viernes, 17 de diciembre de 2021

Las fuerzas formativas etéricas en el cosmos, la tierra y el ser humano - capítulo IX

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Capítulo IX

EL FENÓMENO DEL TONO

Dr. Guenther Wachsmuth 

año de 1926

No entraremos aquí en la cuestión de la experiencia del tono o de la teoría de la armonía en el ámbito del tono, ya que estas cosas requieren una discusión separada. Aquellos que han originado las grandes concepciones filosóficas -como Kepler- comprendieron, sin duda, cómo poner la "armonía de las esferas" (harmonices mundi) en el sistema cósmico en relación interna y externa con las armonías del ámbito del tono accesibles a la experiencia humana, una capacidad de concebir vastas interrelaciones como la que ha perdido nuestra cultura intelectual abstracta. Pero junto con esto también hemos perdido la comprensión real de ciertas interdependencias orgánicamente relacionadas de los procesos cósmicos y terrestres que pueden ser de gran importancia también en relación con la medida, el número y el peso. Mientras que, por lo tanto, los harmonices mundi deben esperar a ser discutidos por separado, debemos observar aquí primero la génesis del fenómeno terrestre del tono en conexión con la actividad de las fuerzas formativas etéricas.

En nuestra discusión inicial de las fuerzas formativas (Cap. Il), le aplicamos al éter químico también el término "éter sonoro", y lo elaboramos de la siguiente manera: "El éter químico es activo no sólo a su manera en la diferenciación, la división y la unión de las sustancias; sino que son las fuerzas del éter químico también -aunque, por así decirlo, en una actividad en una esfera diferente- las que transmiten el tono perceptible a los sentidos. El contacto interno de los dos reinos se nos hace evidente en el caso de las figuras de Chladni". Allí es el tono el que provoca el entrelazamiento, la ordenación y la conformación de las sustancias y las formas de las sustancias. Lo que el tono audible produce entonces en la arena está ocurriendo en todo el espacio. El espacio está interpenetrado por las fuerzas del éter químico que, a la manera de las figuras de arena de Chladni, diferencian, separan y unen la sustancia. El éter químico tiene en realidad también una naturaleza sonora tonal, de la cual el sonido audible que escucha el oído físico es sólo una expresión externa, es decir, una expresión que ha pasado por el aire."

Los sacerdotes-estudiosos de los misterios egipcios que, sin nuestros instrumentos modernos y sin la información acumulada de nuestra astrofísica, representaban en las pirámides, entre otras cosas, las relaciones numéricas macrocósmicas de los mundos estelares más remotos, con una exactitud que nuestros egiptólogos sólo pueden admirar y no pueden explicar, estos sacerdotes-estudiosos comprendían también esta relación de la estructura de la sustancia con el tono, un conocimiento que, desgraciadamente, se ha perdido en nuestra época. Las tradiciones de los egipcios nos indican de muchas maneras, cada una de ellas independiente de la otra, que las dos estatuas colosales de Memnon en el valle del Nilo emitían cada mañana un tono al amanecer y saludaban así, por así decirlo, la salida del cuerpo celeste. I. H. Breasted dice en su conocida "Historia de Egipto " (p. 384) : "Sólo los dos colosos batidos por el tiempo (estatuas del rey Amenhotep Ill. [Memnón] que custodiaban la entrada del templo dedicado al dios de la luna en Tebas. -G.W.) siguen contemplando la llanura; uno de ellos todavía lleva los garabatos en griego de los curiosos turistas de la época del Imperio Romano que venían a escuchar la maravillosa voz que salía de él cada mañana al amanecer". De otras fuentes obtenemos la misma información. Lo que nosotros hoy en día sólo podemos producir a pequeña escala y en orden inverso en las figuras de Chladni, pero que no podemos explicar en absoluto -la adaptación de ciertas formas de materia a ciertos tonos- es un fenómeno que los sacerdotes eruditos egipcios sabían invocar y controlar a gran escala y en cualquier dirección. 1 Como conocían a fondo la relación entre ciertos tonos y ciertas formas de sustancia, podían dar a estas figuras colosales, tan altas como una catedral, una forma y una estructura interna tales que la fuerza activa del sol naciente hacía que esta forma emitiera el tono al que estaba adaptada. Como hemos dicho, sólo podemos maravillarnos ante el proceso inverso a escala diminuta en las figuras de Chladni. Un arquitecto moderno admitió en una conversación con el autor que nosotros, desgraciadamente, no podemos llevar a cabo estructuras en el sentido inverso y especialmente a una escala tan grande. Cuando vi las dos poderosas estatuas colosales egipcias en el valle meridional del Nilo, me quedó claro que debían haber perdido la capacidad de producir tono a partir de su forma por esta razón, entre otras, que han sido tan desgastadas por los milenios como para haber perdido casi por completo su forma original.

