viernes, 2 de julio de 2021

GA219 Dornach, 16 de diciembre de 1922 -las facultades en relación con los elementales

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Las facultades humanas y su relación con los seres elementales. GA 219

RUDOLF STEINER

Conferencia pronunciada en Dornach, el 16 de diciembre de 1922


Las facultades necesarias para que el hombre pueda enfrentarse al mundo y trabajar  en él durante la vida terrenal, están relacionadas como he demostrado, con sus  actividades en el mundo espiritual entre la muerte y el nacimiento. Esto quiere decir,  que el hombre paralelamente vive a la vez, en ciertas esferas aquí en la Tierra y que no tienen una realidad aparente, que solo manifiestan su realidad cuando se observa en el reino suprasensible.
Hoy centraremos nuestra atención en los tres dominios que en realidad comprenden  toda la actividad humana sobre la Tierra: a los pensamientos a través de los cuales el  hombre se esfuerza por asimilar la Verdad en el mundo; a los sentimientos, pues a  través de su mundo de sentimientos, el hombre se esfuerza por asimilar lo bello; a su  fuerza de voluntad, por cuanto es a través de ella que está destinado a llevar a cabo el Bien.
Cuando hablamos de pensamientos, nos referimos al ámbito a través del cual la  Verdad puede ser asimilada. Pero los pensamientos en sí mismos no pueden ser  reales. Precisamente, cuando tenemos claro que a través de nuestros pensamientos  tenemos que informarnos sobre la verdad de lo que es real, entonces también debe  admitirse que los pensamientos, como tales, no pueden ser algo real. Imaginen solo  por un momento que estuvieran tan firmemente fijos en sus pensamientos como lo  están en su cerebro o corazón; Si ese fuera el caso, estos pensamientos serían  ciertamente algo real en sí mismos. No seríamos capaces de asimilar la realidad a  través de ellos. Como tampoco podríamos nunca expresar a través del habla humana,  lo que se pretende que exprese la palabra humana, si está contenida la realidad  completa en el sentido terrenal ordinario. Si cada vez que pronunciásemos una frase,  nos viéramos obligados a sacar algo pesado de la boca, no podríamos expresar nada;  sería mas bien una cuestión de producir algo. En este sentido, lo que se habla no es  una realidad en sí misma, sino que "indica" una realidad, al igual que los  pensamientos no son en sí mismos una realidad, sino que simplemente indican una  realidad. Y si consideramos el Bien, entonces encontraremos que lo que se forma a  través de la realidad física nunca puede ser llamado el Bien. Debemos sacar de lo más profundo de nuestro ser el impulso hacia la bondad, al principio como algo totalmente irreal, y luego hacerlo realidad. Si el impulso hacia la bondad, surgiera como una  realidad externa, como lo hace por ejemplo, el hambre, la bondad es lo que no podría ser. Por otra parte, cuando están mirando una estatua, no se les ocurre pensar que pueden conversar con ella. Es simplemente una apariencia; y en la apariencia se manifiesta algo, a saber: la belleza. De modo que en la verdad, la realidad está ciertamente indicada; pero la verdad misma se mueve en un elemento de irrealidad; y lo mismo ocurre con la belleza, y con la bondad.
Por lo tanto, es necesario para el hombre que sus pensamientos no sean, en sí  mismos, reales. Imagínense: que los pensamientos vagaran por la cabeza como  figuras de plomo, sin duda, así serían conscientes de una realidad, pero estos  pensamientos de plomo no significarían nada para ustedes, serían algo reales en sí  mismos. Tan cierto como los Pensamientos, como lo Bello y lo Bueno tampoco pueden ser directamente reales, también es cierto que la realidad es necesaria en este mundo físico-terrenal para que podamos tener Pensamientos, hacer que lo bello se manifieste en el mundo a través del arte y también hacer que el Bien se cumpla.
