viernes, 25 de febrero de 2022

la reencarnación -introducción-

   ir al índice

-Introducción-

Por Friedrich Rittelmeyer - fundador de la comunidad de cristianos en Stuttgart


El autor de este libro ha sido puesto por el destino en relación con la doctrina de la reencarnación. Un destino feliz le llevó a leer por primera vez una historia del mundo, cuando todavía era un niño de unos nueve años. En medio de un entorno en el que se sostenían opiniones muy diferentes, surgió en la mente juvenil, que aún conocía poco los puntos de vista de la época, la certeza de que el hombre no está en el mundo por primera vez, que él mismo tiene una conexión a través de una vida anterior con el pasado de la humanidad. Esta impresión, que surgía de las profundidades de su ser, volvía a él una y otra vez en diferentes ocasiones. Se trataba principalmente, no de personalidades, sino de períodos, de complejos enteros de sentimientos, dones mentales, estados de ánimo. Tales experiencias, que el psicoanálisis no explica, continuaron hasta sus veintiún años, sin despertar especial vanidad o excitación. Entonces, con una fuerza inesperada, llegó la conciencia de que estaba activamente conectado con un período definido de la historia del cristianismo. Así, la idea de la reencarnación debió convertirse ya en un problema candente para él.

Pero a partir de ese momento pasó a un segundo plano. La conciencia de la época exigía cada vez más de su mente, y le llenó de puntos de vista y pensamientos en los que la idea de la reencarnación no tenía ninguna posibilidad de vivir.

Pero parece que aún quedaba una aproximación subterránea a ella. Pues en el año 1910, el autor escribió un tratado sobre la doctrina de la transmigración de las almas, en el que sopesó los pros y los contras, reconoció mucho valor en ella, pero finalmente la rechazó. Inmediatamente después conoció la doctrina de la reencarnación en la forma que adopta en la investigación espiritual antroposófica; y ahora se vio que ninguna de sus objeciones era pertinente cuando se planteaba contra esa forma de doctrina. En estas circunstancias, el autor puede estar en lo cierto al reconocer una dispensación del destino, y también un deber que le corresponde a la vida.

La primera conversación que mantuvo con el refundador de la doctrina de la reencarnación, Rudolf Steiner, giró inmediatamente en torno a esta cuestión. "No, la reencarnación no es una doctrina del cristianismo", admitió enseguida Rudolf Steiner, "pero es un resultado de la investigación con el que el cristianismo debe contar". En esa dirección transcurrió el resto de la conversación, que no trataremos aquí en detalle.

Así que en este libro dedicamos la primera sección a una discusión puramente intelectual de la idea de la reencarnación. Aquellos que conozcan los puntos de vista antroposóficos encontrarán en esta parte, naturalmente, principalmente una presentación de lo que ya les es suficientemente conocido. Pero el libro se dirige a aquellos para quienes el pensamiento de la reencarnación es todavía un problema con el que están luchando.

La discusión desde el punto de vista cristiano se limita casi por completo a la segunda sección, para que todos aquellos que encuentren que este método de discusión no les predispone esencialmente a aceptar el pensamiento, puedan acercarse a la doctrina de la reencarnación por otros caminos. El autor considera que esta discusión es para él un deber tanto mayor cuanto que él mismo, desde su juventud, ha conocido los círculos cristianos y sus puntos de vista, y ha dedicado su vida a la defensa del cristianismo.

La tercera sección pretende demostrar, a partir de los problemas de la vida de nuestro tiempo, la necesidad de prestar la más seria atención a esta cuestión.

Así como es posible estar convencido de la reencarnación sin ser cristiano, también es muy posible ser cristiano sin sostener la doctrina de la reencarnación. El contacto con Cristo, que es el punto cardinal del cristianismo, tiene poco o nada que ver con las cuestiones individuales de la visión del mundo, por muy importantes que sean. Así, en la Comunidad Cristiana a cuyos representantes públicos pertenece el autor, la vida cristiana puede desplegarse y vivirse libremente sin ninguna referencia a la reencarnación. Los rituales sacramentales en los que se expresa la actividad espiritual que une a la Comunidad Cristiana no mencionan la reencarnación. Sólo así se puede decir que la Comunidad Cristiana es la primera comunidad cristiana en la que se puede pensar libremente en la reencarnación, pero siempre como una opinión y confesión personal. en este sentido, como la libre defensa de una convicción personal, se ha escrito este libro.
Traducido por J.Luelmo feb,2022