sábado, 6 de enero de 2024

GA158 Helsingfors, 5 de junio de 1913 -discurso sobre el ciclo "Los fundamentos ocultos del Bhagavad Gita"

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RUDOLF STEINER


EL PUEBLO RUSO COMO ANTÍTESIS DEL NORTEAMERICANO

Helsingfors, 5 de junio de 1913

Discurso para la audiencia rusa sobre el ciclo "Los fundamentos ocultos del Bhagavad Gita"

Cuando nos reunimos aquí el año pasado, en los corazones de los que ya entonces estaban reunidos con nuestros amigos rusos, había todavía, por así decirlo, un brote de lo que en cierto modo se ha desplegado en este año, la conciencia que ha de impregnar cada vez más vuestros corazones, de que la Teosofía, o como también la llamamos, la Antroposofía, no es algo que el ser humano recibe como un conocimiento más o como un credo individual más, sino que en cierto sentido debe apoderarse de toda el alma de cada individuo, que debe apoderarse del alma de toda la humanidad en nuestro ciclo de tiempo. Esta conciencia debe desarrollarse poco a poco, y no hay que creer, no hay que ceder a la ilusión de que se puede llegar fácilmente al pleno significado y al pleno poder de esta conciencia. Porque sólo poco a poco, lenta y muy gradualmente, podemos adquirir la conciencia del significado del impulso teosófico en nuestra experiencia.

Tal verdad parece bastante trivial, pero es precisamente aquí donde debemos tomar con la mayor seriedad lo que parece bastante trivial. Pues del total perteneciente a esta conciencia, tómese una sola cosa, tómese el hecho de que hace casi dos mil años que el impulso Crístico descendió de los mundos superiores a la vida terrena, tómese el hecho de que el Evangelio es uno de los libros más leídos del mundo, tómese el hecho de que durante siglos y siglos millones de almas humanas han creído tener una relación correcta con Cristo, y junto a esto colóquese el hecho de que es cierto que el alma humana honesta, que no quiere atribuirse con inmodestia una comprensión que no tiene, debe luchar con la pregunta en nuestro tiempo: ¿Qué es realmente este impulso de Cristo? 

¡Y que esta alma sólo puede esperar obtener realmente una comprensión de este impulso Crístico a partir de nuevas revelaciones del mundo espiritual! Tomemos otros hechos. El año pasado asistí con unos amigos al servicio de Pascua de la iglesia rusa. Yo traté de decir inmediatamente después una palabra que supuse daría que pensar. El servicio simplemente exudaba la conciencia del Cristo muerto. Pero en nuestro tiempo y en el futuro para la salvación de la humanidad el mensaje debe ser el del Cristo siempre vivo. Sin embargo, como trasfondo de este servicio divino surgió para mí otra imagen, que debía ser pensada al margen de lo que allí hacían las personalidades que no estaban a la altura de este culto. El fondo era un retablo de antiguos misterios sagrados, que sin embargo se han desarrollado en aquello que vive exteriormente en las formas de este culto, que muchos corazones humanos sienten, pero que es menos comprendido por aquellos que deberían ser o se consideran los intérpretes más llamados en el presente.

