domingo, 10 de marzo de 2024

GA284 Munich, 19 de mayo de 1907 -La iniciación de los rosacruces

Índice

RUDOLF STEINER



LA INICIACIÓN DE LOS ROSACRUCES

Primera conferencia en el congreso en Munich, el 19 de mayo de 1907

 

Uno de los grandes hombres cuyos bustos tienen ante ustedes, el filósofo alemán Hegel, resumió su convicción sobre la naturaleza del desarrollo humano con las siguientes palabras: este desarrollo es un progreso de la humanidad en la conciencia de la libertad. Y con ello quería dar a entender que el desarrollo de la humanidad no es una repetición, una sucesión de los mismos hechos, de los mismos acontecimientos, sino un progreso constante y firme; es decir, que de época en época la humanidad asciende a niveles cada vez más altos. 

Quienes contemplen la evolución humana desde un punto de vista espiritual encontrarán una profunda verdad en esta misma frase de Hegel. Esto no quiere decir que dentro del curso ascendente del desarrollo humano no haya también períodos transitorios de decadencia; pero sería mirar el gran desarrollo de nuestra raza desde un punto de vista mezquino si uno no viera, en contraste con los períodos transitorios de decadencia, cómo a gran escala hay un ascenso continuo. Sólo aquellos que no pueden ver en las profundidades del curso del desarrollo tienen la idea, tan común hoy en día, -si miramos más atrás en el tiempo o incluso miramos hacia el futuro,- como si todo, tanto el propio hombre en su forma como los reinos naturales que le rodean, fueran más o menos tan similares como lo son hoy en día. Siempre que se habla de desarrollo, aquel que sólo vive en el plano físico no suele tener idea de las enormes diferencias que existen entre las épocas individuales del espíritu humano y la cultura que avanza. A menudo le parece grotesco cuando se describen las grandes diferencias entre los reinos de la naturaleza en épocas pasadas o cuando se hacen referencias proféticas a épocas futuras. 

Sólo cuando se tiene en cuenta el desarrollo diferenciado de la humanidad, se nos presenta la configuración de los mundos superiores en el plano físico. Sólo reconoce su época quien sabe dónde se encuentra él mismo respecto al desarrollo de la humanidad. Tenemos que mirar un poco a nuestro alrededor para ver dónde nos encontramos, a qué plano corresponde nuestro actual desarrollo humano. Aquí lo que se llama sabiduría oculta nos enseña que está en un curso descendente de desarrollo lo que llamamos el espíritu en la lengua alemana, -no las otras partes del ser humano. Es el espíritu el que ha descendido más profundamente al plano físico en nuestra época. Desde el último tercio del siglo XIX está, por así decirlo, en proceso de ascender de nuevo, y los que reconocen la configuración sólo pueden expresarlo diciendo: Dentro de esta época el enredo más profundo del espíritu con la materia ha sido el rasgo característico; ahora se esfuerza por ascender de nuevo. Y todos cuantos se esfuerzan espiritualmente pugnan por salir de nuevo de este enredo. 

Durante mucho tiempo se ha estado preparando una encrucijada tan importante en el desarrollo de la humanidad. Si se examina ocultamente, partiendo de cuándo se hicieron los preparativos, para lo que surgió como un importante punto de inflexión en el desarrollo espiritual de la humanidad en el siglo XIX, se retrocede a la época en que el espíritu de la humanidad descendía de aquellos conocimientos que aún nacían más o menos del plano astral, y se llega a una misión especial en la evolución de la humanidad durante los últimos cuatro o cinco siglos. Podemos señalar el punto más importante en el que la evolución de la humanidad desciende, por así decirlo, del plano astral al plano físico y los conocimientos espirituales se transfieren a lo material, en el momento en que la antigua cosmovisión ptolemaica, que no es una tontería sino una proyección de los conocimientos astrales sobre el plano físico, fue traída al plano físico por Copérnico. Este conocimiento penetró entonces cada vez más en las etapas posteriores del desarrollo, hasta que fue llevado aún más abajo en el siglo XIX, cuando la gente incluso quiso captar materialmente el espíritu mismo. Aquellos que entienden el movimiento teosófico en el sentido correcto no critican aquello que ha llevado a la humanidad tan bajo. Eso no sería una vida teosófica activa. La vida teosófica activa más bien pregunta: ¿Cómo salimos de las ataduras del plano físico? Y trata de reconocer qué tarea tuvo que cumplir este descenso al plano físico.

