanos de hoy que han llegado a su fin, por así decirlo; más adelante ya no estarán en el cuerpo humano. Hay otros que se remodelarán, como es el caso de nuestra laringe, que tiene un futuro extraordinario, por supuesto en combinación con nuestro corazón. Hoy en día, la laringe humana sólo está al principio de su desarrollo; un día será el órgano reproductor transformado en espiritual.  Se harán una idea de este misterio si observan lo que hace el hombre de hoy con su laringe. Cuando yo les hablo aquí, ustedes oyen mis palabras: dado que esta sala está llena de aire y que en este aire se producen determinadas vibraciones, mis palabras se transmiten a su oído, a su alma. Cuando pronuncio una palabra, por ejemplo "mundo", ondas de aire vibran - éstas son encarnaciones de mis palabras. Lo que el hombre produce hoy se llama producción en el reino mineral. Los movimientos del aire son movimientos minerales; a través de la laringe el hombre ejerce un efecto mineral sobre su entorno. Pero el hombre ascenderá y un día tendrá un efecto vegetal; entonces producirá vibraciones no sólo minerales, sino también vegetales. Con el habla engendrará plantas. La siguiente etapa será que engendrará seres sensibles con el habla; y en la etapa más alta de desarrollo engendrará a su propia especie a través de su laringe. Así como ahora sólo puede expresar el contenido de su alma a través de la palabra, entonces se expresará a sí mismo. Y del mismo modo que el hombre creará a los seres en el futuro con su hablar, los predecesores de la humanidad, los dioses, estaban dotados de un órgano con el que expresaban todas las cosas que existen en la actualidad. Pronunciaron todos los seres humanos, todos los animales y todo lo demás. Todas son palabras pronunciadas por los dioses en sentido literal.

"En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios". No se trata de un término filosófico en sentido especulativo: Juan hizo una afirmación primordial que debe tomarse al pie de la letra.

Y al final existirá el Verbo, y la creación es una manifestación del Verbo; y lo que el hombre produzca en el futuro será una manifestación de lo que hoy es el Verbo. Pero entonces el hombre ya no tendrá la forma física que tiene hoy; habrá progresado hacia la forma que tenía en Saturno, hacia la materia de fuego.

Ese ser que con su verbo vertió al mundo todo lo que hay en él hoy, es el gran modelo de la humanidad. Con su palabra, él dio origen al mundo a Saturno, al Sol, a la Luna, a la Tierra - en sus dos mitades Marte-Mercurio -, a Júpiter, a Venus.

Así lo indican las siete estrellas, éstas son un signo de la altura a la que puede llegar el hombre en su desarrollo. Al final, el planeta volverá a estar en materia ardiente; y el hombre podrá hablar creadoramente en esta materia ardiente: ésta es la espada ardiente que sobresale de su boca. Todo será ardiente, de ahí los pies de mineral fundido.

Si comparan ustedes al hombre de hoy con el animal, la diferencia es que hay que decir: el hombre como individuo contiene dentro de sí lo que el animal como individuo no contiene dentro de sí. El hombre tiene un alma individual, el animal tiene un alma grupal. El ser humano individual es toda una especie animal. Todos los leones, por ejemplo, juntos tienen una sola alma. Estos yoes grupales son como el yo humano, sólo que no han descendido al mundo físico; sólo pueden encontrarse en el mundo astral. Aquí en la tierra se ven personas físicas, cada una de las cuales lleva su propio yo. En el mundo astral se encuentran seres en materia astral tal como lo son ustedes mismos, sólo que no en una envoltura física sino astral. Pueden hablar con ellos como lo harían con los de su propia especie, solo que estos seres son las almas grupales de los animales.

En épocas anteriores, el hombre también tenía un alma grupal, pero sólo gradualmente desarrolló su independencia actual. Estas almas grupales estaban originalmente en el mundo astral y luego descendieron para morar en la carne. Si ahora se examinan las almas grupales originales del hombre en el mundo astral, se encuentran cuatro géneros a partir de los cuales se originó el hombre. Si se compararan estas cuatro especies con las almas grupales que pertenecen a las especies animales actuales, habría que decir que una de estas cuatro especies puede compararse con el león, otra con el águila, una tercera con el toro y la cuarta con el hombre de los tiempos prehistóricos, antes de que descendiera su yo. 

segundo sello

Por tanto, en la segunda imagen, los animales apocalípticos, el león, el águila, el toro y el ser humano, representan un estado anterior de evolución de la humanidad. Pero luego hay y habrá, mientras exista la tierra, un alma grupal para la revelación superior del hombre, que está representada por el cordero, por el cordero místico, el signo para el redentor. Esta agrupación de las cinco almas grupales: las cuatro del hombre alrededor de la gran alma de grupo, que todavía pertenece a todos los hombres en común, - esto es lo que representa la segunda imagen.

Si retrocedemos muy, muy atrás en la evolución del hombre, de modo que tengamos que recurrir en nuestra ayuda a muchos millones de años, entonces se nos presenta otra cosa. Ahora el hombre está físicamente en la tierra; pero hubo un tiempo en que aquel ser que vagaba aquí en la tierra aún no podía haber recibido un alma humana. En aquel entonces esta alma estaba en el plano astral. Y yendo aún más atrás, llegamos a una época en la que se encontraba en el plano espiritual, en el devacán. En el futuro, cuando se haya purificado en la Tierra, ascenderá de nuevo a este elevado nivel. Desde el espíritu, pasando por el astral, el físico y subiendo de nuevo al espíritu: ése es un largo desarrollo del ser humano. Y, sin embargo, parece un período corto cuando lo comparamos con el tiempo de desarrollo que el hombre tuvo que atravesar en Saturno y en las demás encarnaciones planetarias de la tierra. Allí el hombre no sólo pasó por transformaciones físicas, sino también espirituales, astrales y físicas. Y si se quieren seguir éstas, entonces hay que subir a los mundos espirituales. Allí se oye la música de las esferas, sonidos que fluyen por el espacio en este mundo espiritual. Y cuando el hombre vuelve a vivir en este mundo espiritual, esta armonía de las esferas resonará hacia él. En ocultismo se les llama los sonidos de las trompetas de los ángeles. De ahí las trompetas de la tercera imagen. 

tercer sello

Las revelaciones vienen del mundo espiritual, pero sólo se le revelan a medida que el ser humano progresa más y más.

Entonces se le revelará el libro con los siete sellos. Estos sellos son precisamente lo que estamos viendo aquí; serán desentrañados. De ahí el libro en el centro y cuatro fases de la humanidad en la parte inferior; pues los cuatro caballos no son otra cosa que etapas en el desarrollo de la humanidad a lo largo de las edades.

Pero todavía hay un desarrollo superior. El hombre proviene de mundos aún más elevados, y ascenderá de nuevo a estos mundos superiores. Y su forma, tal como el hombre la tiene hoy, entonces se habrá desvanecido en el mundo. Lo que hoy está fuera en el mundo, -las letras individuales de las que se compone el hombre-, lo habrá retomado entonces: su forma se habrá identificado con la forma del mundo. En cierta representación trivial de la antroposofía se enseña y se habla de que uno debe buscar a Dios en sí mismo. Pero quien quiera encontrar a Dios debe buscarlo en las obras que se extienden en el universo. Nada en el mundo es mera materia, -eso sólo lo parece-, en realidad toda materia es expresión de espiritualidad, anuncio de la actividad de Dios. Y el hombre, por así decirlo, expandirá su ser en el curso de los tiempos venideros; cada vez más se identificará con el mundo, de modo que podrá ser representado poniendo la forma del cosmos en lugar de la forma humana. 

cuarto sello

Esto se puede ver en el cuarto sello con la roca, el mar y las columnas. Lo que hoy impregna el mundo en forma de nubes proporcionará su materia para formar el cuerpo del hombre. Las fuerzas que hoy están con los espíritus del sol proporcionarán en el futuro al hombre lo que desarrollará sus poderes espirituales de una manera infinitamente superior. Es este poder solar hacia el que el hombre ha de esforzarse. A diferencia de la planta, que baja su cabeza, la raíz, hacia el centro de la tierra, él, (el hombre), dirige su cabeza hacia el sol; y la unirá con el sol y recibirá poderes más elevados. Esto aparece representado en el rostro del sol, que descansa sobre las nubes, sobre la roca, sobre los pilares. El hombre se habrá convertido entonces en auto creador; y como símbolo de la creación perfecta, el colorido arco iris rodea al hombre. También se puede encontrar un sello similar en el Apocalipsis de Juan. En el centro de las nubes hay un libro. El Apocalipsis dice que el iniciado debe devorar este libro. Esto se refiere al momento en que el hombre no sólo recibirá la sabiduría exteriormente, sino que se impregnará de ella como hoy se impregna de los alimentos, cuando él mismo será una encarnación de la sabiduría.

Luego se acerca el tiempo en que se producirán grandes cambios en el cosmos. Cuando el hombre haya recurrido al poder del sol, entonces el sol se reunirá con la tierra. El hombre se convertirá en un ser solar. El hombre dará a luz un sol a través del poder del sol. 

quinto sello

Por eso [en el quinto sello] la mujer que da a luz al sol. Entonces la humanidad estará tan avanzada moral y éticamente que todos los poderes corruptores que descansan en la naturaleza humana inferior habrán sido superados. Esto está representado por la bestia con las siete cabezas y los diez cuernos. A los pies de la mujer sol está la luna, que contiene todas aquellas sustancias malas que la tierra no pudo utilizar y que no había expulsado. Todos los poderes mágicos que la luna ejerce aún hoy sobre la tierra serán entonces vencidos. Cuando el hombre se una al sol, habrá vencido a la luna.

Luego [en el sexto sello] se nos muestra cómo el hombre que ha ascendido así a la alta espiritualización es como la figura de Micael; cómo mantiene atado lo que es malo en el mundo en el símbolo del dragón.

sexto sello

Hemos visto en cierto modo que al principio de la evolución de la humanidad y al final de la misma, están los mismos estados de transformación. Hemos visto estos estados representados en el hombre de los pies de fuego y la espada que sobresale de su boca. En un profundo simbolismo, todo el ser del mundo se nos revela ahora en el símbolo del Santo Grial. 

Con unas breves palabras quisiera poner este séptimo sello ante sus almas.

Aquellos que estudian nuestro mundo como ocultistas saben que el espacio es para el mundo físico algo muy distinto del mero vacío. El espacio es la fuente a partir de la cual todos los seres, por así decirlo, han cristalizado físicamente. Imaginen un recipiente de cristal en forma de cubo lleno de agua a través del cual se puede ver completamente. Y ahora imaginen que se canalizan ciertas corrientes de enfriamiento a través de esta agua, de modo que se forma hielo de las formas más variadas. Así pueden hacerse una representación de la creación del mundo: el "espacio"; la palabra divina de la creación pronunciada en el espacio; todas las cosas y seres cristalizan a partir de él.

Este espacio en el que se pronuncia la palabra divina de la creación es representado por el ocultista a través del cubo de agua transparente. En este espacio se desarrollan diversas entidades. Las más cercanas a nosotros pueden caracterizarse mejor de la siguiente manera: el cubo tiene tres direcciones perpendiculares, tres ejes, largo, alto y ancho, -el cubo representa las tres dimensiones del espacio.

Y ahora imaginen las contra dimensiones además de estas tres dimensiones tal y como están fuera en el mundo físico. Pueden imaginárselo como si una persona caminara en una dirección y otra persona viniera hacia ella y ambas chocaran. Del mismo modo, hay una contra dimensión para cada dimensión espacial, de modo que tenemos seis rayos en total. Estos contra rayos representan también los gérmenes primordiales de los miembros más elevados del ser humano. El cuerpo físico, cristalizado en el espacio, es el inferior. El espiritual, el más elevado, es lo contrario; está representado por las contra dimensiones. Aquí, a lo largo de la evolución, estas contra dimensiones se forman por primera vez en una entidad que puede representarse mejor dejándolas confluir en el mundo de las pasiones, los deseos y los instintos. Eso es lo que es al principio. Más tarde se convierte en otra cosa. Se purifica cada vez más, -hemos visto hasta qué nivel-, pero partía de los instintos inferiores, que están simbolizados por la serpiente. Este proceso está simbolizado por la convergencia de las contra dimensiones en dos serpientes enfrentadas.

Al purificarse, la humanidad asciende a lo que se denomina la "espiral del mundo". El cuerpo purificado de la serpiente, esta espiral del mundo, tiene un significado profundo. Pueden ustedes hacerse una idea de ello con el siguiente ejemplo: La astronomía moderna se basa en dos teoremas de Copérnico; ha ignorado un tercero. Él dijo que el sol también se mueve. El sol se mueve hacia adelante, en una línea helicoidal, de modo que la tierra se mueve con el sol en una curva compleja. Lo mismo ocurre con la luna, que se mueve alrededor de la tierra. Estos movimientos son mucho más complejos de lo que se supone en astronomía elemental. Aquí se ve cómo la espiral tiene su significado en los cuerpos del mundo; y estos cuerpos del mundo representan una forma con la que un día el hombre se identificará. En ese tiempo el poder de generación del hombre será purificado, depurado; la laringe será entonces el órgano de reproducción. Lo que el hombre habrá desarrollado como cuerpo de serpiente purificado, entonces ya no trabajará desde abajo, sino desde arriba. La laringe transformada en nosotros se convertirá en el cáliz que se llama el Santo Grial. Y así como el uno será purificado, también lo será el otro, que se conecta con este órgano generador: será una esencia del poder del mundo, la gran esencia del mundo. Y este espíritu del mundo en su esencia está representado por la imagen de la paloma, que se encuentra frente al Santo Grial. Aquí está el símbolo de la fecundación espiritualizada que obrará el cosmos cuando el hombre se haya identificado un día con el cosmos. Todo el aspecto creador de este proceso está representado por el arco iris: es el sello omniabarcante del Santo Grial.