Al hablar de esto, entro hoy en un campo de la Ciencia Espiritual, que nos puede guiar muy profundamente a la espiritualidad que está a nuestro alrededor aquí en la Tierra, y que es esencial para la existencia terrenal, pero completamente apartada de la posible observación de los sentidos y por lo tanto, no puede ser captado por la  conciencia ordinaria que depende, como saben, completamente de la percepción  física. El hecho es que estamos rodeados en todas partes por seres espirituales de la  mayor variedad posible, solo que la conciencia ordinaria no los percibe. Su existencia  es necesaria para que podamos desplegar, como seres humanos, nuestras facultades,  tener pensamientos en su quimérica ligereza y evanescencia, para que no estén  presentes en nuestras cabezas como pesos de plomo, no son algo real en sí mismos,  sino que nos pueden "indicar" la realidad.
Para ello es necesario que haya seres en el mundo que impidan que nuestros  pensamientos con su no realidad se desvanezcan de nuevo inmediatamente de  nosotros. Nosotros, los hombres, somos poco ágiles, demasiado pesados, como para  ser capaces de contener nuestros pensamientos con la conciencia ordinaria. Los seres  elementales deben estar allí, los seres que nos ayudan una y otra vez a retener  nuestros pensamientos. Tales seres elementales están realmente presentes, solo que  son extraordinariamente difíciles de descubrir porque siempre se ocultan. Cuando  preguntamos: ¿Cómo es realmente posible que podamos retener un pensamiento  cuando no tiene realidad en absoluto? ¿Quién nos está ayudando a hacer esto? incluso entonces es muy fácil ser engañados, precisamente cuando el asunto se considera a la luz de la Ciencia Espiritual. Porque en el mismo momento que comenzamos a  hacernos la pregunta: ¿gracias a quién se mantienen los pensamientos retenidos para los hombres? -a través de este deseo de saber acerca de las entidades espirituales que sostienen los pensamientos rápidamente, somos conducidos al reino de los seres ahrimánicos-; nos sumergimos en el reino de estos seres y muy pronto comenzamos a creer, (aunque por supuesto es una creencia decepcionante), que los espíritus  ahrimánicos deben apoyar al hombre para retener los pensamientos, para que no desaparezcan al instante de pensarlos. Por tal motivo, la mayoría de las personas están, (inconscientemente), incluso agradecidas a los seres ahrimánicos por sostener sus pensamientos. Pero es una gratitud equívoca, porque hay todo un reino de seres que nos apoyan en nuestro mundo del pensamiento en particular, y que sin duda no son ahrimánicos.
Estos seres son difíciles de encontrar en el mundo espiritual, incluso para una visión  bien entrenada. Se los encuentra a veces observando a un hombre muy inteligente en el trabajo; si se observa a un hombre así, puede percibirse que en realidad tiene una banda volátil y fugaz de seguidores. No anda solo, sino que tiene un séquito fugitivo de seres espirituales que no pertenecen al reino ahrimánico, pero que en conjunto tienen un carácter notable. Se aprende realmente a conocer a estos seres cuando uno puede observar a esos otros seres que pertenecen al reino ahrimánico, a los reinos elementales y, por lo tanto, no son perceptibles a los ojos de los sentidos.
Ellos están trabajando por ejemplo, cuando se forman en la Naturaleza las formas  cristalinas. La actividad de estos seres es subyacente a toda forma; Los encuentran  descritos en Mis dramas misterio como seres que cincelan y martillan formas sólidas.
Si piensan en tales seres parecidos a los gnomos en uno de los dramas Misterios, allí  tienen a los seres que producen las formas. Ahora bien, estos seres son astutos y  ladinos, como se puede ver por la forma en que los presentaba en el drama, y se burlan de la escasa inteligencia que poseen los hombres. Recuerden aquellas escenas de los Dramas Misterios si les son conocidas.
Ahora bien, cuando observamos a un hombre realmente inteligente y percibimos que  tiene un séquito compuesto por una gran cantidad de seres como los que he descrito,  encontramos que estos seres son despreciados por los espíritus gnomos del mundo  elemental porque son torpes y sobre todo, porque son terriblemente necios. ¡La torpeza es su principal característica! Así que, se puede decir que, precisamente, las personas más inteligentes del mundo, cuando podemos observarlas desde este aspecto, son  seguidas por tropeles de "torpes espirituales". Es como si estos espíritus necios  quisieran pertenecer a alguien. Y son muy despreciados por los seres que modelan y dan forma a las formas en la Naturaleza de la manera descrita en los Dramas Misterio. Por lo tanto, en principio podemos decir: entre los mundos desconocidos para la conciencia ordinaria, hay uno que está poblado por una población de espíritu "tontos", tontos en tropel que atestan la sabiduría y la inteligencia humanas. En la época presente, estos seres no tienen vida propia.
