lunes, 16 de agosto de 2021

GA119-2 Viena 22 de marzo de 1910 -El ser humano en el estado de vigilia y en el estado de sueño en relación con los planetas.

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RUDOLF STEINER


MACROCOSMOS Y MICROCOSMOS 

El ser humano en el estado de vigilia y en el estado de sueño en relación con los planetas.

Viena 22 de marzo de 1910

2ª conferencia

 

Se ha descrito a grandes rasgos la relación entre los estados de vigilia y de sueño del hombre, y se ha dicho que de este último extrae las fuerzas que necesita durante la vida de vigilia para sostener su vida anímica. Estas cosas son mucho más complicadas de lo que generalmente se supone y hoy, como resultado de la investigación espiritual, habrá algo más detallado que decir sobre la diferencia entre la vida de vigilia del hombre y el estado de sueño. Permítanme mencionar entre paréntesis que no es necesario hablar de todas las hipótesis, algunas más interesantes que otras, que avanza la fisiología actual para explicar la diferencia entre los dos estados. Sería fácil hablar de estas teorías, pero esto sólo nos desviaría del estudio genuinamente espiritual-científico de los dos estados. Todo lo que hay que decir es que la ciencia moderna sólo se ocupa de la parte del hombre que, durante el sueño, permanece en el mundo físico. El hecho de que el Yo y el cuerpo astral salgan de los cuerpos físico y etérico cuando el hombre se duerme sólo puede ser realidad para la investigación espiritual, para los ojos de un vidente. Todo el proceso es completamente ajeno a la ciencia física moderna - que, sin embargo, no tiene por qué ser criticada severamente por ello; en cierto sentido está justificada la afirmación de un punto de vista unilateral. El Yo y el cuerpo astral del hombre están en un mundo espiritual mientras duerme y en el mundo físico cuando se despierta y desciende a los cuerpos físico y etérico.

Consideremos ahora al ser humano dormido. Naturalmente, la conciencia humana normal considera el sueño como un estado indiferenciado que no es objeto de investigación. Rara vez se plantea la cuestión de si, durante el tiempo que el hombre pasa por la noche en un mundo espiritual, se ejerce una influencia sobre su alma libre de cuerpo por parte de varias fuerzas, o por una sola fuerza que impregna el mundo espiritual. ¿Podemos distinguir varias fuerzas a las que está expuesto en ese mundo durante el sueño? Sí, se pueden distinguir varias influencias muy diferentes. Las influencias no afectan, por supuesto, principalmente a los miembros que permanecen acostados en la cama, sino que afectan al hombre como ser anímico cuando su cuerpo astral y su Yo han salido de sus cuerpos físico y etérico.

Considerando ciertas experiencias y hechos conocidos, exploraremos ahora las diferentes influencias que se ejercen sobre el ser humano dormido. Basta con que el hombre esté más atento a lo que le ocurre cuando se duerme y notará cómo la actividad interior mediante la cual, durante el día, mueve sus miembros y pone su cuerpo en movimiento con la ayuda de su alma, comienza a flaquear. Quien practique un poco de auto-observación en el momento en que se va a dormir, sentirá que ya no puede ejercer el mismo control sobre su cuerpo. Una especie de letargo comienza a dominarlo. En primer lugar, se sentirá incapaz de dirigir el movimiento de sus miembros con la voluntad; el control del habla se pierde entonces. Luego siente que la posibilidad de entrar en cualquier conexión con el mundo exterior se le escapa, y todas las impresiones del día desaparecen gradualmente. Lo que desaparece primero es la capacidad de utilizar los miembros y especialmente los instrumentos del habla, luego las facultades del gusto y del olfato, y finalmente del oído. En este cese gradual de la actividad interior del alma, el hombre está experimentando la salida de sus envolturas corporales.