El conjunto ofrece de forma maravillosa el significado de la conexión entre el mundo y el hombre, como un resumen del significado de los demás sellos. Por eso el misterio del mundo está inscrito en el borde exterior del sello. Este misterio del mundo representa cómo el hombre nace al principio de las fuerzas primigenias del mundo. Todo ser humano, cuando mira hacia atrás, ha pasado por el mismo proceso al principio de los tiempos por el que pasa hoy espiritualmente cuando nace de nuevo a partir de las fuerzas de la conciencia. Esto es lo que el Rosacrucismo expresa [con las letras] E.D.N.: He nacido de Dios. Es Deo Nascimur.

Hemos visto que en la revelación se añade una segunda cosa: la muerte a la vida. Pero para volver a encontrar la vida en esta muerte, el hombre debe superar esta muerte de los sentidos en la fuente primordial de todo lo viviente. Y esta fuente primordial es el centro de todo desarrollo cósmico; porque tuvimos que encontrar la muerte para alcanzar nuestra conciencia. Pero la superaremos cuando encontremos el sentido de esta muerte en el misterio del Salvador. Así como nacemos de Dios, morimos en el sentido de la sabiduría esotérica en Cristo: I.C.M. In Cristo Morimur.

Y porque allí donde algo se revela, aparece una dualidad a la cual debe unirse la tercera, el hombre, cuando haya vencido a la muerte, se identificará con el espíritu que impregna el mundo (la paloma). Resucitará y vivirá de nuevo en el espíritu: P.S.S.R. Per Spiritum Santum Reviviscimus.

Esta es la Rosa Cruz antroposófica. Resplandece en aquellos tiempos en que la religión y la ciencia se reconciliarán.

De esta manera pueden ver cómo en estos sellos está representado el mundo entero, y debido a que el mundo está colocado en ellos por los magos y los iniciados, estos sellos albergan por lo tanto un tremendo poder. Es posible volver a estos sellos una y otra vez; siempre se encontrará que se puede desbloquear una sabiduría infinita a través de la meditación. Poseen una tremenda influencia sobre el alma del hombre porque están extraídos de los secretos del mundo. Si ustedes los cuelgan en una sala donde se discuten cosas como las que estamos discutiendo hoy aquí, donde uno se eleva a los misterios sagrados del mundo, tienen un efecto altamente revitalizador, iluminador, sin que la gente a veces lo sepa. Pero precisamente porque tienen este significado, no se prestan al mismo tiempo a ser profanados. Y por extraño que pueda parecer: si se cuelgan en una habitación donde no se dice nada espiritual, donde se pronuncian palabras triviales, también tienen un efecto, pero de tal manera que enferman el organismo físico. Por trivial que parezca, destruyen la digestión. Lo que nace de lo espiritual pertenece a lo espiritual y no debe ser profanado; lo demuestra por sí mismo a través de su efecto. Los signos de las cosas espirituales pertenecen allí donde las cosas espirituales tienen lugar y producen un efecto en concordancia.

Traducido por J.Luelmo mar,2024

GA284 Berlín, el 19 de octubre de 1907 - Símbolos y signos como efectos del caos

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 RUDOLF STEINER

SÍMBOLOS Y SIGNOS 

COMO EFECTOS DEL CAOS

Berlín, el 19 de octubre de 1907

 

Comencemos hoy con una observación aparentemente bastante remota que, como verán, puede a su vez  interesarnos en cierto modo para nuestra vida cotidiana. Hoy intentaremos realmente vincular no sólo el cielo, sino también lo que está más allá del cielo, con la tierra y nuestra experiencia cotidiana.

El leitmotiv de nuestra reflexión de hoy va a ser lo que se denomina "caos", un nombre tomado de la Antigüedad. Así pues, como pueden ver, se trata de un tema un tanto remoto, un tema que en realidad está más allá de lo que entendemos por cielo, pero que debemos vincular a nuestras experiencias cotidianas.

Ustedes saben que no sólo los maravillosos mitos y leyendas griegos están relacionados con el caos al decir que los dioses más antiguos, es decir, los seres espirituales más antiguos, nacieron del caos, sino que también saben que los mitos y leyendas de otros pueblos conocen este caos con diferentes nombres. Pues, después de todo, ¿Qué es ese abismo enorme de la saga nórdico-germánica "Ginnungagap", del que surge el frío Niflheim o Nebelheim por un lado y el caliente Muspelheim por el otro, sino el caos? ¿Y a qué otra cosa se refiere en última instancia el comienzo mismo de nuestra Biblia? En el Primer Libro de Moisés se encuentran las palabras: En el principio creó la Divinidad los cielos y la tierra, y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la superficie de las aguas. Y el Espíritu de la Divinidad se cernía sobre las aguas, incubando. Y sonó la palabra de la Divinidad: Que se haga la luz - y se hizo la luz. Y la deidad percibió la luz y se dio cuenta de que era hermosa y separó el mundo de la luz del mundo de las tinieblas. La tierra era todavía caótica y confusa" es sólo otra expresión del caos del que surgieron los propios seres espirituales más excelsos.

¿Qué es el caos? Palabras tan antiguas para conceptos tan elevados han tenido un extraño destino en el desarrollo de la humanidad. Durante mucho tiempo, la gente ha perdido por completo el sentido de una comprensión correcta de lo que significan tales palabras. Ya ni siquiera saben lo que se quería decir cuando se decía algo así. A la era materialista, de la que todos los hombres de hoy han salido en cierto sentido, apenas le quedan palabras para describir lo que hay detrás de la palabra caos. Con el paso del tiempo, nuestras palabras han adquirido un significado completamente distinto del que tenían antes, es más, del que tenían hace muy poco tiempo. Antes, la palabra correspondía al significado espiritual del objeto, del concepto. Hoy en día, nuestras palabras se han ceñido, por así decirlo, al significado materialista de los objetos externos, materiales, y ya no se aplican al significado espiritual. Quien oye una palabra hoy la aplica a lo que significa en el mundo sensorial, pero ya no piensa en relacionarla con el mundo espiritual.


Entre las muchas razones para la instauración de la corriente antroposófica actual, hay una que está relacionada con esta transformación de las palabras en el materialismo. El hecho de que el movimiento antroposófico acabe de entrar en el mundo, y haya tenido que entrar en el mundo, está relacionado con varios hechos, sensibles y suprasensibles. Pero una de las razones es que si este movimiento antroposófico, esta corriente espiritual mundial, no hubiera llegado a finales del siglo XIX y principios del XX, si no hubiera encontrado su camino en el mundo ahora, tal movimiento espiritual sería probablemente bastante imposible dentro de cien años. Realmente se trata de hacer coincidir las condiciones más favorables de la época. Cada vez más, las palabras adquieren el carácter de aplicarse únicamente a las cosas materiales. Si hubiéramos esperado otros cien años, nuestras palabras ya no serían capaces de expresar lo que la ciencia espiritual tiene que decir. La gente dejaría de sentirla porque entonces sólo oiría lo que se aplica al mundo material. Ya no habría palabras con las que hacerse entender, y entonces todo lo que la ciencia espiritual tiene que decir ya no encajaría. Por lo tanto, la Antroposofía debe imponer nuevas palabras a todo, dar a todas las palabras un nuevo carácter; debe renovar virtualmente el lenguaje. La gente debe recuperar el sentido de que estas palabras contienen algo; que ciertas palabras no significan meramente algo tangible o algo que se puede ver con los ojos, sino algo que apunta hacia arriba, hacia los mundos superiores.

Podría parecer que ahora nos estemos saliendo completamente del tema y trataremos de buscar los sentimientos de personas que estaban mucho más orientadas y dirigidas hacia el mundo espiritual que los sentimientos e ideas de la humanidad actual. Siempre es de gran interés para los que se adentran en el misterioso y, sin embargo, tan claro devenir del espíritu humano, coger cualquier libro antiguo y no sólo sumergirse en él, como hacen muchos estudiosos, leyendo lo que es "el espíritu del propio maestro", sino empatizar con el espíritu del autor. Podrían escoger lo que quisieran, pero nosotros escogeremos la "Physica" de Comenius, publicada en 1633. Se trata de Physica, bajo las cuales el hombre de hoy ya no puede imaginar bien nada, porque hablan de cosas físicas, pero de tal manera que queda bien claro que el que habla, con cada cosa física, apunta al mismo tiempo al fondo espiritual, y que ve en toda materia, en toda fuerza, un instrumento, una afluencia de entidades espirituales subyacentes y de fuerzas espirituales. En este libro, esta "Physica", se describen muchas cosas que eran objeto de conocimiento en aquella época. Pero Comenius, el gran pedagogo y pensador del siglo XVII -nacido en 1592, no sólo recogió y resumió los conocimientos de su época, sino que Comenius también tuvo grandes pensamientos originales sobre personas y acontecimientos y encontró conexiones profundas y espirituales. Comenius es una personalidad notable, como las ha habido en toda una serie desde los siglos XIV y XV.

Ustedes saben por otras reseñas que la llamada Orden Rosacruz fue fundada en el siglo XIV y finalmente en el siglo XV; la orden que trabaja y preserva los antiguos secretos en una forma moderna. La orden, que constaba de sólo siete miembros cuando se fundó, ha funcionado en completo secreto hasta nuestros días. Nadie sabía quién era un Rosacruz, excepto los propios Rosacruces. Nadie ha podido jamás saber nada de los secretos de los Rosacruces. Por lo tanto, todo lo que se ha escrito en el mundo exterior por seguidores y oponentes sobre el Rosacrucismo es charlatanería o algo que se ha malinterpretado o que ha salido a la luz por traición. Sólo hoy ha llegado el momento en que algunos de los secretos rosacruces pueden ser compartidos con el público en general. Pero hay y ha habido muchas otras formas y medios por los que tales secretos, que florecen en las escuelas ocultas, fluyen hacia la vida intelectual y cultural general. Por ejemplo, no era otra cosa que una secreta corriente rosacruz, -hasta el punto que la persona sobre la cual se derramó dicha corriente, ni siquiera sospechaba de sí misma-, cuando Lessing dice al final de su "Educación del género humano", como disparado por una pistola, que el hombre siempre vuelve y retorna al mundo, que se reencarna. Este significativo pasaje, que concluye con la frase: "¿Acaso no es mía toda la eternidad?", no es sino una señal para los entendidos de que la cosmovisión rosacruz ha llegado a la humanidad por boca de Lessing de un modo que él mismo ignoraba.

A través de la corriente rosacruz nos han llegado muchas cosas. Hay muchas formas y medios a través de los cuales el mundo espiritual se derrama sin que las personas a las que afecta lo sepan siempre con exactitud. No es importante que lo que se trabaja en el mundo esté vinculado a un nombre. El movimiento como tal está ligado a un nombre. Pero los Rosacruces nunca han emprendido acciones legales por plagio. Nunca habrían perseguido de ninguna manera una supuesta negación de sus pensamientos. Eso les era indiferente. ¿Qué era más indiferente para los que se preocupaban por el efecto que la fuente personal de la que brotaban tales cosas? Lo principal era que venían al mundo. En nuestra época, en la que también se interponen demandas por tomar prestados pensamientos y otras cosas, se da el caso de que, por lo general, no se puede atrapar a los verdaderos tomadores.

Comenius, este gran pedagogo, fue uno de aquellos que, gracias a un elevado desarrollo espiritual, tuvo percepciones más elevadas y que, a través de una voluntad fuerte y enérgica, se elevó a los mundos superiores como resultado de la influencia rosacruz. Es muy útil para la gente de hoy sumergirse en los pensamientos de Comenius. Es igualmente útil profundizar en el pensamiento de Johann Baptist van Helmont, su contemporáneo, que también era rosacruz. Hoy, sin embargo, nos interesan desde un ángulo completamente diferente, y me gustaría subrayar que lo que voy a decir sólo debe servir para aclarar lo que realmente entendemos por la palabra caos.

Ustedes conocen una palabra que probablemente todos, o al menos muchos de ustedes, suponen muy antigua: la palabra "gas", que la mayoría de la gente sólo conoce como gas de alumbrado o algo parecido. Ustedes saben por la física que hay muchos gases y que, básicamente, la mayoría de las sustancias pueden convertirse en gas. Si nos paramos a pensarlo, podríamos creer que la palabra es tan antigua como todas las demás. Pero no es así. Antes de los tiempos de Comenius y Helmont, "gas" y "gaseoso" aún no eran términos familiares. Helmont fue el primero en utilizar y acuñar esta palabra. Sólo desde entonces se encuentra en el lenguaje. La obra en la que aparece esta palabra por primera vez fue escrita en 1615. Así que téngase en cuenta qué poco tiempo es ese. Ahora, por supuesto, también debe darse cuenta de que debe haber una razón para utilizar una palabra tan nueva. Helmont fue el primero en tener la idea, el concepto de gas, y en transmitirlo a la humanidad en la forma en que se utiliza hoy en día.

