lunes, 21 de julio de 2025

GA090b Berlín, 18 de diciembre de 1905 - Conocimiento de los mundos superiores II

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AUTO CONOCIMIENTO Y CONOCIMIENTO DE DIOS

RUDOLF STEINER

Conocimiento de los mundos superiores II

Berlín, 18 de diciembre de 1905

Conferencia 21

Me gustaría que continuáramos hoy reflexionando sobre aquellas cosas que comenzamos hace ocho días. No hace mucho, uno de nuestros amigos teósofos me mostró una carta escrita por un pastor del sur de Alemania en respuesta a una invitación de este amigo teósofo. El amigo había pensado que podría ser bueno invitar al caballero en cuestión a la conferencia sobre las enseñanzas sapienciales del cristianismo, porque creía que la persona en cuestión estaba predicando realmente la Teosofía y que podría establecerse una conexión entre la Teosofía y la visión que el pastor tenía del cristianismo. La respuesta de la persona en cuestión fue interesante. Se negó a venir aquella tarde. Se lo impedían las apariencias externas. Pero dijo que había estudiado Teosofía y que también había intentado leer algunos números de «Lucifer-Gnosis» y que en ello pudo ver que la Teosofía pretende renovar ciertas viejas ideas gnósticas. De todos estos empeños no pudo realmente obtener nada especial, porque él prefería obtener una relación directa con su Dios y no se contentaba con llegar a la divinidad a través de una relación tan indirecta que había de pasar por tantos seres mediadores. Esta es una respuesta muy característica, que menciono porque es la respuesta que dan muchas personas hoy en día. Muchísimas, -y esto no pretende ser una crítica a nuestros contemporáneos, sino simplemente una observación-, porque el fenómeno está tan justificado como puede estarlo. Surge enteramente de la conciencia de los tiempos. Esta respuesta se da a menudo hoy en día. La gente al suponer que, además del mundo sensorial en el que vivimos y de la divinidad que todo lo impregna, existe además una multiplicidad de seres intermedios, digamos dioses o seres espirituales intermedios, y es por eso que le parece que hace algo que no está muy en consonancia con la conciencia actual y con sus sentimientos. Durante cuatro siglos la humanidad ha sido educada en este punto de vista. Por lo tanto, no es de extrañar que hoy en día se haya generalizado tal sentimiento, y que se crea que la Teosofía tiene demasiado que ver con todos los diferentes espíritus y entidades espirituales, con toda una jerarquía de entidades espirituales entre los seres humanos, y de las que no se puede tener conciencia, sino sólo un atisbo. 

La enseñanza de la percepción de una multiplicidad tan grande de seres espirituales no es nueva, sino tan antigua como la humanidad. El período en el que uno cree poder abstenerse de este sentimiento de lo espiritual es en realidad pequeño en relación con el gran período evolutivo. Allí donde existía la conciencia del significado real y de la profundidad del mundo espiritual, nunca estuvo muy extendida la opinión de que se podía prescindir de los seres espirituales y de su conocimiento. A menudo he mencionado aquí que la Teosofía como tal no es nada particularmente nuevo, que sólo representa la popularización, la proclamación generalmente comprensible de enseñanzas que siempre se han cultivado en las llamadas fraternidades. Sólo la forma en que la gente llegaba en siglos pasados a estas enseñanzas era diferente de lo que es hoy. Hace cincuenta años, [a mediados del siglo XIX], habría sido imposible hablar de todo lo que hablamos hoy. En aquella época, cualquiera que quisiera conocer tales cosas tenía que solicitar la admisión en una de las llamadas escuelas de ocultismo, y a nadie se le presentaban puntos de vista tan significativos y trascendentales como los que se pueden encontrar hoy en día en cualquier pequeño manual de teosofía. La posibilidad de familiarizarse con tales cosas tenía que adquirirse lenta y gradualmente, había que estudiar grado por grado. Cada nuevo grado que se adquiría autorizaba primero a aceptar ciertos puntos de vista más elevados. Y la educación dentro de tal grado consistía en obtener el sentimiento de que lo que uno recibía de los maestros de las escuelas ocultas en el desarrollo ascendente de la humanidad era verdadero, correcto y esencial. Esto no se debía a que estuviera prohibido, "nada de poner en tela de juicio al maestro ocultista", sino a que la gente se fue convenciendo de que sería una tontería criticar a los maestros ocultistas, del mismo modo que sería injusto que un niño pusiera en duda la tabla de multiplicar antes de conocerla, o un alumno de geometría si aún no ha madurado lo suficiente para comprenderla. De la misma manera, antes no se decía: «Eso no me gusta, o no me parece bien», etcétera. Era dado por sentado porque estaba preparado para ello.