Al decir esto ya hemos indicado la primera influencia que se ejerce sobre el hombre como preliminar al sueño; es la influencia que lo expulsa de sus cuerpos físico y etérico. Cualquiera que practique la auto-observación se dará cuenta de cómo existe un poder que parece vencerlo, pues en la vida normal uno no se ordena a sí mismo que se duerma, que deje de hablar, saborear, oír, etc. Un poder se impone ahora en él. Esta es la primera de las influencias que se ejercen desde el mundo al que el hombre pasa por la noche; es la influencia que le hace salir de sus cuerpos físico y etérico. Pero si ésta fuera la única influencia que se ejerce, el resultado sería un sueño absolutamente tranquilo e ininterrumpido. Esto se conoce, por supuesto, en la vida normal; es el estado inducido por la primera influencia relacionada con el sueño. Pero hay otros tipos de sueño.

Todos conocemos el estado de sueño, cuando las imágenes caóticas o claras se introducen en el sueño. Si sólo actuara la primera influencia, la que atrae al hombre a un mundo espiritual, el resultado sería un sueño no interrumpido por ningún sueño; pero otra influencia se hace evidente cuando el sueño es interrumpido por los sueños. Pueden distinguirse dos influencias: la primera extingue la conciencia en la medida en que nos expulsa de nuestras envolturas corporales, y la segunda invoca el mundo de los sueños ante el alma, empujando este mundo onírico en nuestro sueño.

Pero algunas personas tienen aún un tercer tipo de sueño. Aunque este tercer tipo sólo se da en raras ocasiones, todo el mundo sabe que ocurre; es cuando un hombre empieza a hablar o a actuar en el sueño sin la conciencia que le corresponde en la vida de vigilia. Por lo general, al día siguiente no sabe nada de los impulsos que le han llevado a realizar tales acciones durante el sueño. La condición puede aumentar hasta el punto de lo que suele llamarse sonambulismo. Mientras camina en el sueño el hombre puede tener también ciertos sueños; pero no es así en la mayoría de los casos; en cierto sentido actúa como un autómata, impelido por oscuros impulsos de los que no tiene por qué tener ni siquiera la conciencia del sueño. A través de esta tercera influencia entra en contacto con el mundo exterior como lo hace de día, sólo que ahora es inconsciente. Tales acciones en el sueño están, pues, sujetas a una tercera influencia.

Se pueden distinguir claramente tres influencias a las que el ser humano está expuesto durante el sueño; siempre están presentes, y la investigación espiritual lo confirma. En la gran mayoría de las personas, sin embargo, predomina la primera influencia; la mayor parte de su sueño no se ve interrumpido por los sueños. La segunda influencia, que da lugar al estado de sueño, tiene efectos a intervalos en casi todos. Pero en el mayor número de personas estos dos estados son tan predominantes que el hablar y el actuar durante el sueño raramente ocurren. La influencia que tiene efecto en un sonámbulo está presente en todos los seres humanos, pero en un sonámbulo esta tercera influencia es tan fuerte en comparación con las otras dos que se impone. Sin embargo, todo ser humano es susceptible de estar expuesto a las tres influencias.

Estas tres influencias han sido siempre reconocidas en la Ciencia Espiritual como distintas entre sí. En la vida anímica del hombre hay tres dominios, el primero está sujeto principalmente a la primera influencia, el segundo más a la segunda influencia y el tercero más a la tercera influencia. El alma humana tiene una triple naturaleza, y puede estar sujeta a influencias de tres tipos distintos. La parte del alma que está sujeta a la primera influencia que impulsa al alma fuera de las envolturas corporales, se conoce en la Ciencia Espiritual como el Alma Sensible; la parte afectada por la segunda influencia que impulsa las imágenes del sueño en la vida del alma del hombre durante el sueño se conoce como el Alma Intelectual o Racional; la tercera parte, que en el caso de la mayoría de las personas no afirma su carácter único durante el sueño porque las otras dos influencias predominan, se llama la del Alma Consciente. Así pues, hay que distinguir tres influencias durante el estado de sueño; los tres miembros del alma que están sometidos a estas tres influencias, son: El alma sensible, el alma racional y el alma consciente. Cuando el hombre es llevado mediante una fuerza hacia un sueño sin sueños, se ejerce sobre su alma sensible una influencia del mundo al que accede; cuando su sueño está impregnado de imágenes oníricas, se ejerce sobre su alma racional una influencia; cuando comienza a hablar o a actuar en su sueño, se ejerce una influencia sobre su alma consciente.

