martes, 2 de enero de 2024

GA158 Dornach, 31 de diciembre de 1914 La influencia del cosmos en el espíritu de la tierra en Navidad y en la época de San Juan.

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RUDOLF STEINER


LA INFLUENCIA DEL COSMOS EN EL ESPÍRITU DE LA TIERRA, EN NAVIDAD Y EN LA ÉPOCA DE S. JUAN

Dornach, 31 de diciembre de 1914

discurso 

Comenzaremos esta celebración de fin de año con el Dr. Steiner contándonos la hermosa leyenda noruega de Olaf Ästeson, aquel Olaf Ästeson que, al acercarse la Navidad, cayó en una especie de sueño que duró trece días: los santos trece días de los que hemos hablado en varias de nuestras reflexiones. Durante este sueño tuvo importantes experiencias que pudo contar cuando despertó de nuevo.

Hemos hecho varias observaciones que han llamado nuestra atención sobre la forma en que, a través de la visión espiritual-científica del mundo, podemos recuperar de una manera diferente antiguos tesoros de conocimiento para la comprensión humana, que en tiempos pasados eran conocidos por los hombres como aquello que pertenecía a los mundos espirituales. Una y otra vez nos encontraremos con este conocimiento prehistórico de los mundos espirituales a través de una cosa u otra, y una y otra vez se nos recordará que este conocimiento prehistórico se basaba en el hecho de que el hombre, en virtud de su disposición anímica y orgánica, podía estar en tal conexión con todo el universo y sus acontecimientos que, tal como nos expresamos en nuestro lenguaje, el microcosmos humano estaba inmerso en las leyes y acontecimientos del macrocosmos, y que en esta inmersión en el macrocosmos podía tener experiencias de cosas que concernían íntimamente a su vida anímica, pero que debían permanecer ocultas para él mientras anduviese en el plano físico como microcosmos y estuviese equipado sólo con aquel conocimiento que era dado a los sentidos y al intelecto ligado a los sentidos.

Sabemos que sólo una cosmovisión materialista puede creer que sólo el hombre está dotado, dentro del orden del mundo, de una facultad de conocimiento, sentimiento y voluntad; mientras que desde el punto de vista de una cosmovisión espiritual hay que reconocer que del mismo modo que hay seres por debajo del nivel humano, también hay seres por encima del nivel humano de pensar, sentir y querer. El hombre puede vivir en estos seres cuando se sumerge como microcosmos en el macrocosmos. Pero entonces debemos hablar de este macrocosmos no sólo como si fuera un macrocosmos espacial, sino como si el tiempo en su transcurrir tuviera sentido en la vida del macrocosmos. Del mismo modo que el hombre debe apartarse de todas las impresiones que puedan ejercerse sobre sus sentidos desde su entorno, del mismo modo que debe, por así decirlo, crear oscuridad a su alrededor cerrando su percepción sensorial para encender la luz del espíritu interior, si quiere descender a las profundidades de su alma, así ese espíritu que podemos llamar espíritu terrestre debe cerrarse a las impresiones del resto del cosmos. El más mínimo grado de influencia del cosmos exterior debe ejercerse sobre el espíritu de la tierra, para que el propio espíritu de la tierra pueda concentrarse interiormente, pueda reunir sus facultades interiormente. Porque entonces se descubrirán los secretos que el hombre tiene que atravesar con este espíritu de tierra, porque la tierra como tierra está separada del cosmos.

Dicho período, en el que se ejerce la mayor cantidad de impresiones del macrocosmos exterior sobre la tierra, es el tiempo del solsticio de verano, el tiempo de San Juan. Por eso nos recuerdan muchos mensajes de la antigüedad, que están relacionados con representaciones festivas y celebraciones festivas, que tales fiestas tenían lugar en plena estación estival, que el alma en pleno verano, al despojarse del yo y quedar absorbida en la vida del macrocosmos, se entrega ebria a las impresiones del macrocosmos.