Nos remontamos a la sabiduría egipcia, a la maravillosa sabiduría caldeo-babilónica y nos preguntamos: ¿Qué diferencia hay entre lo que veía el sacerdote egipcio, el siervo de Hermes, cuando miraba al cielo estrellado, o lo que veía en los astros el astrónomo de los caldeos - y entre lo que ve la ciencia actual? Por medio de la ciencia materialista no se obtiene una idea real de lo que ocurría en aquellos sabios cuando miraban a la bóveda celeste; pero por medio de una analogía se obtiene cuando se mira a un ser humano.

No miramos a las personas simplemente observando la fisonomía de sus rostros. Cuando vemos las gotas de lágrimas, no nos limitamos a observar cómo se mueven hacia abajo bajo la fuerza de la gravedad, -de hecho, si hoy bajara un ángel del cielo, primero calcularíamos la velocidad de su caída-, no, vemos a través de las gotas de lágrimas el sufrimiento y el dolor de su alma. Y cuando sonríe, vemos en su rostro sonriente lo que vive en su espíritu como alegría. Sabemos que en el hombre existen sentimientos elementales originales.

Los siervos de Hermes se referían a esta visión desde lo material hasta el contenido anímico espiritual del alma cuando decían: ¡Todo lo de abajo es como lo de arriba! No hay nada material que no sea la expresión exterior de lo anímico-espiritual. Así como el hielo no es más que agua en otra forma, toda la materia no es más que espíritu en otra forma. Si alguien viniera y nos mostrara un trozo de hielo y dijéramos que es agua condensada, pero él lo negara, le diríamos: eres un ingenuo, estás equivocado, este hielo es sólo agua condensada. Cuando observamos la forma, sólo es algo diferente, algo nuevo. Así que la materia es sólo el espíritu transformado, condensado. Pero no basta con saber esto; tenemos que absorber todo el conocimiento en nuestra alma. Y la vida espiritual exige que todo lo que vive en nuestra alma se vuelva activo; no basta con lo que vive en nuestra alma como pensamientos ordinarios, sentimientos, impulsos de la voluntad. Pero si además despertamos una vida interior dentro de nosotros, entonces podemos empatizar con la forma en que el siervo egipcio de Hermes o el astrónomo caldeo miraban el cielo estrellado: Marte, Venus, la Luna o Mercurio no eran más que la expresión del espíritu que vive en el astro. En tiempos de la vida espiritual, los astros no eran lo que el astrónomo de hoy entiende por astros, sino que el antiguo sabio que vivía en la vida espiritual, por ejemplo, utilizaba el nombre de Mercurio para describir el alma, el espíritu que vive a través de Mercurio, igual que el alma vive en los cuerpos. Y así enseñaba a todos los que escuchaban su palabra.

Ahora imaginen ustedes a una persona que mira al espacio y ve las estrellas. No se trata de algo abstracto, sino de una vida espiritual íntima que le conecta con el mundo. Lo que él veía era espíritu, y en el espacio espiritual él mismo flotaba y se sentía parte del mundo, igual que un dedo es sólo una parte de mi mano. Si uno separa su esencia de la espiritualidad universal, muere y deja de estar ahí, como el dedo cuando se lo corta. Comparen esto con lo que ve el astrónomo de hoy. Para él, las esferas físicas del mundo vuelan de un lado a otro. Le falta el sentimiento vivo, la esencia espiritual. Pero este sentimiento vivo no es tan fácil de obtener. Puede que teóricamente sea espiritualista; pero es más difícil ser espiritualista en la totalidad del alma, en la totalidad de la vida, que en la visión meramente teórica. El hombre vive ahora en un medio puramente físico; ya no encuentra la armonía viva entre lo divino y lo físico. Pero es correcto y de gran importancia que se haya producido de esta manera.

Comparemos los logros de los hombres en el plano físico con aquella elevada sabiduría sacerdotal espiritual. En la antigüedad prevalecía una cultura primitiva. Cuando veamos el infinito trabajo y esfuerzo, cuando veamos cómo cada objeto que nos rodea es una criatura espiritual de los últimos cuatro siglos, no olvidemos que esto se debe al espíritu humano de los últimos siglos. Pero ni siquiera esto podría existir si el espíritu no hubiera descendido al plano físico. Así pues, cada época tiene su tarea. Y debido a que éste fue especialmente el caso de la última época de la historia del mundo, aquellas fuentes de las que siempre fluye la vida espiritual tuvieron que hacer descender el espíritu en la última época de la humanidad a aquellos que querían recibirlo en un devoto trabajo espiritual.

