Capítulo V
LA RELACIÓN ENTRE LOS MUNDOS DEL SER ESPIRITUAL, DEL ETÉRICO, DE LA SUSTANCIA Y DE LA FUERZA
Dr. Guenther Wachsmuth
año de 1926
Para
llegar a una concepción global de la relación entre los mundos del
ser espiritual puro, las fuerzas formativas etéricas y los restantes
mundos de la fuerza y la sustancia, tal vez sea bueno que me esfuerce
en este punto en tocar una explicación dada de manera mucho más
completa por el Dr. Rudolf Steiner en su segundo curso de
conferencias que trata de la ciencia natural, y poner esto en
relación con lo que se ha dicho anteriormente en cuanto a la
naturaleza de lo etérico.
Cada sustancia del mundo de los
fenómenos tiene un grado definido de intensidad en la acción. 1
Hemos aprendido a reconocer el sol como un estado, por así decirlo,
de intensidad material negativa, como una omisión dentro del espacio
por lo demás todo lleno, como un espacio no lleno de sustancia, en
el que, sobre todo, la fuerza del éter vital actúa de las más
diversas maneras y con los más variados atributos. Se trata, pues,
no de una acción de empuje con el índice hacia el exterior, sino de
una acción de succión. Además, al considerar los fenómenos que se
producen en relación con el origen de los diferentes estados de
agregación (Cap. Il), hemos visto que tanto filogenética como
ontogenéticamente puede establecerse un proceso de condensación
-con repeticiones rítmicas- mediante el cual las fuerzas formativas
etéricas provocan la génesis de la sustancia, su mantenimiento y su
reducción, es decir, su metamorfosis en otro estado. Puesto que lo
que podemos percibir con nuestros órganos sensoriales en el mundo de
los fenómenos consiste únicamente en "estados y sus
transiciones de uno a otro", lo siguiente puede considerarse
como la interrelación entre el ser espiritual puro, las fuerzas
formativas etéricas, otras fuerzas y el mundo material en sus
infinitas variaciones. (La génesis de las formas individuales y
genéricas en los diversos reinos de la Naturaleza será tratada en
detalle en el capítulo XI). Hemos dicho al principio de este libro
que hay siete fuerzas formativas etéricas, de las cuales cuatro se
realizan en el mundo de los fenomenos actual:
La investigación de los fenómenos de la vida requiere, por lo tanto, el conocimiento de las fuerzas formativas etéricas, que primero hacen de la "sustancia muerta una sustancia viva en movimiento". Sólo con tal conocimiento habremos puesto una base indispensable para la comprensión también de los fenómenos de acción recíproca de la " materia viva " y de la electricidad. Además, hay que añadir que muchos fenómenos recientemente descubiertos -por ejemplo, ciertos fenómenos de "radiactividad"- han sido asignados al campo de la "electricidad" que, por su carácter, no pertenecen en absoluto a este campo, sino que son de carácter etérico. El camino hacia la comprensión de los fenómenos de la vida conduce, en cualquier caso, a otra parte que a través de los fenómenos de la electricidad solamente; ésta es ciertamente la lección que debe extraer todo observador concienzudo de todos los descubrimientos de la última década.
En su
libro " Meteorología " el profesor W. Trabert dice :
"Cuando echamos una mirada hacia atrás, hacia la causa última
de todos esos fenómenos cambiantes que tienen lugar en la atmósfera,
éstos nos conducen siempre, en última instancia, al sol como fuente
primigenia de todas las transformaciones en nuestra tierra."
La
luz solar interceptada, cuando se somete a ciertas influencias, nos
muestra el espectro que abarca todo el mundo del color, es decir, la
totalidad de esas interminables variaciones en las que percibimos el
mundo de los fenómenos a través del sentido de la vista, pues el
sentido humano de la vista sólo percibe en todas partes las formas
coloreadas y sus transmutaciones. Cuando, ahora, siguiendo una
indicación del Dr. Steiner, el espectro solar, que ordinariamente
aparece como una banda recta de colores, se dobla en un círculo,
resulta lo siguiente. Al igual que el verde aparece en el espectro
habitual sólo cuando el experimento está dispuesto de tal manera
que los dos polos interiores del amarillo y el azul se encuentran
entre sí, también en la unión de los dos extremos del espectro
ahora doblado en un círculo, se produce un nuevo color, que puede
ser llamado "flor de melocotón", el color de la piel del
ser humano vivo.