Pero a la inversa, las representaciones legendarias o de otro tipo de lo que en tiempos prehistóricos podía experimentarse nos recuerdan, cuando llegan a la tierra las más mínimas impresiones del macrocosmos, que el espíritu terrestre, concentrado en sí mismo, experimenta los misterios de la vida del alma terrestre en el universo infinito, y que el hombre, cuando entra en esta experiencia en el momento en que la luz y el calor, en su grado mas mínimo nos llegan a la tierra desde el macrocosmos, experimenta entonces los misterios más sagrados. Esta es la razón por la que estos días alrededor de la Navidad siempre se mantuvieron tan sagrados, porque el hombre, cuando todavía tenía la capacidad en su organismo de experimentar la experiencia terrestre en el periodo en el que está más concentrada, podía estar junto con el espíritu terrestre.

Durante estos trece días más cortos, Olaf Ästeson, Olaf el hijo de la tierra, experimenta muchos misterios del universo al ser arrebatado al macrocosmos. Y la leyenda nórdica, recientemente desenterrada de antiguos informes, nos habla de las experiencias que Olaf Ästeson tuvo entre Navidad y Año Nuevo y el 6 de enero. Y probablemente tengamos motivos, queridos amigos, para recordar más a menudo esta antigua forma de integrar el microcosmos en el macrocosmos; nuestra contemplación podrá entonces enlazar con tales cosas. Pero escuchemos primero la leyenda de Olaf, el hijo de la tierra, que, en el tiempo en el que nos encontramos ahora, experimentó los misterios de la existencia del mundo viviendo junto con el espíritu de la tierra. Escuchemos estas experiencias.


Mis queridos amigos, hemos oído cómo Olaf Ästeson durmió en ese sueño que iba a convertirse para él en una revelación de los secretos de esos mundos que están alejados de la vida sensorial, de la vida ordinaria en el plano físico. En la leyenda hemos recibido la noticia de esas antiguas revelaciones, de esas antiguas percepciones de los mundos espirituales, que han de ser recuperadas a través de lo que llamamos la visión espiritual-científica del mundo.

Se ha citado a menudo el dicho que está presente en todas las manifestaciones que tratan de la entrada del alma humana en el mundo espiritual, según el cual el hombre sólo entonces puede ver el mundo espiritual cuando llega con su experiencia a la puerta de la muerte y luego se sumerge en los elementos. De modo que no tiene los elementos de la existencia terrena a su alrededor como están a su alrededor en la vida ordinaria del plan físico como la tierra, el agua, el aire, el fuego, sino que se eleva por encima de este exterior, este exterior sensorial de los elementos, y se sumerge en lo que estos elementos son, cuando uno llega a conocerlos según su verdadera naturaleza, su próxima verdadera naturaleza, donde los seres están presentes en ellos, que están en conexión con la experiencia del alma humana.

El hecho de que Olaf Ästeson experimentara algo de esta inmersión en los elementos aún podía sentirse cuando se nos cuenta por primera vez cómo Olaf llega al puente de Gjallar y cómo camina sobre el puente por los senderos del mundo espiritual, que se extienden a lo largo y ancho. Con qué viveza se nos describe la experiencia con el elemento tierra, cómo se sumerge en el elemento tierra. Esto es llevado a esa vivacidad que nos dice que, al igual que los muertos que yacen en tumbas, él mismo siente tierra en su boca. Y luego se nos indica claramente cómo vive a través del elemento agua y todo lo que se puede experimentar en el elemento agua si uno experimenta este elemento agua simultáneamente con su contenido moral. También se indica cómo el ser humano se une con el elemento fuego, con el elemento aire.

Todo ello está descrito de forma maravillosamente vívida y reunido en la experiencia de la coexistencia del alma humana con los misterios del mundo espiritual. La leyenda se descubrió más tarde; se recogió allí donde aún estaba viva en boca de la gente. Y algunas cosas de esta leyenda, tal como es hoy, ya no son como eran originalmente. Originalmente, sin duda, primero estaba la descripción vívida de las experiencias en el reino de la tierra, luego las experiencias en el reino del agua. Y luego las experiencias en los reinos del aire y del fuego estaban probablemente mucho más diferenciadas de lo que es el caso en los débiles ecos que se han encontrado a lo largo de los siglos y que están a nuestra disposición hoy en día.