Si nos remontamos cuatro o cinco siglos atrás para el descenso [del espíritu al plano físico], y luego otros dos siglos para la preparación, encontramos una corriente que, a pesar del descenso, ha asegurado que el espíritu pueda encontrar el camino de regreso; para proporcionar al espíritu, que necesariamente tuvo que descender al plano físico, los medios para ascender de nuevo. Esta corriente se llama corriente rosacruz. Y así como en la antigüedad los hombres debían ser conducidos hacia lo Eterno, así también hoy el hombre debe buscar el camino hacia lo moderno, hacia la iniciación rosacruz. No se trata de afirmar aquí que haya diferentes verdades en el curso del desarrollo de la humanidad. La verdad es una, como el sol que ilumina toda la órbita física de la tierra; pero los caminos hacia la verdad son diferentes. Imagínense que comparan el punto de vista que han alcanzado con la cima de una montaña; en la cima tendrían una vista sin obstáculos por todos lados, eso no obstante, independientemente de cómo hayan llegado a la cima. Pero, ¿Acaso no calificarían ustedes de irracional el hecho de que alguien encontrándose en la base, en el lado izquierdo de la montaña, y pudiera encontrar una forma de subir por ese lado de la montaña, y luego rodeara primero la montaña para encontrar una forma de subir por el otro lado que no estuviera en el lado en el que él se encontraba? Así evoluciona la humanidad. Los puntos de partida de las culturas son como los senderos de la montaña; los distintos pueblos tienen que ascender por los distintos senderos. La verdad, -el conocimiento espiritual-, es uno y el mismo. Sólo aquellos que creen que lo mismo se repite en las diferentes razas pueden afirmar que los caminos de iniciación fueron los mismos. Pero tan diferente como es un cuerpo humano nacido hace quince siglos de un cuerpo humano nacido hoy, así de diferente debe ser el tratamiento para el discípulo que quiere ascender en el camino. Y en ciertas épocas debe haber una renovación de los métodos, una adaptación a los pueblos, -a eso, a lo que el hombre ha llegado a ser-, aunque las relaciones estructurales escapen al ojo ordinario. Pero la fisiología y la anatomía ocultas saben que las relaciones estructurales del cerebro físico debían ser diferentes si se quería que el hombre conquistara el plano físico. Las relaciones estructurales físicas son sólo los hechos inferiores a lo que arriba es espiritual. Y por eso hoy existe una iniciación rosacruz.

De los diversos tipos de iniciación, sólo necesitamos mencionar los tres más destacados. Ustedes saben de qué hablamos cuando mencionamos la vía del yoga, la vía gnóstica cristiana y la vía rosacruz. Todos ustedes conocen la Vía del Yoga por la literatura. La vía gnóstica es la que se enseñaba en el esoterismo cristiano, -en el primer período de difusión del cristianismo-, Dionisio Areopagita. Los eruditos hablan de él como un pseudo-Dionisio que vivió en el siglo VI y del que se dice que escribió todos los grandes libros. La tradición cristiana lo sitúa en la época del apóstol Pablo. La erudición sólo pregunta: "¿Cuándo se escribieron estos pergaminos?", pero el esoterismo cristiano sabe que este Dionisio Areopagita fue discípulo del apóstol Pablo y recibió el encargo especial de su maestro de fundar la escuela esotérica del cristianismo. Este esoterismo cristiano se ha convertido en verdad para innumerables personas. Hoy apenas podemos imaginar las fuentes de las que nos llegaron muchas palabras de un maestro cristiano. Esta fuente fue la iniciación cristiana. Para aquellos que piensan de forma materialista hoy en día, esta iniciación cristiana parece un producto de la imaginación. Sin embargo, era la vida directa e inmediata para la gente de aquel tiempo. Distinguimos siete etapas por las que debía pasar todo aquel que quisiera alcanzar la iniciación cristiana. Permítanme darles los siete nombres que recibe:

1. el lavatorio de los pies
2. la flagelación
3. la coronación de espinas
4. la crucifixión
5. la muerte mística
6. la sepultura y la resurrección
7. la ascensión del alma.

Éstas son las siete verdaderas etapas que había que atravesar en los centros de enseñanza donde la iniciación cristiana tenía su sede. Me gustaría describir, para su comprensión, al menos dos de estas etapas, la primera y la cuarta.

