jueves, 3 de abril de 2025

GA090a Berlín, 29 de junio de 1904 - La quinta raza raíz: el fuego.

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AUTO CONOCIMIENTO Y CONOCIMIENTO DE DIOS

RUDOLF STEINER

La quinta raza raíz: el fuego.


Berlín, 29 de junio de 1904

Conferencia 39

Sabemos que la materia de nuestro globo se ha ido condensado gradualmente y que las sustancias que tenemos hoy no son las reales. Los estados que han ido surgiendo a lo largo del tiempo por diferenciación son distintos de los anteriores. 

Durante la primera raza, (Polar), existía un estado de la materia que era mucho más fino que nuestro aire actual y que en lenguaje oculto se denomina éter. 

Durante la segunda raza, (Hiperbórea), obtenemos un estado que corresponde ya a nuestra tierra actual en cuanto es semejante a lo que llamamos vapor. 

Durante la tercera raza, (Lemúrica), surge un estado que se encuentra a medio camino entre lo sólido y lo líquido; es como la albúmina coagulada; es una materia fuente tal como la encontramos hoy en las formas animales inferiores. 

Durante la cuarta raza, (Atlante), el estado de la materia es todavía algo más denso y es más difícil de describir porque desde entonces ha sufrido una compresión mucho mayor. Sin embargo, todo lo demás está latente en toda sustancia condensada. Una de esas fuerzas latentes durante esta época era la fuerza germinal, con la que el atlante podía hacerlo todo, y a la que llamaba «Tao». 

Durante la quinta raza raíz, debido al grado de condensación alcanzado, entró en juego sin embargo, otra fuerza que antes no se podía vencer, a saber, el fuego. Por lo tanto, para la quinta raza la invención más importante es la del fuego, y de ahí que la leyenda de Prometeo diga que Prometeo roba el fuego a los dioses, que ha hecho manifiesto el fuego oculto. Esta es la luz que se derrama sobre la estructura básica de la civilización de la quinta raza. El fuego natural se consideraba más eficaz, más sagrado que el fuego extraído del mundo mineral. Este punto de vista dio lugar al servicio del fuego de Zaratustra, el servicio de Vesta. Este fuego, como sabemos, una vez encendido, nunca se dejaba apagar. El secreto de la cuarta raza, (atlánte), el uso del poder germinal, también conocido como poder vril, se perdió con el fin de la civilización atlante. Los iniciados supervivientes seleccionaron a cierta raza de la quinta subraza, los hebreos primigenios, los separaron y los llevaron al desierto de Gobi bajo el liderazgo de Manu. Primero trabajaron en el refinamiento del cuerpo, que debía volverse capaz de absorber el pensar. Pero para que el pensar tuviera el carácter de lo espiritual, había que cultivar cuerpos puros eliminando de la fuerza kámica todo lo que estuviera directamente relacionado con la fuerza vital. Se prohibió consumir como alimento todo lo relacionado con lo sexual. Se seleccionaban todas aquellas sustancias que sólo eran nutrientes vivos y que no proporcionaban ningún producto de desecho. Sólo se tomaban aquellos nutrientes que no daban excreción: en el reino animal nada de nada; en el reino vegetal sólo aquello que tenía un efecto constructivo.

Sólo era una cultura primitiva exterior creada en aquella época porque sólo tenía que producir lo poco que la gente disfrutaba. Hoy en día, se utiliza un poder mental, espiritual y físico indescriptible para alimentar a la gente. Como escoria y producto gastado es arrojado a lo que se llama la octava esfera. El poder mental más fuerte se pone al servicio de la escoria. El impulso de la raza ancestral era desarrollar lo espiritual. Suministrar lo físico significa retirar poder de lo espiritual. Por lo tanto, se acumuló un enorme poder para la vida espiritual, que aún fluía por completo en la subraza indoaria. Aún no necesitaban sacar fuego de la materia densa y adoraban espiritualmente al espíritu. Ahora, en tal estado, el hombre tiene una consideración particularmente alta por la fuerza vril y sabe que debe, al menos psíquicamente, generar las fuerzas que están conectadas con la fuerza vril.