Del mismo modo, el final era sin duda mucho más grandioso y menos sentimental, ya no recordaba, tal como es hoy, al lenguaje originalmente tremendamente grandioso, a lo sobrehumanamente conmovedor que había en tales leyendas populares, mientras que el final de hoy sólo es humanamente conmovedor; conmovedor porque está relacionado con secretos tan profundos del macrocosmos y de la experiencia humana.

En tiempos como los que ahora vivimos, en épocas como éstas, si las entendemos correctamente, hay muchas razones para recordar el hecho de que la humanidad, -aunque con una conciencia diferente, más apagada, más tenue-, estuvo impregnada en tiempos prehistóricos de un conocimiento que se ha perdido y que debe ser recuperado. Y entonces puede plantearse de nuevo la pregunta ante nuestra alma: Puesto que ya hoy podemos reconocer que ese conocimiento debe venir de nuevo a la salvación de la humanidad, ¿No debemos considerar como una de nuestras tareas más urgentes hacer todo lo que pueda traer ese conocimiento, que pueda impregnar la cultura actual de la humanidad con ese conocimiento?

Serán necesarias varias cosas para que el cambio que se acaba de indicar se produzca de manera correcta en todo el sentir humano, incluso diría ahora, del sentir de la visión del mundo. Sobre todo, será necesaria una cosa; digo una cosa, porque es una entre muchas; pero sólo se puede tomar una cosa a la vez. Será necesario que las almas humanas adquieran, sobre la base de nuestra corriente espiritual-científica de visión del mundo, reverencia y devoción hacia lo que se conocía antiguamente a la manera antigua de los grandes misterios de la existencia. Tendremos que darnos cuenta de que en los tiempos materialistas no hemos logrado desarrollar esta reverencia y devoción en el alma.

Hay que hacerse una idea de lo árida y sobria que es esta época materialista, y de lo arrogante de conocimientos intelectuales que se mostraba la humanidad en los primeros siglos del quinto período cultural postatlante ante las revelaciones de las antiguas tradiciones religiosas y de conocimientos ancestrales, que verdaderamente, si uno se acerca a ellas con la necesaria reverencia, dejan sospechar que en ellas descansa una profunda, profundísima sabiduría. ¡Con qué reverencia nos situamos hoy ante la Biblia! Ni siquiera quiero hablar del tipo de investigación abominable moderna que y deshilacha toda la Biblia. Sólo quiero hablar del modo sobrio y seco en que nos acercamos hoy a la Biblia, equipados como estamos sólo con el conocimiento sensorial y las facultades ordinarias de la razón, y de cómo ya no podemos reunir el sentimiento de la inmensa grandeza del entendimiento humano que nos plantean algunos pasajes. Quisiera referirme a un pasaje del segundo libro de Moisés, capítulo 33, versículo 18: Moisés dijo a Dios: "Muéstrame la forma de tu revelación".

Y Jehová dijo: "Haré pasar toda mi misericordia delante de tu rostro, e invocaré el nombre de Jehová delante de ti, y tendré piedad de aquel a quien favorezca, y mostraré misericordia de aquel con quien me apiade."

Después dice Jehová: "No podréis ver mi rostro, porque no me ve ningún hombre que pueda quedar con vida."

Y dice Jehová: "Aquí tienes un lugar conmigo, ponte sobre la roca, y cuando pase mi gloria, te pondré en un hueco de la roca y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado. Después, cuando retire mi mano, verás mi espalda, pero no podrás ver mi rostro".

Cuando uno resume tanto que ha podido entrar en nuestras almas y corazones en los últimos años de nuestros esfuerzos espirituales-científicos y se acerca a este lugar, entonces uno puede tener la sensación: Sí, qué infinita sabiduría se desprende de este pasaje, y qué sordos están los oídos humanos de la era materialista que no pueden oír nada en absoluto de la sabiduría infinitamente profunda que se desprende de este pasaje. -También quiero aprovechar esta oportunidad para llamar su atención sobre un folleto que ha aparecido con el título: "Palabras de Moisés" en la editorial Bruns de Minden en Westfalia, porque muchas cosas de este folleto de los Cinco Libros de Moisés están mejor traducidas que en otras ediciones. El Dr. Hugo Bergmann, que es el editor de "Palabras de Moisés", se ha esforzado mucho por interpretarlo.

