miércoles, 29 de mayo de 2024

GA096 Berlín, 16 de abril de 1906 El interior de la tierra y las erupciones volcánicas

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IMPULSOS ORIGINALES DE LA CIENCIA ESPIRITUAL

RUDOLF STEINER

EL ESOTERISMO CRISTIANO A LA LUZ DE LOS  NUEVOS CONOCIMIENTOS ESPIRITUALES

El interior de la tierra y las erupciones volcánicas

Berlín, 16 de abril de 1906

En consonancia con nuestro enunciado, la conferencia de hoy se basará en un suceso estremecedor acaecido en los últimos días: la erupción del monte Vesubio. Por supuesto, no podemos hablar específicamente de los detalles de este acontecimiento natural, sino que nuestra tarea consistirá en despertar una comprensión espiritual-científica de tales fenómenos naturales en general. Por lo tanto, me gustaría reunir algunos elementos básicos para facilitar dicha comprensión. Quisiera señalar de antemano que incluso entre los ocultistas hablar de la misteriosa estructura y composición de nuestro planeta Tierra, se considera una de las tareas más difíciles. Es un hecho bien conocido, y cualquiera que esté tan sólo un poco al tanto de las conexiones ocultas, también habrá oído que es más fácil experimentar algo de los mundos astral y mental, de Kamaloka y Devacán, y llevarlo a la conciencia ordinaria diurna, que penetrar en los secretos de nuestro propio planeta terrestre. De hecho, estos secretos pertenecen a los llamados secretos interiores, que están reservados para un grado superior, el segundo grado de iniciación. 

Públicamente nunca se ha hablado en absoluto del interior de la Tierra, es más, ni siquiera dentro del movimiento teosófico. Por lo tanto, desde el principio quisiera recalcar que la conferencia de hoy no está destinada en absoluto a los recién llegados al terreno teosófico. No porque sea de difícil  comprensión puramente conceptual, pues su contenido será quizás más fácil de captar que muchos otros, sino porque cualquiera que no esté lo suficientemente orientado en los métodos de la investigación científico-espiritual volverá a preguntar inmediatamente: Y usted ¿Cómo sabe todo esto? Sólo ofreceré un esbozo aproximado de los hechos y al mismo tiempo señalaré los caminos que llevan a investigar estas conexiones. Sin duda habrá oyentes que no estén acostumbrados a oír cosas extraordinarias y a los que, por tanto, la información de hoy les pueda parecer fantasiosa. Pero, por favor, tengan en cuenta que nunca podrán comprenderlo todo. Estas son cosas que pertenecen a las partes más avanzadas del ocultismo.

Por lo tanto, me veré obligado a hablar del interior de nuestra tierra desde un punto de vista oculto. Como es bien sabido, la ciencia física proporciona muy poca información sobre el interior de nuestra tierra. En el curso de las últimas décadas, casi una vez cada cinco años, ha ido proponiendo repetidamente nuevas teorías sobre la formación de volcanes, sobre la aparición de terremotos y sobre la actividad volcánica en general. Lo que hoy se va a decir, la propia ciencia física lo descartaría con un leve gesto de la mano, como algo que no merece ser llamado ciencia en absoluto. Sin embargo, a modo de introducción me gustaría caracterizar cómo le parecería al ocultista esta objeción de la ciencia física.

La ciencia externa se ha propuesto comprender en términos puramente mecánicos, estos devastadores desbordamientos sobre la superficie de una sustancia terrestre interna, estos terribles temblores que de vez en cuando destruyen miles y miles de vidas humanas. O bien se imagina un interior terrestre líquido e incandescente, por ejemplo a la manera de un horno sobrecalentado, o bien se supone que el origen de los fenómenos volcánicos se encuentra en lugares incandescentes superficiales que no llegan a las profundidades del interior terrestre. Este último punto de vista se apoya sobre todo en teorías recientes. Todo lo que la ciencia externa tiene que decir al respecto se puede escuchar en conferencias de divulgación científica o se puede encontrar en la literatura generalizada, más o menos buena. Desde el punto de vista de la geofísica, lo que podría argumentarse en contra de un enfoque como el que aquí se aplica, puede compararse con un hecho bastante cotidiano. Supongamos que alguien debe el mobiliario de una habitación a una persona que quiso darle el gusto de cedérselos. Una tercera persona podría describir ahora el amor y el cuidado con el que la personalidad en cuestión seleccionó cada uno de los muebles, la forma en que esta selección se basó en determinadas ideas, etcétera. Otro observador, sin embargo, podría objetar: ¿Por qué han de ser determinantes aquí las ideas? Los muebles fueron hechos por el carpintero, por lo que es a él a quien dirigirle el reconocimiento. Ambos tienen razón, el observador que describe cómo el carpintero hizo el mueble y el otro que sabe lo que pasaba por la mente del donante que encargó al carpintero hacer el mueble. Por tanto, la ciencia natural tiene toda la razón a su manera, sólo que debería encargarse de admitir que son posibles dos puntos de vista bastante diferentes. No se trata aquí ciertamente de rechazar el conocimiento científico de la carpintería, sino de visualizar las ideas según las cuales todo fue formado y realizado, es decir, lo espiritual.

Ahora, sin más preámbulos, me gustaría hablar del interior de la Tierra. Por supuesto, esto sólo puede hacerse de forma esquemática. Como podrán suponer, el interior de la Tierra tendrá un aspecto ligeramente diferente dependiendo de si ésta es observada desde distintas partes de la superficie. Por tanto, sólo es posible una representación esquemática. Para el investigador espiritual, un planeta no es en absoluto el producto muerto que la ciencia natural presenta como tal. Está vivo e impregnado de alma y espíritu, del mismo modo que el cuerpo humano no es únicamente lo que la anatomía nos proporciona. Así como este cuerpo humano está impregnado de alma y espíritu, todo el cuerpo terrenal está impregnado de alma y espíritu. Y del mismo modo que la sangre no es sólo lo que el químico puede reconocer en ella, tampoco ciertas sustancias y capas de materia de nuestra tierra son en absoluto sólo lo que el metalúrgico, el cristalógrafo o el químico pueden reconocer en ellas. Del mismo modo que los nervios no son simplemente lo que se puede reconocer anatómicamente, sino que lo que se puede determinar anatómicamente tiene un significado muy especial como expresión del alma, así también todo lo que compone nuestra tierra corresponde a algo anímico-espiritual.

Además, la investigación física sólo puede penetrar en el interior de la Tierra hasta muy pocos metros de profundidad. Qué poco significan los pocos miles de metros que se pueden penetrar. La investigación natural sólo puede ocuparse de la capa más externa del cuerpo terrestre. En cambio, la investigación clarividente no está sujeta a ciertos límites cuando explora nuestro cuerpo terrestre. De hecho, es posible penetrar en el planeta Tierra hasta su mismo centro. Para la investigación clarividente, la Tierra también se compone de capas, y resulta que estas capas se hacen perceptibles por etapas.

Quienes hayan escuchado las conferencias sobre el Evangelio de Juan recordarán que hay siete etapas en la iniciación cristiana. Éstas consisten, primero, en el lavatorio de los pies; segundo, en la flagelación; tercero, en la coronación de espinas; cuarto, en llevar la cruz; quinto, en la muerte mística; sexto, en la sepultura; séptimo, en la resurrección. De hecho, para cada una de estas etapas de la iniciación surge algo particularmente notable con respecto a la exploración de la tierra, a saber, para cada una de estas etapas de la iniciación una capa de nuestra tierra situada un escalón por debajo resulta ser transparente, de modo que el que ha alcanzado la primera etapa de la iniciación puede ver primero a través de la primera capa de la tierra. Los que han alcanzado el segundo nivel ven a través de una segunda capa que tiene un aspecto completamente diferente. El que ha experimentado la coronación de espinas ve una tercera capa. Luego viene la etapa de llevar la cruz, que hace visible la cuarta capa. La quinta etapa, la muerte mística, abre otra capa. Luego viene la sexta etapa, la de la sepultura. La séptima capa corresponde a la etapa de resurrección, de modo que hay siete capas sucesivas. Luego, más allá de estas siete capas, hay dos capas más del planeta Tierra, una octava y una novena capa del interior de la Tierra, para aquellas otras etapas a las que el hombre se eleva cuando ya ha completado las siete primeras etapas de iniciación, de modo que hemos construido nuestro interior terrestre a partir de nueve capas superpuestas. He dibujado estas capas esencialmente de la misma anchura (ver dibujo); en realidad no lo son, tienen anchuras diferentes. Pero la anchura de las capas nos interesa menos hoy.


Intentaremos describir un poco estas nueve capas sucesivas. La capa superior es aquella en la que está contenido todo lo que es únicamente conocido por la ciencia natural, todo lo que está presente como roca sólida o material para roca sólida. Toda la materia mineral está contenida en esta capa superior, todo lo que forma la corteza sólida de la tierra como materia.

Después viene la segunda capa. Esta difiere exteriormente de la anterior esencialmente en que se encuentra en un estado relativamente blando, líquido. Todo lo que contiene es tal que en ocultismo se llama capa de tierra líquida o blanda. La capa exterior, (la primera capa), se llama tierra sólida o mineral. Todo lo que contiene esta segunda capa de la tierra son cosas de las que la física ordinaria no puede tener ni idea, porque no es posible en un principio crear condiciones en la superficie de nuestra tierra en las que lo que está presente como sustancia dentro de esta capa pueda ser contenido en absoluto. Esto no podría ser contenido en la superficie de la tierra en absoluto, porque requiere la tremenda presión ejercida por la capa superior para mantener unido lo que está contenido en la segunda capa. Si se quitara la capa superior, lo que hay debajo se pulverizaría a una velocidad increíble en el universo entero. Esta es la segunda capa.

La tercera capa se denomina tierra vaporizada. Es una capa aún más difícil de describir que la segunda. Pueden imaginar agua vaporosa. Además de su estado de vapor, está completamente animada. Por lo tanto, tenemos una capa que está esencialmente animada, mientras que las otras dos capas de la tierra, la primera y la segunda, no tienen vida como tal. Sólo la segunda capa tiene una tremenda posibilidad de expansión, una tendencia a fragmentarse. La tercera capa, en cambio, tiene vida presente en cada punto.

La cuarta capa es tal que todas aquellas cosas que están presentes en las tres capas precedentes y que al menos tienen más o menos algo de nuestras sustancias ordinarias, ya no tienen ninguna materialidad como la que se puede encontrar en la tierra. En esta capa, por lo tanto, las sustancias son de tal índole que no son perceptibles a ningún sentido externo. Están en estado astral. Todo lo que existe en las tres capas superiores de la tierra y que, sin embargo, está relacionado en cierto modo con lo que hay en la superficie terrestre, aquí está presente en estado astral. Podemos decir, como dice la Biblia: "El Espíritu de Dios se cernía sobre las aguas". Llamemos a esta capa la tierra de agua, como también se la llama en ocultismo. Esta tierra acuosa es al mismo tiempo el origen, la fuente primigenia de toda la materia terrestre, de toda la materia exterior, independientemente de que esté contenida en el mineral, la planta, el animal o el ser humano. Esta materia, que todo ser terrestre lleva dentro de sí, está presente en esta tierra acuosa, volatilizada en el astral. Traten ustedes de imaginar que de todas nuestras fuerzas físicas, también están presentes las fuerzas elementales astrales, que estas fuerzas elementales astrales se condensan en lo físico y que estas fuerzas elementales están contenidas en la cuarta capa, en la tierra acuosa.

La quinta capa se llama tierra fecunda. Se le llama así por una razón muy especial. Los científicos naturales o la gente en general se preguntan: ¿Cómo se originó la vida? Esto se discute una y otra vez no sólo en conferencias populares, sino también en escritos científicos. Pero sólo aquellos que son unos diletantes encarnizados, en el ámbito de la investigación espiritual se hacen esta pregunta. Para la investigación espiritual no puede surgir en absoluto la pregunta de cómo se originó lo vivo, sino sólo la pregunta: ¿Cómo se originó lo muerto? Ya he intentado aclararles esto con una comparación. Observen el carbón de hulla: aparentemente no es más que piedra, y sin embargo, si ustedes pudieran retroceder millones de años atrás en la evolución de nuestra tierra, se darían cuenta de cómo lo que hay en la hulla proviene de enormes bosques de helechos carbonizados. ¿Entonces qué es la hulla? La hulla se originó a partir de bosques enteros; el carbón que hoy está muerto estaba completamente vivo.

