domingo, 28 de enero de 2024

GA096 Berlín, 1 de octubre de 1906 La participación del hombre en los mundos superiores

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IMPULSOS ORIGINALES DE LA CIENCIA ESPIRITUAL

RUDOLF STEINER

EL ESOTERISMO CRISTIANO A LA LUZ DE LOS  NUEVOS CONOCIMIENTOS ESPIRITUALES

La participación del hombre en los mundos superiores

Berlín, 1 de octubre de 1906

Estoy encantado de volver a verles después de tanto tiempo: a los miembros de la rama y a los que se han unido a las reuniones a lo largo del año. Esperemos que el invierno que tenemos por delante haga avanzar de nuevo nuestro trabajo y nuestro movimiento espiritual, y que profundicemos un poco más en la búsqueda de nuestro camino hacia el mundo del espíritu y la vida en él.

Hacía mucho tiempo que no nos veíamos, pero en cierto modo este periodo es como todos aquellos otros en los que no estuvimos juntos en términos externos. Porque los miembros de esta rama están profunda y eminentemente interesados en que este movimiento espiritual se extienda por el mundo, así como en que penetre en sus propios corazones. Toda nuestra búsqueda en la teosofía no sería más que una forma refinada de egoísmo si no estuviéramos también interesados en que otras personas de este mundo oigan hablar del movimiento y se interesen por él, del mismo modo que nosotros mismos amamos formar parte de él.

Este que os habla, ha podido dirigirse a públicos más amplios y a todo tipo de personas diferentes en los últimos tiempos, y es bueno saber que personas de todos los niveles de la sociedad y de todas las clases sienten anhelo por el mundo del espíritu, algo que también se pone de manifiesto en el hecho de que exista el movimiento teosófico.

Quizá podamos hacer un breve repaso de esos públicos más amplios al comenzar nuestros estudios de invierno. La gira que pude emprender para dar a conocer más ampliamente el movimiento teosófico me llevó a Leipzig, Stuttgart, Baden-Baden, Alsacia, Suiza y Baviera. Pude hablar en Leipzig, Stuttgart, Baden-Baden, Colmar, Estrasburgo, Friburgo de Brisgovia, Heidelberg, Basilea, Berna, San Gall, Ratisbona, Nurnberg y Weimar. En algunos lugares impartí cursos magistrales. El curso de Leipzig consistió en catorce conferencias, el de Stuttgart duró más de quince días, durante los cuales la gente interesada en el movimiento teosófico tuvo que reunirse diariamente. Tales cursos son probablemente la manera más efectiva de ayudar al movimiento teosófico a entrar más profundamente en nuestro tiempo. No es tan fácil difundir el movimiento teosófico con suficiente intensidad si uno sólo puede dar una o dos conferencias y despertar el interés inicial Pero cuando a la gente se le da una introducción a la vida en el espíritu durante dos semanas enteras, pueden empezar a darse cuenta de que un nuevo mundo puede abrirse para ellos.

Hay, por supuesto, infinidad de obstáculos que impiden a la gente acercarse a la ciencia del espíritu y vivir con ella Hay que profundizar en el enfoque que hemos dado en llamar teosofía, pues sólo entonces los corazones y las mentes empezarán a hacerse una idea, un sentimiento, de que este mundo superior es algo muy real. Al principio, todo lo que oyen lo consideran no sólo incomprensible, sino también pura fantasía. A la gente no le resulta fácil abandonar la opinión aceptada de que las cosas de las que hablamos en teosofía son meros sueños y fantasías y darse cuenta ahora de que nuestro movimiento espiritual se ocupa de algo que, en el sentido más profundo, es la base misma del mundo real. Muchos piensan que la gente que habla de estas cosas está alejada de las realidades de la vida. Sin embargo, uno llega gradualmente a ver el punto de vista que se puede obtener, y a darse cuenta de que se trata de algo con los pies en la tierra, no de vivir en el país de las nubes, sino que se encuentra en niveles más profundos, que nos dan fuerza, perspicacia y verdad. Nos permite encontrar formas genuinas de lograr las grandes tareas que se le han encomendado a la humanidad en este mundo. Es un prejuicio decir que la teosofía es contraria a la vida, que niega la vida. Se oye decir: 'La teosofía presenta el mundo bajo una luz muy bonita, ofreciendo grandes ideales, pero desvía a la gente de la vida misma, del verdadero disfrute y placer de la vida'. Incluso se ha dicho que los teósofos pueden tener cosas bonitas que contar, pero que no son sanas.

Es probable que este tipo de prejuicios tarde más en desaparecer. Siempre será posible encontrar personas que entiendan las cosas presentadas en la literatura teosófica y en las conferencias. Será más difícil para ellos encontrar la manera de salir del tipo de respuestas internas y sentimientos que son parte de su educación y prejuicios adquiridos. Las respuestas internas y los sentimientos son más difíciles de superar que los pensamientos que necesitan ser desechados. Incluso es posible que oigan a alguien decir: 'Sí, por supuesto, queremos dedicarnos a la teosofía, pero tampoco queremos estropear las cosas a la gente que quiere aprovechar la vida al máximo'. Dirán que debemos recordar que los jóvenes deben disfrutar de la vida. Se trata, por supuesto, de lo que nos produce placer, y la cuestión debe ser más profunda. Porque es posible buscar objetos de placer mejores y más nobles y trabajar con ellos para llevar la vida a un nivel más noble. Podemos dar a la vida un nuevo contenido y no hay necesidad de estropear el placer de la vida de los jóvenes, porque les daremos nuevos tipos de placer y disfrute. A menudo a la gente le cuesta entender que uno pueda encontrar poco interesantes las cosas que otros consideran entretenidas: ir al cine y pasar el tiempo hablando de cosas que no tienen nada que ver con la realidad de la vida. Tal vez llegue un día en que hablemos de las diversiones populares de hoy como de un mundo de ilusiones.

Probablemente no ocurra muy a menudo que alguien envidie a otro la incapacidad de disfrutar de las cosas, pero ocurre. Tenemos un pequeño grupo teosófico en una ciudad en particular. Uno de nuestros teósofos, que se interesa enormemente por la ciencia del espíritu y ha adoptado también un cierto estilo de vida teosófico, vive con otra persona que también se interesa por la ciencia del espíritu, pero que todavía no puede renunciar a su predilección por el cochinillo asado, es decir, que realmente le encanta comer cochinillo asado. Sentado allí comiendo su cochinillo tiene entonces remordimientos de conciencia porque todavía es muy dado a este disfrute. Y piensa que el otro individuo tiene suerte porque ya no le gusta el cochinillo. La cuestión es que el otro individuo ha desarrollado necesidades diferentes. Y puede llegar el día en que las personas que ya no buscan diversiones comunes sean consideradas verdaderos ejemplos, y la gente se fije en ellas para el bien.

Mucho más profundos son los prejuicios que provienen del aprendizaje y la inteligencia y resultan un obstáculo para el progreso de la humanidad. Se puede encontrar un artículo en una revista sobre epidemias nacionales. Un conocido académico que trabaja en el campo de la psiquiatría y se ocupa de cuestiones que se sitúan entre la psicología y la psiquiatría, escribe sobre epidemias masivas. Se refiere a un fenómeno que existió durante 200 años, hasta finales de la Edad Media, con un ascetismo excesivo ampliamente practicado como ritual, con personas que se arrojaban al suelo, se flagelaban y se torturaban, sus fantasías llegaban a extremos y conducían a extraños excesos. Esto puede considerarse una enfermedad. El psiquiatra lo llama histeria de proporciones epidémicas. Continúa diciendo que los histéricos de ese tipo suelen estar abiertos a sugerencias que no pueden evaluarse con el pensamiento. Cuando una persona ve a otra que se ha hecho daño en el brazo, sentirá compasión y hará lo posible por ayudarla. No necesitamos entrar en las cosas que pasan por la mente de la gente normal. Pero hay otras personas que sienten el dolor en su propio brazo, de forma anormal, cuando alguien se hace daño. Esto se debe a la sugestión. Ésta puede alcanzar tales niveles que el individuo está completamente fuera de control, su vida interior carece de todo orden y se entrega a todas las impresiones procedentes del exterior.

Cuando un experto en almas materialistas habla de un fenómeno de este tipo que afecta a poblaciones enteras, se refiere a la sugestión pública procedente de grupos particulares, -en la época medieval, de los monasterios-, y que se generaliza. Se desarrolla una especie de «enfermedad de la época». La gente no se siente inclinada a preguntarse qué debe pensar sobre tal cosa cuando surge. Se dejan llevar totalmente por la sugerencia. Tal experto hablará del asunto con toda seriedad, pero no se da cuenta de una cosa, y es que una persona independiente que sea capaz de penetrar en sí misma será capaz de reconocer y distinguir claramente otro tipo de epidemia entre las masas. Ésta ha alcanzado hoy a muchos grupos sociales, incluso a personas muy cultas. Consiste en que la gente vive bajo la influencia de sugestiones específicas, tanto positivas como negativas. Si se les habla a esas personas de las verdades que se encuentran en la ciencia del espíritu, las verdades actuarán sobre ellas como una sugestión negativa. Tales personas no podrán comprenderlas; las encontrarán intolerables. Muchos prejuicios materialistas que hoy están muy difundidos actúan como sugestiones positivas. ¿Qué se encuentra en las facultades de medicina, teología y derecho? Sugestiones que influyen en determinados grupos sociales y llegan tan lejos que está perfectamente justificado llamarlas una especie de enfermedad, igual que el tipo de epidemia masiva de la que hablaba.

Un conocido biólogo escribió algo bastante extraño en una revista muy leída. Es extraño, quizá no tanto para alguien que sólo lee un poco aquí y un poco allá, pero para alguien que estudia el conjunto es algo que encuentra en el 95% de todo el mundo académico. Descubrirá que en el futuro será posible hablar de una especie de locura académica, de debilidad mental académica, igual que ahora hablamos de histeria. En el ensayo dice: «Si una bola de billar que rueda golpea a otra y la hace moverse, no puedo imaginar que no pase nada de la una a la otra». El científico llama materia movens al espectro peculiar que surge de la primera bola de billar, se introduce en la segunda y la pone en movimiento bajo la influencia de la primera. Se cree enormemente inteligente, pero en realidad sólo está bajo la influencia de la sugestión materialista, que le afecta igual que la histeria colectiva influía en la gente en el siglo XVI. Ahora piensen cómo las sugestiones a las que está sometida una persona pueden vivir a su alrededor. Su número es infinito. Si se presentan en gran número, -y es posible enumerar un gran número de ellas-, pueden reunirse en un cuadro que sería un cuadro de enfermedad del conocimiento académico moderno como el de la demencia precox, de la que tanto oímos hablar.

Ahí se ve la falta de libertad de quienes se rigen por la sugestión. Un poco ha cambiado desde la Edad Media. Sólo un teósofo es capaz de darse cuenta de esto. En la Edad Media se hablaba de posesión cuando algo hablaba de un ser humano que no era él mismo. Hoy en día la gente se ríe de la idea de posesión y habla de enfermedad. Este tipo de posesión, que existía en la época medieval, ha disminuido un poco en la actualidad. Sólo se manifiesta en determinados círculos. Otro tipo de posesión, la posesión real y genuina, está sin embargo muy extendida hoy en día. La posesión medieval era de naturaleza astral, hoy es mental. Los espíritus que se encuentran hoy en los universitarios, los espíritus que los poseen, están en el plano mental, devacánico. En el mundo que se considera el único mundo real, se expresan como pensamientos y, por lo tanto, también se dice que existen como pensamientos. 

<Así como el mundo de los sentimientos humanos, las respuestas internas, las pasiones, los impulsos y los deseos no es meramente algo que surge de la existencia en un cuerpo, sino que es algo independiente, verdadero y real por derecho propio, así también el mundo de los pensamientos es una entidad distinta. Sólo que los pensamientos de los seres humanos no son reales. Estos pensamientos humanos no son más que imágenes en la sombra de los pensamientos reales, del mismo modo que las pasiones y los sentimientos humanos no son más que imágenes en la sombra de algo completamente diferente. Hemos hablado a menudo de la forma en que estas cosas están conectadas. Sabemos que las cosas que podemos observar en los seres humanos a través de los sentidos físicos son, de hecho, el cuerpo físico, que es sólo una parte de todo el ser humano. Sabemos que los músculos y los nervios, los huesos y la sangre son sólo una parte de todo el ser humano. Estas cosas, que llamamos las partes, los elementos, del cuerpo humano, forman parte del mundo físico. Sin embargo, de la misma manera, los sentimientos y pensamientos humanos pertenecen a otro mundo, el mundo astral.

