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AUTO CONOCIMIENTO Y CONOCIMIENTO DE DIOS
RUDOLF STEINER
Imagen del desarrollo en la Luna y en la Tierra.
Berlín, 29 de diciembre de 1904
Conferencia 78
Por aquel entonces ya se habían desarrollado un reino mineral, un reino vegetal y un reino animal. El reino animal se extendía hasta el hombre. Este es un producto de la tierra. Los reinos eran muy diferentes de los actuales.
El reino mineral aún no contenía en sí una vida inmediata. La luna era, por así decirlo, como una fruta en su estado físico, una fruta completamente jugosa. La corteza sólida en el interior y las partes de la fruta en el exterior se funden en la atmósfera espiritual. La corteza sólida era la materia física. La fruta, el reino mineral de la luna, crecía poderosamente desde el exterior; jugosa, estallando la fertilidad de los cristales y así sucesivamente. Los egipcios aludían a ello hablando de la fértil y exuberante Isis.
El segundo era el reino vegetal, que crecía como una vegetación exuberante y sólo se diferenciaba ligeramente de los cristales en crecimiento. Las plantas extendían sus raíces aéreas en esta masa blanda de agua circundante, gelatinosa con kama disuelto en su interior. En las raíces que el mundo vegetal extendía, absorbía no sólo aire y luz, sino también kama, que se disolvía en el aire denso; así tenían sensación, pero no sensación especial, sino la de la vida general. Nuestra 'Venusfliegenfalle', (planta atrapamoscas), sigue siendo algo así como un recuerdo. La tierra tenía una vida general de sensación, y las plantas eran sus órganos.
El mundo animal aún no había bajado como nuestro mundo animal actual, sino que estaba esencialmente relacionado con el elemento Kama circundante, flotando y sólo de vez en cuando tanteando, como hombres acuosos bastante relacionados con el entorno; de ahí esta conciencia onírica y apagada, que aún no le hace decirse «yo» a sí mismo. El soñador hombre de la luna tenía una excelente percepción de lo astral. Nuestra agua de mar actual es una dilución del agua gelatinosa de aquella época. Pero como el agua sigue estando relacionada con lo astral, aunque no se mezcle directamente como entonces, los marinos tienen imágenes visionarias justificadas; es más supersticioso rechazarlas que aceptarlas.
Estos seres aún no podían decirse «yo» a sí mismos; los yoes flotaban como meros pensamientos en el mar circundante de la sabiduría.
Así tenemos: En el interior una corteza sólida de vegetal metal y piedra; luego vegetación dotada de sensibilidad; una capa de sabiduría aún no condensada en el aire, en la que vivían los Yoes. Estos últimos aún no se habían encarnado en la Tierra. Por eso también se llama a la luna el cosmos de la sabiduría. Esta capa de sabiduría es una esfera que lo impregna todo, entretejida con hilos, y en los puntos de intersección se forma algo parecido a un nudo, que es un yo.
Los pensamientos recorren toda la esfera como un sistema nervioso común, una red manásica. Este fue el sabio proceso por el que tuvieron lugar todos los procesos mentales en la Luna. Como hilos eléctricos sin la malla metálica; esto es «Fohav - parentesco de nuestro pensamiento con la electricidad, / ilegible].
En esencia, tenemos toda la cuádruple naturaleza del hombre como los tres reinos inferiores, pero el más bajo aún no ha alcanzado la solidez mineralizada. Para que los hilos se desgarraran, fue necesario que la masa gelatinosa se desplazara hasta su límite exterior. El ser humano no es más que el trozo de sistema nervioso arrancado por el endurecimiento.
Esta vegetación y animalidad lunar son mucho más maravillosas para la observación externa. Pues esta animalidad es bastante casta, todo está regulado por el manas común, y sólo se relacionan entre sí a través de la sabiduría.
En la formación de la tierra debemos imaginar que cada reino descendió por una etapa:
- El mineral pierde la vida.
- El vegetal pierde la sensibilidad.
- El animal pierde manas.
Pero los yoes avanzan y se rodean de la materia terrestre que ahora se ha hecho física. De modo que los yoes pasan realmente por los tres estados que han dominado desde el exterior. Ahora, el ser humano tiene un cuerpo mineral, en la siguiente ronda un cuerpo vegetal, en la sexta ronda un cuerpo animal.
Fue en la tercera ronda de la luna, cuando se produjo lo que hemos descrito como las formas de la luna, pues ese era el estado real de la luna, al igual que la cuarta ronda de la tierra. Posteriormente se sumergió y absorbió los reinos que había formado. De modo que estaban en la planta, pero como inyectados en la semilla. Y en la tierra, el hombre succiona la vida del mineral y lo deja atrás como roca muerta. A partir de esto forma su sistema óseo en la cuarta ronda; esto lo pudo cristalizar como base de su propia vida dejando atrás sin vida la del reino mineral - Adán y Eva, el Persermythe, Deucalion y Pyrrah.
Al privar a la planta de la sensibilidad en la segunda ronda, el hombre formó su sistema muscular sensible. Y al privar a los animales de la sabiduría general, éstos forman su manas especial - y dejan a los animales sin sabiduría.
A medida que la ronda lunar fluye hacia el exterior, los endurecimientos comienzan a prepararse. Todo el material pétreo blando forma pieles a su alrededor, las plantas una epidermis, los animales incluso pieles con cerdas. Así que todo tiene tendencia a formar envolturas, es un desarrollo formador de envolturas.
Si imaginamos que los seres que hemos llegado a conocer como Luciféricos delimitan la creación allí en la Luna, la peculiaridad, forman envolturas. Entonces vemos que son por tanto los creadores de lo particular y de la libertad; y han conservado naturalmente la tendencia a formar envolturas, de modo que cuando aparecen en la tierra son los formadores de los animales dotados del esqueleto exterior, y en el reino vegetal de los que no están arraigados en la tierra sino en el elemento vital mismo, como el muérdago, las plantas parásitas.
Durante el primer desarrollo racial de la tierra, todos nuestros animales eran blandos, pero tienen la tendencia a crear cosas sólidas por dentro, mientras que en la luna las cosas sólidas se crearon por fuera.
Si los espíritus de la luna hubieran seguido creando, habrían creado una tierra que lleva al mundo exterior, toda la sabiduría y el amor y el poder que existe, como en una maravillosa obra de arte. Se habría creado una maravillosa obra de mármol. Al principio luciférico le debemos pues, que el arte exista ahora en la tierra, que se haya podido arrancar una parte a los seres humanos.
Cuando la Tierra había llegado al punto de endurecerse, él era el dios de la primera revolución del vórtice. Lucifer es el dios del heroísmo externo, de la belleza, de la sabiduría externa; se la arrebató a la humanidad. De ahí el contraste entre la interiorización mística y el sentido externo de la belleza. Este contraste sólo puede superarse a un nivel muy elevado. Entonces el místico ama la vida en la belleza. La sociedad teosófica debe ser cada vez más amiga de la vida, porque debe espiritualizar la vida, no alienarla.