Sin embargo, hasta ahora sólo hemos considerado un aspecto de la vida anímica del hombre durante el sueño. Ahora debemos describir el aspecto de la vida anímica que es el opuesto al estado de sueño. Pensemos en un hombre que vuelve del sueño a la vida de vigilia en el mundo físico. ¿Qué le ocurre cuando se despierta? Por la noche, una determinada fuerza es capaz de expulsarlo de su cuerpo físico y etérico porque sucumbe a ella. En las etapas posteriores del sueño sucumbe a las otras dos influencias, las que se ejercen sobre el Alma Racional y sobre el Alma Consciente. Pero cuando estas influencias han sido ejercidas, el hombre es diferente; experimenta un cambio durante el sueño. La evidencia del cambio es que por la noche estaba fatigado, pero por la mañana se ha vuelto capaz de hacer frente a su vida en el mundo físico. Lo que le ha sucedido durante el sueño lo ha hecho posible.

La misma influencia que en determinadas condiciones anormales se hace sentir en el mundo de los sueños, está presente a lo largo de todo el sueño, incluso cuando no hay sueños. La tercera influencia, que surte efecto en un sonámbulo, pero que en otros casos no opera, es la que se ejerce sobre el Alma Consciente. Cuando las influencias sobre el Alma Racional y el Alma Consciente han surtido efecto, el hombre se ha fortalecido y energizado; ha extraído del mundo espiritual las fuerzas que necesita para su vida durante el día siguiente, a fin de reconocer y disfrutar del mundo físico. Son principalmente las influencias ejercidas sobre el Alma Racional y sobre el Alma Consciente las que fortalecen al hombre durante el sueño. Pero cuando está así fortalecido, la misma influencia que lo sacó de sus cuerpos físico y etérico lo devuelve a ellos cuando se despierta por la mañana. La misma influencia se ejerce entonces en la dirección opuesta, y se ejerce sobre el Alma Sensible. Todo lo que está relacionado con el Alma Sensible se ha agotado en la noche anterior. Pero por la mañana, cuando volvemos a estar frescos, nos interesamos de nuevo por las impresiones del mundo físico -colores, luces, objetos- que se convertirán en causas de interés, dolor o placer, nos inspirarán simpatía o antipatía. Nos entregamos al placer, al dolor, en definitiva al mundo exterior. ¿Qué es lo que se enciende en nosotros cuando nos entregamos al mundo exterior? ¿Qué es lo que siente el placer y el dolor? ¿Qué es lo que tiene intereses? Es el alma sensible. Por la noche sentimos la necesidad de dormir, sentimos que nuestra viva participación en el mundo exterior está agotada; pero por la mañana se refresca de nuevo. Sentimos que las mismas manifestaciones del Alma Sensible que flaquean por la noche, reviven y se reafirman por la mañana. De esto podemos reconocer que la misma fuerza que nos sacó de nosotros mismos, hace que el alma despierta vuelva a entrar en el cuerpo. Lo que por la noche parecía estar muriendo es como si renaciera. La misma fuerza está operando, pero ahora en otra dirección, ahora en la opuesta.

Si quisiéramos hacer un esquema de lo que ocurre, podría hacerse de la siguiente manera, pero insisto en que se trata sólo de una indicación.

