domingo, 24 de diciembre de 2023

GA158 Dornach, 14 de noviembre de 1914 La relación del hombre con el mundo elemental - II -

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RUDOLF STEINER


LA RELACION DEL HOMBRE CON EL MUNDO ELEMENTAL -II-

Dornach, 14 de noviembre de 1914

2ª conferencia 

Si consideramos sólo el cuerpo físico del hombre, es muy difícil llegar al conocimiento del que hablamos la última vez. Esto es especialmente válido con aquellos pueblos que pertenecen al Nuevo Mundo, Europa y América.

El cuerpo humano físico en estas regiones se forma desde dentro en mucha menor medida que en Asia y África, por ejemplo. En los pueblos de Asia y África, el cuerpo físico se forma más desde dentro, a partir de las fuerzas que yacen en el cuerpo etérico. En los pueblos de Europa y América, la mayor influencia en las fuerzas formadoras y moldeadoras del cuerpo físico proviene de influencias externas.

Podemos decir algo así: En cuanto buscamos las fuerzas que forman y modelan el cuerpo físico humano, debemos hallar fuerzas etéricas. Para los habitantes de África y Asia, estas fuerzas etéricas yacen más dentro de sus propios cuerpos etéricos. Para los habitantes de Europa y América residen más bien en el mundo etérico que rodea al hombre desde el exterior.

Por lo tanto, los habitantes de África y Asia están más en contacto con las fuerzas etéricas internas, mientras que los habitantes de Europa y América están más en contacto con las fuerzas etéricas externas y, por lo tanto, más en contacto con los espíritus de la naturaleza.

Si quiero expresarme primitivamente, tener menos en cuenta lo que nos ha quedado claro a través de la observación científico-espiritual, entonces yo tendría que decir: El cuerpo físico de los pueblos africanos y asiáticos se caracteriza más desde dentro, más por fuerzas formativas internas. El cuerpo de los pueblos europeos y americanos se caracteriza más por su orientación hacia las condiciones del mundo externo. Las fuerzas externas se plasman más en las formas plásticas y por lo tanto modelan más las formas del cuerpo físico.

En el escrito "El umbral del mundo espiritual" he señalado cómo encontramos en el hombre, en cuanto tomamos en consideración su cuerpo etérico, que está relacionado con todo el organismo de la tierra en mayor medida de lo que uno podría creer si se limita a dirigir la mirada al cuerpo físico. La tierra misma es una especie de ser vivo. Pero mientras que el hombre como ser vivo se nos aparece hasta cierto punto como una unidad autosuficiente, de modo que también debemos sentirlo como una unidad, debemos considerar la tierra como un organismo vivo de tal modo que veamos en ella una multiplicidad de seres naturales que trabajan conjuntamente.

En primer lugar, la propia masa sólida, que forma los continentes, pertenece a la tierra. Pero aquello a lo que nos dirigimos como esta tierra material y sólida no es otra cosa que Maja. La realidad es una gran suma de espíritus de la naturaleza, que a su vez son dirigidos por espíritus de jerarquías superiores. El hecho de que todo esto se agrupe y actúe como una tierra sólida es Maja. La tierra es espíritu hasta la médula. Esto se ha subrayado a menudo.

Pero no sólo la masa sólida pertenece a la tierra, sino también lo que impregna la tierra como agua, y en la medida en que la materia de la tierra se vive a sí misma en el líquido, estamos de nuevo ante el agua como Maja. En realidad, sin embargo, se trata de un gran número de espíritus de la naturaleza. Lo mismo ocurre con el aire y también con el calor que impregna y baña la tierra. Todo ello no son más que una suma de espíritus de la naturaleza, y la materia no es más que la maja exterior.

Más que en Asia y África, en el hombre europeo, - limitémonos a esto por el momento-, existe, por así decirlo, un constante intercambio de impulsos entre las fuerzas etéricas interiores y los seres elementales contenidos en el fuego, el agua, el aire y la tierra. Estos seres elementales actúan sobre los cuerpos etéricos humanos desde el exterior, y a través de ello reciben las fuerzas modeladoras y formadoras, que luego configuran la apariencia y el comportamiento del cuerpo físico incluida el habla. Pues en definitiva el habla también es una actividad del cuerpo físico. Pero por supuesto los impulsos para esto residen en el cuerpo etérico.

