AUTO CONOCIMIENTO Y CONOCIMIENTO DE DIOS
RUDOLF STEINER
El Génesis II
Berlín, 29 de abril de 1904
Conferencia 22
Hoy me gustaría hablar del Génesis en un sentido diferente. Me gustaría darles algunos conceptos que les permitirán tomar gradualmente el Génesis al pie de la letra. Para poder hacerlo, primero me gustaría remitirles a un pasaje de la epístola de Juan. Encontrarán un pasaje muy interesante en el capítulo quinto de la primera epístola de Juan, versículos 7-8:
Tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre, y estos tres son uno. [1 Juan 5:7-8]
En estas palabras tienen ustedes una diferenciación de los tres principios superiores y los tres inferiores, tal como deben entenderse en el sentido del esoterismo cristiano, del gnosticismo. Estos son el Padre, Atma; el Verbo, Budhi, el Creador, el Espíritu que impregna todo el mundo; y en tercer lugar Manas o Mahat, el Espíritu Santo. Santo es el vocablo que significa: aún no sujeto a lo físico. En el cielo, estos tres engendradores son Atma, Budhi y Manas.
Además de estos tres, existen los tres elementos espirituales en el ser humano. Los elementos espirituales se encuentran en toda la Cábala judía desde los libros originales de Moisés y en el esoterismo cristiano: la sangre, el agua y el espíritu. Primero hay que comprender lo que el esoterismo judío entiende por «sangre». Es la parte más baja del alma, lo que en Teosofía llamamos el astral - no nuestra sangre física. El esoterismo judío cree que el movimiento de la sangre proviene del cuerpo astral, y eso es correcto. El esoterismo judío llama sangre a todas las influencias que no sólo pasan directamente a través del alma, sino que también tienen un efecto físico. Es la fuerza activa, la fuerza motriz. Nosotros sólo llamamos sangre al jugo rojo que fluye a través del cuerpo.
El segundo es «agua». En todo tipo de lenguaje oculto, «kama» es el agua en todas partes. Son los sentimientos, las pasiones, los deseos y demás. Y ahora les diré por qué se llama agua. Es necesario que se familiaricen con la idea de que la humanidad actual está acostumbrada a imaginar muchas cosas de un modo más materialista que en épocas anteriores. Si se imaginan a un antiguo cabalista, él veía en esta agua no sólo el elemento que fluye, sino una parábola. Y él llegaba a ella de la siguiente manera. Él se decía: «El agua es el hogar de los animales que debemos clasificar como primigenios. Originalmente, los animales surgieron del líquido elemento: animales marinos, medusas, anfibios. Éstos, a su vez, emergieron del agua a la tierra. En ningún otro lugar surgieron las pasiones y los sentimientos como en el agua. Sólo más tarde surgió la tierra, y ahí es donde surgió lo más organizado. El alma, el sentimiento de placer y displacer, surgió del agua. El agua era el elemento que creaba placer y displacer en el hombre. Por eso llamaba al agua la fuente de lo que es placer y displacer.
Distinguimos el alma inferior que hace fluir la sangre. La sangre es la auténtica y más profunda alma. Donde sentimos placer y displacer, el dolor interior real, eso es lo que él llama el agua, porque deriva este elemento del alma del agua.
Después viene el alma pensante, el espíritu. Por lo tanto, tenemos el alma del sentimiento, (sensible), el alma interior, luego el alma del entendimiento, el alma de la mente (racional), y en tercer lugar el alma de la conciencia (consciente), el alma superior, la parte del alma en la que el espíritu brilla en el alma.
Ahora bien, el judío se decía a sí mismo: Donde brota el alma, allí está el alma. Por lo tanto, el judío veía en el mar y dondequiera que estuviera el elemento líquido, una parábola para el alma. Sólo porque la gente se ha acostumbrado a ver el alma, ve el agua física exterior.
