domingo, 6 de abril de 2025

GA090a Berlín, 18 de julio de 1904 - Investigación Oculta sobre los Evangelios

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AUTO CONOCIMIENTO Y CONOCIMIENTO DE DIOS

RUDOLF STEINER

Investigación Oculta sobre los Evangelios


Berlín, 18 de julio de 1904

Conferencia 45

Hace ocho días, (ver conferencia 44)me tomé la libertad de exponer los resultados de la investigación teológica sobre la vida de Jesús, y ya vimos que esta investigación sobre la vida de Jesús, que se basa en el estudio de memoriales históricos, nos lleva a un período de tiempo muy alejado y posterior a la supuesta vida del fundador del cristianismo. Así pues, se nos ha demostrado que la investigación histórica, física, basada en la erudición de la palabra, es incapaz de averiguar nada sobre los hechos que envolvieron la fundación del cristianismo.

Hoy me gustaría presentarles los resultados de la investigación ocultista, aunque sólo sea a grandes rasgos, y me gustaría señalar que estos resultados son hechos para aquellos que son capaces de verificarlos, pero sólo pueden ser verificados con habilidades especialmente entrenadas, habilidades que no todo el mundo tiene y que, por lo tanto, pueden ser fácilmente puestas en duda. Lo que tengo que decir al respecto no sólo se enseña hoy en día. Lo que tengo que decir se ha enseñado en las escuelas ocultistas de todos los tiempos desde la fundación del cristianismo y más vivamente en los primeros siglos del cristianismo. Los maestros ciertamente han hablado, si no literalmente, sí fielmente en el sentido en que queremos ver el testimonio del Evangelio de Juan desde un punto de vista ocultista. Incluso el erudito teólogo Bunsen dijo que el cristianismo se sostiene o cae con el Evangelio de Juan. Y hemos visto que la erudición literal fue la primera en eliminar el Evangelio de Juan y se niega a aceptarlo.

Lo que tengo que decir ya era enseñado en las escuelas de los primeros siglos cristianos desde el mismo punto de vista, sobre la base de los llamados métodos ocultos o secretos. No debe sorprendernos pues, que aquellos que quieren probar la verdad del cristianismo a partir de las Escrituras, de lo que ha quedado, si quieren probar esta verdad históricamente, no pueden llegar a ningún resultado real, así como, por otra parte, aún hoy el ocultista no es capaz de poner por escrito lo más importante que tiene que decir. Lo mismo ocurre hoy en día. Ni los evangelistas, ni sus sucesores, fueron capaces de comunicar lo más importante. Pero en las escuelas ocultas se habían conservado los métodos por medio de los cuales se podían encontrar estas verdades; Fueron continuados parcialmente, reproducidos. Estas verdades han sido parcialmente "mostradas" a los estudiantes de las escuelas ocultas. Digo 'mostrado', no 'enseñado'. Cualquiera que quiera hablar de tales verdades debe haberlas visto como hechos.

Incluso en las escuelas de Orígenes en Asia, se reconocieron tres etapas de ascenso al conocimiento oculto. Estos fueron designados con las tres palabras: purificación, iluminación e iniciación. Aquellos que habían alcanzado la primera etapa del discipulado, la etapa de la purificación, podían ver cómo se desarrollaban los acontecimientos históricos. Tenían lo que se conoce como la explicación histórica del cristianismo. Aquellos que habían progresado más, que habían alcanzado la etapa de iluminación, podían ver lo que Orígenes llamó las explicaciones de la sabiduría, que se basan en la difusión de la verdad moral. Y aquellos que habían alcanzado la etapa de iniciación podían alcanzar lo que se conoce como el fundamento típico del cristianismo.