Ahora bien, lo que se forma, lo que se hace del hombre, está asistido, digo asistido, debido a esta cooperación, -ahora hablo siempre principalmente del hombre europeo-, de los espíritus elementales, y en el modo de obrar de estos espíritus elementales de la naturaleza reside algo del mundo espiritual que forma al hombre, en la medida en que este hombre es un ser terreno.

La última vez les dije que la cultura oriental de Europa fue precedida por, digamos, un estrato cultural cuyo pueblo estaba constituido de tal manera que todavía poseía en su alma algo de lo que hoy está más relegado al subconsciente de la gente, que en la vida ordinaria poseía como una división del alma en el alma sensible, racional y consciente. Les he señalado que el pueblo finlandés, el gran pueblo finlandés de la antigüedad -el pueblo actual es sólo un remanente de un pueblo finlandés antaño muy extendido- tenía un alma tal, que las almas de estas gentes, en una cierta clarividencia antigua que se desarrolló en ellos, en su experiencia directa del día, tenían algo de división del alma en el alma sensible, racional y consciente.

Les contaba que en la gran epopeya Kalewala las tres figuras: Wäinämöinen, Ilmarinen y Lemminkäinen expresan la representación de cómo esta alma tripartita es condicionada, por así decirlo juzgada, desde dentro del cosmos.

Ahora bien, ¿Cómo pudo ocurrir algo así? ¿Cómo pudo desarrollarse un gran pueblo en un determinado punto de Europa -así nos preguntamos- que tuviera un alma del tipo que he descrito?

Ahora bien, el modo en que el hombre desarrolla su verdadero ser, el don de la tierra, se debe a que los espíritus de la tierra trabajan en él desde abajo, a través de la maja de la materia terrenal. Desde abajo, por así decirlo a través de la tierra sólida, actúan los espíritus de la tierra y así es como en nuestro ciclo estos espíritus de la tierra se emplean esencialmente para suscitar la naturaleza yoica en el ser humano.

Si ahora en una tribu, como era el antiguo pueblo finlandés, algo irradiara en el alma de lo que yace por así decirlo bajo la naturaleza del yo, que es más espiritual que la naturaleza del yo, que está más conectada con las fuerzas divinas, -pues cuando el alma se siente dividida en tres, está más conectada con las fuerzas divinas. Si tal cosa surgiera, entonces de cierta manera no sólo lo terrenal con sus espíritus elementales podría irradiar desde abajo hacia lo terrenal del ser humano, sino que algo más tendría que irradiar hacia este terrenal, otra influencia elemental.

Ahora bien, así como la existencia física del hombre está íntimamente ligada a los espíritus de la tierra, -la existencia física en la medida en que es una existencia terrena, y en ella desarrolla su yo-, está ligada a los espíritus que obran desde la propia tierra, de abajo hacia arriba, así también el alma del hombre, que se manifiesta como la existencia anímica natural, temperamental, de carácter del hombre, está ligada a todo lo que vive en la tierra como el elemento acuoso, como el elemento líquido. Los espíritus del elemento acuoso y líquido deben, por tanto, abrirse camino en estas almas, que se dividen así en tres partes.

Ahora, para nuestro ciclo temporal, el elemento terrestre es el elemento que forma el yo, es decir, lo que es importante. Cuando sobresale otro elemento, por ejemplo el elemento acuoso, entonces éste sobresale más del mundo espiritual. No está contenido en el propio ser humano. Debe, por así decirlo, hundirse en el ser humano como ser espiritual, para que éste reciba en su naturaleza terrenal algo que le conduzca al mundo espiritual.

Suponiendo que la superficie de la mesa es de donde salen las fuerzas elementales de la tierra, entonces cuando un elemento espiritual quiere hundirse en ella, debe provenir del organismo de la propia tierra, de algo que es espiritual en sí mismo. Un ser debe estar ahí, un ser real que no sea el hombre mismo, que inspire al hombre, por así decirlo, a la triple división del alma. Debe haber, pues, un ser que trabaje, por así decirlo, sobre el alma, que trabaje a partir de la espiritualidad de la naturaleza, para que el alma sensible, el alma racional y el alma consciente se separen, para que las almas puedan decir realmente: Hay algo que actúa para mi alma sensible a partir de la naturaleza, algo así como un wäinämöinen, que fluye hacia mí como un ser de la naturaleza, que me da los poderes del alma sensible.