Si observaran ustedes el fondo marino, hallarían todo tipo de formaciones calcáreas. Si observaran a los animales marinos, verían que estos animales constantemente están segregando cal. Este caparazón calcáreo es lo que queda como material sólido. He ahí de nuevo lo muerto como producto de lo vivo. Si ustedes hubieran desarrollado los órganos suprasensibles de percepción para retroceder correspondientemente en la evolución terrestre, encontrarían que todo lo muerto proviene de lo vivo, que el cristal de roca y el diamante, de hecho todo lo muerto, proviene de lo vivo. En la naturaleza externa, la fosilización es un proceso similar a la formación del sistema óseo en nosotros. Ustedes saben también que existen peces que todavía no tienen un sistema óseo. En los humanos, tampoco encontrarán huesos en estados anteriores, sólo cartílago. Todos los sistemas óseos son una especie de falta de vida incipiente en los humanos. Es el mismo proceso de condensación.

Así es como deben ustedes imaginarse también el cuerpo vivo de la tierra. Todo el cuerpo terrenal es un organismo vivo. Por consiguiente la pregunta correcta es: ¿Cómo surgió lo muerto, lo sin vida? Mientras que preguntar ¿Cómo surgió lo vivo de lo inerte? es una de las preguntas más absurdas porque lo vivo fue primero y lo muerto, lo inerte se separó como petrificación, como endurecimiento. Así que hubo una vez vida en todo nuestro cuerpo terrenal, y la vida que existía entonces, cuando no había materia muerta, era originalmente materia viva. Todavía está contenida en esta tierra fértil. Ésta no vive igual que las cosas anteriores, una vida que es similar a la vida actual. Aquí, en la tierra fértil, existe la vida más primigenia, tal como existía en la superficie de la tierra cuando allí no había nada sin vida. Así es como hemos de imaginarnos la quinta capa, la tierra fértil.

La sexta capa es la tierra ardiente, de fuego. Al igual que la tierra  fértil contiene toda la vida, la tierra de fuego contiene todos los instintos. Contiene todo en sus fuentes originales que es la vida animal, la vida que puede tener placer y sufrimiento. Puede parecerte extraño, pero es cierto que esta tierra ardiente siente en cuanto se expande. Esto se puede observar. Es una capa propiamente sensible de la tierra. Todo lo que está presente en la tierra y ha llenado toda la tierra está presente en ciertas capas. Así como lo muerto se origina de lo vivo, todo lo meramente vivo se origina de lo anímico. Lo meramente vivo no se origina en lo físico. Lo primero es la sensación, el alma, y de ella surge lo físico. Todo lo que es material procede del alma.

La séptima capa se denomina espejo terrestre, también conocido como refractor o reflector terrestre, y por una razón muy especial. Ahora viene algo que tal vez sea lo más difícil de concebir. Para aquellos que no están familiarizados con lo que se llama los siete secretos inconfesables del ocultismo, parecerá grotesco lo que contiene esta séptima capa del interior de la Tierra. En ella se albergan todas las fuerzas de la naturaleza, trasladadas a lo espiritual. Quisiera explicarme de esta manera: Imaginen el magnetismo, la electricidad, el calor, la luz o cualquier fuerza natural, pero trasladada a lo espiritual. Un imán, por ejemplo, atrae el hierro. Se trata de un efecto inorgánico. Imaginen esto trasladado a lo espiritual como si el imán atrajera el hierro por una simpatía interior del alma, e imaginen la conducción eléctrica transformada en lo espiritual-moral como si nuestras fuerzas naturales no fueran fuerzas mecánicas, indolentes, sino que tuvieran efectos morales. Imagínense las fuerzas de calentamiento, de repulsión, de atracción como espirituales y morales, imagínenlas como si quisieran hacer un favor a la gente y tuvieran un sentimiento espiritual. Así es como se imaginan toda la naturaleza primeramente en términos morales.

No obstante ahora ustedes creen que toda la naturaleza es inmoral. Así que todo lo que pueden imaginar como moral en la naturaleza humana, ustedes lo ven como lo opuesto. Entonces tienen lo que aparece en este espejo terrestre. Así que, por ejemplo, allí no hay nada de lo que se llama bueno aquí en la tierra, sino al contrario, allí son más fuertes todos esos efectos que son lo contrario de lo que la gente llama bueno. Tales son las propiedades que tienen los componentes materiales de esta capa de nuestra tierra. Originalmente tenía muchos más, pero cada vez son mejores a medida que se desarrolla la moralidad, de modo que el desarrollo moral de nuestra Tierra significa una transformación de lo inmoral a lo moral completa de las fuerzas en este espejo terrestre. El proceso moral en la sociedad humana tiene importancia no sólo para esta sociedad en sí, sino también para todo el planeta. Se expresa por la transformación de las fuerzas de esta capa en fuerzas morales de la naturaleza. Cuando nuestra raza humana esté tan avanzada que haya producido la más alta moralidad, entonces todo lo que es antimoral en este espejo de la tierra habrá sido superado y transformado en moralidad. Este es el significado de esta séptima capa.

La octava capa del interior de la Tierra recibe diversos nombres. En la escuela pitagórica de la antigüedad, esta octava capa se llamaba el Generador de Números. En la escuela Rosacruz se le llama el Fragmentador. Esta octava capa, que ahora se compone de nuevo de una serie de fuerzas, tiene una propiedad muy peculiar que sólo puede ser descubierta de una manera peculiar. Cuando el estudiante espiritual ha llegado a un grado que sólo se alcanza en la iniciación cristiana después de la resurrección, entonces debe hacer lo siguiente para hacerse alguna idea de lo que aquí sucede. Por ejemplo, él debe tomar una flor y visualizarla mentalmente, luego concentrarse en este lugar dentro de la tierra, como si estuviera mirando a través de la flor hacia este lugar. Entonces todo aparece a través de la flor cien veces y mil veces. De ahí el nombre de fragmentador. Si ustedes toman algo sin forma, como un trozo de madera, no es así. Pero si toman una planta, un animal o incluso un ser humano, les aparecerán en innumerables copias. De forma similar, una obra de arte también se les aparece multiplicada de esta manera. Así que no un mero trozo de materia sin forma, sino una obra de arte, no importa de qué clase sea, con sólo que sea material: eso aparece multiplicado en innumerables ejemplares. Esta es una peculiaridad de esta capa; por eso se la llama el fragmentador o, en la escuela pitagórica, el generador de números, este último porque muestra en múltiples números lo que está presente en la tierra en una sola copia.

Luego viene la novena capa, que rodea directamente el centro de la tierra. Esto es extremadamente difícil de comprender para el hombre de hoy, incluso para el estudiante espiritual avanzado. Sólo se puede decir que se puede tomar conciencia de cómo ciertas partes del interior de la tierra tienen cierta relación con órganos particulares del cuerpo humano y animal. Sobre todo, se encuentran fuerzas que han sido transferidas a la periferia. Se trata de fuerzas cuyo modo de acción es difícil de describir. Están en conexión viva con el cerebro humano y más hacia el interior con las funciones cerebrales humanas. Aún más adentro en esta esfera hay fuerzas que tienen una conexión con las fuerzas reproductoras humanas y animales.

De este modo tenemos la estructura de nuestra Tierra tal como se presenta a la observación clarividente y tal como ha sido enseñada en todas las escuelas ocultistas desde que tales escuelas existen. 
Lo que ustedes encuentran documentado aquí es un misterio que realmente se enseña en todas las escuelas de ocultismo.

Sin embargo, entre las distintas capas existen las conexiones más diversas, del mismo modo que los distintos órganos del cuerpo humano están conectados de las formas más diversas por la sangre y los nervios. Tales conexiones parten del centro en las direcciones más diversas. En particular, dos direcciones de fuerza claramente perpendiculares pasan exactamente por el centro de la Tierra. No son líneas, sino direcciones de fuerza. Además, hay que tener en cuenta muchas otras direcciones. Es importante considerar los siguientes hechos. Si buscamos a través de la capa superior, la encontramos perforada por una cavidad dentro de esta capa más externa. Esta cavidad está conectada por una especie de canal a la quinta capa, que se llama la tierra de la fecundidad.

Cuando se trata de una catástrofe natural como lo puede ser una erupción volcánica, intervienen las capas más profundas de la tierra, que he dibujado aquí. Esto se aplica tanto a las erupciones volcánicas como a los temblores de tierra. El material de las capas superiores se pone en movimiento por las fuerzas que emanan de la tierra fértil hacia la cavidad que he mencionado. Se trata de efectos que se originan esencialmente en la quinta capa del interior de la Tierra. Sin embargo, lo que llamamos la tierra ardiente también está implicada, en el sentido de que se vuelve agitada. En realidad está en un estado constante de agitación, pero se vuelve particularmente agitada en momentos en que se producen fenómenos anormales como terremotos o erupciones volcánicas. Ahora bien, esta tierra fértil es aquella de la que ha surgido toda la vida en relación con todos los seres vivos. La tierra ardiente, sin embargo, está relacionada con lo que siente, con lo que experimenta placer y sufrimiento, con el alma inferior, sus pasiones e instintos.

Sólo puedo arrojar unos pocos rayos de luz sobre toda la gran área, unas pocas cosas que pueden iluminar la conexión entre lo que está sucediendo en la tierra y la agitación de la tierra ardiente y fecunda. Cuando el ser humano actual de nuestra tierra fue fecundado por primera vez con un alma superior y comenzó a ser un ser humano, todavía actuaban poderosos impulsos bajo la influencia de la tierra ardiente y fecunda. Todo esto tempestad y furia de una manera completamente diferente de lo que puede ser el caso hoy. La humanidad de los tiempos de la raza lemúrica, estaba en un poderoso estado de actividad. Todo este continente de Lemuria, que se extendía en la zona comprendida entre las actuales Australia, Asia y Sudáfrica, fue destruido por erupciones volcánicas, por una fuerte furia del elemento fértil y ardiente de la tierra. Esto estaba relacionado con lo que ocurría en las personas de aquella época, que aún vivían totalmente en los instintos y los impulsos. En aquella época todavía existía una íntima conexión entre los impulsos, deseos y pasiones y las fuerzas de la actividad volcánica. El fin del continente de Lemuria fue provocado por el egoísmo grandioso de las últimas razas lemúricas, que practicaban una magia negra de la que hoy ya no podemos tener ni idea.

Asimismo, el hundimiento de la Atlántida, aquello que se describe como el Diluvio, está vinculado a la moralidad de los pueblos atlantes. Pero de todo esto sólo quedan vestigios. No obstante, hasta cierto punto podemos probar una conexión real entre la vida humana y tales fenómenos de la naturaleza. Sin embargo, hay que ser extremadamente cuidadoso a la hora de probar tales conexiones, porque, por supuesto, las fantasías pueden colarse fácilmente aquí. Por lo tanto, sólo debe basarse en hechos investigados ocultamente. Los ocultistas intentan establecer qué ocurrió durante la erupción del Vesubio en el año 79 d.C., el terremoto de Calabria, el terremoto en tiempos de Cristo o el terremoto de Lisboa en 1755. En estas catástrofes naturales perecieron un gran número de personas. Las personas que perdieron la vida no tienen por qué haber sido culpables en sus vidas anteriores. Pero forma parte del karma de las personas afectadas el que sufrieran esta perdición. Esa es una de las razones por las que se está investigando el karma de los que perecieron. El otro es el siguiente: En los manuales teosóficos encontrarán a menudo el Kamaloka y el Devacán descritos de tal manera que parecen ser simplemente una consecuencia, un efecto de la vida anterior en la tierra. De hecho, sin embargo, los muertos siguen teniendo un efecto en esta vida terrenal. Los muertos desempeñan un papel en los cambios que se producen en la Tierra, en los fenómenos culturales y naturales. Imagínense que ustedes nacieron en los primeros años del cristianismo y de nuevo ahora en la época actual. La fauna y la flora de Europa han cambiado enormemente. Muchas especies animales y vegetales se han extinguido y han sido sustituidas por otras. Todo esto no se explica desde un punto de vista sobrenatural en el sentido de la investigación espiritual, sino que las fuerzas que tiene el hombre cuando no está en el cuerpo, -como en el caso de los muertos-, trabajan realmente con las fuerzas de la naturaleza, de modo que la gente trabaja en su vida futura con las fuerzas que se encuentran en Devacán o Kamaloka. Si ahora se encuentran animales diferentes de los que había hace miles de años, éstos han surgido gracias a la cooperación de los seres humanos. En cierto modo, las personas fallecidas participan en lo que llamamos fuerzas naturales. Ellos están constantemente implicados en la transformación de la naturaleza, de modo que a menudo podemos ver en los fenómenos de la naturaleza la expresión de lo que los muertos han aportado a este mundo.