Una vez que hemos reconocido esto, podemos encontrar todo esto en las Escrituras. Cualquiera que haya ascendido el escalón de la purificación, que ya no sea capaz de hablar desde su punto de vista, ni desde su opinión personal, que retire completamente lo que quiere, lo que es su opinión personal, y se convierta simplemente en el portavoz de Aquel que le habla en el mundo astral, es capaz de ver el curso de la historia incluso sin atenerse a datos históricos externos. Esta es la llamada visión en el mundo astral, una visión que es muy diferente de la visión con ojos físicos. En este mundo astral, recibimos imágenes de todos los acontecimientos como reflejos, no en la realidad. Estas imágenes del mundo astral del pasado son esencialmente diferentes de las imágenes del mundo físico. Tienen vida y actúan por sí mismos, son móviles, de modo que de esta manera se ve la historia que se desarrolla en el mundo astral en acción activa. Aquellos que han alcanzado el nivel de purificación ven, por así decirlo, sólo las imágenes reflejas de los verdaderos acontecimientos internos. Sólo aquellos que han alcanzado la segunda etapa, la etapa de la iluminación, ven más allá. Ven los pensamientos de la gente, de aquellos que se inspiraron después de verlos en la imagen. Y si alguien se eleva a la etapa de iniciación, entonces ve un mundo aún más elevado, entonces reconoce las intenciones que prevalecen en la historia a través de la encarnación de las grandes individualidades mismas.

Estas son las tres etapas que el iniciado tiene que escalar y de las que también se puede obtener una especie de reflejo histórico cuando se lee lo que Gregorios Thaumaturgos dice sobre su maestro Orígenes. Lo que dice es un relato escrito con un entusiasmo superior sobre lo que Orígenes le enseñó. Lo que escribió debe entenderse como las palabras de uno de esos escritores cristianos del siglo III, como Clemente de Alejandría, que dice: Sé bien que la escritura de mis recuerdos es débil comparada con la gracia que tuve el honor de escuchar; pero será un recuerdo para aquel a quien el Thyrsus alcanzó. Todo ocultista sabe interpretar la expresión «Thyrsus». Todo ocultista conoce el instrumento; todo ocultista sabe que la verdad ha sido transmitida oralmente de hombre a hombre, y que las cosas más profundas no han sido registradas en las escrituras. Esto puede quedarles claro cuando digo que las verdades últimas no han sido escritas en lo que ellos escribieron; así que, por supuesto, tampoco pueden encontrarse en ellas.

Mi libro se titula «El cristianismo como hecho místico». El título no fue elegido en vano. Cada palabra es importante. No pretende simplemente explicar el contenido místico. Más bien se trata de mostrar que, aunque los hechos del Evangelio de Juan son hechos místicos, también son hechos históricos. El cristianismo no debe mostrarse como místico, como una concepción mística, sino el cristianismo como un hecho místicamente explicable pero históricamente real. Aquel a quien conoció Thyrsus puede ser conducido a los arquetipos de lo que cuentan los libros. Aquí retomamos algo que dije la última vez en relación con la investigación histórico-crítica de los Evangelios. Les decía que la crítica aceptó el Evangelio de Marcos, que aunque este Evangelio de Marcos fue escrito mucho más tarde, no fue, como dice la crítica, escrito por contemporáneos. Les decía de ellos al mismo tiempo que este escritor del Evangelio de Marcos habla de tal manera que no describe los lugares donde tuvieron lugar los hechos, que parece completamente indiferente a los acontecimientos, a las localidades. También he dicho que lo que Marcos enlaza como hechos es una especie de composición poética, de modo que la secuencia cronológica tampoco puede ser decisiva. Por tanto, la crítica admite dos cosas: que no podemos deducir nada de la secuencia temporal y nada de las localidades y lugares.

Cuando Marcos dice «la montaña», es como si sólo hubiera habido una montaña. Esto nos muestra cómo a partir de lo histórico, tenemos que buscar lo oculto, nos muestra cómo se relaciona lo real con las imágenes ensombrecidas. La imagen ensombrecida nunca puede contrastarse con la realidad, pero la imagen ensombrecida tampoco debe contradecir la realidad.

También es un requisito de la investigación ocultista que nunca presentemos nada que contradiga la investigación histórico-crítica. Pero este juicio cesa cuando observamos lo que hay detrás del Evangelio de Marcos. Marcos habla de la «montaña», y Mateo también habla de forma similar en el Sermón de la Montaña. Sólo quien, como dice Clemente de Alejandría, puede remontarse a los arquetipos, quien puede penetrar hasta la explicación típica, sólo él es capaz de encontrar los arquetipos, es decir, lo que no está sujeto ni al espacio ni al tiempo.