He indicado con un punto el momento de ir a dormir, cuando el hombre es arrastrado al subconsciente; y dibujando bucles he indicado su entrega al estado de sueño y su despertar de ese estado. El bucle inferior indica el curso de la vida durante el estado de vigilia y el superior el estado de sueño. Por lo tanto, podemos decir del momento de ir a dormir que una fuerza, que trabaja sobre el Alma Sensible desde el mundo espiritual, nos atrae hacia ese mundo. Esto está indicado por la primera sección del bucle superior en el diagrama. La segunda sección del mismo bucle indica la influencia que se ejerce sobre el Alma Racional, causando los sueños. Y la tercera sección del bucle indica la influencia o fuerza que se ejerce sobre el Alma Consciente. Por la mañana, la misma fuerza que nos ha arrastrado al estado de sueño nos hace salir de él y entrar en la vida del día. Esta es la fuerza que actúa sobre el Alma Sensible. Lo mismo ocurre con las influencias que se ejercen sobre el Alma Racional y sobre el Alma Consciente. Durante la noche el hombre se mueve en una especie de círculo. Cuando se duerme, se dirige a la región donde la influencia sobre el alma consciente es mayor.  Desde ese punto se mueve de nuevo hacia la fuerza que actúa sobre su Alma Sensible y le devuelve al estado de vigilia.
Así pues, hay tres fuerzas que actúan sobre el hombre durante el sueño. Desde los primeros tiempos estas tres fuerzas han recibido nombres definidos en la ciencia espiritual. Estos nombres os son familiares, pero os ruego que no penséis en nada en relación con ellos, excepto que representan las tres fuerzas que durante el sueño actúan sobre estas tres partes del alma humana. Si nos remontáramos a los tiempos antiguos, encontraríamos que estas designaciones se usaron originalmente para estas tres fuerzas; y si las designaciones se usan ahora de otras maneras, simplemente se han tomado prestadas. La fuerza que actúa sobre el alma sensible y que, en los momentos de sueño y de vigilia, saca al hombre de sus envolturas corporales para volver a entrar en ellas, fue designada en una de las lenguas antiguas con un nombre que correspondería a la palabra "Marte". La fuerza que actúa sobre el Alma Racional después de que el hombre se haya dormido y de nuevo antes de despertarse, es decir, en dos períodos diferentes, se designaba con la palabra "Júpiter". Es la fuerza que impulsa el mundo de los sueños en el Alma Racional. La fuerza que actúa sobre el Alma Consciente durante el sueño y que, en circunstancias especiales, convertiría al hombre en un sonámbulo, era designada con el nombre de "Saturno".
Por lo tanto, podemos decir, utilizando la terminología de la antigua ciencia espiritual: "Marte" envía al hombre a dormir y lo despierta; "Júpiter" envía los sueños al ser durmiente; y el oscuro "Saturno" agita a la acción inconsciente durante el sueño al hombre que no puede resistir su influencia. Por el momento, pensaremos en el significado original y espiritual de estos nombres como denotación de las fuerzas que actúan sobre el ser humano durante el sueño, cuando está fuera de sus cuerpos físico y etérico en el mundo espiritual, y no en el significado que se le atribuye en astronomía.
Ahora bien, ¿qué ocurre cuando el hombre se despierta por la mañana? En realidad, entra en un mundo muy distinto al que normalmente considera hoy como el único al que pertenece. Las impresiones del exterior llegan a sus sentidos, pero no puede ver detrás de estas impresiones. Cuando se despierta del sueño, todo el tapiz del mundo de los sentidos se extiende ante él. Pero no sólo percibe este mundo externo con sus sentidos, sino que junto con cada percepción siente algo. Por muy leve que sea la sensación placentera al percibir, por ejemplo, algún color, siempre está presente un cierto proceso interno. Todas las percepciones sensoriales externas funcionan de tal manera que dan lugar a ciertos estados internos; todo el mundo se dará cuenta de que el efecto del violeta es diferente al del verde. Es el Cuerpo Sensible el que permite recibir las impresiones sensoriales; hace que los hombres vean el amarillo, por ejemplo; pero lo que experimentamos y sentimos interiormente como resultado de las impresiones producidas en nosotros por el color rojo, el violeta o el amarillo, eso es causado por el Alma Sensible. Hay que hacer una fina distinción entre estas funciones del Cuerpo Sensible y del Alma Sensible.
Por la mañana, el Alma Sensible comienza a entregarse a las impresiones del mundo exterior que le trae el Cuerpo Sensible. La parte de nosotros (el alma sensible) que durante el sueño estaba expuesta a la influencia de Marte, se entrega al despertar al mundo externo de los sentidos. La ciencia espiritual vuelve a dar un nombre especial al conjunto del mundo de los sentidos externos, en la medida en que despierta en nuestra alma ciertos sentimientos de placer o de dolor, de alegría o de tristeza. Pero bajo ese nombre debemos pensar sólo en la influencia que actúa sobre nuestra Alma Sensible desde el tapiz del mundo exterior de los sentidos; esta fuerza no nos deja permanecer fríos e impasibles, sino que nos llena de ciertos sentimientos. Así como a la primera influencia que se ejerce sobre el Alma Sensible después de que nos dormimos se le da el nombre de Marte, la influencia que surte efecto al despertar se llama la fuerza de "Venus".