Consideremos ahora con más atención esta relación del tono con la sustancia.
Hemos mostrado el "espectro de la Naturaleza" de la siguiente manera:
Éter vital,
Éter químico,
Éter lumínico,
Calor - Éter calórico,
gaseoso-éter lumínico, fluido-éter químico, sólido-éter vital.
El éter químico en el mundo de la sustancia se ajusta así al estado fluido de agregación, y hemos seguido su acción en la génesis del agua, en la formación de las nubes y en los grandes ritmos de las partes acuosas de los organismos terrestres. El éter naturalmente químico, o sonoro, actúa, no sólo en el estado fluido al que está adaptado, sino también en las esferas de los otros estados de la sustancia. Sigámoslo en su actividad en la esfera que pertenece por encima de él, según la descripción anteriormente dada, al estado gaseoso, es decir, el aire circundante, la atmósfera. El estado gaseoso es producido por el éter lumínico, una fuerza expansiva. Representa una rarefacción de la sustancia. El éter químico, por el contrario, es una fuerza de succión, que atrae hacia el interior; tiende a producir una condensación de la sustancia. ¿Qué ocurre cuando el éter químico, o el éter sonoro, se activa en la esfera del éter lumínico del aire? Un conflicto. El éter lumínico para una rarefacción de la sustancia; el éter químico para una condensación. Este constante vaivén de la sustancia, del aire, entre la rarefacción y la condensación, en un determinado momento pasa naturalmente a su entorno y pone a éste en movimiento ondulatorio rítmico que también debe compartir el tímpano del oído humano. En este punto la acción del éter sonoro se manifiesta a la experiencia humana. Pero a este respecto no debemos caer en el error de suponer que el fenómeno del tono audible se origina en el oído humano o en alguna parte indefinida del cerebro. El fenómeno del tono surge como una entidad en el momento y en el punto en que comienza el conflicto entre el éter químico y el éter lumínico sobre la sustancia, para su rarefacción o condensación.

Esto nos lleva también a comprender el hecho, hasta ahora no del todo inteligible, de que, cuando el sonido se produce en el vacío, es decir, en el espacio vacío de aire, no se propaga. Sería más exacto decir que el tono físicamente audible surge sólo cuando es posible un conflicto entre el éter sonoro y el éter luminoso, sobre la rarefacción y la condensación de la sustancia. En el espacio vacío de aire en el que no hay, por supuesto, ninguna sustancia, no puede tener lugar, naturalmente, ningún conflicto en cuanto a la sustancia o cualquier fenómeno audible del tono. La afirmación de que el tono producido en el vacío no puede propagarse es, por lo tanto, una afirmación errónea del caso; porque un fenómeno de tono audible, por supuesto, no puede ocurrir en el vacío y es por esa razón que no puede propagarse. Que realmente es el éter químico, o éter sonoro, el que produce el fenómeno del tono de la manera explicada anteriormente, cuando actúa en el mundo de la sustancia, y que no es ningún otro éter, lo puede experimentar por sí mismo cualquiera que cante una canción en un espacio muy húmedo -por ejemplo, en un cuarto de baño- y luego repita la misma canción en un espacio que contenga aire seco. La acción del sonido en el espacio húmedo es siempre mucho más fuerte porque el éter químico, o éter sonoro, que se adapta al estado acuoso de la materia (Cap. Il) existe en la mayor medida en un espacio húmedo. Por otra parte, el hecho de que el sonido se propaga con mayor eficacia en el agua, es decir, en el elemento fluido, ha sido establecido de forma exhaustiva mediante la experimentación. También es característico el hecho de que el sonido se propague más fácilmente de un medio denso a un medio más raro que en el orden inverso, por la razón de que el éter químico, o el éter sonoro -estando adaptado a una estructura más densa de la sustancia- convoca el sonido trabajando en la sustancia más rara y tratando de transferir sus propios principios a esa sustancia. Naturalmente, se trata aquí de diferenciaciones extraordinariamente delicadas en los procesos.
También es significativo que la propagación del sonido se intensifique bajo una mayor presión, es decir, cuando se facilita artificialmente el establecimiento de aquellos principios por los que siempre se esfuerza el éter sonoro (contracción, cap. Il). La interrelación entre el éter químico, o éter sonoro, y la acción de la presión ya la hemos señalado en relación con los fenómenos de la presión barométrica dentro del organismo terrestre.
Finalmente, es muy característico el hecho de que la intensidad del sonido es mucho mayor por la noche que por el día; que los ruidos se oyen mucho más claramente por la noche que por el día. Esto, que nos recuerda la evidencia de que la oscuridad como manifestación concreta de una fuerza activa -y en el polo opuesto a la actividad de la luz (véase La teoría del color, cap. Vlll)- debe atribuirse al éter químico, como pudimos establecer en el caso de las corrientes nocturnas generadas por la acción de la luna, y los fenómenos causados por la luna durante el eclipse de sol, y también en otros casos. El sorprendente paralelismo entre el aumento de la oscuridad y el aumento de la intensidad del sonido durante la noche es, pues, inteligible para nosotros como resultado de la dependencia de ambos fenómenos del mismo éter.