Traten cada vez más de ahondar en sus almas, a través de indicaciones como las que acabamos de dar, la idea de que la Teosofía procede de cada corazón individual, de que a través de la Teosofía o de la Antroposofía debe fluir algo completamente nuevo en el desarrollo de la humanidad. Traten de indagar en sus corazones la verdad de que los signos de los tiempos son tales que realmente nunca debemos comprometernos con lo que nos rodea, al menos en nuestras propias almas, en nuestros propios corazones, a veces muy silenciosa e íntimamente. Una nueva planta no puede crecer fácilmente de una planta, una nueva planta sólo puede crecer de una planta si la vieja planta muere y una nueva planta se forma como de un solo punto, a partir de la semilla. Así, mis queridos amigos, la Teosofía es, en efecto, algo que debe desarrollarse como una semilla completamente nueva en nuestras almas, en nuestros corazones, que debe conservar sólo lo único de todo lo que tenía la antigua planta de la humanidad, pero que es universal, sólo lo único que vemos en la contemplación del Misterio del Gólgota. Las hojas, la cepa de la antigua cultura humana, tendrán que caer; la flor, el Misterio del Gólgota, tendrá que permanecer como un recuerdo de la semilla que ha de desarrollarse en la Teosofía. Y esta semilla, mis queridos amigos, tendrá que llevar dentro de sí la conciencia de llevar esta flor más y más hacia su pleno desarrollo de una manera nueva y siempre nueva. Entonces el impulso Crístico vivirá en muchas formas a través de la evolución de la humanidad y, sin embargo, será siempre el mismo, así como cada nuevo florecimiento lleva en sí el poder y la belleza del antiguo florecimiento. Pero al mismo tiempo será lo que quiere ser de la manera más íntima, un surgimiento nuevo y siempre nuevo, una comprensión nueva y siempre nueva de aquello que fue dado como un nuevo comienzo de la evolución humana cuando la sangre fluyó de las heridas de aquel que tomó forma humana para experimentar la muerte dentro de la humanidad.

¡Mis queridos amigos! Todos los mundos por los que podemos pasar desde nuestro mundo físico a través de los mundos superiores en adelante y hacia arriba, siempre guardan algo en común. Es cierto que cuando llegamos a un mundo superior, siempre encontramos algo nuevo y novedoso, pero sin embargo siempre algo en común con el mundo anterior. Pero cuando llegamos a conocer los mundos superiores, hay algo en ellos que no puede existir sólo como apariencia física. Los dioses de los mundos superiores pueden experimentar múltiples cosas, pero una cosa que nunca pueden experimentar es la muerte. Pues la muerte no existe en los mundos suprasensibles. En ellos, los seres se transforman, pasan de una forma a otra; no se puede morir en el mundo suprasensible. La muerte como fenómeno físico es aquello que sólo puede existir como fenómeno físico. Y de todos los dioses y espíritus, el único que descendió al mundo de la humanidad para tener algo en común con la humanidad fue el Cristo, que se vinculó a la humanidad a través de su muerte, no sólo a través de su vida. Pero se unió a través de una muerte de la que emanaron nuevas fuerzas de vida. Contemplar la muerte en el Gólgota, debe convertirse para la humanidad en el punto de partida para fuerzas de vida siempre nuevas y nuevas, pues con esta muerte se concentra en un solo punto de la evolución de la humanidad lo que sólo un Dios ha querido realizar para la humanidad con un sacrificio infinito. Traten de reflexionar sobre esta idea, traten de hacer de esta idea una meditación viva, y verán que de esta idea pueden emanar las fuerzas vitales más fuertes para toda alma humana. Por eso no hay imagen más sublime que la cruz que se yergue en el Gólgota.

¡Mis queridos amigos! Con tal imaginación como la cruz en el Gólgota, que se yergue allí para toda la humanidad, con tal imaginación se le otorga a la humanidad algo infinito. Este símbolo, que fue colocado allí hace casi dos milenios, era al mismo tiempo una verdadera realidad, y todavía tenemos que aprender a comprenderlo cada vez más en la evolución de la humanidad en el futuro. Son ideas simples, primitivas, pero no están ahí para tomar en nosotros un carácter metafísico, sino para tomar sentimientos que nos hagan aptos para situarnos en el camino correcto en toda la evolución humana.