Hoy nos vemos obligados a ampliar el círculo sin tales preparativos y a hablar de las enseñanzas elementales del ocultismo. A menudo he explicado las razones por las que las enseñanzas espirituales se proclaman a todas las personas. No crean que lo que podemos proclamar de estas enseñanzas ocultas es todo lo que la enseñanza del ocultismo puede dar. Son las primeras. Y aún tardará en llegar el tiempo en que las enseñanzas más profundas puedan ser comunicadas. Pero éstas también llegarán, cuando sea posible abrir mundos espirituales superiores. Hoy en día sólo se debe proclamar y presentar a la gente tanto como el curso del tiempo requiera de nosotros. La mayor parte de ustedes que están sentados aquí, han estado aquí muchas veces, y por esta razón siempre pueden hacerse aquí afirmaciones y declaraciones que, para los que están fuera, para aquellos que vienen a una conferencia pública, parecen grotescas y paradójicas, fantasiosas, cuando no locas. Pero las verdades más profundas, precisamente las que constituyen el núcleo propio de la vida, las leyes más profundas del conocimiento del mundo, aunque para aquéllos que sólo están hechizados por la sensorialidad externa y a pesar de lo que por otra parte se les dice sobre el mundo espiritual, estas enseñanzas parecen al principio ilusorias, paradójicas,. Precisamente para quienes penetran cada vez más profundamente en el mundo actual, lo que los sentidos nos enseñan en la vida ordinaria y lo que nuestro intelecto puede transmitirnos aparece como ilusión. Ahora bien, durante siglos, la humanidad ha perdido el poder de distinguir realmente lo espiritual, y esto, mi honorable auditorio, lo considera algo esencial en la introducción a la conferencia de hoy, que en los últimos cuatro siglos el poder de discernimiento de la humanidad se ha perdido un poco.

A eso se debe que se puedan hacer objeciones como la de la carta mencionada. Piensen en lo que significa una objeción de este tipo. Es lo mismo que si se sugiriera a alguien que asistiera a una conferencia sobre botánica y él respondiera: "He leído mucho sobre botánica, he leído que distingue entre diferentes plantas, -orquídeas, robles, palmeras, etc.-, pero no me interesa. No quiero diferenciar entre las plantas individuales, quiero contentarme con tener una sensación general e inmediata de la existencia de las plantas como tales. Sé que en el mundo hay plantas: Robles, lirios, tulipanes, álamos, -todas son plantas; pero para mí es una gnosis exagerada distinguir primero entre lirios, abetos, tulipanes y álamos. Estoy conforme con el hecho de que generalmente hay algo espiritual, algo divino que inunda el mundo, para que nadie me venga contando cosas sobre tales entidades". Pues bien, tal persona se encuentra en la misma posición que la que plantea la objeción a la diferenciación en botánica. Durante siglos la humanidad ha perdido un poco esta capacidad de diferenciación. Hoy, sin embargo, esta capacidad de diferenciar debe ser despertada de nuevo. Para eso sirve precisamente la cosmovisión teosófica. Para alguien que conozca las conexiones espirituales, no es realmente una decisión fácil presentarse ante el mundo y hablar de las grandes conexiones entre las grandes entidades espirituales, porque sabe lo difícil que es lograr la comprensión en nuestro tiempo, y cómo el hombre puede ser engañado por tales argumentos sobre las entidades espirituales. Pero al mismo tiempo debe examinar el devenir del mundo espiritual.