Las erupciones volcánicas y los terremotos no son tan simples. Sin embargo, tienen algo que ver con las personas que aún no se han reencarnado. Están muy claramente relacionados con las almas que han de encarnarse, en el momento en que se produzcan tales terremotos. Como ocultistas tenemos, por tanto, dos tareas que resolver, en primer lugar la cuestión de qué ocurre con las personas que perecen en los terremotos, y en segundo lugar la cuestión de qué tipo de personas nacen en el momento del terremoto para descender a esta tierra visible. Ambas investigaciones dan una imagen de la conexión entre los cataclismos y lo que tenemos que observar como moral e intelectualmente dentro de la humanidad.  Resulta que las personas que perecen en un acontecimiento tan estremecedor, aparte de todas sus demás disposiciones kármicas, se unen por hechos de naturaleza kármica con las almas del lugar donde se produce un terremoto. Todas las almas que perecen a consecuencia de tales sacudidas encuentran así la posibilidad de superar un punto final que todavía se encuentra en el camino de su karma, para convertirse de materialista en idealista y llegar a la comprensión de lo espiritual.

Los nacidos en tales circunstancias, por otra parte, son extrañamente almas que sienten cierta atracción por los impulsos, los instintos y las pasiones y que nacen verdaderos materialistas. Los que nacen bajo la influencia de tal acontecimiento se convierten en materialistas, y sobre todo en prácticos, los que lo son en la vida con respecto a su moral. La fuerza de la naturaleza está relacionada con lo que los hombres desarrollan como su poder en Devacán, y las fuerzas que aparecen como la reacción de la capa de la tierra ardiente y fecunda en tales catástrofes tienen una referencia interna con tales almas que están destinadas a tener una disposición práctico-materialista en la próxima vida. Así pues, las almas nacidas bajo los auspicios de erupciones volcánicas son en realidad personas materialistas e incrédulas, aquellas que no quieren saber nada de una vida espiritual.

Estos son los dos hechos que realmente se pueden afirmar, para que se pueda ver fácilmente a partir de ellos cómo progresará el desarrollo de la tierra en esta dirección: Cuanto más se aleje el materialismo real, menos catástrofes de este tipo ocurrirán realmente en nuestra tierra. Pues existe esta atracción entre el materialismo y lo que hay en la capa de tierra ardiente y fecunda, de modo que nuestra tierra se volverá más tranquila y armoniosa en la misma medida en que la humanidad se libere del materialismo.


Pero ahora, ha habido un desarrollo extraño con respecto al materialismo en los últimos siglos. Ustedes saben que he subrayado repetidamente que la Edad Media era más espiritual que nuestra época. La mayoría de la gente, al menos dentro de Europa, se sentía más espiritual. Los tiempos modernos con el auge del materialismo trajeron numerosas erupciones volcánicas. El Vesubio es el único volcán del continente europeo que sigue activo. Comparen ustedes el número de erupciones del Vesubio: se registraron erupciones especialmente graves en los años 79, 203, 472,512, 652, 982, 1036, 1139 1872, 1885, 1891 1906.

Que cada cual saque de estas cifras lo que quiera. Sólo puedo subrayar que la popularización de las enseñanzas ocultistas surgió por razones mucho más profundas de lo que la gente suele creer. Quienes la iniciaron sabían perfectamente lo que iba a suceder, a saber, un intenso desarrollo espiritual de la humanidad en armonía con los grandes procesos cósmicos. Para el profano, todas las grandes y amplias ideas que se han formulado en el movimiento científico-espiritual, no sólo sobre los acontecimientos humanos sino también sobre los acontecimientos mundiales, pueden parecer insignificantes. Aparentemente se trata de una doctrina, pero en realidad se trata de algo de inmensa profundidad e importancia para todo el cosmos.

Son cosas que hay que remarcar una y otra vez. Así que, una vez más, he intentado, para aquellos que están un poco acostumbrados a recibir comunicaciones espirituales de una manera adecuada al asunto, tratar algo que, por lo demás, casi nunca se plantea tan fácilmente, ni siquiera en nuestro movimiento teosófico. Me he esforzado en señalar algunos puntos relacionados con los misterios más profundos del ocultismo. Resultan adecuados para hacer que sucesos como los que hemos vivido en los últimos días parezcan moralmente comprensibles de un modo interior. Por supuesto, hay una cosa que siempre hay que tener en cuenta. Cuando se consideren conexiones tan amplias, hay que tener cuidado con cualquier fantasía que se pueda asociar a tales cosas. Sólo puede ser considerado aquello que puede basarse en los buenos métodos que se han probado no sólo durante miles de años, sino desde la aparición del ocultismo. Aquello que realmente tiene su origen dentro de la iniciación, aquello que tiene acceso a tales secretos, y sólo aquello que está basado en una investigación real puede ser considerado aquí. Lo que les he dicho hoy sobre el significado de tales acontecimientos se basa en investigaciones reales: su significado tanto para el ser humano que perece como para el ser humano que nace en el momento de estos acontecimientos, que se ve así obligado por su propio impulso a encarnar. Son conexiones que nos permiten ver en profundidad la naturaleza humana.

El ocultista no debe rehuir hablar de lo increíble. Y por eso me gustaría concluir contándoles algo increíble, pero que ciertamente ha sido investigado. Durante la famosa erupción del Vesubio, que sepultó Herculano y Pompeya en el año 79, ocurrió algo extraordinario. Es bien sabido que el famoso escritor romano Plinio el Viejo pereció. Es sumamente importante seguir su destino oculto, pero en nuestro contexto actual no nos ocuparemos de su karma individual, sino de otra cosa. Todos ustedes saben lo que se entiende por "Crónica Akáshica". Ustedes saben que con la ayuda de los Registros Akáshicos es posible retroceder hasta ciertos puntos en el tiempo, incluyendo la época de la primera erupción del Vesubio. Aquí hay algo extraño. A lo largo de la conferencia les he hablado de la peculiaridad de la octava capa, que se denomina fragmentador o generador de números. Esta capa es también de gran importancia para el cuerpo físico del hombre. Lo que normalmente se llama cuerpo humano perece física y materialmente después de la muerte. Éste se disuelve en las capas superiores de la tierra, pero no la suma de fuerzas que hacen que el cuerpo físico mantenga su forma. Esto lo pueden ustedes encontrar en la séptima capa, la llamada tierra espejo. Así que cuando se graba en los Registros Akáshicos el momento en que una persona acaba de morir en la tierra y luego se rastrea el paradero de los miembros de su ser individual, verán cómo el cadáver físico perece, pero cómo la forma física puede encontrarse como permanente en el espejo terrestre, en la séptima capa. Allí se almacenan las cosas que se pueden investigar en los Registros Akáshicos. De hecho, se trata de una especie de depósito para las formas que permanecen. La materia perece, pero la forma queda preservada.

Si a continuación siguen tal forma humana preservada, verán que permanece durante un tiempo en esta séptima capa. En efecto, entonces se fragmenta en la octava capa, el fragmentador o generador de números. El resultado es realmente exactamente lo que les he descrito antes para la mera observación de la flor. Este cuerpo moldeado de un ser humano les aparecerá fragmentado muchas veces. Luego reaparecerá en la construcción de seres humanos posteriores. Así pues, tengan en cuenta que el ser humano, tal como vive entre nosotros, no sólo tiene su individualidad, su ser más íntimo; también lleva dentro de sí a otras formas de seres humanos, en el centro de su cuerpo. Y, en efecto, es posible mostrar la influencia que la forma corporal fragmentada de Plinio ha tenido en el pensamiento de los científicos naturales materialistas que han absorbido esta forma fragmentada.

Así de misteriosas son las conexiones que se nos presentan cuando penetramos en la constitución de la tierra. Ahora se darán cuenta de que, en cierto sentido, el mundo exterior, la estructura de nuestros cuerpos, también depende kármicamente de tales acontecimientos anteriores. Un acontecimiento como la muerte de Plinio repercute en la estructura de los cerebros posteriores, no en las almas, sino en las formas corporales. Se trata de procesos especialmente sutiles que son muy importantes si queremos comprender las conexiones entre los seres humanos y la Tierra.

Entre los secretos de los Rosacruces, de cuya profunda sabiduría ya les he hablado antes, se encontraban conocimientos del tipo que hoy comparto con ustedes. Los Rosacruces no consideraban la tierra como un bulto sin vida, como hacen los científicos naturales modernos. Goethe, el gran poeta y teósofo, también sabía que la tierra no es algo muerto y sin vida. No se trataba de una expresión poética, sino de una imagen para una realidad espiritual cuando Goethe dejó que hablara el espíritu de la tierra:
En las mareas de la vida, en la tempestad de la acción
Subo y bajo en oleadas
Me agito de un lado a otro
El nacimiento y la tumba
son un mar eterno,
Un entramado cambiante,
Una vida candente,
que voy tejiendo en el apresurado telar del tiempo
para hacerle el manto viviente a la Divinidad.

Para Goethe, esta tierra era el ropaje exterior de los poderes divinos. Hoy quería describirles algunos de sus trabajos.

Traducido por J.Luelmo may,2024

martes, 28 de mayo de 2024

GA096 Berlín, 18 de febrero de 1907 -El padre nuestro -2- una reflexión esotérica

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IMPULSOS ORIGINALES DE LA CIENCIA ESPIRITUAL

RUDOLF STEINER

EL ESOTERISMO CRISTIANO A LA LUZ DE LOS  NUEVOS CONOCIMIENTOS ESPIRITUALES

El padre nuestro -2- una reflexión esotérica

Berlín, 18 de febrero de 1907

Hemos visto por lo que pude decirles aquí la última vez. que toda la visión científica espiritual de la naturaleza del hombre está expresada en realidad en una oración bien conocida. Pudimos ver por nosotros mismos que las corrientes religiosas, las enseñanzas y prácticas religiosas se extraen de lo que hemos aprendido en el transcurso del tiempo a través de la propia ciencia espiritual. Tenemos que imaginarnos el proceso de tal manera que la humanidad partió originalmente de una visión básica universal, abarcadora, que se expresa en los credos religiosos de los distintos pueblos según la diversidad de caracteres nacionales. Ahora, por supuesto, se puede hacer la pregunta: ¿Cómo hay que imaginar con más precisión que las verdades básicas, las sabidurías básicas de la humanidad están conectadas con lo que ha sido proclamado en los diversos credos religiosos individuales por los fundadores de la religión a tal o cual pueblo? Ciertamente, es en sí mismo un hecho sorprendente que en las siete peticiones del Padrenuestro nos encontremos realmente con los conceptos básicos de la ciencia espiritual, y a una persona ajena que haya tenido poco que ver con lo que se puede aprender hoy en día a través de la ciencia espiritual, muchas cosas le deben parecer fantásticas, y entonces puede decir fácilmente: Todo esto sólo ha sido recogido en lo que habéis recibido de los documentos religiosos.

Para profundizar un poco más en la cuestión de cómo las grandes sabidurías fundamentales entraron originalmente en los credos religiosos, hay que partir primero de una cuestión básica. Hay que darse cuenta de que lo que hoy podemos saber, lo que hoy se nos enseña a través de la visión espiritual-científica, no se presentaba de la misma manera en los tiempos más antiguos en las creencias religiosas. Debemos darnos cuenta de que la forma en que tales verdades se presentaban a la gente difería enormemente de una época a otra. Los antiguos documentos religiosos que ustedes abren hablan a la gente en imágenes y no en conceptos. Dichas imágenes, que a menudo se basan en la imaginación sensorial, han sido conservadas por los documentos religiosos siempre que ha sido posible. Por ejemplo, el conocimiento siempre se aborda como luz, la sabiduría como una especie de elemento líquido, como agua. Si se mira con atención, siempre se pueden encontrar las mismas imágenes en los tiempos más antiguos. Hay una razón muy específica para ello, y hoy resumiremos algo de lo que ya sabemos para sumergirnos realmente en cómo los primeros maestros de la humanidad tuvieron un efecto en los pueblos a los que llevaron los beneficios de las enseñanzas religiosas. Si queremos darnos cuenta de cómo trabajaron los fundadores de la religión antes de aquellos a quienes llamamos los grandes iniciados, es decir, antes de Hermes, Zoroastro, Buda, Moisés y, finalmente, antes del más grande, Cristo Jesús, debemos sumergirnos una vez más en la diferencia que existe entre la conciencia ordinaria y la astral o imaginativa del hombre.