Pero también hay algo que actúa como Ilmarinen, algo que me da los poderes del intelecto o alma racional, y también hay algo que actúa como Lemminkäinen, algo que me da los poderes del alma consciente. Cuando hay un ser que, por así decirlo, estira sus tentáculos hacia la naturaleza como a través de una especie de cuello, cuando un ser que tiene su cuerpo grupal principal aquí, por así decirlo, y estira sus tentáculos aquí, de modo que tenemos aquí una de los tentáculos con el alma sensible, y el segundo tentáculo sensitivo se estira aquí y el tercer tentáculo sensitivo aquí, entonces el ser natural tiene un cuerpo y estira su alma en él, por así decirlo, como si fueran tentáculos del alma, con el fin de inspirar, y allí pueden formarse los cuerpos etéricos, que dan al alma la capacidad de sentirse a sí misma en tres partes.

Los antiguos finlandeses, el pueblo de la antigua Finlandia, decían: "Vivimos aquí, pero sentimos algo así como tres seres poderosos que no son seres del plano físico, que son seres de la naturaleza. Se revelan desde el oeste, son tres partes, órganos por así decirlo, de un gran ser que tiene su cuerpo allá, pero extiende sus tentáculos hacia nosotros aquí: Wäinämöinen, Ilmarinen, Lemminkäinen. Una poderosa criatura marina se extiende de oeste a este, extendiendo sus tentáculos sensitivos y dotando a esta tribu de lo que es el alma en tres partes.

Los pueblos que aún sentían esto sentían y hablaban así, incluso en Kalewala, como ya he explicado. El hombre moderno, que hoy vive sólo en el plano físico, dice que el mar occidental se extiende hasta aquí; éste es el golfo de Botnia, éste es el golfo de Finlandia y éste es el golfo de Riga. Tomamos juntos, sin embargo, queriendo ver a través de lo espiritual de lo físico exterior, aquello que se nos aparece como en un corte transversal de la naturaleza, tomamos juntos lo siguiente. Allí abajo todavía hay mucha agua, allí está el aire, el hombre respira aire, y el mundo marino allí es un ser grande, poderoso, que sólo está formado de manera diferente a la que estamos acostumbrados. Este es un ser poderoso que se extiende sobre él, y con este ser el hombre de la raza anterior estaba en una conexión bastante distinta, definitivamente configurada. Y cuando ahora hablamos de espíritus del pueblo, estos espíritus del pueblo tienen las herramientas para trabajar en los seres elementales que viven en numerosas de tales expresiones del alma. Organizan un ejército, por así decirlo, para trabajar, para trabajar en el cuerpo etérico y desde el cuerpo etérico para hacer que el ser humano sea tal que su cuerpo físico sea una herramienta para aquello que se supone que es para su misión particular en la tierra.

Sólo cuando podemos ver las formas que se nos presentan en la naturaleza como expresión de lo espiritual podemos comprender la naturaleza misma en su conexión con el hombre, cuando no nos limitamos a mirar irreflexivamente los límites del mar y de la tierra, sino que comprendemos lo que se expresa en estas formas. 


También podría ocurrírsele a alguien que mira el rostro humano decir: Sí, existen tales formas. Allí la carne y el aire limitan juntos. Pero si alguien dice esto, habrá comprendido poco de ello. Sólo lo habrá comprendido cuando lo entienda como una expresión del hombre, como un rostro. Así que aquí, también, uno sólo lo ha comprendido cuando lo ve como cierta fisonomía de un ser poderoso que extiende fuera del océano ciertas partes de su cuerpo principal, que extiende esta parte de su fisonomía.