Aclaremos qué es un gas según la terminología académica actual. Ustedes saben que si toman agua y la llevan al punto de ebullición, a la vaporización, lo primero que obtienen es vapor de agua. El vapor no es un gas, ni siquiera según los conceptos académicos actuales. El vapor es en realidad, si se quiere expresar de forma aproximada, lo que se puede ver con los ojos, la misma sustancia que había antes en el agua, sólo que distribuida en partículas más finas. Se puede decir que el agua se convierte en vapor de agua al calentarse. Todas las sustancias, o al menos la gran mayoría de ellas, pueden convertirse en vapor a temperaturas bajas, altas o muy altas. Pero el calentamiento se puede llevar aún más lejos. Si se va más allá, se llega a un estado de las sustancias en cuestión en el que ya no son visibles, por así decirlo, en el que cambian a una forma realmente diferente, que hoy en día se denomina estado gaseoso. Mientras que la forma de vapor es sólo una especie de forma intermedia entre la forma de agua y la forma de gas, esta forma de gas es básicamente sólo una forma de vapor en una etapa superior de desarrollo, que ha surgido a una temperatura más alta. Esta forma de vapor y de gas no era en absoluto un concepto claro antes de Helmont. Comenius también trabajó con la forma vapor.

Helmont utilizó inicialmente el ácido carbónico, que examinó detalladamente, para aclarar la naturaleza del gas. Sin embargo, asoció el ácido carbónico y otros gases con ideas que ya no son del todo comprensibles para los físicos y las personas modernas. Y en el proceso se dio cuenta de que entre los diversos otros estados existe también este estado más fino al que dio el nombre de gas. Una de las frases fundamentales de "Ortus medicinae", la obra de Helmont, es la siguiente: "hunc spiritum, incognitum hactenus, novo nomlne gas voco". Esto significa: A tal espíritu, como antes era desconocido, lo llamo gas. - Es la primera vez que se utiliza esta palabra en nuestra reflexión.

Ahora bien, esta frase nos enseña mucho. Ante todo, Helmont llama spiritus, espíritu, a lo que denomina gas, de modo que queda claro que lo que él denominaba gas era para él el instrumento de una entidad espiritual. Él mismo tiene la sensación de que debe dirigirse a esta sustancia transparente como espíritu, y llama a este espíritu con el nuevo nombre de "gas". Ahora nos damos cuenta exactamente de cuáles eran sus ideas. Él sabía que si se enfriaba este gas, se verían fenómenos extraños: Se forman nubes oscuras, se vuelve de nuevo vapor y luego acuoso. El gas era para él una base, una base transparente y clara de la que emerge materia densa y condensada. El gas era para él una parábola en el sentido en que Goethe dice: "Todo lo transitorio no es más que una parábola". Helmont vio mucho en este simple proceso de cómo el gas se enfría y se condensa: pequeños mundos surgieron del gas para él. Una persona que pensara así aún podría decir: "hunc spiritum incognitum gas voco".

Para él estaba clara la cuestión de cómo surgió originalmente toda la materia del mundo. Sabía que el mundo entero estaba originalmente lleno de algo, quizá de una sutileza mucho mayor que lo que había descubierto como gas, algo que atraviesa la luz y que no puede verse en absoluto: una sustancia espiritual transparente, inherentemente luminosa, que no contiene opacidad. Y al igual que los vapores que parecen masas de niebla se desprendieron de este gas, así todas las cosas que ahora son minerales, plantas y animales, todo lo que vemos en el mundo material, han surgido del infinito transparente y sin nubes. Todo lo espiritual se ha vuelto denso, se ha convertido en las formaciones del presente.

Incluso en la antigüedad y entre los pueblos primitivos encontramos parábolas que sirven para evocar una idea similar. Los pueblos originarios y también primitivos ven a veces que lo que sucede materialmente en el exterior es también espiritual. Tal hombre sabe que de su boca sale el aliento que ve convertirse en vapor cuando sale al aire frío. Allí ve que se crea algo del alma, que se condensa a partir de la transparente claridad del aliento humano. Y siente en el aliento del alma, en la exhalación y el volverse denso, una parábola del proceso a gran escala, de la creación del mundo. De ahí la visión múltiple que ve el mundo como el resultado de una exhalación de la deidad. Se trata de una idea verdaderamente original.

Debemos tener claro lo que implica este concepto antiguo. Esta idea antigua contiene un concepto de espacio completamente distinto del concepto seco y abstracto de espacio que tiene la gente hoy en día. ¿Qué piensa el hombre moderno del espacio? Piensa en el vacío infinitamente extendido, el gran vacío en el que no hay nada. Hoy en día, dondequiera que se hable de espacio, se puede encontrar esto en todas partes bajo el concepto de espacio. Pero, ¿Qué pensaban del espacio los que estaban en el terreno de la ciencia oculta? Para ellos, el espacio era el espíritu derramado, expandido, que tiene su semejanza en lo puro y cristalino, del cual surge el vapor, la fuente a partir de la cual se crearon todas las semillas de las cosas mediante la palabra del espíritu original de Dios. Pues el espacio no es vacío sin fin, sino que el espacio es espíritu original. Y nosotros mismos somos espacio condensado, nacidos del espacio. Si todas las cosas se disolvieran a su vez, parecería haber un vacío sin fin a nuestro alrededor. Pero este vacío aparente contendría todo lo que ha existido. En realidad, este vacío infinito no sería nada, como no es nada el gas en el que se han disuelto las sustancias. Esto es lo que entienden por espacio los que piensan ocultamente.

Lo que nos muestra con bastante claridad es que Helmont tenía algo así en el trasfondo de su pensamiento. Nos muestra que tenía el pensamiento: Cuando un gas como el que he descubierto es muy tenue, muy permeable, la luz pasa a través de él, y no se tendría la menor idea de que hay algo allí si no se sintiera el efecto allí donde el gas se expande. Pero en relación con la fuente original, este gas sigue siendo una condensación, una densificación. Tiene su origen en otra cosa, en algo aún más espiritual. Se puede, sin embargo, reconocer correctamente este algo más profundo si a este gas se le interpreta como una parábola: si se imagina el surgimiento del mundo entero a partir del espacio rico en semillas como la evaporación y la vaporización, si se imagina que el gas es un vapor del espíritu mismo, al igual que el vapor es el vapor del gas. Teniendo esta idea en el alma, Helmont dice una palabra extrañamente bella. Dice: "halitum illum gas vocavi, non longe a chao veterum secretum". Es decir: he llamado "gas" a ese aliento; no es muy diferente del "caos" de los antiguos. Como ven, él vincula el concepto de gas a la palabra caos, es más, formó la palabra gas a partir de la palabra caos en su totalidad, "gas" es el "caos" transformado. Es la palabra que Helmont formó para insertar en ella sus conceptos científicos ocultos. Se trata de una conexión científica extraordinariamente interesante.

Así pues, somos conducidos por alguien que conocía estas cosas a un concepto de espacio que no es un concepto de espacio estéril, vacío y abstracto, como el conocido en física, sino que somos conducidos a un concepto de espacio infinitamente rico en semillas, pues contiene las semillas de todas las cosas de forma invisible. Las cosas que hoy se condensan fueron todas vapor y se han condensado a partir del espacio. El espacio se vuelve así vivo para nosotros, se convierte en la semilla de lo que se extiende por el mundo. Así sustituimos el espacio vacío y abstracto por el espíritu vivo del que han surgido todas, todas las cosas. De este modo transformamos toda clase de cosas abstractas en cosas vivas; y es bueno que vayamos más allá de tales abstracciones, más allá de los conceptos que tienen un efecto amortiguador sobre todo el pensamiento y la vida humana.

Si ahora nos situamos en la condición espacial, cuando todavía era completamente espiritual, y observamos con el alma cómo a partir de este espacio infinito se condensan los seres, a partir de las leyes que son innatas a este espacio, si nos situamos allí, entonces sentiremos claramente, por ejemplo, las hermosas palabras de la Biblia: En el principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra estaba desolada y confusa, y el espíritu de la Divinidad se cernía sobre las profundidades incubándolas.

Háganse una idea de cómo sería originalmente este espacio puro y espiritualmente transparente. ¿Qué tuvo lugar en este espacio puro y transparente? Imaginemos muy vívidamente lo que a menudo hemos visualizado: Aquí en el espacio donde nos encontramos, también está el gas de aire expandido. Mis palabras se pronuncian en el espacio en el cual el gas de aire se expande. Es allí donde surgen las vibraciones y desde allí las palabras penetran en vuestras almas. Cada palabra que se pronuncia se forma aquí en el espacio que está lleno de aire. Pensemos que el aire permaneciese quieto; no se pronuncia ninguna palabra. Acto seguido, imagínense de nuevo que se habla. Todo el aire entra en un movimiento regular a través de este hablar y cada palabra se forma a sí misma en formas en el aire, -silenciosamente y sin ser vista por nosotros. Y ahora imaginen el espacio infinitamente expandido, que no es una abstracción vacía, y la palabra de Dios sonando en él, moldeando todo el espacio según las palabras que la deidad pronuncia. Eso fue en el principio. La palabra resonó en el espacio, y el mundo espiritual, el caos, surgió primero, estas formaciones nebulosas desarrollándose a partir del espacio, que mostraron por primera vez en la turbiedad lo que más tarde iba a formarse.

Y ahora escuchemos las palabras de la Biblia: "El caos, -esta nebulosa evolutiva de la tierra-, estaba aún desolado y confuso y el Espíritu de Dios trabajaba y se cernía sobre las profundidades". Aquí tenemos el momento de: este es el caos.

Sin embargo, así de profundas son las ideas que subyacen en un documento religioso de este tipo. Para entender algo así, la gente primero tiene que recuperar la sensibilidad.

Sin embargo, el caos no sólo tuvo un efecto al principio del desarrollo del mundo, sino que sigue teniendo un efecto. Sigue estando presente. Pero aquello que tanto nos lleva más allá de los cielos como a nuestra vida cotidiana, es la constatación de que el caos sigue estando presente hoy en día, que al igual que los cielos armoniosos, al igual que los mundos bellamente formados, el caos sigue estando presente a nuestro alrededor hoy en día. Todo está impregnado de él. Es el primer diseño original. Luego se nubló, se formaron las semillas, los mundos se moldearon hasta alcanzar su perfección actual. Pero al igual que cuando tienes una masa de gas y enfrías una parte de esta masa de gas, de modo que el gas aún permanece entre las partes individuales y continúa trabajando, de la misma manera una parte del espíritu original permaneció detrás; y de este modo el caos continúa trabajando y vive con nuestro mundo. Todo sigue impregnado de caos, cada piedra, cada ser. Ellos mismos están permeados e impregnados por el caos. Y no sólo los seres que están fuera, en el mundo de los sentidos, están impregnados de caos, también sus almas y sus espíritus están impregnados de caos. Del mismo modo que el ser humano está aquí, su alma y su espíritu también participan de lo que queda del caos. Sólo una parte se ha separado del caos. El caos está a nuestro alrededor. Actúa en todos los seres y es, al mismo tiempo, una de las razones de la fertilidad continua y permanente.

Utilicemos un ejemplo sencillo para hacernos una idea de cómo funciona el caos. Vemos que la eficacia del caos se produce cuando, por ejemplo, hay productos de desecho del organismo animal. Estos productos de desecho son una eliminación aparente; pues estos excrementos animales, que el agricultor lleva al campo como abono, constituyen la base de una nueva fertilidad. Al introducir el abono en la tierra surge la nueva semilla. ¿Qué tiene lugar allí? ¿Qué era el abono inicialmente? Al principio eran todo tipo de plantas y otras criaturas bellamente formadas en el mundo, lo que había surgido del caos. Esto siguió su curso y sirvió de alimento a los animales. Las sustancias inútiles son excretadas, expulsadas como por las leyes que actúan en el cuerpo; el abono se mezcla con el campo: es un retorno de los seres al caos. El caos actúa en el abono, en todo lo que se desecha, y si nunca se mezcla el caos en el cosmos, no es posible ningún desarrollo posterior.

Este procedimiento, que tenemos aquí en este proceso en el nivel más básico, nos lleva a algo muy diferente. Nos lleva a entender que es necesario para todo desarrollo, ir más allá de la búsqueda de causas en tiempos prehistóricos y de alguna manera retomar el caos. Nadie puede seguir existiendo si sólo el cosmos tiene un efecto sobre él. Pues, ¿Qué es el cosmos? El Cosmos no es otra cosa que lo que se ha formado a partir de causas y fuerzas formativas anteriores. No sólo todas las cosas físicas, sino también todas las enseñanzas morales e intelectuales surgen de causas que han sido establecidas de antemano. Permítanme darles un ejemplo radical de lo que es el cosmos.