Todos los Evangelios están escritos en un cierto lenguaje oculto. Están escritos de tal manera que, aunque sean comprensibles para las personas de mentalidad más simple, no hay grado de comprensión, -por elevado que sea-, que no pueda encontrar en ellos verdades cada vez más profundas. Quien conoce el significado real de una palabra profana en el lenguaje oculto puede desentrañar el significado secreto de los Evangelios. Si sólo se lee lo que está escrito al principio de lo que llamamos el Sermón de la Montaña, se verá que dice algo muy general: Él se sentó en un monte, abrió la boca y habló a sus discípulos. No habló a la gente; se fue con los discípulos y les habló. El iniciado lo comprende inmediatamente porque sabe que las palabras «subir a la montaña» tienen un significado determinado. Significa: entrar en el santuario interior, donde se reciben las enseñanzas ocultas, para que no se diga nada más con estas líneas que: Jesús vio que la gente necesitaba que se le enseñara algo, así que condujo a los discípulos al templo y les explicó lo que ahora debía transmitirse a la gente. En las antiguas tradiciones, desde tiempos inmemoriales, todo discípulo aprendía lo que significaban estas palabras. Pueden repasar los libros religiosos de todos los tiempos y siempre encontrarán el significado de estas palabras «subir a la montaña». Es necesario haber reconocido verdaderamente este lenguaje para aprender lo que está oculto.

Hoy quisiera darles algunas cosas desde el punto de vista de la Enseñanza Oculta, desde el punto de vista que puede introducirnos en la comprensión del Evangelio de Juan y llevarnos a comprenderlo. Los eruditos han hecho el mayor esfuerzo para comprender el Evangelio de Juan. Sin embargo, mediante la pura investigación de las palabras, hay muchos puntos que no se pueden comprender. Del mismo modo que uno no puede entender lo que significa «subir a la montaña», tampoco podrá entender otras expresiones. Se pueden revisar volúmenes enteros de eruditos investigadores y se encontrará que sólo uno de ellos, Betke, se aproximó mucho al significado, pero sólo se aproximó. Él debía conocer el lenguaje oculto. Pero el hecho de que alguien se haya acercado a él demuestra que en las palabras  está oculto el significado.

Un punto que me gustaría tocar es donde se describen las bodas de Caná. Recuerden las palabras siguientes:

Al tercer día hubo unas bodas en Caná de Galilea, y allí estaba la madre de Jesús. Pero Jesús y sus discípulos también fueron invitados a la boda. Y como faltaba el vino, la madre le dice: "No tienen vino". Jesús le dijo: Mujer, ¿qué tengo yo contigo? Mi hora aún no ha llegado. Su madre dice a los siervos: Todo lo que él os diga, hacedlo. [Juan 2:1-5]

Aquí hay que notar que no se menciona cuál era el nombre de la madre de Jesús. Y lo que constituye el núcleo, la dificultad principal, es que Jesús dice: «Mujer, ¿Qué tengo yo contigo?». Y las siguientes palabras: «Todavía no ha llegado mi hora». Tomemos otro pasaje de Juan, donde se habla de quién presenció la crucifixión. Si lo comparan con los otros Evangelios, verán que allí se describe de manera muy diferente. Si sólo lo leemos en el Evangelio de Juan, difícilmente le encontraremos sentido. Lo mismo ocurre con el pasaje del sorteo de la túnica:

Cuando los soldados crucificaron a Jesús, tomaron sus vestidos e hicieron cuatro piezas, una para cada soldado, además de la túnica. Pero la túnica estaba descosida, tejida de arriba abajo. Entonces se dijeron unos a otros: «No la dividamos, sino echemos a suertes a quién le toca, para que se cumpla la Escritura que dice: “Se han repartido mis vestidos y han echado a suertes mi túnica”. (Juan 19:24).

Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. [Juan 19:25]

No se dice de la madre de Jesús que se llame María, como tampoco se dice de las bodas de Caná. Se dice que la hermana de la madre de Jesús se llamaba María. Si nos atenemos a lo que aquí se dice, debía de haber dos hermanas junto a la cruz, y ambas se llamaban María.

Jesús, viendo a su madre y al discípulo a quien amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo.

Lean esto en Juan. Al discípulo se le llama siempre «discípulo a quien amaba». [...]