Que básicamente el hombre debe adquirir un tipo de comportamiento completamente diferente hacia el mundo cuando entra en los mundos espirituales. que su comportamiento hacia el mundo de los sentidos, es algo que hemos subrayado a menudo. El hombre tiene el mundo de los sentidos a su alrededor. Mira el mundo de los sentidos, lo ve en sus colores y formas, oye sus sonidos. El mundo sensorial está ahí; se presenta ante nosotros; tiene un efecto sobre nosotros; lo percibimos, pensamos en él. Este es nuestro comportamiento hacia el mundo sensorial. Somos pasivos; se abre camino en nuestra alma, por así decirlo. Pensamos en el mundo sensorial, imaginamos el mundo sensorial.

Nuestro comportamiento es completamente diferente cuando ascendemos al mundo espiritual. Esta es una de las dificultades para hacerse una idea correcta de lo que experimenta una persona cuando entra en el mundo espiritual. He intentado describir algunas de estas dificultades en el folleto: "El umbral del mundo espiritual". Imaginamos el mundo de los sentidos, pensamos en el mundo de los sentidos. Cuando pasamos por todo lo que tiene que pasar una persona que quiere recorrer el camino de la iniciación, entonces ocurre algo que se puede describir así: Así como las cosas que nos rodean se relacionan con nosotros, así nosotros mismos nos relacionamos con los seres de las jerarquías superiores: ellos nos imaginan, nos piensan. Pensamos los objetos que están fuera de nosotros, los minerales, las plantas y los animales: se convierten en nuestros pensamientos. A su vez, nosotros somos las ideas, pensamientos y percepciones de los espíritus de las jerarquías superiores. Nos convertimos en los pensamientos de los Ángeles, Arcángeles, Archai y demás. Somos absorbidos por ellos, del mismo modo que nosotros mismos absorbemos a las plantas, los animales y los seres humanos. Y debemos sentirnos seguros al poder decirnos a nosotros mismos: Los seres de las jerarquías superiores piensan en nosotros, nos presentan. Estos seres de las jerarquías superiores se apoderan de nosotros con su alma. - Sí, casi podemos imaginarlo: cuando ese Olaf Ästeson se durmió delante de la puerta de la iglesia, se convirtió en una imagen de los espíritus de las jerarquías superiores, y mientras dormía, los seres de las jerarquías superiores experimentaron lo que experimentan los seres del espíritu de la tierra, que para nosotros es una pluralidad. Y cuando Olaf Ästeson se hunde de nuevo en el mundo físico, recuerda lo que los espíritus de las jerarquías superiores han experimentado en él.

Imagínense: ¡estamos emprendiendo el camino de la iniciación! ¿Cómo podemos relacionarnos con los mundos espirituales en los que queremos entrar como suma de seres espirituales de las jerarquías superiores? ¿Cómo podemos relacionarnos con ellos? - Podemos dirigirnos a ellos y decirles: ¿Cómo entramos en vosotros, cómo os reveláis ante nosotros? - Y entonces, cuando hayamos adquirido una comprensión de los diferentes tipos de comportamiento del alma humana hacia los mundos superiores, los mundos espirituales, por así decirlo, nos responderán: Sí, así como percibís el mundo sensorial como si apareciera ante vuestros ojos, como si apareciera ante vuestros sentidos, así no podéis percibir el mundo espiritual. Nosotros debemos imaginaros, y vosotros debéis sentiros en nosotros. Debéis sentiros como el pensamiento que pensáis en el mundo sensorial que se experimentaría a sí mismo si pudiera experimentarse en vosotros. Debéis entregaros al mundo espiritual, entonces entrará en vosotros todo lo que puede revelarse a vosotros en los seres de las jerarquías superiores. Entonces fluirá hacia vuestra alma y vivirá graciosamente en vuestra alma, igual que vosotros vivís en vuestros pensamientos cuando pensáis en el mundo de los sentidos. Si el mundo espiritual quiere perdonaros, ¡entonces os impregnará con su amor! Si quiere apiadarse de vosotros y penetraros con su amor.