Veamos, por ejemplo, Goethe, Schiller, Lessing, Herder, Schelling han trabajado en Alemania y luego llega un maestro de escuela y reproduce los maravillosos pensamientos y bellezas de Goethe, Schiller y demás, eso es cosmos. El maestro de escuela no sería capaz de reproducir nada que no estuviera ya allí, gracias a las causas que se establecieron. O tomemos a cualquier hombre en cualquier otro campo. Él está enteramente supeditado a lo que se ha ido desarrollando gradualmente. No ocurre lo mismo con la genialidad. Ésta funciona a partir del caos. La genialidad es tan especial porque una nueva chispa entra en el alma humana. Nuevos impulsos, nuevos conceptos surgen y se hacen efectivos. Es la unión del cosmos con el caos lo que hay en la genialidad. No habría progreso si sólo existieran las causas externas, si estas causas no se mezclaran de nuevo con el caos. Al arrojar de nuevo al caos todas las leyes de acción anteriores, surge la genialidad, y a través de la acción de la genialidad surge algo que viene de otros mundos, algo que no proviene de algo anterior, sino algo nuevo.  A cada instante, el mundo debe convertirse de nuevo en caos. El matrimonio del pasado con el presente es el matrimonio del cosmos con el caos. De ahí provienen esos sentimientos profundos y significativos que tenía el hombre antiguo y que tiene el investigador oculto cuando se pronuncia siquiera el término "caos". Para quienes no pueden sentir esto, el caos es algo confuso y poco claro, igual que los pensamientos de los genios son confusos y desoladores para la mayoría de la gente. La sensación de confusión y desolación, de la forma en que suelen percibirse los pensamientos de los genios, sólo la sienten las personas que se apoyan en lo que funcionaba en el pasado. Del caos sólo puede surgir algo nuevo, que debe conectar con nosotros adecuadamente si queremos aportar algo al desarrollo ulterior de la humanidad.

El movimiento Antroposófico debe ser un movimiento capaz de fecundar a la humanidad con nuevas semillas espirituales. Y los que comprenden la corriente antroposófica deben ser conscientes de que no sólo pueden seguir trabajando con lo que llega del antiguo cosmos paterno, sino que también deben llegar a la humanidad nuevas semillas del espíritu, como si procedieran del caos. De esta manera la humanidad será fertilizada espiritualmente en el sentido correcto.

Las ideas que la humanidad recibe hoy a través de la Antroposofía real y verdadera no son tomadas del pasado. Quien explora los estratos de la tierra, como un geólogo, y sólo puede decir lo que ha surgido en el pasado en el mundo de los sentidos, nunca podrá explorar lo que es significativo para la Antroposofía: la constatación de la futura conformación de la humanidad, que sale del caos hacia el cosmos sensorial. Por eso es de infinita importancia que el hombre a través de la visión Antroposófica del mundo, absorba representaciones, sentimientos e impulsos de la voluntad que no son tomados de nuestro cosmos como cosmos de los sentidos, sino que son tomados directamente de la forma que el espíritu tenía antes de formarse externamente, que son sacados del caos.

Tales representaciones, sacadas del caos, son los símbolos y signos que se traen a través de las escuelas ocultas desde los mundos superiores y subyacen a toda ciencia oculta y cognición imaginativa. Las representaciones tienen un efecto en el alma humana a partir del caos. Si surten un efecto vivo, entonces el caos se une en matrimonio con el alma humana.

Recordarán la decoración de la sala de congresos de Munich. Lo que se halla representado en los siete sellos aún no está en el cosmos; nadie puede encontrarlo en las leyes del cosmos. Pero estará en lo que habrá de ser. Tomará forma en el futuro. Todavía tienen un efecto en el alma humana a partir del caos, y así actúan, estas representaciones, estas formas, que hay toda una imagen del mundo en la forma descrita en la introducción que les he dado. Y si se contemplan de la manera correcta, entonces tienen un efecto vivo y conducen al ser humano hacia los mundos superiores. Entonces el caos actúa en el alma humana y la conduce a mundos que se encuentran más allá del cosmos sensorial. Así el hombre debe llegar a una nueva conexión con los mundos espirituales, y ese es el significado de que el hombre recurra a tales imágenes. Cuando uno acude a tales imágenes, siente el efecto de esa cosa grande y poderosa que continúa trabajando a través de la infinidad del tiempo; siente el efecto abrumador del caos que contiene la semilla de todas las cosas. Si permiten ustedes que estas imágenes tengan un efecto sobre ustedes, harán brotar de su alma las más profundas razones primigenias.

En los siete sellos vemos las imágenes del mundo astral, y en los siete pilares o columnas los conceptos que entran en nuestro cosmos, en nuestro mundo, cuando miramos el mundo devacánico. Si observan estos pilares o columnas, verán que actúan en ustedes. Si viven en ellos con sentimiento, encontrarán aquello que organiza su sentimiento de una manera que nunca podría organizarse a partir del mundo sensorial, y que puede darles un concepto de esa música espiritual o armonía de las esferas que es el devacán. Estos capiteles son un estímulo directo para sacar nuestros sentimientos de los antiguos contextos y llevarlos a otros completamente nuevos. Sólo esto puede crear algo nuevo, que nuestros sentimientos sean arrancados de viejos contextos y formen otros nuevos. Pero no debemos arrancarlos sin ton ni son, de lo contrario nos destrozaremos a nosotros mismos. Los llevamos con nosotros cuando tomamos lo que permitimos que afecte a nuestros sentimientos del mundo espiritual, del caos. Así, tales imaginaciones se encuentran entre los medios a través de los cuales la corriente espiritual-científica tiene su misión en el mundo. Todo lo que ocurre en esta corriente mundial debe ser considerado como una unidad, pues un solo pensamiento impregna toda la corriente. Y sólo si un pensamiento único la impregna podemos prometer al movimiento su debida fecundidad.

Pueden comprobar por sí mismos que estas imágenes funcionan. Pero también lo pueden hacer de muy mala manera. Estas imágenes están ahí para guiar al hombre hacia la más bella armonía espiritual. Quien las observe con un verdadero espíritu antroposófico, y en lugares donde fluya la vida antroposófica, descubrirá que tienen un efecto liberador y renovador sobre su alma. Si, por ejemplo, las colgara en el comedor y las mirara con pensamientos cotidianos, estropearía su organismo físico hasta el punto de provocar la indigestión. Estas cosas no pueden disfrutarse con un alma impía, sino sólo en una disposición de ánimo adecuada. De esto se deduce que lo que es luz fuerte también puede acarrear sombras fuertes. La luz débil también tiene sólo una sombra débil. No se debe conceder credibilidad a aquella Antroposofía que se convierte en una fuerte oscuridad para aquellos que la disfrutan ilícitamente. Pues no es hablando en abstracto como podemos trabajar, sino transmitiendo lo que las escuelas ocultas pueden ofrecernos y dando a la gente los medios para volver a participar en estas cosas en mayor medida. La antroposofía no es un pasatiempo con representaciones, sino una fuerza real que debe fluir en la vida espiritual de la humanidad. Por lo tanto, no hay que jugar con esas cosas, sino ser conscientes de que son fuerzas efectivas.

Este ejemplo, que nos concierne inmediatamente, puede mostrarnos cuán abarcador es el concepto de caos para aquellos que lo comprenden de la manera correcta. Aquello que está detrás de lo físico, de lo cual se hace y nace lo físico, el caos, es conocido por todo el mundo. Si los griegos lo llamaron Caos, si el Génesis nos lo describe de la forma en que lo hemos visto, o si la filosofía india habla del Achaos, del Akasha: siempre es lo mismo lo que las escuelas ocultas quieren que aprendamos, y que consiste en cómo aquello que estaba en el principio sigue actuando a través de todos los tiempos.

Sólo conectando con su verdadero origen puede producirse el progreso. Para los que están atados al mundo de los sentidos, el caos parece confuso y desolado. No es así para el conocedor. Quien lo penetra en el sentido espiritual escucha cómo está impregnado por la armonía de las esferas, de la que hablaban los pitagóricos, y cuya traducción en palabras es la que hoy se comunica al público en el movimiento antroposófico mundial, justo en el momento oportuno. Porque todavía hoy es posible para algunas personas, que sobresalen de la gran mayoría, sentir algunas palabras del mundo espiritual, es el momento de hablar de estas cosas.

De estos sentimientos ha surgido también todo el arte. Así como los tipos de columnas corintias y jónicas surgieron de la antigua doctrina oculta egipcia, estas columnas se convertirán en la expresión de las verdades científico-espirituales. De ellas surgirán nuevos sistemas de columnas, porque todo arte no es más que enseñanzas ocultas cristalizadas. Una vez, en las arboledas sagradas, la gente sintió el reinado y el entretejerse de la Divinidad. Y lo que allí sentían, ¡quién no podría sentirlo en una obra de arte gótica, como la catedral de Milán! Allí reina la misma atmósfera que en las arboledas sagradas de los druidas y drotas. Así, todo el arte futuro será una doctrina oculta cristalizada. El gótico no es otra cosa que la doctrina oculta cristalizada del período pre-medieval. Y de la misma manera, lo que ahora revestimos de palabras, en el futuro se plasmará artísticamente en colores y formas.

Sólo entonces cobrará vida la corriente antroposófica, cuando no sólo fluya en pensamientos y palabras, sino que se imprima en las cosas que nos rodean, cuando impregne todas las cosas. 

Traducido por J.Luelmo mar,2024

jueves, 14 de marzo de 2024

GA284 Stuttgart, el 16 de octubre de 1911 En qué sentido somos teósofos y en qué sentido somos rosa cruces

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 RUDOLF STEINER

EN QUÈ SENTIDO SOMOS TEÓSOFOS

Y EN QUÉ SENTIDO SOMOS ROSACRUCES

Stuttgart, el 16 de octubre de 1911

 

Lo que más puede perjudicar a un movimiento espiritual es la parcialidad. En efecto, cuando nos entregamos a un examen como el de los aspectos ocultos del edificio de Stuttgart, debemos saber que, al hacer hincapié en una sola verdad, se arroja una fuerte luz sobre ella, y entonces es fácil juzgar mal lo que también hay que considerar, es decir, el otro lado de la cuestión. Para llegar a una visión global, siempre hay que tener esto en cuenta. Por ejemplo, debemos añadir a todo lo dicho ayer una cosa más. Ciertamente, se alcanza una perfección aún mayor cuando podemos erigir tal templo a nuestro alrededor puramente en nuestros pensamientos; cuando podemos imaginarnos rodeados de tal hogar en nuestros pensamientos. Para que esto suceda, nuestros pensamientos tendrían que ser tan fuertes que actuaran de forma similar a una casa física. Esto puede lograrse mediante un fuerte poder de concentración, si seguimos solos para nosotros mismos tales reglas como las que se dan en "Cómo Alcanzar el Conocimiento de los Mundos Superiores". Pero, para no hacernos una idea equivocada de la necesidad de tal edificio, debemos decirnos a nosotros mismos que cuando nos dedicamos a nuestras contemplaciones en la actividad de la rama, no sólo necesitamos crear las condiciones para nuestra concentración como individuos, sino también que nuestro entorno nos perturbe lo menos posible.

Puesto que el ser humano consta no sólo del organismo físico, sino también de miembros suprasensibles, y éstos están activos y establecen relaciones con nuestro entorno, es necesario, cuando ejercemos nuestro pensamiento físico, que apoyemos nuestros esfuerzos de voluntad para el cuerpo etérico y astral. Podemos hacer esto si creamos tales condiciones para nuestro subconsciente, es decir, para los cuerpos etérico y astral, como mejor pueden crearse cuando estamos en un ambiente oculto. Por lo tanto, tal construcción es un gran beneficio y se convierte en una necesidad para nosotros. Debemos tener en cuenta que las grandes verdades son al mismo tiempo dificultades para el hombre en cierto sentido. Son algo que el hombre debe primero aprender a soportar, algo que puede ser chocante al principio, algo que puede perturbarlo porque está muy fuera de sintonía con su vida cotidiana. Por lo tanto, para poder acercarse a las verdades superiores de la manera más favorable posible, es necesario crear una frontera espacial tal que esas percepciones espirituales que nos están esperando puedan efectivamente llegar a nosotros. Y en nuestra época los maestros de la sabiduría y la armonía de las sensaciones tienen la oportunidad de transmitirnos muchas cosas. Especialmente desde finales del siglo XIX, se han abierto muchas puertas al mundo espiritual, y muchas corrientes de vida espiritual pueden ser canalizadas hacia nosotros.

Puede decirse que especialmente en los tiempos venideros, hacia los que la humanidad está viviendo, las condiciones serán cada vez más favorables para la afluencia de importantes conocimientos espirituales, que pueden hacer progresar enormemente al hombre en todos los aspectos. Pero para eliminar los obstáculos que surgen del hecho de que los hombres, apenas salidos del materialismo, aún no están maduros para las grandes verdades, debemos crear en nosotros una atmósfera que signifique menos peligro que perturbación. Esto puede hacerse a través de un ambiente digno. Y allí donde sea necesario asegurar que todo armoniza en nuestro sentido, se observa realmente todo lo que exige el punto de vista oculto.

Es natural que el individuo que llega a la Teosofía vaya muy lejos con sus necesidades y deseos hacia un lado u otro; y es difícil porque en el otro lado no puede haber la comprensión de que debe negar cosas que la otra persona considera justificadas. A menudo no existe la conciencia de que el fracaso es por el bien de la otra persona, y por eso es especialmente difícil para las personas esperar la respuesta a una u otra pregunta. Estamos tan acostumbrados a esperar, porque todo el conocimiento es exotérico, que básicamente todo lo que una persona puede preguntar siempre puede ser respondido. Pero esto requiere al menos dos cosas: una es que la persona que quiere la respuesta esté en condiciones de comprenderla; es decir, que haya llegado tan lejos a través de todo su desarrollo Teosófico que pueda entender la respuesta. Por razones abstractas, uno siente la necesidad de preguntar mucho antes de que exista la posibilidad de comprender la respuesta dada desde los mundos ocultos. La otra es que la persona a la que se le pregunta conoce la respuesta. Con respecto a ciertos conocimientos espirituales estamos justo en una etapa tal que muy fácilmente para todo nuestro tiempo, no sólo para el individuo, una pregunta puede ser muy prematura, aunque la forma correcta de la respuesta nos será dada indudablemente en el transcurso del tiempo. Por eso en el Ciclo de Karlsruhe dije que si algo pertenece al ocultismo es: ¡la capacidad de esperar! Especialmente deben ser capaces de hacer esto aquellos que quizás han experimentado un cierto desarrollo, especialmente aquellos que han alcanzado un cierto nivel de desarrollo ocultista. Si se hace todo lo posible por responder a una pregunta en un momento determinado, la mente, que siempre quiere responder, puede muy fácilmente evocar una respuesta, incluso de la mente de un ocultista entrenado. Esta respuesta no sólo es errónea o inadecuada, sino que priva de la posibilidad de obtener la respuesta correcta durante mucho tiempo. Por lo tanto, ser capaz de esperar hasta que uno esté dotado para recibir una respuesta del mundo espiritual es una necesidad.