Después dijo a su madre: «Mujer, he aquí a tu hijo. Después le dijo] ¡Eh, ésta es tu madre! Y desde aquella hora el discípulo se la llevó consigo. [Juan 19:26-27]

Así pues, se nos dice que el discípulo a quien Jesús amaba estuvo junto a la cruz, que le hizo hijo de su madre y que este hijo tomó a la madre para sí. Por supuesto, sólo puede tratarse de la misma madre de la que se habla en Caná de Galilea. Esto ha causado las mayores dificultades a quienes lo explican, y tenemos que preguntarnos: ¿Qué hay realmente detrás de esto? ¿Qué podemos decir al respecto? Sólo podemos entender correctamente los Evangelios si sabemos qué es la madre de una personalidad espiritual en el lenguaje oculto. Debemos tener claro de quién habla Jesús cuando habla de su madre, y debemos entender este discurso en el sentido que aprendemos en las escuelas ocultistas.

El que viene a este mundo como iniciado, -sea como Buda o aún más elevado, como Jesús, el Cristo-, no deriva su origen de este mundo. Lo que vive en él viene de otro mundo. Es el mensajero de otro mundo. Sólo nace de este mundo según su existencia físico-temporal, en un lugar determinado. Quien entra en el mundo como iniciado tiene el más alto grado de lo que se llama tolerancia. Nunca se puede encontrar ni siquiera un rastro de lo que de alguna manera sería intolerancia en un iniciado. Si un iniciado va a algún lugar a proclamar una enseñanza, practicará el principio de tolerancia en el más alto grado. No dañará a nadie en sus sentimientos. El iniciado sabe que la verdad ha vivido entre todos los pueblos. Sabe que la verdad está presente en todas partes bajo una forma determinada. Sabe que el mundo progresa, se ve a sí mismo como un instrumento del espíritu del mundo más allá de la realidad física, que tiene que hacer que el mundo avance un poco. No guía a la gente difundiendo una enseñanza que la perjudica, sino que sobre todo se asocia con aquellos que anhelan liberarse de las viejas ataduras, no se asocia con escribas y saduceos, sino con aquellos que son pecadores en el sentido de estos escribas, pero que anhelan algo que sólo aparecerá en el futuro.

Aquellos a los que Él viene están completamente entrelazados con su pueblo y su tiempo. Jesús vino a los judíos, aunque no había nacido de este pueblo, y tuvo que trabajar entre ellos. Tenía que crear algo más elevado de la sustancia de la gente, que floreciera en el mundo. Sus seguidores pertenecían a tres grupos. El primer grupo eran los que estaban apegados al judaísmo, a las leyes que él no había venido a abolir sino a cumplir con total tolerancia. Este fue el pueblo en el que plantó su enseñanza como un grano de mostaza, para que floreciera. El segundo grupo, donde difundió su enseñanza con total amor y tolerancia. Este era el grupo que creía en él debido a su poder personal e influencia. Estos eran los que estaban cerca de él, los que sabían lo que él significaba para ellos. Y todavía quedaba un tercer grupo. Estos eran los que creían por las obras que hacía, aunque no estaban particularmente cerca de él, pero que estaban cautivados por su apariencia, y por lo tanto, en el momento en que esta aparición fue arrastrada hacia abajo, después de la crucifixión, ya no podían creer hasta que tuvieran pruebas.

Era a estos tres grupos a los que se había dirigido. Deben tener una designación muy específica en el sentido del lenguaje oculto. Llama «madre» al tiempo y al pueblo en el que nace el iniciado. Por lo tanto, llama al pueblo judío su madre. Cuando Jesús habla de «madre en Galilea», se refiere al pueblo judío: le muestra el agua del Antiguo Testamento y el vino del Nuevo. Las almas en las que se deposita una enseñanza están representadas por personalidades femeninas. Las que estaban cerca de él están representadas por María, la mujer de Cleofás. Ellas estaban unidas a Jesús por su relación personal. El tercer grupo eran personas que necesitaban pruebas. Ahora sabemos que Jesús encomendó a otra persona la misión de ocuparse del pueblo judeo-cristiano. Ahora sabemos por qué le dice a la madre judeocristiana: ¡Este es tu hijo! Este es el que tiene que llevar el progreso cristiano, este es el discípulo que ama. Y ahora sabemos que el discípulo asumió la tarea. Esto se refiere a las palabras: Y desde aquella hora tomó para sí a la madre. En otras palabras, él era el que debía desarrollar el cristianismo a partir del judaísmo.

Una expresión sigue siendo incomprensible, la expresión: «el discípulo a quien Jesús amaba». Hay que reconocer quién es el discípulo. La expresión significa: el propio Jesús inició a la persona en cuestión. De ello se desprende que el Maestro es amigo de este discípulo: él le ama.