Porque no debéis creer que podéis presentaros ante los seres espirituales de la misma manera que al mundo sensorial. Igual que Moisés tuvo que entrar en la cueva, así debéis entrar vosotros en la cueva del mundo espiritual. Debéis situaros en él. Así como el pensamiento vive en ustedes, ustedes deben vivir en los seres espirituales. Ustedes mismos deben vivir en el macrocosmos como un pensamiento del mundo. No pueden experimentar lo que experimentan de esta manera por ustedes mismos durante su vida en la tierra entre el nacimiento y la muerte; sólo pueden hacerlo después de la muerte, cuando han muerto. Nadie puede experimentar el mundo espiritual de esta manera antes de haber muerto, pero el mundo espiritual puede pasar a tu lado, perdonarte, inundarte con su amor. Y entonces, cuando después o mientras estés en este mundo espiritual, desarrolles tu conciencia terrenal, entonces eso que es el mundo espiritual brillará en tu conciencia terrenal.

Al igual que el objeto está fuera y el hombre situado frente a él, acto seguido el objeto al proyectarse en su conciencia pasa a estar dentro de él, de igual modo el hombre con su alma se encuentra en la cavidad del mundo espiritual. El mundo espiritual pasa a través de él. Aquí, (en la tierra), el hombre está delante de las cosas. Cuando el hombre entra en el mundo espiritual, los seres de las jerarquías superiores están detrás de él. Allí no puede verles el rostro, igual que los pensamientos no pueden vernos el rostro cuando están dentro de nosotros. El rostro está delante; los pensamientos están detrás, no ven el rostro. Todo el secreto de la iniciación reside en las palabras que Yahvé dirige a Moisés.

Y Moisés dijo a Dios: "Muéstrame la forma de tu revelación".

A lo que Jehová responde: "Haré pasar toda mi misericordia delante de tu rostro, e invocaré el nombre de Jehová delante de ti, y seré clemente con aquel a quien favorezca, y tendré misericordia de aquel de quien me apiade."

Pero entonces Jehová dice: "No podréis ver mi rostro, porque no me ve ningún hombre que pueda permanecer con vida."

A la puerta de la muerte se llega por la iniciación.

Y Yahvé dice: "Aquí tienes un lugar conmigo, ponte sobre la roca, y cuando mi esplendor pase, te pondré en un hueco de la roca y te cubriré con mi mano hasta que yo haya pasado. Después, cuando retire mi mano, verás mi espalda, pero no podrás ver mi rostro".

Es la forma opuesta de percibir el mundo sensorial. Se tiene que emplear mucho de lo que se ha adquirido a través de años de esfuerzo espiritual-científico para poder estar ante tal revelación de la manera correcta, con reverencia y devoción. Pero luego este sentimiento de reverencia por estas revelaciones va entrando poco a poco cada vez más en el alma humana, y esta reverencia, esta devoción, es una de las muchas cosas que necesitamos para llevar a cabo el cambio indicado en la cultura espiritual de la humanidad.

El tiempo en el que las impresiones del macrocosmos llegan a la tierra en menor cuantía, ese período que va desde Navidad hasta después de Año Nuevo, aproximadamente hasta el 6 de enero, es muy adecuado para que recordemos no sólo la objetividad del conocimiento espiritual, sino también las sensaciones que debemos desarrollar en nosotros mismos mediante la absorción de la ciencia espiritual. Verdaderamente, entonces, volvemos a vivir en el espíritu terrestre, con el que formamos un todo, y con el que vive la antigua cognición clarividente, tal como se representa en esta leyenda de Olaf Ästeson. La humanidad de la era materialista ha olvidado a menudo cómo mostrar reverencia y devoción a la vida espiritual. Por encima de todo, es necesario asegurarse de que esta reverencia y devoción vuelvan, porque sólo así podremos desarrollar el estado de ánimo que nos acercará a la nueva ciencia espiritual de la manera correcta. Por el momento todavía existe ese estado de ánimo que se acerca a esta ciencia espiritual de la misma manera que uno se acerca a la otra, la ciencia ordinaria. A este respecto, sin embargo, debe producirse un cambio radical.