Hoy, desde la mañana hasta la noche, el hombre corriente tiene lo que hemos llamado la conciencia objetiva, que le muestra las cosas de tal manera que le parecen estar fuera de él, con las cualidades que le muestran sus sentidos. Esta conciencia no es la única. Sin embargo, para la mayoría de la gente hoy en día los otros estados de conciencia están ocultos, sumergidos en una oscuridad indeterminada que llamamos dormir sin sueños, pero que tiene un significado muy definido para el iniciado. Para el iniciado, que también conoce el mundo que hay detrás de esta apariencia física, también existe un estado consciente desde que se duerme hasta que se despierta, en el que no percibe las mismas cosas que están aquí tal como están aquí, sino que percibe un mundo en sí mismo. <Así como el dormir sin soñar es un estado inconsciente para la persona ordinaria, también es un estado consciente para el iniciado, en el cual ve el mundo espiritual.

Si queremos darnos cuenta de cómo este estado inconsciente se convierte en consciente, debemos considerar ese estado intermedio que el hombre también conoce, el dormir lleno de sueños, que nos muestra las percepciones ordinarias y cotidianas o los estados internos del alma en símbolos. Pero también se puede encontrar esta representación pictórica, que muestra el sueño, si se estudia la conciencia del iniciado cuando mora en el mundo espiritual. Él ve las cosas en el mundo espiritual en imágenes. Sin embargo, no son imágenes tan caóticas como las que le muestra el sueño. Lo único que tienen en común con las imágenes del sueño es que cambian constantemente. La mesa y la silla muestran siempre esta forma, tal y como están allí. Las plantas y las personas, en la medida en que son objetos externos, muestran la forma que tuvieron una vez. Pero cuanto más entramos en el reino de la conciencia, más transformaciones encontramos. La planta que brota de la semilla y despliega tallo, hojas, flor y fruto, el animal que expresa su voluntariedad, el ser humano en gestos y fisonomía cambiantes, los vemos en movimiento. Pero todo esto es algo permanente comparado con lo que una persona experimenta en un estado superior en el mundo del Devacán. Allí vemos una transformación continua. Quien encuentra su entrada en el mundo espiritual a través de los ejercicios en cuestión aprende allí cómo el color de una planta emerge de la planta como una llama. Aprende a reconocer cómo los colores en el espacio libre son formaciones ascendentes y descendentes. Sin embargo, sólo tiene una visión correcta cuando es capaz de ver los colores y tonos por sí mismo y conducirlos a ciertas entidades. Tales entidades están constantemente a nuestro alrededor. Si pudieran resaltar el color violeta de esta flor, de modo que el violeta se moviera libremente en el espacio, tendrían la expresión de la vida de un mundo interior espiritual de la planta. Así funcionan también el aura humana y lo que llamamos cuerpo astral. Todas las inclinaciones humanas, los sentimientos de vanidad y egoísmo, se expresan en ella a través de corrientes de color muy específicas, de modo que podemos decir: La experiencia espiritual interior se expresa en el aura humana. El aura nunca está quieta, nada es inmóvil allí, al igual que hay cosas inmóviles aquí en el mundo de los sentidos. Y cuando un ser del mundo espiritual tiene un impulso emocional o volitivo, siempre puede verse cómo se expresa en cambios muy concretos de color y sonido. El movimiento eterno es la esencia de los mundos superiores.

Por supuesto, para los que entran por primera vez en los mundos superiores, esto resulta confuso. Pero también tiene el efecto de que en estos mundos superiores se revela inmediatamente todo lo que allí existe. Si una persona puede ocultar su vida anímica a los que sólo pueden verla con ojos físicos, no puede ocultar nada a los que pueden ver con ojos espirituales. Allí todo está claramente en el día, de modo que deben decirse a ustedes mismos: Si queremos investigar a un hombre tal como se presenta ante nosotros con ojos sensoriales, entonces debemos deducir su alma de la apariencia externa, de cómo sonríe o llora. En el mundo superior es diferente. Allí no tiene lugar una deducción de lo que es interno, a partir de lo externo. El interior está completamente abierto. Allí convivimos con la esencia de las cosas. Sólo el iniciado puede en nuestros días adquirir esta conciencia. Sólo él puede vivir conscientemente en el mundo superior. Él puede añadir otro estado al estado habitual de conciencia que va desde la vigilia hasta el momento de dormir, a través del cual él es capaz de añadir lo interior a lo exterior. Así como él puede experimentar conscientemente el interior de las cosas, en la antigüedad todos los seres humanos podían hacerlo en cierto sentido. Antes de su actual estado de conciencia, las personas tenían aquello a través de lo cual veían las cosas desde dentro.

Cuando nos remontamos a la antigüedad, nos encontramos con personas que tienen cada vez menos de lo que tiene la gente hoy en día. La gente de hoy puede contar y hacer cálculos. En la época de la Atlántida hacia su período medio, se encontraban personas que aún no sabían contar y calcular, que aún no sabían hablar de lógica. En este sentido, el menor escolar de hoy puede hacer más de lo que podía hacer cualquier atlante. Pero el atlante podía hacer algo más. Cuando miraba a cualquier criatura de la naturaleza, una planta por ejemplo, podía ver surgir en su interior un sentimiento muy concreto. Para él, cada planta tenía un cierto valor emocional. Mientras que hoy en día la gente pasa de las plantas con cierta indiferencia, en el atlante surgían sentimientos y emociones vívidos. Sí, si nos remontamos lo suficiente, a los tiempos de los primeros atlantes, encontraríamos que no tenían una percepción del color tan vívida como el hombre moderno. Si tal atlante se hubiera acercado a una violeta, no la habría visto tal como es aquí, sino como si surgiera una especie de niebla. Del mismo modo, no habría visto el color rojo en la rosa misma, sino un aura roja alrededor de la rosa, el color rojo flotando libremente. Si ustedes miran ahora cualquier cristal, si es un rubí, lo verán coloreado de rojo. Pero los primeros atlantes no habrían visto el color en un cristal así. Se les habría aparecido como rodeado de un halo de colores, y el rubí se les habría aparecido como una especie de incisión en este halo de colores. A medida que se acercasen a aquellos tiempos, llegarían a un pasado lejano en el que el hombre ya no habría visto en absoluto los contornos de otro hombre, ni los contornos de una planta o un animal. Si se le acercaba otra persona que le era hostil, percibía un color marrón rojizo. Si percibía un bello color azulado, podía decirse a sí mismo: Esta persona tiene una disposición pacífica hacia mí. La vida interior de una persona se expresaba en esos colores.

Si retrocedemos aún más, llegamos al lejano pasado de la antigua Lemuria, que se extendía entre Asia, Australia y África. Allí no sólo la conciencia de lo cognoscible era completamente diferente, sino que incluso todo lo que puede llamarse el impulso de la voluntad era diferente. La voluntad todavía tenía un efecto mágico, tenía un poder sobre los otros objetos; se mostraba como una fuerza de la naturaleza que actuaba sobre los otros objetos. Si el lemúrico posaba su mano sobre una planta y hundía su voluntad en ella, podía hacer que esta planta creciera rápidamente a través de su pura voluntad.

Las fuerzas exteriores de la naturaleza no son diferentes de las interiores del hombre. Debido a que el hombre se ha convertido en un ser autosuficiente, encerrado en una piel, sus poderes se han distanciado cada vez más de los poderes de la naturaleza, se han vuelto cada vez más disímiles. El pensar humano es el que más se aleja de las fuerzas de la naturaleza. Combinar y calcular es lo más ajeno a lo que está presente como tal en la naturaleza exterior. Sin embargo, si ustedes pudieran retroceder lo suficiente, verían que había seres en esa época, los antepasados espirituales de la humanidad, que habrían considerado como una tontería comparativamente grande decir: capto un concepto de alguna cosa externa. No podrían haberlo dicho en absoluto, sino que ellos habrían visto el concepto, por así decirlo, y lo habrían visto como una actividad, incluso como una entidad. Quien se forma hoy un concepto de cualquier "cosa" tiene que imaginarse que esta "cosa" se formó originalmente a raíz del propio concepto. Tendrán ustedes una idea de esto si recuerdan el proceso de algún tipo de elaboración humana, pueden formarse un concepto de un reloj terminado, el mecanismo del movimiento, el avance de las manecillas. Nunca habrían sido capaces de hacer esto si antes alguien no hubiera estado allí como relojero ni hubiera pensado en lo que ustedes están pensando ahora. Eso que él depositó en ello, eso piensan ustedes después.

Todos los conceptos que la gente puede formarse hoy, todo lo que el pensar hace hoy, existió en nuestro pasado como una realidad que primero se deposito en las cosas. Todo ser se concibe a través de su concepto. Una vez cada ser fue moldeado de acuerdo a este concepto. No era diferente en el mundo de lo que es hoy en el arte humano: los conceptos que la gente se hace hoy fueron depositados originalmente en las cosas. Si retrocediéramos aún más en el tiempo, veríamos cómo estas personas nunca habrían podido decir: Me formo un concepto mirando las cosas, sino que realmente veían lo que ocurría allí, cómo se depositaba el concepto. Observaban, por así decirlo, a los maestros artesanos de las cosas.

Ahí podrán notar ustedes la diferencia entre el intelecto del hombre actual y el intelecto de aquella época, al que tenemos que llamar intelecto creador. Pero si llegaran ustedes a conocer a estos seres que todavía sabían del intelecto creador por experiencia propia, en contraste con el intelecto meramente receptivo de hoy, encontrarían que estos seres eran muy diferentes. Ellos aún no estaban encarnados en un cuerpo humano. Lo que hoy habita dentro de envolturas humanas, entonces aún era decidido en el seno de los seres divino-espirituales.

Hemos pasado imperceptiblemente por encima de la época del desarrollo de la Tierra, que se nos presentaría comparativamente así: Abajo en la Tierra ya existía una vida física, había seres allí abajo, muy diferentes, pero parecidos a los minerales, plantas y animales de hoy, y luego seres que no eran seres humanos, pero que se hallaban entre los animales y los seres humanos y estaban maduros para recibir el alma humana. Estaban organizados hasta tal punto que podían recibir el alma humana. Sólo a efectos comparativos se puede decir cómo se debe pensar en esto: En la Tierra caminaban personas que en realidad seguían siendo animales. Ahora imaginense que los cuerpos humanos fueran esponjas individuales y que las almas fueran gotas de agua, todo lo cual estaba todavía unido en una masa común de agua; la tierra física con todo el enjambre de seres, rodeada, por así decirlo, por una envoltura de almas, al igual que ahora lo está por la envoltura del aire actual. En ello todo estaba aún indiviso, como las gotas de agua. Y al igual que cuando ahora dejan que la masa de agua sea absorbida por las pequeñas esponjas, donde cada una recibe entonces una gota individual para sí misma, así era en aquellos tiempos. Lo que era sustancia uniforme del alma fue absorbido por los cuerpos humanos individuales, distribuido entre los cuerpos humanos individuales. Así es como surgió el alma humana. Sin este proceso, la sustancia humana nunca se habría separado en muchas individualidades separadas.

<Pero éste es también el comienzo del proceso mediante el cual el ser humano se separa gradualmente de su entorno, y mediante esto adquiere también una conciencia objetiva especial. Antes tenía una conciencia que no formaba conceptos, sino que la propia alma seguía estando completamente en el alma del mundo, y recibía toda su sabiduría del alma comunal del mundo como desde dentro. No necesitaba mirar hacia fuera. Se podría decir realmente que esta alma común del mundo todavía podía hacerlo todo; formaba todo lo que hay hoy en la tierra según los conceptos comunes. La gente recibía estos conceptos al recibir esa gota de sabiduría del alma común del mundo. Esta es la diferencia entre el conocimiento antiguo, antes de que se encarnara en la carne, y el conocimiento actual, que surge cuando el hombre se vuelve hacia fuera.