Cuando el alumno cristiano estaba tan avanzado que lo que se llama moral en la vida ordinaria estaba purificado y ya elevado a un nivel superior, cuando se podía dar por sentado que ya no se apartaría de esta moral superior, entonces era recibido por su maestro de iniciación cristiana, y ahora debía experimentar algo dentro de sí mismo que sólo puedo describirles en forma de diálogo, aunque nunca tuvo lugar en un diálogo.

Después de que el discípulo había sido disciplinado de esta manera, el maestro le decía:

Fíjate en el mundo vegetal. Éste germina en el suelo mineral. Si no fuera por el reino mineral, la planta no podría florecer, aunque esté situada en un nivel superior al del reino mineral. Si la planta pudiera pensar, tendría que decir: En la línea de los reinos de la naturaleza, tú sí que estás más bajo que yo, pero yo no podría existir sin ti. ¡Con humildad me inclino ante ti! - Y entonces el discípulo era llevado a reconocer esta humildad en todos los reinos de la naturaleza. El animal tendría que inclinarse ante la planta y el ser humano tendría que inclinarse ante el animal con humildad y decir: ¡Yo no podría existir sin ti! Y el hombre, que está en un nivel superior, debería inclinarse con humildad ante los que aún no están tan avanzados, porque nadie puede estar más alto sino fuera por los demás. Si una persona comprende este escalafón, mira con humildad a los que están por debajo de ella. Así el discípulo aprende a comprender lo que dice el capítulo decimotercero del Evangelio de Juan, que el Altísimo, aunque los doce son más bajos que él, se inclina humildemente hacia ellos y les lava los pies. Sólo comprenderá el significado interno del Evangelio de Juan, quien haya sido educado de este modo, hacia la moral superior en el sentido del cristianismo esotérico. El Evangelio de Juan es un libro iniciático sobre los métodos de iniciación, el Apocalipsis sobre el contenido de la iniciación.

Cuando el discípulo había llegado al punto en que esta humildad se había convertido en algo natural para él, entonces el capítulo decimotercero del Evangelio de San Juan se volvía una verdad para su alma. Entonces el maestro podía llevarlo al punto en que surgían sentimientos muy concretos. El alumno podía sentir y reconocer que ahora tenía la posibilidad de ascender a un nivel superior. Sentía, -y ésta era una sensación común a todos los que habían recibido la iniciación cristiana-, como si sus pies estuvieran sumergidos en el agua, como si las aguas espirituales se precipitaran hacia él. Y el síntoma interior que aparecía cada vez como imagen era que el discípulo, cuando estaba preparado, tenía ante sí, totalmente desde dentro, a través de una fuerza interior, la imagen que cita el capítulo decimotercero del Evangelio de San Juan. No se trata de una imagen meramente histórico-externa, sino de una imagen espiritual que todo el mundo puede tener: en el plano astral ve extendida ante sí la imagen del lavatorio de los pies.

Para que quede claro, mencionaré también la cuarta etapa: la crucifixión. Una vez superada la tercera etapa, el discípulo se daba cuenta de que ya no tenía que considerar su cuerpo como propio. Tenía que percibir su cuerpo como un objeto, como algo aparte de sí mismo. La persona ordinaria piensa que su cuerpo es su yo. Pero el que quiere llegar a la cuarta etapa de la iniciación cristiana debe llegar a un punto en el que su cuerpo no tenga más valor para él que cualquier silla o mesa a su alrededor. La persona ordinaria dice: voy a entrar por la puerta. Pero para el iniciado es natural decir: Llevo mi cuerpo hasta la puerta. Entonces se producen de nuevo dos síntomas: La producción arbitraria de la llamada muestra de sangre es la expresión sintomática de la cuarta etapa de la iniciación. Es capaz de producir el enrojecimiento de su piel a través del poder interior de su espiritualidad precisamente en aquellas partes de su cuerpo que se llaman los estigmas. Los estigmas aparecen en las palmas de las manos, en los pies y en el lado derecho del pecho. Esto va acompañado del síntoma interior de que el discípulo se ve a sí mismo en el plano astral como si estuviera en la cruz.

