lunes, 27 de mayo de 2024

GA096 Berlín, 19 de octubre de 1906 La relación de los sentidos humanos con el mundo exterior

   Índice


IMPULSOS ORIGINALES DE LA CIENCIA ESPIRITUAL

RUDOLF STEINER

EL ESOTERISMO CRISTIANO A LA LUZ DE LOS  NUEVOS CONOCIMIENTOS ESPIRITUALES

La relación de los sentidos humanos con el mundo exterior

Berlín, 19 de octubre de 1906

Puesto que nos hemos reunido en vísperas de nuestra Asamblea General, también debería parecer bastante apropiado, en vista de los próximos días, que esperamos sean bastante estimulantes, abrir nuestra reunión de hoy con una conferencia para nuestros invitados del extranjero y, por tanto, naturalmente también para los miembros de Berlín. Al mismo tiempo, tal conferencia, que se inserta fuera del programa como un regalo gratuito, también puede proporcionar algo que sería mas bien difícil de encajar en el curso normal de las conferencias teosóficas; algo para el teósofo avanzado y al mismo tiempo para los que están comenzando. Sin embargo, estos últimos deben primero tratar de abrirse camino hasta las cosas en cuestión. Sólo involucrándose más seria e intensamente podrán llegar por completo. Por otra parte, también debe ofrecerse algo a aquellos que quieran escuchar algo de las partes accesibles para nosotros de los mundos superiores.

El tema que abordaremos es la relación de los sentidos humanos con el mundo exterior, con lo que nos rodea espiritual y físicamente en el mundo. Al hacerlo, abordaremos algo que todavía no está suficientemente reconocido en nuestros círculos, a saber, la cuestión de cómo debemos imaginar realmente la relación entre los cuatro miembros del ser humano.

Uno de los primeros mensajes de la ciencia espiritual es que el ser humano consta de un cuerpo físico, un cuerpo etérico, un cuerpo astral y un cuerpo que en nuestras observaciones siempre hemos llamado portador del yo. En dicho portador del yo, están incorporadas ya las semillas de un desarrollo aún más elevado del ser humano. Todo esto se comunica al teósofo a través de obras elementales además de lo que escucha gradualmente en las primeras conferencias. Sin embargo, a menudo se dice que de estas cuatro partes de la naturaleza humana el portador del yo es la más elevada, el cuerpo astral es menos elevada, el cuerpo etérico aún menos elevada, y el cuerpo físico es la más baja.

Atma
Budhi
Manas
一一一一一一一一
Kama Manas (Yo)
cuerpo astral
Cuerpo etérico
Cuerpo físico

Acerca de cómo se relacionan estas cosas entre sí, lo pueden encontrar ustedes leyendo mi obra "Teosofía". Nos ocuparemos de los cuatro elementos inferiores, que se denominan el cuadrilátero pitagórico. Lo que se conoce como yo o kama-manas se considera a menudo como el elemento superior, el cuerpo astral, el cuerpo etérico y el cuerpo físico como los elementos inferiores. Esta manera de ver las cosas es, sin embargo, muy unilateral y a menudo he subrayado que esto no es correcto. En su naturaleza el cuerpo físico es lo más perfecto, y también es lo más antiguo que posee el hombre. ¡¡ Observen este cuerpo físico en todas sus partes, estúdienlo con los medios de la ciencia! Basta con reflexionarlo a fondo una vez, y tendrán que decirse a sí mismos: Este cuerpo físico está maravillosa y sabiamente construido en todas sus partes, la cosa más sabia que se conoce en el mundo. 

No hay nada en este mundo, en la medida en que pueda explorarse por medios físicos, que sea más perfecto que el cuerpo físico del hombre. Si observan ustedes todo un cosmos de estrellas o se sumergen en una obra de arte mecánica humana, por muy hábilmente ensamblada que esté, no descubrirán nada más perfecto que el cuerpo físico. Si estudian el corazón humano con las tareas que tiene asignadas como puro aparato físico o incluso sólo un trozo de hueso con todas las maravillosas "vigas", lo encontrarán confirmado. Sólo hay que coger un trozo de hueso del muslo. Dotado de un a modo de vigas que van estructuradas por aquí y por allá:


El ingeniero más ingenioso no podría fabricar un armazón tan perfecto como el construido por el cosmos para sostener el torso humano. Lo mismo ocurre con el cerebro humano y con todos los órganos que forman parte del cuerpo físico del hombre. Si se estudia toda la naturaleza, no hay nada que se parezca a este cuerpo físico en cuanto a perfección.