Es poco conocido que los fenómenos del mundo transcurren en los llamados ciclos. Hoy, en la era materialista, se pasa por alto el curso rítmico regular incluso de los fenómenos facticos del mundo. Pero quienes miran en el engranaje de la gran vida espiritual humana, ven que algo se aproxima, algo que se revela cada vez más a la humanidad. Lo que quiero decir ahora también es paradójico, pues sólo se reconocerá con toda claridad dentro de algún tiempo, tal vez en un futuro no muy lejano. A lo que la humanidad se enfrenta es a una cierta pérdida de vida espiritual, a una confusión en la vida espiritual, que ciertamente degeneraría en una especie de enfermedad espiritual, una especie de epidemia, si esta epidemia espiritual no fuera contrarrestada por las indicaciones de los maestros de la vida espiritual, uno debe simplemente afrontar que es a causa del materialismo que se ha estado preparando durante cuatro siglos. A eso es a lo que nos enfrentaríamos. Hoy se prepara poco a poco. Si no se tienen ojos, no se puede ver, y si no se tienen oídos, no se puede oír. Pero los que pueden observar psicológicamente saben el peligro que corre una persona. Este peligro no tiene por qué llegar, pero llegaría si este espíritu humano no se reafirmara en sí mismo a través de la vida, es decir, si no se le diera un centro adecuado. La Teosofía no debe estar ahí más que para crear un carácter firme y fuerte en lo más profundo del alma humana, no para permitir que surja una naturaleza espiritualmente vacilante. Quien revolotea así con sus conocimientos, vagando de un lado a otro por los fenómenos materiales exteriores de la existencia, inclinándose hoy hacia esto y mañana hacia aquello, se expone al gran peligro de perder su centro espiritual. Y no sirve de nada imbuir este deambular de ideas generales sobre la divinidad y la espiritualidad. Del mismo modo que sólo los que han aprendido botánica y la dominan, están seguros en el reino vegetal, sólo los que tienen un conocimiento del mundo espiritual pueden tener seguridad con los seres espirituales, que al fin y al cabo están ahí.

En el pasado, nadie hablaba de seres espirituales superiores. Los que estaban preparados los buscaban y los encontraban. Por casualidad, (que no era casualidad en absoluto), llegaban a las personas que podían iniciar. El gran magnetismo espiritual humano era el que necesariamente conducía al alumno hacia el maestro. Puede parecer que se encuentran con una persona inofensiva, tal vez en una sala de espera o en un tren, donde tal vez tengan que permanecer sentados durante varias horas. Entonces entablan conversación con tal persona. Parece una casualidad, pero para usted en realidad es una necesidad. Es posible que en ese desconocido, encuentre a la persona que ejerce la influencia más significativa sobre usted, que tal vez sea su maestro ocultista. Como resultado, el magnetismo espiritual interior de ustedes ha disminuido hasta tal punto que esta fuerza ya no desempeña ningún papel. Ya no resulta tan fácil conectar con los verdaderos maestros espirituales.

Por lo tanto, se ha hecho necesario desarrollar las enseñanzas ocultas de una manera un tanto mas masiva y elemental, a través de la palabra hablada ante las grandes masas de nuestros contemporáneos, para que todo el mundo pueda decirse a sí mismo, hay un centro aquí y allá; si quiero, puedo unirme. En realidad, a nadie se le debe pedir que se una a ningún movimiento científico secreto. Hasta dónde haya de llegar el individuo debe hacerlo su propia y libre decisión. Bajo el signo del ocultismo nunca debe practicarse la agitación, tal como se entiende hoy en día. Dicha agitación provoca lo que no debería existir en este campo. Quien se une sin ser realmente un buscador dice: «Me gusta esto y no me gusta aquello - y eso no es lo correcto». En realidad, el principio de unión social no es lo correcto, como en el budismo. Es sólo un sucedáneo hoy en día, porque la gente se une socialmente para todo. Lo que es correcto en el ocultismo es el agrupamiento.