Aquí es donde la lógica moderna da los saltos más extraños. Hoy en día la gente no se da cuenta en absoluto de que su propio pensamiento, su propia lógica, debería decirles realmente lo imposibles que son las conclusiones que están sacando todo el tiempo, y que están incluyendo en sus líneas de pensamiento cosas que son sugerencias obvias. Es terriblemente fácil y sólo hacen falta algunas ideas muy comunes para que un público acepte lo que uno está diciendo si durante cinco minutos uno les presenta una secuencia inevitable de conclusiones. No se dan cuenta de que los escombros de la vieja vida y de las viejas formas de ver las cosas lo cubren todo. Así son las «conclusiones inevitables».

Alguien que haya nacido ciego y pueda estar entre nosotros tendría mucha razón al pensar que nos dejamos llevar por fantasías cuando hablamos de luz y color. Esto nunca ha sido una verdad para él. Objetará que las cosas sólo pueden conocerse por el tacto. No tiene por qué creer lo que le decimos, pero se equivocaría. Lo que importa aquí no es que esté equivocado, sino que no tiene el órgano para percibir la luz y el color. En el momento en que disponga de ese órgano, un nuevo mundo existirá a su alrededor. La verdadera teosofía nunca supondrá otro mundo; simplemente lo abordará de una manera diferente. Los mundos superiores de los teósofos están aquí a nuestro alrededor, como el mundo de los colores está alrededor del ciego. Un ciego de nacimiento cuya condición es operable puede recuperar el uso de su ojo físico. No decimos más que esto en teosofía cuando decimos que es posible desarrollar los ojos internos. Así como ha sido posible lograr el ojo físico, hecho con tanto arte, también es posible crear órganos a partir de las pasiones, instintos y sentimientos que viven en nosotros, órganos de percepción que verdaderamente abrirán nuevos mundos alrededor del ser humano. Así pues, es posible ayudar a los seres humanos a conseguirlo y desarrollarlo, para que sean capaces de asomarse a esos otros mundos del mismo modo que lo hacen al mundo físico. Este es el mundo astral del que hablamos en teosofía. Dentro del mundo exterior es tan real como lo es el mundo de los colores dentro del mundo dado por el sentido del tacto.

Alguien que no sepa nada de estos mundos no debería plantear objeciones al respecto. Debería ser un principio general para todos que sólo podemos hablar de cosas de las que sabemos algo y nunca debemos hacer afirmaciones sobre cosas de las que no sabemos nada. Todas las opiniones sobre la ciencia del espíritu basadas en la idea de que esos mundos deben permanecer desconocidos para nosotros son, por lo tanto, una monstruosidad lógica que no sirve para nada. Nadie debería decir nunca: «Todo mundo que desconozco no existe para mí».

Mucho para caracterizar los prejuicios que nos encontramos. Estas son las sugerencias que se hacen en el mundo académico actual. Y muchas, muchas personas están sujetas a estas sugerencias. Una conferencia basada en la ciencia del espíritu se escucha una vez, después de lo cual la gente continúa escuchando cientos y miles de cosas que se dicen ser altamente significativas, pero siempre involucran elementos que no provienen de la ciencia materialista, sino de la interpretación materialista de la ciencia.

Es difícil combatir estas sugerencias con sentido común, y esto es algo que sólo alguien capaz de ver más profundamente en la vida intelectual de hoy es capaz de saber. La ciencia popular, tan ocupada como está, tiene un efecto extremadamente dañino porque se presenta con un aire de infalibilidad autoritaria que sólo puede mostrarse en su verdadera luz en una fecha futura. La gente de hoy en día no tiene ni idea de hasta qué punto está sujeta a sugerencias presentadas con un aire autoritario. Tómese lo que digo como una mera caracterización y considérese lo extraño que resulta que las naciones luchen por librarse de una autoridad y, al mismo tiempo, sean presa de otras nuevas.

En el pasado, la gente se rendía a la sugestión, con su yo entregado a algo que estaba activo en ellos, pero alguien capaz de mirar en los mundos superiores vería entidades reales. Los pensamientos humanos se relacionan con ciertos espíritus del mundo «devacánico» del mismo modo que las sombras se corresponden con los objetos reales. Las imágenes de pensamiento que poseemos son sombras proyectadas por espíritus en el mundo devacánico o mental. El pensamiento que vive en ustedes no es más que una imagen de esa sombra, por sí misma. Alguien con visión, alguien que haya desarrollado sus órganos sensoriales superiores, lo verá en relación con un espíritu. Si vemos una sombra proyectada en una pared, sólo podremos comprenderla si la relacionamos con el objeto que la proyecta. Lo mismo ocurre con nuestros pensamientos. Sin nada con lo que relacionarlos, nuestros pensamientos son sombras. Se relacionan con espíritus que son tan reales en un mundo superior como esta mano mía lo es aquí. Así como mi mano proyecta una sombra en la pared, así los espíritus superiores proyectan sus sombras en este nuestro mundo. Y estas sombras son tus pensamientos.

El ser humano, tal como lo vemos ante nosotros, es en realidad el escenario de acontecimientos que tienen lugar más allá del mundo físico. Como entidad física, el hombre es en primer lugar completo en sí mismo, y como tal vive en un mundo físico que es completo en sí mismo. Para comprender al ser humano como entidad física tenemos que permanecer en el mundo físico. Para investigar y comprender la sangre como sustancia física, por ejemplo, hay que permanecer en el mundo físico. Para comprender la naturaleza de los sentimientos, las respuestas internas y las pasiones, tendremos que recurrir a frases vacías o relacionar estas cosas con espíritus que están detrás del mundo físico, con un mundo que se relaciona con éste como el mundo del color lo hace con el mundo del tacto. También hay que utilizar un enfoque similar para comprender el mundo del pensamiento.

Vemos, pues, que el hombre participa de los mundos superiores, que el cuerpo astral se extiende en esos mundos, y que el mundo devacánico, por su parte, proyecta una especie de sombra en este mundo. Alguien que no sabe nada de esos mundos superiores está sujeto a ellos como un esclavo, impotente contra los poderes que controlan las cadenas. Así como la persona física sólo puede ser libre si es capaz de desarrollar la voluntad de enfrentarse a otra persona en libertad, la naturaleza astral del hombre sólo puede ser libre si reconoce su conexión con todo el mundo astral. Porque mientras las personas vivan sólo en sus sentimientos internos ordinarios, su naturaleza astral las tiene «bajo sus riendas», por así decirlo. Siempre están poseídos por ella. Se liberan cuando lo reconocen. Del mismo modo que percibimos y conocemos el mundo físico que nos rodea, debemos enfrentarnos a esos espíritus, ojo espiritual a ojo espiritual, y saber con quién estamos tratando. Lo mismo ocurre con el mundo de los pensamientos humanos. Este es el camino hacia la verdadera libertad, ver a través del mundo que nos rodea. Para obtener la medida correcta de comprensión tenemos que considerar lo que hay detrás del aspecto físico. Hay que empezar y estudiar estas cosas; el mundo debe estudiar estas cosas.

Existe cierta justificación para la siguiente objeción, que también plantea mucha gente: ¿De qué nos sirve que alguien nos hable de mundos que nosotros mismos no podemos ver? Verán, es el primer paso para poder ver uno mismo esos mundos. ¿Por qué es el primer paso? Porque para alguien que ha adquirido cierto conocimiento, el mundo físico tiene una apariencia algo diferente de la que tiene para las mentes materialistas. Una comparación puede mostrar el punto de vista diferente que un teósofo debe adquirir en relación con el mundo físico. Podemos tomar nuestro ejemplo de la escritura ordinaria. Alguien que no sabe leer puede mirarla y también alguien que sabe leer. Ambos ven lo mismo; no hay diferencia en lo que realmente ven. La persona que no sabe leer dirá: Veo líneas que bajan y suben, líneas más largas y más cortas. Será capaz de describirlas. La persona que sabe leer, sin embargo, verá que las líneas tienen un significado. No describirá la forma de las letras, sino que les encontrará un significado.

Así es el mundo entero visto desde el punto de vista de la ciencia espiritual. En comparación con esto, tomemos nuestra ciencia convencional moderna. En este caso, el mundo se describe del mismo modo que lo haría alguien que no hubiera aprendido a leer para describir las letras. Para la otra persona, todas las cosas del mundo se convierten en letras; adquieren significado y aprende a leerlas. Cuando alguien que no sabe leer describe las formas de las letras, no puede decirse que esté equivocado. Mucha gente dice que nuestras ideas están divorciadas de la realidad cuando decimos que la palabra o el mundo también tienen un significado específico. No se puede decir nada en contra de esta objeción; es la visión cotidiana de las cosas. Pero hay otra forma de ver las cosas en la que cada flor se convierte en una letra, cada especie vegetal en una palabra y el mundo en un gran libro.

El mundo encierra en sí algo que va más allá de sus aspectos físicos. Sin embargo, los signos de ello no tienen labios, por lo que hay que darles un significado. Para alguien capaz de leer la escritura de las plantas se abre en el Devacán un mundo completamente nuevo. Se puede pensar también en cada animal del mundo como en una letra, y poco a poco se irán descifrando estas letras. Si comprenden lo que se expresa en la vida de los animales, se relacionarán con ellos como alguien capaz de leer y no como alguien que se limita a describir las letras, que es lo que hace la ciencia convencional moderna. Aprendiendo a reconocer la palabra que yace en el animal se es capaz de ver otro mundo completamente diferente detrás del mundo físico: el mundo astral. Al aprender a ver el mundo vegetal como letras, se adquiere la capacidad de ver el mundo mental. No se trata de algo alejado de la realidad. Al contrario, es algo firmemente basado en la realidad que nos enseña a ver el abundante significado de la vida.

No hay duda de que sólo percibimos el verdadero significado de la visión espiritual del mundo si la comparamos con la lectura. ¿Qué sentido tendría que dibujara algo en la pizarra y lo describiera si no tuviera ningún significado? Adquiere sentido en la medida en que percibimos su significado. Así ocurre con el mundo. Poco a poco comprendemos por qué existe el mundo, cuál puede ser su significado para los seres humanos y qué son los propios seres humanos dentro del mundo.

Al decirles todo esto, no pretendía presentarles algo nuevo. Aquellos de ustedes que han oído hablar de la teosofía en varias ocasiones lo sabrán todo. Se lo he contado para darles un medio de refutar la afirmación de que la teosofía no es científica, para armarlos contra objeciones reputadas como lógicas. Sólo alguien que utiliza una lógica miope tiene objeciones que plantear contra la ciencia del espíritu. Una lógica que explore todos los recovecos mostrará que no se puede plantear ninguna objeción que no sea absolutamente sensata. Hay que comprender, por lo tanto, que las personas que se basan en un punto de vista científico en sus ataques contra la teosofía no lo hacen por razones lógicas, sino sobre la base de la sugestión. Cuando se está libre de tal sugestión y se sabe que los pensamientos no son más que las sombras proyectadas por los espíritus devacánicos, y si entonces se oye decir a un profesor que está bajo la influencia del mundo mental que una bola de billar es movida por materia movens, que se transfiere a una segunda bola de billar, se puede ver entre bastidores y ver que está influenciado por otros espíritus.

La tierra está conmocionada, en cierto modo. Nos plantea grandes tareas. Los cuestionamientos surgen de los serios desafíos de nuestro tiempo. No será posible resolver la cuestión social, que ya ha causado tanto derramamiento de sangre, con las sugestines que la gente padece actualmente. Los partidos políticos que pretenden resolver la cuestión social también están bajo la influencia de tales sugestiones. Alguien capaz de ver detrás de los aspectos físicos ve que detrás de muchos seguidores de un partido está el demonio. <Nunca puede ser de otra manera de lo que fue en el caso de Robert Owen, una persona noble y bondadosa con buen conocimiento de las condiciones sociales en Inglaterra. Quería crear un ejemplo de economía en la que pidiera a los trabajadores buenos y malos que se unieran a él para establecer una comunidad social. Se basaba en el comprensible prejuicio de que las personas son esencialmente buenas y sólo había que ponerlas en una situación en la que tuvieran la oportunidad de ganarse la vida como es debido. En tal situación, creía, podrían tener el tipo de vida que deseaban. Pero este filántropo finalmente tuvo que admitir que no era posible empezar con medidas prácticas en sus esfuerzos por el progreso social, sino que primero había que enseñar a la gente, dirigiéndose a su comprensión.