¿Por qué es tan perfecto este cuerpo físico? El ser humano no ha llegado a ser como es ahora de repente. Para llegar a ser así, ha tenido que pasar por un largo desarrollo. Lo que hoy tenemos ante nosotros como ser humano, es decir, lo que consiste en estos cuatro miembros, no sólo ha atravesado un largo desarrollo en este planeta terrestre exterior. Este planeta fue precedido por otro, que fue el predecesor de nuestra Tierra. Esa fue la antigua Luna. Este fue precedido por el antiguo sol, y el sol por el antiguo Saturno. Imagínense esto igual que el hombre pasa por sus encarnaciones. La tierra también ha pasado por estados similares. Podemos seguir cuatro estados semejantes. Aquí miramos retrospectivamente sobre tiempos inconmensurablemente largos, sobre periodos de tiempo de los que un terrícola no puede ni imaginarse. Pero en todas partes ya existía algo de este cuerpo físico del hombre. En el antiguo Saturno ya existía la primera formación del cuerpo físico. En aquella etapa no había nada del actual cuerpo etérico, ni tampoco del cuerpo astral, y mucho menos del yo del hombre. Esto demuestra que este cuerpo físico ha pasado por cuatro etapas. Una vez surgió como un cuerpo físico simple, como un armazón básico, en el antiguo planeta Saturno. Luego pasó por una transformación y entró en un estado crepuscular, un pralaya. A continuación, este cuerpo físico emergió de nuevo en el antiguo sol, que es algo muy diferente del sol de hoy, pero en un nivel superior. Sólo ahora se añadió el cuerpo etérico. Por lo tanto, el cuerpo etérico es mucho más reciente que el cuerpo físico. Bajo la influencia de lo que ya existía del cuerpo físico, es decir, lo que ahora ya ascendía a un segundo nivel de perfección, se desarrolló ahora el joven cuerpo etérico. En aquel tiempo, cuando los cuerpos físico y etérico estaban presentes juntos en el sol, todavía no había nada del cuerpo astral. Este sólo llegó a existir en la tercera encarnación de la tierra, en la antigua luna. Entonces el cuerpo físico del hombre pasó por su tercera etapa de perfección, el cuerpo etérico sólo por su segunda etapa. En la luna el cuerpo físico está en el tercer grado, por así decirlo, el cuerpo etérico en el segundo grado, el cuerpo astral en el primero. El yo sólo se añade en la tierra y todavía no ha pasado por nada. Cuando el cuerpo físico, aparece en la tierra, lo hace ya por cuarta vez desde aquel lejanísimo antiguo saturno. Cuando ya hayan pasado tres encarnaciones planetarias más, el portador del yo del hombre estará tan avanzado como lo está hoy el cuerpo físico. Al cuerpo astral le faltan dos encarnaciones planetarias mas para alcanzar el mismo nivel de perfección que el cuerpo físico actual. Y cuando se haya completado otra encarnación planetaria, el cuerpo etérico habrá alcanzado el mismo grado de perfección que tiene hoy el cuerpo físico.

También pueden convencerse mediante una reflexión bastante trivial de que el cuerpo astral es mucho más imperfecto que el cuerpo físico. El cuerpo físico, en su sabiduría, jamás cometería errores tan groseros como el cuerpo astral. Basta pensar en lo que hacen los instintos, deseos y pasiones que viven en el cuerpo astral, en las ansias que desarrollan. El corazón debe permanecer sano durante décadas, aunque el cuerpo astral tenga placeres que perjudican al corazón. Este es el caso, por ejemplo, cuando tomamos café o té, etcétera. El corazón no quiere esos placeres, pero el cuerpo astral sí. El cuerpo astral hace aquello que el cuerpo físico gracias a su nivel de perfección, se resiste. En el planeta que llamamos Venus, el cuerpo astral estará tan avanzado que se comportará tan sabiamente como el cuerpo físico, si no se le perturba.