Tampoco tiene sentido unirse en una sociedad con fines ocultistas, como tampoco tiene sentido ni razón unirse en relación con la geometría. Se puede aprender geometría de quien sabe geometría, pero en compañía no se puede averiguar nada sobre la verdad de la geometría. El ocultismo es un pequeño círculo dentro de nuestra sociedad. La Sociedad Teosófica es una cosa administrativa, una gestión administrativa. La vida oculta, sin embargo, no puede cultivarse en otro sentido que el que me he esforzado en exponer. Los que se han familiarizado con la vida oculta saben que esta gran certeza del carácter interior del alma sólo puede alcanzarse si se tiene la capacidad de discernir dentro del mundo espiritual.

He tenido que darlo por sentado, porque enseñanzas como las que vamos a desarrollar se toparán una y otra vez con las mismas contradicciones.

Ahora me gustaría ampliar lo que dijimos la última vez. Ya he indicado que existen cuatro etapas de conocimiento. Estas cuatro etapas siempre se han cultivado allí donde ha habido ocultistas. La humanidad ha recibido el conocimiento de los mundos espirituales superiores y sus seres, no arbitrariamente, mi honorable auditorio, ni mediante razonamientos, conclusiones o especulaciones, sino formando los órganos espirituales a través de los cuales se pueden tener experiencias en estos mundos superiores.

1.- LA COGNICIÓN MATERIAL

Traigamos ahora ante el alma brevemente estas etapas de la vida superior. La cognición ordinaria, que es común a todos los hombres del mundo, se llama cognición material. Este conocimiento material es lo que el hombre de hoy conoce casi exclusivamente. Casi ningún otro conocimiento es conocido hoy en día salvo este conocimiento material. Esto es lo que se busca en la vida cotidiana, independientemente de si se está bailando, cocinando o haciendo otra cosa, el conocimiento se adquiere de esta manera. Pero incluso en la sala de disección anatómica, en el laboratorio y en toda la ciencia, no hay otra cosa que una suma de conocimientos materiales. Es la primera etapa de la cognición. No se trata de que el ocultista pretenda criticar la cognición material. La cognición material tiene su plena justificación en la vida. Pero hay que decir que existen niveles superiores de cognición. Esta cognición material debe ser aclarada de acuerdo a sus partes individuales.

En el conocimiento material intervienen cuatro elementos. Ahora les pido que me sigan con atención. ¿Qué parte corresponde a la cognición material ordinaria? Piensen en esta flor desde el punto de vista del conocimiento material, (ver imagen). Para que se produzca este conocimiento material son necesarias cuatro cosas. En primer lugar, la flor, que es el objeto. En segundo lugar, la imagen del objeto. Si uno pretende apreciar algo así, tiene que involucrarse con cosas tan sutiles. En tercer lugar, el concepto. Esto es algo diferente de la imagen. El concepto se adquiere mediante el trabajo mental interior. La imagen permanece dentro de su alma como una impresión del objeto. Pero el concepto es otra cosa. Permítanme que se lo aclare aún más.

Piénsenlo: muchas personas han mirado el cielo estrellado. O bien han tenido la imagen sin un concepto, o bien el concepto y también la imagen. El astrónomo tiene un concepto del cielo estrellado y la imagen; el agricultor tiene una imagen de él, pero no un concepto. Aquí se puede ver que concepto e imagen son diferentes. Tomemos el concepto de círculo. El círculo es una línea equidistante del centro.

Luego en cuarto lugar está el propio yo de ustedes. Si se tienen estas cuatro cosas delante, se tienen los componentes del conocimiento material ordinario. Lo que da lugar a la imagen en el conocimiento material se llama sensación.