Ustedes saben, mis queridos amigos, que la evolución de la humanidad ha procedido de manera diferenciada, se ha producido en naciones y pueblos determinados. Cada pueblo tiene un carácter básico muy especial, que se deriva del hecho de que cada pueblo tiene como líder a uno de esos espíritus que contamos entre la Jerarquía de los Arcángeles. Los Arcángeles son los jefes supremos, por así decirlo, de cada pueblo determinado. Que el alma humana como alma personal en el futuro se relacione cada vez más con el alma rectora del pueblo que pertenece a la jerarquía de los Arcángeles, es algo que la cosmovisión espiritual debe aportarnos. Y sólo si mostramos comprensión por lo que esta alma nacional quiere para nosotros, si esta alma nacional tiene voluntad de desarrollarse en el futuro, podremos cooperar de forma adecuada en la evolución espiritual de la humanidad. En este sentido tenemos que hacer una gran diferencia entre las almas de los pueblos de Europa Occidental y las almas de los pueblos de Europa Oriental, de Rusia. 

No estoy hablando ahora de la cultura rusa exterior, de lo que está presente en el plano físico exterior como cultura del pueblo ruso. Estoy hablando de vuestra alma nacional que está realmente presente en el mundo espiritual, que sólo espera su tarea en el futuro, que está llena de expectación, llena de esperanza, llena de confianza. Si se compara esta alma nacional con las almas nacionales de Europa Occidental, se tiene la impresión de lo joven, lo aspirante, por un lado, y lo viejo, lo anciano, por otro. La cultura centroeuropea se interpone entre Europa occidental y oriental como una cultura mediadora, que se malinterpreta fundamentalmente si se la considera del mismo modo que a las demás culturas. De un modo muy peculiar, esta cultura centroeuropea tiene la tarea de actuar como heraldo desde la antigüedad hasta épocas posteriores. Piensen por un momento, queridos amigos, cómo surgió en primer lugar toda la cultura europea del mundo occidental. Existieron los puestos avanzados de los pueblos orientales hasta la antigua India y estos pueblos desarrollaron una gran y penetrante cultura, tal como nos llega de la cultura de la antigua India, de la época del Bhagavad Gita. Estos pueblos fueron empujados hacia el sur de Asia. Mientras sabios maestros como los Rishis y Zaratustra enseñaban en ellos, atrás quedaron pueblos en el más amplio radio de los países europeos, también en vuestro país, que hasta cierto punto permanecieron en estados primitivos a lo largo de la sabia evolución del mundo. Mientras en Asia florecían pensamientos de gran alcance en las filosofías Sankhya y Vedanta, estos pueblos europeos tenían culturas simples y primitivas. ¿Por qué? Porque las culturas deben progresar de tal modo que todo lo que ha de venir después como impulso debe ser absorbido por los pueblos primitivos. Los pueblos de Oriente, que se habían elevado a una cierta altura de intelectualidad, nunca más pudieron comprender el impulso Crístico, por ejemplo; estaban más allá de la posibilidad de comprender el impulso Crístico.

Los pueblos de la cultura occidental aún no estaban preparados para absorber en la cabeza lo espiritual, aquello que vive como fuerza del corazón hacia la cabeza aún no había llegado a ella. En la India todo era cultura de la cabeza, en los pueblos europeos todo estaba todavía concentrado en sentimientos primitivos en fuerza original en el corazón. Sólo tales pueblos, al no haber ido aún más allá de la fuerza anímica del corazón, pudieron ir entretejiendo poco a poco los misterios del Gólgota en sus percepciones. Así pues, la cultura europea, que se había quedado atrás y se mantenía en su vigor original y fresco, -y el vigor original y fresco está más estrechamente relacionado con lo divino-, estaba preparada para recibir el impulso de Cristo. Así que en el mundo occidental confluyeron dos corrientes que cualquiera que las sienta puede distinguir con nitidez. ¿Quién no podría distinguir entre la nota clave peculiar de Fichte, el filósofo centroeuropeo, y la nota clave peculiar de Spinoza, que también fue un filósofo europeo? En la evolución de la humanidad se da incluso el caso de que lo que pertenece a la cultura general puede ser llevado por la misma individualidad. Pues la misma individualidad es Spinoza y Fichte, como quizá algunos de nuestros amigos ya sepan. Pero Fichte, como personalidad individual del siglo XVIII, XIX, es un espíritu que pudo ser impregnado por toda la fuerza del impulso Crístico; Spinoza, es decir, la misma individualidad, se sitúa en la otra corriente y no tiene nada de ella.