Consiguen una vida usando la vida de aquellos que están muriendo, que están  muriendo de una enfermedad pero en quienes las fuerzas de la vida todavía están  presentes. Estos seres solo pueden hacer uso de una vida pasada. Por consiguiente,  hay tontos espirituales que usan los restos de la vida que le queda a los hombres;  Saciándose de la vida que perdura en los cementerios y en esos lugares.
Cuando penetramos en mundos como este, nos damos cuenta de cuán densamente  poblado está el reino que está detrás del mundo que es perceptible a los sentidos,  cuán diversas son las clases de seres espirituales y cuán estrechamente conectados  están estos seres espirituales con nuestra facultades. Un hombre inteligente que  realiza sus actividades, que es simplemente inteligente y no clarividente, puede  contener sus pensamientos precisamente por el hecho de que es seguido por esta  tropa de tontos espirituales. Estos tontos espirituales se suman a sus pensamientos,  los arrastran y les dan peso, para que permanezcan con él, mientras que de lo  contrario desaparecerían rápidamente de él.
Estos seres, como he dicho, son la mofa amarga de los seres parecidos a los gnomos.
Los seres parecidos a los gnomos no los toleran en su reino aunque pertenezcan a él.
Los seres parecidos a los gnomos apartan a los otros continuamente y hay una dura  lucha entre la población de gnomos y esta población de tontos espirituales a través de los cuales solo la sabiduría es posible para el hombre; de lo contrario, la sabiduría sería fugaz, desaparecería en el momento en que existiera, no podría permanecer.
Como se ha dicho, estos seres son difíciles de descubrir porque es muy fácil caer  directamente en la esfera ahrimánica, si se hacen preguntas sobre ellos. Pero uno  puede encontrarlos en ocasiones como acabo de indicar, observando a hombres muy
inteligentes que son seguidos por todo un tropel de tales seres. Sin embargo, aparte  de eso, cuando no hay suficientes pensamientos inteligentes en los hombres, estos  seres se encuentran persistentes, por ejemplo, en las bibliotecas, donde los libros  contienen material inteligente. Cuando el contenido de los libros es estúpido, no  encontrarán a estos seres; sólo se encuentran donde hay inteligencia. A ella se aferran.
Esto nos proporciona la intuición de un reino que nos rodea en todas partes, que está  presente al igual que están presentes los reinos de la Naturaleza, que tienen que ver  con nuestras facultades, aunque es muy difícil de evaluar. Si deseamos hacer eso,  debemos confiar en esos seres parecidos a los gnomos y depositar algo de validez a su criterio, y, de hecho, consideran a los otros seres estúpidos y descarados.
Pero estos otros seres tienen además otra característica. Cuando son perseguidos  demasiado severamente por los seres parecidos a los gnomos, se refugian en las  cabezas humanas, y mientras que en su estado natural son casi gigantes, de un  tamaño enorme, se vuelven muy pequeños cuando están dentro de las cabezas de los  hombres. Se podría decir que son una especie anormal de espíritus de la Naturaleza,  que, sin embargo, están íntimamente conectados con toda la evolución humana en la
Tierra.
Otro tipo de seres viven principalmente en los elementos acuosos y aéreos, al igual que los seres descritos en las Dramas Misterio como parecidos a los silfos. Los seres a los que me refiero ahora tienen que ver principalmente con el mundo de la "bella  apariencia". Esto se adhieren menos a los hombres de inteligencia ordinaria, sino mas bien a los que son genuinamente de naturaleza artística. Pero estos seres también son muy difíciles de descubrir, ya que pueden ocultarse muy fácilmente. Se encuentran allá donde hay obras de arte genuinas, donde, por ejemplo, la forma humana o las formas de la Naturaleza, etc., representa su apariencia. Allí se encuentran.
Estos seres también, como he dicho, solo pueden ser descubiertos con dificultad.