Alguien capaz de ver en el mundo del espíritu percibe lo que hay detrás del plano físico. Verá cómo conviven las personas, algunas en la mayor miseria, pobres y oprimidas por el trabajo y la necesidad, y otras en la superabundancia, disfrutando de todo tipo de cosas. Si no se va más allá del plano físico, será fácil imaginar cómo se puede cambiar la situación. Esto es lo que hace la mayoría de la gente cuando siente que está llamada a ser reformadora hoy en día. No se encuentran en la misma situación que alguien que nació ciego y, tras una operación exitosa, de repente ve que el mundo que le rodea está lleno de color. Porque entonces verían todo tipo de espíritus diferentes detrás de todo lo físico. Si intentan llevar a cabo sus bienintencionados planes de reforma pero no prestan atención a los espíritus que hay detrás de todo, la situación será mucho peor cincuenta años después de lo que ha sido nunca.  Todos los ideales sociales de hoy irían grotescamente en contra del mundo astral, a menos que este mundo astral de pasiones, deseos y anhelos humanos cambiara también. La miseria general, un terrible fermento en el mundo, una espantosa lucha por la existencia ocuparían entonces el lugar de la lucha actual, que ya es bastante terrible.

Basta con mirar un poco en el mundo de los espíritus para darse cuenta de la situación. Los seres humanos no son sólo cuerpos a los que hay que proporcionar alimento; los seres humanos son también espíritus, y están en contacto con otros espíritus. La tarea de aquellos que son capaces de ver el mundo oculto es hacerles tomar conciencia de ser compañeros, miembros, de mundos superiores. Imaginemos un ser humano, y unos cuantos escarabajos que se arrastran sobre este ser humano. Los escarabajos no pueden tener idea de que este ser humano, esta entidad espiritual, es algo diferente de ellos mismos. Describirán la forma, por ejemplo, de la nariz. Así es como los seres humanos describen los cielos, Marte, el Sol, Mercurio y las demás estrellas. Un astrónomo moderno es igual que un escarabajo que no tiene ni idea de que la nariz pertenece a un alma cuando describe Mercurio, Marte, el Sol. Los describe tal como los ve, como un escarabajo que se arrastra por el cosmos. Sólo sabremos describir la realidad de las cosas cuando nos demos cuenta de que las estrellas tienen alma, de que el espíritu está presente en todas partes, de que todo el universo está dotado de alma. Ese y no otro es el objetivo de la ciencia del espíritu. Es tan lógico como eso. Los prejuicios, al ser pura sugestión, dificultan la toma de conciencia de lo que realmente es esta visión espiritual del mundo.

El objetivo de esta conferencia introductoria ha sido mostrar la resistencia que encuentran las personas que piensan en términos de la ciencia del espíritu y que a los ojos del mundo representan esta ciencia. Cada uno de ustedes puede encontrarse en una posición en la que tenga que mostrar firmeza frente a puntos de vista que se le presentan desde el exterior. Es parte del trabajo en nuestros grupos ayudar a los miembros a mantenerse firmes. Deben estar suficientemente seguros interiormente de que, a pesar de todo lo que se les presente en el mundo, tienen una certeza interior viva del mundo del espíritu y están así armados contra cualquier objeción que pueda plantearse. Lo que importa no es la cantidad de conocimientos teosóficos que tengamos, sino nuestra conciencia interior, nuestra vida interior y nuestra certeza interior. Muchas personas que representan otros enfoques quieren entrar en discusión con nosotros, queriendo ofrecer sabiduría que la teosofía ya tiene. Siguen diciendo cosas que un teósofo hace tiempo que ha dejado atrás. Él describirá, puntualizará pero no criticará. No hará propaganda en el sentido habitual, pues esa no puede ser nuestra tarea. La gente debe venir por su propia voluntad si quiere unirse a nuestras filas. Hacer propaganda y agitar no es tarea de los teósofos. Por lo tanto, tampoco les corresponde refutar a los demás. Se trata de caracterizar el punto de vista de la propia ciencia espiritual. Los demás tienen que entrar en el espíritu de la misma. La agitación´, -si se puede decir que una conferencia pública es tal-, consiste en decirle a la gente: la teosofía tiene esto y aquello que ofrecer. Cualquiera que esté destinado a venir a ella, vendrá. Un teósofo no tiene que ofrecer puntos de vista y opiniones. Habla de realidades en un mundo superior, y las realidades, los hechos, son indiscutibles. Un teósofo que presenta el punto de vista científico espiritual dejará de presentar sus propias opiniones. Como teósofos hablamos de sabiduría antigua que siempre ha sido conocida por la gente sabia. Nunca habrá dos personas que tengan opiniones diferentes una vez que hayan entrado en el reino superior. A lo sumo puede darse el caso de que una de ellas no haya penetrado lo suficiente. Este es el tipo de actitud que un teósofo puede desarrollar. No debe imponerse a los demás, pero a la hora de presentar la teosofía al mundo debe estar seguro en su corazón y seguro de sí mismo. El que sabe también podrá encontrar palabras para el conocimiento que tiene en su interior.

Esta es, pues, la forma en que el enfoque teosófico, y otros enfoques que se oponen a él, deben ser caracterizados y no criticados. Si desarrollamos esta actitud cada vez más, tendremos los mejores medios posibles para ser teósofos activos en el mundo. Comprenderemos cada vez más el mundo que nos rodea y lo investigaremos en el espíritu. Esa es la manera teosófica de hacer las cosas.

En conclusión un ejemplo más, uno de esos que escandalizarán a la gente cuando se haga referencia a él en público. Estas cosas son sencillamente ciertas y se pueden descubrir con los medios de nuestra investigación espiritual. Quisiera describirles un fenómeno de nuestro tiempo, y verán que si realmente penetramos en las cosas que nos ofrece la ciencia del espíritu, llegaremos a comprender el mundo que nos rodea. Por favor, no se tomen a mal mis palabras, pues habrá que acostumbrarse al hecho de que hay cosas de las que aún no tenemos la menor idea. ¿Quién hubiera pensado hace cincuenta años que existe una sustancia a la que le basta un minúsculo gránulo para dañar nuestra salud? Hace cincuenta años nadie sabía nada al respecto. Hay cosas que tienen efecto antes de que la gente las conozca y las entienda. Esta sustancia se llama radio. En este caso, la gente aún no tenía los instrumentos físicos para comprenderlo. Cuando se trata de cosas del espíritu, la gente carece de los instrumentos espirituales.

Hay miembros del movimiento socialista que son extraordinariamente radicales y a los que realmente les gustaría golpear y destruirlo todo. Otros son hasta cierto punto conservadores. Entre ellos hay todo tipo de tendencias diferentes. Un grupo dentro del movimiento socialista es un grupo cerrado con una visión notablemente homogénea, afín y con la misma forma de hacer las cosas. Han sido las personas menos radicales. Básicamente se trata del gremio, el grupo ocupacional, que dio origen al movimiento sindical socialista: los impresores. Fueron los primeros en desarrollar un conjunto de normas más formales dentro del movimiento social. Se acordaron tarifas salariales para la relación entre trabajadores y empresarios. Incluso se ha llegado al extremo de producir un periódico para el gremio de los impresores, cuyo director no es socialista en absoluto, ya que fue expulsado del partido socialista. Esto demuestra lo moderado que es el grupo.

Ahora es posible preguntar si podemos investigar las causas espirituales de estas cosas igual que podemos investigar físicamente los efectos del radio. Sí, podemos. No se sorprendan demasiado de la respuesta dada en la ciencia del espíritu a la pregunta de por qué existe tal grupo dentro del movimiento socialista. Se debe a la acción del plomo sobre el alma humana. Todas las cosas del mundo que nos rodea, sean pequeñas o grandes, son los cuerpos físicos de principios espirituales. Oro, plata, cobre, todo lo que vive a nuestro alrededor es la parte corporal de un principio espiritual. El plomo, también, es el cuerpo visible de un espíritu particular. Y cualquiera que trabaje con plomo está tratando con el metal no sólo en su sentido químico, sino también en su naturaleza espiritual. El plomo no sólo afecta a los pulmones; también tiene un efecto bastante específico sobre el resto del ser humano. Así que ahí tienen ustedes el origen de los puntos de vista inusuales mantenidos en este grupo profesional.

Ahora algo más: algo que me ocurrió hace sólo unos días. Vino a verme alguien a quien conozco bien y que no puede explicarse por qué es capaz de encontrar analogías y ver conexiones en su trabajo científico con una facilidad poco habitual incluso entre los académicos. Tal capacidad se debe a un cuerpo mental de gran movilidad. Se me ocurrió averiguar cómo se produce este fenómeno. Al cabo de un tiempo pude decirle al hombre que probablemente tenía mucho que ver con el cobre. Esto resultó ser cierto, ya que toca la trompa. La pequeña cantidad de cobre que contenía le producía tal efecto.

Piénsenlo. Sin saberlo, la gente está sujeta a todo tipo de influencias. Antes hablé de la sugestión. Ahora vemos la influencia de todo el mundo del espíritu que está alrededor del ser humano. ¿Y qué es la teosofía? Es una forma de penetrar en el mundo del espíritu y en sus leyes. ¿Y qué significa esto? Significa libertad, porque sólo la comprensión da libertad. Cuando conocemos algo, podemos relacionarnos con ello de la manera correcta. Adquirir la comprensión del espíritu es, por tanto, el mayor proceso de liberación que podemos experimentar. El verdadero desarrollo y el progreso residen en las cosas que la ciencia del espíritu puede enseñarnos. Las personas sólo acudirán a la búsqueda de la verdad en el espíritu cuando quieran ser libres. Sin embargo, hoy no adquirirán el conocimiento del espíritu, y podemos ver que es imposible que lo hagan, si quieren ser libres no sólo de los prejuicios sociales, sino también de todo lo demás, incluidas las cosas que aún no tienen el poder de la mente para comprender. Las personas que todavía dependen de la moda y demás, no estarán muy inclinadas a considerar la influencia de los metales que existen a su alrededor. Pero hay que empezar, un pequeño comienzo para algo que es grande, muy grande. Lo que quería hacer hoy era echar un pequeño vistazo a algo en lo que la ciencia del espíritu puede esperar ser un comienzo.

Traducido por J.Luelmo jun,2024

sábado, 6 de enero de 2024

GA158 Helsingfors, 5 de junio de 1913 -discurso sobre el ciclo "Los fundamentos ocultos del Bhagavad Gita"

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RUDOLF STEINER


EL PUEBLO RUSO COMO ANTÍTESIS DEL NORTEAMERICANO

Helsingfors, 5 de junio de 1913

Discurso para la audiencia rusa sobre el ciclo "Los fundamentos ocultos del Bhagavad Gita"

Cuando nos reunimos aquí el año pasado, en los corazones de los que ya entonces estaban reunidos con nuestros amigos rusos, había todavía, por así decirlo, un brote de lo que en cierto modo se ha desplegado en este año, la conciencia que ha de impregnar cada vez más vuestros corazones, de que la Teosofía, o como también la llamamos, la Antroposofía, no es algo que el ser humano recibe como un conocimiento más o como un credo individual más, sino que en cierto sentido debe apoderarse de toda el alma de cada individuo, que debe apoderarse del alma de toda la humanidad en nuestro ciclo de tiempo. Esta conciencia debe desarrollarse poco a poco, y no hay que creer, no hay que ceder a la ilusión de que se puede llegar fácilmente al pleno significado y al pleno poder de esta conciencia. Porque sólo poco a poco, lenta y muy gradualmente, podemos adquirir la conciencia del significado del impulso teosófico en nuestra experiencia.

Tal verdad parece bastante trivial, pero es precisamente aquí donde debemos tomar con la mayor seriedad lo que parece bastante trivial. Pues del total perteneciente a esta conciencia, tómese una sola cosa, tómese el hecho de que hace casi dos mil años que el impulso Crístico descendió de los mundos superiores a la vida terrena, tómese el hecho de que el Evangelio es uno de los libros más leídos del mundo, tómese el hecho de que durante siglos y siglos millones de almas humanas han creído tener una relación correcta con Cristo, y junto a esto colóquese el hecho de que es cierto que el alma humana honesta, que no quiere atribuirse con inmodestia una comprensión que no tiene, debe luchar con la pregunta en nuestro tiempo: ¿Qué es realmente este impulso de Cristo? 