Por lo tanto, debemos considerar el cuerpo físico como la parte más cuidadosamente elaborada y más perfectamente construida del ser humano. Cada vez que el cuerpo físico ha superado una etapa planetaria, siempre ha aprendido algo y se ha perfeccionado cada vez más. "Si observan ustedes el ser humano físico, verán que consta de varios órganos. Pero la gente no piensa mucho en cómo surgieron estos órganos. La anatomía, la ciencia describe al hombre como compuesto de estos o aquellos órganos, que tiene un hígado, un corazón, una nariz para oler, oídos para oír, ojos para ver. Y la ciencia también describe estos órganos detalladamente. Pero hace algo muy especial que sólo se puede comparar con lo siguiente. 

Imaginen que pusiéramos una mesa vieja y otra nueva una al lado de la otra, describiríamos las dos mesas de forma bastante trivial. Una tiene cuatro patas, la otra un tablero, una es de este color, la otra tiene cuatro patas, la otra un tablero, la otra es de este color, y así sucesivamente. Las descripciones pueden ser bastante correctas y, sin embargo, lo importante ni siquiera se menciona en esta descripción: a saber, que una es una mesa vieja y la otra nueva. También se pueden describir los ojos y las orejas del mismo modo. Se puede describir su aspecto actual. Se puede describir el oído externo, el conducto auditivo externo hasta el nervio auditivo, etcétera. Del mismo modo, pueden describir el ojo humano. Ambos tendrán un aspecto muy bello, y puede parecer que estas descripciones tienen el mismo valor. En el sentido oculto más elevado no lo tendrían. No son equivalentes por la razón de que estos dos órganos, los ojos y los oídos, tienen orígenes completamente diferentes.

Si retrocediéramos hasta el antiguo Saturno y examináramos la primera estructura del cuerpo físico humano, donde no puede haber ninguna sospecha de la existencia posterior del cuerpo etérico, el cuerpo astral y el yo, si examináramos ese peculiar cuerpo físico tal como era en aquellos tiempos, buscaríamos en vano las primeras estructuras de los ojos. No podrían ustedes encontrarlas, porque en aquella época aún no estaban presentes en aquel primer cuerpo. En cambio, en ese cuerpo de Saturno ya se encontrarían las disposiciones para el oído humano. He hí pues esta diferencia de edad, que les resultará comprensible si consideran que el cuerpo físico ha pasado por tantas etapas como encarnaciones planetarias ha habido. En la primera etapa llegó tan lejos que formó completamente las orejas conforme a su estructuración de entonces. En realidad ya estaban preformadas cuando el hombre llegó a Saturno procedente de mundos completamente diferentes. El hombre ya había entrado en esta cadena evolutiva con la capacidad de oír. En este primer planeta añadió entonces la disposición para lo que se podría llamar el sentido del calor, también se podría decir la sensación de calor. Generalmente hablamos de un sentido cutáneo. Pero hay que distinguir dos cosas. Primero, es un sentido del tacto, que percibe cosas duras y blandas; pero luego es también un sentido del calor, que percibe calor y frío. Ahora hablamos de este sentido del calor. Esto da lugar a la siguiente secuencia de etapas. Primero tenemos el sentido del oído y luego el sentido del tacto, el sentido del calor. Este sentido del calor se formó en la encarnación planetaria que llamamos Saturno. Este sentido se remodela de forma natural en diferentes etapas de la evolución. Cuando aparece por primera vez, es algo muy diferente de aquello en lo que se transforma más tarde. Ese antiguo sentido del oído con el que el hombre entró en la evolución planetaria era un sentido del oído muy peculiar. Se podría caracterizar mejor si dijéramos: Este cuerpo físico humano era básicamente un gran oído. El hombre era todo oídos cuando comenzó su desarrollo planetario. Como cuerpo físico, el hombre apenas se diferenciaba del resto de su entorno. Sonaba, y todo sonaba con él. En todo su cuerpo oía lo que vivía fuera como los sonidos del mundo. Al igual que una cuerda resuena cuando se golpea otra, por cada sonido que resonaba en el mundo había una vibración afín en el cuerpo físico humano. Todo resonaba.