Se puede encontrar una explicación más detallada del milagro de Lázaro en mi libro "El cristianismo como hecho místico". Aquí sólo puedo dar algunas pistas sobre lo que es este milagro de Lázaro. Quien conoce cómo se llevaban a cabo las iniciaciones, sabe cómo tenía lugar el procedimiento de tres días de sepultura, sabe que después de tres días se producía la resurrección, en la resurrección de Lázaro se lee la historia de la iniciación, incluso en las palabras concretas se lee exactamente la descripción de una iniciación. Allí no ocurrió otra cosa que el Cristo, el Maestro, inició a Lázaro, es decir, dejó morir su personalidad inferior y al cabo de tres días resucitó su personalidad superior.  Lean también las palabras: «Yo soy la resurrección y la vida». Cuando entiendan cómo leer correctamente estas palabras según el espíritu que da vida, descubrirán que Lázaro era un resucitado en el sentido de Cristo. Donde se cuenta el milagro de Lázaro, allí también encontrarán la expresión "Jesús amaba tanto a Lázaro".

Pero, ¿cómo es que el milagro de Lázaro sólo se encuentra en el Evangelio de Juan? ¿Cómo es que se da tanta importancia a este milagro de Lázaro en el Evangelio de Juan? Y que algo más también deben notar, ¿Cómo es que el discípulo a quien Jesús amaba sólo aparece después del milagro de Lázaro? Lean el Evangelio de Juan desde este punto de vista, y no podrán ver, pero creerán al que pueda saberlo, que este milagro de Lázaro del discípulo a quien Jesús amaba es una auto confesión de algo que el propio Juan experimentó. En ese momento se convirtió en el discípulo resucitado al que Jesús ama. Esta autoconfesión puede ser apreciada por cualquiera que esté familiarizado con el estilo de tales relatos de la antigüedad, cuando no se escribían, sino que se proclamaban una y otra vez desde las cátedras de enseñanza. No es frecuente encontrar este tipo de autoconfesión de que tal o cual persona le era querida. Por eso el milagro sólo se cuenta en el Evangelio de Juan, precisamente porque es una autoconfesión. Esa es también la razón por la que el Evangelio de Juan cuenta la historia más profunda, a saber, la vida del propio Jesús. Esa es también la razón por la que quien originalmente la vivió, -no el escritor-, era quien mejor la conocía. Leamos el Evangelio de Juan de un modo típico y descifremos su significado más profundo.

No es de extrañar que los maestros cristianos de la Iglesia, los eruditos de los primeros siglos, no se cansaran nunca de interpretar el Evangelio de Juan; era precisamente este Evangelio de Juan el que querían comprender. Cuando se sabe que el discípulo a quien Jesús amaba tomó para sí a la madre, se comprende también el principio:

'En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y un Dios era el Verbo'. [Juan 1:1]

<Esto sólo está claro para el investigador ocultista; pero para él está bastante claro. Como es bien sabido, donde la traducción alemana tiene el término «Wort=palabra», está la expresión «Logos». En el principio era el Logos. ¿Qué es el Logos? El concepto de logos, tal como se entiende aquí, es difícil de entender. Tiene un origen antiguo. Es cierto que el Evangelio de Juan, tal como se nos presenta, tiene un fuerte matiz de escritura griega. Pero cualquiera que lo examine detenidamente verá, por otra parte, que el escritor del Evangelio de Juan probablemente se atuvo a lo que era originalmente, a saber, un libro escrito por el discípulo a quien el Maestro amaba, un libro que pretendía mostrar que este discípulo había tomado para sí a la madre de Jesús. Por supuesto, hay que conocer la enseñanza judía más profunda. Esta profunda enseñanza judía no se encuentra entre fariseos y saduceos. Es más probable encontrarla entre los saduceos. Pero la encontrarán en una gran personalidad en Alejandría. Allí también encontrarán la doctrina del Logos. Pero esta palabra tampoco se originó en Alejandría. Pueden seguir esta palabra en todo momento. Sólo quiero utilizar algunos ejemplos para ilustrar lo que la gente de aquella época asociaba con la palabra Logos. Tal como se nos presenta la palabra, no es más que un término hebreo helenizado. Como Platón adoptó el Logos en su enseñanza, se decía que era un Moisés con deje de la Ática. No debe sorprendernos que recibamos la doctrina del Logos en una forma un tanto helenizada.