La iniciación rosacruz no es una iniciación anticristiana. Es una iniciación cristiana evolucionada. Pero quien la recibe no ha de abandonar el entorno físico, como exige la iniciación puramente cristiana, al menos durante un tiempo. Quien quiera vivir hoy como miembro digno del desarrollo humano debe participar en el trabajo sobre el plano físico. Sería pecaminoso retirarse del mundo físico. Sólo debemos comprenderlo y ser iguales a él. Si la iniciación cristiana hubiera conservado su forma anterior, el hombre habría ascendido anímico-espiritualmente, pero habría permanecido débil en el plano físico. Pensemos en la conquista del plano físico, en los grandes inventos, en el arte de la imprenta, etcétera. Lo que llega de los otros planos... [laguna en el texto posdata]. Esto requiere una configuración interior completamente diferente. Requiere la capacidad de desarrollar otros impulsos fuertes dentro de uno mismo para guiar lo que viene del desarrollo material en la dirección correcta. La iniciación rosacruz capacita al hombre para utilizar todos los medios de la cultura moderna. Enseña al hombre a comprender el espíritu en la materia reconociendo la conexión de incluso lo más material con lo espiritual, para que pueda dejar que lo espiritual fluya hacia lo material.

La iniciación rosacruz nació de la necesidad del tiempo. También consta de siete etapas.

La primera es lo que se denomina estudio en sentido amplio; 
la segunda es la adquisición del conocimiento imaginativo; 
la tercera: Adquisición de las escrituras ocultas; 
la cuarta: la producción de la piedra filosofal que es la palabra técnica para designarla; 
la quinta: la correspondencia del microcosmos y el macrocosmos; 
la sexta: la fusión en el macrocosmos; 
la séptima: La piedad. 

No deben ustedes imaginarse que cada alumno tenga que pasar por estas etapas una tras otra, por así decirlo; sino que de cada capítulo el maestro debe seleccionar lo que conviene al alumno según su individualidad. Todos deben estudiar primero. Pero luego la estructura debe armarse a menudo de maneras muy diferentes. Y a continuación vamos a analizarlas en detalle.

La primera etapa, el estudio en el sentido Rosacruz no es lo que se llama estudio en la vida ordinaria. En el sentido Rosacruz es lo que uno debería llamar vivir en el pensamiento puro. Lo que esto significa no es tan fácil de comprender desde el principio. Hegel, por el contrario, se esforzó durante toda su vida por enseñar a los alemanes lo que significa: Vivir en el puro pensar. Y diez años después de su muerte, la contribución de Hegel a la profundización del pensamiento alemán fue completamente olvidada. Aún hoy no hemos llegado al punto en que se vuelva a comprender a Hegel. Y, sin embargo, sus obras serían un buen medio para mostrar lo que significa vivir en un puro pensar libre de sensorialidad. Los filósofos más recientes, por ejemplo Eduard von Hartmann, niegan que podamos formar un pensamiento que no esté influido por la sensorialidad. Afirman que en la mente no hay nada que no esté en los sentidos. Lo que no es de los sentidos no es real. Si estas palabras fueran ciertas, no existirían las matemáticas. Los gnósticos llamaban "Mathesis" a la vida espiritual, no porque imaginaran que eran matemáticas, sino porque en los niveles superiores hay pensamiento y cognición puros, igual que en las matemáticas, en relación con las formas, hay pensamiento libre de los sentidos. Este pensar puro no parte de los objetos, sino que fluye de pensamiento en pensamiento. He intentado escribir un libro como mi "Filosofía de la libertad" para quienes quieran sumergirse en una forma de pensar completamente libre de sentidos. No es una obra personal. Se creó como un organismo: es un organismo de pensamiento y una guía para lo que se llama estudio en el sentido rosacruz. Ciertamente, muchos no pasan por algo así. Para la mayoría de los que no pueden pasar por algo así, la simple enseñanza teosófica es suficiente. Es un pensar libre de los sentidos; nadie puede oírlo ni verlo. Si se estudia Teosofía, esto corresponde a la primera etapa del entrenamiento Rosacruz. La Teosofía en sí misma es un estudio Rosacruz si se practica de la manera correcta. No hay necesidad de perderse en alturas filosóficas. El alma más simple puede sumergirse en ella.