¡Y que esta alma sólo puede esperar obtener realmente una comprensión de este impulso Crístico a partir de nuevas revelaciones del mundo espiritual! Tomemos otros hechos. El año pasado asistí con unos amigos al servicio de Pascua de la iglesia rusa. Yo traté de decir inmediatamente después una palabra que supuse daría que pensar. El servicio simplemente exudaba la conciencia del Cristo muerto. Pero en nuestro tiempo y en el futuro para la salvación de la humanidad el mensaje debe ser el del Cristo siempre vivo. Sin embargo, como trasfondo de este servicio divino surgió para mí otra imagen, que debía ser pensada al margen de lo que allí hacían las personalidades que no estaban a la altura de este culto. El fondo era un retablo de antiguos misterios sagrados, que sin embargo se han desarrollado en aquello que vive exteriormente en las formas de este culto, que muchos corazones humanos sienten, pero que es menos comprendido por aquellos que deberían ser o se consideran los intérpretes más llamados en el presente.

Traten cada vez más de ahondar en sus almas, a través de indicaciones como las que acabamos de dar, la idea de que la Teosofía procede de cada corazón individual, de que a través de la Teosofía o de la Antroposofía debe fluir algo completamente nuevo en el desarrollo de la humanidad. Traten de indagar en sus corazones la verdad de que los signos de los tiempos son tales que realmente nunca debemos comprometernos con lo que nos rodea, al menos en nuestras propias almas, en nuestros propios corazones, a veces muy silenciosa e íntimamente. Una nueva planta no puede crecer fácilmente de una planta, una nueva planta sólo puede crecer de una planta si la vieja planta muere y una nueva planta se forma como de un solo punto, a partir de la semilla. Así, mis queridos amigos, la Teosofía es, en efecto, algo que debe desarrollarse como una semilla completamente nueva en nuestras almas, en nuestros corazones, que debe conservar sólo lo único de todo lo que tenía la antigua planta de la humanidad, pero que es universal, sólo lo único que vemos en la contemplación del Misterio del Gólgota. Las hojas, la cepa de la antigua cultura humana, tendrán que caer; la flor, el Misterio del Gólgota, tendrá que permanecer como un recuerdo de la semilla que ha de desarrollarse en la Teosofía. Y esta semilla, mis queridos amigos, tendrá que llevar dentro de sí la conciencia de llevar esta flor más y más hacia su pleno desarrollo de una manera nueva y siempre nueva. Entonces el impulso Crístico vivirá en muchas formas a través de la evolución de la humanidad y, sin embargo, será siempre el mismo, así como cada nuevo florecimiento lleva en sí el poder y la belleza del antiguo florecimiento. Pero al mismo tiempo será lo que quiere ser de la manera más íntima, un surgimiento nuevo y siempre nuevo, una comprensión nueva y siempre nueva de aquello que fue dado como un nuevo comienzo de la evolución humana cuando la sangre fluyó de las heridas de aquel que tomó forma humana para experimentar la muerte dentro de la humanidad.

¡Mis queridos amigos! Todos los mundos por los que podemos pasar desde nuestro mundo físico a través de los mundos superiores en adelante y hacia arriba, siempre guardan algo en común. Es cierto que cuando llegamos a un mundo superior, siempre encontramos algo nuevo y novedoso, pero sin embargo siempre algo en común con el mundo anterior. Pero cuando llegamos a conocer los mundos superiores, hay algo en ellos que no puede existir sólo como apariencia física. Los dioses de los mundos superiores pueden experimentar múltiples cosas, pero una cosa que nunca pueden experimentar es la muerte. Pues la muerte no existe en los mundos suprasensibles. En ellos, los seres se transforman, pasan de una forma a otra; no se puede morir en el mundo suprasensible. La muerte como fenómeno físico es aquello que sólo puede existir como fenómeno físico. Y de todos los dioses y espíritus, el único que descendió al mundo de la humanidad para tener algo en común con la humanidad fue el Cristo, que se vinculó a la humanidad a través de su muerte, no sólo a través de su vida. Pero se unió a través de una muerte de la que emanaron nuevas fuerzas de vida. Contemplar la muerte en el Gólgota, debe convertirse para la humanidad en el punto de partida para fuerzas de vida siempre nuevas y nuevas, pues con esta muerte se concentra en un solo punto de la evolución de la humanidad lo que sólo un Dios ha querido realizar para la humanidad con un sacrificio infinito. Traten de reflexionar sobre esta idea, traten de hacer de esta idea una meditación viva, y verán que de esta idea pueden emanar las fuerzas vitales más fuertes para toda alma humana. Por eso no hay imagen más sublime que la cruz que se yergue en el Gólgota.

¡Mis queridos amigos! Con tal imaginación como la cruz en el Gólgota, que se yergue allí para toda la humanidad, con tal imaginación se le otorga a la humanidad algo infinito. Este símbolo, que fue colocado allí hace casi dos milenios, era al mismo tiempo una verdadera realidad, y todavía tenemos que aprender a comprenderlo cada vez más en la evolución de la humanidad en el futuro. Son ideas simples, primitivas, pero no están ahí para tomar en nosotros un carácter metafísico, sino para tomar sentimientos que nos hagan aptos para situarnos en el camino correcto en toda la evolución humana.

Ustedes saben, mis queridos amigos, que la evolución de la humanidad ha procedido de manera diferenciada, se ha producido en naciones y pueblos determinados. Cada pueblo tiene un carácter básico muy especial, que se deriva del hecho de que cada pueblo tiene como líder a uno de esos espíritus que contamos entre la Jerarquía de los Arcángeles. Los Arcángeles son los jefes supremos, por así decirlo, de cada pueblo determinado. Que el alma humana como alma personal en el futuro se relacione cada vez más con el alma rectora del pueblo que pertenece a la jerarquía de los Arcángeles, es algo que la cosmovisión espiritual debe aportarnos. Y sólo si mostramos comprensión por lo que esta alma nacional quiere para nosotros, si esta alma nacional tiene voluntad de desarrollarse en el futuro, podremos cooperar de forma adecuada en la evolución espiritual de la humanidad. En este sentido tenemos que hacer una gran diferencia entre las almas de los pueblos de Europa Occidental y las almas de los pueblos de Europa Oriental, de Rusia. 

No estoy hablando ahora de la cultura rusa exterior, de lo que está presente en el plano físico exterior como cultura del pueblo ruso. Estoy hablando de vuestra alma nacional que está realmente presente en el mundo espiritual, que sólo espera su tarea en el futuro, que está llena de expectación, llena de esperanza, llena de confianza. Si se compara esta alma nacional con las almas nacionales de Europa Occidental, se tiene la impresión de lo joven, lo aspirante, por un lado, y lo viejo, lo anciano, por otro. La cultura centroeuropea se interpone entre Europa occidental y oriental como una cultura mediadora, que se malinterpreta fundamentalmente si se la considera del mismo modo que a las demás culturas. De un modo muy peculiar, esta cultura centroeuropea tiene la tarea de actuar como heraldo desde la antigüedad hasta épocas posteriores. Piensen por un momento, queridos amigos, cómo surgió en primer lugar toda la cultura europea del mundo occidental. Existieron los puestos avanzados de los pueblos orientales hasta la antigua India y estos pueblos desarrollaron una gran y penetrante cultura, tal como nos llega de la cultura de la antigua India, de la época del Bhagavad Gita. Estos pueblos fueron empujados hacia el sur de Asia. Mientras sabios maestros como los Rishis y Zaratustra enseñaban en ellos, atrás quedaron pueblos en el más amplio radio de los países europeos, también en vuestro país, que hasta cierto punto permanecieron en estados primitivos a lo largo de la sabia evolución del mundo. Mientras en Asia florecían pensamientos de gran alcance en las filosofías Sankhya y Vedanta, estos pueblos europeos tenían culturas simples y primitivas. ¿Por qué? Porque las culturas deben progresar de tal modo que todo lo que ha de venir después como impulso debe ser absorbido por los pueblos primitivos. Los pueblos de Oriente, que se habían elevado a una cierta altura de intelectualidad, nunca más pudieron comprender el impulso Crístico, por ejemplo; estaban más allá de la posibilidad de comprender el impulso Crístico.

Los pueblos de la cultura occidental aún no estaban preparados para absorber en la cabeza lo espiritual, aquello que vive como fuerza del corazón hacia la cabeza aún no había llegado a ella. En la India todo era cultura de la cabeza, en los pueblos europeos todo estaba todavía concentrado en sentimientos primitivos en fuerza original en el corazón. Sólo tales pueblos, al no haber ido aún más allá de la fuerza anímica del corazón, pudieron ir entretejiendo poco a poco los misterios del Gólgota en sus percepciones. Así pues, la cultura europea, que se había quedado atrás y se mantenía en su vigor original y fresco, -y el vigor original y fresco está más estrechamente relacionado con lo divino-, estaba preparada para recibir el impulso de Cristo. Así que en el mundo occidental confluyeron dos corrientes que cualquiera que las sienta puede distinguir con nitidez. ¿Quién no podría distinguir entre la nota clave peculiar de Fichte, el filósofo centroeuropeo, y la nota clave peculiar de Spinoza, que también fue un filósofo europeo? En la evolución de la humanidad se da incluso el caso de que lo que pertenece a la cultura general puede ser llevado por la misma individualidad. Pues la misma individualidad es Spinoza y Fichte, como quizá algunos de nuestros amigos ya sepan. Pero Fichte, como personalidad individual del siglo XVIII, XIX, es un espíritu que pudo ser impregnado por toda la fuerza del impulso Crístico; Spinoza, es decir, la misma individualidad, se sitúa en la otra corriente y no tiene nada de ella.

Pero todavía hay mucho que falta por llegar a la cultura europea. Y lo que se ha hecho viejo en cierto modo debe cooperar con lo que es joven y está fresco de esperanza. El alma nacional rusa, la entidad de la jerarquía de los Arcángeles, es joven y fresca con esperanza, tiene su tarea por delante. Y corresponderá a los teósofos rusos encontrar el puente que vaya del alma del individuo al alma del pueblo, aprender a comprender lo que el alma del pueblo quiere de ellos. Encontraréis, mis queridos amigos, que bajo ciertas condiciones será fácil para vuestras almas revitalizar el impulso Crístico de vuestros corazones a través de lo que vive en vuestras almas. Por otra parte, tendréis que experimentar que también por tener cierta ligereza interior para revitalizar el impulso Crístico, por otro lado experimentaréis grandes dificultades. Tendréis que aprender que a vosotros se os aplica en mayor grado la verdad profunda, que tendréis que situaros en vuestras propias almas, que tendréis que revitalizar lo teosófico en vuestras almas. Porque, mis queridos amigos, la Teosofía como proclamación de nuestra época no quiere transigir con otras visiones del mundo. Ella dirige una sentencia severa a otras visiones del mundo. Una sentencia que ya ha sido oída en el curso de la evolución. Aquellos que quieren encontrar la Teosofía en las anteriores culturas externas, materialistas, - y todas las culturas del presente lo son, o al menos se están acercando a ellas-, todos aquellos que buscan compromisos, siempre serán confrontados con la severa sentencia que Cristo Jesús dijo una vez: Dejad que los muertos entierren a sus muertos. ¡Pero tú sígueme! Los muertos, es decir, las culturas individuales que se acercan al materialismo, ya tienen la capacidad de llevarse a sí mismos a la tumba. "¡Dejad que los muertos entierren a sus muertos!". Pero las almas deben seguir aquello que es la comprensión del impulso espiritual que, como el impulso Crístico, rige a través del mundo. Por lo tanto, mis queridos amigos, si indagáis en lo que las viejas tradiciones pueden proporcionaros, en lo que los viejos orígenes pueden proporcionaros, no encontraréis algo que os conduzca a la Teosofía. Está bien encontrar estas viejas costumbres, estas viejas tradiciones, para mostrar cómo en ellas impera lo divino, pero el hombre llega hoy a la Teosofía precisamente llevando consigo un alma en la que no impera lo viejo, lo anticuado, sino un alma como la que lleváis vosotros: almas frescas, inmediatas, como la que traéis a esta Teosofía no influida por ninguna tradición. El impulso teosófico exige de vuestras almas vitalidad, no mero poder cognoscitivo.