Y a continuación, el desarrollo ulterior de los sentidos consiste en su especialización. Si al principio el hombre era todo oídos, ahora se le unió el sentido del calor. Lo que antes era una sola entidad se diferenció en dos. Esto también se expresó físicamente. Aparecieron ciertos órganos que sólo transmitían el oído y otros que sólo transmitían la percepción del calor. Así, con cada nueva aparición del cuerpo físico, todo el ser humano cambia. Sus sentidos se especializan y se convierte cada vez más de un ser simple en un ser tremendamente complejo. De este modo, el hombre entró en la evolución de Saturno con la facultad del oído. En Saturno adquirió el sentido del calor. En la evolución solar que siguió a la de Saturno, el hombre adquirió el sentido de la vista. El desarrollo del sentido de la vista durante el período solar es, pues, la tercera etapa, con la que los demás sentidos se remodelan de la manera correspondiente, de modo que el hombre en el sol es un ser que oye, siente y ve.

A continuación proseguimos la evolución y llegamos a la Luna. El sol ha entrado de nuevo en un pralaya. Luego vuelve a salir como la luna. En la luna, se desarrolla el sentido del gusto además de los otros tres sentidos que ya poseía el hombre. Seguidamente el hombre ha desarrollado cuatro de los sentidos actuales. Los otros se especializan, es decir, se distribuyen en los órganos individuales. Es posible seguir literalmente cómo se desarrolla este cuerpo físico como órgano para el mundo exterior. El sistema nervioso simpático ya se había desarrollado en el sol. Durante la vida en la antigua luna el desarrollo de los demás órganos también continúa paso a paso, pero nos limitaremos a los sentidos. En la luna, por tanto, se añade el sentido del gusto, y en la tierra el más reciente de los sentidos, el sentido del olfato. Si se estudian los sentidos hoy en día, se puede afirmar que el olfato es el sentido más reciente que se ha desarrollado en el ser humano. El sentido del gusto ya existía en la evolución de la luna y se ha remodelado una vez. Cada reorganización es un perfeccionamiento. El sentido del olfato es el más imperfecto. El sentido del gusto ya ha corregido sus defectos una vez. El sentido de la vista ya ha corregido sus defectos dos veces, el sentido del calor tres veces. El sentido del oído, sin embargo, es el más perfecto porque ya ha sufrido cuatro transformaciones y la quinta de ellas en la Tierra.

Así que hay que entender este cuerpo humano como un ser muy complejo y ser conscientes de que ha sido necesario mucho para construir gradualmente el cuerpo físico del hombre. Hay que conocer la edad relativa de las diversas partes de este cuerpo si se quiere formar un juicio sobre él. Y así los sentidos, también con respecto a su grado de perfección, se sitúan a su vez en diferentes relaciones con otras entidades. Un órgano de los sentidos que es más perfecto, que ha sido transformado más a menudo, está en relación con mundos muy diferentes que un órgano de los sentidos que sólo ha sufrido unas pocas transformaciones. 