El momento en que una persona deja de percibir con los sentidos, su ser interior se hunde en la oscuridad indeterminada que llamamos dormir sin soñar. Mientras que cuando dormimos el cuerpo físico y el cuerpo etérico del hombre permanecen acostados, el cuerpo astral sale. ¿Qué existe en el hombre que hace que perciba el mundo exterior? El cuerpo astral percibe colores y sonidos. El cuerpo astral experimenta placer cuando disfruta de algo placentero, el cuerpo astral percibe el dolor como tal. Este cuerpo astral, sin embargo, no puede hacer nada en el hombre actual cuando no está en el cuerpo físico, pues para percibir su entorno necesita ojos, oídos, todas las herramientas físicas también para el placer, el sufrimiento, el dolor, la alegría, etcétera. El cuerpo físico es la mera herramienta, pero para el cuerpo astral actual es necesario. En el momento en que el cuerpo astral está fuera del cuerpo físico, ya no percibe.

Este cuerpo astral es exactamente el mismo que había en la sustancia del alma común que rodeaba la tierra. Si ustedes se desprendieran de todos sus cuerpos astrales y los juntaran, obtendrían lo que rodeaba a los hombres como sustancia astral o del alma en aquella época. Si hoy fuera posible poner a dormir a todos los seres humanos, tal como están en la tierra, de modo que toda la raza humana durmiera, y luego se extrajeran todos los cuerpos astrales y se mezclasen con el resto de la sustancia, se vería cómo cesaría por completo el dormir sin sueños. Las almas no percibirían colores ni sonidos a través de los instrumentos exteriores, sino que los colores comenzarían a surgir de todos estos cuerpos astrales y a su alrededor flotarían imágenes de colores en constante cambio, y en su interior comenzarían a oírse sonidos. Todo esto volvería entonces a rodear la tierra, como era en aquellos tiempos antes de que tuviera lugar la primera encarnación de cualquier alma, El oscurecimiento de aquel antiguo estado de conciencia, que hoy conocen por su dormir sin sueños, se produjo porque la sustancia astral común fue separada en partes individualizadas a través del alma del mundo y las partes individualizadas fueron atraídas hacia cuerpos humanos. Se puede ir aún más allá. Lo que hoy es noche, lo que hoy para los hombres se hunde en una oscuridad indefinida, fue en un tiempo, del que estamos hablando ahora, bastante lleno de luz, lleno de percepciones del mundo espiritual, fue bastante día. De modo que ahora eres conducido a un estado de la humanidad en el que toda la humanidad ha percibido astralmente, aunque no en un cuerpo físico.

Ahora pregúntense: ¿Qué ha ganado realmente la humanidad desde entonces? ¿Qué se ha añadido a lo que ya tenía? ¿Qué ha adquirido el hombre encarnándose en un cuerpo físico? Ha adquirido la posibilidad de decirse "yo" a sí mismo. Toda la conciencia, por muy clarividente que fuera, no era más que una conciencia onírica más o menos elevada. La gente aún no era consciente de sí misma. Esto es lo que ha ganado la humanidad. Este es el verdadero regalo de Dios, del que nos hablan los documentos religiosos, como la Biblia: que en la época en que la humanidad estaba encarnada, las personas recibieron la autoconciencia. La gente no lo sabía antes, y esta autoconciencia aumentará cada vez más en la humanidad actual. Es aquello que se ha revelado desde ese tiempo que ya no pasamos en la conciencia embotada o clarividente: el "Yo soy", y que no podemos llamar de otro modo que: "Yo soy el Yo-soy". Ahí tienen la palabra de Yahvé: "Yo soy el que era, el que es y el que será".

Así que hemos regresado a una época en la que esta palabra yo-soy aún estaba excluida. Todavía no estaba presente en el hombre. El hombre tenía una conciencia que era vertida en él, que no la adquiría observando los objetos externos. ¿Dónde había una conciencia del yo-soy? Esta autoconciencia la tenían los seres divinos. Los seres humanos la adquirieron después de la encarnación física. Ahí está la diferencia entre lo que en el cristianismo se llama el Espíritu Santo y el espíritu mismo. El Espíritu Santo es el que tenía la autoconciencia arriba, antes de la encarnación, y el espíritu en sí es el que tenía la autoconciencia en el hombre. De tal manera que si se juntaran todas las conciencias del yo y así se separaran también del egoísmo, se obtendría de nuevo el Espíritu Santo.

Ahora tienen ustedes el punto de partida de la forma más radical. Hemos vuelto a un tipo de enseñanza muy extraño. Mientras que hoy enseñamos de tal manera que el hombre se enfrenta al hombre y al discípulo se le dice: Así son las cosas, entonces sólo era posible una cosa: esa enseñanza, que era al mismo tiempo trabajo y acción. Era una efusión de sabiduría en los seres individuales. La sabiduría no venía de fuera; fluía hacia las personas desde dentro, un proceso que hoy sólo reconocen los iniciados. Si ahora midieras los tiempos desde el que acabo de caracterizar, en el que no había enseñanza sino sólo iluminación desde el interior, hasta nuestra época, encontrarías un período intermedio en el que la humanidad estaba, por así decirlo, mitad en un estado y mitad en el otro. Esto fue a mediados del período atlante. En aquella época el hombre ya podía reconocer ciertos contornos de las cosas, podía ver cómo el color se iba depositando poco a poco en la superficie de los objetos, ver cómo las cosas individuales adquirían cualidades. Pero sólo lo veía como si todo estuviera envuelto en una bruma de color. Aún podía oír el mundo entero impregnado de sonidos que eran tonos sabios, que le decían algo y le traían noticias de otros seres. Pero todo seguía siendo muy confuso en este estado intermedio. Fue también la época en que comenzó una enseñanza que se transformó gradualmente en la forma posterior de comunicar mensajes religiosos a la humanidad.

Si pudiéramos remontarnos a la antigua Atlántida, encontraríamos una gran escuela de adeptos. El hecho de que hoy en día alguien pueda absorber la sabiduría es posible gracias a que los adeptos turanios de aquella época tenían discípulos; sus discípulos volvieron a enseñar a otros hasta nuestros días, de modo que una tradición directa se remonta a la escuela de adeptos turanios. En aquella época había que tener en cuenta que los hombres se encontraban en un estado intermedio, en el que sólo tenían una parte del modo de percepción actual. Sólo podían reconocer objetos en vagos contornos. Pero hasta cierto punto todavía eran capaces de reconocer la verdad desde dentro. Muy pocas personas habrían sido capaces de contar hasta cinco entonces. Sin autoconciencia no es posible. Pero eran capaces de asimilar lo que se reflejaba en su interior, en su conciencia semi sonámbula. Tenían que estar iluminados para que se les enseñara la sabiduría más elevada. Pero había que enseñársela visualmente, y los adeptos turanios tenían ciertos métodos para ello. No habrían podido hacerlo de la misma manera que nosotros lo hacemos hoy con una conferencia. Los propios adeptos estaban muy por delante de la humanidad y ellos mismos sabían todo esto, pero el resto de la humanidad seguía siendo extraordinariamente primitiva. Para enseñarle a la gente la sabiduría, se la ponía en un estado hipnótico. Lo que hoy está mal era algo bastante normal entonces. Se ponía a la gente en una especie de estado dormido, y este estado dormido se utilizaba para iluminarlos de la siguiente manera. Antes de la primera encarnación del alma humana en el cuerpo no había noche, todas las personas estaban iluminadas. Entonces, el dormir sin sueños era precisamente aquello en lo que las personas tenían percepciones. Ahora ya no tenían eso. Eso había desaparecido, y habían cambiado por ello la capacidad de ver los objetos en contornos generales. Tanto como había aumentado la afluencia de percepciones externas, tanto se había perdido en percepción intima. Pero ahora los adeptos habían desarrollado ciertas habilidades. Habían aprendido lo que hoy se llama escritura oculta, lo que hoy también se llamaría lenguaje oculto. Todos ustedes saben que existen los llamados mantrams, ciertos arquetipos de oraciones, que en el sonido del lenguaje está contenido un cierto efecto. Esta era también la naturaleza de las primeras palabras del Evangelio de San Juan. Cuando aquí se dice: "En el principio primigenio era la palabra", hay un cierto valor en lo "primigenio", en el "principio", que originalmente estaba en las primeras palabras del Evangelio de San Juan. Pero todo esto es sólo sombra comparado con lo que se usaba entonces como composición de tonos en la escuela de los adeptos. Lo cual reemplazaba lo que el hombre de entonces había perdido en su capacidad de iluminación. Él podía volver recibir en el sueño hipnótico, del otro hombre que era un iniciado esta experiencia, de modo que estos discípulos recibían una especie de iluminación artificial de sus hermanos más avanzados, por la cual el hombre volvía a ver a los espíritus obrando en aquel mundo que siempre le había rodeado, como antes, antes de que el alma humana se hubiera encarnado. Esto es lo que experimentaron los discípulos de la época turaniana, tales fueron las primeras enseñanzas religiosas, tales les fueron enseñadas las leyes del mundo. Y de esas iluminaciones se recibían fórmulas y diagramas, pues también se podía trabajar a través de diagramas, si el trazo tenía una legitimidad muy definida, actuaba de tal manera que podía enseñar al hombre grandes secretos del mundo. Si se dibujara un vórtice para una persona, ésta no lo habría visto con los ojos abiertos. Pero si este vórtice se mantuviera frente a él en un sueño hipnótico, entonces esto habría evocado sensaciones muy especiales, por ejemplo la forma en que una planta se desarrolla en una semilla y la semilla se convierte en una nueva planta. Tales fórmulas, tales líneas, fueron transmitidas por estas escuelas de adeptos y más tarde entregadas a los pueblos por los diversos fundadores de religiones.

Cuanto más retrocedemos, más unificada encontramos aquella alma que una vez que se individualizó, estaba distribuida entre los seres humanos individuales. Debido a que las almas individuales estaban distribuidas y aisladas unas de otras, se han vuelto diferentes. Hoy en día, mientras dormimos, todos los cuerpos astrales siguen siendo similares entre sí; durante el día se ven muy diferentes. Así era también en aquel estado hipnótico, donde se les enseñaba realmente a los cuerpos astrales, que entonces eran todos bastante parecidos. Una cierta sabiduría primordial podía ser comunicada a todos ellos. Pero cuando esta capacidad de recibir sabiduría de esta manera se perdió para el hombre, hubo que enseñar en la antigua India según lo requería el cuerpo indio, en Persia según lo requería el cuerpo persa, y asimismo de manera diferente en Grecia, en Egipto y entre las tribus germánicas. Esto lo requerían los cuerpos físicos exteriores según las diversas influencias que se ejercían sobre ellos. Esto fue moldeado por los fundadores de la religión en aquellas formas que nos han sido transmitidas hoy como la enseñanza egipcia de Hermes, como la enseñanza de Zaratustra y etcétera.

Pero en todas las formas básicas de las religiones reales vive aquello que les dio origen. La iluminación que el hombre recibió en el pasado es también algo muy diferente de lo que puede ocurrir hoy. Era una comunicación no a través de enseñanzas, sino a través de la vida. Es una forma mucho más íntima en la que el alumno se enfrenta al maestro. Se puede imaginar, por ejemplo, que el vórtice estimulaba directamente las sensaciones. Hoy en día, se comunican conceptos y las sensaciones primero deben ser encendidas por los conceptos. Pero es precisamente de este tipo de influencia a través de la vida de donde surgieron las fórmulas religiosas. Así, la naturaleza séptuple del hombre era algo que se comunicaba en la escuela de adeptos de los turanios. Pero aún hoy se ocultan como pensamientos en el Padrenuestro. Este Padre Nuestro es la expresión de la naturaleza séptuple del ser humano.

Esto quedó claro para el discípulo de los adeptos turanios por el hecho de que se trajo a sus oídos una escala de tonos como símbolo de los siete miembros del hombre, mezclada con ciertos conceptos de color y una escala de aromas. Lo que había en la escala armónica de siete miembros surgía en él como una experiencia interior, para la cual lo que había externamente era sólo un medio. Esto es lo que los grandes fundadores de la religión vertieron en ciertas fórmulas, y esto es lo que el más grande de ellos vertió también en el Padre Nuestro, y todo el que reza el Padre Nuestro tiene el efecto de tales fórmulas.

