lunes, 7 de agosto de 2023

GA266b-54 Helsinki, 14 de abril 1912 - pensamiento, sentimiento y voluntad

  Índice 

Rudolf Steiner 

LECCIONES ESOTÉRICAS

LECCIÓN 54 

Helsinki, 14 de abril 1912 - 

Quien comienza sus ejercicios esotéricos no debe esperar que las visiones aparezcan inmediatamente ante él. Puede, sin embargo, suceder, pero no es lo habitual, ni siquiera lo deseado. Lo normal es que el mundo de los sentimientos y pensamientos del alumno de lo oculto se armonice primero con el mundo espiritual, y que sólo cuando esto haya sucedido y el esoterista se sienta en armonía con el mar del mundo espiritual, vea surgir de este mar formaciones luminosas que se configuran en determinadas formas. 

Pero también puede ocurrir que el esoterista comience inmediatamente a experimentar visiones. Éstas son entonces una consecuencia de su vida anterior, en la que, o bien era también esoterista, o bien estaba bajo la influencia de una religión que, -como era el caso de todas las religiones antiguas-, trabajaba con el ceremonial y el culto. Las visiones son entonces algo atávico y constituyen un gran peligro, pues aparecen violentamente, abrumando al esoterista; pues han surgido, por así decirlo, sin su intervención. Por lo tanto, es mejor que no aparezcan. El esoterista debe más bien prestar atención a los cambios que se producen en su vida anímica. La última vez hablamos de uno de estos cambios, a saber, que los pensamientos se vuelven tanto más poderosos a través de los ejercicios y pueden tener tanto más efecto sobre otras personas que, si no son del todo correctos y puros, son por lo tanto apartados de nosotros por el guardián del Umbral y somos conducidos a la inconsciencia, para que no dañemos a otros o a nosotros mismos a través de ellos. Ahora los efectos de los ejercicios se describirán de una manera ligeramente diferente.  

Lo primero es que los pensamientos se vuelven más sueltos, es decir, mientras que en otros tiempos una determinada percepción iba siempre seguida inmediatamente de un determinado pensamiento, y este pensamiento seguía a otros pensamientos como si fuera por sí mismo, esto ya no sucede así. El esoterista ya no se siente tan seguro y tan inmediato en su juicio y en sus conexiones de pensamientos. Lo que antes daba seguridad a los pensamientos y juicios era lo que provenía de la educación, de las condiciones sociales, del medio ambiente, es decir, de los ángeles, arcángeles y espíritus de la personalidad que actúan en todas las condiciones culturales. El hombre se desprende gradualmente de ellos; su ángel, su guía, ya no le da sus pensamientos y juicios tanto directamente  como inconscientemente. Pero si este aflojamiento de los pensamientos fuera demasiado lejos para el hombre, podría volverse peligroso para él. Por eso el guardián del umbral interviene entonces e impide que esto progrese. El medio de prevención contra esto es la adquisición de un amor absoluto a la verdad, que no permite ni siquiera que surja en el pensamiento aquello de lo que existe la posibilidad de que sea falso.  

La segunda se refiere a nuestros sentimientos e impulsos volitivos. El esoterista también los ve cambiar; siente que tiene menos control sobre ellos que antes.  Mientras que antes era quizá más cauto, ahora siente cómo un sentimiento, un impulso de la voluntad, reacciona directamente ante algo que le concierne. Esto tampoco debe ir demasiado lejos; si eso ocurriera, de nuevo el guardián del umbral no nos dejaría pasar al mundo espiritual por nuestro propio bien.

Lo tercero es que los sentimientos erróneos que el esoterista puede desarrollar no sólo se apoderen de su alma, sino que se abran camino hasta el cuerpo físico. Si las perversidades continúan trabajando inconscientemente en el fondo del alma, se vuelven aún más dañinas que si se expresan en una enfermedad perceptible que puede ser curada por medios físicos. Por lo tanto, en tal caso, el Guardián del Umbral nos envía alguna pequeña enfermedad que debemos considerar como una señal, una advertencia de aquello que está trabajando en nuestra alma. En un desarrollo esotérico bien guiado, esto no debe convertirse en enfermedades graves, pues de lo contrario el esoterista sería atacado con demasiada severidad. En la antigüedad, cuando las almas eran aún más robustas, y sólo se aceptaban como estudiantes secretos a personas con mucha fuerza interior y valor para vivir, estos peligros eran también mayores y a menudo llegaban a extremos, es decir, la relajación de los pensamientos llegaba hasta la locura, el no controlar los sentimientos y los impulsos de la voluntad llegaba hasta la locura, la destrucción, y las enfermedades conducían a la muerte. Esto es lo que expresa la historia de los antiguos misterios hebreos, que se da como advertencia a todo esoterista: De los cuatro rabinos que intentaron entrar en el "jardín de la madurez". El primero se volvió loco, el segundo lo destruyó todo con su locura, el tercero murió, sólo al cuarto se le permitió el paso y entró en el mundo espiritual.