Pero esto se aplica no sólo a las cuestiones más elevadas, sino también a las elementales. También es muy fácil para el ocultista entrenado caer en la tentación de tomar la respuesta de sí mismo; entonces puede equivocarse fácilmente. Las dos imágenes son un ejemplo. Nuestro amigo Stockmeyer ha hablado durante mucho tiempo de querer hacerlas. Se le prometió una respuesta sobre la idea tan pronto como surgiera la oportunidad. Eso llevó mucho tiempo. Para desesperación del arquitecto, los cuadros se terminaron bastante tarde. ¿Cuál fue la causa? El hecho de que la respuesta, que era necesaria como una especie de indicación oculta para estos cuadros, sólo pudiera darse muy tarde. Había que esperar a tener la intuición. Sería muy fácil tener estas ideas, pero entonces no servirían de nada.

Esto es lo que es tan necesario: que uno no sólo camine por un sendero recto, por así decirlo, sino que también tenga la resignación de no elaborar nada; aplicar el intelecto sólo a las verdades ocultas cuando están allí, pero no para encontrarlas; para esto el intelecto debe estar completamente desconectado. Si están ahí, entonces deben ser tratadas y justificadas por el intelecto, éste debe proporcionarles el carácter lógico. Esto debe desarrollarse como una cierta práctica si queremos progresar, especialmente si tal vez necesitamos detalles que de otro modo serían elementales para encajarlos en un contexto completo.

¿Cómo será entonces si queremos llevar a cabo una gran construcción en Munich y no tenemos el sentido que hay que ponerle en el momento adecuado? Sí, somos teósofos y sabemos que el karma funciona no sólo para el individuo, sino para todos los contextos. Si tenemos esta fe, entonces sabemos que si una cosa es necesaria, puede hacernos esperar, pero llegará, y en el momento adecuado. Sólo que no podemos juzgar cuándo es el momento adecuado. Tenemos que tener fe en el futuro. Si no llega, entonces no debe ser para nosotros. Esto no es fatalismo, porque esa fe no nos impide hacer todos los esfuerzos posibles, sino que dirige nuestros esfuerzos en la dirección correcta. Simplemente no hacemos falsos esfuerzos con la mente, sino que queremos prepararnos para el momento en que se nos conceda la gracia. En lugar de agonizar sobre un trozo de papel, es mejor sumergirnos en la meditación orante y pedir al Karma que llegue ese momento de intuición.

Esto también está relacionado con lo que podríamos llamar la comprensión correcta del principio rosacruz. Si un conocedor pedante y exotérico del templo rosacruz entrara en este edificio y recordara las reglas que le han enseñado las antiguas tradiciones, diría: Lo habéis hecho todo mal, eso no es rosacruz. - Nosotros tendríamos que responder: No queremos lo que pedís ni tampoco podemos quererlo. Porque el rosacrucismo no significa arrastrar ciertas verdades a través de los siglos, sino desarrollar un sentido para lo que cada época puede dar a la gente desde el mundo espiritual. Lo que podría haber estado mal en el siglo XIV está bien en nuestro tiempo y debe hacerse en nuestro tiempo, porque las relaciones de los poderes espirituales que nos rodean exigen precisamente esta forma. Así pues, este edificio no está hecho según una plantilla antigua, sino según las exigencias de nuestro tiempo. Porque, ¿Cuál es esta exigencia por parte de los poderes espirituales?

Yo casi nunca doy una conferencia sin usar la palabra "teosófico", como es lingüísticamente posible, aunque no sea gramaticalmente correcto. Puede que muchos encuentren censurable nuestra forma de dirigirnos a "Mis queridos amigos teosóficos". Esta palabra se utiliza deliberadamente porque el nervio básico de lo que es nuestra tarea se puede caracterizar precisamente con esta palabra. La Teosofía es algo que ha vivido en la humanidad en todos los tiempos, que ha sido cultivada en todas las épocas en la forma en que la gente tenía que cultivarla de acuerdo a sus requerimientos, a veces en círculos más amplios, a veces en los círculos más estrechos, enteramente de acuerdo a las características de las épocas individuales. La Teosofía es aquello que, después de todos los desarrollos que le han precedido, hoy puede ser llevado a tal forma que puede, dentro de ciertos límites, entrar en cada ser humano, en cada mente y en cada tipo de madurez intelectual. No tiene por qué haber ningún hombre hoy que, si tuviera la buena voluntad, no pudiera absorber la Teosofía en sí mismo. Por lo tanto, la Teosofía es, por un lado, algo eterno y, por otro, una tarea especial de nuestro tiempo. Desde este punto de vista debemos considerarnos portadores de esa corriente mundial que ha de llamarse teosófica.

Que dentro de esta corriente, dependiendo de lo que el individuo sea capaz de reconocer, pueden tener lugar los más diversos matices, debería ser evidente por sí mismo y en nuestro movimiento siempre se ha descrito así. Cuando la Teosofía se convierte en una actitud, crea el terreno en el que pueden florecer los más diversos conocimientos; pero éstos deben adquirirse en los caminos de la verdad real. Entre quienes comprenden el nervio básico del ocultismo siempre se da el caso de que no pueden interferir entre sí. No es posible que las personas que se dedican a la práctica oculta interfieran entre sí y lleguen a formulaciones diferentes puesto que parten de puntos de partida distintos. Esta es una ley estricta. El ocultista no debe pelearse si ve que otros ocultistas tienen los puntos de partida y los esfuerzos correctos, aunque sus formulaciones le parezcan poco hábiles. El hecho de que diferentes ocultistas formulen lo que tienen que decir de diferentes maneras puede provenir de diferentes puntos de partida, y del hecho de que consideren necesario extraer esto o aquello de los mundos superiores.

Es diferente cuando debe surgir la visión muy específica de que otras corrientes no están al mismo nivel y simplemente van a trabajar con condiciones más elementales y luego afirman que esta es la verdad última. No reconocer un punto de vista más elevado es un error. Si alguien dijera que lo que siempre se ha tenido claro en nuestra corriente espiritual como la entidad Crística a través de muchos esfuerzos durante años, puede encarnar más de una vez en la tierra en un cuerpo carnal, ¿de dónde vendría esta afirmación?

De lo que ustedes han oído y seguirán oyendo, obtendrán la absoluta claridad de que existe un ser que obra de tal manera que sólo podría morar una vez en un cuerpo físico durante tres años y no puede volver una y otra vez a un cuerpo físico. Esta es una verdad que siempre ha sido enfatizada en el Rosacrucismo, sin embargo, como también fue tajantemente esclarecida en los Misterios. Quien ignore esto puede llegar a una formulación incorrecta que parte de un conocimiento que se adentra menos en estas regiones; incorrecto porque utiliza el nombre de Cristo. Por otra parte, es posible decir: ¿Por qué la otra persona habla de manera diferente? Habla de otra manera porque no tiene en su pensamiento lo que aquí hemos llamado el Cristo. Él está describiendo algo que no es Cristo. Lo que dice podría tal vez decirse de él, pero no es de lo que se habla en esta corriente, porque, -como exigencia de los maestros de la sabiduría y de la armonía de los sentimientos-, es una necesidad absoluta de nuestro tiempo que se hable de este Ser elevado, a quien llamamos con el nombre de Cristo y al cual reconocemos cuando leemos los Evangelios y se nos permite identificarnos con lo que así se ha llamado durante dos milenios. ¡Este es un derecho histórico, no absoluto, por supuesto!

Aunque este conocimiento ha sido muy imperfecto durante dos milenios, ha sido llamado así y nosotros hacemos lo mismo por razones históricas. Por eso este nombre no debe ser utilizado por otras entidades. Esto es algo que siempre se ha enfatizado y que en verdad puede ser fácilmente comprendido por todos hoy en día. Es interesante observar lo difícil que es llegar a la claridad sobre estas cosas, pero aquellos que no tienen una especial simpatía por entablar discusiones más sutiles desde el principio habrán encontrado incómodo que no nos tomemos a la ligera el asunto de Cristo. Ustedes pudieron comprobarlo de nuevo en Karlsruhe; lo que allí se llevó a cabo sólo fue posible porque todo lo demás lo precedió. Así que todavía hoy no es fácil llegar al principio Crístico, pero es una necesidad que nos imponen los dirigentes del movimiento espiritual.

Es muy extraño que haya habido cierta dificultad en incorporar a la corriente teosófica las investigaciones especiales del Rosacrucismo, e incluso la relación de este movimiento aquí es muy incomprendida, especialmente en cuanto a hasta qué punto este movimiento merece el nombre de rosacrucista. Pero nunca diré: ¡Mis amigos rosacruces! De esto se desprende que nunca ha sido importante considerar el movimiento rosacruz como algo exclusivo. Si alguien fuera de nuestro movimiento quisiera decir que somos rosacruces, no sólo sería un malentendido, sino una descripción un tanto difamatoria de nuestro movimiento.

Siempre recuerdo que una vez un hombre en el mercado afirmaba que alguien era flemático, y una mujer dijo: ¡Qué, eso es lo que se supone que es, y sin embargo yo sé que es un carnicero! Eso es lo que pasa cuando la gente nos llama Rosacruces para resaltar algo diferente. Eso no tiene ningún sentido. El rosacrucismo ha desembocado en nuestra corriente, está incorporado y hasta cierto punto también se practica.

Pueden ver lo difícil que es incorporar esta corriente en el peculiar destino de esa personalidad a la que todos miramos con gran veneración como perteneciente al movimiento: H.P. Blavatsky. Si ustedes siguen su trayectoria desde la "Isis Develada" hasta la "Doctrina Secreta", verán que hacia ella fluyó una gran cantidad de conocimientos rosacruces. Después ella dio un giro por razones que no se pueden discutir ahora, en la "Doctrina Secreta", en la que no profundizó lo que se podría haber desarrollado, sino que tomó un camino lateral. Cuán fuertemente llegaron a actuar estos principios rosacruces puede verse en el tercer volumen de la "Doctrina Secreta". Allí se encuentran las más grandes verdades junto a lo verdaderamente imposible. Quien tenga discernimiento también puede enlazar con lo que hoy se revela. Por eso, H.P. Blavatsky enfatizó con toda claridad que el Cristo que ha de venir de nuevo, no ha de entenderse nunca en un sentido tal como si fuera a venir de nuevo en el cuerpo carnal; que el Cristo que viene sólo ha de entenderse como un acontecimiento que el hombre experimenta a través de una conexión con un mundo espiritual. Cuando elaboramos de forma más clara de lo que le fue posible a ella, qué era lo que la inspiraba, nos situamos en su terreno. Cuando ella se opone con tanta rotundidad a que el Cristo pudiera encarnarse de nuevo en la carne, no es fácil que al movimiento que es el nuestro se le reproche romper con sus intuiciones más importantes, las cuales sólo a veces no están bien formuladas. Se trata de continuidad, y no tenemos necesidad de provocar esta ruptura con el punto de partida original, entrando en conflicto con él en lo que respecta a la venida del Cristo. Sin embargo, siempre ponemos lo correcto en el lugar de lo incorrecto; pero en muchos aspectos podemos remontarnos a las disposiciones más originales de H.P. Blavatsky. Y podemos saber que en la forma en que ella vive ahora, definitivamente quiere que la continuidad se desarrolle aún más, lo cual no debe ser una adhesión a las formulaciones, sino un trabajo en el espíritu que había entonces. No era un espíritu de estancamiento, ¡y menos un espíritu de regresión! Trabajamos mejor cuando aportamos lo que aún estaba cerrado para H.P. Blavatsky. Especialmente desde 1899, las puertas se han abierto de una manera completamente diferente.

Nosotros tratamos de penetrar en el significado y la importancia del principio Crístico, independientemente de todo lo que haya habido antes. Esto nos lleva naturalmente a retomar aquellas investigaciones ocultas que se han cultivado con especial esmero en los círculos rosacruces desde el siglo XIII. Pero cualquiera que haya escuchado los diversos ciclos sabrá que no se trata de enseñar hoy el rosacrucismo como en el siglo XIII. Somos rosacruces del siglo XX. No nos interesa otra cosa que construir sobre los principios del Rosacrucismo y utilizarlos en el progreso teosófico. Pero debemos, -no hay otra manera-, reconocer lo que se ha encontrado en todas las áreas como algo superior a lo que de otra manera se ha dado en el mundo en relación con el principio Crístico.