Empecemos por el sentido del oído. Este sentido ha pasado por toda una serie de etapas. Ya estaba presente en Saturno como esbozo cuando el hombre entró en su evolución. ¿Qué ocurrió entonces? La evolución física de Saturno llevó el sentido del oído un paso más allá y le añadió el primer desarrollo del sentido del calor. Luego vino la evolución solar, y el cuerpo etérico se añadió al cuerpo físico. De este modo se insertó un nuevo miembro de la naturaleza humana, que cooperó en la transformación de los sentidos. A partir de la luna coopera el cuerpo astral, y a partir de la evolución terrestre coopera el portador del yo. Pero algo más está condicionado por toda esta conexión. Debido a que el sentido del olfato apenas acaba de entrar en la serie de los sentidos en la tierra, el yo todavía no tiene ninguna influencia sobre el sentido del olfato. Todavía se encuentra en el proceso de desarrollo puramente físico. Sólo sobre el sentido del gusto tiene influencia el cuerpo etérico del hombre. El cuerpo astral del hombre influye sobre el sentido de la vista, y el portador del yo sobre el sentido del calor y del sentimiento. Y lo que se ha desarrollado en el hombre como los primeros comienzos de manas, como la primera disposición a este yo espiritual superior, tiene una influencia sobre el sentido del oído. De hecho, lo que pertenece a la naturaleza superior del ser humano sólo influye hoy en el sentido del oído. De todo aquello que conquistan los cuatro sentidos inferiores, nada se incorpora aún al alma eterna. Sólo lo que puede expresarse con palabras, lo que el hombre puede revestir con palabras, la palabra sólo necesita ser pensada, y sin embargo es oída interiormente, pertenece a la parte eterna, imperecedera del hombre. Todos los pensamientos que pueden revestirse de palabras, los sentimientos que viven tan claramente en el hombre que podrían expresarse mediante palabras, todos los impulsos que el hombre puede realmente caracterizar, que no viven en él como impulsos oscuros sino que son tan claros que pueden traducirse en palabras, todo esto pertenece a la parte eterna del hombre. La palabra es, pues, algo que pertenece al fundamento eterno del hombre. Por tanto, si se empieza a hablar de lo eterno en absoluto, hay que hablar de la palabra en el sentido más literal. En aquel tiempo, cuando la tierra entró en su evolución, cuando la evolución de la tierra comenzó en Saturno, existía esta primera facilidad para las palabras. Sólo en la tierra surgió esta facultad. La frase debe tomarse literalmente: "En el principio era el Verbo". Tales pasajes evangélicos no sólo deben entenderse simbólicamente, sino que su significado debe ser elaborado para que puedan entenderse literalmente. La Palabra es también el principio de lo que es eterno en el hombre. Por tanto, la palabra, la palabra audible, es también lo primero del hombre que es útil en la futura construcción del mundo. Todo lo que producen los otros sentidos no es en absoluto útil para la evolución que la tierra ha de experimentar todavía.

Las sagas y los mitos suelen contener la sabiduría más profunda. ¿O no sabe la leyenda que lo que produce el sentido del olfato no es útil inicialmente para la evolución terrestre? ¿Qué únicamente cuando se haya pasado por otras evoluciones planetarias será útil lo que contiene el sentido del olfato? Por eso el padre de todos los obstáculos es el que deja tras de sí un olor desagradable: El diablo es perceptible posteriormente a través de un olor desagradable que deja tras de sí. Así pues, la sabiduría más profunda puede encontrarse en el mundo de las leyendas, pero hay que saber tomarlas al pie de la letra en el sentido más elevado.

La consideración de los sentidos y su conexión con el mundo puede llevarnos aún más lejos. Destaquemos uno de ellos, el sentido de la vista. Este es el punto medio de los sentidos.

Ahora síganme en algo bastante sutil. Ustedes saben que el cuerpo astral, en el que viven los impulsos internos, los deseos y las pasiones del ser humano, se hace visible para el clarividente como un cuerpo de luz. En este cuerpo de luz aparecen las más variadas figuras y colores. Cada pasión, cada impulso tiene un color determinado. Todo ello, incluso el estado de ánimo básico, se puede observar en este cuerpo de luz. Si se observa el cuerpo de luz de una persona que está muy nerviosa, se verá completamente impregnado de puntos brillantes y resplandecientes. Todo brilla y desaparece y se despliega en los colores más diversos.

En caso de que haya un afecto terrible, se encontrarán tales rayos:   

Una persona que tiene un resentimiento reprimido tiene en él figuras como serpientes. 

Pero esto es difícil de dibujar, porque está constantemente en movimiento, como un rayo. Así que interiormente hay ira o resentimiento o nerviosismo cuando el alma se retuerce interiormente. Lo que una persona experimenta interiormente es el estado de su alma. Externamente, este estado del alma se hace visible al clarividente como un fenómeno lumínico.

El ojo físico ve luces y colores a su alrededor. Así como el clarividente percibe el aura en el cuerpo astral como rojo, azul, amarillo y verde, el ojo físico ve rojo, azul, amarillo y verde a su alrededor. En ambos casos, la causa es exactamente la misma.

