martes, 21 de mayo de 2024

GA096 Berlín, 4 de marzo de 1907 La biografía humana en relación con la evolución planetaria


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IMPULSOS ORIGINALES DE LA CIENCIA ESPIRITUAL

RUDOLF STEINER

EL ESOTERISMO CRISTIANO A LA LUZ DE LOS  NUEVOS CONOCIMIENTOS ESPIRITUALES

La biografía humana en relación con la evolución planetaria

Berlín, 4 de marzo de 1907

Me gustaría ofrecerles hoy una especie de complemento y ampliación de lo dicho en la última conferencia sobre el curso de la vida del hombre. Podemos discutir algunas cosas más íntimas y también insertar algo aquí o allá que en la conferencia pública tuvo que ser omitido. Primero y ante todo, me gustaría situar esta biografía en un gran conjunto. Quisiera mostrarles cómo el hombre, tal como se presenta hoy ante nosotros, es en realidad una especie de microcosmos, un pequeño mundo; que incluye todo lo que nos rodea, no sólo en la tierra, sino en cierto modo también en los cielos estrellados, como ley de su desarrollo.

Como ustedes recordarán, a menudo se ha dicho aquí que nuestra tierra ha experimentado un desarrollo similar al del propio hombre; que nuestra tierra no fue desde el principio este planeta que hoy habitamos, sino que es, por así decirlo, la reencarnación de otros planetas. En el sentido de la ciencia espiritual hablamos de que nuestra tierra se desarrolló a partir de un planeta que precedió a nuestra tierra, aunque hace una inmensa cantidad de años, y a menudo hemos hablado de que este planeta lleva el nombre de "luna" en ocultismo. No porque haya que meterlo en el mismo saco que la luna actual. La luna actual, que es un planeta menor de nuestra tierra, es una especie de escoria que ha sido desechada por inútil. Si pudiéramos mezclar todo lo que son hoy nuestra Tierra y la Luna con todo lo que contienen de espiritual y de alma, podríamos ver formarse al predecesor de la Tierra,. Entonces obtendríamos un planeta que sería aproximadamente el predecesor de nuestra tierra, la luna. En aquella luna de la que surgió gradualmente nuestra tierra, el hombre físico aún no estaba presente en su forma actual, sino que en ella vivía una especie de predecesor físico del hombre, pero este predecesor estaba todavía bastante animalizado. No deben imaginarse que lo que es el hombre actual, estaba contenido en el hombre-animal de la luna. Esa sería una idea materialista. En la antigua luna caminaban seres de naturaleza animal-humana, superiores a los mamíferos actuales, pero inferiores al hombre de hoy. Lo que hoy está dentro del hombre como alma aún no estaba dentro de él en la luna. Era algo que envolvía al hombre entonces del mismo modo que hoy le rodea invisiblemente su aura astral.

He dicho muchas veces que por la noche el cuerpo astral humano abandona el cuerpo físico. Mientras dormimos, el cuerpo astral está conectado al cuerpo físico únicamente mediante un cordón astral en la región del bazo, que es perceptible para el clarividente. El bazo no sólo tiene una tarea física, sino que su función también es mediar en la conexión entre la parte física y la anímico-espiritual del ser humano. El bazo es el punto de conexión entre el cuerpo físico y el cuerpo astral. Por eso se puede leer en todos los libros de texto de anatomía que realmente no se sabe nada sobre el bazo. El bazo es uno de los órganos que se encuentran en el límite de los órganos físicos. El cuerpo astral, que mientras dormimos sólo está conectado al cuerpo físico a través del bazo, trabaja para eliminar las sustancias de la fatiga del cuerpo físico. Para el clarividente, la persona dormida parece estar envuelta en una extraña nube que trabaja constantemente sobre el cuerpo físico.