Puesto que vivimos dentro del organismo de la tierra con su actual estructura etérica, percibimos, por lo tanto, los fenómenos de luz, color y tono con nuestra actual conciencia despierta sólo en la forma en que estos fenómenos se manifiestan allí. Para la percepción de la luz, el color y el tono, tal como surgen en otras esferas de actividad de las fuerzas formativas etéricas, requerimos la adaptación de nuestra conciencia a estas relaciones alteradas. El éter sonoro, naturalmente, no se limita exclusivamente a estos fenómenos tonales que produce en los niveles más bajos de la atmósfera, donde vivimos, a través del conflicto por la condensación o rarefacción de la sustancia, es decir, del aire. Pero en estas esferas del organismo terrestre produce siempre fenómenos tonales de la manera que hemos explicado aquí.

Goethe : " Prólogo en el cielo "

Rafael: El Sol resplandece como antes, compitiendo con esferas hermanas. Finaliza su viaje prescrito con el paso del trueno. Su vista da fortaleza a los ángeles, como en el primer día, cuando intentan profundizar en las obras altas incomprensibles y espléndidas.

Gabriel: Y rápida, con inconcebible celeridad, gira alrededor de la Tierra esplendorosa, cambia la luminosidad paradisíaca por la noche profunda llena de espantos. Hace espumar el mar en anchos oleajes contra el profundo cimiento de las rocas, mientras rocas y mar son transportados en el raudo y eterno recorrido de las esferas.

Miguel: Y las tormentas rugen insistentemente del mar a la tierra y de la tierra al mar, forman furiosas cadenas y circulan alrededor con la más profunda acción. Relumbra un devastador relampagueo precediendo la detonación del trueno. Pero tus mensajeros, Señor, veneran el apacible itinerario de tus días.

los tres arcángeles: Tu visión da a los ángeles fortaleza, porque nadie intenta comprenderte y todas tus sublimes obras permanecen espléndidas como en el primer día.

1En "Die Drei", febrero de 1926 (Vol. V., Nº 11), el conocido orientalista, Dr. H. Beckh, ha sacado a la luz el hecho más interesante en referencia a la representación aquí dada en relación con las tendencias de forma de las fuerzas formativas individuales: es decir, que las formas aquí utilizadas para el éter químico y el éter vital (la media luna y el cuadrado) se emplearon en los jeroglíficos egipcios para el nombre de la diosa "Isis", mientras que en los textos peruanos las formas aquí asignadas al éter calórico y al éter lumínico (el círculo y el triángulo) se emplearon para el nombre de la diosa correspondiente. Los lugares mistéricos americanos, históricamente relacionados con centros culturales anteriores, se ve que utilizaron como símbolos del principio creador las formas de las fuerzas formativas filogenéticamente anteriores, mientras que los lugares egipcios, pertenecientes a épocas posteriores, utilizaron las formas de esas fuerzas filogenéticamente posteriores. Deseamos expresar nuestro más sincero agradecimiento al Dr. Beckh por esta notable referencia. Toda esta compleja cuestión abre maravillosas perspectivas para futuras investigaciones. Véase también el Dr. H. Beckh: "Ätherische Bildekräfte und Hieroglyphen", en Gäa Sophia, Vol. 1., 1926. En el segundo volumen volveremos a tratar este tema.

Traducido por J.Luelmo dic.2021