Cuando, por ejemplo, nos preguntamos: ¿Cómo es que nos parece tan bella la  apariencia, que hay ocasiones en que obtenemos un mayor placer de una hermosa  estatua que de una persona viva? (Ciertamente, es un tipo diferente de placer, pero  con todo y con eso , mayor), o cuando estamos ensimismados y encantados por  melodías o armonías? Cuando nos preguntamos esto, fácilmente caemos en un reino  diferente, en el reino de los seres luciféricos. No solo los seres luciféricos son los que  promueven el entusiasmo por el arte, sino que también existe un reino de seres  elementales que estimula y mantiene vivo el interés por el arte en el hombre. Sin tales seres, el hombre nunca estaría dispuesto a interesarse en una apariencia hermosa, simplemente porque es irreal.
Ahora bien, la razón por la cual es tan difícil descubrir a estos seres es porque pueden  ocultarse incluso más fácilmente que los espíritus tontos, porque en realidad solo  están presentes donde la belleza hace sentir su poder. Y cuando estamos envueltos en el disfrute de lo bello, entonces ciertamente no vemos a estos seres. ¿Por qué es esto? Para poder verlos de una manera normal, debemos esforzarnos, mientras nos  entregamos de alguna manera a las impresiones artísticas, a dirigir la visión  clarividente a los seres que están representados en la misma escena en los Dramas  Misterio como ninfas o como silfos; estos seres también pertenecen a los reinos  elementales de la Naturaleza, y debemos proyectarnos en ellos. Por así decirlo, debemos ver junto a estos seres de aire y agua a los otros que están presentes cada vez que disfrutamos con la belleza. Y como esto es difícil, debemos recurrir a otros medios de ayuda. Afortunadamente, es fácil descubrir a estos seres cuando  escuchamos a alguien que habla a la perfección y cuyo lenguaje no entendemos  adecuadamente; Cuando escuchamos solo los sonidos sin entender el significado. Si  luego nos abandonamos a la experiencia de este hermoso discurso, (pero debe  tratarse realmente de un hermoso hablar, y de una oratoria genuina, y no podemos  entenderla correctamente), entonces podremos adquirir la facultad, íntima y delicada  de ver a estos seres.
Por lo tanto, debemos intentar, por así decirlo, adquirir el talento de los silfos y  fortalecerlo a través del talento que se despliega cuando escuchamos un hermoso  discurso sin tratar de entender el significado, sino prestando atención a su belleza.
Entonces descubrimos a los seres que están presentes dondequiera que esté la belleza prestándonos su apoyo para que el hombre pueda tener un verdadero interés en la belleza.
Aunque luego sobreviene la desilusión, la gran y terrible sorpresa. Porque estos seres  son, en el fondo, horriblemente feos, de la mayor fealdad que se puedan imaginar; son criaturas espantosas, verdaderos arquetipos de la fealdad. Y si hemos desarrollado la visión espiritual pertinente y visitamos un estudio donde se está realizando un trabajo artístico, encontramos que son estos seres los que están presentes en la Tierra, como las arañas en la existencia del mundo, para hacer que los hombres puedan interesarse en la belleza Es a través de estas espeluznantes criaturas-arañas del tipo elemental, las que realmente despiertan el interés por la belleza. El hombre simplemente no podría mostrar el interés correcto por la belleza si en su vida del alma no se viera enredado en un mundo de horriblemente feos seres como arañas.
Cuando se pasean por una galería, las personas no tienen ningún indicio, (ya que lo  que he dicho se refiere solo a descubrir la forma de estos seres, que siempre están  presentes cuando alguien se deleita en la belleza), no tienen idea de cómo se  fortalecen en ellas el interés que muestren por las hermosas pinturas, teniendo estas  horribles criaturas como arañas entrando y saliendo de sus orejas y orificios nasales.
El entusiasmo del hombre por lo bello surge sobre los cimientos de la fealdad. Ese es  un secreto cósmico, mis queridos amigos. El estímulo de la fealdad es necesario para  que lo bello pueda manifestarse. Y los más grandes artistas fueron hombres que  debido a su fuerte constitución corporal podrían soportar las invasiones de estos  seres-araña para producir, digamos, una Madonna Sixtina, o cosas por el estilo.
Cualquier belleza que se manifieste en el mundo ha sido sacada de un mar de fealdad a través del entusiasmo en el alma humana.