Ahora bien, existe una importante ley oculta según la cual se retira de uno mismo tanta fuerza vril, como se destruye fuerza vril. Con cada criatura asesinada, da igual si es el insecto más miserable, el hombre extrae de sí mismo tanto poder vril como mata. Por lo tanto, la destrucción de la vida en la quinta raza es tanto un medio para alcanzar la magia negra como el cultivo del poder vril en la raza turania. El dolor aumenta la fuerza vital fuera de mí y la embota dentro de mí. Por eso el mago negro mata la fuerza vital vril en su interior: retira tanto el Tao que se despierta en él lo contrario. Al retirar de mí la fuerza del vril de luz, me relaciono con la fuerza inferior del fuego que yace latente en la materia densa.  Se trata de un proceso oculto en la quinta raza raíz, que por medio de las muertes, -como ocurre con los pueblos cazadores-, el inividuo se rebaja a sí mismo y despierta el poder del fuego. Las religiones han creado un símbolo para este hecho oculto, el sacrificio animal; un símbolo de la verdad de que el fuego que se enciende en el altar quema lo que en la cuarta raza era lo que marcaba la pauta, es decir, la vida. - El mago negro llegará a realizar sus artes mediante poderes aún más profundos del fuego. A partir de esto podemos comprender por qué cierto tipo de magia ceremonial tienta a la gente a suicidarse.

Como todo esto era conocido por el Manú original, prohibió terminantemente a la primera subraza matar porque estaban destinados a vivir la vida espiritual. Más tarde sólo fue posible lograr la santificación de toda la raza mediante la abstención de algunos y dejando la vida física a otros. Esta es la base de la división en castas.

La raza india es, por lo tanto, la raza religiosa, y el brahmanismo es la religión principal de la quinta raza raíz - las otras son sombras.

La segunda subraza tuvo que empezar a conquistar el plano físico, tuvo que vivir donde era necesario el cultivo de la tierra, y emigraron ramificaciones hacia las regiones situadas entre el Éufrates y el Tigris y hacia Egipto, donde fundaron la cultura egipcia de la quinta raza y la cultura babilónica-medo-persa. Para conquistar el plano material, el fuego se convierte en el medio externo de la cultura. El indio aún no lo necesitaba. Pero era necesario hacer desaparecer el arte que podía producir el fuego de manera interior a partir de la naturaleza inmediata. Cuando algo en su reverso puede conducir a malas artes, se hace necesario desterrarlo en la religión. El fuego se situó en el centro del culto religioso. El servicio del fuego significa: «El fuego te es dado, pero en el momento en que no lo adores, no entrarás en la relación correcta con él». Por eso el primer Zoroastro introdujo el servicio del fuego, el servicio de Ahura Mazdao. Si una persona utiliza la semana para su servicio, debe adorar de rodillas en un día: de ahí el día de reposo. Para los persas, el fuego era lo directamente adorado; para los judíos, Dios aparecía en la nube de fuego; el cristianismo llama a Dios fuego consumidor.

La palabra «mago» se aplica ya a todos aquellos que regalan el servicio del fuego, ya sea a la derecha o a la izquierda. Todo lo relacionado con la magia tiene su origen en el fuego. Con él se proporcionó la base a partir de la cual pudo surgir la cultura de la quinta raza.

Esta raza del desierto de Gobi procedía del pueblo semítico primigenio, y ahora habían llegado al punto en que podían utilizar la base cultural semítica primigenia. Lo intelectual podía expresarse, y la siguiente subraza estaba destinada a hacerlo.

El pensamiento, expresado directamente en el plano físico, són los mandamientos. Los mandamientos, la formulación de la vida en el pensar, es la misión del pueblo israelita. Antes, la vida era un hábito; ahora aparece en forma mental, como un mandamiento. Hammurabi es un proclamador del mandamiento, después Moisés. Es la misión de la tribu semita, cuya principal manifestación es el pueblo israelita. Antes, lo psicológico era más elaborado; ahora empezaron a regular la vida mentalmente. De ahí las características peculiares del pueblo judío.