¡Mis queridos amigos! Muchos de ustedes, tal vez la mayoría, tal vez incluso todos, sienten en su interior, aunque tal vez lo definan de otra manera, el dolor, el sufrimiento de estar separados del alma del pueblo, de estar temporalmente separados del alma de su pueblo. Muchos de ustedes sienten, aunque crean lo contrario, quizás la mayoría de ustedes, quizás todos ustedes sienten en su interior cómo necesitan un nuevo estímulo de voluntad y fuerza. Comiencen por una vez, mis queridos amigos, lo que sienten como el sufrimiento de la falta a menudo de voluntad y de la falta a menudo de fuerza, comiencen por una vez, decídanse a considerar esto como la virginidad de su voluntad, decídanse a considerar esto como una voluntad que ha permanecido intacta y que sólo espera ser estimulada por aquello que es el impulso teosófico! ¡Permitan que el impulso teosófico se convierta en voluntad en ustedes! ¡Traten de transformar el sufrimiento en fuerza, la voluntad débil en la voluntad teosófica dentro de ustedes, así podrán realmente entrar en la vida teosófica! ¡Traten de reinterpretar lo que aún es débil en ustedes, lo que aún no existe plenamente! ¡Así podrán convertirse en los mejores portadores de la Teosofía! Porque recuerden, las almas que ahora están en sus cuerpos no están destinadas a reencarnarse sólo en Europa Oriental en la siguiente encarnación. Están destinadas a distribuirse por toda la Tierra en las siguientes encarnaciones. Y entre la muerte y el nuevo nacimiento habrá algo ante ustedes, que les hablará de esta manera cuando entren en una nueva encarnación. A uno le dirá: Has cumplido tu tarea, puedes llevar al mundo lo que has absorbido en la tierra, lo que sólo se podía absorber en el suelo de Europa Oriental. - A otro le dirá: ¡No puedes hacerlo!

Mis queridos amigos, consideren lo que ahora sienten por la Teosofía como el instinto de lo que acaba de ser expresado, como la sensación indefinida que existe en ustedes de esta su tarea. Considérenlo de tal manera que pueda darles fuerza desde el yo hacia el pensar, el sentir y la voluntad, desde allí hacia la vida, desde allí hacia la sangre, entonces interpretarán este instinto, desde el cual ahora se apresuran hacia la Teosofía, de la manera correcta.  Ahora se han reunido externamente. Han hallado la posibilidad de reunirse exteriormente sin obstáculos bajo las grandes dificultades que existen en su país. Usen esta oportunidad para la reunión interior más fuerte posible para construir el puente, todos y cada uno de ustedes, hacia el alma del pueblo. No puede ser mi tarea, mis queridos amigos, hablar de los servicios individuales que deben prestarse a esta alma del pueblo. Pero puedo hablarles de otra cosa que quisiera que se pronunciara como palabra, pero que quisiera transformar en un sentimiento en ustedes. Ustedes están en una posición peculiar, mis queridos amigos. Están ustedes, por así decirlo, en la posición opuesta de un pueblo que puebla la tierra en cierta relación con un breve esplendor de tipo ascendente. Están en una posición opuesta al pueblo norteamericano. Recuerden, mis queridos amigos, que este pueblo norteamericano, que es su antítesis, comenzó a avanzar gradualmente desde Occidente hacia Oriente desde el momento en que comenzó la era del materialismo en Europa, y la ha desarrollado aún más. Recuerden que las raíces del americanismo están en el materialismo. Piensen por un momento que aquellas gentes que culturizaron América lo hicieron con las ideas de los cultos europeos de hace siglos, que nosotros hemos dejado atrás no hace mucho. ¿Qué hizo aquella gente? Aquella gente hizo con las ideas materialistas de los parlamentos modernos, con las ideas de la ciencia natural moderna, con el orden social moderno, lo que por lo demás hace la gente inculta cuando arranca los bosques primitivos, conquista la tierra cultivable pedazo a pedazo, dispone la tierra para el cultivo. Todo esto ha surgido del materialismo. Y si observan hoy a Woodrow Wilson, al cual se le tiene por su escritor más importante, al cual los norteamericanos también han elegido como su líder, que es según los estándares actuales realmente un escritor importante, que ha realizado brillantes logros literarios para la visión social, si lo observan a él, a sus conceptos e ideas, a todo lo que representa como líder del pueblo norteamericano, ¿Qué es? Un castillo de naipes. Un castillo de naipes, que sería destruido de un solo soplo, si una vez fuera soplado desde los mundos espirituales. Entonces toda esta cultura caería. Cada detalle a partir del cual se origina la cultura americana puede rastrearse en los libros de historia externa, en la historia cultural de siglos anteriores. Todo está a la vista, todo es obra del hombre del cual ha surgido. 

Pregúntense de dónde proviene su nacionalidad, de dónde proviene su vida espiritual, pregúntense de dónde proviene lo mejor que pueden alimentar en sus almas. ¡No lo encontrarán en la tierra! No se encuentra así, está enraizado en el propio mundo espiritual. Es un organismo, un ser vivo, ¡no es un castillo de naipes! Nunca debemos tomar estas cosas como una ocasión para nuestra arrogancia, sino como una ocasión para nuestra humildad, nuestra modestia, porque de ello no debemos sacar una temeraria confianza en nosotros mismos, sino un sentido de la responsabilidad.

¡Mis queridos amigos! Ayer les hablé de la libertad. Tendrá que correr mucha agua por los ríos de Europa hasta que un cierto número de personas comprenda plenamente lo que significa esta libertad, lo que implica esta libertad. ¿Qué es la libertad? Vayamos de Occidente a Oriente. ¿Qué es la libertad para el americano? Aquello que le hace la vida más cómoda. Llama libertad a la que debe imbricarse en el orden social para que cada individuo pueda progresar lo mejor posible en el mundo exterior. Conocemos la libertad de manera diferente que los europeos, -dice Woodrow Wilson-, la conocemos porque nos parece práctica". - Así lo dice el propio americano. El cuchillo sirve para cortar, el tenedor para comer, porque son prácticos. El americano toma la libertad porque es práctica para lo que necesita, porque es la mejor manera de crear el orden que le gusta. La libertad es un producto de utilidad para el americano, le aporta beneficio. ¡Queridos amigos! Para los europeos occidentales, la libertad era otra cosa, la libertad era un ideal elevado, algo que admiraban. Casi podemos aplicar las palabras del poeta a la libertad. Para el europeo es la "alta y gloriosa diosa", para el americano es la útil vaca lechera que le proporciona leche y mantequilla. No lo digo yo, lo ha dicho la persona que será responsable de la gestión de los Estados Unidos americanos en los próximos años. No es en absoluto mi tarea expresar mi opinión, sino sólo ser el intérprete de lo que vive en el mundo espiritual. La libertad americana se ha caracterizado en un americano sobresaliente. Y si tomamos todo lo que los héroes espirituales en Europa han logrado para retratar esta divina libertad como la alta, noble diosa, la mayor parte de ello es tal que uno debe decir: Todo nuestro entusiasmo, todos nuestros sentimientos, pensamientos, emociones, se vuelven hacia lo que los europeos tenían en mente como el más alto ideal de libertad. 

Comprenderán, mis queridos amigos, que para los seguidores de la visión espiritual del mundo, la libertad debe convertirse en algo muy diferente. Todo lo entenderán mal si no tienen la conciencia de que todo debe ser remodelado. Nos enfrentamos a la exigencia de que la libertad debe convertirse en algo muy distinto de lo que hasta ahora se ha sentido como un ideal elevado, de lo que incluso lo mejor de la humanidad ha comprendido. Porque sabemos que en un futuro próximo se nos permitirá, como seres humanos, acudir a una fuente divina, que se nos permitirá beber agua espiritual, y que esta agua espiritual vivirá en nuestras almas, y que tendremos que espiritualizar la libertad con ella, del mismo modo que encarnamos el alma con nuestro cuerpo. Para unos la libertad es práctica para la vida exterior, para otros es un alto ideal espiritual, noble, para los terceros la libertad debe ser aquello que puedan espiritualizar, aquello que está más alto que el alma, tanto más alto como el alma lo está del cuerpo. Debemos aprender a espiritualizar la libertad. Debemos aprender muchas cosas, es decir, a espiritualizar la libertad, entonces progresaremos de la manera que los poderes eternos y espirituales quieren para la evolución de la humanidad, permitiendo que la Teosofía fluya en vuestras almas.

Así pues, mis queridos amigos, aceptemos estas palabras, dichas sencillamente, no para vuestro entendimiento sino para vuestros corazones, en esta hora en que habéis encontrado la oportunidad de entregaros a la Teosofía de una manera externa dentro de vuestro país; tomemos esto como una oportunidad para tomar conciencia en este momento de la elevada tarea que se nos ha dado a través de la comprensión espiritual del mundo. ¡Mis queridos amigos! Esta conciencia hará que, si vivimos en ella, de ese trabajo silencioso en las ramas teosóficas irradie algo que será de salvación para todo el país, pues sólo comienza a comprender la vida espiritual quien sabe que no sólo aquello que podemos hacer de manera externa, que no sólo lo que podemos hacer exteriormente para difundir la Teosofía contribuye realmente a la difusión de la Teosofía, no, que incluso si cooperamos lo mejor que podemos para lograr la comprensión de la Teosofía, los efectos de nuestro esfuerzo espiritual irradiarán entonces también invisiblemente. Y así como sabemos que una ciudad en la que hay una Logia Teosófica es algo muy diferente después de treinta años, aunque sólo unos pocos hayan trabajado teosóficamente en ella, que una ciudad en la que no hay Logia Teosófica, así también su país llegará a ser muy diferente cuando sienta con comprensión interior lo que la Teosofía puede darle. No les hablo como europeo occidental, ni como miembro de tal o cual nación. Sé que no es así. Pero quizás por esta misma razón puedo decirles: hay una salvación para Rusia, hay una salvación, pero esta salvación no debe buscarse de manera equivocada. No digo esto porque ame la Teosofía, sino porque todo el desarrollo de la humanidad puede enseñarnos esto como la verdad. Hay una salvación para Rusia y esta salvación se llama: Teosofía. Para otras partes del mundo la Teosofía será algo excelente, algo que hará avanzar a la gente. Para Rusia la Teosofía será la única salvación, aquello que debe estar allí para que el pueblo ruso encuentre la conexión con su alma nacional, para que esta alma nacional no sea llamada a otras tareas en el mundo que aquellas que están predestinadas para ella.

Con estas palabras quisiera inaugurar vuestras ramas recién fundadas, pues sé cómo se eleva en vuestros corazones el sentido sagrado de estas palabras. Entonces podrá obrar en vuestras almas esa conexión necesaria para la salvación de vuestra patria: la conexión del Misterio del Gólgota con la comprensión humana de este Misterio. Entonces reinará en vuestros corazones el espíritu que ha de convertirse en el regenerador de vuestra patria; entonces irradiará de vuestras asambleas lo que vuestra región terrena necesita. Desde esta conciencia y mirando a los poderes rectores de la evolución humana con devoción y reverencia, digo que deseo invocar todas las bendiciones sobre vuestro trabajo, invocar hacia el poder de vuestros corazones, invocar la bendición de aquellos poderes que hoy permiten que el Misterio del Gólgota fluya hacia los corazones humanos, para que esta bendición pueda continuar trabajando desde vuestras almas en rayos que emanen de vuestro trabajo hacia vuestro país. Y sé que esta bendición está siempre presente si somos dignos de ella. Así pues, mientras nos encontramos, por así decirlo, en el punto de partida de vuestro trabajo, dejad que la imagen de nuestra conciencia se cierna ante nosotros como un nuevo impulso, el impulso espiritual que debe derramarse en el desarrollo de la humanidad, mientras los guías espirituales de este impulso se ciernen sobre nuestro trabajo, que queremos llevar a cabo con sinceridad.  Entonces de esta imagen surge la conciencia de que estamos haciendo lo que se debe hacer tanto para el área más reducida, y por lo tanto también para toda el área amplia del desarrollo humano, en tal caso nuestro deber surge de esta imagen. Que en este sentido la bendición de los sabios guías del mundo y de la humanidad gobierne vuestro trabajo, que esta bendición surja poderosamente en vuestras almas, que haya luz en vuestras almas, entonces esta luz podrá fluir hacia fuera y podréis hacer mucho que sea significativo para la salvación, para el progreso, para el verdadero desarrollo de la humanidad.