Del mismo modo, durante la vida de vigilia se ejerce una influencia del mundo físico sobre el Alma Racional, cuando está dentro de las envolturas corporales. Esta es una influencia diferente; es la influencia que nos permite apartarnos de las impresiones externas y trabajar sobre ellas interiormente, reflexionar sobre ellas. Obsérvese la diferencia que existe entre las experiencias del alma sensible y las del alma racional. El alma sensible sólo tiene experiencias mientras el hombre está entregado al mundo exterior; recibe las impresiones del mundo exterior. Pero si durante un tiempo en la vida de vigilia no presta atención a las impresiones reales del mundo exterior, si reflexiona sobre ellas y deja que los sentimientos de placer, dolor, etc., sólo resuenen en su interior, entonces se entrega a su Alma Racional. En comparación con el alma sensible, ésta tiene bastante más independencia. Hay influencias que permiten al hombre, durante la vida de vigilia, no limitarse a contemplar el tapiz del mundo de los sentidos, sino apartar su atención de todo ello, formar pensamientos mediante los cuales combina las impresiones externas en su mente y le permiten independizarse de las influencias del mundo exterior. Estas son las influencias de "Mercurio".
La influencia de Mercurio actúa durante el día sobre el alma racional del hombre, así como la influencia de Júpiter actúa sobre ella durante el sueño nocturno. Observaréis que existe una cierta correspondencia entre las influencias de "Mercurio" y de "Júpiter". [En el caso de una persona normal, las influencias de Júpiter penetran hoy en su vida anímica como imágenes oníricas. Las influencias correspondientes durante la vida de vigilia, las influencias de Mercurio, trabajan en los pensamientos del hombre, en sus experiencias internas, reflexivas. Cuando las influencias de Júpiter actúan en los sueños del hombre, éste no sabe de dónde provienen sus experiencias; en cambio, durante la conciencia despierta, cuando actúan las influencias de Mercurio, conoce su origen. En ambos casos, los procesos internos son representados en el alma. - Tal es la correspondencia entre las influencias de Júpiter y las de Mercurio.
En la vida despierta del día también hay influencias que actúan sobre el Alma Consciente. ¿Cuáles son las diferencias entre el alma sensible, el alma racional y el alma consciente? El alma sensible actúa cuando sólo miramos las cosas del mundo exterior. Si retiramos nuestra atención por un tiempo de las impresiones de este mundo exterior y trabajamos sobre ellas interiormente, entonces nos entregamos al Alma Racional. Pero si ahora tomamos lo que ha sido elaborado en el pensar, volvemos al mundo exterior y nos relacionamos con él pasando a los hechos, entonces nos entregamos al Alma Consciente. Por ejemplo: Mientras simplemente estoy mirando estas flores delante de mí y mis sentimientos son movidos por la blancura pura de la rosa, estoy entregado a mi Alma Sensible. Sin embargo, si desvío la mirada y ya no veo las flores, sino que sólo pienso en ellas, entonces estoy entregado a mi Alma Racional. Estoy elaborando con el pensar sobre las impresiones que he recibido. Si ahora me digo a mí mismo que, como las flores me han dado placer, voy a alegrar a otra persona regalándoselas y luego las recojo para entregárselas, estoy realizando un acto; estoy pasando del reino del Alma Racional al del Alma Consciente y relacionándome de nuevo con el mundo exterior. Aquí hay una tercera fuerza que opera en el hombre y le permite no sólo elaborar en el pensar las impresiones del mundo exterior, sino relacionarse de nuevo con ese mundo.
Observaréis que de nuevo existe una correspondencia entre la actividad del Alma Consciente en el estado de vigilia y en el sueño. Habéis oído que cuando esta influencia se ejerce en el sueño, el hombre se convierte en un sonámbulo; habla y actúa en el sueño. En el estado de vigilia, sin embargo, él actúa conscientemente. Por la noche, al caminar dormido es impulsado por la fuerza del oscuro "Saturno". La influencia que durante la vida de vigilia actúa sobre el Alma Consciente del hombre, de tal manera que se puede lograr la independencia en las condiciones de la vida ordinaria, se llama en la Ciencia Espiritual la fuerza de la "Luna". Una vez más, olvidad las imágenes mentales que hasta ahora habéis relacionado con esta palabra. En seguida comprenderéis la razón de estas denominaciones.

