sábado, 15 de junio de 2024

GA096 Berlín, 29 de enero de 1906 -Impulsos originales de la Ciencia Espiritual

    Índice


IMPULSOS ORIGINALES DE LA CIENCIA ESPIRITUAL

RUDOLF STEINER

EL ESOTERISMO CRISTIANO A LA LUZ DE LOS  NUEVOS CONOCIMIENTOS ESPIRITUALES

Impulsos originales de la Ciencia Espiritual

Berlín, 29 de enero de 1906

Una y otra vez se hace evidente lo difícil que es para nuestros contemporáneos comprender la vida teosófica. Por lo tanto, se deben expresar algunos pensamientos generales al respecto. Todos los que se sienten atraídos por la teosofía tienen la sensación de que ésta debe satisfacer su más profundo anhelo con respecto a la vida espiritual. Pero si queremos mantener la idea teosófica básica, tal como es en el presente, ante nuestras almas y llenar toda nuestra conciencia con el pensamiento de que lo espiritual es algo real, entonces debemos llegar finalmente a reconocer la dignidad de la persona de nuestro prójimo. Aceptamos lo personal, porque como ser humano con un alma sensible en su cuerpo, no nos permitiríamos violar deliberadamente la personalidad exterior de nuestro prójimo, no nos permitiríamos atacarle en su libertad personal. Pero aún no estamos tan lejos, ni de lejos, como para extender esta tolerancia a lo más íntimo del ser humano, porque aún estamos lejos de saber, a lo sumo teóricamente, pero aún no prácticamente, que los sentimientos y los pensamientos, lo espiritual en general, es algo real. Todos ustedes se dan cuenta de ello. Y también está claro para todos hoy que es algo muy real, muy real cuando golpeo a alguien con la mano. Pero la gente no cree tan fácilmente que es algo real cuando envío a alguien un mal pensamiento. Tenemos que darnos cuenta de que el mal pensamiento con el que me acerco a mi semejante, el pensamiento de antipatía, de odio, es tanto un golpe en su alma como un golpe en su cara. Y un sentimiento perjudicial, un sentimiento de odio y antipatía, con el que me enfrento a mi semejante, son realmente como la habitual herida externa que uno inflige a una persona. Sólo cuando uno se da cuenta de esto se convierte en teósofo.

Si nos impregnamos completamente de esta conciencia, si nos damos cuenta de que el espíritu dentro de nosotros es una realidad, entonces hemos captado el pensamiento teosófico, y entonces se nos presenta algo que es la consecuencia real, la consecuencia importante de tal concepción espiritual. En primer lugar, las personas de una sociedad educada no se abofetearán entre sí, ni se infligirán heridas externas. <Pero no necesito decirles con qué pensamientos, con qué opiniones se sientan codo con codo las personas de nuestra sociedad educada. Ustedes lo saben. La Sociedad Teosófica tiene la tarea de hacer que la gente tome conciencia de la simpatía e inviolabilidad de la persona. Si en nuestro tiempo, cuando la gente prefiere tener opiniones y puntos de vista, siete personas se sientan juntas, entonces tienen trece opiniones, y como resultado de las trece opiniones preferirían dividirse en trece partidos. Este es el resultado de la diferencia de opinión, y en el lugar de esta diferencia de opinión el movimiento teosófico tiene que poner la idea de la hermandad en lo más profundo. Sólo comprendemos plenamente la Teosofía, esta idea de hermandad, cuando somos capaces de sentarnos juntos en hermandad con la mayor diversidad posible de pensamientos ulteriores. No sólo queremos respetar y apreciar la persona de nuestro prójimo y enfrentarnos a él de tal modo que le reconozcamos en su dignidad humana más plena, sino que en lo más profundo de nuestra alma también queremos reconocer a nuestro prójimo como un alma. Pero entonces debemos sentarnos junto a él y permanecer juntos, aunque exista la mayor diferencia de opinión. Nadie puede abandonar la comunidad teosófica, la hermandad teosófica, por diferencias de opinión. Esta es precisamente la ventaja de los teósofos, que permanecen juntos como hermanos incluso cuando no están de acuerdo. Hasta que no nos unamos como hermanos, no estaremos en condiciones de realizar una idea teosófica básica. Esto es lo que hace posible que saquemos de las almas los secretos más profundos que yacen dormidos en ellas, las capacidades más profundas que viven como adormecidas en el fondo de nuestras almas, cuando nos damos cuenta de que podemos trabajar juntos con nuestros semejantes, aunque tengamos opiniones fundamentalmente dispares.

No en vano, como he dicho a menudo, la Sociedad Teosófica se fundó en el último tercio del siglo XIX. La forma en que busca lo espiritual difiere considerablemente de otros esfuerzos que también aspiran a obtener pruebas de la inmortalidad del hombre. Hay una gran diferencia en la búsqueda de lo eterno tal como se encuentra en la Sociedad Teosófica y la búsqueda de lo eterno en otros movimientos centrados en el espíritu. En verdad, el movimiento teosófico no es más que la popularización de las fraternidades ocultas de los últimos milenios que se han extendido secretamente por todo el mundo. Ya he mencionado que la más destacada, la mayor fraternidad de Europa fue fundada en el siglo XIV como la Fraternidad Rosacruz. Esta Fraternidad Rosacruz es en realidad la fuente, el punto de partida de todas las demás fraternidades que se han conservado en la cultura de Europa. La sabiduría oculta se cultivaba en estricto secreto en estas fraternidades. Si tuviera que describir para ustedes lo que las personas unidas en estas diversas fraternidades querían alcanzar, tendría que decirles: esas elevadas y sublimes enseñanzas de sabiduría y ese trabajo de sabiduría que se cultivaban en estas fraternidades ocultas, de las cuales la Fraternidad Rosacruz era la más destacada. Las enseñanzas y los trabajos que allí se cultivaban llevaron al hombre al punto de tomar conciencia de su núcleo eterno de ser. Llevaron al hombre a encontrar la conexión con el mundo superior, con los mundos que están por encima de nosotros, y a buscar la guía de nuestros hermanos mayores, la guía de aquellos que viven entre nosotros y que han alcanzado un nivel que todos ustedes alcanzarán más adelante. Llamamos a esos los hermanos mayores por la razón de que ellos, anticipándose al desarrollo general, han alcanzado antes esta elevada posición: así la certeza del núcleo eterno del ser, el despertar del mismo, para que el hombre pueda contemplar lo eterno así como el hombre ordinario puede contemplar el mundo de los sentidos. Para lograrlo, él debe emular a los hermanos mayores que viven por doquier entre nosotros. Estos hermanos mayores o maestros, los grandes líderes de la humanidad, han sido siempre ellos mismos los líderes supremos y los supervisores supremos de la sublime sabiduría oculta a través de la cual el hombre toma conciencia de su esencia eterna. Aquellos que deseaban ser admitidos en tal hermandad oculta eran sometidos a estrictas pruebas y ensayos hasta mediados del siglo XIX. Sólo podían ser admitidos en tal hermandad aquellos cuyo carácter fuera reconocido como garantía de que la elevada enseñanza de la sabiduría nunca podría ser mal empleada para fines bajos. Además, debía garantizar mediante su inteligencia que comprendía lo que se le daba en las hermandades ocultas de la manera y en el sentido correctos. Sólo si alguien cumplía estas condiciones, si daba una garantía completa de que era capaz y estaba en el estado de ánimo necesario para recibir las más elevadas enseñanzas de la vida, podía ser aceptado en tal hermandad.

Por poco que la gente quiera creerlo: Todo lo realmente grande que ocurrió hasta la Revolución Francesa y en el siglo XIX emanó de estas fraternidades ocultas. La gente ni siquiera se daba cuenta de cómo estaba siendo influenciada por las corrientes que emanaban de las fraternidades ocultas. ¿Les describo una escena de cómo estas fraternidades actuaban de forma oculta en el mundo? Tomemos la siguiente escena. Un hombre importante y muy dotado recibe la visita inesperada de una persona aparentemente desconocida. Esta persona desconocida sabe cómo entablar una conversación entre él y esta persona importante, tal vez un estadista. Todo esto sucede de la manera más natural y bastante "por casualidad", por lo que este "por casualidad" debería entrecomillarse. La conversación no contiene cualquier cosa, pues en el transcurso de la misma se dicen cosas que se instalan de manera bastante imperceptible en la mente, en el intelecto de la persona visitada. De una conversación así, que puede durar sólo tres horas, se produce una transformación completa de la persona en cuestión. De esta manera, lo crean o no, muchas grandes ideas con un impacto significativo en el mundo han sido trasplantadas a las mentes de las personas. Así es como se inspiraron grandes ideas en Voltaire, sin que tal vez él tuviera ni idea de a quién se enfrentaba como un fenómeno aparentemente de lo más insignificante, pero que tenía cosas importantes que decirle. Así en Rousseau se asentaron algunas ideas básicas así recibidas; también en Lessing.

Este tipo de efectos, que emanaban de las fraternidades ocultas, se desvanecieron cada vez más en el transcurso del siglo XIX. El siglo XIX fue necesariamente el siglo del materialismo. Las fraternidades ocultas se habían retirado. Los grandes maestros de la sabiduría y la armonía de las sensaciones se retiraron a Oriente, por utilizar un término técnico. Dejaron de tener efecto en Occidente. Ahora sucedió algo particularmente importante en Occidente. Tengamos esto en cuenta para darnos cuenta del significado del movimiento teosófico mundial.

Fue en 1841 cuando los miembros de la sociedad más oculta se dieron cuenta de que algo importante estaba a punto de suceder en Europa. Era necesario, para frenar la marea del materialismo, que una corriente de vida espiritual fuera canalizada hacia la humanidad. En aquella época había cierta diferencia de opinión entre los propios ocultistas. Algunos decían: La humanidad aún no está madura para recibir hechos y experiencias espirituales, queremos mantener el sistema de silencio. Estos eran los ocultistas conservadores. Este sistema tiene mucho a su favor, pues la difusión de las verdades ocultas tiene grandes peligros. Los otros decían: El peligro del materialismo es demasiado grande, hay que hacer algo al respecto para que al menos las cosas más elementales sean comunicadas a la humanidad. Pero, ¿En qué forma? La humanidad había olvidado por completo cómo captar el espíritu en su verdadera forma, había olvidado cómo elevarse realmente a los mundos superiores, había olvidado por completo el concepto de ello, de modo que ese mundo ya no existía para ella en absoluto. ¿Cómo enseñar que existe algo espiritual a una humanidad que sólo siente lo material? ¿Por qué era tan necesario enseñar a la humanidad la conciencia del mundo espiritual?

Aquí tocamos uno de los importantes secretos que yacen latentes en nuestro presente. Ya he señalado aquí y allá a qué se debe realmente que exista un movimiento teosófico, por qué es necesario. El que puede ver en el mundo espiritual sabe que todo lo que existe exteriormente materialmente tiene su origen espiritual, proviene de lo espiritual. No hay nada material que no provenga de lo espiritual. Eso incluye también lo que la gente tiene exteriormente como salud y enfermedad, pues ellos proviene de su actitud, de sus pensamientos. El proverbio que dice: Lo que piensas hoy, eso serás mañana, es muy cierto. Deben ser ustedes conscientes de que si una época tiene pensamientos malos y corruptos, la siguiente generación y la siguiente época tendrán que expiarlo físicamente. Es la verdad del dicho: Los pecados de los padres serán vengados en tantos y tantos miembros. No quedará impune el hecho de que la gente del siglo XIX comenzase a pensar tan crudamente materialmente, a apartar su mente de todo lo espiritual. Lo que la gente pensaba entonces se hará realidad. ¡Y no estamos tan lejos de que aparezcan extrañas enfermedades y epidemias en nuestra humanidad! Lo que llamamos nerviosismo adoptará formas terribles a mediados de siglo a más tardar. Así como una vez hubo peste y cólera y lepra en la Edad Media, habrá epidemias del alma, enfermedades del sistema nervioso en forma epidémica. Estas son las consecuencias reales del hecho de que las personas carecen del núcleo espiritual de la vida. Donde hay conciencia de este núcleo de la vida como centro, el ser humano se vuelve sano bajo la influencia de una visión del mundo sana, verdadera, sabia. Pero el materialismo niega el alma, niega el espíritu, ahueca al hombre, lo señala en su periferia, en su circunferencia. La salud sólo existe cuando el núcleo más profundo del ser del hombre es espiritual y verdadero. La verdadera enfermedad que sigue al vaciamiento del ser interior es la epidemia espiritual a la que nos enfrentamos.

Para proporcionar a la gente una concienciación de su esencia espiritual, es por lo que existe la Sociedad Teosófica. Está orientada sobre todo a sanar a la humanidad, y no a que unos y otros tengan conocimiento de esto o de aquello. Si se sabe que existe la reencarnación y el karma, quiero decir, si simplemente se sabe eso, eso no es lo que importa, sino que estos pensamientos se conviertan por completo en la sangre del alma, en el núcleo espiritual del ser, pues son saludables. Si podemos probarlo o no, si podemos establecer una ciencia que demuestre estrictamente la reencarnación y el karma de forma matemática, eso no es lo importante. Sólo hay una prueba para las enseñanzas de la ciencia espiritual, y es la vida. Las enseñanzas de la ciencia espiritual demostrarán ser verdaderas cuando bajo su influencia surja una vida sana. Esta será la verdadera prueba de las enseñanzas teosóficas. Quien quiera tener una prueba de la Teosofía debe experimentar lo Teosófico; entonces se demostrará que es verdad. Cada paso y cada día deben traernos gradualmente la prueba de las enseñanzas de la Ciencia Espiritual.

Por eso surgió la Sociedad Teosófica. ¿Pero cómo se puede enseñar a una humanidad materialista del siglo XIX que existe un espíritu? Eso dio pie a que surgiera el movimiento espiritista. Surgió precisamente porque no se creía que se pudiera enseñar a la humanidad que existiese algo espiritual; había que mostrarlo, verlo con los ojos. En Stuttgart alguien preguntó por qué la Teosofía no podía llegar a proporcionar a Haeckel una prueba tangible de que el espíritu existe. ¡Hay que mostrar lo que es el espíritu! Esto se intentó primero a través del espiritismo. Esto se intentó durante décadas, hasta los años sesenta y setenta del siglo XIX. Pero ahora surgió un hecho extremadamente fatídico. Traigamos  ante nuestra alma este hecho por nosotros mismos. A partir de ahí pueden ustedes ver cuál es la diferencia entre la manera teosófica de elevarse a los mundos superiores y cualquier otra. No estamos discutiendo aquí en ningún momento, la verdad o falsedad de los fenómenos del Espiritismo. Es evidente que existen fenómenos que invocan seres de otros mundos en nuestro mundo, de modo que incluso para aquellos que sólo admiten cosas sensoriales, puede crearse una prueba real. Estamos más allá de la locura de quien dice que hay mucho fraude en el Espiritismo. Porque por mucho dinero falso que haya, también hay dinero real.

No queremos seguir discutiendo la cuestión de la verdad. ¿Pero qué experimentaba una persona que participaba en una sesión espiritista? Partimos de la base de que todo lo demás está excluido, de que se trata de revelaciones verdaderas. Si se le ha mostrado la aparición de una persona fallecida, ha obtenido una prueba clara de la inmortalidad del alma humana. Tenía una prueba material, podía convencerse de que los muertos siguen ahí, en un mundo u otro, y que incluso pueden ser llamados a nuestro mundo. Pero esto demuestra que el conocimiento no es importante, que el conocimiento no es lo principal. Supongamos que todos ustedes estuvieran convencidos de esta manera de traer a una persona fallecida a esta sociedad a través de una sesión espiritista. Entonces sabrían que el alma humana es inmortal. Pero ahora la pregunta es ésta: ¿Tiene tal conocimiento algún significado real en el sentido más elevado para la verdadera vida humana superior? Esto se creía al principio. Se creía que si las personas sabían que existía la inmortalidad, subirían de nivel. Pero aquí es donde la visión espiritual-científica del mundo se aparta definitivamente de tal visión, que sólo proporciona pruebas claras y visibles de la inmortalidad.