Realmente ocurren muchas cosas por debajo del umbral de la conciencia, y los espíritus de la forma no han colocado las formas en la naturaleza en vano. Estas formas pueden ser comprendidas. Son la expresión del ser interior. Y cuando nos convertimos en discípulos de los Espíritus de la Forma, entonces nosotros mismos formamos formas que expresan lo que vive en la esencia interior de lo natural y lo espiritual.

Así, por ejemplo, en nuestros arquitrabes, en lo que está por encima de las columnas, deben formarse formas que sean realmente la expresión de esa espiritualidad que ha de ponerse en conexión con lo que ha de suceder en el interior del edificio. El ser humano es, en efecto, un ser que emerge, por así decirlo, de un mar con su superficie, de un mar de realidad, de realidad oculta, en el que está inmerso.

Vean, este es otro ejemplo de cómo en realidad tenemos que penetrar detrás de la Maya si realmente queremos comprender lo que tenemos ante nosotros en el mundo, especialmente si queremos comprender al hombre con todas sus expresiones. Allí debemos descender a menudo a aquello que vive en el hombre sin que él lo sepa, o que sólo aprende poco a poco por mediación del conocimiento.

Pues no podemos hacer otra cosa cuando dirigimos nuestra mirada a cualquier parte, sino mirar primero la maya exterior, y entonces debemos darnos cuenta de que detrás de esta maya exterior se esconde algo extraordinariamente complejo.

Si tuviéramos la inclinación de adentrarnos por todas partes en aquello que yace detrás de la maja, entonces habría una armonía infinita, un unísono en todo el ser humano, pues en cierto sentido este ser humano está relacionado con un armonioso ser unificado a través de infinitos impulsos subterráneos, y todo lo que está presente en el mundo sólo puede ser comprendido si se lo examina en relación con aquello que yace bajo la superficie de la existencia.

Siempre queda algo parcial cuando se limita uno a mirar algo en relación a Maya. Quiero puntualizar algo. Es cierto que cosas como las que acabamos de discutir sólo pueden comprenderse plenamente de forma gradual. Quiero mostrar lo difícil que es, incluso en la vida ordinaria, entrar realmente en todo lo que hay en las cosas que se nos acercan. Por ejemplo, quizá muy pocos de nuestros queridos amigos se habrán dado cuenta de que en una conferencia reciente hablé intensamente de Suiza, de algo que está estrechamente relacionado con la naturaleza suiza. No sé cuántas personas son ahora realmente conscientes de lo que estoy hablando. Sin embargo, recordarán que después de las cuatro conferencias que di sobre la lectura y la audición ocultas, di una conferencia en la que hablé mucho sobre Herman Grimm en términos puramente externos, históricos. Esa fue una conferencia en la que realmente se habló mucho de Suiza, pero hay que volver al interior de la cuestión, a lo que hay bajo la superficie. ¿Por qué?

Verán, el hombre, -repito algo bastante elemental-, se compone, como sabemos, de su cuerpo físico, de su cuerpo etérico, de su cuerpo astral y de su naturaleza yoica. Sabemos que la naturaleza yoica y el cuerpo astral abandonan el cuerpo físico y el cuerpo etérico en el ser humano dormido y están, por así decirlo, en el exterior, más bien en el mundo espiritual, en un mundo del que podemos decir así: En la noche estamos en este mundo, donde están los seres elementales, etéricos. Pero también hay en él, esos seres elementales espirituales que están conectados con toda la estructura de nuestro ser físico. Todos ellos están presentes y activos en él. Una serie de entidades elementales están conectadas con toda la estructura de nuestro ser físico. Una vez llamé la atención sobre esto en una serie de conferencias que di en Kassel sobre la conexión entre el Evangelio de Juan y los otros Evangelios, cómo el hombre a través de sus antepasados está conectado con las entidades de la naturaleza elemental. He señalado, -pueden ustedes leerlo en dicho ciclo de conferencias-, que si ordenamos sus cuatro miembros de esta manera, aquí el cuerpo físico, aquí el yo, aquí el cuerpo etérico, aquí el cuerpo astral, entonces ha heredado lo que vive más en su cuerpo físico y en su yo, del lado paterno.