Dado que la humanidad ha perdido su percepción del mundo espiritual, también se ha perdido la correcta relación del hombre con el ser humano en su totalidad, con la humanidad. La visión materialista del mundo crea sentimientos caóticos sobre la existencia del mundo. Estos sentimientos caóticos sobre la existencia del mundo y de la humanidad tuvieron que irrumpir durante la época del materialismo. Tomemos un tiempo, -y este tiempo es el nuestro: se trata de los primeros siglos del quinto período cultural postatlante-, en el que la gente ya no tenía ninguna idea real de que el ser del hombre es triple: el ser corporal, el ser anímico y el ser espiritual. Pues en verdad es así. Lo que para nosotros debe pertenecer ya a los primeros elementos del conocimiento científico-espiritual: la triple división del hombre en cuerpo, alma y espíritu, faltó desde los cuatro primeros siglos del quinto período cultural postatlante hasta nuestros días. El hombre era sólo hombre, y todo lo que se refería a una organización humana del tipo que tenemos en cuerpo, alma y espíritu se consideraba una tontería y una fantasía.

Se podría pensar que estas cosas sólo son significativas para el conocimiento. Pero no es así. No sólo son importantes como conocimiento, sino que condicionan toda la forma en que el hombre se sitúa en la vida. En el tercer siglo del desarrollo moderno o, como decimos en nuestros términos, del desarrollo del quinto período cultural postatlante, irrumpieron en este tiempo tres palabras poderosas, en las que este tiempo comprendió, o al menos intentó comprender, el centro de la voluntad humana en la experiencia terrenal. Tres palabras que son significativas, pero que recibieron su peculiaridad del hecho de que irrumpieron en la humanidad en una época en la que nada se sabía de la triple estructura de la naturaleza humana. La humanidad oyó hablar de libertad, igualdad y fraternidad.

El hecho de que estas palabras resonaran en la cultura moderna en un momento determinado fue una profunda necesidad. Estas palabras sólo se entenderán realmente cuando comprendamos la triple división de la naturaleza humana, porque sólo entonces sabremos qué significado pueden tener estas palabras para la naturaleza humana en el verdadero sentido de la palabra. Mientras uno llene estas tres palabras con esos sentimientos caóticos que proceden de la convicción de que el hombre es hombre, y la triple división del hombre es una tonta ilusión, -mientras el hombre no pueda encontrar su camino dentro del área de la directriz de estas tres palabras. Por la manera en que esas tres palabras se nos presentan, no pueden aplicarse directamente, podría decirse, a los mismos niveles de la experiencia humana. No pueden. Simples consideraciones que, tal vez por ser tan sencillas, ellas no se presentarán inmediatamente ante la mirada de vuestras almas en la profundidad de su significado, pueden darles una idea de cómo, en la superficie del mismo nivel de la vida, lo que significan estas tres palabras puede entrar en serios conflictos vitales.

Tomemos primero en qué ámbito nos encontramos con la fraternidad de la forma más natural del mundo. Partamos del parentesco humano, la familia, allí donde, a priori no necesitamos establecer la fraternidad, allí donde es naturalmente innata en el hombre, y reflexionemos sobre cómo afecta a nuestros sentimientos el hecho de que podamos ver que existe una fraternidad real y verdadera en una familia, en la que todo está conectado fraternalmente. Pero ahora, -sin necesidad de menoscabar en lo más mínimo nada del maravilloso sentimiento que podemos tener de esta fraternidad familiar-, examinemos en nuestro interior lo que puede surgir dentro de ella, precisamente debido a esa fraternidad familiar. Puede que haya en la familia un miembro que no se sienta bien precisamente a causa de la fraternidad justificada dentro de la familia, que anhele abandonar la fraternidad familiar porque siente que en ella no puede desplegar su alma, porque siente que, para el libre despliegue de su alma debe salir de la familia en la que puede vivir tan fraternalmente. Ahí se ve que la libertad, el libre despliegue de la vida del alma, puede entrar en conflicto con la fraternidad mejor intencionada.

Por supuesto, la gente superficial puede decir que esta no es la fraternidad correcta, que no es compatible con la libertad de un alma dentro de la fraternidad. Pero se puede decir cualquier cosa que se imagine. Se puede decir que todo es compatible, de eso no hay duda. Hace poco llegó a mis manos una tesis doctoral. Entre las tesis que había que defender estaba la tesis: Un triángulo es un cuadrado. Por supuesto, esto también se puede defender; sí, ¡incluso se puede demostrar rigurosamente que un triángulo es un cuadrilátero! También se puede demostrar plenamente que la fraternidad y la libertad son compatibles. Pero no se trata de eso; se trata de cómo algunos ámbitos de la fraternidad deben ser y son abandonados en aras de la libertad. Podríamos citar muchos otros ejemplos.