Sin embargo, debemos admitir que las enseñanzas del karma y la reencarnación pasaron a un segundo plano frente a la energía con la que se elaboró este principio. Así pues, no se trata del espíritu de una época histórica, ni del espíritu del rosacrucismo, sino únicamente del espíritu de la verdad. Nos es indiferente dónde aparezca tal o cual confesión. Es el espíritu de la verdad lo que nos preocupa; y es por ello que toda clasificación y encasillamiento siempre conducirá a malentendidos, especialmente para nuestro movimiento. Sólo queremos servir a la verdad. No queremos representar lo que tal o cual época haya dicho, sino lo que fluye del mundo espiritual. Lo que cuenta para nosotros es lo que puede ser reconocido por la mente humana, después de lo cual continuamos nuestro movimiento, y podemos llamarnos teósofos en relación a todas las otras confesiones, de acuerdo con el primer principio de nuestro movimiento: Ninguna religión es más elevada que la verdad.  En este sentido nos encontramos en el terreno más teosófico. Por eso no nos rodeamos de ningún ambiente creado según una plantilla rosacruz, sino del que se nos brinda para un propósito individual. Una condición externa para ello es, por ejemplo, el tamaño de la habitación. Tal vez no hubiera sido posible admitir esto o aquello si la habitación hubiera sido más grande o más pequeña. No se puede aplicar ningún esquema, sino esperar lo que nos llega como gracia de los mundos espirituales. En otras palabras, todos nuestros esfuerzos van encaminados a comprender lo que suena tan sencillo: abrir el corazón al mundo espiritual que siempre nos rodea; comprender una palabra como la que pronunció Cristo Jesús: Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.

Nadie podrá decir, después de lo que se ha representado en los últimos años, que representamos un cristianismo tal como se basaba en los primeros siglos. Queremos adquirir la actitud de acercarnos a Cristo tal como vive hoy; y sólo cuando hayamos reconocido que este Cristo es alguien que vive, queremos arrojar luz sobre lo que ocurrió en épocas anteriores. Del mismo modo, consideramos que el Buda es alguien viviente que sigue su principio de que el Buda ya no vuelve a la carne. Si alguien afirmara esto, tendría que responder que no entiende nada de budismo, pues quien ha ascendido de Bodhisattva a Buda no regresa. Porque el Buda vive y trabaja en nuestro movimiento e ilumina lo que logró hace 2500 años en lo que hace hoy. Así como sólo pueden hablar de Buda quienes lo conocen, sólo pueden hablar de Cristo quienes lo conocen. Así podemos decir cuando un ser de gran importancia está representado en el cuerpo carnal: Como hecho puede ser correcto, pero no tiene nada que ver con el Cristo.

El hecho es que cualquiera que se sumerja en la naturaleza de Cristo llegará a la conclusión de que la otra persona está equivocada. Nunca puede ser al revés. Esto causa dificultades, pero esto debe ser tenido en cuenta especialmente por aquellos que tienen la oportunidad de practicar los principios teosóficos en el verdadero sentido de la palabra en la más genuina tolerancia, incluso hacia el error. Pero practicar la tolerancia no significa reconocer el error, sino tratarlo con amor, de lo contrario sería un pecado contra el Espíritu Santo. Debemos practicar la tolerancia precisamente porque representamos el principio rosacruz en relación con Cristo. Podemos esperar hasta que seamos confrontados, especialmente en relación con el Cristo. Si comprendes esta palabra, el principio de la más genuina búsqueda de la verdad y, por otra parte, la tolerancia genuina, podrán responder a la pregunta por sí mismos:

¿En qué sentido somos teósofos y en qué sentido somos rosacruces?

Traducido por J.Luelmo mar,2024

martes, 12 de marzo de 2024

GA284 Munich, 20 de mayo de 1907 Desarrollo planetario y desarrollo de la humanidad

 RUDOLF STEINER

DESARROLLO PLANETARIO Y 

DESARROLLO DE LA HUMANIDAD

Segunda conferencia en el congreso en Munich, el 20 de mayo de 1907

 

Ayer tuve el honor de hablarles de la iniciación en el sentido de la corriente espiritual mundial rosacruz, de esas etapas de cognición, de sentimiento, de impulsos de voluntad, de actividades por las que una persona tiene que pasar si quiere ascender por el camino de la cognición, si quiere acercarse a etapas superiores de la existencia del ser humano. Hoy vamos a tratar un capítulo de la propia Teosofía Rosacruz. No como si, -y esto hay que subrayarlo una y otra vez-, esta sabiduría rosacruz fuera otra cosa que la sabiduría espiritual común de todos los pueblos y de todos los tiempos; sólo está adaptada a nuestro modo moderno de concepción, a la necesidad moderna de los tiempos; sólo nace de la constatación de que nuestra época necesita una manera especial de hablar para proclamar las antiguas verdades de todos los tiempos, para que puedan vivir ellas mismas en la configuración misma de la humanidad actual en Europa y América.

Tal vez sea un capítulo muy trascendental el que se ha elegido aquí, pero no por ello deja de ser uno de los más esenciales. Pues nada nos muestra tanto el origen y la meta del hombre como el conocimiento de este capítulo y, al mismo tiempo, nos señala las fuerzas que debemos desarrollar en nosotros mismos para convertirnos en colaboradores al servicio de la evolución de la humanidad. No podemos contemplar el gran desarrollo del cosmos de otra manera que partiendo del hombre y de su propio ser. Y no diré otra cosa que lo que es sabiduría común teosófica y rosacruz, lo que diría cualquiera que hable desde estas fuentes. No hay contradicción. Muchos ya saben lo que quiero volver a decir aquí.

Distinguimos siete miembros de la naturaleza humana. Esta mañana hemos oído que también podría utilizarse como base otro número: tres veces tres. No importa que yo hoy resuma los tres miembros medios en un solo nombre, y si ustedes resumen estos tres miembros bajo lo que hoy llamaré el cuarto, entonces las explicaciones coincidirán completamente.

Categorizamos al ser humano de tal manera que decimos que el hombre tiene en primer lugar su cuerpo físico; es aquello que las manos pueden tocar y los ojos pueden ver, aquello que el hombre tiene en común con toda la naturaleza y que está sujeto a leyes físicas y químicas. El segundo es el llamado cuerpo etérico o vital. Es el que llama a la vida a las fuerzas y sustancias químicas y físicas y el que con la muerte, abandona la conexión de las sustancias físicas y químicas. En ocultismo se dice que el cuerpo físico humano es una amalgama tal de sustancias y fuerzas que no puede existir como cuerpo físico por sí mismo; sólo gracias a que se inserta en él un cuerpo etérico, y durante todo el tiempo que está inserto en él, se preserva de la desintegración de las sustancias y fuerzas físicas. En el momento en que el cuerpo etérico abandona las fuerzas físicas, se produce la muerte, el cuerpo físico es un cadáver. Por eso también se dice que el cuerpo etérico es el que nos salva de la muerte a cada momento. En todo momento hay una gran lucha en el cuerpo etérico contra aquello que, de lo contrario, hace que nuestras sustancias químicas se disgreguen. El tercer miembro es el portador del placer y el sufrimiento, la alegría y el dolor, los sentimientos y las emociones, al que llamamos cuerpo astral. Es la parte del ser humano que el hombre tiene en común con los animales, así como tiene el cuerpo etérico en común con el mundo vegetal y animal y el cuerpo mineral con todo el mundo exterior. El nombre de cuerpo astral se utiliza desde los tiempos más remotos. No hay nombre más apropiado para esta parte del ser humano que cuerpo astral. Y tal vez no haya mejor definición de la razón por la que este cuerpo se llama cuerpo astral que la dada por el gran teósofo Paracelso. Así como en el momento de la muerte el cuerpo etérico abandona el cuerpo físico, algún tiempo después de la muerte el cuerpo astral abandona el cuerpo etérico. Pero el cuerpo astral también abandona el cuerpo físico y etérico todas las noches. Allí está, separado de nosotros. Entonces, ¿Dónde está?

Paracelso decía con razón: ¿Dónde está y qué hace por la noche? ¿Está descansando, tiene una tarea? Efectivamente la tiene. Quienes no tienen poderes clarividentes no pueden ver la actividad del cuerpo astral durante la noche. En cambio, todo ser humano siente las consecuencias de esta actividad. Todos ustedes se acuestan cansados por la noche. El cansancio es la expresión de una desarmonía en la combinación de nuestros cuerpos físico y etérico. Debe surgir cuando el cuerpo astral no tiene el poder de armonizar los otros dos cuerpos, el físico y el etérico. Y tal como el ser humano es hoy, esa desarmonía debe surgir necesariamente durante la vida de vigilia diurna. Si nuestros cuerpos físico y etérico estuvieran meramente bajo el control del cuerpo astral, -ya que las fuerzas deben estar unidas-, entonces siempre habría armonía en nuestros cuerpos etérico y físico. No sólo el cuerpo astral vive en el cuerpo físico, sino que en el grado de conciencia que la humanidad ha alcanzado en el planeta Tierra, todo el entorno de objetos físicos, perceptibles sensorialmente, repercute en el ser humano. Las impresiones de ojos, oídos y demás sentidos, fluyen hacia él desde el exterior. Durante las horas de vigilia del día, la desarmonía está destinada a producirse en todo ser humano que aún no haya alcanzado un cierto estadio superior de desarrollo espiritual. Si este cuerpo astral nunca pudiera morar en un lugar distinto de nuestro cuerpo físico y etérico, él mismo se desorganizaría. Entonces sus corrientes de energía no seguirían siendo lo que deben ser para que se forme un cuerpo etérico y físico adecuado. Durante el día, la armonía interior del cuerpo astral se desordena, y la expresión del desorden es la fatiga. En el momento en que se siente fatiga, la desarmonía interior está ahí. Entonces, ¿Dónde está el cuerpo astral durante la noche?

Paracelso dice con razón: Cuando las líneas de fuerza que lo conectan al cuerpo físico durante el día comienzan a aflojarse, es cuando entra en conexión con todo el armonioso sistema de fuerzas que inunda el cielo estrellado. En el momento en que el ser humano se duerme, descansa en la armonía de las esferas, y de ahí trae él mismo las fuerzas para reequilibrar lo que se ha consumido durante el día. Así, el cuerpo astral descansa durante la noche en el mundo de las estrellas; allí tiene su verdadero hogar. Y cuando regresa, trae consigo las fuerzas de las estrellas para eliminar las sustancias del cansancio. El dormir es, pues, un buen médico, porque el orden y la armonía pueden entonces producirse cuando el cuerpo astral descansa de nuevo durante algún tiempo en ese mundo que contiene las leyes para el cielo estrellado, y éstas son las leyes para el mundo espiritual en general. Cuando una persona no duerme, su salud se ve minada porque el cuerpo astral no ha descansado durante ningún momento en el mundo estelar. Por eso se le ha dado este nombre al cuerpo astral. En el pasado, no se daba ningún nombre que no correspondiera a la esencia de la cosa. Y antes de corregir los nombres y designaciones ocultas, debemos pensar primero en el nombre por el que se le dio. Cuando hoy se descubre un cometa o un pequeño planeta, se abre un diccionario de mitología y se da un nombre al astro. El principio de nombrar en tiempos espirituales era dejar que la propia esencia de la cosa resonara en un nombre: la conexión con el mundo sonaba en el nombre.

En el cuarto miembro de su ser, el hombre tiene algo que lo convierte en la gloria suprema de la creación terrenal de la existencia planetaria. Acompáñenme por un breve instante en una sutil reflexión. En todo el ámbito de la lengua alemana hay un nombre -y es similar en otras lenguas- que es fundamentalmente diferente de todos los demás nombres. Cada uno de ustedes puede decir "mesa" a la mesa, "cuadro" al cuadro y así sucesivamente. Pero hay un nombre que no podemos utilizar en el mismo sentido, y es el nombre "yo". Nadie puede decir "yo" a otro. Todos los demás son un "tú" para él y tu también es un "tú" para todos los demás. Si este nombre debe designarnos a nosotros mismos, ningún sonido del mundo exterior puede incorporarlo, debe sonar desde nosotros mismos. Esto lo han sentido siempre las religiones que han tenido un impulso de la Doctrina Secreta. En la doctrina secreta, pues, se dice el nombre para el ser, y en la doctrina secreta hebrea el nombre indecible de Dios, el nombre de Yahvé, no es otra cosa que el nombre para el Yo. En verdad, el nombre de Yahvé es el nombre de aquello que comienza a sostener un monólogo en el alma, a vivir en su yo. En aquellas cosmovisiones y religiones construidas sobre bases espirituales, se decía que Dios empieza a hablar en el yo, en el centro del alma. Es un comienzo, pero hay que hacerlo, y este yo, -este único punto central-, es lo que constituye el rasgo distintivo más esencial del hombre con respecto a todos los seres que nos rodean en este planeta. Las personas sensatas siempre han sentido esto. Jean Paul nos cuenta cómo, siendo muy niño, estaba en el patio de la casa de sus padres y recordaba exactamente cómo surgió en él por primera vez el sentimiento: ¡eres un ser con un yo! Y añade que no podía haberse equivocado, ni otros podían haber añadido nada a este recuerdo. Porque en aquel momento, -dice Jean Paul-, miré en el santuario velado de mi ser interior; en aquel momento supe que era inmortal porque había encontrado la conexión con Dios.

Si ahora nos desplazamos hacia fuera del yo, llegamos al punto en el que podemos considerar las relaciones mutuas del ser humano. La evolución humana consiste en que el yo trabaja en los tres cuerpos dentro de los cuales aparece como la semilla de una fruta en su cáscara. ¿Y cómo trabaja este yo?