En la raza indoaria, el pensar estaba ahí, pero inicialmente espiritual. Los Vedas son espirituales-intuitivos.

Entre los pueblos persa-caldeos encontramos el pensar como sensación, como servicio a la naturaleza. - El tercero es el pensar en su forma inmediata, como mandamiento. Así pues, distinguimos tres cosas:

  • Los indios adoran el pensar como espíritu.
  • Los persas lo adoran como fuerza de la naturaleza.
  • Los judíos adoran al propio pensar.

Sin embargo, el pensar en el plano físico debe atribuirse a un ser, debe tener un portador. El indio lo reconoce como espíritu; el judío no conoce el pensar cósmico sino el humano y por ello debe humanizar, antropomorfizar a su Dios, Yahvé.

Todo lo que es temporal pasa por una humanización del principio de Dios, como hicieron los griegos y otros pueblos. De ahí que en todas partes de la tercera subraza veamos cómo pasan a la religión antropomorfista el panteísmo espiritualista y el panteísmo naturalista.

Ahora se trata de conocer el otro tipo de civilización. El Estado aparece entre los judíos como una teocracia, Dios como rey. De ahí el carácter ético del organismo estatal judío. El principio del pecado impregna la vida; todo es punible.

Poco a poco, el hombre se siente tan a gusto en el plano físico que adquiere esa gran comprensión que encontramos, por ejemplo, en el griego, que elabora lo artístico. La existencia entre el nacimiento y la muerte se convierte ahora en algo esencial para él. Aquiles, por ejemplo, dice: «Mejor un mendigo en el mundo superior que un rey en el reino de las sombras». El hombre respeta ahora lo que está más allá del plano físico como una tierra de sombras. Para los griegos, lo real reside en la bella forma espiritual: en el arte.

Ahora llegamos al hecho de que este plano físico debe ser santificado. El indio dirigía su mirada hacia el plano espiritual. El persa lo reconocía como un sentimiento. El judío ya ha penetrado en Kama con él, tiene un Dios apasionado. Los dioses griegos están llenos de pasiones. Lo que aún no ha sido deificado es el plano físico inmediato. La palabra bíblica nos dice: Tres engendraron en la tierra: el espíritu, el agua y la sangre.

Sabemos que en el lenguaje bíblico, el agua se refiere a lo astral, a lo físico, y la sangre a lo terrenal y carnal. Ya se había dado expresión divina a todas las pasiones: Kama fue divinizado. Ahora había que conquistar la carne, expresión de lo físico. En el cristianismo, que pertenece a la cuarta raza, la latina, la purificación de la carne se convierte en la verdad. El Verbo se encarna en la carne; el cuerpo se transfigura; lo divino camina entonces en el cuerpo transfigurado.

Lo nuevo es la santificación de la carne, que ve su tarea en la resurrección de la carne. Si la vida material debe purificarse para iniciar la línea ascendente, la carne debe santificarse.

Adorar a Dios encarnado en la carne era la tarea de la raza latina, así como [adorar a Dios] encarnado en las pasiones era la tarea de la raza judía.

A medida que el pensamiento se vertía en la materia, la forma original se perdía cada vez más. El cristiano adora al Dios que se ha hecho personal; se desarrolla en él una filiación personal. Se aferra a la sangre. A través de esta afiliación, el propio pensar tuvo que perderse. Sin embargo, el pueblo judío, que fue el primero en llevar el pensamiento al plano físico, tuvo que revivirlo una vez más, concretamente en el principio de que, aparte del Uno, no puede haber otro Dios; los demás sólo son sus profetas. El principio de la ciencia abstracta surge de la ascendencia morisca, como vástago semita, y se propaga en la raza germánica.

En la época de Copérnico y Galileo se hace real. El poderoso florecimiento de las razas germánico-inglesas tiene lugar dentro de la ciencia abstracta.

Ahora el pensamiento, habiendo conquistado el plano físico, puede ascender de nuevo al plano espiritual.