La segunda etapa de la iniciación rosacruz, es el conocimiento imaginativo. Se alcanza cuando la persona llega al punto de transformar el pensamiento en imagen. Esto es un hecho real. Alguien que conocía el rosacrucismo dijo en un momento dado: "¡Todo lo que es pasajero no es más que una parábola!". Entonces te alejas del plano físico. Me gustaría utilizar dos ejemplos para mostrarles cómo se puede lograr esto. Tomemos los tres Logos. Todo lo que se ha mencionado hasta ahora como estudio se refiere únicamente al plano físico. Sólo el conocimiento imaginativo nos eleva. Si se describen los tres Logos de alguna manera esquemática, cuando se habla de proyecciones, se obtiene una representación para la mente física, aunque se hable del segundo Logos vibrando de manera diferente al primero. Pero todo esto es sólo algo para la conciencia del intelecto. Todo lo que se relaciona con el espacio tridimensional no podemos llevarlo a los planos superiores, sino sólo aquello que no se concibe espacialmente. Aunque las propiedades sonoras o cromáticas aparezcan integradas en el espacio, no son espaciales. El plano astral es un mar inundado de color y luz. En el plano astral ustedes se enfrentan a lo que aquí han percibido como cualidades de color y de sonido. Lo que aquí es físico en términos de color y sonido, ustedes lo elevan a los planos superiores; sólo que hay que purificarlo y limpiarlo para poder elevarlo. Por eso el maestro les dice: Sáquenle la cualidad sensorial a todo lo que quieran mirar directamente; imaginen como resalta un color. Ese es el método para alcanzar la imaginación. Y quien quiera alcanzar este nivel se enfrenta al mundo exterior de tal manera, que estas imágenes separadas se presentan de tal forma que el ser humano, por ejemplo, cuando habla de los tres logos, ya no los percibe como cantidad sino como cualidad. Entonces siente el tercer Logos como algo que resuena a través del mundo, él lo siente como sonido; el segundo, en la medida en que aparece como proyección astral, él lo siente como luz que inunda; y el primer Logos él lo siente como un sabor del mundo, como un aroma que vuela a través del mundo, purificado hasta la pureza más perfecta. Así lo sentían los Rosacruces en todas partes. Estas son imágenes, imaginaciones y no descripciones, pues proceden del plano físico.

Otra imagen, que nos presenta un fenómeno más cotidiano, se conserva para nosotros en un mito maravilloso, el mito del Santo Grial. Éste también significa una experiencia para el discípulo rosacruz, que él percibe como un hecho real de su vida anímica interior. El Maestro dice al discípulo: "Fíjate en la planta; ella vive con su raíz en la tierra, dirige su tallo hacia arriba y ha orientado su cáliz, -lo que una planta produce de nuevo- hacia el sol". Incluso la reciente erudición materialista ha vuelto a señalar que si comparamos la planta con el ser humano, debemos comparar la raíz con la cabeza. La planta es, por así decirlo, el hombre vuelto del revés. La evolución consiste en invertir la imagen: Lo que la planta abre púdicamente ante todo el mundo, en el hombre se dirige hacia abajo. Lo que es la raíz de la planta, que se dirige hacia el centro de la tierra, en el hombre se dirige hacia arriba. En los humanos, la cabeza está orientada hacia el espacio solar. Entre el reino vegetal y el reino humano está el reino animal, cuya columna vertebral es horizontal. Ahora se le decía al alumno: Imagina la planta, el animal y el ser humano a la vez y tendrás la cruz del mundo. La cruz era la representación de la evolución de los seres del mundo hasta el ser humano. La planta sólo crece cuando es tocada por el rayo de sol, que era llamado la "santa lanza del amor". Cuando la planta es alcanzada por el sol, cumple su cometido. Ahora imagina al ser humano con el kama que se ha apoderado de él; los órganos inferiores deben purificarse y limpiarse y deben reaparecer en un nivel superior, para que en el curso del desarrollo este cáliz se abra desde arriba. Cuando el hombre se haya transformado, cuando haya purificado de nuevo este cáliz, que la planta tiene en el estadio primitivo, entonces él podrá a su vez ser tocado por la santa lanza del amor, -entonces tendrá la purificación del hombre a su alcance- no sólo astralmente o etéricamente, sino incluso físicamente. Así el desarrollo se da imaginativamente. El plano astral se revela a quien vive de esta manera.