Si queremos entenderlo, debemos recordar a los pueblos primitivos. Tomemos un pueblo que hoy se encuentra en un nivel cultural más bien bajo. Allí se ve que este pueblo se rige por sus sentimientos e instintos, por el instinto y la pasión, igual que el animal: se devoran unos a otros. Ahora comparen a alguien de este pueblo salvaje con un miembro de una cultura más desarrollada, con un San Francisco de Asís. - ¿Cuál es la diferencia entre ambas formas de evolución?

Si queremos responder a esta pregunta, debemos ser conscientes de que el ser humano, -a través de las muchas encarnaciones por las que pasa-, desempeña su labor a partir de su yo: primero en el cuerpo astral, luego en el cuerpo etérico y después también en el cuerpo físico. Este es el desarrollo humano: esta irradiación del yo en los tres cuerpos. El salvaje sigue todos los instintos y pasiones que viven en él. El hombre cultivado se dice a sí mismo: no debo seguir ciertos instintos; se niega a sí mismo ciertos instintos y pasiones. El idealista aún más elevado no sólo se los niega a sí mismo, sino que crea de sí mismo ideales que añaden algo nuevo a lo que constituyen los impulsos del cuerpo astral en un nivel cultural primitivo. Así pues, ante la mirada clarividente vemos que el cuerpo astral consta de dos partes: lo que había originalmente en él y luego lo que el propio yo ha hecho de él. Si se observa a un idealista altamente desarrollado, esta parte es mayor que en otros debido a la labor del yo, y en una persona como Francisco de Asís se ve lo poco que queda de lo que el hombre llamaba suyo cuando encarnó por primera vez. En Teosofía, esta parte prácticamente transformada del cuerpo astral humano, sobre la cual el hombre ha adquirido el dominio, se denomina con la palabra alemana "Geistselbst", que por otra parte se llama "Manas" en la literatura teosófica; es una parte transformada del cuerpo astral.

Pero el ser humano también trabaja su cuerpo etérico desde su yo. ¿Qué significa trabajar sobre el cuerpo etérico? Aclaremos esto con un ejemplo. Pueden hacerlo con su propio desarrollo. Recuerden lo que sabían cuando eran niños de siete años en términos de conceptos e ideas, y lo que saben hoy, lo que han aprendido y cambiado en su vida imaginativa. Descubrirán muchas cosas. Pero ahora comparen lo que han aprendido con lo que ha cambiado de otras cosas que también están en ustedes, en el temperamento, la memoria, ciertas características básicas de la naturaleza humana. Si eran temperamentales cuando eran niños de ocho años, este temperamento todavía se manifestará a veces. Si su temperamento era melancólico, tal vez esta característica permanezca a lo largo de su vida. De modo que podemos decir comparativamente: lo que el hombre aprende realmente avanza como el minutero de un reloj; en cambio, lo que son las inclinaciones básicas del hombre, eso avanza más lentamente, como la aguja horaria. Y el cuerpo etérico se transforma tan lentamente como la aguja de las horas de un reloj. El cuerpo etérico es más denso que el cuerpo astral; por lo tanto, el trabajo del yo sobre el cuerpo etérico es esencialmente más difícil que el trabajo sobre el cuerpo astral. Y sólo cuando el yo no sólo trabaja sobre sus ideas intelectuales, sino que comienza a transformar su temperamento, esto va acompañado de una transformación de su cuerpo etérico. Para muchos, esto sólo es posible durante la transición de una encarnación a otra. Pero ésta es precisamente la esencia del entrenamiento oculto: todo lo que puedan ustedes aprender no es más que una preparación para el entrenamiento oculto, y habrán hecho más cuando se hayan esforzado por crear algún estado de ánimo básico, cuando hayan transformado su temperamento melancólico, por ejemplo, en uno armonioso. En el momento en que empezamos a cambiar no sólo sensaciones e impulsos, sino también nuestros efectos básicos, empezamos a trabajar sobre el cuerpo etérico, y esa parte del cuerpo etérico humano que es así remodelada desde el yo, es a su vez un nuevo miembro de la naturaleza humana. Muy pocas personas hoy en día pueden efectuar conscientemente esta transformación del cuerpo etérico, sólo aquellos que han recibido formación ocultista. Una ley de la escuela pitagórica, por ejemplo, era que el cuerpo astral tenía que estar completamente purificado antes de que pudiera comenzar el trabajo sobre el cuerpo etérico. Pero hay que distinguir entre el entrenamiento consciente e inconsciente del cuerpo etérico. La parte que está impregnada por el trabajo del yo se llama en alemán el "Lebensgeist"; es lo mismo en su esencia básica que se llama el "Buddhi" en la literatura teosófica.

La tercera y más significativa tarea es cuando el hombre no sólo comienza a convertirse en maestro de los poderes de su cuerpo etérico, sino cuando empieza a trabajar hasta el cuerpo físico. Podría parecer que el trabajo del yo sobre el cuerpo físico fuera el más bajo; pero actualmente es el más alto. Y el trabajo sobre el cuerpo físico es a su vez más difícil aún que el trabajo sobre el cuerpo etérico. Cuando una persona comienza a trabajar conscientemente en convertirse en maestro de las fuerzas que trabajan en el cuerpo físico a través del yo, entonces surge en él algo más. Las fuerzas que actúan en el cuerpo físico son las mismas que actúan en el cosmos. Cuando el hombre aprende a controlar las fuerzas de su sangre, su respiración, entonces aprende la magia del cosmos. Entonces lo que puede hacer fluye fuera de su cuerpo físico hacia el universo, y esto es trabajo real, genuino, que sólo puede comenzar cuando el hombre ha alcanzado un cierto grado de trabajo sobre su cuerpo etérico. Y porque se comienza con la regulación de lo siguiente que está ante nosotros, -con la regulación de la respiración=Atmen-, el nombre de la respiración=Atmen también está tomado de "Atma". Tanto como el hombre se haya transformado en su naturaleza física interior, tanto habrá en él de "hombre espiritual", de "Atma"; una parte de la materia-espíritu se ha transformado en él.

No se trata de una huida ascética del mundo físico, sino que tenemos la tarea de entrar en el mundo físico para transformarlo en espiritual. Esta es la gran ley de la redención. Precisamente lo físico representa una parte de lo espiritual que se ha convertido en lo que se ha convertido para que llegáramos a nuestra etapa actual de desarrollo. Ahora tenemos la tarea de espiritualizar de nuevo este cuerpo físico, de redimirlo. Este principio está detrás de la palabra redención. Ahí tienen la relación mutua de los siete miembros de la naturaleza humana, tal como deben tenerla si quieren utilizarla en el trabajo teosófico práctico.

Veamos ahora la evolución del ser humano. Un materialista que sólo conoce el cuerpo físico también sólo tiene una idea abstracta de la evolución del hombre. Pero cualquiera que se dé cuenta de lo complejo que es el hombre verá también lo compleja que es la evolución del hombre. Entonces, ¿Cuál de estos cuatro miembros es el más antiguo, el más perfecto? Algunos se sorprenderán al oír que el miembro más antiguo y más perfecto del ser humano es el físico; es el que más tiempo ha requerido para desarrollarse. Más joven es el cuerpo etérico, aún más joven el cuerpo astral, y el bebé es el Yo. Sólo erróneamente se dice que el cuerpo físico es una parte imperfecta del ser humano. Basta con mirar la estructura del fémur, por ejemplo: una maravillosa obra de arte. Las vigas están colocadas tan hábilmente que ninguna habilidad humana de ingeniería podría lograrlo, y están colocadas de tal manera que la parte superior del cuerpo se sostiene con el menor gasto de fuerza. Pasemos ahora de este miembro a la estructura del corazón humano. Quienquiera que profundice en lo que nuestros fisiólogos nos enseñan sobre el corazón y los demás órganos, sabe que estos miembros están tan sabiamente construidos que ninguna sabiduría humana puede siquiera penetrar en estas formas físicas. El cuerpo físico sería bueno para todas las personas. Pero veamos ahora el cuerpo astral y lo que hace a lo largo de la vida. A través de la actividad de su cuerpo astral, el hombre introduce continuamente venenos cardíacos en el cuerpo físico, por ejemplo en el corazón; pero el corazón está tan sabiamente construido que puede resistir períodos enteros contra los ataques del cuerpo astral. Sólo un tiempo futuro encontrará al cuerpo astral tan sabio como lo es hoy el cuerpo físico. El cuerpo físico es el miembro más antiguo de la naturaleza humana, que requirió el tiempo evolutivo más largo. Sin embargo, los miembros de la naturaleza humana están unidos a todo el entorno. Del mismo modo que el dedo individual sólo puede existir si forma parte de toda la mano, el hombre sólo es concebible en conexión con todo el cosmos. Si se le eleva unos kilómetros por encima de la tierra, será igual que el dedo si se le corta. Y el hecho de que el hombre pueda caminar sobre la tierra no significa que admita su falta de independencia.

Volvamos la vista atrás, al pasado lejano. Y si ahora miran hacia el futuro, verán que la forma de sus miembros cambia constantemente. Pero pueden cambiar si cambia todo en el entorno del hombre. Sólo porque el hombre, a pesar de su avanzada ciencia, mira sobre un lapso de tiempo tan corto, cree que las cosas siempre han sido como son. Pero los que miran más allá saben que nuestro planeta debe cambiar de forma si queremos cambiar nosotros mismos. Pero no basta con que se produzcan los cambios que experimenta la propia tierra, sino que el hombre ya estaba allí en cierto sentido antes de que la tierra en el cosmos pudiera llamarse "tierra". A medida que el hombre progresa en el cosmos, también lo hacen los planetas o los seres que los habitan. Nuestro planeta es la reencarnación de otro estado planetario, y podemos seguir tres encarnaciones anteriores de nuestra tierra y mirar en perspectiva a tres que vendrán después. Lo que llamamos evolución planetaria no es más que una analogía de nuestra evolución humana. Los tres estados planetarios precedentes por los que tuvo que pasar nuestra tierra se llaman en términos rosacruces: Saturno, Sol, Luna, de modo que tenemos que imaginar: la tierra fue Luna antes de ser tierra, y antes de ser Luna fue Sol, y antes del Sol fue Saturno; y los estados posteriores hacia los que miramos se llaman Júpiter, Venus, Vulcano. ¿Qué significa esto: que la Tierra ha pasado por estos estados?

Hoy estamos en la cuarta encarnación de nuestro propio planeta, y esto está íntimamente relacionado con la evolución humana. En la primera forma planetaria, -es decir, en Saturno-, ya estaban presentes las primeras predisposiciones para el cuerpo físico humano. En aquella época, sin embargo, el cuerpo físico humano era de tal naturaleza durante toda la evolución de Saturno que todavía no se le había incorporado ningún cuerpo etérico independiente. A través de los estados solar y lunar hasta el estado terrestre este cuerpo físico se ha ido perfeccionando cada vez más, de modo que podemos decir: el cuerpo físico humano se encuentra hoy en la cuarta etapa de su desarrollo, se encuentra hoy en el punto de desarrollo terrestre. Hasta la segunda encarnación de nuestra tierra no se incorporó a este cuerpo físico un cuerpo etérico independiente. El cuerpo físico se perfeccionó, como quien dice, porque en él actuaba un cuerpo etérico. Luego, la tercera reencarnación de la tierra, -la de la Antigua Luna-, propició la incorporación del cuerpo astral a los dos cuerpos, de modo que el habitante de la Luna, el antepasado del hombre terrestre de hoy, constaba de tres cuerpos: el físico, el etérico y el astral. Y el propósito de la evolución terrestre es incorporar a estos tres miembros el yo, el trabajador, que entonces comienza a remodelar lo que ha llegado a ser para él desde tiempos pasados. Así vemos que el cuerpo físico es más antiguo que los otros, y el yo sólo está en la primera etapa de su desarrollo. Hasta podemos saber por la configuración del cuerpo físico lo que en nosotros proviene del estado de antiguo Saturno. Lo que está en lo más alto de nuestro cuerpo físico son los órganos de los sentidos, y el germen de nuestros órganos de los sentidos fue sembrado en Saturno. Y así, miembro tras miembro se fue construyendo, perfeccionándose gradualmente con los demás miembros de la naturaleza humana.

Lo que aquí se denomina Saturno y sol no son el sol de hoy ni el Saturno de hoy, sino fases evolutivas, encarnaciones planetarias anteriores de nuestra tierra. Sin embargo, lo que nuestra Tierra ha vivido en su evolución está relacionado con el Saturno actual. El Saturno de hoy guarda con la Tierra la misma relación que hay entre un niño con un anciano. Las mismas condiciones de vida por las que Saturno está pasando hoy, nuestra Tierra las pasó antes cuando era Antiguo Saturno. Por eso en el ocultismo real no hablamos de Saturno, el sol y demás, sino de un Saturno, un sol y demás. Nuestra Tierra es un antiguo Saturno.