Acudan ustedes a las antiguas enseñanzas de los indios; allí llegarán a la ley primordial. Todo eso es lo que pertenece a los Vedas. Veda, no significa otra cosa que, "el conocimiento sagrado", y para todos aquellos tiempos antiguos, el conocimiento significa algo que proviene del propio Dios. Pero la trascendencia de este argumento nos llevaría demasiado lejos. La parte más importante de los Vedas es el Rig Veda. 'Rig' significa la 'palabra', y las enseñanzas del Rig Veda fueron presentadas de tal manera que los grandes maestros las recibieron de El mismo Dios. Es el conocimiento, y este conocimiento fue escrito en el Rig Veda. Es el conocimiento que fue revelado a los Rishis. También entre los antiguos indios se entendía por palabra no sólo la palabra que se pronuncia, sino aquello por lo que se hace la palabra. Al igual que la palabra se crea a través del sonido, el universo también se creó a través de la palabra.

Oanes
Cuando llegamos a los persas, encontramos el libro sagrado de los persas. Y si vamos a Babilonia, encontraremos de nuevo que hay un libro, -«libro» es más o menos lo mismo que palabra, las enseñanzas se transmitían oralmente en aquella época-, Oanes, que revelaba a los antiguos sacerdotes todo lo que necesitaban para su cultura religiosa y secular. Si uno se remonta a todos estos pueblos y sus religiones, encontrará el concepto de la Palabra. Encontrará que el concepto del Logos está presente en ellos, al igual que está presente en el judaísmo posterior, enseñado ocultamente. Pero descubrirán ustedes que en todos estos pueblos antiguos que utilizaban el concepto de Logos antes del judaísmo, esta palabra Logos tiene algo mucho más vivo, y que en el judaísmo se convierte en algo abstracto. El persa imaginaba que la palabra se proclamaba al mago desde seres vivientes, desde ángeles, devas. Ellos son los portadores de la palabra. Para los indios, son los devas quienes llevan la palabra al mundo terrenal. Entonces también se considera al mensajero. Es la palabra viva pronunciada por Dios y llevada a los hombres a través de mensajeros divinos, devas o ángeles. Lo mismo ocurre con los babilonios. Todo lo que se interpone entre Dios mismo y los seres humanos queda anulado en la religión judía por causa de una misión especial de la historia del mundo que tiene plena justificación.

El judaísmo extingue el contacto confidencial con todos los seres intermedios que se interponen entre Dios y el hombre. Dios se convierte en el Jehová de otro mundo, del que nadie puede formarse una imagen, y lo que el hombre puede conocer de él es la ley que ha dado. Este es el Logos, que sólo puede convertirse en una concepción en el hombre; este es el Logos completamente abstracto, sombrío. Este es el tipo de hechos que se dan. El discípulo a quien Jesús amaba tuvo que proclamar la verdad del judaísmo con su concepción de la doctrina del Logos y la enseñanza de la ley según la cual este Jesús, que vivía entre sus discípulos, era él mismo el mensajero, el Hijo de Dios. En otras palabras: Así como los devas, ángeles y demás solían ser portadores de la Palabra, ahora se ha dado el caso de que Jesús, que se convirtió en Cristo, era la Palabra hecha carne. Era difícil hacer comprensible esto en aquella época, ya que la conexión con los eslabones intermedios entre el hombre y Dios se había perdido en el período siguiente: El Logos se había hecho carne, el Logos era Dios mismo.

Se puede ver que en el siglo III se había formado una secta que se oponía resueltamente al Evangelio de Juan. Se llamaban a sí mismos los Alogoi; no querían tener nada que ver con él. Estos Alogoi ya existían en el siglo II, y el Evangelio de Juan tenía muchos oponentes en aquella época. ¿Por qué se ha perdido la comprensión del Evangelio de Juan? Sólo podemos entenderlo si nos damos cuenta de cómo se relacionaba la gente con sus dioses en épocas anteriores. Brahma y los demás dioses no eran otra cosa que lo que vive en el mundo y con el mundo; eran precisamente lo que se manifiesta en cada cosa y, sobre todo, en cada persona. Aunque el hombre es un ser débil, el hombre cada vez se desarrolla más y más, y el Dios que está en la palabra se expresa cada vez más.