Traducido por J.Luelmo ene,2024

martes, 2 de enero de 2024

GA158 Sin fecha en una conferencia sobre la canción del sueño de Olaf Ästeson

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RUDOLF STEINER


SOBRE LA CANCIÓN DEL SUEÑO DE OLAF ÄSTESON

Sin fecha

discurso 

Se va a proceder a recitar un importante poema popular. Trata del joven Olaf Ästeson, que vive en la leyenda del pueblo noruego. El sueño de este Olaf Ästeson se cuenta en forma de auténtica poesía popular. Un sueño que el pueblo imaginó colmado de un largo dormir de trece días y noches, esas trece noches y días que median entre la Nochebuena y la Epifanía, el 6 de enero. Estos trece días desempeñan un papel en muchas tradiciones populares. Si se quiere entender lo que se expresa en tales tradiciones, hay que imaginar cómo se sentían hace relativamente poco tiempo los habitantes de las regiones rurales y montañosas, que vivían en estrecha armonía con el curso de la naturaleza.Se sentía diferente cuando las plantas brotaban de la tierra en primavera que cuando el suelo se extendía desnudo en otoño; diferente cuando el sol ardía ardiente en el cielo el día de San Juan, y diferente cuando las nubes de nieve ocultaban todos los rayos del sol en diciembre. En verano, el alma vivía con la naturaleza; en invierno, se replegaba sobre sí misma, vivía dentro de sí misma. Este repliegue del alma sobre sí misma se hacía especialmente intenso hacia la Navidad, cuando las noches son más largas. Y era entonces cuando el alma se retiraba del mundo exterior, como lo hacemos cuando dormimos, cuando los ojos ya no ven y los oídos ya no oyen. Se producía un recogimiento del alma, ensimismada en sí misma, que llegaba a ser como una ensoñación especialmente en el caso de personas que tenían esa tendencia. Algunas almas experimentaban entonces su inmersión en el mundo espiritual de un modo particularmente vívido. Todo lo que sentían sobre la culpa y el pecado, sobre la esperanza de la vida y las penas del alma se les presentaba. Y así como los sueños adquieren formas especiales cuando se acerca la mañana y el primer rayo de sol pasa sobre el rostro aún dormido del soñador, así también las cavilaciones y ensoñaciones del alma adquieren una forma especial cuando, a partir de Navidad, el sol comienza a aparecer de nuevo más temprano en el día, cuando se siente la proximidad de la nueva mañana natural. Cualquiera que haya vivido alguna vez con gente del campo o de la montaña estará familiarizado con las experiencias oníricas de que las que aquí tratamos, que introducen el alma de las personas en otros mundos. En el presente, sin embargo, ya no hay muchas experiencias de este tipo. De hecho, desaparecen cuando las locomotoras y las chimeneas de las fábricas invaden el paisaje. En muchas regiones, incluso las leyendas de aquellos antiguos mundos de ensueño se han desvanecido. En regiones que han adoptado aún menos la nueva cultura industrial y del transporte, como algunas zonas de Noruega, se han conservado partes tan bellas de esas leyendas como nuestra canción de Olaf Ästeson. La leyenda se remonta a tiempos antiguos, pero recientemente ha revivido entre el pueblo noruego y se está extendiendo rápidamente, de modo que hoy mucha gente vuelve a conocerla después de haberla perdido durante mucho tiempo.

En ella se narra un largo sueño de Olaf Ästeson, en el que él experimenta el destino de las almas después de la muerte. Se basa en la idea de que después de la muerte el alma vaga por los mundos estrellados, que llega, por ejemplo, a regiones donde están próximas las constelaciones de Tauro, la serpiente celeste y el perro, que llega a la vecindad espiritual de la luna. El alma entra en estos mundos cruzando el puente de Gjallar, que conecta el mundo terrenal con el espiritual. En muchos cuentos populares, el arco iris se representa como este puente. Una parte de este mundo espiritual es Brooksvalin, donde se pesan los actos de las almas en vida y se les aplica una retribución. Toda la forma en que la canción describe la experiencia apunta a la época en que se formó a través de la poesía popular. Las ideas sobre la vida después de la muerte aún no eran del todo cristianas en aquel tiempo, sino que eran en parte las que se formaron en los antiguos tiempos paganos. Pero la época en que Olaf experimenta su sueño se presenta ya como la época cristiana. Esto se demuestra no sólo por el hecho de que cuenta su sueño ante la puerta de la iglesia, sino también por el hecho de que las ideas cristianas de Micael y Cristo se interponen a las ideas paganas del puente de Gjallar y Brooksvalin. De hecho, en la aproximación de Cristo desde el sur se puede reconocer directamente la penetración del cristianismo en Noruega desde desde el sur. Se trata de un cuento popular que probablemente tenga entre ocho y nueve siglos de antigüedad, porque ese es el tiempo que hace que el cristianismo entró en Noruega.

Al recitar este poema, nos gustaría dirigir vuestras miradas espirituales a la vida del alma del pueblo, que, a través de la creación de leyendas como la de Olaf Ästeson, demuestra que era consciente de su conexión con el mundo espiritual, que experimentó imágenes interiores de esta conexión, lo que le dio la certeza de que el mundo espiritual tiene existencia. Para cualquiera que se hubiera acercado a Olaf Ästeson y le hubiera dicho: no existe tal cosa, la ciencia natural lo ha demostrado: Olaf Ästeson lo habría mirado con lástima, habría sonreído comprensivamente y le habría dicho: hay más cosas en el cielo y en la tierra de las que tú sueñas con tu sabiduría escolar.

Traducido por J.Luelmo ene 2024

GA158 Dornach, 31 de diciembre de 1914 La influencia del cosmos en el espíritu de la tierra en Navidad y en la época de San Juan.

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RUDOLF STEINER


LA INFLUENCIA DEL COSMOS EN EL ESPÍRITU DE LA TIERRA, EN NAVIDAD Y EN LA ÉPOCA DE S. JUAN

Dornach, 31 de diciembre de 1914

discurso 

Comenzaremos esta celebración de fin de año con el Dr. Steiner contándonos la hermosa leyenda noruega de Olaf Ästeson, aquel Olaf Ästeson que, al acercarse la Navidad, cayó en una especie de sueño que duró trece días: los santos trece días de los que hemos hablado en varias de nuestras reflexiones. Durante este sueño tuvo importantes experiencias que pudo contar cuando despertó de nuevo.

Hemos hecho varias observaciones que han llamado nuestra atención sobre la forma en que, a través de la visión espiritual-científica del mundo, podemos recuperar de una manera diferente antiguos tesoros de conocimiento para la comprensión humana, que en tiempos pasados eran conocidos por los hombres como aquello que pertenecía a los mundos espirituales. Una y otra vez nos encontraremos con este conocimiento prehistórico de los mundos espirituales a través de una cosa u otra, y una y otra vez se nos recordará que este conocimiento prehistórico se basaba en el hecho de que el hombre, en virtud de su disposición anímica y orgánica, podía estar en tal conexión con todo el universo y sus acontecimientos que, tal como nos expresamos en nuestro lenguaje, el microcosmos humano estaba inmerso en las leyes y acontecimientos del macrocosmos, y que en esta inmersión en el macrocosmos podía tener experiencias de cosas que concernían íntimamente a su vida anímica, pero que debían permanecer ocultas para él mientras anduviese en el plano físico como microcosmos y estuviese equipado sólo con aquel conocimiento que era dado a los sentidos y al intelecto ligado a los sentidos.

Sabemos que sólo una cosmovisión materialista puede creer que sólo el hombre está dotado, dentro del orden del mundo, de una facultad de conocimiento, sentimiento y voluntad; mientras que desde el punto de vista de una cosmovisión espiritual hay que reconocer que del mismo modo que hay seres por debajo del nivel humano, también hay seres por encima del nivel humano de pensar, sentir y querer. El hombre puede vivir en estos seres cuando se sumerge como microcosmos en el macrocosmos. Pero entonces debemos hablar de este macrocosmos no sólo como si fuera un macrocosmos espacial, sino como si el tiempo en su transcurrir tuviera sentido en la vida del macrocosmos. Del mismo modo que el hombre debe apartarse de todas las impresiones que puedan ejercerse sobre sus sentidos desde su entorno, del mismo modo que debe, por así decirlo, crear oscuridad a su alrededor cerrando su percepción sensorial para encender la luz del espíritu interior, si quiere descender a las profundidades de su alma, así ese espíritu que podemos llamar espíritu terrestre debe cerrarse a las impresiones del resto del cosmos. El más mínimo grado de influencia del cosmos exterior debe ejercerse sobre el espíritu de la tierra, para que el propio espíritu de la tierra pueda concentrarse interiormente, pueda reunir sus facultades interiormente. Porque entonces se descubrirán los secretos que el hombre tiene que atravesar con este espíritu de tierra, porque la tierra como tierra está separada del cosmos.

Dicho período, en el que se ejerce la mayor cantidad de impresiones del macrocosmos exterior sobre la tierra, es el tiempo del solsticio de verano, el tiempo de San Juan. Por eso nos recuerdan muchos mensajes de la antigüedad, que están relacionados con representaciones festivas y celebraciones festivas, que tales fiestas tenían lugar en plena estación estival, que el alma en pleno verano, al despojarse del yo y quedar absorbida en la vida del macrocosmos, se entrega ebria a las impresiones del macrocosmos.

Pero a la inversa, las representaciones legendarias o de otro tipo de lo que en tiempos prehistóricos podía experimentarse nos recuerdan, cuando llegan a la tierra las más mínimas impresiones del macrocosmos, que el espíritu terrestre, concentrado en sí mismo, experimenta los misterios de la vida del alma terrestre en el universo infinito, y que el hombre, cuando entra en esta experiencia en el momento en que la luz y el calor, en su grado mas mínimo nos llegan a la tierra desde el macrocosmos, experimenta entonces los misterios más sagrados. Esta es la razón por la que estos días alrededor de la Navidad siempre se mantuvieron tan sagrados, porque el hombre, cuando todavía tenía la capacidad en su organismo de experimentar la experiencia terrestre en el periodo en el que está más concentrada, podía estar junto con el espíritu terrestre.

Durante estos trece días más cortos, Olaf Ästeson, Olaf el hijo de la tierra, experimenta muchos misterios del universo al ser arrebatado al macrocosmos. Y la leyenda nórdica, recientemente desenterrada de antiguos informes, nos habla de las experiencias que Olaf Ästeson tuvo entre Navidad y Año Nuevo y el 6 de enero. Y probablemente tengamos motivos, queridos amigos, para recordar más a menudo esta antigua forma de integrar el microcosmos en el macrocosmos; nuestra contemplación podrá entonces enlazar con tales cosas. Pero escuchemos primero la leyenda de Olaf, el hijo de la tierra, que, en el tiempo en el que nos encontramos ahora, experimentó los misterios de la existencia del mundo viviendo junto con el espíritu de la tierra. Escuchemos estas experiencias.


Mis queridos amigos, hemos oído cómo Olaf Ästeson durmió en ese sueño que iba a convertirse para él en una revelación de los secretos de esos mundos que están alejados de la vida sensorial, de la vida ordinaria en el plano físico. En la leyenda hemos recibido la noticia de esas antiguas revelaciones, de esas antiguas percepciones de los mundos espirituales, que han de ser recuperadas a través de lo que llamamos la visión espiritual-científica del mundo.

Se ha citado a menudo el dicho que está presente en todas las manifestaciones que tratan de la entrada del alma humana en el mundo espiritual, según el cual el hombre sólo entonces puede ver el mundo espiritual cuando llega con su experiencia a la puerta de la muerte y luego se sumerge en los elementos. De modo que no tiene los elementos de la existencia terrena a su alrededor como están a su alrededor en la vida ordinaria del plan físico como la tierra, el agua, el aire, el fuego, sino que se eleva por encima de este exterior, este exterior sensorial de los elementos, y se sumerge en lo que estos elementos son, cuando uno llega a conocerlos según su verdadera naturaleza, su próxima verdadera naturaleza, donde los seres están presentes en ellos, que están en conexión con la experiencia del alma humana.

El hecho de que Olaf Ästeson experimentara algo de esta inmersión en los elementos aún podía sentirse cuando se nos cuenta por primera vez cómo Olaf llega al puente de Gjallar y cómo camina sobre el puente por los senderos del mundo espiritual, que se extienden a lo largo y ancho. Con qué viveza se nos describe la experiencia con el elemento tierra, cómo se sumerge en el elemento tierra. Esto es llevado a esa vivacidad que nos dice que, al igual que los muertos que yacen en tumbas, él mismo siente tierra en su boca. Y luego se nos indica claramente cómo vive a través del elemento agua y todo lo que se puede experimentar en el elemento agua si uno experimenta este elemento agua simultáneamente con su contenido moral. También se indica cómo el ser humano se une con el elemento fuego, con el elemento aire.

Todo ello está descrito de forma maravillosamente vívida y reunido en la experiencia de la coexistencia del alma humana con los misterios del mundo espiritual. La leyenda se descubrió más tarde; se recogió allí donde aún estaba viva en boca de la gente. Y algunas cosas de esta leyenda, tal como es hoy, ya no son como eran originalmente. Originalmente, sin duda, primero estaba la descripción vívida de las experiencias en el reino de la tierra, luego las experiencias en el reino del agua. Y luego las experiencias en los reinos del aire y del fuego estaban probablemente mucho más diferenciadas de lo que es el caso en los débiles ecos que se han encontrado a lo largo de los siglos y que están a nuestra disposición hoy en día.