Lo que ahora está fuera del cuerpo físico mientras dormimos, estaba constantemente fuera del cuerpo físico durante el estado lunar y por ello estaba conectado con el espíritu divino general del mundo. Sólo durante su existencia terrenal, se cortó para el hombre una parte de aquella espiritualidad que envolvía la luna. Por lo tanto el ocultismo dice: El hombre tiene un antecesor de naturaleza animal-espiritual. Pero si sólo se aceptan las ideas materialistas, el hombre actual nunca se habría desarrollado por sí mismo. Aquello que trabajaba desde fuera tuvo que penetrar e irse formando hasta etapas posteriores. Realmente tuvo lugar en la tierra ese insuflamiento del alma del que se habla en el mito del paraíso. Dicho mito del paraíso puede tomarse literalmente en el sentido más amplio. El aire, tal como nos rodea hoy, era el verdadero cuerpo del alma humana durante la etapa lunar. En aquella etapa el aire todavía estaba completamente espiritualizado. Así como hoy la tierra está rodeada sólo por aire físico, la luna estaba rodeada por una envoltura impregnada de sustancia anímica. Y ahora se comprende por qué el aire se espiritualizó, se hizo físico. El alma entró en el cuerpo: "Y Dios insufló en el hombre el aliento vivo, y así el hombre se convirtió en alma viviente". Esta es la sabiduría más profunda de este mito del paraíso.

En la Luna, como cuerpo físico del mundo, el hombre como ser físico era, por tanto, mucho más imperfecto y, en consecuencia, no estaba aún todo tan avanzado como lo está hoy. Aquí les he descrito a menudo este cuerpo lunar. Recordemos una vez más cómo era probablemente este cuerpo del mundo. En la Luna no existían las rocas, ni la tierra vegetal, ni el suelo sólido que pisamos hoy. Aquella antigua luna, como cuerpo del mundo, era una especie de ser semivivo. Imaginemos una turbera, pero aún más viva que la turba actual, como la pulpa de una planta o una espinaca. Esta masa pulposa estaba intercalada con sustancias leñosas. En lugar de nuestras rocas actuales, en la Luna había una especie de base leñosa, y sobre ella una masa, mitad planta, mitad piedra. Sobre ella crecían seres que se situaban entre las plantas y los animales, eran animales vegetales, por así decirlo. Las plantas parásitas actuales son descendientes de aquellas que vivían en la Luna, sobre todo el muérdago. Éste sólo puede crecer en otras plantas porque es una planta lunar que ha permanecido y crecido en una especie de base vegetal en la Luna. El significado especial del muérdago en la poesía popular está relacionado con esto.

Los humanos estaban por encima de estos seres, que eran mitad plantas y mitad animales. Si la luna hubiera permanecido como entonces, si hubiera conservado todo esto consigo, las almas de los hombres nunca habrían podido desarrollar al hombre animal de la luna hasta la forma humana de hoy. Toda la sustancia de la luna no era adecuada para que el hombre siguiera saliendo de ella. Para esto, lo que hay hoy en la luna primero tuvo que ser expulsado. Sólo entonces fue posible desarrollar al hombre animal a partir del material terrestre hasta el nivel del hombre actual. Así que tenemos un predecesor de nuestra tierra, al que llamamos planeta lunar, que es una combinación de nuestra tierra actual con la luna actual, que sólo fue desechada de ella para que se pudiera obtener la sustancia purificada con el fin de dar lugar al hombre en la forma en la que se presenta hoy.

Yendo aún más atrás, nuestra tierra era un planeta que en la ciencia espiritual se llama "sol", pero que a su vez tampoco es lo mismo que el sol de hoy. Si se mezclaran la tierra de hoy, el sol de hoy y la luna de hoy, con todos sus correspondientes seres, entonces se obtendría el planeta que fue el antiguo sol. El sol es, cósmicamente hablando, un ser muy superior a nuestra tierra. Sus habitantes son esos seres espirituales que viven siempre en un estado en el que el hombre sólo se encuentra cuando está en el mundo devacánico entre la muerte y un nuevo nacimiento. Estos seres devacánicos son los que podríamos llamar nuestros camaradas devacánicos. Para que estos seres, que ya han pasado por las etapas por las que pasa el hombre de hoy, pudieran ascender a este estadio, tuvieron a su vez que expulsar previamente a la luna de entonces, igual que la tierra expulsó más tarde a la luna de hoy. Esta tuvo que ser retirada del sol en aquel tiempo y así es como ese planeta se convirtió en una estrella fija. Una estrella no es una estrella fija desde el principio. En realidad, una estrella fija se ha desarrollado a partir de un planeta. Nuestra tierra también se convertirá un día en una estrella fija, entonces también será un sol, y nuestros habitantes de la tierra entonces también tendrán una existencia espiritual como los habitantes del sol de hoy. Pero para que esto sucediera, primero tuvo que desprenderse la luna.