Esto no es panteísmo, no es un concepto borroso de Dios, ni una negación de Dios, sino un concepto tan sublime como puede serlo. Todavía se conserva en un nombre, en «Pontifex maximus, el constructor de puentes, el sacerdote». ¿Y eso por qué? Porque tenía que ser una persona más desarrollada, alguien cuyo yo interior estuviera ya un peldaño [más alto] que los demás, alguien que hubiera alcanzado un nivel de desarrollo superior. Cualquiera que sepa investigar ya puede demostrar históricamente que los antiguos dioses de los griegos eran originalmente seres humanos, personas que originalmente vivieron y que fueron presentadas de tal manera que se abrieron camino hasta un nivel superior de divinidad. Lo mismo ocurría con los persas. También ellos tenían seres como los devas y los ángeles, que eran gradualmente diferentes, pero que conducían un paso más allá: hacia arriba.

El hombre también podía llegar a ser divino. Podía ascender al nivel en que el Verbo se revela en su propio pecho; para aquellos que podían desarrollarse hasta ese punto, había una unión del Logos en su propio pecho con el Logos exterior. Podía ascender con la conciencia del Logos. Podía lograr que el propio Logos se hiciera carne. Esta era una idea que los pueblos de aquella época podían comprender. Podían comprender que a través de un mayor desarrollo se podía obtener la conciencia del Verbo interior, el Verbo a través del cual se hicieron todas las cosas, que estaba originalmente con Dios, que era la vida del hombre así como la vida del mundo entero, -y este Verbo se convirtió en la luz del hombre. Resplandeció en el interior del hombre, y los que la recibieron fueron llamados «hijos de Dios».

Por eso ven ustedes que el Evangelio de Juan indica que el Logos puede llegar a ser consciente en el hombre y que los que pueden llegar a ser conscientes de este estado son llamados hijos de Dios. Por eso dijo en otro lugar: Sois dioses -, y explica así por qué se llama a sí mismo hijo de Dios. Si nos atenemos a esto, entonces Juan tenía dos cosas que dar, en primer lugar que la antigua conciencia de que el hombre tiene una conciencia de Dios en su interior puede brotar, puede convertirse en una experiencia, y en segundo lugar que el que vivió en Palestina fue la revelación del mismo Logos que vive en todo ser humano en general y que vino entre los seres humanos como el Logos. De él había que comprender que se convirtiera en el Logos en este excelente lugar y en este excelente tiempo.

Ellos sólo entendían al Logos, con el que ya no «conocían» ninguna vinculación. Y puesto que desconocían ya la vinculación con el hombre, les resultaba difícil comprender al Logos que se hizo carne. Por tanto, había que transmitir el punto de vista griego, que desarrolla la deificación del hombre en su propio servicio superior, y el del cristianismo alejandrino. Había que partir de ello. Había que vincular estas dos cosas. El Logos, que sólo puede revelarse como ley, tenía que ser vehiculado con el concepto original del Logos. Si se dan ustedes cuenta de esto, comprenderán que en el cristianismo original tenían que ser necesarias dos corrientes.

Una era la corriente que aún no se había alejado del concepto original de la conciencia del Logos, que sostenía que el desarrollo del hombre conduce directamente a la divinidad y que el Logos debe ser comprendido. Ésta se situaba junto a la otra corriente, que veía al Logos en la penumbra lejana, que sólo podía ver al Logos como una revelación exterior y a la que, por tanto, le resultaba difícil comprender que el Logos se hubiera hecho hombre. Para estas dos corrientes, había que crear otros conceptos para que este único Logos «fuera Jesús en esencia como hombre con el Logos como Dios». Sólo así se podía llegar a la comprensión. Estas dos corrientes convivían. Se puede decir que una corriente entendía el Evangelio de Juan, la otra lo entendía menos. También se aferraban a él, pero lo interpretaban de manera diferente. «Él les dio poder «para convertirse en los hijos de Dios» - esto no fue entendido. Pero Arrio tuvo que defender esto en el Concilio de Nicea. Defendió la unidad esencial del Logos con Jesús y la semilla de Dios en el hombre. La otra corriente hizo de la palabra del Dios encarnado un dogma y parte de la doctrina de la Trinidad, que se ha convertido en algo completamente distinto de su significado original. Esta corriente pretendía situar la revelación bajo una luz tal que sólo la Iglesia podía representarla, ya que iba más allá de todas las facultades humanas de la razón. En el Concilio de Nicea se aceptó erróneamente el Evangelio de Juan en contra de la opinión arriana.