Pero todavía hay mucho que falta por llegar a la cultura europea. Y lo que se ha hecho viejo en cierto modo debe cooperar con lo que es joven y está fresco de esperanza. El alma nacional rusa, la entidad de la jerarquía de los Arcángeles, es joven y fresca con esperanza, tiene su tarea por delante. Y corresponderá a los teósofos rusos encontrar el puente que vaya del alma del individuo al alma del pueblo, aprender a comprender lo que el alma del pueblo quiere de ellos. Encontraréis, mis queridos amigos, que bajo ciertas condiciones será fácil para vuestras almas revitalizar el impulso Crístico de vuestros corazones a través de lo que vive en vuestras almas. Por otra parte, tendréis que experimentar que también por tener cierta ligereza interior para revitalizar el impulso Crístico, por otro lado experimentaréis grandes dificultades. Tendréis que aprender que a vosotros se os aplica en mayor grado la verdad profunda, que tendréis que situaros en vuestras propias almas, que tendréis que revitalizar lo teosófico en vuestras almas. Porque, mis queridos amigos, la Teosofía como proclamación de nuestra época no quiere transigir con otras visiones del mundo. Ella dirige una sentencia severa a otras visiones del mundo. Una sentencia que ya ha sido oída en el curso de la evolución. Aquellos que quieren encontrar la Teosofía en las anteriores culturas externas, materialistas, - y todas las culturas del presente lo son, o al menos se están acercando a ellas-, todos aquellos que buscan compromisos, siempre serán confrontados con la severa sentencia que Cristo Jesús dijo una vez: Dejad que los muertos entierren a sus muertos. ¡Pero tú sígueme! Los muertos, es decir, las culturas individuales que se acercan al materialismo, ya tienen la capacidad de llevarse a sí mismos a la tumba. "¡Dejad que los muertos entierren a sus muertos!". Pero las almas deben seguir aquello que es la comprensión del impulso espiritual que, como el impulso Crístico, rige a través del mundo. Por lo tanto, mis queridos amigos, si indagáis en lo que las viejas tradiciones pueden proporcionaros, en lo que los viejos orígenes pueden proporcionaros, no encontraréis algo que os conduzca a la Teosofía. Está bien encontrar estas viejas costumbres, estas viejas tradiciones, para mostrar cómo en ellas impera lo divino, pero el hombre llega hoy a la Teosofía precisamente llevando consigo un alma en la que no impera lo viejo, lo anticuado, sino un alma como la que lleváis vosotros: almas frescas, inmediatas, como la que traéis a esta Teosofía no influida por ninguna tradición. El impulso teosófico exige de vuestras almas vitalidad, no mero poder cognoscitivo.

¡Mis queridos amigos! Muchos de ustedes, tal vez la mayoría, tal vez incluso todos, sienten en su interior, aunque tal vez lo definan de otra manera, el dolor, el sufrimiento de estar separados del alma del pueblo, de estar temporalmente separados del alma de su pueblo. Muchos de ustedes sienten, aunque crean lo contrario, quizás la mayoría de ustedes, quizás todos ustedes sienten en su interior cómo necesitan un nuevo estímulo de voluntad y fuerza. Comiencen por una vez, mis queridos amigos, lo que sienten como el sufrimiento de la falta a menudo de voluntad y de la falta a menudo de fuerza, comiencen por una vez, decídanse a considerar esto como la virginidad de su voluntad, decídanse a considerar esto como una voluntad que ha permanecido intacta y que sólo espera ser estimulada por aquello que es el impulso teosófico! ¡Permitan que el impulso teosófico se convierta en voluntad en ustedes! ¡Traten de transformar el sufrimiento en fuerza, la voluntad débil en la voluntad teosófica dentro de ustedes, así podrán realmente entrar en la vida teosófica! ¡Traten de reinterpretar lo que aún es débil en ustedes, lo que aún no existe plenamente! ¡Así podrán convertirse en los mejores portadores de la Teosofía! Porque recuerden, las almas que ahora están en sus cuerpos no están destinadas a reencarnarse sólo en Europa Oriental en la siguiente encarnación. Están destinadas a distribuirse por toda la Tierra en las siguientes encarnaciones. Y entre la muerte y el nuevo nacimiento habrá algo ante ustedes, que les hablará de esta manera cuando entren en una nueva encarnación. A uno le dirá: Has cumplido tu tarea, puedes llevar al mundo lo que has absorbido en la tierra, lo que sólo se podía absorber en el suelo de Europa Oriental. - A otro le dirá: ¡No puedes hacerlo!