La tercera etapa es la consecución de la escritura oculta. No se trata de una escritura como la actual de caracteres abstractos. Se adquiere la armonía de las cualidades. El maestro dice al alumno: "Si asciendes más arriba, hasta la comprensión de la escritura oculta, oirás lo que en la escuela pitagórica se llamaba la armonía de las esferas". Esto es una realidad para el iniciado, no una mera alegoría. Lo que la ciencia actual ofrece cuando habla de sistemas numéricos a menudo se relaciona con la armonía de las esferas del mismo modo que si se quisiera describir una sinfonía como un movimiento ondulatorio en el aire. El discípulo ocultista aprende a oír tonos en el mundo espiritual. Goethe también sabía de esto cuando dijo: "El sol resuena a la antigua en el canto de las esferas fraternales" y en otro lugar: "El nuevo día ya está naciendo, resonando para los oídos espirituales". Lo que está ocurriendo, lo que es audible para los oídos espirituales, no físicos, son los acontecimientos del plano espiritual, son las armonías de las esferas. Y los signos de las escrituras ocultas son fuerzas del mundo real, y el que las conoce siente el flujo de las fuerzas del mundo en su organismo hasta el organismo corporal. Sólo un ejemplo de esto: les citaré cuatro números. Al pronunciarlos, son algo abstracto; pero si ustedes percibieran la música para ellos espiritualmente, percibirían la relación de los cuatro miembros humanos inferiores. Estos números son: 1, 3, 7, 12. Así, en el mundo espiritual, los cuatro miembros inferiores de la naturaleza humana suenan en conjunto armoniosamente. Este es el secreto de la teoría pitagórica de los números, que se transforman en música espiritual.

La cuarta etapa es la creación de la Piedra Filosofal. Los estudiosos modernos han hecho de ella un cuento de hadas. Pero en cierto modo tienen razón, porque si fuera realmente como lo imagina la ciencia, sería un juego de niños. Sin embargo, es lo más sublime a lo que puede aspirar el hombre. A finales del siglo XVIII, se revelaron algunos de los secretos de la Rosa Cruz. Encontramos allí algo que podríamos decir: La gente oyó algo que sonaba. ¡Encontramos un extraño pasaje en un periódico alemán! Dice algo sobre la Piedra Filosofal: Existe. Si puedes reconocerla en todo su valor, posees el secreto de la inmortalidad. La inmensa mayoría de la gente la conoce. Muchos la tienen en sus manos todos los días. El hombre que escribió esto no tenía ni idea de qué se trataba, pero había recibido un mensaje que contenía algo correcto. No necesitamos mirar otra cosa que el proceso que sostiene cósmicamente al hombre en la época actual: el proceso de la respiración. Inspiramos y espiramos. Respiran el oxígeno del aire, devuelven al mundo circundante el ácido carbónico, un gas venenoso en el que no podríamos vivir. La planta lo absorbe continuamente, retiene el carbono del ácido carbónico y lo utiliza para construir su propio cuerpo. Pero devuelve el oxígeno a los animales y a los humanos. Así, planta, animal y hombre forman un todo, en la medida en que consideramos el proceso de respiración. Hoy el hombre necesita a la planta. El cuerpo de la planta como carbón esponjoso cuando lo sacas de la tierra, o como diamante transparente, es algo que nosotros mismos tenemos dentro; pero no podemos utilizarlo. Tenemos que dárselo a las plantas como aire vital. La planta construye su propio cuerpo a partir del dióxido de carbono. Ella puede hacer algo que los humanos no pueden hacer hoy, pero que podrán hacer más tarde. Ahora imagínense este proceso: Absorción de dióxido de carbono por la planta, emisión de oxígeno - transferido al cuerpo humano . . . [Espacio en el texto] Así, la fusión con el mundo vegetal, que se absorbe en la naturaleza humana, entonces construimos un cuerpo puro y casto dentro de nosotros mismos, como lo hace la planta en la actualidad. El hombre está en camino de ser un ser capaz de hacer esto con conciencia; y entonces podrá desarrollar el cáliz del Santo Grial dentro de sí mismo. El proceso de respiración no está terminado; está en camino de perfeccionarse y de hacerse realidad dentro del ser humano lo que hoy sucede fuera de él, y de transformar la sustancia humana, que está impregnada de kama, en sustancia pura y casta. Esta es la verdadera alquimia. Entonces el hombre será capaz de hacer alquimia, a través de la cual también aprenderá a transformar el cosmos. El símbolo de esto es el Santo Grial. No debemos rechazar el alto ideal porque todavía esté a millones de años de nosotros, pero debe alcanzarse según el principio de que cada gota desgasta la piedra. De este modo, los que ritman el proceso de respiración alcanzarán poco a poco su meta. La piedra filosofal es el carbón, la sustancia para construir el cuerpo humano en el futuro. Este proceso de transformación es alquimia en el sentido rosacruz. Por supuesto, las instrucciones íntimas sólo se dan de maestro a alumno.