2.- LA COGNICIÓN IMAGINATIVA

La segunda etapa del conocimiento, que también existe, difiere de la primera en que el objeto externo está ausente, y por consiguiente la sensación. Lo que les proporciona el estímulo para la imagen ha desaparecido. Todo conocimiento que se adquiere de esta manera, es decir, que un objeto tenga un efecto sobre ustedes, no pertenece el segundo nivel de cognición. Uno ha de pensar que el mundo entero ha desaparecido. Ahora bien, según la persona materialista, no queda nada en absoluto. Pero justo eso es lo que importa, que todavía se tiene algo. De hecho, aquellos que no experimentan ningún desarrollo no tienen nada cuando cierran los ojos. Tienen un espacio vacío y oscuro a su alrededor. El segundo nivel de conocimiento se forma a través de la llamada meditación. El objeto externo ha desaparecido. Aún están presentes la imagen, el concepto y el yo. Estos tres siguen presentes. El hecho de que no haya objeto externo, sino sólo la imagen, lleva a muchas personas a decir: Esto es fantasía.

Puede ser y siempre será fantasía si no se desarrolla sistemáticamente. Sería una locura considerarlo fantasía cuando sólo se tiene una imagen. Si alguien puede inventar el globo dirigible en un sueño y luego realizarlo, entonces no importa si hizo el descubrimiento en sueños o despierto. Si puede uno llegar a la convicción de que lo que se le aparece en un sueño es cierto, entonces es correcto, -y de eso se trata. El objeto que de otro modo causa la sensación debe ser sustituido. Aquí es donde tiene lugar lo que en ocultismo se llama iluminación. Y toda esta cognición, que a su vez consta de cuatro partes, a saber, imagen, concepto, yo e iluminación, se denomina ahora cognición imaginativa.

Esta cognición imaginativa se desarrolla a través de la meditación. A menudo he descrito cómo se hace. No se puede meditar sin la guía de alguien que tenga experiencia en este campo. La meditación procede de tal manera que el meditador realmente pierde los objetos a su alrededor, que se vuelve ciego y sordo y luego también pierde la memoria, de modo que el alma está completamente vacía de objetos externos. Uno ha de ser capaz de que si se dispara un cañón, eso no le distraiga, entonces habrá alcanzado la quietud del alma.

3.- LA COGNICIÓN INTUITIVA

A continuación, hay que estimular la iluminación mediante un ejercicio. Puede reconocerse que se ha conseguido algo al notar que los sueños dejan de tener un carácter caótico. Hay que percatarse de que el mundo onírico es tranquilo y estable. Para la gente corriente, el mundo onírico suele ser tal que tiene reminiscencias o que en sus sueños, experimenta los estados de ánimo de la vida exterior. Después, cuando medita, el mundo onírico empieza a adoptar un carácter regular. Entonces llega a conocer cosas que no conoce. Al principio, los sueños hablan en símbolos. Hay que sentirlos. Pero la persona suele ir demasiado lejos. Intenta interpretar estas imágenes oníricas. Pero eso no debe hacerse intelectualmente. La leyenda de la búsqueda del tesoro también hace referencia a este hecho. Se cuenta que cuando se excava en busca de un tesoro, no se debe hablar, de lo contrario no aparecerá. Aunque uno lo diga para sus adentros, es decir, lo interpreta, esto es un peligro. Sólo se puede hablar con alguien que tenga una experiencia precisa de este asunto. Pues cuando se interpretan, la mente empieza a tener un efecto abrasador y quemante sobre la sutil vida espiritual.

Uno debe experimentar los sueños muy íntimamente, tratarlos como cosas muy delicadas a las que uno se entrega con un presentimiento, y no interpretar inmediatamente las cosas con perfiles intelectuales acusados y ásperos. Esto debe hacerse a causa de que las imágenes oníricas, cuando aparecen con valor de realidad, tienen entonces un valor tan rico y completo que los poderes ordinarios de la razón no bastan para captarlas. Cuando uno se acerca con el intelecto exterior a las formaciones interiores, que son tan sutiles como telarañas, auto destruyen la vida interior. Así es al principio esta maravillosa vida, así comienzan las iluminaciones interiores, y pronto se apercibirán de que en ella se abre un mundo nuevo. Llega uno a conocer algo que es completamente diferente del mundo ordinario y material que le rodea.

