viernes, 17 de diciembre de 2021

Las fuerzas formativas etéricas en el cosmos, la tierra y el ser humano - capítulo V

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Capítulo V

LA RELACIÓN ENTRE LOS MUNDOS DEL SER ESPIRITUAL, DEL ETÉRICO, DE LA SUSTANCIA Y DE LA FUERZA

Dr. Guenther Wachsmuth 

año de 1926

Para llegar a una concepción global de la relación entre los mundos del ser espiritual puro, las fuerzas formativas etéricas y los restantes mundos de la fuerza y la sustancia, tal vez sea bueno que me esfuerce en este punto en tocar una explicación dada de manera mucho más completa por el Dr. Rudolf Steiner en su segundo curso de conferencias que trata de la ciencia natural, y poner esto en relación con lo que se ha dicho anteriormente en cuanto a la naturaleza de lo etérico.
Cada sustancia del mundo de los fenómenos tiene un grado definido de intensidad en la acción. 1 Hemos aprendido a reconocer el sol como un estado, por así decirlo, de intensidad material negativa, como una omisión dentro del espacio por lo demás todo lleno, como un espacio no lleno de sustancia, en el que, sobre todo, la fuerza del éter vital actúa de las más diversas maneras y con los más variados atributos. Se trata, pues, no de una acción de empuje con el índice hacia el exterior, sino de una acción de succión. Además, al considerar los fenómenos que se producen en relación con el origen de los diferentes estados de agregación (Cap. Il), hemos visto que tanto filogenética como ontogenéticamente puede establecerse un proceso de condensación -con repeticiones rítmicas- mediante el cual las fuerzas formativas etéricas provocan la génesis de la sustancia, su mantenimiento y su reducción, es decir, su metamorfosis en otro estado. Puesto que lo que podemos percibir con nuestros órganos sensoriales en el mundo de los fenómenos consiste únicamente en "estados y sus transiciones de uno a otro", lo siguiente puede considerarse como la interrelación entre el ser espiritual puro, las fuerzas formativas etéricas, otras fuerzas y el mundo material en sus infinitas variaciones. (La génesis de las formas individuales y genéricas en los diversos reinos de la Naturaleza será tratada en detalle en el capítulo XI). Hemos dicho al principio de este libro que hay siete fuerzas formativas etéricas, de las cuales cuatro se realizan en el mundo de los fenomenos actual:

diagrama 1
Más allá de esta tabulación no podemos hacer más que indicar a este respecto los siguientes hechos; ya que una elaboración más completa exigiría un volumen entero. Por debajo de la condición que se denomina mundo fenomenal, a la que se ha aplicado el muy discutido término de "materia" o "sustancia ponderable", se clasifica en la tabla anterior un subcampo o mundo submaterial. A este mundo de lo submaterial pertenecen todos los fenómenos que designamos con el término "electricidad", aunque es extremadamente difícil para cualquier pensador preciso dar una definición adecuada del contenido de este concepto. Sin embargo, como la electricidad aparece como un fenómeno en todas partes, hay caminos que conducen a la posibilidad de un entendimiento mutuo con respecto a ella. El mundo fenoménico de la sustancia ponderable es, pues, por así decirlo, un estado medio que se extiende entre las actividades de fuerza de lo etérico por un lado y la electricidad por otro. El estado de la sustancia en cualquier momento es el resultado de este conflicto entre fuerzas sobre el mundo mutable de la sustancia. Si, ahora, deseamos comprender los fenómenos de la vida, no bastará, pues, con contar sólo con la acción de la sustancia y de la electricidad. Todos los intentos de explicar los fenómenos de la vida sobre la base de estos dos factores solamente han fracasado y fracasarán siempre. El profesor A. Waller dice en sus "Vorlesungen über tierische Elektrizität": "Un elemento voltaico activo, así como la materia viva activa, se rodea de los productos de su propia actividad, los cuales actúan en realidad contra esa actividad. Una comparación entre la polarización y la despolarización de un elemento voltaico y la destrucción y la reconstrucción de la materia viva no sería probablemente más forzada o inexacta de lo que son las comparaciones en general." Y en otro lugar (p. 83) afirma además que se ha demostrado en relación con la investigación de la "electricidad animal" que el "aumento de la capacidad de polarización es notablemente mayor en la materia viva que en la muerta." En todas estas investigaciones, el mayor progreso que se ha logrado ha sido el de hacer estremecer un par de nervios de rana debidamente preparados. Du Bois Reymond terminó con una triste renuncia a toda posibilidad de explicar los fenómenos. Porque, ¿de qué nos sirven estas investigaciones si debemos partir de una gran incógnita, la "materia viva activa", sin poder comprenderla nunca? En adelante, sin embargo, sabemos que la "materia viva activa es la sustancia en la que actúan las fuerzas formativas etéricas".

La investigación de los fenómenos de la vida requiere, por lo tanto, el conocimiento de las fuerzas formativas etéricas, que primero hacen de la "sustancia muerta una sustancia viva en movimiento". Sólo con tal conocimiento habremos puesto una base indispensable para la comprensión también de los fenómenos de acción recíproca de la " materia viva " y de la electricidad. Además, hay que añadir que muchos fenómenos recientemente descubiertos -por ejemplo, ciertos fenómenos de "radiactividad"- han sido asignados al campo de la "electricidad" que, por su carácter, no pertenecen en absoluto a este campo, sino que son de carácter etérico. El camino hacia la comprensión de los fenómenos de la vida conduce, en cualquier caso, a otra parte que a través de los fenómenos de la electricidad solamente; ésta es ciertamente la lección que debe extraer todo observador concienzudo de todos los descubrimientos de la última década.