Así pues, hemos comprobado que el alma del hombre en la vida de vigilia y en el sueño tiene tres miembros diferentes, que está sujeta a tres influencias distintas. Durante la noche, cuando el hombre está en el mundo espiritual, está sujeto a las fuerzas designadas en la Ciencia Espiritual como las de "Marte", "Júpiter" y "Saturno"; durante el día, la triple vida del alma está entregada a las fuerzas designadas como las de "Venus", "Mercurio" y "Luna".

Este es el curso que recorre el hombre en las 24 horas del día y de la noche. Y ahora pensaremos en una serie de fenómenos que pertenecen a un ámbito muy diferente, pero que por ciertas razones pueden ser estudiados en relación con lo que se ha dicho. Estas razones se irán aclarando a medida que avancen las conferencias. Recordad que muchas cosas que se dicen al principio de este Curso no se explicarán hasta más adelante.
Todos conocéis las ideas que tiene la ciencia astronómica moderna sobre el curso de la Tierra alrededor del Sol y también de los demás planetas pertenecientes al sistema solar. Lo que se dice en los tratados del tipo habitual representa, desde el punto de vista de la Ciencia Espiritual, sólo los comienzos más elementales. Lo que ocurre en el mundo físico es para la Ciencia Espiritual un símbolo, una imagen externa, de los procesos internos, espirituales, y lo que estamos acostumbrados a aprender sobre nuestro sistema planetario a partir de la astronomía elemental puede compararse, en cuanto a lo que realmente subyace, con lo que aprende un niño sobre los movimientos de un reloj. Le explicamos qué significan las doce cifras convencionales y qué significa la rotación de las dos agujas, una lenta y otra rápida. El niño acabará siendo capaz de decirnos, por la posición de las agujas, cuándo son las nueve y media, por ejemplo. Pero eso no significa mucho. El niño debe aprender mucho más, por ejemplo, a relacionar el movimiento de las manecillas con lo que ocurre en el mundo. Cuando la aguja de las horas está a las seis y la de los minutos a las doce, debe saber qué hora del día significa, es decir, que en una determinada estación del año, si es por la mañana temprano, el Sol estará saliendo en ese momento. Debe aprender a relacionar lo que se presenta en la esfera del reloj con las condiciones del mundo y a considerar lo que el reloj expresa como una imagen de las mismas.
Cuando somos niños nos enseñan que el Sol está en el centro del sistema solar y que los planetas giran a su alrededor -primero el planeta que ahora se llama Mercurio, luego el planeta que ahora se llama Venus, [*Anteriormente los nombres de estos dos planetas se invertían. Véanse los párrafos posteriores de esta conferencia], luego la Tierra y la Luna, y después Marte, Júpiter y Saturno. Los mapas astronómicos de los cielos nos muestran dónde se encuentran Saturno, Júpiter o Marte en determinados meses del año. Cuando hemos aprendido a conocer las posiciones relativas de los planetas en determinados momentos del año, hemos aprendido tanto sobre los cielos como un niño ha aprendido sobre el reloj cuando por la posición de las manecillas es capaz de decir que son las nueve y media.
Pero después podemos aprender algo más. Al igual que un niño aprende a reconocer qué condiciones indica la posición de las manecillas de un reloj, nosotros podemos aprender a reconocer las fuerzas macrocósmicas que penetran invisiblemente en el espacio detrás de un gran reloj cósmico. Nos damos cuenta entonces de que nuestro sistema solar, con los planetas en sus diferentes posiciones y relaciones mutuas, da expresión a ciertos poderes macrocósmicos. De este reloj de nuestro sistema planetario podemos pasar a contemplar las grandes relaciones espirituales. La posición de cada planeta se convertirá en la expresión de algo que subyace y podremos decir que hay razones para las diversas relaciones en las que, por ejemplo, Venus se encuentra con Júpiter, y así sucesivamente. Hay razones reales para decir que estas condiciones son provocadas por los Poderes divino-espirituales, así como hay razones para decir que el reloj cósmico está construido según un plan definido. La idea de los movimientos planetarios en el sistema solar se llena entonces de significado. De lo contrario, el reloj cósmico parecería haber sido construido al azar. El sistema planetario se convierte para nosotros en una especie de reloj cósmico, un medio de expresión de lo que hay detrás de los cuerpos celestes y sus movimientos en el sistema solar.