Así como en el cuerpo astral detrás del rojo existe un deseo, detrás del rojo de la flor como "cosa en sí" también existe un deseo. El rojo de la flor es un deseo que vive en la flor. Lo que hace el sentido de la vista cuando pasa por este punto no es diferente de dar la vuelta a una falda, girarla hacia el otro lado. Mientras que la naturaleza astral del hombre se expresa en el aura, la naturaleza astral exterior vive detrás de todo el mundo del color y de la luz, detrás del mundo del sentido de la vista. Nunca habría colores en el mundo si las cosas no estuvieran completamente impregnadas de entidades astrales. Lo que aparece en el mundo como colores proviene de los seres astrales que se manifiestan exteriormente a través del color. Al girar el interior hacia el exterior, la entidad desciende del plano superior al inferior. Podrán lograr lo siguiente a través de la meditación:< Si ustedes tienen una superficie verde, como una hoja, frente a ustedes y ahora salen de sí mismos para mirar la cosa desde el otro lado, entonces verían la entidad astral que está detrás del color verde y que se indica a sí misma a través del color verde. Tienen que imaginárselo así: Al mirar hacia el mundo y ver este mundo cubierto de colores, tienen que suponer los seres astrales que están detrás de estos colores. Así como ustedes dejan que los colores de su aura aparezcan al clarividente desde su interior, así la cubierta de colores del mundo es la expresión del aura cósmica. Todo lo que está coloreado en el mundo es un aura dirigida hacia ustedes. Si pudieran darle la vuelta a su aura como a una falda, también verían su aura físicamente visible en el lado opuesto. Esto se aplica al sentido de la vista, y así se puede ver que el sentido de la vista está íntimamente relacionado con el mundo astral.

Si pasamos a considerar el sentido del tacto, el sentido del calor, éste, a su vez, tiene una relación universal con las partes inferiores del mundo astral. Mientras que el sentido de la vista está más en relación con las partes superiores del mundo astral, el sentido del tacto o del calor está a su vez en una relación similar con las partes inferiores del mundo astral, más con la zona en la que el mundo astral ya se funde con el mundo etérico. El sentido del oído está directamente relacionado con el mundo físico, y lo que ustedes perciben como sentido del oído son vibraciones del aire físico.

Esto es algo que yo les pido que comprendan sólo de la manera más sutil y correcta. Si ustedes quieren ver algo, debe haber un ser astral detrás del color que ven. También detrás del calor que se siente tiene que haber un ser astral. Si quieren oír algo, han entrado completamente en el mundo físico, porque el sentido del oído es el sentido más perfecto, y pueden oír a un ser físico. Sólo mediante la palabra el mundo espiritual descendió propiamente al mundo físico. Si empezamos por arriba, podemos decir, por tanto: Los fenómenos del sentido del oído se encuentran por completo en el plano físico, los del calor ya se elevan más arriba, los del sentido de la vista están en el plano astral, y los fenómenos que percibimos a través de los sentidos más imperfectos pertenecen a las partes más elevadas del mundo espiritual. Y aquello que llega hasta el mundo físico es sólo lo más imperfecto. Por eso, lo que el sentido del olfato puede captar, lo que desciende al mundo físico, es lo más imperfecto. Si esto se independiza, entonces se separa del curso evolutivo del mundo, de la evolución. Lo que se manifiesta en el sentido del olfato sólo debe aparecer hoy en estrecha conexión con los mundos más elevados. Tomemos, pues, aquellos seres que, justo cuando el sentido del olfato había comenzado a desarrollarse en la tierra, se separaron de la evolución y se independizaron. Estos son seres que prefieren darse a conocer a través del sentido del olfato. Por eso es una bella característica de la leyenda que los ángeles caídos sean desagradablemente perceptibles al olfato. Por haberse escindidos en la evolución, son perceptibles al olfato.

Por tanto, si se preguntan qué hay realmente más allá de la piel, que encierra los órganos de los sentidos humanos, tienen que decirse: ahí es donde se encuentran realmente los diversos planos superiores y sus entidades.