El Padre Nuestro es una oración que no es un mantram como tal. Seguirá teniendo su significado cuando hayan pasado miles y miles de años, pues es un mantram de pensamiento. El efecto de ésta oración fue vertido en pensamientos, y así como es cierto que el hombre puede digerir bastante bien sin que un fisiólogo le diga primero cuál es el efecto del proceso digestivo, es igualmente cierto que quien reza la oración del Padre Nuestro siente el efecto de ésta, aunque no permita que se lo digan. El efecto del Padrenuestro está ahí, pues reside en el poder del propio pensamiento. Sin embargo, hay también una comprensión superior que da al Padre Nuestro un significado más profundo, y nadie debería cerrar su mente a esto. Este es el camino que han tomado las verdades religiosas.

Vuestras almas, que hoy viven en vuestros cuerpos, vivieron una vez en la sustancia espiritual divina común y allí se iluminaron de forma sonambulista. Sin conciencia del yo podían percibir cómo crean las fuerzas espirituales-divinas. Después las almas fueron incorporadas. Esto oscurecía cada vez más su percepción e incluso les privaba de la posibilidad de inducir artificialmente este estado, como aún podía producirse en la escuela turana de adeptos. Las enseñanzas religiosas y las fórmulas que se extraen de la sabiduría primordial que creó el mundo mismo son sólo un eco de las sensaciones que pueden comunicarse de persona a persona. La sabiduría del Antiguo Testamento es como si se hablara desde las ideas primigenias, desde la sabiduría primordial que subyace a las cosas y que sus alma poseyeron una vez. En el futuro sucederá que la gente volverá a tener lo que originalmente poseía en su conciencia de sueño embotado, pero ahora en conciencia brillante y clara, desde el alma. El hombre tendrá su actual conciencia brillante y clara y, además, la iluminación. Para alcanzar la autoconciencia, el hombre tuvo que renunciar a la clarividencia original, y cuanto más se atenuaba esta clarividencia original, más surgía la conciencia interior del yo. Una vez alcanzada ésta, el hombre habrá llegado a su última encarnación con la antigua clarividencia y un elemento recién adquirido en su interior como fruto de su vida.

Seguimos oyendo la frase de que la gente debe fundirse gradualmente en una conciencia total. Si perdieran su conciencia actual y se fundieran en una conciencia total, eso sería la salvación. Pero ese no es el caso. La conciencia del yo, que antes no existía en absoluto, seguirá existiendo aún después de la última encarnación. Aquello que se separó de la sustancia espiritual común volverá a reunirse de nuevo. Pero ahora imagínenselo así: Originalmente ustedes tenían agua clara, que ha sido absorbida por las muchas esponjitas. Sin embargo, durante este tiempo de  separación se ha absorbido todo lo que se puede absorber del entorno. Cada gota se tiñe de un color muy concreto. Cuando se vuelven a exprimir las esponjas, cada una trae consigo su propio color. Se trata de una variedad de colores, deslumbrante, más bella de lo que nunca antes pudo haber sido. Cada persona, cuando regresa a lo Espiritual, lleva consigo su color particular. Es su conciencia individual, que no puede perderse. La conciencia total será un unísono de todas las conciencias, una armonía. En libertad, los seres que han pasado por la humanidad serán uno. Seguirán siendo muchos, pero como quieren ser uno, pero no están obligados a serlo, serán uno. Cada uno ha recibido su conciencia, y todos juntos forman una conciencia unificada por medio de su voluntad. Así es como debemos imaginar el principio y el final de nuestro actual proceso mundial.

No debemos utilizar frases, sino que debemos ver las cosas como son. Hablar de "fundirse en una conciencia omnímoda" es una frase panteísta. Cuando hablemos desde el punto de vista de la eternidad, tendremos que poner delante de nuestras almas una frase que nos muestre que la humanidad no estaba allí en vano, que tenía un sentido en el universo. En otras palabras, quien se dedica al estudio de los hechos del mundo acaba por decirse a sí mismo que el hombre está llamado a aportar algo para dar sentido a esta vida. En última instancia, debe depositar en el altar de la Divinidad la porción que ha adquirido para sí mismo. Y a partir de esto se tejerá la tela, como tan bellamente se la llama, que todo el espíritu de la tierra teje. Esto contiene todo el yo humano, y Goethe hablaba como un verdadero iniciado cuando lo describía como un proceso real:

En las mareas de la vida, en la tempestad de la acción
Subo y bajo en oleadas
Me agito de un lado a otro
El nacimiento y la tumba
son un mar eterno,
Un entramado cambiante,
Una vida candente,
que voy tejiendo en el apresurado telar del tiempo
para hacerle el manto viviente a la Divinidad.

La deidad vestirá el traje inmortal cuando la tierra haya alcanzado su consumación, y los seres humanos individuales a medida que asciendan por las encarnaciones individuales, habrán tejido la tela en su paso por el nacimiento y la muerte.

Traducido por J.Luelmo may,2024

lunes, 27 de mayo de 2024

GA096 Berlín, 19 de octubre de 1906 La relación de los sentidos humanos con el mundo exterior

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IMPULSOS ORIGINALES DE LA CIENCIA ESPIRITUAL

RUDOLF STEINER

EL ESOTERISMO CRISTIANO A LA LUZ DE LOS  NUEVOS CONOCIMIENTOS ESPIRITUALES

La relación de los sentidos humanos con el mundo exterior

Berlín, 19 de octubre de 1906

Puesto que nos hemos reunido en vísperas de nuestra Asamblea General, también debería parecer bastante apropiado, en vista de los próximos días, que esperamos sean bastante estimulantes, abrir nuestra reunión de hoy con una conferencia para nuestros invitados del extranjero y, por tanto, naturalmente también para los miembros de Berlín. Al mismo tiempo, tal conferencia, que se inserta fuera del programa como un regalo gratuito, también puede proporcionar algo que sería mas bien difícil de encajar en el curso normal de las conferencias teosóficas; algo para el teósofo avanzado y al mismo tiempo para los que están comenzando. Sin embargo, estos últimos deben primero tratar de abrirse camino hasta las cosas en cuestión. Sólo involucrándose más seria e intensamente podrán llegar por completo. Por otra parte, también debe ofrecerse algo a aquellos que quieran escuchar algo de las partes accesibles para nosotros de los mundos superiores.

El tema que abordaremos es la relación de los sentidos humanos con el mundo exterior, con lo que nos rodea espiritual y físicamente en el mundo. Al hacerlo, abordaremos algo que todavía no está suficientemente reconocido en nuestros círculos, a saber, la cuestión de cómo debemos imaginar realmente la relación entre los cuatro miembros del ser humano.

Uno de los primeros mensajes de la ciencia espiritual es que el ser humano consta de un cuerpo físico, un cuerpo etérico, un cuerpo astral y un cuerpo que en nuestras observaciones siempre hemos llamado portador del yo. En dicho portador del yo, están incorporadas ya las semillas de un desarrollo aún más elevado del ser humano. Todo esto se comunica al teósofo a través de obras elementales además de lo que escucha gradualmente en las primeras conferencias. Sin embargo, a menudo se dice que de estas cuatro partes de la naturaleza humana el portador del yo es la más elevada, el cuerpo astral es menos elevada, el cuerpo etérico aún menos elevada, y el cuerpo físico es la más baja.

Atma
Budhi
Manas
一一一一一一一一
Kama Manas (Yo)
cuerpo astral
Cuerpo etérico
Cuerpo físico

Acerca de cómo se relacionan estas cosas entre sí, lo pueden encontrar ustedes leyendo mi obra "Teosofía". Nos ocuparemos de los cuatro elementos inferiores, que se denominan el cuadrilátero pitagórico. Lo que se conoce como yo o kama-manas se considera a menudo como el elemento superior, el cuerpo astral, el cuerpo etérico y el cuerpo físico como los elementos inferiores. Esta manera de ver las cosas es, sin embargo, muy unilateral y a menudo he subrayado que esto no es correcto. En su naturaleza el cuerpo físico es lo más perfecto, y también es lo más antiguo que posee el hombre. ¡¡ Observen este cuerpo físico en todas sus partes, estúdienlo con los medios de la ciencia! Basta con reflexionarlo a fondo una vez, y tendrán que decirse a sí mismos: Este cuerpo físico está maravillosa y sabiamente construido en todas sus partes, la cosa más sabia que se conoce en el mundo. 

No hay nada en este mundo, en la medida en que pueda explorarse por medios físicos, que sea más perfecto que el cuerpo físico del hombre. Si observan ustedes todo un cosmos de estrellas o se sumergen en una obra de arte mecánica humana, por muy hábilmente ensamblada que esté, no descubrirán nada más perfecto que el cuerpo físico. Si estudian el corazón humano con las tareas que tiene asignadas como puro aparato físico o incluso sólo un trozo de hueso con todas las maravillosas "vigas", lo encontrarán confirmado. Sólo hay que coger un trozo de hueso del muslo. Dotado de un a modo de vigas que van estructuradas por aquí y por allá:


El ingeniero más ingenioso no podría fabricar un armazón tan perfecto como el construido por el cosmos para sostener el torso humano. Lo mismo ocurre con el cerebro humano y con todos los órganos que forman parte del cuerpo físico del hombre. Si se estudia toda la naturaleza, no hay nada que se parezca a este cuerpo físico en cuanto a perfección.

¿Por qué es tan perfecto este cuerpo físico? El ser humano no ha llegado a ser como es ahora de repente. Para llegar a ser así, ha tenido que pasar por un largo desarrollo. Lo que hoy tenemos ante nosotros como ser humano, es decir, lo que consiste en estos cuatro miembros, no sólo ha atravesado un largo desarrollo en este planeta terrestre exterior. Este planeta fue precedido por otro, que fue el predecesor de nuestra Tierra. Esa fue la antigua Luna. Este fue precedido por el antiguo sol, y el sol por el antiguo Saturno. Imagínense esto igual que el hombre pasa por sus encarnaciones. La tierra también ha pasado por estados similares. Podemos seguir cuatro estados semejantes. Aquí miramos retrospectivamente sobre tiempos inconmensurablemente largos, sobre periodos de tiempo de los que un terrícola no puede ni imaginarse. Pero en todas partes ya existía algo de este cuerpo físico del hombre. En el antiguo Saturno ya existía la primera formación del cuerpo físico. En aquella etapa no había nada del actual cuerpo etérico, ni tampoco del cuerpo astral, y mucho menos del yo del hombre. Esto demuestra que este cuerpo físico ha pasado por cuatro etapas. Una vez surgió como un cuerpo físico simple, como un armazón básico, en el antiguo planeta Saturno. Luego pasó por una transformación y entró en un estado crepuscular, un pralaya. A continuación, este cuerpo físico emergió de nuevo en el antiguo sol, que es algo muy diferente del sol de hoy, pero en un nivel superior. Sólo ahora se añadió el cuerpo etérico. Por lo tanto, el cuerpo etérico es mucho más reciente que el cuerpo físico. Bajo la influencia de lo que ya existía del cuerpo físico, es decir, lo que ahora ya ascendía a un segundo nivel de perfección, se desarrolló ahora el joven cuerpo etérico. En aquel tiempo, cuando los cuerpos físico y etérico estaban presentes juntos en el sol, todavía no había nada del cuerpo astral. Este sólo llegó a existir en la tercera encarnación de la tierra, en la antigua luna. Entonces el cuerpo físico del hombre pasó por su tercera etapa de perfección, el cuerpo etérico sólo por su segunda etapa. En la luna el cuerpo físico está en el tercer grado, por así decirlo, el cuerpo etérico en el segundo grado, el cuerpo astral en el primero. El yo sólo se añade en la tierra y todavía no ha pasado por nada. Cuando el cuerpo físico, aparece en la tierra, lo hace ya por cuarta vez desde aquel lejanísimo antiguo saturno. Cuando ya hayan pasado tres encarnaciones planetarias más, el portador del yo del hombre estará tan avanzado como lo está hoy el cuerpo físico. Al cuerpo astral le faltan dos encarnaciones planetarias mas para alcanzar el mismo nivel de perfección que el cuerpo físico actual. Y cuando se haya completado otra encarnación planetaria, el cuerpo etérico habrá alcanzado el mismo grado de perfección que tiene hoy el cuerpo físico.