Los que hayan leído atentamente el ciclo de conferencias recordarán que lo que vive más en el cuerpo etérico y en el cuerpo astral es heredado del lado materno. Cuando dormimos, tenemos el cuerpo físico y el cuerpo etérico acostados en la cama, por lo tanto algo paterno y algo materno. Pero tenemos el yo y el cuerpo astral fuera. El cuerpo astral contiene aquello que se imprime en nuestras sensaciones, en toda nuestra disposición temperamental, aquello que nos da nuestro carácter anímico. Y en esto, que nos da el carácter anímico, los seres elementales, seres que llevan las fuerzas de los antepasados a los descendientes, trabajan a su vez en la secuencia del tiempo, para que estos descendientes se conviertan de una determinada manera.

En una personalidad como la de Herman Grimm hay algo bastante peculiar. Herman Grimm fue influenciado por sus antepasados inmediatos. Sus antepasados inmediatos, su padre y su tío, eran coleccionistas de cuentos infantiles y domésticos, y ellos escuchaban cómo se contaban estos cuentos. Simplemente los escuchaban cuando se los contaban y luego ellos los escribían. Pero eso no se hace, a menos que se tenga un cuerpo astral especialmente preparado y predispuesto para ello. Tales cosas deben estar profundamente arraigadas en todo el curso de los acontecimientos.

Herman Grimm tiene una cierta manera de expresarse finamente espiritual, una manera que casi se acerca a lo espiritual-científico. Esto se debe a que sus antepasados ya tenían una inclinación hacia lo cuentístico y hacia aquello en lo que vive el espíritu de la naturaleza. Aquí vemos cómo los espíritus de la naturaleza han depositado en él, algo que aún dejaban resonar cuando Herman Grimm estaba fuera del cuerpo físico y etérico con su yo y su cuerpo astral. ¿Quién contó por primera vez los cuentos de hadas a su padre y a su tío de una manera particularmente vívida, - como si estuviera dentro de un ser elemental? La esposa del padre Herman Grimm, por lo tanto la madre de Herman Grimm. La madre de Herman Grimm era el elemento vitalizador en esta transmisión de cuentos de hadas. Ella disfrutaba especialmente escuchando estos cuentos de hadas allí donde vivían entre la gente, y los registró de tal manera que los dos hermanos Grimm, padre y tío de Herman Grimm, pudieron escribirlos.

¿Quién era esta madre? Dorothea Grimm, de soltera Wild, pertenecía a una antigua familia bernesa. Ella misma era todavía ciudadana de esta ciudad. Sus antepasados habían luchado en la batalla de Murten. El sentimiento que había adquirido allí, con todos los espíritus elementales, se trasladó luego a Hesse, porque su padre, que había emigrado de Berna, o sea el abuelo del señor Grimm, había aprendido el oficio de boticario, luego se trasladó a Kassel y fundó allí la Sonnenapotheke. Cuando buscamos qué hacían los espíritus elementales en Herman Grimm, qué hacía la configuración particular de este espíritu, por así decirlo, porque estos espíritus actuaban en él mientras dormía, entonces tenemos que pensar en Suiza, y en realidad estamos hablando de algo característicamente bernés-suizo, cuando hablamos de lo que era característico de Herman Grimm.

Así que a veces, exteriormente completamente eclipsados por Maya, nos enfrentamos a lo que es esencial. Si se tiene en cuenta la estructura peculiar de su espíritu, se escucha lo que es la esencia en la mente de la madre de Herman Grimm, de modo que en realidad yo decía algo directamente suizo en lo espiritual, en lo que subrayé que yace bajo el umbral de la conciencia, y hablaba de los suizos, especialmente de los berneses, cuando hablaba de Herman Grimm. Era de esperar, por tanto, que este mismo estilo, al que se ha aludido, hubiera evocado sentimientos bastante familiares y autóctonos entre algunos de nuestros amigos.

Por lo tanto, no se trata sólo de lo que encontramos externamente, por así decirlo, sino de lo que vive en lo que encontramos externamente. La tierra con todo lo que hay en ella está en realidad en íntima conexión, la tierra como ser unificado está en realidad en íntima conexión con lo que el hombre puede ser en ella, con lo que se forma alrededor del hombre en las desviaciones a través del cuerpo etérico.