Mis queridos amigos, consideren lo que ahora sienten por la Teosofía como el instinto de lo que acaba de ser expresado, como la sensación indefinida que existe en ustedes de esta su tarea. Considérenlo de tal manera que pueda darles fuerza desde el yo hacia el pensar, el sentir y la voluntad, desde allí hacia la vida, desde allí hacia la sangre, entonces interpretarán este instinto, desde el cual ahora se apresuran hacia la Teosofía, de la manera correcta.  Ahora se han reunido externamente. Han hallado la posibilidad de reunirse exteriormente sin obstáculos bajo las grandes dificultades que existen en su país. Usen esta oportunidad para la reunión interior más fuerte posible para construir el puente, todos y cada uno de ustedes, hacia el alma del pueblo. No puede ser mi tarea, mis queridos amigos, hablar de los servicios individuales que deben prestarse a esta alma del pueblo. Pero puedo hablarles de otra cosa que quisiera que se pronunciara como palabra, pero que quisiera transformar en un sentimiento en ustedes. Ustedes están en una posición peculiar, mis queridos amigos. Están ustedes, por así decirlo, en la posición opuesta de un pueblo que puebla la tierra en cierta relación con un breve esplendor de tipo ascendente. Están en una posición opuesta al pueblo norteamericano. Recuerden, mis queridos amigos, que este pueblo norteamericano, que es su antítesis, comenzó a avanzar gradualmente desde Occidente hacia Oriente desde el momento en que comenzó la era del materialismo en Europa, y la ha desarrollado aún más. Recuerden que las raíces del americanismo están en el materialismo. Piensen por un momento que aquellas gentes que culturizaron América lo hicieron con las ideas de los cultos europeos de hace siglos, que nosotros hemos dejado atrás no hace mucho. ¿Qué hizo aquella gente? Aquella gente hizo con las ideas materialistas de los parlamentos modernos, con las ideas de la ciencia natural moderna, con el orden social moderno, lo que por lo demás hace la gente inculta cuando arranca los bosques primitivos, conquista la tierra cultivable pedazo a pedazo, dispone la tierra para el cultivo. Todo esto ha surgido del materialismo. Y si observan hoy a Woodrow Wilson, al cual se le tiene por su escritor más importante, al cual los norteamericanos también han elegido como su líder, que es según los estándares actuales realmente un escritor importante, que ha realizado brillantes logros literarios para la visión social, si lo observan a él, a sus conceptos e ideas, a todo lo que representa como líder del pueblo norteamericano, ¿Qué es? Un castillo de naipes. Un castillo de naipes, que sería destruido de un solo soplo, si una vez fuera soplado desde los mundos espirituales. Entonces toda esta cultura caería. Cada detalle a partir del cual se origina la cultura americana puede rastrearse en los libros de historia externa, en la historia cultural de siglos anteriores. Todo está a la vista, todo es obra del hombre del cual ha surgido. 