He aquí una especie de comparación: a menudo les he hablado de toda clase de mundos superiores, les he descrito cómo es el mundo astral y el Devachán, y ustedes saben que, después de la muerte, una persona debe entrar primero en el mundo astral y luego en el mundo del Devachán. Supongamos ahora que hubiera muchas personas sentadas aquí que dijeran: ¡No podemos creer lo que nos está diciendo, es demasiado improbable! Los que no lo creen, se van y no vuelven, tendrían que demostrar su opinión por sí mismos. Pero los que, a pesar de no creerlo, vuelven, les da igual. A los que vuelven, les diría: No creas nada, no necesitas creer nada, ¡no importa! Incluso puedes pensar que es un engaño, o creer que te estoy contando algo que viene del reino más fantástico posible, ¡pero escúchalo y asimílalo! Eso es lo que importa. Imagina que te dibujo un mapa de Asia Menor. Alguien podría venir y explicárselo: Los ríos y montañas que está dibujando ahí no tienen sentido. Yo le diría: No me importa que no me creas. Pero grábalo, míralo y guárdalo en tu mente. Luego, cuando llegues a Asia Menor, te darás cuenta de que es cierto y sabrás orientarte. Eso es lo principal también con los astrónomos, ir a las regiones más altas con un mapa en la mano; eso es lo esencial que importa. Lo mismo ocurre con el conocimiento de un mundo superior: sólo podemos entrar en este mundo superior si absorbemos algo de la naturaleza de este mundo superior. Cuando aquí se describe el astral, deben de absorber algo de la forma de ese mundo vibrante y en movimiento del astral, y cuando se habla del devachán, deben absorber algo de la naturaleza de este mundo, que es tan opuesto al nuestro. Con sólo que se conecten con esos pensamientos y se vivan en esas regiones superiores, obtendrán un sentimiento del estado de conciencia que tenemos cuando nos rodea el mundo astral, del estado de conciencia cuando nos rodea el mundo devacánico. Si ustedes reviven los estados que tiene el vidente cuando se eleva a estos mundos, entonces tienen algo más que si tuvieran una prueba tangible de que pueden experimentar algo. Esa es la diferencia entre el método científico-espiritual y todas las demás formas de obtener certeza sobre lo espiritual.

A través de la Teosofía intentamos elevarnos a los mundos superiores, hacernos capaces de sentir lo espiritual directamente, de modo que ya sintamos un soplo de los mundos superiores en el mundo físico. El punto de vista espiritista, del que hablaba antes, trata de bajar el mundo espiritual al físico, de ponerlo ante nosotros como si fuera material. Mientras que el teósofo trata de elevar el mundo humano a la esfera espiritual. El espiritista dice: Para que los espíritus me sean probados, deben bajar hasta mí. Deben hacerme cosquillas, por así decirlo, entonces se vuelven perceptibles a mi sentido del tacto. El teósofo sube hacia ellos, trata de acercarse; trata de desarrolla su alma de tal manera que pueda comprender lo espiritual.

Pueden hacerse una idea de esto haciendo una simple comparación. En las circunstancias actuales, incluso con algunos seres espirituales superiores que están encarnados en la carne, es difícil elevarse hasta ellos. ¡Pónganse en la situación si Cristo Jesús apareciera en el presente! ¿Cuántos creen que habría que lo aceptarían? No quiero decir en absoluto que algunos correrían detrás de la policía si apareciera alguien con la pretensión con la que en su día apareció Cristo Jesús. Pero depende de si la gente está preparada para ver lo que vive a su lado.

Otra comparación: Una cantante fue invitada a cenar, pero llegó un poco tarde. Su silla quedó vacía entre dos caballeros. Uno era su amigo Felix Mendelssohn, el otro un caballero que ella no conocía. Tuvo una muy buena conversación con Mendelssohn, el caballero de su izquierda fue muy educado con ella y le mostró todo tipo de cortesías, cosa que a ella le disgustaba. Entonces le preguntó a Mendelssohn: ¿Quién es este estúpido que está sentado a mi lado? Es el famoso filósofo Hegel>, respondió Mendelssohn. Si la hubieran invitado a ver a Hegel, sin duda se habría comportado de otra manera. Pero tal como estaban las cosas, sentada a su lado sin sospechar nada, pensó que era un tipo estúpido.

Créanme ustedes, también es muy posible que la individualidad de un maestro se cruce en su camino y ustedes lo tomen por un insensato. El hombre sólo puede reconocer a estas individualidades superiores cuando se encarnan en la carne si se ha capacitado para ello. Si el Cristo Jesús descendiera hoy hasta nosotros y no se mostrara tal como la gente se lo imagina, no lo reconocerían. Eso es lo que quiere la Teosofía, quiere desarrollar al hombre, transformarlo, hacerlo capaz de reconocer los mundos superiores. Y ahí hay una dificultad para nuestra conciencia cultural actual. Es importante que lo que vive en el mundo superior no descienda hasta nosotros, sino que nosotros ascendamos hasta él. Debemos hacernos capaces de ascender a los mundos superiores. Sólo esto nos da la capacidad, cuando partimos de aquí con la muerte, de llegar dignamente a los mundos superiores. Aquel que tiene el mapa, el mapa que se forma de la vida, puede realmente conocer su camino alrededor de Asia Menor. El que ya ha aprendido lo que le espera allí, entra en un mundo conocido, sabe lo que hay allí.

Pero el mero conocimiento de que tal mundo existe no cambia mucho las cosas. Aquí estamos al borde de un gran misterio y de otro hecho de gran importancia, y este hecho motivó que los ocultistas europeos y americanos decidieron en los años setenta del siglo XIX, apartarse de la táctica espiritista e iniciar el movimiento teosófico. La gran conferencia ocultista celebrada en Viena en aquella época proporcionó el importante impulso para el cambio de táctica.

Para iniciar el movimiento espiritista, era necesario llevar a cabo ciertos procedimientos. Estos procedimientos, que se llevaron a cabo en países cultos, fueron iniciados por ocultistas o logias americanas. En estas logias se adoptó la vía espiritista. Consistía en ofrecer a ciertos círculos la posibilidad de dar pruebas tangibles de inmortalidad mediante una especie de reactivación, (Galvanisation) de ciertos muertos. Esto significa que en el plano astral, los cadáveres astrales de ciertas personas muertas fueron enviados primero a los círculos espiritistas, al mundo físico. Se suponía que probaban la inmortalidad. Cabe ahora preguntarse: ¿Corresponde a los ocultistas de la Tierra hacer aparecer a los muertos? Ciertamente, para quien trabaja en ocultismo, no hay frontera entre muertos y vivos. Puede visitar a los difuntos en el mundo astral y en el Devacán. Si lo desea, también puede aportar pruebas de inmortalidad en los círculos espiritistas, como ya he mencionado. Les pido que recuerden este hecho. Para aquellos que no están familiarizados con estas cosas, podría no ser completamente comprensible. Pero para los ocultistas era diferente. Resultó que esta manera de convencerse de la inmortalidad no sólo era inútil, sino en ciertos aspectos extraordinariamente perjudicial. Esta manera de obtener pruebas tangibles de inmortalidad en el mundo sensorial, sin que la persona se volviera mejor, no sólo era inútil, sino en realidad bastante perjudicial, por las siguientes razones.

Piensen para sí mismos que las personas que han alcanzado así la prueba de la inmortalidad se han apartado del anhelo de vivir hasta el mundo espiritual; también se habían vuelto materialistas con respecto al mundo espiritual. En sus conocimientos eran espiritualistas, en sus hábitos de pensamiento no eran más que materialistas. Ellos creían en un mundo espiritual, pero pensaban que debía ser visto por medios sensoriales y no por medios espirituales. Así que resultó que los que llegaron a Kamaloka con tales hábitos materialistas de pensamiento estaban aún menos acostumbrados a reconocer las cosas de allí que los materialistas. Los materialistas suelen pensar que están en un mundo de ensueño; eso es lo habitual cuando atraviesan por dicho mundo. El materialista cree que está soñando, y en cualquier momento cree que va a despertar. En Kamaloka el hombre se ve a sí mismo: se sueña, duerme, se quiere despertar.

Cuando una persona que ha adquirido laboriosamente una convicción del mundo espiritual se da cuenta de que el mundo espiritual tiene un aspecto muy distinto, no es simplemente que se encuentre en un mundo de ensueño, sino que la diferencia entre lo que creía que era el mundo espiritual y lo que ahora se le aparece les pesa como un plomo. Recuerden que cuando la gente llega a Kamaloka, de todos modos ya tiene bastante que soportar, sobre todo si no tiene la satisfacción de sus deseos, como los gastrónomos, por ejemplo, para quienes esta satisfacción sólo es posible si tienen su lengua o sus sentidos, y ya no los tienen; entonces es parecido a tener una sed ardiente, o a estar en un horno hirviendo. Se trata de una sensación algo diferente a la sensación de sed ardiente, pero no obstante similar. Si se considera todo lo que el hombre tiene que experimentar allá y por lo que tiene que pasar, se puede resumir en las palabras: Debe acostumbrarse a poder vivir sin cuerpo. Esto, para aquellos que están fuertemente apegados a lo sensorial, es difícil. Mientras que para aquel que se ha desprendido de lo sensorial, no es difícil. El que no haya hecho nada para elevar su alma, ni tampoco para desarrollar su alma más elevadamente, siente esta diferencia entre lo que es espiritual y lo que es sensorial, como una diferencia de peso, como un peso de plomo que cuelga de él. Realmente es como una diferencia de peso. Lo espiritual requiere una forma de percepción completamente distinta de lo sensorial, y ahora el interesado espera que lo espiritual vuelva a ser material y concreto; y allí, en el mundo espiritual, descubre que lo astral es de una naturaleza completamente distinta. Entonces la diferencia le parece como un peso que le arrastra de nuevo al mundo físico. Y eso es lo peor.

Por estas razones, en los años cincuenta, sesenta y principios de los setenta, los Maestros de Sabiduría se apartaron de la vía por la que el mundo superior debía elevarse a la certeza. Se abandonó la vía anterior y se optó por la vía teosófica de desarrollo como acceso al mundo espiritual. Esencialmente, esto se reduce a dos hechos básicos. Una es que es necesario en el sentido más eminente formar un núcleo espiritual [según otra versión: centro espiritual] para proteger a la humanidad de la aparición de epidemias espirituales. La otra es darle la oportunidad de vivir en un mundo superior, de desarrollarse hacia arriba, y no querer arrastrar el mundo superior hacia sí. El mundo superior no debe ser arrastrado hacia nosotros, sino que debemos ser elevados hacia el mundo superior. Esto, comprendido correctamente, da una idea, un sentido de la tarea real del movimiento teosófico. En este sentido, el movimiento teosófico nos plantea la tarea de que debemos elevarnos cada vez más en nuestro desarrollo, para crecer hacia el mundo espiritual. Entonces, yo creo, la idea de la fraternidad fluirá hacia nosotros por sí misma en el sentido más eminente. Entonces ya no nos distanciaremos. Las personas sólo divergen mientras quieren estar materialmente solas en este plano físico. En verdad, sólo estamos separados mientras estamos en el plano físico. En cuanto ascendemos al mundo superior, nos damos cuenta de la hermandad espiritual; tomamos conciencia de la unidad espiritual.

He intentado a menudo presentarles esta fraternidad espiritual, al menos en ideas comprensibles. Está expresada tan bellamente en las palabras: Este eres tú. Pongámoslo delante de nuestras almas. Antes dije: Si me cortan la mano, en poco tiempo ya no será mi mano. Sólo puede ser mi mano si está unida a mi organismo, de lo contrario ya no es una mano, se marchita. Como ser humano, ustedes también son una mano en el organismo terrestre. Piensen en ustedes mismos elevados a algunos kilómetros de la tierra: no pueden vivir allí como seres humanos físicos, dejan de vivir como seres humanos. Ustedes no son más que un miembro de nuestra tierra, del mismo modo que mi mano es un miembro de mi cuerpo. La ilusión de que ustedes son seres independientes sólo se crea por el hecho de que caminan por la tierra mientras tienen la mano atada. Pero eso no sirve de nada. Goethe quería decir algo muy real cuando hablaba del espíritu de la tierra. Quería decir que la tierra tiene un alma de la que somos miembros. Está hablando de algo real cuando deja que el espíritu de la tierra se exprese:

En las mareas de la vida, en la tempestad de la acción
Subo y bajo en oleadas
me agito de un lado a otro
Nacimiento y tumba,
son un mar eterno,
Un tramado cambiante,
Una vida candente,
que tejo en el apresurado telar del tiempo
para hacerle el vestido viviente a la Divinidad.

Por lo tanto el ser humano físico ya es miembro del organismo terrestre y parte de un todo. Y a continuación considérenlo espiritual y anímicamente: ahí es exactamente lo mismo. Cuántas veces he subrayado que la humanidad no podría vivir si no se hubiera desarrollado más a costa de los otros reinos. Así mismo, el ser humano más desarrollado no puede existir sin el menos desarrollado. Un ser espiritual no puede existir sin aquellos que están atrasados, así como un ser humano no puede existir sin el reino animal atrasados, así como un animal no puede existir sin el reino vegetal, el reino vegetal no puede existir sin el reino  mineral. Esto está expresado de la manera más bella en el Evangelio de Juan después del lavatorio de los pies: Yo no podría ser sin vosotros Los discípulos son una necesidad para Jesús, son su tierra madre. Esta es una gran verdad. Si se fijan ustedes en un tribunal, un juez se sienta en el banquillo y se siente superior al acusado. Pero el juez también podría reflexionar y decirse a sí mismo que tal vez estuvo con él en una vida anterior y faltó a su deber para con él, razón por la cual el acusado se ha comportado así. Si se examinara su karma, podría resultar que el juez debería ser en realidad quien se sentara en el banquillo de los acusados. Después de todo, toda la humanidad es un organismo. Si es desgarrada una sola alma, no puede existir, se marchita. Un lazo unificado nos envuelve a todos. Esto se volverá claro para nosotros cuando intentemos vivir en este mundo superior, para realmente elevarnos y experimentar la esencia espiritual dentro de nosotros. Si en nosotros vive una esencia espiritual, ésta nos conducirá hacia la fraternidad. Ésta ya existe en los planos superiores. En la tierra sólo hay una imagen de ella; la fraternidad en nuestra tierra es una imagen de lo que hay en los planos superiores. Si no cultivamos la fraternidad entre nosotros en la tierra, estaremos negando lo que ya existe en nosotros.

Este es el significado más profundo de la idea de Fraternidad. Por lo tanto, debemos tratar cada vez más de realizar los pensamientos teosóficos de tal manera que comprendamos a nuestros semejantes hasta lo más profundo del alma, que habitemos juntos en hermandad a pesar de la mayor diferencia de opinión. Esta es la correcta unión, la correcta hermandad, cuando no exigimos que el otro se lleve bien con nosotros porque tiene la misma opinión, sino cuando concedemos a cada persona el derecho a tener su propia opinión. Entonces se alcanzará la cumbre de la sabiduría a través de la cooperación. Esta es una comprensión más profunda de nuestro primer principio teosófico. Entendamos nuestra idea de hermandad de tal manera que nos digamos a nosotros mismos: Nos pertenecemos mutuamente bajo cualquier circunstancia, y por muy diferentes que sean las opiniones de alguien respecto a las nuestras, las diferencias de opinión nunca pueden ser un motivo para separarnos. Sólo entonces nos entendemos completamente, cuando nos aceptamos completamente. Por supuesto, todavía estamos muy lejos de esta concepción de la Hermandad Teosófica, y no podrá tener efecto hasta que el pensamiento teosófico haya arraigado en este sentido, en este estilo.