Ahora, después de haber aclarado mediante el presente ejemplo cómo debemos pasar por la Maya si queremos comprender lo que hay allí, volvamos de nuevo al dragón marino, que es, por así decirlo, el inspirador de la humanidad europea, que se abrió paso desde el Océano Atlántico para ser el inspirador de la humanidad europea. Cuando consideramos la totalidad de sus entidades elementales-etéricas, él contiene todo lo que es espiritual en la humanidad europea. Si pudiéramos comprender plenamente a este dragón, si pudiéramos entregarnos a él por completo, entonces todos seríamos clarividentes. Pero la humanidad europea no tiene la tarea de ser meramente clarividente, sino que tiene la tarea de desarrollar precisamente esa parte del alma que sobresale más allá de la clarividencia, como las islas que sobresalen del mar. Lo que ahora tenía que desarrollarse en particular, me gustaría decir, como los tipos básicos del quinto período cultural post-atlante, tenía que tener el carácter básico para destacarse como naturaleza de la conciencia, para destacarse de lo meramente anímico. Tenía que estar inspirado por los espíritus de la naturaleza que trabajan a través de la tierra. Tenía que tener la posibilidad de estar conectado por todas partes, de estar conectado por así decirlo a través de innumerables impulsos fluyentes con este ser inspirador. 

Pero tenía que elevarse, tenía que enviar lo terrenal a lo acuoso. Y esto sucedió cuando las Islas Británicas, con la suma de todos sus espíritus de la naturaleza, se elevaron fuera del mar inspirador que las rodeaba por completo.

Cuando un día exista una verdadera ciencia espiritual, entonces se sabrá que en tal área continental, los portadores del alma del hombre, o sea sus cuerpos físico y etérico, deben formarse de tal manera que la relación entre el mar y la tierra lo determina. Así como la elevación sobre el mar, la elevación de la tierra sobre el mar determina esto, es exactamente lo mismo que el hombre debe llenar ciertos espacios de su naturaleza no dejando que sean músculos, sino dejando que se conviertan en huesos, es decir, de tal manera que el ser blando y el ser duro tengan una cierta relación entre sí.

Así es también como se organizan las cosas fuera en la gran madre tierra, de tal manera que el elemento sólido surge del elemento líquido. Uno puede decir: La tierra envía desde sus profundidades los espíritus elementales, que forman la tierra en una determinada configuración, en un determinado lugar de inspiración espiritual, de modo que surge tal suelo en el que pueden habitar tales cuerpos, en los que se desarrolla el alma consciente.

La tierra sólida en el mar es realmente como un esqueleto en el ser elemental. Así como nuestro sistema óseo se asienta dentro del sistema muscular blando, así el sólido de la tierra se asienta dentro del mar. Y las tierras no surgen tan al azar como pinta la geología, sino que surgen en sus formas tan regularmente como el sistema óseo surge regularmente en nosotros, aunque no a través de células como se forman los huesos. Sólo tenemos que aprender a comprender por qué los continentes individuales se forman de tal o cual manera. Me gustaría utilizar otra comparación, sólo para que no me malinterpreten. Me gustaría decir: Para que este antiguo pueblo finlandés desarrollara la visión de la que hemos hablado, fue necesario que surgiera en el seno del mar tal configuración terrestre.

Así como los pulmones humanos dejan entrar el aire, así en esta configuración terrestre se prefiguran, -como acogidos-, tentáculos de ese gran ser que está conectado con toda la configuración de Europa.

Ya la última vez hablamos de los cuerpos que se otorgan al alma rusa cuando esta alma encarna en un cuerpo ruso. Hemos mostrado la última vez, y también en el curso de otras consideraciones, que el alma en un cuerpo ruso se forma llena de expectación, que modela en sí misma aquello que un día puede recibir un ser futuro. Para ello es necesario que esta alma permanezca en cierto modo en relación con lo espiritual. De lo contrario el yo espiritual no podría formarse. Pero por otra parte hay que impedir que esta alma se desarrolle demasiado pronto en aquellas regiones que en realidad están preformadas para ella.