Si uno quisiera enumerar las discrepancias entre fraternidad e igualdad, tendría que hablar de ello durante mucho tiempo. Por supuesto, en abstracto uno puede figurarse a su vez que todos pueden ser iguales, y puede demostrar que fraternidad e igualdad son compatibles. Pero no se trata de figurarse, sino de la constatación de la realidad, si nos tomamos la vida en serio y con honestidad. En el momento en que sabemos que el ser humano se compone de lo físico, y por tanto se vive en el plano físico, de lo anímico, y que por tanto vive realmente en el mundo anímico, y que se compone de lo espiritual, por tanto que se vive en el mundo espiritual, se abre también en ese momento la perspectiva adecuada para la conexión de las tres poderosas palabras que hemos citado. La fraternidad es el ideal más importante para el mundo físico. La libertad para el mundo anímico, y, -en la medida en que el hombre se encuentra en el mundo anímico-, deberíamos hablar de la libertad del alma, es decir, de una condición social tal que garantice plenamente la libertad del alma. Y si se considera que nosotros, cada uno de nosotros, debemos esforzarnos desde nuestro punto de vista individual por el conocimiento espiritual, por el desarrollo de nuestro espíritu, para estar allí con el espíritu en el mundo espiritual, entonces veremos muy pronto ante la mirada espiritual adónde llegaríamos con nuestra concepción del espíritu, si cada uno buscara sólo por su propio camino y cada uno llegara a un contenido espiritual completamente diferente.

Sólo podemos unirnos en igualdad como seres humanos en la vida si, -cada uno por sí mismo-, buscamos el espíritu y podemos llegar finalmente al mismo contenido espiritual. Podemos hablar de la igualdad de la vida espiritual. Fraternidad en el plano físico y en relación con todo lo que está conectado con las leyes del plano físico y vive en el alma humana desde el plano físico. Libertad en relación con todo lo que vive en el alma humana como leyes del mundo anímico; igualdad en relación con todo lo que vive en el alma humana desde las leyes del mundo espiritual.

Ya lo ven, debe amanecer un nuevo año mundial en el que crecerá un sol en relación con su poder calentador y resplandeciente: ese sol que debe proporcionar el calor resplandeciente para muchas cosas que viven en el tiempo de la oscuridad pero que no son comprendidas. Esta es precisamente la peculiaridad de nuestro tiempo, que se aspira a muchas cosas, se expresan muchas cosas sin ser comprendidas.

Pero esto también puede llevarnos a la reverencia y devoción hacia el mundo espiritual. Pues si consideramos que en el siglo III del quinto período postatlante muchos aspiraban y pronunciaban las palabras fraternidad, libertad e igualdad sin comprenderlas realmente, entonces ya tenemos la oportunidad de comprender y encontrar una respuesta a la pregunta: ¿Y de dónde proceden estas palabras? El orden divino-espiritual del mundo las inculcó primero de antemano en el alma humana aún no racional para que pudiera ascender a la verdadera comprensión del mundo a través de tales palabras directrices. Incluso en tales hechos podemos observar la sabia guía en la evolución del mundo. En épocas más o menos lejanas o cercanas a nosotros podemos advertir esta guía en todas partes; obsérvese cómo a menudo sólo después nos damos cuenta de que lo que hicimos antes era en realidad más sabio de lo que podríamos haber hecho con la sabiduría que dominábamos en aquel momento. Llamé la atención sobre esto justo al principio de mi escrito sobre "La guía espiritual del hombre y de la humanidad".