Traducido por J.Luelmo jun,2024


jueves, 13 de junio de 2024

GA096 Berlín, 1 de abril de 1907 La purificación de la sangre de su apego al yo, gracias al misterio del Gólgota

    Índice


IMPULSOS ORIGINALES DE LA CIENCIA ESPIRITUAL

RUDOLF STEINER

EL ESOTERISMO CRISTIANO A LA LUZ DE LOS  NUEVOS CONOCIMIENTOS ESPIRITUALES

La purificación de la sangre de su apego al yo, gracias al misterio del Gólgota

Berlín, 1 de abril de 1907

Hoy vamos a hablar del Misterio del Gólgota. Al mismo tiempo, examinaremos la Pascua a la luz de la ciencia espiritual. Hace una semana, dije que el Misterio del Gólgota no sólo había sido trascendental en la evolución de la historia de la humanidad, sino que es de la más profunda trascendencia para toda la evolución terrestre, e incluimos, por supuesto, al ser humano en esta evolución terrestre. En su momento llamé vuestra atención sobre la forma en que un observador de nuestro globo terráqueo, alguien que hubiera podido mirar nuestro planeta desde un planeta lejano durante milenios antes de que comenzara nuestro calendario actual, habría percibido la forma en que el planeta cambiaba. Tal observador que mirara desde un planeta lejano habría visto, en efecto, cómo a lo largo de esos milenios cambiaba el aspecto de la Tierra. Y si el ojo hubiera sido clarividente, capaz de observar no sólo los acontecimientos físicos en nuestro planeta sino también los cambios no físicos, habría visto que cuando Cristo Jesús vino a la tierra toda la atmósfera espiritual de la tierra cambiaba, se volvía diferente,.

Al igual que el ser humano tiene un cuerpo físico, un cuerpo etérico y un cuerpo astral, la Tierra también tiene un cuerpo físico, un cuerpo etérico y un cuerpo astral. Todos estamos rodeados no sólo de aire, sino también del cuerpo etérico y del cuerpo astral de la Tierra. Tal observador clarividente vería este cuerpo etérico y astral de la tierra. Hasta el momento de la venida de Cristo Jesús, este cuerpo terrestre habría tenido un color específico y una forma específica de moverse. Después, sin embargo, cambió, asumiendo nuevos colores y nuevo movimiento. Este acontecimiento tuvo un efecto tan profundo en nuestra Tierra y en la evolución humana que todo el contenido espiritual de la Tierra cambió entonces.

No hay que pensar que esto ocurrió de repente cuando el Cristo nació, sufrió y murió. Sino que tal estado de cosas, había estado en preparación durante siglos en el contenido espiritual de nuestro planeta, y no llegó a completarse hasta el día de hoy. Con visión clarividente uno sería capaz de ver cómo el nuevo elemento espiritual que vino a la tierra en ese momento todavía está en proceso de condensación y consolidación. Todavía pasará mucho tiempo antes de que todos los frutos que se produjeron en la venida de Cristo Jesús hayan sido recibidos en la tierra.

Para comprender de qué se trata, tenemos que volver a pensar en toda la evolución de la Tierra. Tenemos que remontarnos a la época de la evolución terrestre en que la forma actual del hombre sólo estaba evolucionando, desarrollándose. Llamamos a esto la era Lemúrica. Llegamos a ella retrocediendo a través de los diferentes períodos históricos de nuestra era actual.

Hoy vivimos en el quinto subperíodo de la quinta era principal de la Tierra. Si nos remontamos a la época de los pueblos grecolatinos, a la época en la que se desarrolló ese arte maravilloso que realmente sólo llegó a existir en el período griego, una época en la que los romanos desarrollaron su forma legal de pensar, estaríamos en la cuarta sub-época de nuestra era. Retrocediendo aún más atrás llegaríamos a una época en la que la civilización egipcia, babilónica y caldea estaba en su apogeo. Más allá deberíamos encontrar la época en que se produjeron los primeros comienzos de una vida en el espíritu, con Zaratustra aportando la primera cultura del intelecto. Esa habría sido la segunda sub-época. Aún más atrás llegaríamos a los pueblos indios más antiguos, no a la cultura de la que hablan los Vedas y el Bhagavad Gita, sino a los pueblos prevédicos que fueron enseñados por los propios Rishis sagrados. Esa fue una maravillosa civilización antigua, y los clarividentes aún son capaces de verla en su totalidad. Fue el primer período de desarrollo, inmediatamente precedido por la inundación de la tierra en la que el continente atlante que solía estar entre Europa y América fue arrasado.


Nuestros antepasados vivían en la Atlántida, el pueblo de la cuarta era principal. Aún no tenían un orden social, pues no había normas ni leyes. Tampoco tenían pensamiento lógico ni la capacidad de hacer sumas. Los elementos de contar sólo aparecen hacia el final de la era atlante. La memoria se convirtió gradualmente en el poder interior más elevado. El hombre vivía entonces en una maravillosa interacción con la naturaleza. Sin embargo, sólo podemos hacernos una idea correcta de la cultura atlante si somos conscientes de que las condiciones físicas de la Tierra eran muy diferentes de las que se desarrollaron posteriormente. Las leyendas centroeuropeas aún guardan recuerdos de aquellos primeros tiempos atlantes en Niflheim (tierra de nieblas), que estaba llena de nieblas densas y pesadas. Todas las formas de vida vivían entonces en esas densas y espesas nieblas, y debido a ello las condiciones eran también muy diferentes en la vida del alma y del espíritu. Sería demasiado largo entrar en más detalles sobre la era atlante. Sólo quería y debía mencionarla brevemente, para que podamos pasar a la época en que los seres humanos asumieron su forma actual. Para ello tendríamos que remontarnos no sólo a un diluvio, sino a tremendas convulsiones causadas por potencias de fuego. Estos trastornos ardientes destruyeron la tierra que en la literatura teosófica se conoce como Lemuria. Una tierra que se extendía hacia el sur, desde el norte de África hasta el sur de Australia. Esta fue la región donde el hombre apareció por primera vez en su forma actual.

Retrocediendo mucho en el tiempo hasta la época lemúrica, veríamos caminar sobre la tierra a personas que eran muy diferentes de las actuales, sus figuras que aún no deberíamos llamar humanas, pues todavía no tenían en ellas la semilla del alma humana, la única que les permitiría elevarse a niveles superiores de desarrollo. Encontrábamos allí personas que sólo tenían los cuerpos con los que envolver el alma, personas que sólo tenían cuerpo físico, cuerpo etérico y cuerpo astral. Y sus cuerpos astrales tenían una depresión, una especie de bahía, en ellos, - figurativamente hablando-, para la recepción de la autoconciencia. Esencialmente, las cuatro partes de la forma humana envolvente ya estaban allí, pero el principio que hoy conocemos como "yo", un principio que vive en ustedes, en aquel entonces todavía estaba en el regazo de los dioses.

Tales figuras se paseaban así por esta tierra. Para describir esas figuras humanas que estaban preparadas para recibir el núcleo de la naturaleza humana esencial, tenemos que decir que eran completamente diferentes de los seres humanos actuales. Se diría que eran totalmente grotescas, que rozaban los límites de la fealdad. Mientras que los seres humanos actuales están rodeados de aire, aquellas "envolturas" humanas estaban rodeadas de una atmósfera espiritual. Estaban rodeados de una esfera espiritual de aire en la que se mantenían vivos y activos.

fig. 1
Para darles un diagrama de los seres humanos de esa época, tendría que dibujarlos como vasos, por así decirlo, vasos listos para recibir en sí la cualidad superior del alma. El espacio interior debe ser un hueco hecho en el cuerpo astral y éste está preparado para recibir en sí una cualidad superior del alma. Ese elemento anímico superior estaba todavía en la atmósfera circundante, la capa de aire espiritual. Algo que hoy está dentro de ustedes no estaba todavía dentro de aquellos seres humanos en aquella época, sino que se movía a su alrededor. Por supuesto, hay que entender que el espíritu puede adoptar diferentes formas y que el elemento que entonces era su espíritu no necesitaba un cuerpo físico. En realidad, el desarrollo posterior consistió en que el espíritu humano llegó a morar en un cuerpo físico donde se desarrolló más interiormente como alma. Algo que hoy vive en ustedes vivía entonces fuera de ustedes, en la atmósfera espiritual que los rodeaba. En aquella época, las almas individuales que hoy viven en cuerpos separados aún no estaban separadas ni eran individuales.

Imaginémonos este vaso de agua que contiene miles de gotitas, todas conectadas entre sí. Todas las almas que más tarde se distribuirían entre los seres humanos eran así, gotas de alma en esta atmósfera espiritual, pero como disueltas para formar un elemento uniforme y fluido. Y pueden seguir imaginando lo siguiente: si yo tomara mil esponjas diminutas y dejara que absorbieran mil gotas, esas mil gotas se distribuirían entre las mil esponjas diminutas. Así es como hay que pensar en la forma en que se distribuía el principio espiritual en los tiempos de Lemuria. Habiendo estado antes por todas partes en el exterior, este principio bajaba luego a los cuerpos y se creaban entidades separadas. Así como las mil gotas de agua se individualizaban en las mil esponjas diminutas, así se individualizaba la sustancia espiritual comunal en las formas humanas separadas en Lemuria. Al principio de la era Lemúrica, cada forma humana no recibió inmediatamente el alma completamente en sí misma. Para mostrar la forma en que se recibió el contenido del alma en mi diagrama, tendría que hacerlo así (Fig. 1). Sin embargo, también tendría que mostrar que gran parte de ella permanecía fuera del cuerpo, en los alrededores. El cuerpo estaba así rodeado de un contenido espiritual que era del mismo tipo que la parte que ya estaba dentro de la forma humana.

 Durante los períodos Lemúrico y Atlante y hasta nuestros días, la evolución consistió en que el elemento que estaba fuera del cuerpo físico fue gradualmente atraído hacia el cuerpo. Esto sucedió durante toda la era lemúrica y toda la atlante. Hay que imaginar que los seres humanos estaban en un estado permanente de mitad dormidos y mitad despiertos, aunque también tenían una especie de clarividencia. Si alguien cuyo ojo interior se hubiera abierto hubiera podido mirar a los seres humanos de la época atlante, éstos habrían tenido el mismo aspecto que tiene hoy una persona dormida. Cuando un ser humano yace dormido, el cuerpo físico y etérico yace en la cama, y el contenido espiritual superior se esparce a su alrededor. Es exactamente a consecuencia de estar fuera por lo que el individuo se queda dormido. Verían a un atlante en tal estado permanente dormido; sin embargo, ese estado estaría lleno de sueños animados.

En aquellos tiempos, un individuo que se acercaba a otro no lo veía de la misma manera que hoy, con una definición nítida, sino que en el alma del primero surgía una forma de color. Esta forma de color era tal que si el otro individuo era afín, indicaría simpatía; con alguien no afín mostraría matices de color antipáticos. En aquellos tiempos los seres humanos percibían el mundo que les rodeaba de una forma más clarividente. Cuanto más penetraba en ellos la sustancia espiritual, más se parecía su estado de conciencia al que hoy conocemos en plena conciencia diurna.

El proceso en el que el alma descendía al cuerpo físico también tenía su aspecto físico, un hecho físico secundario. En el Antiguo Testamento esto se refiere significativamente en las palabras: 'Y el Señor Dios... sopló en su nariz aliento de vida; y el hombre se convirtió en alma viviente'. La verdad es que no fue sólo aire lo que se insufló en el hombre en aquel momento, sino que fue el ser humano espiritual el que lo llenó de vida. Hay que comprender que la materia que vive a nuestro alrededor no es simplemente materia o sustancia física. Con cada respiración no sólo inhalamos aire físico sino también espíritu. Es perfectamente cierto que cuando se inhalaba el aire físico en aquel tiempo, de la manera en que lo hace la gente en su forma actual, todo lo que he dibujado aquí descendía a la forma física. A esto se refiere el pasaje del Antiguo Testamento. Y si ustedes preguntaran: '¿Qué era el cuerpo humano en aquel tiempo, cuando el alma descendió del regazo de la divinidad?'. El cuerpo era el aire, y hoy todavía se respira el elemento que en aquel tiempo descendió al cuerpo de los seres humanos. Pues el principio que llamamos espíritu está en el aire. El aire no es más que el cuerpo, la sustancia del espíritu.

 También hay que comprender que con esta forma de respirar el aire estaba relacionado algo más, con el espíritu que descendía a la forma humana. Esto estaba estrechamente ligado a lo que llamamos la sangre caliente del hombre, o mejor dicho, la sangre que era más caliente que el entorno. Antes de que llegara este momento en la evolución de la Tierra, no había formas de vida de sangre caliente. Los animales de sangre caliente aparecieron más tarde. Por lo tanto, esta respiración estaba relacionada con la sangre caliente, lo que significaba que algo más también ocurrió entonces. Una cierta cantidad, una cierta cantidad de calor entró en el ser humano, el calor de la sangre que todavía se tiene hoy en día. Se trata de un tipo de calor más elevado que el calor del mundo que nos rodea. En aquellos días, en el tiempo que precedió a este tiempo actual en el que el hombre llegó a existir, había algo presente en el entorno de nuestros antepasados que era muy diferente del espíritu encarnado en el aire.

Pueden ustedes hacerse una idea de lo que también estaba presente en la atmósfera de la tierra si tienen en cuenta lo siguiente, -no literalmente, un poco en sentido figurado, pero también real-: si tienen en cuenta el calor presente en los diferentes seres humanos que vivieron en la tierra, [si tienen en cuenta] el calor que vive en su sangre, y luego el calor que ha fluido hacia fuera en su entorno, y todo este calor que envuelve la tierra, todo el calor de la sangre, por lo tanto, todo el calor que viene de la sangre y fluye dentro de nosotros, es el calor que solía estar a nuestro alrededor en el exterior en el pasado. Así como es cierto que el espíritu que estaba fuera de ustedes está ahora dentro de ustedes, también es cierto que el calor que estaba fuera de ustedes está ahora dentro de ustedes.

Se llegaría así a la época en que toda la tierra estaba envuelta en una atmósfera de calor. En esta atmósfera de calor estaba encarnado otro espíritu, un espíritu que era como los espíritus que habían estado en el Sol, es decir, en uno de las tres encarnaciones planetarias que habían precedido a la Tierra. Éstos habían alcanzado la perfección en la época en que el Sol era todavía un planeta. El espíritu encarnado en este calor había alcanzado un nivel de culminación, de perfección, que de otro modo sólo han alcanzado los espíritus que alcanzaron la culminación en el planeta Sol en aquella época y que hoy moran en el Sol. Es un hecho que en el momento en que este calor envolvió la tierra, en él estaba contenido el portador de un espíritu único para toda la humanidad. Y durante mucho tiempo después, el calor que envolvía la tierra fue portador de una espiritualidad particular para toda la humanidad, una espiritualidad que no es otra que la del espíritu de la tierra misma.

Así como cada ser humano tiene su propio espíritu, está lleno de su propia espiritualidad, para alguien que es capaz de percibir estas cosas, cada planta y cada cosa material es al mismo tiempo también una expresión de una entidad espiritual. Y nuestra tierra es el cuerpo o la expresión espiritual del espíritu de la tierra. El calor de la sangre permite al espíritu de la tierra entrar en el ser humano. En el calor de la sangre que vive en el ser humano, y que en la época pre-lemúrica vivía fuera del ser humano, tenemos el medio por el cual el espíritu de la tierra entra en el propio ser humano.