Ahora bien, la investigación física está en maravillosa armonía con todo esto. No hay más que ver cómo se forma un ojo.

Los órganos humanos no se forman de dentro hacia fuera, sino que se empujan desde fuera. Así ocurre con todos los órganos humanos y animales. El término técnico es invaginación. En los animales que tienen médula espinal, originalmente se formó un surco y la médula espinal se insertó en este surco desde el exterior. Del mismo modo, los sentidos también se insertan desde el exterior.

¿Qué es lo que hace que el ojo se intrusione de ese modo? Es obra de las entidades que trabajan en la luz. Son las entidades que trabajan en el rayo de luz las que forman el ojo a partir del organismo, es decir, aquellas entidades que están astralmente detrás de la apariencia externa y de las que hemos dicho que las veríamos si pudiéramos girar nuestra conciencia. Son ellas las que han perforado el ojo en el organismo físico. Por lo tanto, la formación del ojo es obra de seres de luz. Del mismo modo, los demás órganos están formados por seres de los diferentes mundos.

Palpando en tu piel, puedes sentir como si los seres de los diferentes lados hubieran trabajado en tu cuerpo. Cuando el hombre llegó a Saturno en su primer desarrollo, sólo los seres más elevados pudieron trabajar en su órgano del oído. Los seres superiores y también los inferiores le enseñaron a oír, hasta que en la Tierra los seres encarnados en el aire exterior también empezaron a trabajar en su órgano del oído. Con el órgano del oído el hombre oye el aire en movimiento; ahí es donde se encuentra el sonido.

Si realmente plasmamos esto en nuestras almas, nos daremos cuenta de una manera muy profunda de por qué el aire desempeña un papel tan especial en la historia de la creación, por qué primero tuvo que ser soplado en el hombre para que también pudiera desempeñar este papel en relación con su órgano del oído: "El Creador insufló en el hombre el aliento vivo, y éste se convirtió en un alma viviente". El hombre mismo es creado a través de la palabra, del sonido, en su máxima expresión. De ahí se desprende también la relación que existe entre el hombre y todo su entorno a través de sus sentidos. Si observan ustedes su rostro, puedes decirse: Los seres que viven en el plano astral han trabajado en su rostro. Ellos viven en el rayo de luz. El rayo de luz consta de una parte física y otra astral. Ahora imaginen ustedes que en alguna parte sobresalga un rayo de luz.

Ahora también se darán cuenta del significado más profundo que tiene cuando Chamisso habla de Peter Schlemihl como el hombre sin sombra. Peter Schlemihl perdió su alma con la sombra. Si leen ustedes la novela de Chamisso con este pensamiento en mente, se darán cuenta de que hay algo mucho más profundo detrás de algunas de estas historias.

De hecho, cada vez se darán más cuenta de que la persona que no sabe nada de estas cosas camina por el mundo más o menos como un ciego. La persona que no sabe nada de los mundos espirituales ni siquiera tiene idea de lo que arrastra en su sombra. Todas esas cosas sutiles que nos rodean sólo volverán a ser reveladas a la gente gracias al conocimiento científico espiritual. El mundo está lleno de enigmas para aquellos que quieran percibirlo. Cuando el hombre perciba estos enigmas, ya no considerará la visión científico-espiritual del mundo como algo superfluo o como el sueño de unos cuantos fantasiosos, sino que reconocerá que la realidad que nos rodea sólo se nos hace accesible a través de la visión científico-espiritual. No debemos cansarnos de estudiar lo que nos rodea. Inumerables espíritus han trabajado en la compleja estructura que es el ser humano. Por eso esta estructura exhibe tan diferentes grados de perfección. Sólo a través de ella el oído físico ha adquirido el derecho a oír en el escenario físico, porque ha pasado por muchas etapas. Aquél que, como chela, pasa por la etapa de Venus bajo un maestro, también puede percibir a sus semejantes en el plano físico en el efecto de luz; entonces el efecto de luz también desciende al plano físico.