No hay que pensar, por ello que, detrás del velo del mundo material, en la región más  allá del umbral, entramos en un reino de belleza pura. Ni se imaginen que cualquiera  que tenga conocimiento de estas cosas hable ligeramente cuando dice que si los  hombres no están debidamente preparados, deben ser retenidos en el umbral del  mundo espiritual. Porque, antes que nada es esencial, conocer exhaustivamente los
fundamentos poco edificantes de todo lo que, frente a la cortina, por así decir, es
excelso y edificante.
Por lo tanto, si nos movemos por el mundo elemental, con la visión espiritual  perteneciente al aire y al agua, nuevamente vemos la gran batalla que se libra entre  los silfos fugaces y las ondinas y estos arquetipos de la fealdad. Aunque me referí a  estos últimos como criaturas-araña, los tejidos de los cuales están formadas, no son  como las arañas que conocemos, sino que están compuestas de elementos de agua y  vapor acuoso. Son formaciones aéreas volátiles, cuya fealdad se acentúa con cada  segundo que pasa tienen una fealdad diferente; cada fealdad sucesiva da la impresión de ser incluso peor que su predecesora. Este mundo está presente en el aire y el agua, junto con todo lo que es delicioso allí.
Y ahora, para que el hombre pueda desplegar entusiasmo por el Bien tiene lugar algo  más. Se puede decir que los otros seres están más o menos en realidad allí, pero en el caso de los seres de los que voy a hablar, realmente debe decirse que continuamente están naciendo, de hecho, cuando un hombre siente dentro de sí la calidez de los sentimientos de bondad. Es en esta calidez donde se desarrollan estos seres; su propia naturaleza es cálida y ardiente; viven en el presente, pero su naturaleza inherente es similar a lo que he descrito en el libro Ciencia oculta en relación con la existencia del hombre en Saturno.
Tal como era el hombre en la antigua existencia de Saturno, así son estos seres hoy.
Su forma no es la misma pero su naturaleza es similar. No se puede decir de ellos que sean hermosos o feos, o algo por el estilo; deben juzgarse en comparación con los seres de calor elementales ordinarios que, como ustedes saben, también existen.
Toda investigación espiritual en esta esfera es extraordinariamente difícil. Es muy  difícil acercarse a los seres que viven enteramente en el elemento calórico, es decir, en "fuego" en el sentido antiguo, y cuando uno se encuentra con ellos no es muy  agradable. Uno se encuentra con ellos, por ejemplo, cuando tiene mucha fiebre, pero  por regla general entonces uno no es un observador realmente objetivo. Por lo
demás, se trata de desarrollar la facultad necesaria para percibir a estos seres de calor elaborando los métodos indicados en mis libros. Estos seres de calor tienen una cierta relación con los seres que aparecen, por ejemplo, cuando un hombre tiene un caluroso entusiasmo por el Bien, pero la relación es de un tipo muy peculiar. 
Supondré hipotéticamente, (ya que solo de esa manera puedo describir estas cosas),  que los seres de calor del tipo normal están presentes, originados por el calor físico del hombre, que, como saben, es mayor que el calor del medio ambiente. El hombre tiene su propio calor, por lo tanto, estos seres particulares están cerca de él. Ahora bien, en un hombre que tiene entusiasmo por el Bien, estos otros seres se manifiestan; ellos también son seres de calor, pero de un tipo diferente. Cuando se encuentran en la vecindad de los seres de fuego normales, inmediatamente se retiran de ellos y se deslizan en los rincones más recónditos de la naturaleza del hombre. Si se hacen grandes esfuerzos por descubrir sus características esenciales en contraste con las de los seres cálidos normales, se encuentra que tienen una timidez interna, pero muy pronunciada. Rechazan absolutamente ser observados por otros seres del mundo espiritual, y huyen de ellos porque se avergüenzan de ser vistos; Huyen ante todo a la naturaleza más íntima del hombre. Por eso son difíciles de descubrir. En realidad, solo deben descubrirse si nos observamos en ciertos momentos que realmente no es tan fácil de lograr a voluntad. Solo supongamos que, a pesar de no ser para nada  sentimentales, nos emocionamos al leer una escena en un libro que nos atrapa profunda y dramáticamente. Algunas grandes y buenas acciones se describen, digamos, en una novela. Si tenemos el poder de la auto observación podemos descubrir cómo huestes enteras de tales seres (que tienen una sensibilidad tan delicada que no quieren ser vistos por ningún otro ser del mundo espiritual) huyen a nuestro corazón, a nuestro pecho, cómo llegan a nosotros, como buscando protegerse de los otros seres de calor y, en el fondo, de cualquier otro ser de los mundos espirituales elementales.