 Hay que imaginar, por lo tanto, que en el momento en que comenzó el desarrollo humano real en los tiempos de Lemuria, el espíritu que pertenecía al aire descendió sobre los seres humanos, y entonces comenzó a descender el espíritu superior que está en el calor de la sangre, el espíritu terrestre real. La relación entre estos dos espíritus es tal que podemos decir: 'El espíritu que tiene por cuerpo el aire es el que posibilitó que los seres humanos adquirieran el habla'. Pues la configuración del organismo humano que hace posible el proceso respiratorio actual, también hace posible el habla. El habla se desarrolló en la época atlante y alcanzó su máxima expresión en la capacidad de pronunciar la palabra "yo" hacia el final del período atlante.

 El proceso comenzó en la época lemúrica y alcanzó gradualmente la perfección hacia el final de la época atlante. La Biblia dice: 'Y el Señor Dios... sopló en su nariz aliento de vida; y el hombre se convirtió en un alma viviente'. Esto se perfeccionó gradualmente hasta que se convirtió en la palabra "yo", hasta que el espíritu empezó a hablar desde el interior del ser humano y empezó a llamarse a sí mismo, desde el interior del ser humano: "Y-a-h-w-e-h". Ese es al mismo tiempo el núcleo eterno y la esencia de cada ser humano individual: 'Yo soy el que soy, el que fui y el que seré'. Yo soy" es el núcleo más profundo. Se introdujo en el hombre en aquel momento y permanecerá por toda la eternidad como el espíritu individual del ser humano.

Esta fue la primera emanación de la divinidad. Se le llama la emanación del espíritu o de Yahvé. En las mitologías de los pueblos religiosos, que son siempre más inteligentes que los tratados científicos, esta emanación del espíritu o de Yahvé se describe como un soplo en el aire, algo que se mueve sobre la tierra en el aire. La antigua leyenda alemana, y también la hebrea, donde Yahvé es el dios de la tempestad o del viento, muestra que se trata de una divinidad que tiene su cuerpo exterior en el flujo del aire y que éste se ha vertido en el ser humano.

Debido a su naturaleza esencial, esta divinidad desempeñó efectivamente un papel en la individualización de los seres humanos cuando entró en ellos. El elemento uniforme y fluido que antes del Diluvio había rodeado a la humanidad en una escala magnífica, se difundió entre los seres humanos individuales, como el agua absorbida por pequeñas esponjas. Pero esto no podía hacer al ser humano totalmente individual. Los seres humanos tenían que encontrar la transición hacia la individualización completa. No estaban determinados para ser individuos completos de inmediato. Al principio formaron grupos. Hemos mencionado antes que la gente vivía en pequeños grupos tribales. Todavía no se sentían individuos separados. El individuo humano se sentía parte integrante de tal grupo tribal o familia, así como una mano es parte del cuerpo. La gente moderna, con su forma de pensar tan diferente, no puede realmente imaginar lo que es pertenecer a una tribu, sintiéndose parte del cuerpo tribal. Pero así era, y cuanto más se extendían las pequeñas tribus, y la familia pasaba a ser la tribu, más individuales se volvían las personas.

Hay que pensar que se trata de un proceso de singularización, de individualización progresiva, ligado a la sangre del ser humano. Lo comprenderán si les cuento una cosa, y les pido que la recuerden. El derramamiento del espíritu en los tiempos de la Lemuria no fue uniforme. Ustedes habrían podido ver muchos espíritus bajando a la tierra desde los alrededores espirituales de la tierra. Muchos espíritus individuales descendían. Cuando hablamos de Yahvé, no estamos hablando de una sola divinidad, sino de los espíritus de muchas naciones. Los judíos saben que era una de muchas divinidades. Las naciones se dividieron en tribus porque muchas de esas almas de naciones, -tengan en cuenta que eran algo real-, estaban descendiendo. Y cuanto más se desarrollaban, más vivían en familias, en tribus, que luego se unían en grandes naciones tribales. Una cosa que no era posible en aquel tiempo era que todos se reunieran en una gran hermandad universal. Sólo gradualmente será posible que toda la humanidad de la tierra se unifique, porque aparte de este envío del espíritu y de envolver a los seres humanos con este espíritu, que descendió en muchas almas de naciones, también hay algo que vivió en el calor de la tierra, no en el aire, y este principio más universal también entró en los seres humanos. En términos esotéricos cristianos, el elemento que vino primero también se llama Espíritu Santo. Al hablar de los espíritus antiguos que han descendido, en realidad deberíamos referirnos a muchos espíritus santos, a muchos Yahvé. Cuando hablamos del espíritu que tiene todo el calor en él, sólo podemos referirnos a uno solo. En términos esotéricos cristianos se le llama el Logos, el Cristo, el espíritu universal de la raza humana en la tierra.

Sólo consideren que todo lo que vive en el yo espiritual, todo lo que llamamos manas, descendió en una multiplicidad, y que todo lo que llamamos budhi se derramó sobre la humanidad como una unidad espiritual, y tendrán la diferencia. Entonces comprenderán que la humanidad necesitaba ser preparada primero por la emanación del espíritu antes de la emanación del Christos, del budhi, el espíritu de vida. Hasta el momento en que Cristo Jesús apareció en la tierra, todo lo que había del espíritu Crístico era una unidad. Era una esfera uniforme que rodeaba toda la tierra, siendo la tierra sólida su sistema esquelético, por así decirlo. Si se toma la tierra sólida con todo lo que hay en ella, y se añade a esto el calor que rodea la tierra, se tiene más o menos el cuerpo del espíritu de Cristo, como se le llama. De ahí las hermosas palabras del Evangelio de Juan, donde Cristo Jesús se refiere a sí mismo como el espíritu de la tierra: "El que come mi pan ha puesto su pie sobre mí". ¿Qué comemos cuando comemos el pan?. Comemos el pan que es el cuerpo de Cristo. Y al caminar sobre la tierra hacemos lo otro: ponemos los pies sobre el Cristo. Esto debe tomarse al pie de la letra.

Así como en los tiempos de Lemuria el espíritu de Yahvé vertió algo del elemento del espíritu en individuos separados, así durante las edades que precedieron a Cristo Jesús y en las que siguieron, el espíritu Crístico se fue vertiendo gradualmente, el espíritu Crístico que tiene su cuerpo en el calor de la sangre. Cuando todo el espíritu de Cristo se haya vertido en los seres humanos individuales, el espíritu cristiano, la gran hermandad de la humanidad, habrá conquistado la tierra. Entonces simplemente ya no se pensará en camarillas y pequeñas agrupaciones, sino sólo en la conciencia de la humanidad como una hermandad. Habrá el mayor grado de individualización, pero cada uno se sentirá atraído por el otro. Las pequeñas comunidades tribales y nacionales habrán dado paso a la comunidad del espíritu vital, el budhi, la comunidad del Cristo.

El ojo de un alma que mirara clarividentemente a nuestro planeta vería esto. Sería capaz de seguir la forma en que el espíritu de Cristo había estado totalmente en la esfera que rodea la tierra y luego se había vertido en los seres humanos individuales. Verá que la Tierra cambia cada vez más. Aparecerían otros colores y estados de ánimo. Un elemento que había estado en la esfera que rodeaba la tierra tendría que buscarse entonces en lo más íntimo de cada ser humano. Esto es lo que significa la venida de Cristo Jesús; es el significado cósmico de este acontecimiento.

Todo lo demás que puedan ustedes encontrar en el desarrollo espiritual de nuestra tierra fue preparación. La venida de Cristo se preparó durante siglos. La preparación para este acontecimiento tan importante para toda la evolución cósmica terrestre fue tal que el Cristo mostró a los seres humanos cómo superar los estrechos límites de las relaciones tribales. Ustedes conocen a Mercurio, a Hermes Trismegistos, al persa Zaratustra, a los indios Krishna y Buda y al griego Pitágoras. El espíritu Christos, que hasta entonces había estado en el entorno de la Tierra, empezó a entrar en los seres humanos. Luego vino una franja de tiempo en la que se fundaron las religiones; allí podemos ver cómo avanza cada vez más el proceso de transformación, y podemos llegar a conocer la naturaleza del espíritu Crístico.

La emanación del espíritu, ¿Qué efecto pudo tener? Fue capaz de hacer que el amor estuviera ligado a la sangre. En aquellos primeros tiempos, cuando las comunidades tribales aún no se habían desarrollado, la gente no por eso se amaban menos que hoy. De hecho, se amaban más, pero era de la forma en que una madre ama a su hijo y el hijo a su madre. Por tanto, el amor se debía más a la naturaleza. La sangre se sentía atraída por la sangre, y las personas se sentían unidas por ello. Pero las personas atraídas por estas comunidades basadas en la sangre progresaban más en su desarrollo y esto significaba que sus simpatías se volvían más individuales. Esto dio lugar a agrupaciones, familias y comunidades más pequeñas, que luego pasaron a formar parte de comunidades más grandes. Sin embargo, los individuos se volvían más y más egoístas. La situación era la siguiente. Por un lado, la humanidad se volvía más egoísta y, por otro, la influencia de Cristo unificaba a las personas. Por un lado tenemos la individualización, con el individuo progresivamente más independiente, y por otro la naturaleza unificadora del espíritu cristiano. Estas dos corrientes deben desarrollarse plenamente antes de que sea posible una situación en la Tierra en la que cada uno sea independiente y, al mismo tiempo, esté conectado con los demás, pues cada uno estará lleno del llamado "espíritu de Cristo".

Debemos comprender claramente que todo esto está relacionado con la sangre, y que originalmente en la sangre humana surgió algo que hizo aflorar el sentimiento y la capacidad de respuesta interior. Éstos entraban en juego dentro de la relación sanguínea, pero daban lugar al amor basado en la sangre. También debemos comprender que los sentimientos se volvieron entonces más egoístas. El egoísmo se hizo cada vez más presente en la sangre. Ese es el secreto de la evolución humana, que la sangre adquirió cada vez más la cualidad de la búsqueda de sí misma. Esta sangre que se había vuelto egoísta tenía que ser superada.

El principio que era el egoísmo excesivo en la sangre humana corrió de las heridas de Cristo Jesús en la cruz en un misticismo real; se convirtió en una ofrenda. Si esta sangre no hubiera fluido, el egoísmo habría crecido más y más en la sangre humana a medida que la evolución progresaba. El Misterio del Gólgota purificó la sangre del egoísmo. Mediante este acto de amor, la sangre humana fue salvada de su egoísmo.

Es imposible percibir el significado cósmico del acontecimiento del Gólgota si sólo se ve a un ser humano colgado de una cruz, sangrando por una herida hecha por una lanza. El profundo significado místico de este acontecimiento es que, indirectamente, ésta es la sangre que la humanidad tuvo que perder para ser redimida. Nunca comprenderemos el espíritu cristiano si tomamos estas cosas sólo en un sentido materialista, conociendo únicamente el acontecimiento material y no también el principio espiritual que subyace tras él. Este principio espiritual es el poder regenerador de la sangre del redentor que fluyó en la cruz. Sólo comprenderemos la evolución ulterior de la raza humana si percibimos cuán crucial es este hecho, comprendiendo que el cambio más profundo y completo en la evolución espiritual de la humanidad en la tierra está relacionado con este hecho.

Si consideramos esta evolución en la tierra, encontramos que en los primeros tiempos, antes de que el principio Christos entrara en las almas humanas, los misterios del espíritu eran profundos centros de enseñanza y rituales Cuanto más vino el Cristo al mundo, más se desplegaron los Misterios del Hijo; y en el futuro serán importantes los Misterios del Padre. Se nos habla de ellos en el Apocalipsis.

Volvamos a los Misterios del Espíritu. En un principio se establecieron en un lugar que estaría entre Europa y América y que hace mucho tiempo desapareció. Allí se fundó la escuela de los grandes adeptos, inaugurando los Misterios del Espíritu que han continuado hasta nuestros días. Las personas que habían dado pruebas de haber alcanzado la madurez podían ser iniciadas en los Misterios del Espíritu. Los centros de misterios recibían a personas debidamente instruidas y purificadas. Allí recibirían las enseñanzas, la teosofía, que es la base de todas las religiones, enseñanzas que hoy recibimos a través de la ciencia del espíritu. Habrían purificado sus impulsos instintivos, se habrían entrenado para poner orden en su pensamiento, y entonces habrían aprendido no sólo a amar a las personas emparentadas por la sangre, sino a abrazar con amor a toda la humanidad. Se habrían convertido en "personas sin hogar". El proceso que tiene lugar en los niveles más altos del desarrollo humano es un proceso que apunta hacia el futuro.

La iniciación en los antiguos templos de misterios continuó hasta los últimos siglos precristianos. Prueba de ello son las pirámides egipcias. Allí, el discípulo que había llegado tan lejos que era capaz de amar a toda la humanidad era dormido durante tres días. Su cuerpo físico estaría como muerto, en un letargo total. El iniciador sería capaz de extraer de él su espíritu de la misma manera que vuestro espíritu es extraído de vuestro cuerpo cada noche cuando estáis dormidos. Así como es cierto que este espíritu es inconsciente en el dormir ordinario, también es cierto que sería consciente en los discípulos que hubieran sido preparados a conciencia. La interferencia que proviene del cuerpo físico ya no estaría allí. Pero en esos tres días los discípulos serían capaces de recordar todo lo que habían aprendido antes; eran capaces de llevar esto a su cuerpo.

Como el candidato había estado aprendiendo, asimilando los conceptos y sentimientos necesarios, el iniciador podía ahora dejarle experimentar como una realidad espiritual todo aquello por lo que previamente había trabajado y asimilado por medio de sentimientos internos. El alma vagaría por el mundo astral y devachánico durante los tres días en que estuvo fuera del cuerpo. Se encontraba con la realidad de lo que había aprendido anteriormente, y el individuo llegaba así a conocer, a ser iniciado. Las enseñanzas teosóficas dejaron de ser mera teoría; ahora eran algo en lo que él mismo había estado, como en un elemento vivo. Cuando despertaba de nuevo en su cuerpo y miraba su entorno físico, acudía a sus labios un sonido que debía arrancarse del alma por sí mismo cuando, después de vagar por el mundo del espíritu durante tres días y medio, el alma se encontraba de nuevo en el mundo físico.  El alma era entonces consciente de que el yo se había convertido en ciudadano de mundos superiores, que había estado en esos mundos y que ahora podía hablar a la gente de su experiencia en esos mundos. Hablando del mundo del espíritu desde la experiencia, se había convertido en un heraldo del espíritu en el mundo físico, en un misionero del espíritu. Y esto se expresa en las palabras: Eli, Eli, lama sabachthani", que significa: "¡Oh Dios, Dios mío, tú me has glorificado! Estas eran las palabras que se podían oír de cada individuo que había sido iniciado de esta manera.

Si hubieran examinado a tal individuo con respecto a toda su naturaleza esencial, habrían encontrado que alguien que fue iniciado en los misterios del espíritu se convirtió en un heraldo de algo que en Cristo Jesús fue dado para toda la humanidad. Sin embargo, el budhi sólo había despertado interiormente, en el "cuerpo etérico", como se le llama, de tal iniciado. Los iniciados en el espíritu, en quienes el Hijo, el Christos, había despertado interiormente, existieron en toda la antigüedad, en los tiempos precristianos. Este Christos no había penetrado hasta el cuerpo físico, pero se había despertado en el cuerpo etérico. Aquellos iniciados se habían hecho inmortales como seres humanos etéricos.