Supongamos que aquí, -donde ahora está el mar Báltico-, es tierra y que aquí, -donde está Rusia-, es todo mar. Sólo habría penínsulas como Italia y demás. El golfo de Botnia, Finlandia, Riga se extenderían hasta el mar Caspio en lugar de que aquí tengamos tierra rusa. Entonces tendríamos aquí un pueblo marinero que navegaría por estas lenguas de mar. Pero entonces los cuerpos no podrían formarse aquí como es debido. Entonces el ser que extiende sus tentáculos por aquí exhalaría lo que estos marinos recibirían, y desarrollarían sus disposiciones prematuramente, -es decir, demasiado pronto. Desplegarían demasiado pronto lo que tendría que esperar a un tiempo posterior. El yo espiritual debe esperar cierto tiempo, no debe desplegarse demasiado pronto. Por lo tanto, aquí no debe haber mar, sino que la tierra debe emerger tan lejos que el yo espiritual no se desarrolle demasiado pronto, sino que aún quede la posibilidad de recibir las inspiraciones de este gran ser. Por lo tanto, no debe haber altas montañas como los Alpes, ni tierras llanas, sólo elevaciones tales que el yo espiritual no se reciba demasiado pronto. Debe haber tierra suficiente para producir el yo espiritual: es decir, zonas de tierra extensas y más llanas. Si aquí hubiera un pueblo marinero, este pueblo marinero habría desarrollado el yo espiritual hace mucho tiempo. Pero eso sería inmaduro, el desarrollo ocurriría en el momento equivocado.

Y ahora llegamos a la conciencia cósmica de la tierra. La tierra tiene conciencia cósmica, que condiciona su forma, la condiciona de tal manera que arroja la tierra por todas partes hasta donde es necesario para que los espíritus elementales correctos entren en conexión con los seres de la tierra, y por otra parte deja que el agua exista hasta donde es necesario para que los genios inspiradores trabajen.

Tenemos la impresión de que podemos mirar literalmente nuestra tierra y ver algo parecido en tal disposición de la tierra, como cuando formamos tal o cual semblante en la cara, donde también lo espiritual en el semblante aparece en tal o cual configuración de expresión. En la configuración de la tierra se nos hace presente el alma de la tierra. De hecho, tan pronto como llegamos al cuerpo etérico humano, esta entidad del cuerpo etérico humano se expande, por así decirlo, sobre toda el organismo de la tierra, y en todas partes el cuerpo etérico humano está conectado con el organismo de la tierra. En todas partes encontramos que lo que es realmente terrestre, -la maya para los espíritus de la tierra-, está conectado para el ser humano actual con su naturaleza yoica, con la naturaleza física exterior. Todo lo que es agua y aire, -espiritualmente considerado-, está conectado con lo que él desarrolla en contraposición con la naturaleza del yo. Pues toda la tierra está ahí para formar al ser humano terrenal. Lo otro es para matizar a este ser humano terrenal. Esta matización se produce por la relación mutua entre la tierra y el agua y el aire a través de la tierra.

Si nos fijamos en el sur de Europa, y en particular en las penínsulas griega e italiana, encontramos que la forma en que se distribuyen aquí la tierra y el agua prepara la tierra para tales cuerpos, que fueron capaces de soportar la cuarta cultura post-atlante, en la que el alma racional se expresa de una manera muy especial.

Si los países del sur de Europa hubieran sido más grandes y las incisiones del mar más pequeñas, en Grecia e Italia habría tenido que desarrollarse algo que sólo se desarrollaría más tarde, es decir, algo que se habría desarrollado de una forma inútil para la evolución. Para que la esencia griega se repitiera en la esencia románica de la forma que he descrito, habría tenido que extenderse hacia los mares una masa de tierra más amplia que en el caso de Grecia. Pero éste es el caso de Francia. Y en la relación que he descrito entre Francia y Grecia, puede verse exactamente cómo se expresa en la fisonomía de Grecia, cómo está cortada por todas partes por el mar, y en la fisonomía de Francia, cómo sobresale más ampliamente hacia el mar.

Hoy he querido darles algunas pistas sobre todo tipo de cosas que habrá que profundizar en nuestro encuentro de mañana en que seguiremos profundizando en estos puntos.

Traducido por J.Luelmo dic,2023