Este sol, por su parte, ha evolucionado a partir de un planeta tan lejano en el tiempo que es muy difícil para la humanidad actual hacerse una idea de él. Esto requiere una alta iniciación. Este planeta se llama "Saturno". Saturno se transformó en el sol, el sol en la luna, la luna en la tierra, la tierra se transformará en "Júpiter", Júpiter en "Venus" y Venus en un planeta llamado "Vulcano".

No obstante, alguien podría preguntarse: hoy en día ya existe un Venus en el cielo, y también un Júpiter, ¿Cómo se relacionan todos estos planetas entre sí? Sería completamente falso pensar que nuestra humanidad actual estuvo alguna vez en el Saturno, que se encuentra actualmente en el espacio. Sería lo mismo que si tuviéramos delante a un niño de seis años y a un hombre de cincuenta y ahora creyéramos que los poderes del niño podrían transferirse alguna vez a este hombre. El hombre también fue una vez un niño de seis años; ha pasado por la misma etapa. Lo mismo ocurre con el actual planeta Saturno. No tiene nada que ver con el desarrollo de la tierra, sino que representa la etapa en la que la tierra estuvo una vez. Así como el hombre de cincuenta años era igual que lo es el niño de seis años, así nuestra Tierra se encontraba antes en un estado similar al Saturno de hoy, al Sol de hoy y a la Luna de hoy. Pero si se observa a Venus hoy, éste representa un estado futuro de la tierra. La Tierra algún día estará en ese estado. Venus no es un cuerpo celeste cualquiera que algún día habitará el hombre, sino que la Tierra también será algún día Venus. Se trata de nombres genéricos que representan los respectivos estados de un planeta.

Tal como el hombre se presenta hoy ante ustedes, consiste en el cuerpo físico, que contiene las mismas sustancias que todo el reino mineral. Además, se compone del cuerpo etérico, que también tiene la planta, luego del cuerpo astral, que también tiene el animal, y luego del yo. Si nos remontamos ahora a Saturno, en aquel tiempo el hombre, el antepasado humano físico, no poseía más que el cuerpo físico. Sólo adquirió el cuerpo etérico durante la etapa del sol, el cuerpo astral en la luna, y el yo se desarrolló en la tierra. Este es el significado del desarrollo sucesivo.

Hay que hacer la aclaración de que en Saturno, no había nada parecido a un cuerpo humano físico actual. Cuando Saturno estaba en su punto más denso, era algo como lo que diré a continuación: Cuando yo hablo aquí, hago vibrar el aire. Si ustedes no necesitasen oír mis palabras, yo podría poner el aire en movimiento sin hablar, si ustedes pudieran ver las vibraciones de mis palabras, los movimientos muy específicos del aire, verían imágenes de mis palabras. Si ustedes supieran el contexto, podrían deducir a partir de las vibraciones lo que he dicho. Mis palabras son la causa de que el aire se ponga en movimiento. Ahora imagínense que pudieran dejar que las ondas de aire se congelaran por completo en un momento dado: entonces mis palabras se desplomarían. Tendríamos algo así como conchas de ostras sobre la tierra, y en aquel aire solidificado ustedes podrían ver las formas de mis palabras.