Desde la Edad Media, la escolástica nos ha enseñado a pensar libres de toda experiencia sensual, pero también a pensar desinteresadamente, con devoción y fidelidad a una palabra existente y a no hacer valer la crítica egoísta y la razón egoísta. Esto es algo que los pensadores cristianos aceptaron durante siglos, una formación que era buena, una escuela en el pensamiento devoto. Esto no lo entienden quienes hoy, -por ignorancia-, hablan despectivamente de la escolástica y la desprecian. Cualquiera que esté familiarizado con la escolástica sabe lo que se consiguió aquí en cuanto al pensamiento desinteresado, en el que el interesado no dice: «¡Yo, he encontrado esto, estoy llamado a encontrar aquí una convicción!», sino que dice: «Qué soy yo, quién es y qué es, cuando pienso allí, cuando se dio la enseñanza del espíritu». Todo intelecto egoísta fue sacrificado por el conocimiento de una enseñanza desinteresadamente consagrada a la verdad. Tuvimos que considerar que nuestra generación es antigua, que la gente siempre ha pensado y pensará, y que nadie nos ha esperado, ni siquiera por lo que aportaremos.

Si aprendemos a investigar los escritos de los Padres, entonces nos haremos lo suficientemente maduros para saber cada vez mejor la forma verdadera. Una humilde búsqueda de la verdad es lo que quiere en todas partes el movimiento de la Sociedad Teosófica, que quiere elevar el estudio del Evangelio de Juan. Sabemos que la devoción es particularmente escasa en nuestro tiempo. Los que hablan en nombre de este movimiento saben que ellos mismos lo han aprendido en su búsqueda de la verdad: ser humilde, ser devocional. Esta es una experiencia por la que han pasado no uno, sino muchos. Han hecho suya la ciencia. Han buscado la verdad aquí y allá, en la ciencia, en la filosofía, en la historia. Conocen los métodos que se siguen aquí y allá. [...]

Pero debo decir, que cualquiera que haya tenido la suerte de profundizar un poco más, sabe que en la ciencia de nuestros días, -ya sea filosofía, ciencias naturales, medicina, teología, etc.-, los que la han absorbido ya no creen en: "Yo estoy llamado a decidir". Si nos hemos vuelto humildes, entonces volvamos a leer el libro del Evangelio de Juan, entonces encontraremos que algunas cosas son, en efecto, copiadas del escritor de manera diferente a como eran, pero fueron pensadas según puntos de vista materialistas y también más elevados y encontramos que no encontramos el sentido en nuestro plan. No es que quiera decir algo bonito retóricamente, sino que hablo con plena responsabilidad en el espíritu de aquellos que se han adentrado en la ciencia actual y, después de hacerlo, se han sumergido en este libro de la sabiduría, en este libro de la verdad. Ellos hallaron allí una cosa, hallaron que cuando comenzaron a estudiar este libro, fluyó hacia ellos la verdad en forma elevada, y que toda su erudición de hoy sólo puede servir para dejar fluir hacia ellos la gloria de esta verdad. Pero eso no es todo. También está el hecho de que, para quienes tienen tales experiencias, se instala algo nuevo, que se han dado cuenta de que, -por más que vuelvan al Evangelio de Juan-, cada vez han sido fortalecidos y vigorizados. Cuando vuelven así del Evangelio de Juan, tienen la sensación de que la verdad que contiene es infinita, que es algo de una profundidad infinita. Y se dicen a sí mismos: Aquí soy un principiante, incluso los más avanzados de nuestros días son principiantes aquí. Han experimentado que son principiantes. Esto les da un concepto de revelación, no en el sentido de la Edad Media, sino que es la puerta de la verdad, la puerta de la verdad, -como dijo Jesús-, una fuente de verdad. El Evangelio de Juan es una de las guías. Hacer de esto un principio y hacerlo realidad en los círculos más amplios, esa es la tarea del Evangelio de Juan y de la Sociedad de San Juan. Quien sepa qué buscar aquí, qué aprender aquí, puede unirse de todo corazón a esta Sociedad de San Juan y a este estudio del Evangelio de Juan.