Quisiera aclarar cómo se organiza en relación a un tipo de percepción dentro de la iluminación. Tomemos esta flor. Es amarilla y tiene hojas verdes. Empecemos por los colores. Estos colores están repartidos por la superficie del objeto, por así decirlo. Hay que reflexionar sobre el hecho de que normalmente percibimos el color de tal manera que parece estar repartido por la superficie del cuerpo. Traten de pensar en que rara vez ven los colores separados de los objetos. Lo máximo que podrán ver es un arco iris. A grandes rasgos, lo verán cuando vean entrar la luz del sol en una habitación polvorienta. Ahí tienen más o menos la sensación de un color. Ahora imaginen que el amarillo no se adhiere al objeto, sino que está libre como copos de color flotando por el espacio. Si a continuación se imaginan ese espacio entremezclado en todas direcciones con tales copos de color y formaciones de color, entonces tendrán algo parecido a lo que ven en la iluminación en relación con el mundo del color.

Los estudiantes de ocultismo orientales que tienen una naturaleza más suave que los occidentales hacen ejercicios muy especiales. El occidental es demasiado compacto para esto. Pero los orientales, debido a su naturaleza suave, son capaces de hacer estos ejercicios. El yogui oriental se sienta y mira el color de tal flor, dirige toda su atención a este color, vive en este color de tal manera que es capaz de desviar completamente su atención del objeto y mantenerla sólo en el color, entonces adquiere la capacidad de aferrarse al color incluso aunque el objeto haya desaparecido. Entonces le será posible llevar gradualmente este mundo flotante de color a la conciencia.

Lo mismo se puede aplicar en relación con el mundo del sonido y también en relación con otras formas del mundo. Ya lo ven: El ser humano está conquistando un nuevo ámbito de percepción. Este mundo y estos copos de color están siempre y en todas partes. Estos copos de color no son irregulares, ni son sólo nubes que vuelan alrededor, sino que al igual que en el plano físico terrestre los objetos no son sólo bloques sino también entidades, así también las entidades se revelan en este mundo en copos de color. No tienen huesos ni carne, están encarnadas en la sustancia que acabo de describir.

Se trata, pues, de los cuerpos de ciertas entidades. Esas formas de entidades, con las cuales ustedes pueden familiarizarse cuando han creado la condición de iluminación, para que puedan percibirlas en este espacio, son en su mayor parte los cuerpos de los espíritus del crepúsculo. Por lo tanto, pueden percibirlos como los espíritus eminentes de esta esfera: los espíritus del crepúsculo, los pitris lunares o de la luna. Tales seres fueron una vez seres humanos en el planeta que precedió a nuestra Tierra. Sólo han alcanzado su forma actual a través de su condensación. Aquellos seres que no han alcanzado la condensación humana, que han permanecido en esa etapa, permanecen hoy en ese mundo como pitris lunares, como espíritus del crepúsculo.

Así como cuando uno asciende del reino mineral al reino vegetal, al reino animal, uno debe familiarizarse con un reino a la vez y uno no puede meter los tres reinos en el mismo saco, así también ahora podemos ascender más al reino de los Pitris lunares, que pueden manifestarse en este llamado reino elemental. Este es el primer reino elemental, -en realidad el tercero.

No hemos hablado de él de forma vaga, sino que hemos indicado un camino que conduce a la percepción de una clase de seres que llegarán a conocer durante la evolución planetaria. Estos espíritus del crepúsculo desempeñan aquí un papel muy especial. Son las entidades que están más estrechamente relacionadas con los seres humanos en el mundo espiritualmente superior. La próxima vez les contaré algo sobre la relación entre los humanos y estos seres espirituales. Estas entidades están a su alrededor y la influencia que ejercen sobre uno es constante.

4.- LA COGNICIÓN INSPIRATIVA

En la siguiente fase de la cognición, la imagen también desaparece. Sólo quedan el concepto y el yo. Este estado se alcanza mediante la concentración. Consiste en que el ser humano asocie determinadas partes con determinadas partes del organismo. Lo que hace que no fantasee ciegamente, que no invente conceptos, es algo parecido a la iluminación en la etapa anterior y a la sensación en la primera etapa. Así pues, tenemos sensación, iluminación y ahora, en la tercera etapa, inspiración. Aquí el objeto y la imagen permanecen ausentes, y el concepto adquiere contenido por el hecho de que se produce la inspiración. Se trata, pues, de yo, concepto e inspiración.