Así es más o menos como hay que imaginarse en Saturno, tanto al cuerpo humano como a los cuerpos animales, las plantas y los cristales minerales: hay que imaginarlos partiendo de su solidificación hasta ser diluidos a una condición aérea. Pues todo esto vivía entonces en Saturno sólo como materia aérea ondulante y fluyente. Lo que hoy es un cristal era en Saturno materia aérea fluida, que ahora está solidificada. Es lo mismo con las plantas y los animales que en Saturno existían como vibraciones de la ligera y fina materia de Saturno. Fue como si todos los seres hubieran sido hablados en la materia de Saturno por espíritus superiores, igual que yo estoy hablando las vibraciones en el aire aquí. Los espíritus creadores de Saturno llevaron la materia de Saturno a vibraciones interiores, que fueron las precursoras de las posteriores plantas, animales y cuerpos humanos.


fig. 1

Este es el principio de nuestra evolución "En el principio era el Verbo". El Verbo resonaba a través de la materia de Saturno, y todos los seres estaban en vibración en esta materia saturniana. Acuérdense de las figuras sonoras de Chladni (ver fig. 1), a modo de comparación: Si toman ustedes una placa de latón espolvoreada con arena fina o polvo y la frotan con el arco de un violín, obtendrán todo tipo de figuras en la placa. Esto se debe a que han sujetado la placa y la han frotado. Al pasar el arco se obtiene un tono con ciertas vibraciones y líneas. Allí donde la placa no vibra, el polvo permanece, mientras que en otros lugares lo hace vibrar. Aquí se pueden obtener las figuras de la coloración del sonido, por así decirlo, tal como una vez fueron pronunciadas en la materia por la "palabra" en el principio. La materia está internamente organizada y estructurada según las leyes de las vibraciones sonoras. Poco a poco, esos cuerpos sólidos han surgido de esas vibraciones.

En el Sol se añadió el cuerpo etérico, que a continuación dió comienzo a la espiritualización de una parte de aquellas formas que se habían desarrollado en Saturno. Las formas así espiritualizadas se elevaron a una especie de existencia vegetal. En la Luna se añadió el cuerpo astral. Fue aquí cuando los seres se elevaron a una especie de existencia animal. En la tierra se añadió inspirándolo, el Yo. Pero para que el hombre de la Tierra llegara a existir era necesario que se desprendiera de elementos que eran propios de la encarnación planetaria que precedió a la Tierra, de aquello que hoy se ha convertido en la materia física lunar. Todavía habrá que separar ciertos componentes de la tierra para que el ser humano pueda seguir desarrollándose en la existencia de Júpiter, en Venus y en Vulcano.

Ahora bien, hay que tener claro que en ocultismo, la primera y la segunda mitad de la tierra se diferencian cuidadosamente, porque en la primera mitad la tierra experimentó un paso a través de Marte. En ese transcurso se introdujo la posibilidad de formación de sangre caliente y roja. El contenido en hierro de la Tierra procede de Marte, y la incorporación del hierro a la sangre está relacionada con este paso por Marte. Los antiguos iniciados griegos y romanos, que sabían que era precisamente con la sangre roja como se dotaba al hombre de valentía, de agresividad, llamaban por ello a Marte el dios de la guerra. Los nombres que los astrónomos dan hoy a las estrellas recién descubiertas son arbitrarios. En aquella época todavía se consideraba el nombre como algo tomado de la naturaleza de la cosa. La naturaleza valerosa del alma se relaciona así con las fuerzas que la Tierra debe a Marte. Por eso Marte, como el valiente, recibió el nombre del dios de la guerra. En cambio, la segunda mitad de la Tierra está cada vez más conectada con fuerzas que la Tierra deberá a Mercurio. La conexión entre la Tierra y Mercurio es más de naturaleza espiritual.

Tenemos pues las diferentes etapas de nuestro planeta: Saturno, Sol, Luna, Marte, porque de ahí viene la fuerte influencia, luego Mercurio, Júpiter, Venus y Vulcano. Esto se expresa en la secuencia de los días de la semana. Los iniciados han expresado la sucesión de encarnaciones terrestres en los nombres de los días de la semana. Hay que empezar por el sábado, que era el día de Saturno. Todavía se llama saturday en inglés y Zaterdag en holandés. Luego viene el domingo, lunes, día de Marte, el mardi francés; en germánico antiguo Ziu era el dios de la guerra, de ahí "Ziustag", Tuesday en inglés. El miércoles es un nombre más exotérico, los antiguos lo llamaban Día de Mercurio, mercredi en francés, Día de Wodan en germánico porque Wodan es una entidad de Mercurio, Woensdag en neerlandés, wednesday en inglés. Luego tenemos el Día de Júpiter, jeudi en francés. El Júpiter de los germanos es Donar, el tronador, así que jueves. Luego el Día de Venus, vendredi en francés, Freyatag en alemán. Y luego todo vuelve a empezar, porque Vulcano es una nueva etapa de Saturno.