También pueden convencerse mediante una reflexión bastante trivial de que el cuerpo astral es mucho más imperfecto que el cuerpo físico. El cuerpo físico, en su sabiduría, jamás cometería errores tan groseros como el cuerpo astral. Basta pensar en lo que hacen los instintos, deseos y pasiones que viven en el cuerpo astral, en las ansias que desarrollan. El corazón debe permanecer sano durante décadas, aunque el cuerpo astral tenga placeres que perjudican al corazón. Este es el caso, por ejemplo, cuando tomamos café o té, etcétera. El corazón no quiere esos placeres, pero el cuerpo astral sí. El cuerpo astral hace aquello que el cuerpo físico gracias a su nivel de perfección, se resiste. En el planeta que llamamos Venus, el cuerpo astral estará tan avanzado que se comportará tan sabiamente como el cuerpo físico, si no se le perturba.

Por lo tanto, debemos considerar el cuerpo físico como la parte más cuidadosamente elaborada y más perfectamente construida del ser humano. Cada vez que el cuerpo físico ha superado una etapa planetaria, siempre ha aprendido algo y se ha perfeccionado cada vez más. "Si observan ustedes el ser humano físico, verán que consta de varios órganos. Pero la gente no piensa mucho en cómo surgieron estos órganos. La anatomía, la ciencia describe al hombre como compuesto de estos o aquellos órganos, que tiene un hígado, un corazón, una nariz para oler, oídos para oír, ojos para ver. Y la ciencia también describe estos órganos detalladamente. Pero hace algo muy especial que sólo se puede comparar con lo siguiente. 

Imaginen que pusiéramos una mesa vieja y otra nueva una al lado de la otra, describiríamos las dos mesas de forma bastante trivial. Una tiene cuatro patas, la otra un tablero, una es de este color, la otra tiene cuatro patas, la otra un tablero, la otra es de este color, y así sucesivamente. Las descripciones pueden ser bastante correctas y, sin embargo, lo importante ni siquiera se menciona en esta descripción: a saber, que una es una mesa vieja y la otra nueva. También se pueden describir los ojos y las orejas del mismo modo. Se puede describir su aspecto actual. Se puede describir el oído externo, el conducto auditivo externo hasta el nervio auditivo, etcétera. Del mismo modo, pueden describir el ojo humano. Ambos tendrán un aspecto muy bello, y puede parecer que estas descripciones tienen el mismo valor. En el sentido oculto más elevado no lo tendrían. No son equivalentes por la razón de que estos dos órganos, los ojos y los oídos, tienen orígenes completamente diferentes.

Si retrocediéramos hasta el antiguo Saturno y examináramos la primera estructura del cuerpo físico humano, donde no puede haber ninguna sospecha de la existencia posterior del cuerpo etérico, el cuerpo astral y el yo, si examináramos ese peculiar cuerpo físico tal como era en aquellos tiempos, buscaríamos en vano las primeras estructuras de los ojos. No podrían ustedes encontrarlas, porque en aquella época aún no estaban presentes en aquel primer cuerpo. En cambio, en ese cuerpo de Saturno ya se encontrarían las disposiciones para el oído humano. He hí pues esta diferencia de edad, que les resultará comprensible si consideran que el cuerpo físico ha pasado por tantas etapas como encarnaciones planetarias ha habido. En la primera etapa llegó tan lejos que formó completamente las orejas conforme a su estructuración de entonces. En realidad ya estaban preformadas cuando el hombre llegó a Saturno procedente de mundos completamente diferentes. El hombre ya había entrado en esta cadena evolutiva con la capacidad de oír. En este primer planeta añadió entonces la disposición para lo que se podría llamar el sentido del calor, también se podría decir la sensación de calor. Generalmente hablamos de un sentido cutáneo. Pero hay que distinguir dos cosas. Primero, es un sentido del tacto, que percibe cosas duras y blandas; pero luego es también un sentido del calor, que percibe calor y frío. Ahora hablamos de este sentido del calor. Esto da lugar a la siguiente secuencia de etapas. Primero tenemos el sentido del oído y luego el sentido del tacto, el sentido del calor. Este sentido del calor se formó en la encarnación planetaria que llamamos Saturno. Este sentido se remodela de forma natural en diferentes etapas de la evolución. Cuando aparece por primera vez, es algo muy diferente de aquello en lo que se transforma más tarde. Ese antiguo sentido del oído con el que el hombre entró en la evolución planetaria era un sentido del oído muy peculiar. Se podría caracterizar mejor si dijéramos: Este cuerpo físico humano era básicamente un gran oído. El hombre era todo oídos cuando comenzó su desarrollo planetario. Como cuerpo físico, el hombre apenas se diferenciaba del resto de su entorno. Sonaba, y todo sonaba con él. En todo su cuerpo oía lo que vivía fuera como los sonidos del mundo. Al igual que una cuerda resuena cuando se golpea otra, por cada sonido que resonaba en el mundo había una vibración afín en el cuerpo físico humano. Todo resonaba.

Y a continuación, el desarrollo ulterior de los sentidos consiste en su especialización. Si al principio el hombre era todo oídos, ahora se le unió el sentido del calor. Lo que antes era una sola entidad se diferenció en dos. Esto también se expresó físicamente. Aparecieron ciertos órganos que sólo transmitían el oído y otros que sólo transmitían la percepción del calor. Así, con cada nueva aparición del cuerpo físico, todo el ser humano cambia. Sus sentidos se especializan y se convierte cada vez más de un ser simple en un ser tremendamente complejo. De este modo, el hombre entró en la evolución de Saturno con la facultad del oído. En Saturno adquirió el sentido del calor. En la evolución solar que siguió a la de Saturno, el hombre adquirió el sentido de la vista. El desarrollo del sentido de la vista durante el período solar es, pues, la tercera etapa, con la que los demás sentidos se remodelan de la manera correspondiente, de modo que el hombre en el sol es un ser que oye, siente y ve.

A continuación proseguimos la evolución y llegamos a la Luna. El sol ha entrado de nuevo en un pralaya. Luego vuelve a salir como la luna. En la luna, se desarrolla el sentido del gusto además de los otros tres sentidos que ya poseía el hombre. Seguidamente el hombre ha desarrollado cuatro de los sentidos actuales. Los otros se especializan, es decir, se distribuyen en los órganos individuales. Es posible seguir literalmente cómo se desarrolla este cuerpo físico como órgano para el mundo exterior. El sistema nervioso simpático ya se había desarrollado en el sol. Durante la vida en la antigua luna el desarrollo de los demás órganos también continúa paso a paso, pero nos limitaremos a los sentidos. En la luna, por tanto, se añade el sentido del gusto, y en la tierra el más reciente de los sentidos, el sentido del olfato. Si se estudian los sentidos hoy en día, se puede afirmar que el olfato es el sentido más reciente que se ha desarrollado en el ser humano. El sentido del gusto ya existía en la evolución de la luna y se ha remodelado una vez. Cada reorganización es un perfeccionamiento. El sentido del olfato es el más imperfecto. El sentido del gusto ya ha corregido sus defectos una vez. El sentido de la vista ya ha corregido sus defectos dos veces, el sentido del calor tres veces. El sentido del oído, sin embargo, es el más perfecto porque ya ha sufrido cuatro transformaciones y la quinta de ellas en la Tierra.

Así que hay que entender este cuerpo humano como un ser muy complejo y ser conscientes de que ha sido necesario mucho para construir gradualmente el cuerpo físico del hombre. Hay que conocer la edad relativa de las diversas partes de este cuerpo si se quiere formar un juicio sobre él. Y así los sentidos, también con respecto a su grado de perfección, se sitúan a su vez en diferentes relaciones con otras entidades. Un órgano de los sentidos que es más perfecto, que ha sido transformado más a menudo, está en relación con mundos muy diferentes que un órgano de los sentidos que sólo ha sufrido unas pocas transformaciones. 

Empecemos por el sentido del oído. Este sentido ha pasado por toda una serie de etapas. Ya estaba presente en Saturno como esbozo cuando el hombre entró en su evolución. ¿Qué ocurrió entonces? La evolución física de Saturno llevó el sentido del oído un paso más allá y le añadió el primer desarrollo del sentido del calor. Luego vino la evolución solar, y el cuerpo etérico se añadió al cuerpo físico. De este modo se insertó un nuevo miembro de la naturaleza humana, que cooperó en la transformación de los sentidos. A partir de la luna coopera el cuerpo astral, y a partir de la evolución terrestre coopera el portador del yo. Pero algo más está condicionado por toda esta conexión. Debido a que el sentido del olfato apenas acaba de entrar en la serie de los sentidos en la tierra, el yo todavía no tiene ninguna influencia sobre el sentido del olfato. Todavía se encuentra en el proceso de desarrollo puramente físico. Sólo sobre el sentido del gusto tiene influencia el cuerpo etérico del hombre. El cuerpo astral del hombre influye sobre el sentido de la vista, y el portador del yo sobre el sentido del calor y del sentimiento. Y lo que se ha desarrollado en el hombre como los primeros comienzos de manas, como la primera disposición a este yo espiritual superior, tiene una influencia sobre el sentido del oído. De hecho, lo que pertenece a la naturaleza superior del ser humano sólo influye hoy en el sentido del oído. De todo aquello que conquistan los cuatro sentidos inferiores, nada se incorpora aún al alma eterna. Sólo lo que puede expresarse con palabras, lo que el hombre puede revestir con palabras, la palabra sólo necesita ser pensada, y sin embargo es oída interiormente, pertenece a la parte eterna, imperecedera del hombre. Todos los pensamientos que pueden revestirse de palabras, los sentimientos que viven tan claramente en el hombre que podrían expresarse mediante palabras, todos los impulsos que el hombre puede realmente caracterizar, que no viven en él como impulsos oscuros sino que son tan claros que pueden traducirse en palabras, todo esto pertenece a la parte eterna del hombre. La palabra es, pues, algo que pertenece al fundamento eterno del hombre. Por tanto, si se empieza a hablar de lo eterno en absoluto, hay que hablar de la palabra en el sentido más literal. En aquel tiempo, cuando la tierra entró en su evolución, cuando la evolución de la tierra comenzó en Saturno, existía esta primera facilidad para las palabras. Sólo en la tierra surgió esta facultad. La frase debe tomarse literalmente: "En el principio era el Verbo". Tales pasajes evangélicos no sólo deben entenderse simbólicamente, sino que su significado debe ser elaborado para que puedan entenderse literalmente. La Palabra es también el principio de lo que es eterno en el hombre. Por tanto, la palabra, la palabra audible, es también lo primero del hombre que es útil en la futura construcción del mundo. Todo lo que producen los otros sentidos no es en absoluto útil para la evolución que la tierra ha de experimentar todavía.

Las sagas y los mitos suelen contener la sabiduría más profunda. ¿O no sabe la leyenda que lo que produce el sentido del olfato no es útil inicialmente para la evolución terrestre? ¿Qué únicamente cuando se haya pasado por otras evoluciones planetarias será útil lo que contiene el sentido del olfato? Por eso el padre de todos los obstáculos es el que deja tras de sí un olor desagradable: El diablo es perceptible posteriormente a través de un olor desagradable que deja tras de sí. Así pues, la sabiduría más profunda puede encontrarse en el mundo de las leyendas, pero hay que saber tomarlas al pie de la letra en el sentido más elevado.

La consideración de los sentidos y su conexión con el mundo puede llevarnos aún más lejos. Destaquemos uno de ellos, el sentido de la vista. Este es el punto medio de los sentidos.

Ahora síganme en algo bastante sutil. Ustedes saben que el cuerpo astral, en el que viven los impulsos internos, los deseos y las pasiones del ser humano, se hace visible para el clarividente como un cuerpo de luz. En este cuerpo de luz aparecen las más variadas figuras y colores. Cada pasión, cada impulso tiene un color determinado. Todo ello, incluso el estado de ánimo básico, se puede observar en este cuerpo de luz. Si se observa el cuerpo de luz de una persona que está muy nerviosa, se verá completamente impregnado de puntos brillantes y resplandecientes. Todo brilla y desaparece y se despliega en los colores más diversos.

En caso de que haya un afecto terrible, se encontrarán tales rayos:   

Una persona que tiene un resentimiento reprimido tiene en él figuras como serpientes. 

Pero esto es difícil de dibujar, porque está constantemente en movimiento, como un rayo. Así que interiormente hay ira o resentimiento o nerviosismo cuando el alma se retuerce interiormente. Lo que una persona experimenta interiormente es el estado de su alma. Externamente, este estado del alma se hace visible al clarividente como un fenómeno lumínico.