El gran paso adelante para la humanidad se produjo porque lo que se aplicaba a los grandes iniciados en el espíritu también se aplicaba al Cristo Jesús que venía a la tierra. Pero en el caso del individuo que murió en la cruz, esto se aplicaba hasta el cuerpo físico. Todo lo que en los antiguos misterios podía experimentarse cuando se estaba fuera del cuerpo, podía verse en el plano físico en este caso, debido al acontecimiento del Gólgota. Se hizo visible incluso para aquellos que sólo tenían ojos físicos. En épocas anteriores, los iniciados que eran capaces de progresar tan lejos serían capaces de verlo. Se sentían uno con Dios porque, al ser los elegidos, experimentaban interiormente cómo la vida debe vencer a la muerte. Ahora, sin embargo, esto ya no era necesario. Con el acontecimiento del Gólgota había tenido lugar ante los ojos humanos. Allí sucedió que la vida venció a la muerte. Y a través de la conexión con este acontecimiento único, a través del vínculo que une a cada individuo con él, como un lazo familiar, se dio algo que sustituyó a las cosas que se habían dado a los individuos en los Misterios del Espíritu.

Hay una gran y significativa imagen de los Misterios del Espíritu que debo describirles si quieren comprender los Misterios del Hijo. He tenido que describir cómo el individuo que yacía dormido durante tres días y medio estaba rodeado de doce formas humanas, como si estuviera sentado alrededor de una mesa con ellas. ¿Y cómo debían aparecerle a alguien que había tenido experiencias de los mundos superiores como iniciado? Se le aparecerían doce de sus encarnaciones, doce de los cuerpos por los que había pasado antes. Esos doce cuerpos no eran ni más ni menos que lo que él llevaba dentro como elementos de su cuerpo. En términos ocultistas, el cuerpo humano está dividido en doce partes, y éstas son una recapitulación de doce encarnaciones en las que el ser humano individual se purifica gradualmente y es llevado a un nivel superior de perfección. Así, el individuo se sentiría rodeado de las formas o figuras por las que él mismo había pasado en épocas anteriores, y se diría a sí mismo: La forma que tenías antes vive en una parte de ti; la segunda forma vive en otra, la tercera en otra, la cuarta, y así sucesivamente". Así están a tu alrededor como los invitados sentados en una comida con su anfitrión.

Esta imagen aparecería ante el alma de todo individuo que entrase en los Misterios del Espíritu. Fue el Hijo del Hombre quien puso fin a esto, ya no el hijo de una familia, de una tribu, de una nación, sino el hijo de toda la humanidad. Fue realmente el decimotercero quien tuvo la mayor perfección entre los doce. Al estar fuera de su yo terrenal, se vio a sí mismo como el decimotercero.

Consideremos ahora cómo las experiencias que todo candidato tendría en el mundo superior llegaron a repetirse en Cristo Jesús. Todo está cubierto por una especie de velo, del mismo modo que está velado todo lo que se da exteriormente, exotéricamente. La fiesta de Pascua celebrada por el Cristo y los doce no iba a ser una fiesta ordinaria. Debía ser otra cosa: una recapitulación en el plano físico de la experiencia que los iniciados en el espíritu habían tenido varias veces en el plano superior.

En el evangelio de Lucas, capítulo 22, versículos 7-12, leemos: "Cuando llegó el día de los panes sin levadura, ... le dijeron: "¿Dónde quieres que lo preparemos?". Él les dijo: "Cuando entréis en la ciudad, os saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua. Seguidle hasta la casa adonde va. Entonces hablad al dueño de la casa, diciendo: El maestro os dice: ¿Dónde está la sala de invitados para que coma allí la Pascua con mis discípulos? Y él os mostrará un gran aposento alto que se ha preparado; preparadlo allí para nosotros"'.

Durante el banquete explicó una vez más que el pan era su cuerpo, que la sangre que fluía en su cuerpo era como la savia en el cuerpo de una planta. Era justo que dijera, refiriéndose a la savia de la planta, el vino: "Ésta es mi sangre", y era justo que lo dijera porque él es el espíritu de la tierra. Es justo que diga de toda sustancia: "Este es mi cuerpo", y de todos los jugos: "Esta es mi sangre": Esta es mi sangre.

Luego viene la escena en la que Cristo Jesús desarrolló los Misterios del Espíritu aún más en los Misterios del Hijo, y finalmente en los Misterios del Padre. Una vez más, deben imaginar a los doce apóstoles sentados a su alrededor como una encarnación de las doce partes de sus propios cuerpos. Si realmente contemplan esto, utilizando la delicadeza y la discreción interiores al acercarse a un pasaje que desvela, -o más bien vela-, la verdad más profunda del espíritu cristiano, podrán abarcar en sus mentes la transición de los Misterios del Espíritu a los del Hijo.

Consideren una vez más lo que tuvo que suceder al acercarse los Misterios del Hijo. La gente tenía que tomar conciencia de que la sangre tenía que abandonar su conexión con los lazos de sangre. Un día los lazos de sangre significarían menos para las personas que su egoísmo. Mirando hacia la futura misión del espíritu cristiano, Cristo Jesús comprendió que esto sólo podría lograrse mediante su sacrificio. Tenía que ser así. Porque vendrían tiempos en que la gente se volvería más y más egoísta para ganar su libertad. Por tanto, el exceso de sangre egoísta tenía que ser sacrificado en un acto cósmico, para que los seres humanos, por muy independientes que fueran, pudieran un día unirse en una gran hermandad. El elemento egoísta existe particularmente a causa del género humano; ha crecido cada vez más, y necesita ser espiritualizado, ennoblecido, por el espíritu cristiano. Así, el ser humano es cada vez más independiente. Observemos, sin embargo, algo que desde entonces ha venido a ceñir la tierra: nuestras formas de transporte. ¿Qué son sino arreglos para satisfacer nuestro egoísmo? Todo lo que se ha ideado utilizando la mente racional y el sentido común sólo se ha ideado para satisfacer nuestro egoísmo, aunque sólo sea de manera indirecta. La humanidad era menos egoísta cuando todavía se molía el grano utilizando dos piedras. Sin embargo, la humanidad tuvo que independizarse y, por lo tanto, también tuvo que pasar por el egoísmo, y toda nuestra civilización proporcionó la base material para ello.

Así como el que ha sido iniciado en los Misterios del Espíritu ve sus propias encarnaciones y, a la cabeza de ellas, a sí mismo, lo que ahora es lo más perfecto, así como el Hijo del Hombre vio el círculo de sus discípulos como las manifestaciones de sí mismo, así el que mira hacia el futuro ve las formaciones por las que debe pasar la humanidad. Aquel que vive a través de los misterios del Hijo ve en el futuro hasta el final del desarrollo terrenal, cuando el estado terrenal pasa a un nuevo estado estelar. Por lo tanto, Cristo Jesús pudo decir del primer estado en aquel tiempo: "Vosotros que estáis sentados a mi alrededor representáis diferentes grados de perfección, y cuando mire hacia el futuro, vosotros, que estáis sentados aquí, sois las doce etapas. Pero deben ser superadas. Debo conducirlos a través de mí al Padre. Como a través de mí debo conducirlos al Padre para que la tierra pueda ascender a un grado superior de perfección. Todo lo que está presente en la sensualidad, todo lo que está ligado a los instintos, a las pasiones y a los afectos humanos, debe ser superado. Esto está simbolizado por lo que les sucede a los doce.

La época que sigue está representada por Judas Iscariote. Vinculado al representante de la máxima moralidad está el representante de la vil sensorialidad. Es Judas Iscariote quien realmente traiciona al cristianismo en la época inmediatamente posterior. Oh, habrá un tiempo en que parecerá que lo que ocurrió en el Gólgota ocurrió también en toda la tierra. Parecerá como si el egoísmo trajera la muerte al Cristo, al Budhi. Ese será el tiempo del Anticristo. Esta es la ley de que todo lo que sucedió alrededor de la cruz también tendrá que suceder en el plano físico. Lo que ocurrió en el Gólgota tiene también un profundo significado simbólico. La traición de Judas significa el predominio de los bajos instintos. Pero todo lo sensorial debe espiritualizarse.

Así pues, aquí se hace referencia a la evolución futura de la humanidad dentro de la Tierra. He hablado de ello en varias ocasiones. Todo lo de naturaleza inferior será eliminado de los seres humanos. El futuro ser humano ya se está preparando en la raza humana. Entonces sus funciones reproductoras no serán como lo son hoy. No se reproducirán por medio de sus bajas pasiones. Hoy producen la palabra, con la que puede encarnar lo más sublime, y es a través de la palabra como se harán cada vez más creadores. Se han vuelto más egoístas debido a su sexualidad, y volverán a ser altruistas una vez que esa sexualidad desaparezca.

Hoy la palabra se produce en un chorro de aire que sale de la laringe; en el futuro de la humanidad la palabra volverá a ser productora. La voz de los niños se quiebra en la pubertad. Será la voz la que será productora. Y al volverse productora, esta palabra expresará al mismo tiempo, -en el futuro, ya que toda la situación se invertirá-, el control humano sobre el aire. Significa que el principio que originalmente respiraba a través del hombre provocará una transformación en algo que está aún más profundamente conectado con la naturaleza humana esencial. La palabra será creadora con respecto a la preparación de la sangre. Incluso la sangre del hombre será transformada. Sólo será capaz de producir sentimientos puros y desinteresados. Surgirá una raza humana creadora a través de la palabra. El desinterés se transformará en una cualidad de la sangre, y el órgano pensante se transformará para estar en el corazón. Esta es una de las dos evoluciones que seguirán al cristianismo. La época en la que impera el egoísmo está representada por Judas Iscariote. Cualquiera que observe con imparcialidad los acontecimientos mundiales puede ver cómo la sexualidad es capaz de traicionar al hombre como espíritu, para matarlo. Pero los seres humanos que hoy pueden producir la palabra como algo superior en sí mismos, un día serán creadores a través de la palabra. Esto será cuando el corazón sea el órgano de su mente y de su espíritu.

Ahora les pido que apliquen esto al Evangelio y observen un pasaje que expone lo que acabo de decir de un modo verdaderamente maravilloso, con un simbolismo magnífico. Consideren lo que seguirá cuando el cristianismo se haya vuelto altruista y fraternal; cómo Judas Iscariote encarna todo lo que hace que las personas sean egoístas; y consideren también la dirección en la que la humanidad se desarrollará a través de las doce etapas hasta la forma que asumió el propio Cristo Jesús. Todo se eleva hacia el corazón.

La forma en que se produce la transformación es tal que el poder creador empuja hacia arriba desde el regazo hasta el corazón. Esto tiene que llegar a expresarse en aquel que representa la forma más elevada y está más cerca de Jesús. Ahora lean esto: Uno de los discípulos, al que Jesús amaba, se echó en el regazo de Jesús a la mesa. Simón Pedro le hizo señas, indicándole que le preguntara cuál era. Entonces se apoyó en el pecho de Jesús y le dijo "Señor, ¿Cuál es?" El pasaje nos habla de cómo el poder de reproducción más bajo en el hombre asciende hasta el pecho, mostrado aquí por el discípulo más cercano a Cristo Jesús. El Misterio del Hijo, de Jesús, se sugiere de la manera más delicada. No se puede pensar en una forma más magnífica. Verán que quiere ser un misterio si leen lo que el propio discípulo iniciado escribe al final de toda esta escena, habiendo tenido experiencia viva de cómo sería transformado y llegaría al Padre a través del Hijo. ¿Qué podía decir entonces? En un nivel superior, fue capaz de decir lo que los iniciados son capaces de decir: "Eli, Eli, lama sabachthani". Ésas son sus palabras. Léanlo ustedes mismos en el evangelio de Juan: 'Y Jesús dijo: Ahora el Hijo del Hombre es glorificado, y Dios es glorificado en él'.

Esta fiesta de Pascua fue la preparación para lo que luego sucedió en el plano físico. Al contemplar la muerte de Cristo, aprendemos que la muerte fue vencida en el plano físico, y que la sangre egoísta fue vencida cuando de sus heridas fluyó sangre. También llegamos a percibir la gran perspectiva que nos aguarda al oír de nuevo las palabras procedentes de la cruz, conscientes de lo que nos depara el futuro: La tierra habrá alcanzado la meta de una gran fraternidad, de volverse espiritual, superando todo lo que pueda arrastrar al espíritu humano".

Los que hayan pasado por esto con el Cristo podrán reunirse a su alrededor una vez que dejen atrás la evolución terrestre y se eleven a una forma superior de evolución. Y percibiendo que el perfeccionamiento de la tierra se ha cumplido, Cristo Jesús podrá una vez más pronunciar las palabras que una vez pronunció en la cruz: Eli, Eli, lama sabachthani", es decir: "Señor mío, Señor mío, cómo has glorificado al yo en la humanidad, haciéndola espiritual". Este es el significado de estas palabras. Hay una traducción posterior que es errónea, pues retoma las líneas del salmo. Son las palabras que expresan el Misterio del Gólgota: 'Dios mío, Dios mío, cuánto me has glorificado, me has hecho espiritual'.

Estas palabras nos revelan cómo el espíritu se libera del cuerpo. El Misterio del Hijo nos revela cómo, en aquel tiempo, el ojo clarividente interior del redentor del mundo miró hacia el final del perfeccionamiento de la tierra y puso en palabras la gran meta de la humanidad, hablando de la superación de todas las diferencias y de la instauración del amor humano total. Esta meta sólo se alcanzará si los hombres aprenden a entrar cada vez más espiritualmente en el mundo del espíritu. Porque es en el espíritu donde la humanidad se une. Una vez los seres humanos fueron uno cuando salieron del espíritu, de esa unidad, del camino donde todo se funde en uno en lo divino. Se individualizaron al entrar en cuerpos humanos individuales, del mismo modo que el agua se individualiza cuando sus gotas son absorbidas por pequeñas esponjas. Y los seres humanos, ahora individualizados, volverán a ser uno cuando entren en el gran vínculo de la fraternidad, manteniendo aún su naturaleza individual. Se prepararán así para ser creadores divinizados, del mismo modo que fueron dioses, creadores, antes de venir a la tierra como seres humanos.

La evolución humana tuvo su origen en un espíritu divino y está volviendo a un espíritu divino. Los diferentes yoes serán individuales, pero al mismo tiempo serán una unidad, unidos por el vínculo de la fraternidad. Esta unidad dará nacimiento a una nueva estrella, la nueva estrella que en el Apocalipsis se llama "la nueva Jerusalén". Los yoes humanos nacerán en su naturaleza yoica, y entonces las armonías de las esferas crearán el eco de las palabras en las que se reunió el Misterio del Gólgota, las palabras: Dios mío, Dios mío, ¡cómo me has glorificado!

Tales palabras fueron pronunciadas entonces, en el pasado. Se repetirán cuando los seres humanos asciendan a los niveles más altos, a alturas cada vez mayores, cuando hayan pasado por el Hijo hasta el Padre. El Hijo guía a la humanidad hasta el final de la evolución terrestre; entonces los seres humanos serán llevados de nuevo al cosmos, conservando su naturaleza yoica. La tierra volverá al Padre. Nadie viene al Padre sino por mí ".

El ojo interior es capaz de ver un largo, largo camino si los seres humanos están preparados para buscar la comprensión del profundo misterio del Gólgota. Pero las festividades, como las grandes fiestas estacionales, existen como puntos importantes en los que las personas deben abandonar su rutina diaria, en los que deben dejar que su mirada interior se dirija a los grandes hitos de la evolución, en los que deben examinar no sólo siglos, sino milenios. Deberíamos considerar a la humanidad en una perspectiva que llegue a la mente consciente. Si dejamos que la meta lejana del futuro cobre vida en nuestros corazones, como nos han enseñado los grandes maestros de la raza humana, si dejamos que esta meta lejana cobre vida en nosotros, una meta que está tan lejos, pero que puede estar tan cerca si se convierte en una fuerza en nuestros corazones, sólo entonces la alcanzaremos.