Había un hombre entre los fariseos llamado Nicodemo, un dirigente entre los judíos. Se acercó a Jesús de noche y le dijo: Maestro, sabemos que eres un maestro venido de Dios, porque nadie puede hacer las señales que tú haces si Dios no está con él. Jesús respondió y le dijo: En verdad, en verdad te digo que el que no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: «¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede también entrar de nuevo en el seno de su madre y nacer? Jesús le contestó: «En verdad, en verdad te digo que el que no nazca del agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne, carne es; y lo que nace del Espíritu, espíritu es. No os extrañéis de que os diga que es necesario que nazcáis de nuevo. El viento sopla donde quiere, y se oye su sonido, pero no se sabe de dónde viene ni adónde va. Así es todo lo que nace a partir del Espíritu. [Juan 3:1-8]
Así es como Jesús quiere hacérselo entender. Puesto que Nicodemo era un pequeño mahatma, un maestro en aquellos días, le dijo: «Si uno no nace del agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. El hombre nace de la sangre de su madre; debe nacer de nuevo del agua y del espíritu. Lo que nace de la sangre es sangre, lo que nace del espíritu es espíritu.
Nicodemo le dijo: ¿Cómo pueden ser estas cosas? Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro en Isracl y no sabes estas cosas? [Juan 3:9-10]
Ahora también podemos tomar las primeras palabras del Génesis en el sentido correcto. El primer versículo puede traducirse de la siguiente manera:
En su Principio Originario Dios engendró su karma como el cielo y la tierra.
El concepto de creación, tal como lo tenemos ahora, no existía en las lenguas antiguas. «Creare> es latín y significa “crear”, pero procede de la palabra sánscrita “Kr”, y ésta a su vez de karma; significa por tanto “crear”, y el sentido de la frase es:
El karma Divino comienza a fluir.
Nuestra evolución en la Tierra fue precedida por una evolución en la que el mundo de Kama, el mundo de los instintos, los deseos y las pasiones, que constituía el contenido real de las entidades en la época lunar, pudo desarrollarse hasta el nivel más alto que podía alcanzar. Se había desarrollado hasta el grado más alto. Las personas que ahora viven en la evolución del mundo terrenal tienen el entendimiento. Nuestros antepasados no pensaban, sólo sentían lo que tenían que cumplir. Lo que la tierra tiene que desarrollar es el pensar. Tenemos un sentir que está por debajo del pensar. No nos guiamos directamente por el sentir, sino que dejamos que el pensar lo regule. El sentir es llevado a los canales correctos a través del pensar. Los habitantes de la Luna podían dejarse llevar por sus sentimientos. No necesitaban pensar en los asuntos de su vida. Sentían directamente lo que tenían que hacer. Esta vida del sentir, que vivía en todos los seres, allí se desarrollaba hasta alcanzar una altura infinita. Hoy en día, cuando lo que importa es la vida intelectual, ya no tenemos ni idea de la infinita dulzura y bondad y de la grandeza de esta vida del sentir. Los seres que se desarrollaron en la luna fueron llevados a la divinidad. Los maestros que evolucionaron en la luna eran la sabiduría pura que fluía del sentir. En aquella época estos maestros se unieron para formar grandes hermandades, y formaron una gran unidad cuando la luna se extinguió. Todo se había fundido en una gran unidad. A esta entidad divina, que era, por así decirlo, la cúspide de la época lunar, se le llama en el Génesis Dios, Yahvé o Jehová. El Dios no es otra cosa que la cúspide del desarrollo de los seres de la Luna. Yahvé es una deidad lunar y Helena Petrovna Blavatsky también la denomina así. Puede que ella lo haya enfatizado demasiado, pero es así. El gran ser que había desarrollado la vida del sentir hasta el nivel más elevado era Jehová o Yahvé. <Lo que vino de la luna, -el Kama en su más alta perfección, el agua en su más alta perfección, el diluvio-, se desarrolló en dos direcciones. Por un lado se condensaba y adoptaba lo material, la sangre; por el otro se diluía y adoptaba lo espiritual. Arriba se iluminaba en lo espiritual, abajo se oscurecía en lo sanguíneo. Así se diferenciaba Yahvé. El agua primordial engendra, por un lado, el cielo, su polo espiritual y la tierra por el otro, su polo físico, material.