Del mismo modo, el final era sin duda mucho más grandioso y menos sentimental, ya no recordaba, tal como es hoy, al lenguaje originalmente tremendamente grandioso, a lo sobrehumanamente conmovedor que había en tales leyendas populares, mientras que el final de hoy sólo es humanamente conmovedor; conmovedor porque está relacionado con secretos tan profundos del macrocosmos y de la experiencia humana.

En tiempos como los que ahora vivimos, en épocas como éstas, si las entendemos correctamente, hay muchas razones para recordar el hecho de que la humanidad, -aunque con una conciencia diferente, más apagada, más tenue-, estuvo impregnada en tiempos prehistóricos de un conocimiento que se ha perdido y que debe ser recuperado. Y entonces puede plantearse de nuevo la pregunta ante nuestra alma: Puesto que ya hoy podemos reconocer que ese conocimiento debe venir de nuevo a la salvación de la humanidad, ¿No debemos considerar como una de nuestras tareas más urgentes hacer todo lo que pueda traer ese conocimiento, que pueda impregnar la cultura actual de la humanidad con ese conocimiento?

Serán necesarias varias cosas para que el cambio que se acaba de indicar se produzca de manera correcta en todo el sentir humano, incluso diría ahora, del sentir de la visión del mundo. Sobre todo, será necesaria una cosa; digo una cosa, porque es una entre muchas; pero sólo se puede tomar una cosa a la vez. Será necesario que las almas humanas adquieran, sobre la base de nuestra corriente espiritual-científica de visión del mundo, reverencia y devoción hacia lo que se conocía antiguamente a la manera antigua de los grandes misterios de la existencia. Tendremos que darnos cuenta de que en los tiempos materialistas no hemos logrado desarrollar esta reverencia y devoción en el alma.

Hay que hacerse una idea de lo árida y sobria que es esta época materialista, y de lo arrogante de conocimientos intelectuales que se mostraba la humanidad en los primeros siglos del quinto período cultural postatlante ante las revelaciones de las antiguas tradiciones religiosas y de conocimientos ancestrales, que verdaderamente, si uno se acerca a ellas con la necesaria reverencia, dejan sospechar que en ellas descansa una profunda, profundísima sabiduría. ¡Con qué reverencia nos situamos hoy ante la Biblia! Ni siquiera quiero hablar del tipo de investigación abominable moderna que y deshilacha toda la Biblia. Sólo quiero hablar del modo sobrio y seco en que nos acercamos hoy a la Biblia, equipados como estamos sólo con el conocimiento sensorial y las facultades ordinarias de la razón, y de cómo ya no podemos reunir el sentimiento de la inmensa grandeza del entendimiento humano que nos plantean algunos pasajes. Quisiera referirme a un pasaje del segundo libro de Moisés, capítulo 33, versículo 18: Moisés dijo a Dios: "Muéstrame la forma de tu revelación".

Y Jehová dijo: "Haré pasar toda mi misericordia delante de tu rostro, e invocaré el nombre de Jehová delante de ti, y tendré piedad de aquel a quien favorezca, y mostraré misericordia de aquel con quien me apiade."

Después dice Jehová: "No podréis ver mi rostro, porque no me ve ningún hombre que pueda quedar con vida."

Y dice Jehová: "Aquí tienes un lugar conmigo, ponte sobre la roca, y cuando pase mi gloria, te pondré en un hueco de la roca y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado. Después, cuando retire mi mano, verás mi espalda, pero no podrás ver mi rostro".

Cuando uno resume tanto que ha podido entrar en nuestras almas y corazones en los últimos años de nuestros esfuerzos espirituales-científicos y se acerca a este lugar, entonces uno puede tener la sensación: Sí, qué infinita sabiduría se desprende de este pasaje, y qué sordos están los oídos humanos de la era materialista que no pueden oír nada en absoluto de la sabiduría infinitamente profunda que se desprende de este pasaje. -También quiero aprovechar esta oportunidad para llamar su atención sobre un folleto que ha aparecido con el título: "Palabras de Moisés" en la editorial Bruns de Minden en Westfalia, porque muchas cosas de este folleto de los Cinco Libros de Moisés están mejor traducidas que en otras ediciones. El Dr. Hugo Bergmann, que es el editor de "Palabras de Moisés", se ha esforzado mucho por interpretarlo.

Que básicamente el hombre debe adquirir un tipo de comportamiento completamente diferente hacia el mundo cuando entra en los mundos espirituales. que su comportamiento hacia el mundo de los sentidos, es algo que hemos subrayado a menudo. El hombre tiene el mundo de los sentidos a su alrededor. Mira el mundo de los sentidos, lo ve en sus colores y formas, oye sus sonidos. El mundo sensorial está ahí; se presenta ante nosotros; tiene un efecto sobre nosotros; lo percibimos, pensamos en él. Este es nuestro comportamiento hacia el mundo sensorial. Somos pasivos; se abre camino en nuestra alma, por así decirlo. Pensamos en el mundo sensorial, imaginamos el mundo sensorial.

Nuestro comportamiento es completamente diferente cuando ascendemos al mundo espiritual. Esta es una de las dificultades para hacerse una idea correcta de lo que experimenta una persona cuando entra en el mundo espiritual. He intentado describir algunas de estas dificultades en el folleto: "El umbral del mundo espiritual". Imaginamos el mundo de los sentidos, pensamos en el mundo de los sentidos. Cuando pasamos por todo lo que tiene que pasar una persona que quiere recorrer el camino de la iniciación, entonces ocurre algo que se puede describir así: Así como las cosas que nos rodean se relacionan con nosotros, así nosotros mismos nos relacionamos con los seres de las jerarquías superiores: ellos nos imaginan, nos piensan. Pensamos los objetos que están fuera de nosotros, los minerales, las plantas y los animales: se convierten en nuestros pensamientos. A su vez, nosotros somos las ideas, pensamientos y percepciones de los espíritus de las jerarquías superiores. Nos convertimos en los pensamientos de los Ángeles, Arcángeles, Archai y demás. Somos absorbidos por ellos, del mismo modo que nosotros mismos absorbemos a las plantas, los animales y los seres humanos. Y debemos sentirnos seguros al poder decirnos a nosotros mismos: Los seres de las jerarquías superiores piensan en nosotros, nos presentan. Estos seres de las jerarquías superiores se apoderan de nosotros con su alma. - Sí, casi podemos imaginarlo: cuando ese Olaf Ästeson se durmió delante de la puerta de la iglesia, se convirtió en una imagen de los espíritus de las jerarquías superiores, y mientras dormía, los seres de las jerarquías superiores experimentaron lo que experimentan los seres del espíritu de la tierra, que para nosotros es una pluralidad. Y cuando Olaf Ästeson se hunde de nuevo en el mundo físico, recuerda lo que los espíritus de las jerarquías superiores han experimentado en él.

Imagínense: ¡estamos emprendiendo el camino de la iniciación! ¿Cómo podemos relacionarnos con los mundos espirituales en los que queremos entrar como suma de seres espirituales de las jerarquías superiores? ¿Cómo podemos relacionarnos con ellos? - Podemos dirigirnos a ellos y decirles: ¿Cómo entramos en vosotros, cómo os reveláis ante nosotros? - Y entonces, cuando hayamos adquirido una comprensión de los diferentes tipos de comportamiento del alma humana hacia los mundos superiores, los mundos espirituales, por así decirlo, nos responderán: Sí, así como percibís el mundo sensorial como si apareciera ante vuestros ojos, como si apareciera ante vuestros sentidos, así no podéis percibir el mundo espiritual. Nosotros debemos imaginaros, y vosotros debéis sentiros en nosotros. Debéis sentiros como el pensamiento que pensáis en el mundo sensorial que se experimentaría a sí mismo si pudiera experimentarse en vosotros. Debéis entregaros al mundo espiritual, entonces entrará en vosotros todo lo que puede revelarse a vosotros en los seres de las jerarquías superiores. Entonces fluirá hacia vuestra alma y vivirá graciosamente en vuestra alma, igual que vosotros vivís en vuestros pensamientos cuando pensáis en el mundo de los sentidos. Si el mundo espiritual quiere perdonaros, ¡entonces os impregnará con su amor! Si quiere apiadarse de vosotros y penetraros con su amor.

Porque no debéis creer que podéis presentaros ante los seres espirituales de la misma manera que al mundo sensorial. Igual que Moisés tuvo que entrar en la cueva, así debéis entrar vosotros en la cueva del mundo espiritual. Debéis situaros en él. Así como el pensamiento vive en ustedes, ustedes deben vivir en los seres espirituales. Ustedes mismos deben vivir en el macrocosmos como un pensamiento del mundo. No pueden experimentar lo que experimentan de esta manera por ustedes mismos durante su vida en la tierra entre el nacimiento y la muerte; sólo pueden hacerlo después de la muerte, cuando han muerto. Nadie puede experimentar el mundo espiritual de esta manera antes de haber muerto, pero el mundo espiritual puede pasar a tu lado, perdonarte, inundarte con su amor. Y entonces, cuando después o mientras estés en este mundo espiritual, desarrolles tu conciencia terrenal, entonces eso que es el mundo espiritual brillará en tu conciencia terrenal.

Al igual que el objeto está fuera y el hombre situado frente a él, acto seguido el objeto al proyectarse en su conciencia pasa a estar dentro de él, de igual modo el hombre con su alma se encuentra en la cavidad del mundo espiritual. El mundo espiritual pasa a través de él. Aquí, (en la tierra), el hombre está delante de las cosas. Cuando el hombre entra en el mundo espiritual, los seres de las jerarquías superiores están detrás de él. Allí no puede verles el rostro, igual que los pensamientos no pueden vernos el rostro cuando están dentro de nosotros. El rostro está delante; los pensamientos están detrás, no ven el rostro. Todo el secreto de la iniciación reside en las palabras que Yahvé dirige a Moisés.

Y Moisés dijo a Dios: "Muéstrame la forma de tu revelación".

A lo que Jehová responde: "Haré pasar toda mi misericordia delante de tu rostro, e invocaré el nombre de Jehová delante de ti, y seré clemente con aquel a quien favorezca, y tendré misericordia de aquel de quien me apiade."

Pero entonces Jehová dice: "No podréis ver mi rostro, porque no me ve ningún hombre que pueda permanecer con vida."

A la puerta de la muerte se llega por la iniciación.

Y Yahvé dice: "Aquí tienes un lugar conmigo, ponte sobre la roca, y cuando mi esplendor pase, te pondré en un hueco de la roca y te cubriré con mi mano hasta que yo haya pasado. Después, cuando retire mi mano, verás mi espalda, pero no podrás ver mi rostro".

Es la forma opuesta de percibir el mundo sensorial. Se tiene que emplear mucho de lo que se ha adquirido a través de años de esfuerzo espiritual-científico para poder estar ante tal revelación de la manera correcta, con reverencia y devoción. Pero luego este sentimiento de reverencia por estas revelaciones va entrando poco a poco cada vez más en el alma humana, y esta reverencia, esta devoción, es una de las muchas cosas que necesitamos para llevar a cabo el cambio indicado en la cultura espiritual de la humanidad.

El tiempo en el que las impresiones del macrocosmos llegan a la tierra en menor cuantía, ese período que va desde Navidad hasta después de Año Nuevo, aproximadamente hasta el 6 de enero, es muy adecuado para que recordemos no sólo la objetividad del conocimiento espiritual, sino también las sensaciones que debemos desarrollar en nosotros mismos mediante la absorción de la ciencia espiritual. Verdaderamente, entonces, volvemos a vivir en el espíritu terrestre, con el que formamos un todo, y con el que vive la antigua cognición clarividente, tal como se representa en esta leyenda de Olaf Ästeson. La humanidad de la era materialista ha olvidado a menudo cómo mostrar reverencia y devoción a la vida espiritual. Por encima de todo, es necesario asegurarse de que esta reverencia y devoción vuelvan, porque sólo así podremos desarrollar el estado de ánimo que nos acercará a la nueva ciencia espiritual de la manera correcta. Por el momento todavía existe ese estado de ánimo que se acerca a esta ciencia espiritual de la misma manera que uno se acerca a la otra, la ciencia ordinaria. A este respecto, sin embargo, debe producirse un cambio radical.