Consideremos en primer lugar este reloj cósmico en sí mismo. La idea de que el sistema planetario se ha formado por sí mismo es fácilmente refutable. A todos ustedes les habrán enseñado en la escuela sobre la formación del sistema planetario. Se les habrá dicho, en efecto, que una vez una gigantesca nebulosa en el universo comenzó a girar y luego el Sol, con los planetas a su alrededor, se formó por un proceso de separación de la propia nebulosa. Esto probablemente se habrá demostrado mediante un experimento. Es fácil hacer girar una gota de aceite sobre la superficie del agua en un cuenco. Las pequeñas gotas se separan y giran alrededor de una gota más grande que permanece en el centro. El profesor señalará que esto representa, a escala minúscula, la formación de un sistema planetario y nadie lo cuestionará. Pero un alumno avispado podría decirle al profesor: "Has olvidado algo que en otras circunstancias podría ser conveniente olvidar, pero no en este caso. Ha olvidado su propia participación en el experimento porque es usted quien ha hecho girar la gota de aceite". - En aras de la lógica, no hay que olvidar el factor más importante de todos. Por lo menos hay que suponer que un poder colosal en el espacio cósmico trajo a la existencia todo el sistema solar a través de la rotación. El experimento en sí mismo apunta al hecho de que debe haber algo detrás de lo que gira; apunta a la existencia de fuerzas que causan el movimiento que es perceptible para el ojo. Del mismo modo, hay fuerzas y poderes detrás del gran edificio cósmico de nuestro sistema solar.
Y ahora pensaremos en el aspecto exterior de este sistema solar. (Ver diagrama 2). La Tierra gira alrededor del Sol
diagrama2
en el centro. Omitiré los detalles. En un momento determinado del año la Tierra se encuentra en un punto y en otro momento en otro lugar. La Luna gira alrededor de la Tierra y los planetas llamados habitualmente Mercurio y Venus están más cerca del Sol y giran alrededor de él. Subrayo aquí que en el transcurso del tiempo se ha producido un cambio en los nombres de estos dos planetas. [* Este cambio de nombres debe tenerse muy en cuenta cuando se hace referencia a los dos planetas]. El planeta que hoy se llama Mercurio se llamaba antes Venus, y el planeta que hoy se llama Venus se llamaba antes Mercurio. Venus, (antes Mercurio) está más cerca del Sol que el planeta que hoy se llama Mercurio (antes Venus). Luego, más lejos que la Tierra, el diagrama indica que Marte, Júpiter y Saturno giran alrededor del Sol. Las posiciones relativas no son estrictamente correctas, pero eso no importa aquí. Hoy dejaremos de lado los demás planetas.
Supongamos ahora que, al girar, la Tierra se sitúa entre Marte y el Sol. Esto ocurrirá muy raramente, pero supondremos por el momento que es así. Entonces, en el espacio entre la Tierra y el Sol estarán los planetas Mercurio y Venus, y al otro lado del Sol, Marte, Júpiter y Saturno. Dejando de lado la Tierra, la secuencia será: Sol, Venus, Mercurio, Luna, a un lado; Sol, Marte, Júpiter, Saturno, al otro. Una línea en bucle (ver diagrama) trazada alrededor de los cuerpos celestes es una lemniscata, con el Sol en el centro de los bucles; es la misma línea que indica el ciclo de la vida de vigilia y de sueño del hombre.
Así pues, es posible -aunque no suele ser el caso- que los planetas estén dispuestos en el sistema solar en un orden similar al que sigue el hombre al completar el ciclo de vigilia y sueño. Tomando como centro el momento de ir a dormir y el de despertar, se puede indicar el mismo orden espacial para el sistema planetario que para la vida cotidiana del hombre.
La perspectiva aquí revelada es la de fuerzas poderosas que subyacen al orden de nuestro sistema planetario, regulando el gran reloj cósmico como nuestras propias vidas se regulan en el curso de las 24 horas. Entonces no parecerá absurdo pensar que en el Macrocosmos operan fuerzas poderosas, análogas a las que guían nuestras vidas durante el día y la noche. Como resultado de tales pensamientos, en la ciencia antigua se utilizaron los mismos nombres para las fuerzas del universo que para las fuerzas que actúan sobre nuestras propias vidas. La fuerza que en el Macrocosmos impulsa a Marte alrededor del Sol es similar a la que nos hace dormir. La fuerza que en el Macrocosmos impulsa a Venus alrededor del Sol es similar a la que regula el Alma Sensible durante el día. El lejano Saturno, con su leve influencia, viendo asemejarse a esas débiles fuerzas que trabajan, sólo en casos especiales, sobre el Alma Consciente en las personas que son sonámbulas. Y la rotación de la Luna alrededor de la Tierra se debe a una fuerza similar a la que regula nuestros actos conscientes en la vida de vigilia. Las distancias espaciales significan algo que se expresa en cierto modo en nuestra propia vida regulada por el tiempo. - Ya profundizaremos en estas cosas y hoy sólo se trata de llamar la atención sobre ellas. - Si consideramos, de forma bastante superficial, que Saturno es el planeta más remoto y que, en consecuencia, tiene el efecto más débil sobre nuestra Tierra, esto puede compararse con el hecho de que las fuerzas del oscuro Saturno sólo tienen un ligero efecto sobre el ser humano dormido. Y del mismo modo, la fuerza que impulsa a Júpiter alrededor del Sol puede compararse con la que penetra comparativamente poco en nuestra vida, es decir, el mundo de los sueños.
De este modo, hallamos una notable correlación entre la vida humana, el microcosmos, y las fuerzas que actúan en el gran reloj cósmico, que impulsa a los diversos planetas alrededor del Sol en el macrocosmos.