Resolvámonos a no dejar pasar nunca esas fiestas sin inscribir en nuestras almas esas grandes perspectivas de futuro y metas para la humanidad. La gente tiene tiempo para las cosas cotidianas en su vida diaria, pero cuando suenan las campanas en los días santos, hacen bien en recordar que son hijos no sólo de su época, sino en su espíritu, también hijos de la eternidad.

Traducido por J.Luelmo jun,2024



lunes, 10 de junio de 2024

GA096 Berlín, 25 de marzo de 1907 - El significado histórico - Cósmico de la sangre que fluyó del Cristo en la cruz

     Índice


IMPULSOS ORIGINALES DE LA CIENCIA ESPIRITUAL

RUDOLF STEINER

EL ESOTERISMO CRISTIANO A LA LUZ DE LOS  NUEVOS CONOCIMIENTOS ESPIRITUALES

El significado histórico - Cósmico de la sangre que fluyó del Cristo en la cruz

Berlín, 25 de marzo de 1907

El Lunes de Pascua quiero hablarles del Misterio del Gólgota. Hoy quizá podamos prepararnos un poco para ello. Lo que tengo que decir hoy se referirá sobre todo a un pasaje del Nuevo Testamento que a mucha gente le resulta imposible o, al menos, difícil de entender. Por lo menos se ve fácilmente que la gente no percibe que estas palabras tengan el significado profundo que ciertamente se les debe dar si se considera el cristianismo esotérico. Desde otro punto de vista, estas palabras nos adentrarán aún más en el espíritu y el sentido del cristianismo. Son palabras que conocéis bien: "Todo pecado y blasfemia será perdonado al hombre; pero la blasfemia contra el Espíritu Santo no le será perdonada."

Tales palabras nos dicen, en efecto, el significado de la misión encomendada al cristianismo, y esencialmente el único instrumento adecuado para ayudarnos a revelar su profundo significado es la visión del mundo obtenida a través de la ciencia del espíritu. Los que lleguen a esta visión del mundo tendrán que acostumbrarse a conocer la gran misión mundial del movimiento científico espiritual desde muchos puntos de vista diferentes. El mundo tendrá que darse cuenta cada vez más de que este movimiento claramente no existe para fundar ningún tipo de nueva fe, ya no digamos de una nueva secta o similar. Los tiempos en los que se podían fundar nuevas fes y nuevas religiones especiales en el curso de la evolución humana han pasado. El futuro del desarrollo religioso está en convertir las religiones existentes en una gran religión para toda la raza humana. El movimiento para la comprensión espiritual no pretende predicar una nueva religión. Sólo quiere ser un instrumento para comprender las profundas verdades religiosas contenidas en los escritos religiosos originales.

Ya he dicho en varias ocasiones que hoy en día la tendencia en los círculos teológicos y religiosos es reducir las verdades religiosas al papel ordinario sin profundizar lo suficiente en ellas. Basta pensar en cómo satisface a la gente que se considere a Cristo Jesús como «el simple hombre de Nazaret »99 , una figura que la gente está ciertamente encantada de considerar uno de los grandes ideales de la humanidad, como Sócrates o Platón o Goethe o Schiller, pero no quieren ponerlo demasiado lejos del nivel de la humanidad común. A la gente nunca se le ocurre preguntar hoy si no es cierto que en el cuerpo de Jesús de Nazaret habitaba algo que iba más allá de toda humanidad común. la humanidad moderna parece haber ido mucho más allá de esa antigua cuestión gnóstica. La intención había sido apelar a toda la sabiduría humana para comprender lo que realmente sucedió en el año 1 de nuestro tiempo. Y así la gente también se contenta con cubrir una verdad tan grande como el pecado contra el espíritu santo con unas pocas frases moralistas, unas pocas palabras más bien comunes.

Pero los escritos religiosos originales no están para ser explicados en términos vulgares. No hay profundidad suficiente ni sabiduría lo bastante sabia para descorrer el velo que los cubre. También es importante no añadir nada cuando buscamos comprender el significado profundo. Esto no es demasiado difícil para una persona no académica, no científica; pero también es cierto que el documento religioso es tan profundo que ninguna sabiduría basta para descifrar completamente su significado. Ninguna mente es tan simple que no pueda obtener grandes y sublimes impresiones de los verdaderos escritos religiosos originales. Tampoco la sabiduría debe considerarse nunca tan elevada que sobrepase los límites de un verdadero documento religioso. Este es el punto de vista y estas son las convicciones desde las que vamos a considerar esas palabras.

En primer lugar, debemos tener claro qué es lo que se entiende por Espíritu Santo en el verdadero cristianismo esotérico y qué se entiende por los otros dos aspectos de la divinidad: el Hijo, el Verbo o Logos, y el Padre. Sería erróneo intentar penetrar en tales cosas por medio de especulaciones o cavilaciones. No se trata de que cada cual les dé el significado que quiera. El significado se lo dieron individuos que se llaman iniciados cristianos, y debemos guiarnos por las cosas que se enseñan en sus escuelas. Por lo tanto, es un error tomar la Biblia de manera superficial, especulando sobre el significado de un pasaje u otro. Un verdadero ocultista nunca haría esto. Él hace las cosas de otra manera, porque sabe que ha habido escuelas esotéricas de iniciación cristiana donde se enseñaba el significado profundo de los escritos cristianos originales. Nunca se ha enseñado de otra manera, y por lo tanto no hay diferentes puntos de vista al respecto.

Si hay algo por lo que queremos guiarnos, algo que a este respecto quizá haya salido más a la superficie de la historia externa, es la gran escuela esotérica cristiana que el propio apóstol Pablo fundó en Atenas, la Escuela de Dionisio el Areopagita. Los académicos han llegado a hablar de un pseudo-Dionisio porque los escritos que llevan su nombre sólo pueden rastrearse hasta el siglo VI. Los académicos no pueden conocer la verdad a este respecto a menos que se percaten de que las costumbres han cambiado enormemente a lo largo de los tiempos. Hoy en día, alguien que tiene una idea brillante no puede esperar a plasmarla en papel e imprimirla para que salga a la luz. En épocas anteriores, la costumbre era preservar cuidadosamente las verdades más sagradas del público en general, no bombardear a la gente con ellas. Las únicas personas a las que se permitía recibir esas verdades eran las personas que uno conocía y que habían dado pruebas de que recibirían esas verdades de manera digna, teniendo sentido de la veracidad. Al principio sólo se transmitían de boca en boca, pues la intención era que quien transmitiera tales verdades, o incluso revelara los hechos relacionados con ellas ante los ojos de sus alumnos, dejara que las palabras penetraran sólo en los sentimientos genuinos, en los corazones cálidos y verdaderamente vivos. Los discípulos de aquellas escuelas debían desarrollar un cierto talante, una cierta actitud ante las verdades más sublimes.

Hoy se suele creer que una verdad puede recibirse independientemente del estado de ánimo de cada uno. Esto no es una crítica: forma parte de la evolución. En aquellos tiempos, la gente tenía una opinión diferente. Entonces sí importaba si uno recibía una verdad matemática o física en un estado de ánimo u otro. La gente entendía que este estado de ánimo importaba, e incluso las verdades más simples, que en última instancia también revelan verdades, se recibían en un estado de ánimo elevado. Se recibían como una revelación del espíritu cósmico divino. Incluso las verdades matemáticas que representaban las revelaciones divinas relativas al espacio se recibían en este estado de ánimo. La escuela se preocupaba mucho de crear la actitud correcta, la esfera de sentimientos correcta.

También en la escuela de Pablo, las verdades más sublimes sólo se revelaban tras una preparación íntima. Mientras Pablo predicaba al mundo entero, sus discípulos pasaban por sus experiencias esotéricas en Atenas. El espíritu de esa escuela continuó durante largos períodos de tiempo, y por eso el individuo portador de la verdad esotérica recibiría siempre el mismo nombre. La Escuela de Atenas continuó durante siglos y el más alto de los maestros siempre se llamó Dionisio. Esta es la razón por la que el que escribió las cosas en el siglo VI, cuando la escritura se había convertido más en una costumbre, también llevaba ese nombre. Hay que saber esto para entender lo que significa para la escuela de Dionisio.

Consideremos ahora las tres palabras «Padre», «Hijo» y «Espíritu» en el sentido verdaderamente cristiano. Al hablar del Padrenuestro, hemos examinado lo que hay detrás de estas palabras desde otro punto de vista. Después pasamos a ver lo que habla de lo divino en los tres principios superiores de la naturaleza humana -atman, buddhi, manas. Hemos oído que estos tres principios superiores de la naturaleza humana están relacionados con las palabras «nombre», «reino» y «voluntad» en el Padre Nuestro. Hoy consideraremos estos tres principios humanos desde otro punto de vista, como se hacía en la enseñanza esotérica cristiana. Recordemos brevemente la relación entre la naturaleza inferior y superior del hombre. En aquella formación iniciática cristiana siempre se enseñaba que el hombre consta de cuerpo físico, cuerpo etérico o vital y cuerpo astral, y que el Yo vive dentro de estos tres cuerpos humanos como la parte más íntima de la naturaleza humana esencial. Esa era la «tétrada sagrada» de la que se hablaba en el pasado: cuerpo físico, cuerpo etérico o vital, cuerpo astral y yo.

También hemos llegado a saber que los tres cuerpos son transformados por el Yo en el transcurso de la evolución humana. Hemos visto que el Yo debe transformar en primer lugar el cuerpo astral, portador de afectos, impulsos, pasiones y respuestas interiores. También podríamos llamar a este cuerpo astral el cuerpo consciente. La enseñanza esotérica cristiana era que el Yo tiene la tarea de mejorar y purificar progresivamente el cuerpo astral. Y la parte del cuerpo astral de una persona que ha sido así limpiada, purificada y mejorada se denomina «espíritu santo» en esa persona, en términos cristianos esotéricos. Utilizando términos teosóficos, también podríamos decir que la parte del cuerpo astral que ha sido purificada por medio del yo se denomina, en términos esotéricos cristianos, «la parte del cuerpo astral que ha sido tomada por el espíritu santo».

También sabemos que el Yo influye en el cuerpo etérico o vital para transformarlo, mejorarlo y purificarlo. Mientras que en la vida cotidiana material y no material nuestra vida cultural moral ennoblece el cuerpo astral, sólo las cosas que la gente toma a través de la religión y el arte, -sintiendo lo eterno en la forma del tiempo-, cambiarán y mejorarán el cuerpo etérico. Los impulsos que provienen de las artes son más poderosos que la enseñanza moral, más poderosos que la vida de derechos y gobierno entre los seres humanos, pues lo eterno, lo inmortal brilla en una verdadera obra de arte. Los impulsos religiosos ejercen la influencia más poderosa sobre el cuerpo etérico. Bajo esta influencia, una parte del cuerpo etérico se diferencia y se transforma en buddhi, el logos, la palabra. Esto se conoce como «el Christos» en la enseñanza esotérica cristiana.

A la hora de examinar estas cosas, debemos tener siempre presente que con la ciencia del espíritu no se persigue una especie de teoría gris, ni nada alejado del mundo y ajeno a la vida. Estamos buscando el elemento del espíritu a través del cual podemos ejercer una influencia directa ennoblecedora y purificadora sobre estos cuerpos. Debemos ser capaces de captar el principio espiritual, vivirlo y bajarlo a la vida. Sólo entonces podremos dejar que las percepciones obtenidas en el reino del espíritu fluyan a través de toda la vida, de momento en momento, y la conviertan en espiritual. Esto es percepción práctica del espíritu. No se trata de pensar las cosas, sino de dejar que el espíritu fluya en nuestra civilización. Por eso, en un momento en el que hablamos de la transformación de los cuerpos, también es oportuno y acertado llamar la atención sobre un aspecto práctico, a saber, lo que la contemplación de esos pasajes realmente pretende transmitirnos.

En la vida ordinaria con la mente consciente, caminando por las calles y cruzando la plaza del mercado, dejando que las influencias e impresiones de la vida lleguen a ustedes, las cosas que encuentren allí serán sólo una parte de la totalidad de su experiencia. Si no tenemos esto en cuenta, nunca llegaremos a comprender la vida y quizás tampoco percibamos ciertos secretos importantes de nuestra vida más cotidiana. Cualquiera que pretenda penetrar en el espíritu tiene que mirar más profundamente de lo que otra persona sería capaz de ver con los medios ordinarios que nuestra civilización proporciona hoy en día. Nuestros diferentes cuerpos, el cuerpo etérico y el cuerpo astral, también se diferencian en que el mundo exterior influye en ellos de manera distinta. Todo lo que es asimilado conscientemente, prestándole la debida atención, conociéndolo a medida que se pasa por la vida, de modo que llegue a la conciencia, todo lo que se ve en el exterior o en la habitación que causa impresión en el cuerpo astral, crea oleadas y movimientos en el cuerpo astral. Un ocultista es capaz de percibir todo lo que experimenta con plena conciencia al observar los movimientos y corrientes y todo lo que se manifiesta en el cuerpo astral.

Aquí se puede ver la infinita importancia de algo que la gente realmente no tiene en cuenta en absoluto en su mente consciente. Bajo la superficie de nuestra civilización, hay cosas que están influyendo continuamente en los sentidos humanos actuales, actuando directamente sobre el cuerpo etérico que está eludiendo el cuerpo astral y evocando imágenes que tienen un significado duradero. Bajo la superficie de nuestra civilización, tales cosas están todo el tiempo ejerciendo una influencia sobre nosotros. Y aquí es donde la ciencia del espíritu tiene que llamar la atención sobre los elementos más sutiles que yacen bajo nuestra civilización, y tiene que mostrar cómo se puede llegar a comprender la vida cotidiana mediante la comprensión del mundo del espíritu.

Es simplemente así. La gente de una época piensa y hace las cosas de manera muy diferente a la de otra. Si los primeros producen carteles horriblemente malos y revistas de chistes que se centran meramente en cosas bajas, pura sensualidad y sensacionalismo calculado, y los segundos no tienen tales revistas, esto refleja para el ocultista las cosas que viven en sus inclinaciones y generalmente también temperamentos y rasgos de carácter. Incluso la conciencia refleja las influencias ocultas en los seres humanos. Si quisiéramos estudiar las conciencias y también el temperamento, el humor y las inclinaciones de los centroeuropeos, o de los europeos en general, en los siglos XII, XIII y XIV, procediendo por métodos ocultistas, tendríamos que remontarnos a los estilos de construcción, al tipo de pinturas y a otros elementos culturales que rodeaban a la gente en aquellos tiempos. Una persona habría estado en un estado de ánimo muy diferente caminando por las calles donde todo lo que se veía a la izquierda y a la derecha tenía una relación con la vida interior del estado de ánimo que se tiene hoy en día cuando se cruza la plaza del mercado y se ven cosas muy diferentes a su alrededor. Ciertamente, no debemos ignorar las cosas que viven más profundamente que la conciencia consciente, pues los mismos impulsos que están conectados con los principales períodos de la civilización humana tienen una profunda influencia. Así pues, no debemos subestimar todo tipo de cosas presentes bajo nuestra civilización actual que sean como las que acabo de mencionar, pues ahí se encuentran los verdaderos y reales fundamentos de los sentimientos materialistas y las respuestas interiores. Ahí es donde debemos buscarlos. Por lo tanto, no debemos considerarnos reaccionarios cuando deseamos, desde un punto de vista más profundo, que la nobleza y el significado se expresen exactamente en estas cosas que tienen una influencia tan profunda en el alma humana y, de hecho, hasta en los poderes dadores de forma del cuerpo etérico.