Hay una fuerza significativa de repulsión entre los seres de calor normales y estos  otros seres de calor, de una timidez tan intensa que viven solo en la esfera de la vida  moral del hombre y que huyen del contacto con otros seres espirituales. Estos seres  están presentes en un número mucho mayor de lo que se suele imaginar y son ellos  los que le dan entusiasmo al hombre por lo moralmente bueno. El hombre no  adquiriría fácilmente este entusiasmo por lo moralmente bueno si estos seres no  acudieran en su ayuda; y cuando un hombre ama la moral, tiene un vínculo real, un
vínculo inconsciente, con estos seres.
Algunas de sus características son de una índole, que nos pueden llevar a  malinterpretar todo este reino. Porque, después de todo, ¿por qué estos seres sienten  timidez y vergüenza? En realidad, es porque todos los demás seres en los reinos  elementales del mundo espiritual en el que viven, los desdeñan, no quieren tener nada que ver con ellos. Ellos son conscientes de esto y el desdén al que están sometidos hace que estimulen el entusiasmo por el Bien.
Estos seres tienen ciertas otras características de las que prefiero no hablar, ya que  perturban el alma humana con solo hacer mención de tales criaturas espeluznantes.
Por eso prefiero no referirme a algunas de sus peculiaridades. Pero, en cualquier caso, hemos escuchado cómo lo que se despliega en el reino de los sentidos como Verdad, Belleza, Bondad, se despliega a partir de fundamentos que necesitan los tres reinos espirituales que he descrito, de igual modo que nosotros en la Tierra necesitamos el terreno sobre el que caminamos. Estos seres no crean lo verdadero, lo bello o lo bueno. Sino que los pensamientos que expresan la Verdad, indican la Verdad, y necesitan de los espíritus tontos para que puedan moverse sobre sus hombros. Lo bello que el hombre produce necesita las feas arañas del agua y del aire para que pueda salir de este océano de fealdad. Y el Bien necesita un reino de seres que no puedan mostrarse en absoluto entre los otros seres de calor normales, que siempre deben luchar contra ellos y, por esa misma razón, evocan el entusiasmo por el Bien.
Si estos seres no existieran, entonces, en lugar de pensamientos en nuestra cabeza,  tendríamos si no exactamente soldados de plomo, al menos vapores pesados y nada  inteligente podría resultar. Para producir lo bello, necesitaríamos tener el don de  imbuirlo con la vida real para que pueda despertarse el interés de los hombres. Para  que aquí, en el mundo de los sentidos, tengamos a mano lo que necesitamos para la  actividad del pensamiento, para el sentido de la belleza, por la voluntad de despertar  entusiasmo por el bien, para esto son necesarios, los tres reinos elementales.
Los reinos elementales normales, es decir, los reinos de los gnomos, silfos, ondinas y  salamandras, para usar la terminología popular, todavía están en la etapa de  esforzarse por convertirse en algo en el mundo. Están en camino de tener formas que  se parezcan a las de nuestro mundo sensorial; las formas no serán las mismas, pero  un día serán perceptibles a los sentidos que poseen los hombres hoy, mientras que  ahora, en su existencia elemental, estos seres no son perceptibles a los sentidos  ordinarios.
Los seres que les he descrito ahora, de hecho, ya han pasado por la etapa en que los  hombres, los animales y las plantas se encuentran hoy en día. De modo que si por  ejemplo, pudiéramos regresar a la existencia de la Antigua Luna que precedió a la  Tierra, deberíamos encontrar allí a los seres que hoy en día se encuentran en la Tierra  como los seres tímidos conectados con los impulsos morales en el hombre. En la  Antigua Luna habrían sido perceptibles como un mundo animal real, saltando como si dijéramos, de árbol en árbol. Pero deben recordar la existencia de la Antigua Luna,  como la describí en el libro La Ciencia Oculta. Todo en esta existencia de la Luna era  flexible y fluido y en continua metamorfosis. Entre los seres allí, saltando dentro y  fuera, estaban aquellos seres horribles que he descrito, esas criaturas de araña que  impregnaban la Antigua Luna y que allí eran visibles. También estaban presentes los  seres que, como tontos espirituales, acompañan a los sabios en la Tierra hoy. Fueron  un factor desencadenante en la destrucción de la Antigua Luna, para que la Tierra  pudiera surgir. E incluso ahora, durante la existencia de la Tierra, estos seres no  sienten placer en la formación de cristales, sino en la ruptura de todo lo mineral. 