Goethe comentó la investigación del color de la
flor de melocotón en su teoría del color, pero no llegó a
resultados concluyentes. El Dr. Steiner ha prestado un servicio
duradero a la ciencia, a través de este descubrimiento, cuyo
verdadero fruto sólo las generaciones futuras podrán comprender y
disfrutar en todo su significado.
Si aplicamos esta idea del espectro circular al gran "espectro de la Naturaleza" (Tabla p. 163) percibimos, como señaló el Dr. Steiner -uniendo así la física, la teoría de los organismos y la metafísica- que, cuando el hombre como ser pensante experimenta la Naturaleza, entonces forma en un círculo, por así decirlo, el "espectro de la Naturaleza", cuyo punto de unión se encuentra en su propio ser espiritual. Así como el espectro solar abarca la suma de todas las transmutaciones del mundo fenoménico, también el hombre pensante está en camino de abarcar el espectro espiritual en su conocimiento, ese espectro que abarca el mundo de las fuerzas formativas etéricas, de las sustancias ponderables y de la electricidad, ya que estos reinos a su vez se interpenetran recíprocamente.
si hacemos uso del "espectro" anterior (diagrama 1) llegamos a:
La relación recíproca entre el "espectro mundial" y los fenómenos de la luz y del color, la podremos considerar con más detalle en el capítulo VIll, al tratar de la teoría del color. La relación recíproca entre el espectro de los mundos y los fenómenos de la luz y del color, podrá ser examinada con más detalle en el capítulo VI, cuando se trate de la teoría del color.
La
distinción entre las fuerzas unidas a la sustancia y las que no lo
están, es ya comprendida hasta cierto punto por todos los
investigadores de la radiactividad a través de la diferencia entre
los rayos alfa, beta y gamma, y por el químico a través del hecho
de que la electricidad positiva nunca se produce en el mundo de los
fenómenos aparte de la materia. Pero estas distinciones meramente
cuantitativas hechas desde esta dirección de aproximación no serán
suficientes cuando la investigación quiera entrar en la esfera de lo
vivo.
Todo esto, naturalmente, sólo puede indicarse a este
respecto; su elaboración debe diferirse a un momento futuro. Si
hemos considerado una vez este "espectro de la naturaleza",
nos queda claro qué tremenda ganancia de conocimiento prometía
Goethe cuando surgió en él el significado de los conceptos de
"polaridad" e "intensificación". En realidad, el
mundo de los estados fenomenológicos de la sustancia, visto en
sentido amplio, nunca está en estado de reposo para el observador,
sino siempre en movimiento, en ese movimiento y transmutación
perennes que se deben al hecho de que el mundo de la sustancia está
en manos de fuerzas polarmente opuestas que lo interpenetran,
construyendo o destruyendo, es decir, contendiendo por él. El mundo
fenomenológico de la sustancia se extiende entre los extremos
polares de dos fuerzas, las fuerzas formativas etéricas por un lado
y las fuerzas eléctricas por el otro. Pero este mundo experimenta
también un ascenso, una evolución; pues lo espiritual, que vive en
él, no sólo ha creado este mundo fenoménico cosmogénicamente
(involución), sino que también trabaja en su desarrollo (evolución)
según las leyes e impulsos espirituales.
Antes de pasar a la
teoría de la luz y del color, tal vez convenga referirse brevemente
a un problema sin cuya solución no será posible ninguna
investigación profunda de lo vivo, ni siquiera de lo inanimado, es
decir, el problema del espacio y del tiempo y su relación con el
hombre.
1 Véase también, en relación con este problema, L. Kolisko : " Physiologischer und physikalischer Nachweis der Wirksamkeit kleinster Entitäten", Stuttgart, 1923. que abre una nueva dirección de investigación en este campo.