Pregúntense de dónde proviene su nacionalidad, de dónde proviene su vida espiritual, pregúntense de dónde proviene lo mejor que pueden alimentar en sus almas. ¡No lo encontrarán en la tierra! No se encuentra así, está enraizado en el propio mundo espiritual. Es un organismo, un ser vivo, ¡no es un castillo de naipes! Nunca debemos tomar estas cosas como una ocasión para nuestra arrogancia, sino como una ocasión para nuestra humildad, nuestra modestia, porque de ello no debemos sacar una temeraria confianza en nosotros mismos, sino un sentido de la responsabilidad.

¡Mis queridos amigos! Ayer les hablé de la libertad. Tendrá que correr mucha agua por los ríos de Europa hasta que un cierto número de personas comprenda plenamente lo que significa esta libertad, lo que implica esta libertad. ¿Qué es la libertad? Vayamos de Occidente a Oriente. ¿Qué es la libertad para el americano? Aquello que le hace la vida más cómoda. Llama libertad a la que debe imbricarse en el orden social para que cada individuo pueda progresar lo mejor posible en el mundo exterior. Conocemos la libertad de manera diferente que los europeos, -dice Woodrow Wilson-, la conocemos porque nos parece práctica". - Así lo dice el propio americano. El cuchillo sirve para cortar, el tenedor para comer, porque son prácticos. El americano toma la libertad porque es práctica para lo que necesita, porque es la mejor manera de crear el orden que le gusta. La libertad es un producto de utilidad para el americano, le aporta beneficio. ¡Queridos amigos! Para los europeos occidentales, la libertad era otra cosa, la libertad era un ideal elevado, algo que admiraban. Casi podemos aplicar las palabras del poeta a la libertad. Para el europeo es la "alta y gloriosa diosa", para el americano es la útil vaca lechera que le proporciona leche y mantequilla. No lo digo yo, lo ha dicho la persona que será responsable de la gestión de los Estados Unidos americanos en los próximos años. No es en absoluto mi tarea expresar mi opinión, sino sólo ser el intérprete de lo que vive en el mundo espiritual. La libertad americana se ha caracterizado en un americano sobresaliente. Y si tomamos todo lo que los héroes espirituales en Europa han logrado para retratar esta divina libertad como la alta, noble diosa, la mayor parte de ello es tal que uno debe decir: Todo nuestro entusiasmo, todos nuestros sentimientos, pensamientos, emociones, se vuelven hacia lo que los europeos tenían en mente como el más alto ideal de libertad. 

Comprenderán, mis queridos amigos, que para los seguidores de la visión espiritual del mundo, la libertad debe convertirse en algo muy diferente. Todo lo entenderán mal si no tienen la conciencia de que todo debe ser remodelado. Nos enfrentamos a la exigencia de que la libertad debe convertirse en algo muy distinto de lo que hasta ahora se ha sentido como un ideal elevado, de lo que incluso lo mejor de la humanidad ha comprendido. Porque sabemos que en un futuro próximo se nos permitirá, como seres humanos, acudir a una fuente divina, que se nos permitirá beber agua espiritual, y que esta agua espiritual vivirá en nuestras almas, y que tendremos que espiritualizar la libertad con ella, del mismo modo que encarnamos el alma con nuestro cuerpo. Para unos la libertad es práctica para la vida exterior, para otros es un alto ideal espiritual, noble, para los terceros la libertad debe ser aquello que puedan espiritualizar, aquello que está más alto que el alma, tanto más alto como el alma lo está del cuerpo. Debemos aprender a espiritualizar la libertad. Debemos aprender muchas cosas, es decir, a espiritualizar la libertad, entonces progresaremos de la manera que los poderes eternos y espirituales quieren para la evolución de la humanidad, permitiendo que la Teosofía fluya en vuestras almas.