Lo que acabo de describirles, este cuerpo humano ha pasado por todo ello, hasta cierto punto. Las huellas posteriores de aquello que existía en Saturno como movimiento, las tenemos ahora en el cuerpo físico como procesos vibratorios. Cuando el cuerpo físico se desarrolla en los primeros siete años, esto es una especie de repetición de la existencia de Saturno, y por eso en ocultismo el tiempo del primero al séptimo año, es decir hasta el cambio de dientes, se llama el tiempo de la existencia de Saturno. Las mismas fuerzas que están activas en el niño, aparecieron en su primera forma cuando el ser humano sólo estaba desarrollado en su cuerpo físico en Saturno. Después nace el cuerpo etérico y con él las fuerzas relacionadas con la existencia solar. Llamamos existencia solar del hombre al período comprendido entre el séptimo y el decimocuarto o decimosexto año de vida, en el que estas fuerzas están activas. Tiene que quedar claro que todas las fuerzas que hay en el hombre en dicha etapa, surgen como las fuerzas de la vida floreciente, es decir, las fuerzas solares, y se desarrollan en la etapa que va desde el cambio de dientes hasta la madurez sexual. Esto es de gran importancia, ya que sólo se empieza a comprender un poco la conexión entre estas fuerzas humanas y las formas actuales correspondientes de estos astros, cuando se recuerda la época en que la Tierra misma era un astro similar. Por lo tanto, en el niño hasta el séptimo año están activas fuerzas que también hoy están relacionadas con Saturno. Aquí se hace evidente el primer germen interior de esa vasta y poderosa sabiduría que se ha transmitido como astrología desde los tiempos de los verdaderos grandes iniciados y que hoy ya no se comprende. Porque existe una relación interna entre Saturno y los años de los niños, ahora se hace comprensible cómo estas cosas están internamente conectadas. También pueden ver cómo se extraen las fuerzas del propio sol. Lo que es importante para el ser humano más adelante se ha concluido con la Luna y la Tierra: las fuerzas de la forma son especialmente importantes para el desarrollo del ser humano desde el séptimo año hasta la madurez sexual. Esto proporciona a su vez una visión correcta de lo extraordinariamente importante que es que los niños estén en una relación más profunda con lo que se llama el sol espiritual, especialmente durante esta etapa en relación con su cuerpo etérico.

Aquí pueden ver el contexto más esotérico de las cosas que ya he indicado en la conferencia pública. Sobre todo, recuerden que en esta etapa es particularmente importante enseñar al niño el sentido de la belleza. Si en esta etapa de su vida no se le enseña el sentido de la belleza, no se podrá compensar más tarde, porque entonces actuarán fuerzas muy diferentes. Esta etapa está relacionada con la percepción de la luz y la sombra, y no hay nada mejor que enseñar al niño el sentido de la luz y la sombra. Conozco a un historiador del arte muy importante que una vez se quejó amargamente: "A la gente hay que darle clases de historia del arte. Cuando intento explicárselo y enseñarles cuadros, ellos no tienen ni idea.

Los jóvenes vienen de la escuela primaria y no tienen sentido de la luz y la sombra; ni siquiera pueden entender por qué se acorta una mano; se podría relacionar con la luz y la sombra en el sentido más amplio, pero la gente tiene muy poco sentido de ello.