Pero si toman ustedes algo como el hecho de que las palabras directrices se insertan en el desarrollo del mundo, en el desarrollo del hombre, que sólo se puede comprender poco a poco, entonces probablemente se darán cuenta de una imagen que puede utilizarse si se quiere describir este período pasado de la quinta época cultural post-atlante. Realmente puede compararse en ciertos aspectos con el tiempo de Adviento, tiempo en que la duración de la luz diurna se hace cada vez más corta. Y ahora el desarrollo en este nuestro tiempo, en el que a su vez podemos conocer algo de las revelaciones del mundo espiritual, entra en la fase en la que podemos hacernos a la idea de que los tiempos llenos de luz se hacen cada vez más largos y podemos hablar de que este transcurso de tiempo puede parecernos realmente análogo a los trece días y la vuelta a la vida en los días de nuevo crecientes.

Pero la cuestión es aún más profunda. No está bien, nada bien, que sólo encontremos malas palabras para la época materialista de los últimos cuatro siglos. Esta nueva era se produjo porque se hicieron grandes descubrimientos e inventos, "grandes" como se conocen en la era materialista, por ejemplo, circunnavegando la tierra, descubriendo países que antes eran desconocidos. que comenzaron a colonizar la tierra. Ese fue el comienzo de la cultura material. Y luego, poco a poco, llegó el momento en que la cultura material casi se ahogó. Llegó el momento en que utilizamos todas nuestras fuerzas espirituales para entender y comprender la vida material. Cada vez más, como hemos visto, se olvidaron las intuiciones y percepciones del mundo espiritual que estaban disponibles en el conocimiento antiguo.
Pero no es correcto tener sólo malas palabras para la época materialista. Más bien, lo correcto es otra cosa; lo correcto es considerar que esta alma humana en su parte despierta pensaba de un modo materialista, tenía una mentalidad materialista, que fundó la ciencia y la cultura de un modo materialista, pero que esta alma humana es un todo. Podría decirse que una parte del alma humana fundó la cultura materialista. En épocas anteriores esta parte estaba inactiva, la gente no sabía nada de la ciencia externa, no sabía nada de la vida externa, material; entonces la parte espiritual estaba más despierta. En los últimos cuatro siglos estaba despierta esa misma parte que fundó la cultura materialista; pero la otra parte estaba dormida; dormía, esta otra parte del alma humana. Y en verdad, las fuerzas que ahora estamos desarrollando en la humanidad a fin de trabajar nuestro camino de regreso a la espiritualidad se desarrollaron durante la época de la cultura materialista en aquellas partes del alma que estaban dormidas. La "humanidad" en relación con el conocimiento del espíritu, estaba realmente en estos tiempos: Olaf Ästeson. Realmente lo estaba. Sólo que esta humanidad aún no ha despertado. La ciencia espiritual debe llevarlos al despertar.

Ha de llegar el momento en que jóvenes y ancianos oirán palabras pronunciadas desde la parte del alma humana que ha estado dormida en los tiempos oscuros. Esta alma humana ha estado dormida durante mucho tiempo, pero los espíritus del mundo se acercarán a esta alma humana y la advertirán: ¡Despierta ahora, 0 Olaf Ästeson! Sólo tenemos que prepararnos de la manera correcta para que al enfrentarnos a esa advertencia, no tengamos oídos para escucharla. Por eso practicamos la ciencia espiritual, para que dispongamos de oídos cuando sintamos la llamada al despertar espiritual en el desarrollo de la humanidad.

Es bueno que el hombre recuerde a veces que es un microcosmos y que muchas experiencias pueden llegarle cuando está absorto en el macrocosmos. Y hemos visto que el tiempo, la estación, en la que ahora vivimos es favorable. Tratemos de que esta noche de Año Nuevo sea el símbolo de la noche de Año Nuevo necesaria para el desarrollo terrenal de la humanidad, en la que se acercará la nueva era, en la que la luz, la luz del alma, el ver, el reconocimiento de lo que vive en lo espiritual y de lo espiritual pueda fluir e inundar el alma humana. Llevemos el microcosmos de nuestra experiencia en esta noche de Año Nuevo a la conexión con el macrocosmos de la experiencia de la humanidad en la tierra: entonces podremos experimentar lo que deberíamos experimentar en términos de sensaciones, porque podemos sentir algo del amanecer del nuevo gran día mundial en el quinto período post-atlante, en cuyo amanecer nos encontramos, cuya medianoche queremos experimentar dignamente.

Traducido por J.Luelmo ene 2024