Así pues, mis queridos amigos, aceptemos estas palabras, dichas sencillamente, no para vuestro entendimiento sino para vuestros corazones, en esta hora en que habéis encontrado la oportunidad de entregaros a la Teosofía de una manera externa dentro de vuestro país; tomemos esto como una oportunidad para tomar conciencia en este momento de la elevada tarea que se nos ha dado a través de la comprensión espiritual del mundo. ¡Mis queridos amigos! Esta conciencia hará que, si vivimos en ella, de ese trabajo silencioso en las ramas teosóficas irradie algo que será de salvación para todo el país, pues sólo comienza a comprender la vida espiritual quien sabe que no sólo aquello que podemos hacer de manera externa, que no sólo lo que podemos hacer exteriormente para difundir la Teosofía contribuye realmente a la difusión de la Teosofía, no, que incluso si cooperamos lo mejor que podemos para lograr la comprensión de la Teosofía, los efectos de nuestro esfuerzo espiritual irradiarán entonces también invisiblemente. Y así como sabemos que una ciudad en la que hay una Logia Teosófica es algo muy diferente después de treinta años, aunque sólo unos pocos hayan trabajado teosóficamente en ella, que una ciudad en la que no hay Logia Teosófica, así también su país llegará a ser muy diferente cuando sienta con comprensión interior lo que la Teosofía puede darle. No les hablo como europeo occidental, ni como miembro de tal o cual nación. Sé que no es así. Pero quizás por esta misma razón puedo decirles: hay una salvación para Rusia, hay una salvación, pero esta salvación no debe buscarse de manera equivocada. No digo esto porque ame la Teosofía, sino porque todo el desarrollo de la humanidad puede enseñarnos esto como la verdad. Hay una salvación para Rusia y esta salvación se llama: Teosofía. Para otras partes del mundo la Teosofía será algo excelente, algo que hará avanzar a la gente. Para Rusia la Teosofía será la única salvación, aquello que debe estar allí para que el pueblo ruso encuentre la conexión con su alma nacional, para que esta alma nacional no sea llamada a otras tareas en el mundo que aquellas que están predestinadas para ella.

Con estas palabras quisiera inaugurar vuestras ramas recién fundadas, pues sé cómo se eleva en vuestros corazones el sentido sagrado de estas palabras. Entonces podrá obrar en vuestras almas esa conexión necesaria para la salvación de vuestra patria: la conexión del Misterio del Gólgota con la comprensión humana de este Misterio. Entonces reinará en vuestros corazones el espíritu que ha de convertirse en el regenerador de vuestra patria; entonces irradiará de vuestras asambleas lo que vuestra región terrena necesita. Desde esta conciencia y mirando a los poderes rectores de la evolución humana con devoción y reverencia, digo que deseo invocar todas las bendiciones sobre vuestro trabajo, invocar hacia el poder de vuestros corazones, invocar la bendición de aquellos poderes que hoy permiten que el Misterio del Gólgota fluya hacia los corazones humanos, para que esta bendición pueda continuar trabajando desde vuestras almas en rayos que emanen de vuestro trabajo hacia vuestro país. Y sé que esta bendición está siempre presente si somos dignos de ella. Así pues, mientras nos encontramos, por así decirlo, en el punto de partida de vuestro trabajo, dejad que la imagen de nuestra conciencia se cierna ante nosotros como un nuevo impulso, el impulso espiritual que debe derramarse en el desarrollo de la humanidad, mientras los guías espirituales de este impulso se ciernen sobre nuestro trabajo, que queremos llevar a cabo con sinceridad.  Entonces de esta imagen surge la conciencia de que estamos haciendo lo que se debe hacer tanto para el área más reducida, y por lo tanto también para toda el área amplia del desarrollo humano, en tal caso nuestro deber surge de esta imagen. Que en este sentido la bendición de los sabios guías del mundo y de la humanidad gobierne vuestro trabajo, que esta bendición surja poderosamente en vuestras almas, que haya luz en vuestras almas, entonces esta luz podrá fluir hacia fuera y podréis hacer mucho que sea significativo para la salvación, para el progreso, para el verdadero desarrollo de la humanidad.

Traducido por J.Luelmo ene,2024