Las personas sólo pueden desarrollar el sentido de la belleza si aprenden a comprender qué es lo que hace bello al sol en la Tierra, los actos espirituales del sol. Esto es muy importante. Los seres del sol tienen una existencia espiritual y divina. Por eso también es necesario que el desarrollo religioso comience en esta época. Esto está relacionado con el desarrollo del cuerpo etérico del hombre. Así como el sol en el desarrollo cósmico fue capaz de elevar la existencia de sus seres a espíritus, así el hombre como educador es capaz de despertar en el niño entre el cambio de dientes y la madurez sexual lo receptivo, el sentimiento por lo puramente espiritual y por lo religioso, porque allí el cuerpo solar se desarrolla libremente en todas direcciones.

De los catorce a los veintiuno o veintitrés años se tiene entonces la existencia lunar del ser humano, en la que su cuerpo astral pasa a primer plano. Esta es la época de la existencia en la que los instintos, que hay que combatir en el sentido más eminente, salen fácilmente; todo lo que no se puede purificar hay que desecharlo. Sale lo que realmente a veces debe ser tratado como la escoria de la luna; algunas cosas realmente deben ser desechadas, como sucedió con la luna.

Podríamos echar un vistazo profundo a este período y ver cuán profundamente está conectado el hombre con toda la estructura del mundo. Veríamos cómo, en efecto, el hecho de que el hombre sea incapaz de arrojar fuera de sí ciertas fuerzas que en realidad son fuerzas lunares, da lugar a esas terribles enfermedades que se conocen como locura juvenil, dementia praecox. Este es un fenómeno específico que, por su peculiar carácter sintomático, revela que nada mas acabar de salir del cuerpo etérico, él se aferra al cuerpo astral. Traten de observar a tal persona que navega hacia la demencia praecox a una edad sexualmente madura. Hay síntomas peculiares que muestran una extraña adicción a la repetición. El cuerpo astral es a veces muy inteligente, pero la forma en que el cuerpo astral debe relacionarse con el cuerpo etérico está desorganizada. Por ejemplo, pregúntenle a una persona así: ¿Cuánto es cinco por seis? Él responde: Treinta. ¿Cuánto es siete veces ocho? Treinta. ¿Cuánto es seis por nueve? Treinta. Y así sucesivamente, siempre treinta. Esta es una especie de rebasamiento de la memoria, y así pueden hacerse una idea de que no puede salir de la etapa del cuerpo etérico, que no puede provocar la edad lunar para sí mismo. Bajo tales aspectos es posible iluminar profundamente el microcosmos.

De los veintiuno a los veintiocho o treinta años tenemos la existencia marciana del ser humano. Durante este período, precisamente, es cuando emerge el carácter valeroso del hombre a través de la esfera sanguínea. No en vano es precisamente en estos años cuando las personas se sienten atraídas por el servicio a Marte, (el término marcial proviene de Marte). Algunas de estas cosas suceden instintivamente. En muchos casos son también tradiciones de lo que se conocía espiritualmente en el pasado.

Después vienen los preparativos para las etapas futuras. Cuando el alma es abandonada cada vez más a sí misma, da comienzo en el ser humano el proceso que tendrá lugar cósmicamente con la Tierra. De la Tierra se desprenderá algo para que ésta pueda elevarse más alto, hasta Júpiter. Y el hombre ya está comenzando este proceso hoy. También ahí él es un microcosmos. Algo interior se libera, y se desarrolla en esa libertad del alma que llamamos la existencia de Mercurio, que alcanza su apogeo en el trigésimo quinto año de vida. A esto se le llama mediana edad, al igual que a los setenta no fue por error que se la llamase la edad patriarcal. Por eso el hombre logra su independencia a los treinta y cinco años. Él entra en la edad en la que no sólo experimenta, sino que interiormente fortalece y solidifica lo experimentado. Por medio de la voluntad firmemente establecida, el cuerpo humano es abandonado a sus propios medios y el yo interior se consolida. Ahora el hombre se convierte en consejero de su entorno. Su juicio ahora tiene valor para los demás. Antes debía escuchar al mundo, ahora el mundo puede escucharle a él. Esto es importante, pues se peca mucho en este aspecto. Sobre todo, una persona se daña a sí misma si se levanta y da consejos antes de haber alcanzado la edad de la madurez, el centro de la vida. Si se siente a sí mismo sólo como un discípulo que repite lo que ha oído, no pondrá tantos bloqueos en su camino como cuando presenta todo tipo de cosas como enseñanza propia. Así es como hace ineficaces sus mejores poderes. El conocimiento puede adquirirse de antemano, pero la sabiduría es algo que debe desarrollarse interiormente. El conocimiento es aquello que uno debe primero reunir y que luego puede convertirse en sabiduría.