La iluminación tiene algo de luz, por eso también se llama iluminación. La inspiración está completamente libre de todas estas ideas pictóricas. Aquí la persona flota en el mundo puramente espiritual. Por eso se dice que sus ideas adquieren contenido sin tener que depender de imágenes. Esto puede compararse con la ausencia de imágenes en el lenguaje hablado. Por eso se dice también que en este estadio el hombre recibe la palabra interior, es decir, que es capaz de encontrar verdades por inspiración, por cuanto el mundo espiritual obra en su entendimiento, de modo que no es la imagen la que obra en él, sino que el espíritu le habla directamente. El lenguaje del propio mundo espiritual fluye en sus conceptos. Esto es inspiración. Es un diálogo con los seres de un mundo espiritual. El ser humano se mantiene en silencio, rechaza todo lo visionario y figurativo, permanece tranquilo y quieto, y los espíritus le dicen la verdad. Este es el nivel de la inspiración, la voz interior. Este nivel de inspiración hace posible que el hombre no sólo vea los objetos dondequiera que vaya, sino que éstos le digan algo en todas partes, que oiga en todas partes lo que bulle en un espacio que ahora vuelve a ser nuevo. Goethe se refiere a este nivel de conocimiento cuando pronuncia las palabras al comienzo del prólogo en el cielo: «El sol resuena a la antigua usanza en esferas fraternales». Esto no es una frase, es la realidad. Habla del sol espiritual que suena. El mundo entero se convierte en un mundo que suena, que nos da información significativa sobre el núcleo interno de nuestro ser. En este mundo conocemos entonces a un grupo superior de seres espirituales, a los que llamamos espíritus del sol o también espíritus del fuego. Igual que allí conocimos a los espíritus del crepúsculo, aquí conocemos a los espíritus del fuego, es decir arcángeles.

Tenemos pues: reino mineral, reino vegetal, reino animal, espíritus del crepúsculo, espíritus del fuego. El conocimiento en este nivel es un conocimiento de la voluntad, porque el poder que debe desarrollarse especialmente es la voluntad. Un entrenamiento especial de la voluntad mediante la concentración, mediante la disciplina interior y la educación de la voluntad. Entonces uno conoce a los seres que están detrás de la fuerza del crecimiento, de la fuerza de la reproducción y demás. Esto es lo que llegamos a conocer de esta manera. Lo que existe en todas partes de estos espíritus de fuego vive en todos los seres que crecen. El que se eleva a un conocimiento inspirado es el que «oye crecer la hierba». Los proverbios son a menudo tremendas palabras de sabiduría. A este nivel, se oye todo crecimiento. Lo que hace crecer a los seres es el poder que vive en los seres de fuego.

Finalmente llega ahora [el cuarto] paso. Ahora queda fuera el concepto. Por tanto solo queda el Yo. Ya no hay cognición en el concepto, hay cognición sin concepto, una vida pura en lo espiritual. Allí uno se ve arrastrado dentro de los seres que quiere conocer. El conocimiento en lo material es más burdo. Piensen en lo poco que puede uno adentrarse en la flor. Hay que quedarse fuera. En el conocimiento imaginativo, se tienen las imágenes alrededor. En la cognición inspirativa, se le acercan a uno los sonidos del mundo exterior. Pero solo ahora se adentra uno dentro de los seres. Llega uno a ser todos los seres que es capaz de conocer. Ahí es donde terminan el espacio y el tiempo. Uno es donde reconoce al ser correspondiente. Ya no se es diferente de ese ser. El yo está sumergido en ese ser. Y ese es el conocimiento a través de la intuición, el conocimiento intuitivo.