Como pueden ver, existe una forma de ver las cosas en la que uno no se guía por los prejuicios de la época, sino por verdades espirituales. Y si extendemos también esta manera de ver las cosas a los elementos nocivos de nuestro entorno cotidiano que dan lugar a puntos de vista materialistas sin que la gente les haya prestado verdadera atención, ¿Creen ustedes que llegaremos lejos con teorías y enseñanzas a menos que estas teorías y enseñanzas lleguen hasta aquí? Si ustedes saben cómo las enseñanzas más sublimes del pensamiento cristiano llegaron a reflejarse en pinturas, no se sorprenderán de que también se reflejaran en las cosas que rodeaban a la gente todo el tiempo, aunque no centraran su atención en ellas.

Consideremos ahora el principio que en esoterismo cristiano se llamaba «el Padre». Sabemos que no sólo el cuerpo astral, sino también el cuerpo etérico y el cuerpo físico son transformados por el Yo. Ellos son transformados inconscientemente por las personas, pero conscientemente por un esoterista u ocultista o por alguien que está recibiendo entrenamiento esotérico. Todo lo que influye sólo en el cuerpo astral es mera preparación para el verdadero entrenamiento esotérico u ocultista. El entrenamiento oculto comienza cuando aprendemos a trabajar en el etérico o cuerpo vital, cuando el ser humano está capacitado, mediante la instrucción impartida por el maestro ocultista, para transformar temperamentos, inclinaciones y hábitos, convirtiéndose así en una persona diferente. Sólo esto permitirá comprender el verdadero mundo superior: que la persona cambia. Ustedes pueden estudiar la teoría de la física y esto sólo afectará a su cuerpo astral. Pueden aprender todo tipo de cosas y sólo afectarán al cuerpo astral. Sólo cuando las enseñanzas tienen tal poder que son capaces de transformar al ser humano, es cuando se desarrollan desde el interior los órganos que nos permiten mirar hacia el mundo superior. Entonces se transforma el cuerpo etérico y también el cuerpo físico. Y como la transformación del cuerpo físico proviene del proceso de la respiración, llevando el ritmo a la respiración, un cuerpo físico iluminado por la conciencia consciente se llama atman. El término esotérico cristiano es «el Padre».

Dentro del esoterismo cristiano tenemos que distinguir entre el Espíritu Santo -el Cristo tiene en él tanto del Espíritu Santo como ha ennoblecido su cuerpo astral; el Hijo, el Logos, la Palabra- el Cristo tiene en él tanto del hijo, el Logos, la palabra como ha transformado del cuerpo etérico; y en tercer lugar el Padre -el Cristo tiene en él tanto del Padre (sólo un iniciado puede tener conscientemente al Padre en él) como ha transformado el cuerpo físico, haciéndolo eterno. Para comprender el pecado o la blasfemia contra el Espíritu Santo, el Hijo o el Padre, y aprender la manera cristiana de decir estas cosas, tenemos que recordar la misión del Cristianismo tal como la veían los maestros cristianos esotéricos.  En alguna ocasión he dicho que la misión más profunda del cristianismo se da en las palabras: 'Si viene a mí alguien que no hace caso omiso de su padre y de su madre, de su mujer y de sus hijos, de sus hermanos y hermanas, así como de su propia vida anímica, no puede ser mi discípulo'. Marcos también lo expresa con otras palabras Vinieron su madre y sus hermanos, se quedaron fuera y mandaron llamarle. Pero había una multitud sentada a su alrededor. Entonces le dijeron Mira que tu madre y tus hermanos y tus hermanas están fuera buscándote: ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? Mirando a los que estaban sentados en círculo, dijo Mirad aquí a mi madre y a mis hermanos. El que hace la voluntad de Dios es mi hermano, mi hermana y mi madre". En el evangelio de Lucas encontramos también: Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios y la cumplen'.

Tales palabras hablan de la verdadera misión del cristianismo. Podemos comprenderlas si consideramos la evolución de la raza humana, y ésta será también la mejor preparación posible para nuestro debate sobre el Misterio del Gólgota del próximo lunes.

Retrocediendo mucho en la historia de la humanidad llegamos a una época que llamamos la era Lemúrica. Como ustedes saben nos remontamos a través de los tiempos de la Atlántida a la era Lemúrica. Allí encontramos al ser humano de cuatro cuerpos que podríamos decir que era mitad animal, un ser humano que tenía cuatro cuerpos -cuerpo físico, cuerpo etérico, cuerpo astral y el potencial para un yo- pero que todavía no estaba en posición de hacer ningún trabajo en los tres cuerpos externos. El poder que los seres humanos necesitan para trabajar en sus cuerpos exteriores de la manera antes mencionada tuvo que entrar primero en esos recipientes para la verdadera naturaleza esencial del hombre. El yo, tal como ustedes lo conocen hoy, que vela su alma, su naturaleza más profunda, que ya contiene tanto de los tres cuerpos exteriores como ha sido transformado, todavía no existía entonces, todavía estaba esperando entrar en el proceso de evolución. El yo era todavía un espacio hueco que recibiría lo que hoy es nuestra parte más profunda, más íntima, nuestra parte inmortal, como la llamamos, que atraviesa todas las encarnaciones y puede ir con la tierra cuando entra en una existencia planetaria diferente. Esto bajó al recipiente humano en aquel tiempo. Antes, había estado en la custodia de la divinidad, parte de la naturaleza divina.

En una ocasión anterior les ofrecí una imagen de la forma en que el hombre estaba dotado de alma en aquella época, con la gota divina vertida en cada vaso humano individual. Dije entonces que se podría tomar un vaso de agua; hay muchas gotas en él, una masa de fluido. Podríamos entonces tomar mil pequeñas esponjas y dejar que cada una absorba una gota de agua. Entonces hemos tomado muchas gotas del vaso, y algo que había estado unido en el vaso se ha distribuido entre todas las pequeñas esponjas. Algo que ahora está en nosotros y que antes había estado en la custodia de la divinidad como en un elemento donde todo fluía en uno, se distribuyó en ese momento entre los cuerpos humanos individuales, de modo que hoy cada uno tiene una gota de esta única sustancia divina en él. Este elemento, que hasta entonces había formado parte de la naturaleza divina general, se individualizó de este modo. Del mismo modo que mis diez dedos forman parte de mi organismo, las almas que hoy están en los cuerpos humanos forman parte de la divinidad. Y del mismo modo que cada dedo se individualizaba, cada dedo recibía vida propia si se rodeaba de otros elementos exteriores, así las gotas que reposaban en la custodia de la divinidad se convertían en naturalezas interiores humanas.

Estas naturalezas interiores humanas vivían en los cuerpos humanos que se habían preparado para ellas en aquella época. El aspecto de los cuerpos humanos era muy diferente en aquella época que en la actualidad. Tal vez nadie me creería si describiera aquellos cuerpos que andaban por ahí, esperando a ser dotados de alma por la divinidad. Las personas que escuchan estas conferencias pueden estar acostumbradas a algunas cosas, pero algunas se sorprenderían, realmente, si les contara cómo eran aquellos cuerpos y cómo aquellas formas, grotescas como parecerían hoy a nuestros ojos, se transformaron gradualmente en los cuerpos que tenemos hoy. ¿Quién les ha dado el aspecto que tienen hoy? La propia alma interior lo ha hecho. La figura, la forma de esta alma humana influyó en el cuerpo desde el interior. Se tiene una idea de cómo trabajaba esta alma si se consideran los últimos retazos de configuración que el alma sigue efectuando en el cuerpo humano hoy en día.

Consideremos los sentimientos de vergüenza, ansiedad, miedo, temor. Un sentimiento de vergüenza hace que la sangre suba y nos pongamos rojos. El color de la cara también cambia con la ansiedad, el miedo o el susto. En un caso se enrojece, en el otro palidece. En mi conferencia sobre la sangre como un fluido muy especial, mostré que la sangre es un reflejo exterior del trabajo interior de la persona individual. Nuestra naturaleza más íntima brota en la sangre: alguien que tiene sangre tiene un yo, y alguien que tiene un yo tiene sangre. Se trata, por tanto, de un fluido muy especial. Sin embargo, esto sólo se aplica a la sangre caliente, y no a las criaturas cuya sangre es a veces caliente y a veces fría. Hoy en día, el yo influye en la sangre cuando sentimos vergüenza, miedo y temor, cambiando el cuerpo de esta manera definitiva y sutil cuando sentimos vergüenza o palidecemos de miedo, y también actuaba así en aquellos tiempos. La influencia que ejerció la sangre en los primeros tiempos de la evolución humana fue grande y poderosa. Reflejaba, sutil y exactamente, el poder interior que había entrado en el Yo como su contenido divino. Y debido a esto el Yo llegó a reflejarse a través de las razas. Del mismo modo que hoy la gente puede palidecer o enrojecer, así el sentimiento interior modeló el cuerpo humano desde dentro. Cuando el ser humano aún era blando -aún no tenía dedos-, el Yo creó la forma desde dentro, a través de la sangre. La sangre se sigue expresando hoy en día. El poder escultórico procede del Yo, a través de la sangre, y desarrolla el cuerpo humano. Así, en las múltiples formas, conocemos la sangre como vehículo del Yo.

En otras conferencias hablé de un secreto que se esconde en los primeros relatos bíblicos. Hablé de la imagen que se da al decir que Adán llegó a tener cientos de años. Esto se debió a algo que llamamos matrimonios mixtos, matrimonios entre parientes consanguíneos. Lo encontramos en los primeros tiempos de cada nación, aunque tenemos que remontarnos muy, muy atrás. Entonces encontramos pequeños grupos por todas partes dentro de la población de la tierra que son parientes consanguíneos, casándose sólo dentro del grupo. Esto tiene un resultado importante. Para facilitarles la comprensión de lo que hay que decir, una vez me referí a una conversación entre Anzengruber y Peter Rosegger. Recordarán que Rosegger, un escritor bueno y popular, describe a la gente del campo en sus libros tal y como él los ve; así es como nos los presenta. Anzengruber los describe de un modo más vivo, sus compatriotas se mantienen firmes y seguros sobre sus pies, como tallados en madera, absolutamente ciertos y seguros. Los dos escritores salieron juntos una vez. Rosegger le dijo a Anzengruber: «Podrías describir mucho mejor a los campesinos si fueras al campo y los vieras allí». La respuesta de Anzengruber fue: 'Nunca he visto a un campesino así. Pero los describo así porque lo llevo en la sangre. Mi padre, mi abuelo, mi bisabuelo y también mis tíos eran gente de campo. Y eso lo llevo en la sangre". No era necesario que Anzengruber hubiera visto a la gente del campo. La sangre influía a través de las generaciones, y eso se notaba en la forma en que escribía sobre la gente del campo.

Así que ya ven cómo el espíritu actúa a través de la sangre, y un yo limitado a un individuo no se detiene ahí, sino que crece con fuerza y se propaga a través del padre, el abuelo y así sucesivamente. Así fue con Anzengruber, porque esa gente del campo sólo se había casado entre sí. Quedaba un cierto nivel de conciencia de ello. Este nivel de conciencia era mucho mayor en los tiempos escritos en las primeras partes de la Biblia. La gente entonces todavía tenía una memoria real de las cosas que habían sucedido a sus antepasados. Hubo un tiempo en que la gente recordaba no sólo las cosas que les habían sucedido a ellos mismos en la infancia y la juventud, sino que también tenía recuerdos de lo que habían hecho su padre y su abuelo. Esto, a la gente de hoy, puede parecerle increíble, pero es cierto que en aquellos primeros tiempos, cuando la relación de sangre se mantenía estrictamente dentro de un pequeño grupo y uno no podía casarse fuera de la comunidad sin cometer un pecado, el yo no sólo tenía conciencia del carácter de la gente del campo, sino que el hijo decía de las cosas que le habían sucedido a su padre, abuelo, etc., que le habían sucedido a él. La gente que después de novecientos años había descendido de Adán diría: 'Eso me ha pasado a mí', al hablar de cosas que le habían pasado a Adán. Era una especie de yo grupal que pasaba a través de las generaciones. Y el término Adán, o Abraham, se utilizaba para referirse a la forma en que el yo había continuado así a través de las generaciones.

Esto es también lo que subyace en los relatos de los primeros capítulos del Antiguo Testamento. Uno se da cuenta de que la sangre puede verse como un reflejo exterior del alma creadora interior. ¿Cómo perdió la humanidad esta forma de mirar hacia arriba, hacia las generaciones? ¿Qué hizo que la conciencia y la memoria se limitaran a la vida del individuo? Se limitaron porque se rompió el vínculo de la relación sanguínea. La antigua forma de relación sanguínea se aflojó, los grupos pequeños se convirtieron en grupos más grandes. Un grupo familiar se convirtió en una tribu, la tribu en una nación. La humanidad no podría haberse desarrollado de otro modo que no fuera porque las familias pasaron a formar parte de tribus, y las tribus de naciones, rompiendo los estrechos lazos de sangre. La memoria solía remontarse a través de las generaciones.

Si recuerdan las muchas veces que he dicho que la memoria está sostenida por el cuerpo etérico, que reproduce las cosas que componen los recuerdos, conocerán la conexión entre la sangre y el cuerpo etérico. El yo se imprime en el cuerpo etérico expresándose en el flujo de la sangre, en el elemento que entra en la sangre. Recordarán, sin embargo, que alguien que quiere ser un iniciado tiene que trabajar en el cuerpo etérico, y aquí nos acercamos a algo que está profundamente conectado con los misterios de los tiempos precristianos. Esos misterios también tenían que ver con la sangre. Hoy queremos ver qué tiene que ver todo esto con la sangre.

Sabemos que primero había que preparar a aquel que iba a recibir la iniciación precristiana. Sabemos en qué consistía dicha iniciación. Se instruía al candidato para que transformara sus cualidades y hábitos y esto lo convertiría en el tipo de ser humano que necesitaba ser para la iniciación. También dije que los iniciados se remontaban a los adeptos de los antiguos tiempos atlantes y que el candidato, una vez convenientemente preparado, era puesto en estado dormido durante tres días y medio. Este era el tipo adormecimiento en el que era posible sacar del cuerpo físico no sólo el cuerpo astral, sino también el cuerpo etérico. El sabio que iniciaba al discípulo guiaba todo el proceso. El cuerpo etérico se retiraba y esto hacía posible que el iniciador le diera al discípulo el poder de experimentar cosas en el espíritu y tener una percepción y experiencia reales del mundo superior. El cuerpo etérico se habría puesto en movimiento gracias a los preparativos realizados, y el discípulo podría entonces ver los mundos superiores. Cuando hubiera regresado, sería capaz de dar testimonio de la verdad y la realidad del mundo espiritual. El punto esencial era que la mente consciente del individuo tenía que ser atenuada, sintonizada, y esto estaba conectado con la extracción del cuerpo etérico. Estaría totalmente bajo la influencia del iniciador.

Consideremos la situación. Todas las leyes, instituciones y estructuras sociales existentes se remontaban en última instancia a la iniciación. En la cúspide de la estructura social estaría el gran iniciador. De él dependerían todos los objetivos y tendencias. Los discípulos llevarían al mundo la sabiduría revelada, y los que les escuchasen en el exterior se guiarían por ellos y también organizarían su vida social en consecuencia. Todo estaba bajo la autoridad de la iniciación, del iniciador. Todo dependía de ellos. El principio era el de una autoridad basada en la verdad y la sabiduría, vivida en el más alto grado y en el mejor sentido posible. Sólo a los grandes y sabios dirigentes de la humanidad se les permitía tener tal autoridad. Y era así sin causar ningún tipo de daño a la humanidad.