El ojo físico ve luces y colores a su alrededor. Así como el clarividente percibe el aura en el cuerpo astral como rojo, azul, amarillo y verde, el ojo físico ve rojo, azul, amarillo y verde a su alrededor. En ambos casos, la causa es exactamente la misma.

Así como en el cuerpo astral detrás del rojo existe un deseo, detrás del rojo de la flor como "cosa en sí" también existe un deseo. El rojo de la flor es un deseo que vive en la flor. Lo que hace el sentido de la vista cuando pasa por este punto no es diferente de dar la vuelta a una falda, girarla hacia el otro lado. Mientras que la naturaleza astral del hombre se expresa en el aura, la naturaleza astral exterior vive detrás de todo el mundo del color y de la luz, detrás del mundo del sentido de la vista. Nunca habría colores en el mundo si las cosas no estuvieran completamente impregnadas de entidades astrales. Lo que aparece en el mundo como colores proviene de los seres astrales que se manifiestan exteriormente a través del color. Al girar el interior hacia el exterior, la entidad desciende del plano superior al inferior. Podrán lograr lo siguiente a través de la meditación:< Si ustedes tienen una superficie verde, como una hoja, frente a ustedes y ahora salen de sí mismos para mirar la cosa desde el otro lado, entonces verían la entidad astral que está detrás del color verde y que se indica a sí misma a través del color verde. Tienen que imaginárselo así: Al mirar hacia el mundo y ver este mundo cubierto de colores, tienen que suponer los seres astrales que están detrás de estos colores. Así como ustedes dejan que los colores de su aura aparezcan al clarividente desde su interior, así la cubierta de colores del mundo es la expresión del aura cósmica. Todo lo que está coloreado en el mundo es un aura dirigida hacia ustedes. Si pudieran darle la vuelta a su aura como a una falda, también verían su aura físicamente visible en el lado opuesto. Esto se aplica al sentido de la vista, y así se puede ver que el sentido de la vista está íntimamente relacionado con el mundo astral.

Si pasamos a considerar el sentido del tacto, el sentido del calor, éste, a su vez, tiene una relación universal con las partes inferiores del mundo astral. Mientras que el sentido de la vista está más en relación con las partes superiores del mundo astral, el sentido del tacto o del calor está a su vez en una relación similar con las partes inferiores del mundo astral, más con la zona en la que el mundo astral ya se funde con el mundo etérico. El sentido del oído está directamente relacionado con el mundo físico, y lo que ustedes perciben como sentido del oído son vibraciones del aire físico.

Esto es algo que yo les pido que comprendan sólo de la manera más sutil y correcta. Si ustedes quieren ver algo, debe haber un ser astral detrás del color que ven. También detrás del calor que se siente tiene que haber un ser astral. Si quieren oír algo, han entrado completamente en el mundo físico, porque el sentido del oído es el sentido más perfecto, y pueden oír a un ser físico. Sólo mediante la palabra el mundo espiritual descendió propiamente al mundo físico. Si empezamos por arriba, podemos decir, por tanto: Los fenómenos del sentido del oído se encuentran por completo en el plano físico, los del calor ya se elevan más arriba, los del sentido de la vista están en el plano astral, y los fenómenos que percibimos a través de los sentidos más imperfectos pertenecen a las partes más elevadas del mundo espiritual. Y aquello que llega hasta el mundo físico es sólo lo más imperfecto. Por eso, lo que el sentido del olfato puede captar, lo que desciende al mundo físico, es lo más imperfecto. Si esto se independiza, entonces se separa del curso evolutivo del mundo, de la evolución. Lo que se manifiesta en el sentido del olfato sólo debe aparecer hoy en estrecha conexión con los mundos más elevados. Tomemos, pues, aquellos seres que, justo cuando el sentido del olfato había comenzado a desarrollarse en la tierra, se separaron de la evolución y se independizaron. Estos son seres que prefieren darse a conocer a través del sentido del olfato. Por eso es una bella característica de la leyenda que los ángeles caídos sean desagradablemente perceptibles al olfato. Por haberse escindidos en la evolución, son perceptibles al olfato.

Por tanto, si se preguntan qué hay realmente más allá de la piel, que encierra los órganos de los sentidos humanos, tienen que decirse: ahí es donde se encuentran realmente los diversos planos superiores y sus entidades.

Ahora bien, la investigación física está en maravillosa armonía con todo esto. No hay más que ver cómo se forma un ojo.

Los órganos humanos no se forman de dentro hacia fuera, sino que se empujan desde fuera. Así ocurre con todos los órganos humanos y animales. El término técnico es invaginación. En los animales que tienen médula espinal, originalmente se formó un surco y la médula espinal se insertó en este surco desde el exterior. Del mismo modo, los sentidos también se insertan desde el exterior.

¿Qué es lo que hace que el ojo se intrusione de ese modo? Es obra de las entidades que trabajan en la luz. Son las entidades que trabajan en el rayo de luz las que forman el ojo a partir del organismo, es decir, aquellas entidades que están astralmente detrás de la apariencia externa y de las que hemos dicho que las veríamos si pudiéramos girar nuestra conciencia. Son ellas las que han perforado el ojo en el organismo físico. Por lo tanto, la formación del ojo es obra de seres de luz. Del mismo modo, los demás órganos están formados por seres de los diferentes mundos.

Palpando en tu piel, puedes sentir como si los seres de los diferentes lados hubieran trabajado en tu cuerpo. Cuando el hombre llegó a Saturno en su primer desarrollo, sólo los seres más elevados pudieron trabajar en su órgano del oído. Los seres superiores y también los inferiores le enseñaron a oír, hasta que en la Tierra los seres encarnados en el aire exterior también empezaron a trabajar en su órgano del oído. Con el órgano del oído el hombre oye el aire en movimiento; ahí es donde se encuentra el sonido.

Si realmente plasmamos esto en nuestras almas, nos daremos cuenta de una manera muy profunda de por qué el aire desempeña un papel tan especial en la historia de la creación, por qué primero tuvo que ser soplado en el hombre para que también pudiera desempeñar este papel en relación con su órgano del oído: "El Creador insufló en el hombre el aliento vivo, y éste se convirtió en un alma viviente". El hombre mismo es creado a través de la palabra, del sonido, en su máxima expresión. De ahí se desprende también la relación que existe entre el hombre y todo su entorno a través de sus sentidos. Si observan ustedes su rostro, puedes decirse: Los seres que viven en el plano astral han trabajado en su rostro. Ellos viven en el rayo de luz. El rayo de luz consta de una parte física y otra astral. Ahora imaginen ustedes que en alguna parte sobresalga un rayo de luz.

Ahora también se darán cuenta del significado más profundo que tiene cuando Chamisso habla de Peter Schlemihl como el hombre sin sombra. Peter Schlemihl perdió su alma con la sombra. Si leen ustedes la novela de Chamisso con este pensamiento en mente, se darán cuenta de que hay algo mucho más profundo detrás de algunas de estas historias.

De hecho, cada vez se darán más cuenta de que la persona que no sabe nada de estas cosas camina por el mundo más o menos como un ciego. La persona que no sabe nada de los mundos espirituales ni siquiera tiene idea de lo que arrastra en su sombra. Todas esas cosas sutiles que nos rodean sólo volverán a ser reveladas a la gente gracias al conocimiento científico espiritual. El mundo está lleno de enigmas para aquellos que quieran percibirlo. Cuando el hombre perciba estos enigmas, ya no considerará la visión científico-espiritual del mundo como algo superfluo o como el sueño de unos cuantos fantasiosos, sino que reconocerá que la realidad que nos rodea sólo se nos hace accesible a través de la visión científico-espiritual. No debemos cansarnos de estudiar lo que nos rodea. Inumerables espíritus han trabajado en la compleja estructura que es el ser humano. Por eso esta estructura exhibe tan diferentes grados de perfección. Sólo a través de ella el oído físico ha adquirido el derecho a oír en el escenario físico, porque ha pasado por muchas etapas. Aquél que, como chela, pasa por la etapa de Venus bajo un maestro, también puede percibir a sus semejantes en el plano físico en el efecto de luz; entonces el efecto de luz también desciende al plano físico.

El curso de la evolución es bastante regular. Así como el sentido del oído descendió al plano físico, el sentido de la vista también desciende al plano físico, hasta llegar a la clarividencia real. Esto se puede comprender lógicamente. Todo aquel que está preparado para pensar ya puede ver el sentido de ello, y nadie puede refutarlo con sólo pensar. Así ocurre con todas las cosas en la ciencia espiritual. Sólo aquellos que no quieren pensar, o que sólo aplican el pensar a lo que están acostumbrados a pensar, lucharán contra la ciencia espiritual. También puede haber gente que diga: No quiero viajar en tren, pero eso no significa que se pueda negar la realidad del ferrocarril. También puede haber gente que diga: No hay nada malo en los mundos superiores. Pero eso no significa que se puedan negar los mundos superiores: éstos existen.

Hemos hablado de los órganos sensoriales del hombre y hemos intentado arrojar luz sobre su entorno. Hemos descubierto que los órganos sensoriales sólo existen porque otros seres los construyen. Del mismo modo podríamos haber hablado del ser interior, que se auto construye sobre el entorno. La ciencia física no está en condiciones de comprender estas cosas. La ciencia física puede mostrar qué diferencias estructurales existen entre el ojo y el oído, pero nunca puede mostrar la diferencia de edad entre el ojo y el oído. Esto sólo puede hacerlo la ciencia oculta, que ve detrás de los fenómenos externos. También podríamos haber mostrado que el hígado es un órgano mucho más reciente que el bazo. <Resultaría que cuando el cuerpo etérico se unió con el cuerpo físico, el bazo ya estaba allí, mientras que el hígado sólo se añadió cuando lo hizo el cuerpo astral, con las pasiones humanas. Esto es algo que se expresa de forma maravillosa en la leyenda de Prometeo. El buitre que roe el hígado de Prometeo, que está encadenado a la roca, tiene un profundo significado.

De modo que podrían estudiarse las grandes verdades contenidas en las leyendas de un modo nuevo. Hay una profunda sabiduría en las antiguas leyendas y mitos. Los mitos no fueron creados por la "imaginación poética popular", eso es una superstición de los eruditos. Los eruditos son las personas más supersticiosas que existen. Los creyentes en fantasmas no son tan supersticiosos como los eruditos. Es una superchería pensar que existe una imaginación popular ciega. En verdad, los grandes mitos provienen de los iniciados que conocían lo que ahora se hace accesible a la humanidad nuevamente en las grandes verdades teosóficas.

En la antigüedad también había sociedades en la tierra que pisamos en las que se enseñaba teosofía. Y desde allí salían emisarios que proclamaban al pueblo en mitos lo que habían oído en círculos internos. Así pues, el mito es un envoltorio para las verdades espirituales, y quienes se esfuerzan por reconocerlas pueden hacerlo a partir del mito. Estos son sólo mitos secundarios que no son atribuibles a los grandes iniciados. Los verdaderos mitos provienen de los iniciados como creación suya. Si se dan cuenta de esto, verán que en los mitos de los pueblos más diversos se recoge una escritura milagrosa. Aprendan ustedes primero a leer los mitos y a mirar en lo profundo del alma de los pueblos antiguos, los pueblos que crearon desde dentro, por así decirlo. Y si les dan la vuelta a los mitos, como acabamos de dar la vuelta al plano astral, obtendrán, en su concepción, la ciencia natural de hoy.

En las ciencias naturales nos enfrentamos a las mismas verdades: las verdades evolutivas contenidas en los mitos. De ahí la extraña correspondencia entre la idea más profundamente comprendida de la evolución y las enseñanzas más antiguas de la humanidad. Las cosas míticas son vistas desde dentro, la ciencia natural las ve desde fuera, pero son las mismas cosas. Esto es una indicación del hecho asombroso de que en los hechos científicos correctamente comprendidos reaparecen las verdades que se encuentran en los credos religiosos más antiguos. No hay que asombrarse de ello si se sabe que la ciencia natural no es otra cosa que la mitología vuelta del revés. Por tanto, debe parecerse en su estructura a lo que ya existía. Esta ha sido una reflexión sobre la relación de los sentidos con el mundo que nos rodea.

Mañana a las dos queremos hablar de cuestiones teosóficas que no son tan rebuscadas, pero que también repercuten en la vida práctica.

Traducido por J.Luelmo may,2024