Entonces, ¿Cuál era la situación? Piénsenlo, el agua kama llega, el espíritu está por encima, lo físico, la sangre, está por debajo. La tierra era un caos, la sangre estaba desorganizada. Nada más que lo físico-material inundando en confusión y caos. Eso era un polo.
La tierra estaba desolada y caótica y la oscuridad estaba por encima del agua. Bajo el agua estaba la oscuridad, la oscuridad estaba en las profundidades. Y por encima del agua estaba el espíritu. El agua era el centro. El espíritu flotaba sobre el agua Kama como un aura.
Vean muy claramente lo que es esta aura. Ya hemos hablado de ella. El cuerpo físico no es un aura, y lo que vive en el cuerpo físico tampoco es un aura, porque se puede ver con los ojos físicos. El espíritu tampoco es un aura. Sólo el alma proporciona aura; todo lo que es espiritual proporciona aura. Esta aura está influenciada por el cuerpo desde dentro o por el espíritu desde fuera. Por eso hay tres auras: la nublada por el cuerpo, la iluminada por el espíritu y la luz resplandeciente real del alma. Una es la zona a través de la cual el cuerpo se refleja en el alma, la otra es la zona a través de la cual el espíritu se refleja en el alma. Ahora se comprende cómo el espíritu de Dios se cierne sobre las aguas o sobre el alma, y que el kama está así iluminado por el espíritu. El espíritu no necesita ser luz. Sino que cuando el espíritu entra en el aura, intensifica la luz.
Y dijo Dios: ¡Hágase la luz! [Génesis 1:3]
Lo que significa: Que surja en las aguas el reflejo de lo Espiritual.
Me gustaría que las tres primeras frases del Génesis se entendieran literalmente. No se trata de dar sentido a estas frases, sino de pensar en lo que hay que decir. En el agua: Kama, en el Dios: lo más desarrollado que llegó a Kama desde la época lunar. "Esta es mi sangre": es la misma que fluye en la tierra.
El Génesis surgió de los escritos de los misterios del templo egipcio. Estos tenían dos grandes libros [morales]. Uno era el libro del microcosmos, el otro era el libro del macrocosmos. Este último describía cómo el gran cosmos emerge del agua por medio de la palabra. El primero, el libro del microcosmos, era el libro del ser humano perfecto. Ambas eran descripciones completamente paralelas. Hay que dar a entender que el hombre es un microcosmos. Esto sólo podía comprenderlo un iniciado.
Aquel a quien ama el maestro es a quien él inicia. El milagro de Lázaro es una iniciación. Por eso a Lázaro se le llama también aquel a quien Jesús amaba.
El Evangelio de Juan comienza con las mismas palabras: «En el principio era el Verbo».
Sólo se pueden entender los grandes libros del mundo si se tiene la confianza de que cada palabra sólo se entenderá cuando se profundice realmente en las cosas y sólo se tenga algo en contra de ellas lo más tarde posible. Esa es la confianza que necesitamos, porque debemos tener confianza en los grandes libros del mundo. Eso es lo que debemos aprender gradualmente de nuevo a través del movimiento teosófico, tomar realmente estos libros al pie de la letra.
«Montaña» es la palabra clave para las verdades superiores, para las iniciaciones. Jesús subió a la montaña con sus discípulos cuando vio a la gente. Aprendemos a reconocer en las Sagradas Escrituras la autoridad con la que están escritas. Las reconocemos como obras maestras cuando vemos cómo todo encaja maravillosamente y cómo lo que hemos adquirido a través de nuestros maestros desde el último tercio del siglo XIX forma de nuevo la clave para comprender estos grandes libros.
Traducido por J.Luelmo may,2025