Dado que la humanidad ha perdido su percepción del mundo espiritual, también se ha perdido la correcta relación del hombre con el ser humano en su totalidad, con la humanidad. La visión materialista del mundo crea sentimientos caóticos sobre la existencia del mundo. Estos sentimientos caóticos sobre la existencia del mundo y de la humanidad tuvieron que irrumpir durante la época del materialismo. Tomemos un tiempo, -y este tiempo es el nuestro: se trata de los primeros siglos del quinto período cultural postatlante-, en el que la gente ya no tenía ninguna idea real de que el ser del hombre es triple: el ser corporal, el ser anímico y el ser espiritual. Pues en verdad es así. Lo que para nosotros debe pertenecer ya a los primeros elementos del conocimiento científico-espiritual: la triple división del hombre en cuerpo, alma y espíritu, faltó desde los cuatro primeros siglos del quinto período cultural postatlante hasta nuestros días. El hombre era sólo hombre, y todo lo que se refería a una organización humana del tipo que tenemos en cuerpo, alma y espíritu se consideraba una tontería y una fantasía.

Se podría pensar que estas cosas sólo son significativas para el conocimiento. Pero no es así. No sólo son importantes como conocimiento, sino que condicionan toda la forma en que el hombre se sitúa en la vida. En el tercer siglo del desarrollo moderno o, como decimos en nuestros términos, del desarrollo del quinto período cultural postatlante, irrumpieron en este tiempo tres palabras poderosas, en las que este tiempo comprendió, o al menos intentó comprender, el centro de la voluntad humana en la experiencia terrenal. Tres palabras que son significativas, pero que recibieron su peculiaridad del hecho de que irrumpieron en la humanidad en una época en la que nada se sabía de la triple estructura de la naturaleza humana. La humanidad oyó hablar de libertad, igualdad y fraternidad.

El hecho de que estas palabras resonaran en la cultura moderna en un momento determinado fue una profunda necesidad. Estas palabras sólo se entenderán realmente cuando comprendamos la triple división de la naturaleza humana, porque sólo entonces sabremos qué significado pueden tener estas palabras para la naturaleza humana en el verdadero sentido de la palabra. Mientras uno llene estas tres palabras con esos sentimientos caóticos que proceden de la convicción de que el hombre es hombre, y la triple división del hombre es una tonta ilusión, -mientras el hombre no pueda encontrar su camino dentro del área de la directriz de estas tres palabras. Por la manera en que esas tres palabras se nos presentan, no pueden aplicarse directamente, podría decirse, a los mismos niveles de la experiencia humana. No pueden. Simples consideraciones que, tal vez por ser tan sencillas, ellas no se presentarán inmediatamente ante la mirada de vuestras almas en la profundidad de su significado, pueden darles una idea de cómo, en la superficie del mismo nivel de la vida, lo que significan estas tres palabras puede entrar en serios conflictos vitales.

Tomemos primero en qué ámbito nos encontramos con la fraternidad de la forma más natural del mundo. Partamos del parentesco humano, la familia, allí donde, a priori no necesitamos establecer la fraternidad, allí donde es naturalmente innata en el hombre, y reflexionemos sobre cómo afecta a nuestros sentimientos el hecho de que podamos ver que existe una fraternidad real y verdadera en una familia, en la que todo está conectado fraternalmente. Pero ahora, -sin necesidad de menoscabar en lo más mínimo nada del maravilloso sentimiento que podemos tener de esta fraternidad familiar-, examinemos en nuestro interior lo que puede surgir dentro de ella, precisamente debido a esa fraternidad familiar. Puede que haya en la familia un miembro que no se sienta bien precisamente a causa de la fraternidad justificada dentro de la familia, que anhele abandonar la fraternidad familiar porque siente que en ella no puede desplegar su alma, porque siente que, para el libre despliegue de su alma debe salir de la familia en la que puede vivir tan fraternalmente. Ahí se ve que la libertad, el libre despliegue de la vida del alma, puede entrar en conflicto con la fraternidad mejor intencionada.

Por supuesto, la gente superficial puede decir que esta no es la fraternidad correcta, que no es compatible con la libertad de un alma dentro de la fraternidad. Pero se puede decir cualquier cosa que se imagine. Se puede decir que todo es compatible, de eso no hay duda. Hace poco llegó a mis manos una tesis doctoral. Entre las tesis que había que defender estaba la tesis: Un triángulo es un cuadrado. Por supuesto, esto también se puede defender; sí, ¡incluso se puede demostrar rigurosamente que un triángulo es un cuadrilátero! También se puede demostrar plenamente que la fraternidad y la libertad son compatibles. Pero no se trata de eso; se trata de cómo algunos ámbitos de la fraternidad deben ser y son abandonados en aras de la libertad. Podríamos citar muchos otros ejemplos.

Si uno quisiera enumerar las discrepancias entre fraternidad e igualdad, tendría que hablar de ello durante mucho tiempo. Por supuesto, en abstracto uno puede figurarse a su vez que todos pueden ser iguales, y puede demostrar que fraternidad e igualdad son compatibles. Pero no se trata de figurarse, sino de la constatación de la realidad, si nos tomamos la vida en serio y con honestidad. En el momento en que sabemos que el ser humano se compone de lo físico, y por tanto se vive en el plano físico, de lo anímico, y que por tanto vive realmente en el mundo anímico, y que se compone de lo espiritual, por tanto que se vive en el mundo espiritual, se abre también en ese momento la perspectiva adecuada para la conexión de las tres poderosas palabras que hemos citado. La fraternidad es el ideal más importante para el mundo físico. La libertad para el mundo anímico, y, -en la medida en que el hombre se encuentra en el mundo anímico-, deberíamos hablar de la libertad del alma, es decir, de una condición social tal que garantice plenamente la libertad del alma. Y si se considera que nosotros, cada uno de nosotros, debemos esforzarnos desde nuestro punto de vista individual por el conocimiento espiritual, por el desarrollo de nuestro espíritu, para estar allí con el espíritu en el mundo espiritual, entonces veremos muy pronto ante la mirada espiritual adónde llegaríamos con nuestra concepción del espíritu, si cada uno buscara sólo por su propio camino y cada uno llegara a un contenido espiritual completamente diferente.

Sólo podemos unirnos en igualdad como seres humanos en la vida si, -cada uno por sí mismo-, buscamos el espíritu y podemos llegar finalmente al mismo contenido espiritual. Podemos hablar de la igualdad de la vida espiritual. Fraternidad en el plano físico y en relación con todo lo que está conectado con las leyes del plano físico y vive en el alma humana desde el plano físico. Libertad en relación con todo lo que vive en el alma humana como leyes del mundo anímico; igualdad en relación con todo lo que vive en el alma humana desde las leyes del mundo espiritual.

Ya lo ven, debe amanecer un nuevo año mundial en el que crecerá un sol en relación con su poder calentador y resplandeciente: ese sol que debe proporcionar el calor resplandeciente para muchas cosas que viven en el tiempo de la oscuridad pero que no son comprendidas. Esta es precisamente la peculiaridad de nuestro tiempo, que se aspira a muchas cosas, se expresan muchas cosas sin ser comprendidas.

Pero esto también puede llevarnos a la reverencia y devoción hacia el mundo espiritual. Pues si consideramos que en el siglo III del quinto período postatlante muchos aspiraban y pronunciaban las palabras fraternidad, libertad e igualdad sin comprenderlas realmente, entonces ya tenemos la oportunidad de comprender y encontrar una respuesta a la pregunta: ¿Y de dónde proceden estas palabras? El orden divino-espiritual del mundo las inculcó primero de antemano en el alma humana aún no racional para que pudiera ascender a la verdadera comprensión del mundo a través de tales palabras directrices. Incluso en tales hechos podemos observar la sabia guía en la evolución del mundo. En épocas más o menos lejanas o cercanas a nosotros podemos advertir esta guía en todas partes; obsérvese cómo a menudo sólo después nos damos cuenta de que lo que hicimos antes era en realidad más sabio de lo que podríamos haber hecho con la sabiduría que dominábamos en aquel momento. Llamé la atención sobre esto justo al principio de mi escrito sobre "La guía espiritual del hombre y de la humanidad".

Pero si toman ustedes algo como el hecho de que las palabras directrices se insertan en el desarrollo del mundo, en el desarrollo del hombre, que sólo se puede comprender poco a poco, entonces probablemente se darán cuenta de una imagen que puede utilizarse si se quiere describir este período pasado de la quinta época cultural post-atlante. Realmente puede compararse en ciertos aspectos con el tiempo de Adviento, tiempo en que la duración de la luz diurna se hace cada vez más corta. Y ahora el desarrollo en este nuestro tiempo, en el que a su vez podemos conocer algo de las revelaciones del mundo espiritual, entra en la fase en la que podemos hacernos a la idea de que los tiempos llenos de luz se hacen cada vez más largos y podemos hablar de que este transcurso de tiempo puede parecernos realmente análogo a los trece días y la vuelta a la vida en los días de nuevo crecientes.

Pero la cuestión es aún más profunda. No está bien, nada bien, que sólo encontremos malas palabras para la época materialista de los últimos cuatro siglos. Esta nueva era se produjo porque se hicieron grandes descubrimientos e inventos, "grandes" como se conocen en la era materialista, por ejemplo, circunnavegando la tierra, descubriendo países que antes eran desconocidos. que comenzaron a colonizar la tierra. Ese fue el comienzo de la cultura material. Y luego, poco a poco, llegó el momento en que la cultura material casi se ahogó. Llegó el momento en que utilizamos todas nuestras fuerzas espirituales para entender y comprender la vida material. Cada vez más, como hemos visto, se olvidaron las intuiciones y percepciones del mundo espiritual que estaban disponibles en el conocimiento antiguo.
Pero no es correcto tener sólo malas palabras para la época materialista. Más bien, lo correcto es otra cosa; lo correcto es considerar que esta alma humana en su parte despierta pensaba de un modo materialista, tenía una mentalidad materialista, que fundó la ciencia y la cultura de un modo materialista, pero que esta alma humana es un todo. Podría decirse que una parte del alma humana fundó la cultura materialista. En épocas anteriores esta parte estaba inactiva, la gente no sabía nada de la ciencia externa, no sabía nada de la vida externa, material; entonces la parte espiritual estaba más despierta. En los últimos cuatro siglos estaba despierta esa misma parte que fundó la cultura materialista; pero la otra parte estaba dormida; dormía, esta otra parte del alma humana. Y en verdad, las fuerzas que ahora estamos desarrollando en la humanidad a fin de trabajar nuestro camino de regreso a la espiritualidad se desarrollaron durante la época de la cultura materialista en aquellas partes del alma que estaban dormidas. La "humanidad" en relación con el conocimiento del espíritu, estaba realmente en estos tiempos: Olaf Ästeson. Realmente lo estaba. Sólo que esta humanidad aún no ha despertado. La ciencia espiritual debe llevarlos al despertar.

Ha de llegar el momento en que jóvenes y ancianos oirán palabras pronunciadas desde la parte del alma humana que ha estado dormida en los tiempos oscuros. Esta alma humana ha estado dormida durante mucho tiempo, pero los espíritus del mundo se acercarán a esta alma humana y la advertirán: ¡Despierta ahora, 0 Olaf Ästeson! Sólo tenemos que prepararnos de la manera correcta para que al enfrentarnos a esa advertencia, no tengamos oídos para escucharla. Por eso practicamos la ciencia espiritual, para que dispongamos de oídos cuando sintamos la llamada al despertar espiritual en el desarrollo de la humanidad.

Es bueno que el hombre recuerde a veces que es un microcosmos y que muchas experiencias pueden llegarle cuando está absorto en el macrocosmos. Y hemos visto que el tiempo, la estación, en la que ahora vivimos es favorable. Tratemos de que esta noche de Año Nuevo sea el símbolo de la noche de Año Nuevo necesaria para el desarrollo terrenal de la humanidad, en la que se acercará la nueva era, en la que la luz, la luz del alma, el ver, el reconocimiento de lo que vive en lo espiritual y de lo espiritual pueda fluir e inundar el alma humana. Llevemos el microcosmos de nuestra experiencia en esta noche de Año Nuevo a la conexión con el macrocosmos de la experiencia de la humanidad en la tierra: entonces podremos experimentar lo que deberíamos experimentar en términos de sensaciones, porque podemos sentir algo del amanecer del nuevo gran día mundial en el quinto período post-atlante, en cuyo amanecer nos encontramos, cuya medianoche queremos experimentar dignamente.

Traducido por J.Luelmo ene 2024