Lo que importaba entonces era sacar el cuerpo etérico del cuerpo físico de la forma correcta. Esto no podía hacerse con cualquiera. Cualquiera que diga que esto se puede hacer con cualquiera, está hablando de una manera abstracta y no de la verdad. Se necesitaba una larga preparación para lograr estas cosas. Esencialmente la sangre tenía que ser la mezcla adecuada. Por eso también se tuvo mucho cuidado de que la generación de sacerdotes no se mezclara con otras. Los preparativos se prolongaban durante siglos para garantizar que siempre hubiera uno de los descendientes adecuados, que algún día pudiera convertirse en un verdadero iniciado. Se trataba de una forma de tratar el cuerpo humano a lo grande, de una forma tremendamente misteriosa, una forma que era misteriosa en el mejor sentido posible de la palabra. Los más grandes iniciados habían sido preparados durante siglos para conseguir el principio físico correcto, la mezcla de sangre correcta. Todo este proceso de preparación para la iniciación es la característica clave de la iniciación precristiana. Sin embargo, podía continuar para siempre en el curso de la evolución humana. ¿De qué trataba este principio de iniciación? Tenía que ver con tener una visión clara de la comunidad de sangre. Cuanto más nos acercamos a la comprensión de la comunidad, más nos encontramos con principios de este tipo.

En aquellos primeros tiempos, por tanto, la iniciación se basaba en el principio de la sangre. Éste se fue rompiendo cada vez más, de familia en familia, de tribu en tribu, de nación en nación. Y ahora el futuro se hacía sentir, con todos esos lazos de sangre rotos. Pues ¿dónde residía el principio de la comunidad para los seres humanos cuando habían descendido de la custodia de la divinidad? Podríamos decir que fluía a través de la sangre y, por tanto, había que tener en cuenta la sangre cuando se quería iniciar a alguien.

Cuando se dio la posibilidad, con la sangre caliente, de que el yo hiciera suya la cualidad divina del alma, esa cualidad divina del alma fluyó a través de la sangre: 'Yo' soy el que era, el que es y el que será'. Este era en verdad el que hablaba como el dios Jehová, diciendo: 'Yo soy el que era, el que es y el que será.' ¿Y dónde se mostró más poderoso? En la sangre. ¿Y cómo guiaban a un ser humano para iniciarlo? Lo guiaban tratando su sangre.

Se trata de misterios profundos y trascendentales de la antigüedad. Quien sólo considera el cristianismo en su superficie no lo entiende adecuadamente. He reflexionado mucho sobre el título de mi libro, que no es "El misticismo del cristianismo", sino "El cristianismo como hecho místico". Significa que el propio cristianismo es un hecho místico y que sólo puede comprenderse si se sabe que toda la configuración espiritual del planeta Tierra cambió con la venida de Cristo Jesús.

Supongan ustedes que están en un planeta lejano y que son videntes que observan la Tierra, la atmósfera terrestre, el cuerpo astral de la Tierra, la masa burbujeante, hirviente y ondulante de cuerpos astrales animales y humanos. Y luego imaginen que son capaces de mirar hacia abajo algunos siglos antes de que Cristo naciera y seguir los acontecimientos en un futuro muy lejano. Si ustedes fueran capaces de seguir esto, verían algo extraño. Verían la atmósfera astral cambiando profundamente con la venida de Cristo Jesús, un tremendo cambio repentino, de modo que su sombra, su color, sería diferente para todos los tiempos futuros. Algo nuevo entró en la atmósfera espiritual de la tierra. Quien no admita que ahora existe en el espíritu de la tierra algo que no existía hace milenios, no comprende el cristianismo ni los preparativos que lo precedieron. Hay que considerar que entró algo absolutamente real, algo nuevo, y entonces se sabe lo que ocurrió al comienzo de la era cristiana.

Mirándolo de esta manera también encontrarán las palabras adecuadas para la transformación del planeta Tierra en el reino del espíritu y tendrán que decirse a sí mismos: "Todos los estrechos lazos de sangre se rompieron, todo lo que mantenía unida a la gente en pequeñas comunidades basadas en la sangre desapareció gradualmente. Las pequeñas hermandades se extendieron gradualmente, para convertirse finalmente en la gran hermandad que ha de incluir a todos los seres humanos de la Tierra, con todos llamando a todos los demás "hermano", y los seres humanos "dejando a su madre y a su padre y a su hermano y a su hermana'". Todo lo que la sangre ha preparado dentro de una especie de yo grupal, un yo que va más allá del yo ordinario, tiene que desaparecer de esta tierra. Y cuando la tierra esté preparada para ser una nueva esfera astral, el fruto habrá germinado, todos los lazos se habrán roto y un único gran lazo unirá a toda la humanidad. Cristo Jesús hizo su misión dar el impulso, el poder de crear esta fraternidad. Su misión y el ideal del cristianismo se dan así en las palabras: 'Si viene a mí alguien que no desprecia a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos y a sus hermanos y hermanas... no puede ser mi discípulo'. Y el rechazo: Esta no es mi madre; mi madre y mis hermanos son los que hacen la voluntad de mi padre. Ese es el nuevo espíritu que ha de venir, distinto del vínculo de sangre.

Por favor, tomen lo que voy a decir ahora no como una imagen o un símbolo, sino como algo que es real. Es difícil para el pensamiento materialista de hoy ver la realidad de tales cosas, pero son reales. Fijémonos en la cruz levantada en alto, y sobre todo en la sangre que mana de las heridas. De esta sangre que fluye de las heridas, ¡tengan claro en sus mentes su significado en la historia del mundo! ¿Por qué fluye? ¿Por qué hablamos en realidad de la sangre que brota de Cristo Jesús? ¿Cuál fue el fundamento de todas aquellas comunidades unidas? ¿Qué unía a las pequeñas tribus? ¿Qué debe perder su significado dentro de estos estrechos límites para que toda la humanidad crezca en hermandad? La sangre. El elemento que influye en el yo, pulsa en el yo, ya no puede depender de la sangre cuando toda la humanidad ha madurado para hacer posible la fraternidad. Y así, el exceso de sangre del yo, la sangre que hace que los seres humanos no extiendan su yo y lo dejen ser universal, debe salir, porque es sangre egoísta, sangre egoísta. Considera esto no como una imagen sino como una realidad. Consideren que la cantidad de sangre que fluyó de las heridas de Cristo fue la cantidad que tuvo que fluir para que la sangre perdiera la tendencia a crear comunidades estrechas y ganara así la capacidad de extender la fraternidad por toda la tierra.

Tal vez nadie se haya acercado tanto al misterio como Richard Wagner lo hizo exotéricamente en su ensayo sobre su concepción de Parsifal. Aquí un pensador exotérico toca las más profundas verdades esotéricas del misterio. Si se ven las cosas bajo esta luz, se verá que el propósito del cristianismo es, por un lado, disolver los lazos de la tribu, la familia y las comunidades estrechamente limitadas y, por otro, dividir la humanidad en individuos, de modo que cada uno se sienta individuo y, sin embargo, también miembro de la raza humana. Se trata de polos opuestos que van de la mano. En los primeros tiempos, cuando los grupos eran pequeños y se basaban en relaciones de sangre, el individuo se sentía miembro de la familia, miembro de la tribu. Y a medida que la relación de sangre se extinga, la independencia individual crecerá y aumentará en la misma medida.

Esto sucede a causa del acontecimiento del Gólgota. Esto se puede ver en el hecho de que a partir de aquel momento, cuando se produjo el acontecimiento que iba a abarcar toda la tierra, el impulso religioso adquirió la mayor importancia. Todo lo que allí sucedió había sido preparado y era preparación. Su efecto comenzó en Pentecostés, cuando fue derramado el Espíritu Santo. Hablar de tal manera que se habla desde el alma del otro, es decir, ya no de forma egoísta, -esto se demostró de la mejor manera posible en el lugar donde los apóstoles hablaron a todos los pueblos en todas las lenguas. El Espíritu Santo preparó así el camino para el nuevo impulso que había de llegar a través de la sangre del Hijo, el logos, el Cristo.

Volvamos ahora al antiguo principio de iniciación. Éste se basaba en la autoridad. Todo el mundo admiraba a los iniciados y recibía impulsos de ellos. Este principio de autoridad está llegando gradualmente a su fin. Aquí tenemos una aparente contradicción. La humanidad se está dividiendo en individuos, el antiguo principio de autoridad ya no es válido y, sin embargo, la fraternidad debe establecerse en su plenitud. ¿Con qué medios? Mediante la comprensión de lo que ha llegado como Espíritu. ¿Cuál es la naturaleza de esto? Para el iniciado de antaño era suficiente tener toda la sabiduría, la verdad, y dejar que fluyera hacia toda la humanidad. Ahora la persona individual, con la individualidad llevada a su nivel más alto, debe tener la verdad. Cada individuo debe tener la verdad y la sabiduría. En aquellos primeros tiempos, la verdad llegaba al individuo desde el pináculo más alto, y él tenía que hacerla suya. La difusión de la sabiduría debe ir de la mano con el desarrollo, y la individualización humana con la creación de la gran hermandad humana. Estas dos cosas no pueden ir en paralelo; deben ir juntas.

Teniendo esto en cuenta, estamos siguiendo las etapas por las que el Espíritu Santo se hizo presente. Mientras los seres humanos obedecieron a esa única autoridad, pudieron, como individuos, entregarse a la vida. Podían vivir en comunidades unidas. La autoridad suprema se ocupaba del conjunto. Esto ya no es posible cuando se destruye el principio de autoridad. Entonces cada individuo debe ocuparse de que se mantenga la fraternidad. Cada individuo debe ser capaz de ocuparse de la vida social dentro de la hermandad. Deben percibir lo que existe en general, lo que cada individuo está preparando. ¿Qué puede ser esto? Sólo tenemos que recordar cómo surgieron las religiones antiguas. Todos los iniciados tenían la misma sabiduría original de la humanidad. Pero a medida que esta sabiduría se entregaba a los individuos, el Estado, el clero, etc., le daban características específicas, formas diferentes. Así surgieron el budismo y el zoroastrismo. Cuanto más pequeñas eran las comunidades, más especializadas tenían que ser las cosas. Ahora que hay que crear la gran fraternidad, la sabiduría del iniciado debe poder llegar a toda la humanidad para que cada individuo pueda ocuparse ahora de las cosas que antes eran responsabilidad de los iniciados.

La sabiduría llega así a toda la humanidad. Es la misma para todos. Y podemos ver, por lo tanto, que esta sabiduría, esta comprensión, es el elemento que se distribuyó entre los individuos separados que "dejan a su padre, a su madre, a su hermano, a su hermana y a su hijo". Ellos volverán a tener esta sabiduría, exactamente porque es la misma para todos. Para comprender lo que se dice del Espíritu Santo debemos entender que la sabiduría es la misma para todos.

Sin embargo, la gente aún no ha llegado tan lejos, porque todavía dirá: "Así es como yo lo veo; otra persona puede tener su propio punto de vista". Hay que superar esta idea del punto de vista. La humanidad tuvo que dividirse para que pudiera existir la naturaleza del yo, el egoísmo. Aún no han encontrado la manera de unirse en una misma sabiduría. Podrán hacerlo si realmente se aplican a esta sabiduría y crecen lo más individualmente posible. Si encuentran el espíritu de la sabiduría que es igual para todos, abandonarán el hábito de decir: "Así es como yo lo veo; ése es mi punto de vista". Tenemos que comprender que no existe un punto de vista particular cuando se trata de la sabiduría que es igual para todos, que tener un punto de vista significa que aún no se ha progresado lo suficiente. Sólo entonces podremos comprender la idea del Espíritu Santo. Sólo los seres humanos imperfectos tienen un punto de vista. Las personas que se acercan al espíritu de sabiduría no tienen punto de vista. Ellos saben que deben entregarse desinteresadamente a la sabiduría que es siempre y para siempre la misma para todos. Del mismo modo que todas las plantas se vuelven hacia el mismo sol, así los seres humanos se unirán volviéndose hacia el Uno, pues en ellos vivirá un solo espíritu de sabiduría. El principio que originalmente mantenía unidos a los hombres en la sangre ha brotado del Cristo, y ahora la sabiduría nos reúne de nuevo en la fraternidad.

Esto se ha reflejado maravillosamente en el milagro de Pentecostés, cuando los apóstoles extendieron su hermandad a toda la humanidad, hablando con palabras que todos podían entender. Esto debe manifestarse cada vez más, a medida que la naturaleza individual alcanza su máximo desarrollo. Todos estamos unidos en el espíritu de la verdad. Todos los demás aspectos de la naturaleza humana se desarrollarán mucho más tarde, cuando nuestro planeta atraviese diferentes etapas de encarnación. Lo único, sin embargo, que estará vivo y activo hasta que la Tierra llegue a su plenitud, es la sabiduría que une, sabiduría que nos ha sido revelada de la forma en que sólo fue revelada a los iniciados en el pasado. Quien peca contra esta sabiduría, la sabiduría que crea la fraternidad, no puede ser perdonado, pues esto retrasa la evolución de la tierra, ya que ésta sólo podrá entrar en su etapa astral una vez que la humanidad se haya unido en fraternidad. El espíritu que une a la raza humana es el que ha sido derramado en el futuro. Si dejamos que nuestro cuerpo astral se llene de este espíritu de sabiduría que existe para todos, podremos llevarlo al cuerpo astral de la tierra.

Así que ahora podemos ver que existe algo en lo que la tierra puede estar unida. El contenido de la sabiduría es, pues, teosofía positiva, algo que debe reflejarse en la visión del mundo que se tiene en la ciencia del espíritu. Esto no sucederá si sólo se le dice a la gente: 'Debemos unirnos'. No basta con predicar la fraternidad; los sermones morales son palabras vacías. Del mismo modo que tenemos que suministrar combustible a una estufa si queremos que se caliente, debemos suministrar sabiduría a la humanidad; esto unirá a los seres humanos en hermandad. Hablar a la gente de fraternidad es como hablar a la estufa, decirle que se caliente. No, lo que nos hará avanzar es enseñar de forma muy real, concepto a concepto, idea a idea, transmitiendo la sabiduría de la evolución del mundo y de la naturaleza del ser humano. Predicar la compasión, y de hecho sentir cualquier tipo de compasión, no significa nada a menos que tengamos sabiduría. De qué le sirve a alguien que se ha caído y se ha roto una pierna si catorce personas se reúnen a su alrededor en la calle, rebosantes de compasión y amor, ¡y ninguna de ellas puede curarle la pierna! Los catorce son inútiles. Pero el que puede hacerlo puede ayudar cuando venga, y lo hará si vive en el espíritu.

Los principios éticos surgen por sí solos. No es necesario enseñarlos. Pero la única sabiduría que está más allá de toda disputa, más allá de los puntos de vista, la sabiduría de la que se dice en el cristianismo que transfigura el cuerpo astral, limpiándolo completamente, ésta debe llegar a la humanidad a través del movimiento científico espiritual. Esto es lo que significa la misión del cristianismo, el nos da la misión del cristianismo.

La gente debe independizarse cada vez más de toda autoridad y avanzar hacia la verdad que es la misma para todos. La fraternidad de la humanidad se desarrollará por sí misma si la gente percibe la verdad de las palabras más cristianas, las palabras más libres y más sublimes: 'Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.'

Si hay dos ocultistas con puntos de vista diferentes, no ven la verdad. Entre verdaderos iniciados no es posible decir dos cosas diferentes sobre un mismo asunto. Tampoco habrá dos formas de pensar al respecto cuando la humanidad haya alcanzado el camino que conduce a la unificación de la raza humana, de una fraternidad que no es sólo una palabra sino un poder interior.

Traducido por J.Luelmo jun,2024