Con el cuadragésimo noveno año comienza entonces la edad de Júpiter, en la cual el alma se vuelve aún más libre en su ser interior al dejar el cuerpo aún más para sí y desarrollar aquello dentro de sí que contiene los mejores poderes para pasar a la edad de Venus, que comienza en el sexagésimo tercero, sexagésimo cuarto año de vida. Entonces el ser interior se ha consolidado hasta tal punto que el ser humano puede haberse despojado de todo egoísmo exterior en un hermoso desarrollo. Entonces sólo tiene amor por lo que hay en el mundo. Ya no quiere nada para sí mismo, ahora está ahí para lo que le rodea. La humanidad sólo está desarrollando esto en sus primeras etapas, por lo que todavía hoy es difícil hablar de ello.

En la ciencia espiritual se habla de un ciclo de vida estructurado en siete etapas y en este mismo sentido se muestra cómo se considera al hombre como un pequeño mundo que mira hacia atrás, hacia una época cósmica pasada, y que apunta a un desarrollo futuro. Por eso él nace del universo no sólo del pasado, sino que en todo su desarrollo hay también algo profético que apunta a una época futura. Y lo que ha de suceder allí ya está sucediendo hoy en el curso de la vida del hombre. Por tanto, no es del todo absurdo decir que el hombre aprende verdaderamente a conocerse a sí mismo cuando aprende sobre la evolución del mundo. Cuando deja vagar su mirada de Saturno a Venus, ve en el gran mundo lo que está teniendo lugar en su propia existencia. Esta es la conexión entre el hombre y todo el cosmos. Si se piensa en el hombre tal como es, con todos sus órganos, distribuidos por todo el cosmos, entonces se tiene la representación que ya conserva un antiguo mito de Europa Central. Según éste mito, el mundo entero fue creado a partir de un hombre primigenio, del gigante Ymir: la bóveda celeste a partir de su cerebro, los ríos a partir de su sangre, las montañas a partir de sus huesos y así sucesivamente. Los mitos de Osiris y Dioniso dicen algo parecido. Cuando se habla del hombre primigenio distribuido, no se quiere decir otra cosa que en el hombre se encuentra todo el cosmos, y cuando el hombre entra en el cosmos, encuentra su propia existencia magnificada en él. Debemos expandir nuestro propio conocimiento hacia el conocimiento del mundo, y no cavilar en nuestro ser interior. Así como nos vemos a nosotros mismos en el cuerpo en el que se concentran nuestra alma y nuestro espíritu, así podemos ver el gran cuerpo, que es la imagen ampliada de nuestro propio cuerpo, como el cuerpo divino, como una imagen del espíritu del mundo, y en el autoconocimiento tenemos el conocimiento del mundo, el conocimiento de Dios.

De este modo, el hombre nace a partir de la Divinidad y puede acercarse de nuevo a ella gradualmente a través de su comprensión. Entrar en el cosmos y desentrañar la existencia del mundo con todos los poderes del alma humana: éste es el estado de ánimo que nos puede proporcionar la ciencia espiritual. A través de ella el hombre aprende a ver el mundo como un gran cuerpo de la Divinidad, y aprende que su yo ha surgido de este cuerpo. Si uno aprende primero a sentir esto desde la ciencia espiritual, este sentimiento se transforma finalmente en un sentimiento de dicha divina. Con este sentimiento, con esta experiencia, se completa lo que el hombre puede aprender a través de la visión espiritual-científica del mundo, si bien es cierto que en un futuro muy lejano.

Traducido por J.Luelmo may,2024