Ahora bien, aún debemos tener claro el significado de toda esta evolución. Si retrocedemos hasta aquel desarrollo de Saturno en el que el hombre aún carecía de cuerpo etérico, cuerpo astral y yo, -en la medida en que eran seres independientes-, llegamos a reconocer la mejor diferencia entre aquellos estados antiguos y los actuales al referirnos a la "conciencia". Hay un estado de conciencia relacionado con cada estado evolutivo. Hay siete estados de conciencia. El ser humano actual se encuentra en el cuarto; ningún ser que no pueda decirse "yo" a sí mismo puede tener este estado. Por eso el hombre desarrolló primero la forma de conciencia que tiene ahora en la Tierra. El propósito de la evolución terrestre es desarrollar la conciencia de vigilia. En los estados planetarios anteriores sólo había estados imperfectos de conciencia para el hombre. En Antiguo Saturno, el antepasado humano en su forma primitiva tenía una conciencia como la de los minerales, o mejor dicho: el antepasado físico humano es esa conciencia. Apenas podemos encontrar palabras para describirla; sólo podemos insinuarla. Esta conciencia es muy, muy tenue, una conciencia de trance-sueño profundo, embotada y tenue, pero en cierto modo tenía una ventaja: abarca una esfera mucho más extensa, es mucho más universal; una conciencia mineral conoce todo el sistema solar.

Luego esta conciencia se redujo a la que tiene la planta. Sin embargo, ahora ya es una conciencia algo más brillante en comparación con la del mineral. El hombre se hallaba en esta conciencia cuando la tierra estaba en la existencia solar. La tercera forma de conciencia es la consciencia de imagen, también llamada consciencia psíquica primaria. Se diferencia de la actual en que trabaja en imágenes, pero de tal manera que transmite lo psíquico del otro. Imaginemos un ser, -y el ser humano ancestral de la Luna lo era-, que aún no tiene conciencia sensorial y que puede cubrir los objetos con colores al despertar: tiene un último resto de tal conciencia en el mundo onírico. El mundo onírico no es la conciencia astral. La conciencia onírica actual se relaciona con la conciencia lunar como algún miembro atrofiado se relaciona con la forma tal como existía cuando aún tenía sus funciones en el propio hombre; por ejemplo, ciertos músculos que podían mover las orejas, que han perdido su finalidad en el hombre. De aquella conciencia astral o psíquica de las imágenes de la existencia lunar, ha quedado como rudimento el actual mundo onírico, por lo que también funciona del mismo modo que funciona la conciencia imaginativa astral. Imaginemos a alguien que sueña que atrapa una rana de árbol. La ve saltar y la atrapa. Luego el durmiente se despierta y ve que tenía la esquina de la colcha en la mano. U otro sueño que ocurrió de verdad. La mujer de un granjero sueña que va a la iglesia. Escucha con devoción. El sacerdote mueve violentamente los brazos y he aquí que le salen alas. A la piadosa esposa del granjero no le resultaba demasiado extraño que a un sacerdote que predica desde el cielo de vez en cuando le salieran alas. Pero, ¿qué ocurre? El sacerdote se pone a cacarear ruidosamente en el púlpito. Al mismo tiempo, la mujer del granjero se despierta y el gallo canta fuera, en el patio.

¿Qué ha sucedido donde tiene lugar toda una acción dramática? En la imagen simbólica se expresa algo que ella habría percibido como un objeto externo en la conciencia diurna despierta. Se forma simbólicamente algo que no está presente en esta forma. Pero si mantienen el símbolo en la forma, piensen que el hombre lo utiliza para tener percepciones del mundo psíquico real, entonces tienen de lo que estoy hablando ahora. Una conciencia simbólica que es verdadera y real era la conciencia lunar. Piensen en un ser humano sin nuestra actual conciencia objetiva. Éste se acerca a otro ser. Él no ve la forma delimitada de este ser, sino que ante  él aparece una formación de color. Él percibe un color muy concreto, con simpatía e igualmente con antipatía. Esto es algo diferente del color actual: es la expresión de simpatía o antipatía por el otro ser. Y el que tiene la conciencia lunar hace lo que corresponde a la conciencia lunar: organiza sus acciones según los símbolos. Si percibe un determinado color, sabe que está ocurriendo algo que le es hostil y se retirará.

Una forma posterior de desarrollo es la que se desarrolla bajo la influencia del yo, donde la conciencia ya no percibe la apariencia psíquica, sino que aquello que surgió como coloración se extiende sobre los objetos. Los colores que hoy se ven esparcidos sobre los objetos son los antiguos colores que una vez surgieron como formaciones psíquicas.

Si el hombre moderno tuviera, además de su conciencia actual, la conciencia de la antigua luna, de modo que percibiera plenamente tanto el mundo psíquico como el físico, habría ampliado su conciencia actual a una conciencia imaginativa. Por tanto, una forma más elevada sería si hubiera añadido como una más la conciencia que hoy tiene la planta y que el hombre tuvo apagada y tenuemente durante la encarnación en el sol. Y la forma más elevada sería aquella en la que el hombre tuviera también la conciencia que hoy tiene el mineral, lo que a su vez le permitiría fundirse en el cosmos universal. Esta última conciencia se cierne ante nosotros como el ideal del hombre, y se llama conciencia espiritual.

La finalidad de la evolución planetaria es, por tanto, que los estados de conciencia se sucedan; pero para ello el escenario planetario también debe convertirse cada vez en uno completamente distinto. Pero sólo podemos darnos cuenta de la evolución completa si sabemos que dentro de cada estado planetario hay que cubrir siete etapas. Así, Saturno, el Sol, la Luna y ahora la Tierra han tenido que cubrir siete etapas. Éstas se denominan "rondas" en teosofía, "reinos" en esoterismo cristiano. Cada uno de los planetas por los que pasa la tierra tiene siete ciclos más pequeños; porque cada conciencia tiene grados a su vez, si ha de ascender, desde lo más imperfecto a lo más perfecto. También se les llama estados de vida. Pero cada uno de estos reinos o estados de vida debe pasar a su vez por siete estados diferentes de manifestación o siete estados de forma: arupa, rupa, astral, físico, plástico, intelectual, espiritual (arquetípico).

Así tenemos 7 veces 7 veces 7 = 343 estados; los cuales denotan las 343 encarnaciones planetarias en su totalidad. Cada 49 de estos estados comprende el desarrollo de un estado de conciencia. Por lo tanto, pueden ver cómo podemos contemplar un enorme desarrollo cósmico.

Cuando el hombre aún vivía en el sol y sólo había desarrollado sus cuerpos etérico y físico, seguía siendo un ser completamente diferente. No se le podía llamar planta, pero en cierto sentido figurado se podía decir que en aquella época era una planta. En cuanto a su posición con respecto a la tierra, era como si se hubiera dado la vuelta: lo que hoy se proyecta libremente en el éter, la cabeza, se dirigía entonces hacia el centro de la tierra. La evolución de la conciencia está vinculada a la inversión de toda la forma humana. De ahí que al hombre de la existencia solar se le llame hombre dirigido hacia el centro de la tierra, y en el mismo sentido al hombre de la existencia lunar se le llama hombre orbitante. Si se hubiera trazado una tangente a la superficie de la luna... [vacío en el texto]. Y el hombre terrestre es el hombre solar invertido.

Así es como avanza todo. Cuando observamos la evolución de la Antigua Luna, debemos darnos cuenta de que lo que hoy llamamos afectos sólo podía desarrollarse como un efecto astral sobre la Luna. La luna pudo evolucionar. En aquella época, sin embargo, el yo aún no se había desarrollado. Dado que el yo sólo se había desarrollado en la Tierra, el hombre de la existencia lunar aún no sentía el dolor como suyo propio; era el dolor de la Luna. Este antepasado físico-etérico-astral lunar no era independiente. De él salían pasiones, afectos y dolores no individualizados. Por ejemplo, en la luna, -se puede decir hoy, aunque tan pocos lo crean todavía-, se daba el caso de que en ciertas épocas del año todo el planeta (lunar), todos los seres vivos revestidos de un cuerpo astral, empezaban a gritar, a vaciarse de sonidos; esto estaba relacionado con un cierto desarrollo de la vida animal. Una reminiscencia de esto es todavía el grito de celo en la vida sexual de ciertos animales, donde en ciertas épocas los gritos están conectados con ella.

Ahora bien, la ley de la evolución establece que en los estados posteriores siempre se repiten ciertos estados anteriores. Así que la tierra tuvo que pasar por la existencia de Saturno, el sol y la luna como una repetición. Ahora la tierra está en su existencia más real. Tendrán ustedes una idea de lo que se llamaba el sol aquí si mezclan en una papilla todos los seres que hoy están en el sol, la luna y la tierra; todo estuvo una vez presente en uno en el sol. En la época de la era solar, el sol, la luna y la tierra eran un solo cuerpo. Después el sol se desarrolló en una luna y sólo entonces el sol y la luna se dividieron. Y en la repetición en la tierra, primero el sol y luego otra vez la luna se separaron, y la actual formación del yo del hombre está vinculada con la separación de la luna. La luna contiene las fuerzas que impiden que los demás miembros del ser humano se conviertan en portadores de un yo. Sólo puedo señalar que el punto en el tiempo que se produjo para el desarrollo de nuestra tierra en la antigua época lemúrica, sólo pudo tener lugar debido a que primero se separó el sol y luego la luna de aquella incipiente Tierra. Sólo a partir de que la tierra se independizó, pudo surgir la forma humana dando así comienzo al desarrollo del hombre actual.

De este modo, el desarrollo humano está estrechamente ligado al desarrollo cósmico. Si retrocedemos hasta el antiguo período atlante, el predecesor de nuestra época actual, cuando el hombre vivía en la Atlántida, -que la ciencia natural ya ha descubierto al menos para el mundo animal-, encontramos al antepasado humano que todavía no posee el tipo de conciencia que posee el hombre actual, capaz de calcular y producir objetos industriales. Sin embargo, poseía otra capacidad muy desarrollada. El hombre atlante tenía una memoria excelente, que hoy ya no podemos ni imaginar. Con esto estaba relacionado algo más. Esta antigua Atlántida era también físicamente muy diferente de la configuración de la Tierra actual. Lo que hoy llamamos aire y agua todavía no existía. Todo el aire estaba lleno de un fino vapor de agua. El agua aún estaba disuelta. Por eso la antigua saga alemana ha conservado el nombre de "Nifelheim". Ello implica que la gente de aquella época vivía en una especie de aire impregnado de agua y sólo en ese aire podía vivir la conciencia de imágenes de la gente de aquella época. Los mitos y sagas de la mitología germánica surgieron de esta conciencia. Cualquiera que conozca realmente a este pueblo sabe que no escribía poesía como afirma la erudición moderna. Los mitos y sagas eran los restos de una antigua conciencia etérea de las imágenes, la expresión de una antigua clarividencia crepuscular, solo que la gente ha olvidado su origen después de haber avanzado hasta la brillante conciencia diurna de hoy en día.

Así pueden ustedes ver cómo el desarrollo de la humanidad está vinculado al cosmos. En un globo en el que el aire está impregnado de agua, el hombre percibe el mundo de forma muy diferente. Para los atlantes, el sonido del viento era un lenguaje que entendían. Entonces no había mandamientos ni leyes. Todavía había momentos en los que el hombre, si quería saber cómo debía comportarse, salía y escuchaba el sonido del manantial: eso le decía algo. Y cuando salía a escuchar, escuchaba un trasfondo que estaba presente como un trasfondo musical que los atlantes entendían. Es una sílaba sencilla, múltiple; vivía en todo el entorno del atlante; lo atravesaba todo, y el atlante se decía a sí mismo: En esta tonalidad me habla el dios. Y cuando quería dirigir su plegaria a su dios, lo hacía en este tono básico. La sabiduría del antiguo atlante tuvo que transformarse en la nuestra para que el hombre pudiera progresar. Pero en el curso de la evolución tendremos que alcanzar de nuevo la conciencia de los atlantes, además de la nuestra. A veces debemos hacer el sacrificio de que lo antiguo debe permanecer latente durante un tiempo.

Así está relacionado el desarrollo del hombre con el desarrollo del cosmos. Piensen hasta qué punto el hombre se ha alejado de las fuentes de sabiduría que se encuentran en el mundo mismo. ¡Cuánto se ha alejado de la conexión directa con la naturaleza! Pero lo que hemos perdido, lo recuperaremos con lo que hemos conquistado. Esta conciencia que tenemos surgió de la conciencia de los hechos individuales y concretos, que en el método rosacruz se llamaba la "sabiduría del mundo". Ésta impregna toda la vida humana. Si penetramos en nosotros mismos con ella, entonces sentimos lo que quería el maestro, al que está ligado el nombre de "Rosenkreutz", que como individualidad dirigente ha dirigido y guiado el movimiento espiritual a lo largo de los siglos.

Parece algo remoto cuando se mira al hombre en el contexto del mundo entero; pero si penetra en nuestros corazones, se convierte en una fuerza dentro de nosotros que nos inspirará si queremos contribuir a la transformación y reorganización del cosmos. Es nuestro deber integrarnos en el cosmos. Del mismo modo que la piedra individual no intenta desprenderse de la casa, el hombre no debe desprenderse del cosmos. Uno debe reconocer que su deber debe ser servir dentro de la gran evolución del mundo. Entonces lo que es eterno en nosotros se integrará en la existencia del mundo. Habrá un reflejo de ello en nuestra vida más cotidiana, de modo que el hombre pueda expresar esta sabiduría con cada movimiento de su mano. Entonces el cosmos tendrá realmente algo del hombre, porque todo está en proceso de transformación. Todo debe ser transformado de nuevo por los seres que se colocan en el movimiento del mundo. Si cooperamos de este modo, sentiremos vivo cómo es verdad. Y lo que es verdad será el impulso para nuestras acciones. De este modo, un hermoso dicho de un poeta muy inspirado se convierte en verdad:

El tiempo es un prado en flor,
La naturaleza es un gran ser vivo,
¡Y todo es fruto, y todo es semilla!

Traducido por J.Luelmo mar,2024