En realidad, el mundo es infinitamente más complicado de lo que se supone. Nuestra naturaleza humana sólo es comprensible cuando tenemos en cuenta su parentesco con el Macrocosmos. Sabiendo esto, los investigadores espirituales de todas las épocas han elegido las designaciones correspondientes para el Gran Mundo y el Pequeño Mundo, siendo este último el aparentemente insignificante hombre corporal encerrado en la piel.

Hoy sólo he podido dar una débil indicación de las correspondencias entre el Microcosmos (el hombre) y el Macrocosmos (el sistema solar). Pero ahora os resultará evidente que tales correspondencias existen realmente. Como si desde lejos hubiera aludido a Seres cuyas fuerzas actúan a través del espacio y regulan los movimientos de nuestro sistema planetario tal como se regulan los movimientos de las agujas de un reloj en el mundo físico. Sólo hemos echado un vistazo a la frontera de la región donde podemos esperar que los mundos espirituales se nos revelen. En las próximas conferencias aprenderemos a reconocer no sólo a los planetas como las manecillas del gran reloj cósmico, sino también a los Seres reales que han puesto en movimiento todo el sistema solar, que guían a los planetas alrededor del Sol y que resultan ser afines a lo que ocurre en el propio ser humano. Y así llegaremos a comprender cómo el hombre nace como un Pequeño Mundo, un Microcosmos, a partir del Gran Mundo, el Macrocosmos.
Traducido por J.Luelmo agosto2021