Estas son las cuatro etapas del conocimiento. A través de ese conocimiento intuitivo, no sólo se llega a conocer el exterior de los seres, sino también su interior. El yo se expande hasta abarcar todo el entorno. La persona que ha alcanzado este conocimiento superior recibe el nombre de «cisne». Lohengrin es conducido por un cisne del mundo espiritual al mundo físico. Por tanto, mediante este don se alcanza un conocimiento que sólo es accesible a quienes tienen el don de transformarse en estos seres. Si quieren ascender a este nivel de conocimiento intuitivo, deben mostrarse de tal manera que el conocimiento intuitivo pueda transformarse en ustedes. Por eso Zeus debe transformarse en cisne para que le reconozcan. Todas las leyendas tienen una gran relación con esta existencia del mundo.

A través de este conocimiento intuitivo se eleva uno al nivel de las entidades que se conocen como los espíritus de la personalidad o los espíritus de la yoidad. Todo lo que vive en nosotros como principio, como ser egoico, procede de este reino espiritual, el reino de los espíritus de la yoidad o de la personalidad. Los espíritus de la yoidad siempre han estado trabajando. Primero el cuerpo físico es trabajado por los espíritus de la yoidad, luego el cuerpo etérico y después el cuerpo astral. Por lo tanto, el hombre como ser kama-manásico es egoico. Lo que él piensa es lo independiente y también lo egoico. Sólo es posible conocer lo que son estos seres cuando se está en la fase en la que se puede entrar en el ser, en el yo de los seres. Es entonces cuando se llega a conocer los espíritus de la personalidad.

Para que vean que no es hablar por hablar cuando se encuentra algo así en mi revista «Lucifer» o en la obra de la señora Besant, aunque tal vez no con el mismo nombre. Los espíritus no son inventados, sino obtenidos con la ayuda de las etapas de la cognición. Por eso distinguimos: Reino Mineral, Reino Vegetal, Reino Animal, reino humano, Pitris Lunares o Espíritus del Crepúsculo, Espíritus del Fuego o Pitris Solares, Espíritus de la Egoidad o Espíritus de la Personalidad - Suras y Asuras. Luego los reinos superiores: Espíritus de la Forma, Espíritus del Movimiento y Espíritus de la Sabiduría. Hablaremos de estos cuatro niveles espirituales la próxima vez.

Pero ya se puede hacer una aplicación práctica de lo que he dicho hoy, a saber, que el que sabe algo de esta naturaleza, aunque todavía no llegue al nivel de la experiencia directa de este modo, gana una estabilidad interior si sabe aunque sólo sea un poco. En las próximas décadas, el hombre perdería completamente su centro si no llegara el conocimiento de estas cosas. Estos seres no existen en un mundo de fantasía, sino que nos rodean constantemente. Cuando tenemos ante nosotros a otro ser humano, no es simplemente un ser humano, sino que en él y conectados con él están los pitri lunares, los pitri solares, los espíritus de la egoidad, etc. Y están constantemente activos en este ser humano. Cuando sólo percibo al ser humano exterior estoy conociendo algo de forma incompleta. 

Piensen en lo inseguro que se sentirían si se quedaran ciegos. La orientación en el nuevo mundo sólo es posible gracias a los nuevos sentidos. Del mismo modo, el conocimiento del mundo sólo es posible sabiendo lo que hay. Esto nos da la certeza de que sabemos que tales cosas existen, que tales cosas están ahí. Por tanto, es necesario que la humanidad actual conozca tales cosas. En el siglo IV, el hombre era guiado, -inconscientemente-, por seres espirituales aún más elevados. Ese es el desarrollo superior. El significado del tiempo materialista es que los espíritus han huido para reaparecer en su conciencia. El hombre ha descendido a las tinieblas para volver a ascender conscientemente a la luz. Si el hombre permaneciera aquí abajo en la oscuridad y no encontrara su camino de regreso a la luz, eso sería el mayor daño. La enseñanza teosófica no ha sido traída por pura arbitrariedad, sino porque es una necesidad para la humanidad. Siempre ha habido individuos en sociedades secretas que tenían el conocimiento. Pero todavía tiene que generalizarse mucho más. De ahí la forma popular en que estas enseñanzas se difunden en la Teosofía.

Traducido por J.Luelmo jul,2025