En su libro " Meteorología " el profesor W. Trabert dice : "Cuando echamos una mirada hacia atrás, hacia la causa última de todos esos fenómenos cambiantes que tienen lugar en la atmósfera, éstos nos conducen siempre, en última instancia, al sol como fuente primigenia de todas las transformaciones en nuestra tierra."
La luz solar interceptada, cuando se somete a ciertas influencias, nos muestra el espectro que abarca todo el mundo del color, es decir, la totalidad de esas interminables variaciones en las que percibimos el mundo de los fenómenos a través del sentido de la vista, pues el sentido humano de la vista sólo percibe en todas partes las formas coloreadas y sus transmutaciones. Cuando, ahora, siguiendo una indicación del Dr. Steiner, el espectro solar, que ordinariamente aparece como una banda recta de colores, se dobla en un círculo, resulta lo siguiente. Al igual que el verde aparece en el espectro habitual sólo cuando el experimento está dispuesto de tal manera que los dos polos interiores del amarillo y el azul se encuentran entre sí, también en la unión de los dos extremos del espectro ahora doblado en un círculo, se produce un nuevo color, que puede ser llamado "flor de melocotón", el color de la piel del ser humano vivo.
Goethe comentó la investigación del color de la flor de melocotón en su teoría del color, pero no llegó a resultados concluyentes. El Dr. Steiner ha prestado un servicio duradero a la ciencia, a través de este descubrimiento, cuyo verdadero fruto sólo las generaciones futuras podrán comprender y disfrutar en todo su significado.

Si aplicamos esta idea del espectro circular al gran "espectro de la Naturaleza" (Tabla p. 163) percibimos, como señaló el Dr. Steiner -uniendo así la física, la teoría de los organismos y la metafísica- que, cuando el hombre como ser pensante experimenta la Naturaleza, entonces forma en un círculo, por así decirlo, el "espectro de la Naturaleza", cuyo punto de unión se encuentra en su propio ser espiritual. Así como el espectro solar abarca la suma de todas las transmutaciones del mundo fenoménico, también el hombre pensante está en camino de abarcar el espectro espiritual en su conocimiento, ese espectro que abarca el mundo de las fuerzas formativas etéricas, de las sustancias ponderables y de la electricidad, ya que estos reinos a su vez se interpenetran recíprocamente.





si hacemos uso del "espectro" anterior (diagrama 1) llegamos a:



La relación recíproca entre el "espectro mundial" y los fenómenos de la luz y del color, la podremos considerar con más detalle en el capítulo VIll, al tratar de la teoría del color. La relación recíproca entre el espectro de los mundos y los fenómenos de la luz y del color, podrá ser examinada con más detalle en el capítulo VI, cuando se trate de la teoría del color.

La distinción entre las fuerzas unidas a la sustancia y las que no lo están, es ya comprendida hasta cierto punto por todos los investigadores de la radiactividad a través de la diferencia entre los rayos alfa, beta y gamma, y por el químico a través del hecho de que la electricidad positiva nunca se produce en el mundo de los fenómenos aparte de la materia. Pero estas distinciones meramente cuantitativas hechas desde esta dirección de aproximación no serán suficientes cuando la investigación quiera entrar en la esfera de lo vivo.
Todo esto, naturalmente, sólo puede indicarse a este respecto; su elaboración debe diferirse a un momento futuro. Si hemos considerado una vez este "espectro de la naturaleza", nos queda claro qué tremenda ganancia de conocimiento prometía Goethe cuando surgió en él el significado de los conceptos de "polaridad" e "intensificación". En realidad, el mundo de los estados fenomenológicos de la sustancia, visto en sentido amplio, nunca está en estado de reposo para el observador, sino siempre en movimiento, en ese movimiento y transmutación perennes que se deben al hecho de que el mundo de la sustancia está en manos de fuerzas polarmente opuestas que lo interpenetran, construyendo o destruyendo, es decir, contendiendo por él. El mundo fenomenológico de la sustancia se extiende entre los extremos polares de dos fuerzas, las fuerzas formativas etéricas por un lado y las fuerzas eléctricas por el otro. Pero este mundo experimenta también un ascenso, una evolución; pues lo espiritual, que vive en él, no sólo ha creado este mundo fenoménico cosmogénicamente (involución), sino que también trabaja en su desarrollo (evolución) según las leyes e impulsos espirituales.
Antes de pasar a la teoría de la luz y del color, tal vez convenga referirse brevemente a un problema sin cuya solución no será posible ninguna investigación profunda de lo vivo, ni siquiera de lo inanimado, es decir, el problema del espacio y del tiempo y su relación con el hombre.

1 Véase también, en relación con este problema, L. Kolisko : " Physiologischer und physikalischer Nachweis der Wirksamkeit kleinster Entitäten", Stuttgart, 1923. que abre una nueva dirección de investigación en este campo.

Traducido por J.Luelmo dic.2021