El curso de la evolución es bastante regular. Así como el sentido del oído descendió al plano físico, el sentido de la vista también desciende al plano físico, hasta llegar a la clarividencia real. Esto se puede comprender lógicamente. Todo aquel que está preparado para pensar ya puede ver el sentido de ello, y nadie puede refutarlo con sólo pensar. Así ocurre con todas las cosas en la ciencia espiritual. Sólo aquellos que no quieren pensar, o que sólo aplican el pensar a lo que están acostumbrados a pensar, lucharán contra la ciencia espiritual. También puede haber gente que diga: No quiero viajar en tren, pero eso no significa que se pueda negar la realidad del ferrocarril. También puede haber gente que diga: No hay nada malo en los mundos superiores. Pero eso no significa que se puedan negar los mundos superiores: éstos existen.

Hemos hablado de los órganos sensoriales del hombre y hemos intentado arrojar luz sobre su entorno. Hemos descubierto que los órganos sensoriales sólo existen porque otros seres los construyen. Del mismo modo podríamos haber hablado del ser interior, que se auto construye sobre el entorno. La ciencia física no está en condiciones de comprender estas cosas. La ciencia física puede mostrar qué diferencias estructurales existen entre el ojo y el oído, pero nunca puede mostrar la diferencia de edad entre el ojo y el oído. Esto sólo puede hacerlo la ciencia oculta, que ve detrás de los fenómenos externos. También podríamos haber mostrado que el hígado es un órgano mucho más reciente que el bazo. <Resultaría que cuando el cuerpo etérico se unió con el cuerpo físico, el bazo ya estaba allí, mientras que el hígado sólo se añadió cuando lo hizo el cuerpo astral, con las pasiones humanas. Esto es algo que se expresa de forma maravillosa en la leyenda de Prometeo. El buitre que roe el hígado de Prometeo, que está encadenado a la roca, tiene un profundo significado.

De modo que podrían estudiarse las grandes verdades contenidas en las leyendas de un modo nuevo. Hay una profunda sabiduría en las antiguas leyendas y mitos. Los mitos no fueron creados por la "imaginación poética popular", eso es una superstición de los eruditos. Los eruditos son las personas más supersticiosas que existen. Los creyentes en fantasmas no son tan supersticiosos como los eruditos. Es una superchería pensar que existe una imaginación popular ciega. En verdad, los grandes mitos provienen de los iniciados que conocían lo que ahora se hace accesible a la humanidad nuevamente en las grandes verdades teosóficas.

En la antigüedad también había sociedades en la tierra que pisamos en las que se enseñaba teosofía. Y desde allí salían emisarios que proclamaban al pueblo en mitos lo que habían oído en círculos internos. Así pues, el mito es un envoltorio para las verdades espirituales, y quienes se esfuerzan por reconocerlas pueden hacerlo a partir del mito. Estos son sólo mitos secundarios que no son atribuibles a los grandes iniciados. Los verdaderos mitos provienen de los iniciados como creación suya. Si se dan cuenta de esto, verán que en los mitos de los pueblos más diversos se recoge una escritura milagrosa. Aprendan ustedes primero a leer los mitos y a mirar en lo profundo del alma de los pueblos antiguos, los pueblos que crearon desde dentro, por así decirlo. Y si les dan la vuelta a los mitos, como acabamos de dar la vuelta al plano astral, obtendrán, en su concepción, la ciencia natural de hoy.

En las ciencias naturales nos enfrentamos a las mismas verdades: las verdades evolutivas contenidas en los mitos. De ahí la extraña correspondencia entre la idea más profundamente comprendida de la evolución y las enseñanzas más antiguas de la humanidad. Las cosas míticas son vistas desde dentro, la ciencia natural las ve desde fuera, pero son las mismas cosas. Esto es una indicación del hecho asombroso de que en los hechos científicos correctamente comprendidos reaparecen las verdades que se encuentran en los credos religiosos más antiguos. No hay que asombrarse de ello si se sabe que la ciencia natural no es otra cosa que la mitología vuelta del revés. Por tanto, debe parecerse en su estructura a lo que ya existía. Esta ha sido una reflexión sobre la relación de los sentidos con el mundo que nos rodea.

Mañana a las dos queremos hablar de cuestiones teosóficas que no son tan rebuscadas, pero que también repercuten en la vida práctica.

Traducido por J.Luelmo may,2024