Por lo tanto, si bien podemos decir de los seres elementales normales que algún día  serán visibles para los sentidos, debemos decir de estos otros seres: una vez fueron  visibles para los sentidos y ahora han surgido en lo espiritual, solo que, a través de sus naturalezas luciféricas y ahrimánicas. Por lo tanto, hay dos clases de seres 
elementales: ascendentes y descendentes. Podemos decir: en el "estiércol" de la  fealdad de la Antigua Luna, que había en abundancia durante la existencia de la  Antigua Luna, en el "estiércol" de la fealdad de la Antigua Luna, brota nuestro mundo
de belleza.
Existe una analogía en la naturaleza cuando se lleva estiércol a los campos y de el  brotan hermosas plantas. Ahí tienen una analogía en la Naturaleza, salvo que el  estiércol, el abono, también es perceptible a los sentidos. Así es, cuando se observa  clarividentemente, la mitad de la realidad de la belleza del mundo. Traten de  representar este mundo mitad-real de belleza, dejando aparte la abundancia de vida  en los tres reinos de la Naturaleza en la Tierra; Imaginen todos los hermosos efectos  secundarios que surgen de la Tierra. Del mismo modo que las hermosas flores brotan  en un prado, deben imaginarse espiritualmente debajo del todo, el estiércol lunar que contiene las criaturas espeluznantes que he descrito. Del mismo modo que el repollo no crece a menos que sea abonado, tampoco puede florecer la belleza en la Tierra a menos que los dioses cubran la tierra con fealdad. Esa es la necesidad interior de la vida. Y esta necesidad interna de la vida debemos conocerla, ya que solo ese  conocimiento puede darnos el poder de enfrentarnos con la comprensión de lo que realmente nos rodea en la Naturaleza.
Cualquiera que crea que la belleza en el arte, puede producirse en la Tierra sin el  fundamento de esta fealdad, es como un hombre al que le horroriza que la gente use  estiércol en el campo, e insiste en que sería mucho mejor dejar que las cosas  hermosas crezcan sin él. De hecho, no es posible que la belleza se produzca sin el  fundamento de la fealdad. Y si las personas no quieren dejarse llevar por la ilusión  sobre el mundo, es decir, si realmente desean conocer lo esencial y no lo ilusorio,  deben adquirir conocimiento de estas cosas. Quien crea que hay arte en el mundo
sin fealdad no sabe lo qué es el arte. ¿Y por qué no? Simplemente por la razón de que  solo el que tiene una idea de lo que le describí hoy disfrutará de las obras de arte de  manera correcta, ya que sabe a qué coste se abren paso a la existencia del mundo.
Quien quiera disfrutar de obras de arte sin esta conciencia es como un hombre que  prefiriese eliminar el estiércol en los campos. Tal hombre no tiene conocimiento real  de lo que crece en la Naturaleza; tiene, en el fondo, simplemente una ilusión ante él:  plantas de papel maché, aunque en realidad sean plantas reales. Quien no siente la  fealdad como fundamento no tiene el tipo correcto de deleite en la belleza.
Tal es el orden cósmico y los hombres deben adquirir conocimiento de él si no quieren ir vagando como las lombrices de tierra, manteniéndose en su propio elemento, sin mirar hacia arriba a lo que es real. Los hombres solo pueden desarrollar los talentos latentes dentro de ellos si confrontan la realidad de manera justa y directa. Sin  embargo, la realidad no se alcanza simplemente hablando una y otra vez de espíritu, espíritu, espíritu, sino realmente llegando a conocer lo espiritual.
Enfrentándose también al hecho de que en ciertas regiones del mundo espiritual se  encontrarán con algo como lo que les he descrito hoy.