La quinta etapa, la correspondencia del microcosmos y el macrocosmos, es el aprendizaje de la correspondencia con el macrocosmos exterior de lo que nosotros mismos tenemos en nuestro interior. Paracelso dijo una vez: "Observemos los animales, las plantas y los minerales: todo está de alguna manera también en nuestro propio cuerpo humano. El ser humano es como una confluencia de todo lo que también está fuera en la naturaleza. La naturaleza es, por así decirlo, el hombre desmontado. La naturaleza es como las letras, pero el hombre es la palabra que se compone de estas letras. Cuando este conocimiento penetra en la conciencia, la pupila ve cómo se formó el ojo a partir de la luz. El ojo se forma a partir de la luz. Nuestro organismo surgió de otro organismo que aún no tenía ojos, pero la luz creó el ojo. Este estado de conciencia ya no existe. El hombre no sabe nada de él hoy, pero el vidente en el plano astral lo ve. Allí aprende de nuevo lo que se teje en el cosmos como en su propia naturaleza. Entonces conocerá el cosmos a través de sus miembros individuales: desde el ojo la luz, desde los oídos el sonido, y lo otro de una manera que sólo puede ser dada por el maestro al alumno.

Cuando el hombre ha avanzado tanto que ha aprendido la correspondencia entre el microcosmos y el macrocosmos, entonces puede ascender a la siguiente etapa.

La sexta etapa, fundirse con el macrocosmos. Entonces tiene una relación de amistad con todas las cosas de la naturaleza. Existe entonces algo así como una relación de amor con cada ser de la naturaleza, algo parecido a lo que aún permanece en el amor entre el hombre y la mujer. Entonces el girasol aparece de forma diferente, la violeta de forma diferente, el león y el tigre de forma diferente, éste y aquél de forma diferente. Todo el cosmos aparece tan diferenciado como el amor entre el hombre y la mujer. Nuestro ser interior fluye de adentro hacia afuera, y esto está a su vez relacionado con una transformación del corazón: los cuerpos etérico y astral transforman el corazón para que se convierta en un músculo arbitrario. Aquí la enseñanza oculta, cuando se perfeccione, tendrá un efecto de difusión de la luz. Hoy en día el corazón es un punto crucial para los fisiólogos. Es un músculo involuntario, pero con respecto a su estriación es un músculo arbitrario, porque está estriado transversalmente. Todos los músculos voluntarios están estriados transversalmente, mientras que los involuntarios lo están longitudinalmente. El corazón está estriado transversalmente porque está a punto de convertirse en un músculo voluntario. Hoy está preparado para ello. En el futuro, cuando el hombre sea capaz de crear a partir de la espiritualidad del cosmos, será capaz de mover el corazón como hoy es capaz de mover la mano. Y así podría darles cientos y cientos de ejemplos en los que la ciencia oculta arroja luz sobre lo que la ciencia física no puede desentrañar.

Cuando el hombre alcanza gradualmente esta relación íntima personal con todo el entorno, cuando ya no tiene que utilizar los poderes físicos del cerebro, entonces, dice el Maestro, ya sólo le queda entender lo que el Rosacruz llama la piedad, -la séptima etapa-, donde se conserva la independencia del hombre, pero se siente lo más elevado.

Hoy sólo he podido hacer un esbozo, pero la formación rosacruz puede aportar mucho. También se pueden poner muchas objeciones; se puede llamar la atención sobre los peligros que pueden surgir en el proceso. Sólo se puede señalar una cosa: Si el ser humano no es impetuoso hacia el ideal por egoísmo, sino que se siente integrado, si siente que el desarrollo no es un deseo sino un deber, si quiere ser un servidor de la evolución, si purifica todo lo que tiene que purificar, entonces no hay peligro alguno. Y es precisamente el entrenamiento rosacruz el que también traerá consigo la purificación moral. El discípulo debe esforzarse por estar completamente absorto en el pensamiento puro, pues el pensamiento puro es una tremenda purificación moral. Actúa entonces como preparación para las seis etapas.

Pero todo objetivo de desarrollo oculto debe proceder bajo el principio de superación, que Goethe también expresó en un pasaje. Sólo cuando nos hayamos superado a nosotros mismos podremos desarrollarnos más alto. Esto debe convertirse en nuestro ideal básico, ya que la superación es el ideal básico de los Rosacruces: De la fuerza que ata a todos los seres, ¡se libera el hombre que se supera a sí mismo!

Traducido por J.Luelmo mar 2024