viernes, 11 de agosto de 2023

GA266b-67 Berna, 16 de diciembre 1912 Sobre la aparición periódica de ciertos errores cada vez mayores y su superación.

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Rudolf Steiner 

LECCIONES ESOTÉRICAS

LECCIÓN 67

Berna, 16 de diciembre 1912 - 

La batalla contra el ocultismo es hoy mayor que nunca. Es cierto que siempre se luchó contra ellos a sangre y fuego, pero nunca tanto como hoy. Vosotros, hermanos y hermanas, podéis ayudar a mitigar esta batalla que sólo es provocada por la envidia Podéis hacer mucho no refiriéndoos a mí como líder, como ocurre tan a menudo. Podéis estar seguros en vuestros corazones y saber a qué ateneros, pero no debéis hablar de ello públicamente.

Se puede observar una cierta periodicidad en la vida humana, igual que se percibe una periodicidad en el mundo exterior. Digamos que tenemos un acontecimiento en nuestra vida. Este acontecimiento pasa. Las cosas siguen durante un tiempo, y luego hay una repetición del acontecimiento. En el esquema se ve que los círculos aumentan de tamaño cada vez. 

En la vida humana ordinaria se puede observar que uno intenta desechar la ambición y la vanidad, también el amor a la facilidad y la pereza. Uno puede haber ganado una cierta victoria sobre estos defectos en la vida ordinaria. Cuando uno ha pasado por un desarrollo esotérico durante un tiempo, estos defectos de repente se presentan de nuevo ante nosotros, y como uno puede ver en el esquema, son mucho peores que la primera vez. Ahora uno puede tratar de superar esta vanidad, ambición, etc., de nuevo, hasta que se nos acercan de nuevo en formas cada vez peores. Pero uno también puede quedarse quieto, sin superar, y entonces uno traerá esta vanidad, etc., a su vida esotérica como veneno. La siguiente fuerza triple será una buena manera de superar estos defectos.

Cuando nuestro ego y cuerpo astral se deslizan de nuevo en nuestros cuerpos etérico y físico por la mañana, la conciencia surge a través del choque de este proceso de deslizamiento. No habría conciencia en este mundo sin los cuerpos etérico y físico. Estas dos partes que necesitamos para la conciencia no nos pertenecen, las heredamos de nuestros antepasados. Es posible que al despertarnos se nos ocurra que estas partes que obtuvimos a cambio de nada también podrían sernos arrebatadas algún día, entonces podremos entender lo que los sabios siempre decían por la mañana: "Te agradezco Dios que me hayas permitido despertarme de nuevo", y así sucesivamente. Es el Padre Dios quien nos permite sumergirnos de nuevo en el cuerpo físico por la mañana. Cuando decimos las palabras Me teje, tenemos una fuerza que nos permite sentir agradecimiento por esta inmersión en el cuerpo físico. Tenemos un mantra muy poderoso en estas palabras. Un gran sentimiento de agradecimiento debe atravesarnos con estas palabras: Me teje. Tenemos una gran fuente de fuerza cada vez que las decimos. Quien no pueda generar un gran sentimiento de agradecimiento no debería decirlas. Nuestro primer pensamiento al despertar por la mañana será una oración de agradecimiento al Padre Dios que nos permite volver a este cuerpo físico.

Cuando un hombre tiene una vida tras de sí, algo se encontrará con él en el mundo espiritual. Lo que le salía al encuentro en tiempos de Cristo era diferente de lo que le sale al encuentro ahora. Cuando se entra en el cuerpo físico, se experimenta un choque que despierta la conciencia. Después de la muerte, no tenemos cuerpo físico, y sin éste, el yo actual no tiene conciencia. Lo que preserva la conciencia para el yo es el poder del Hijo, a quien podemos encontrar en el mundo espiritual después de la muerte. Aquí, también, tenemos un mantra poderoso Y eso es: Me trabaja. Debemos rezarlo con devoción y reverencia y conseguir así una preservación de la conciencia entre la muerte y una nueva vida.

Lo que también debe suceder es que pasemos a los mundos espirituales, que despertemos a través del espíritu Santo, que nos lleva allí. Aquí tenemos el mantra: Piensa en mí. Esto hay que decirlo con piedad. Y asi tenemos esperanza, amor y fe. Entonces se despertará en el hombre el triple amor: amor a la verdad, a la vida y a la creatividad. A menudo nos topamos con el amor a la verdad, pero no tan a menudo con el amor a la vida. El amor a la vida pondrá a cada hombre en la posición correcta ante los demás hombres. Porque ¿cómo se puede amar la vida rectamente sin amar a otros hombres? Entregarse a alguien en todo por pasión no es amor a la vida. Sólo es amor a la vida si uno no disculpa todos los males por bondad; a veces es amor si uno no cede. El tercer amor, el de la creatividad, es difícil de encontrar. Deberíamos amar toda creatividad y todo trabajo. Pero mira cómo los hombres se vuelven contra todo lo creativo.

La vanidad nos impide amar la verdad. Y quién puede seguir siendo vanidoso si cultiva el amor a la verdad. Debemos cultivar cada vez más el amor a la verdad.

Mediante el amor a la vida desarrollamos simpatía por toda vida. El egoísmo es derretido por este amor. Quien tiene el amor correcto por toda la vida no puede permanecer en el egoísmo.

El amor a la creatividad elimina toda pereza y amor a la facilidad.

Y así podemos decir: Amo la verdad a través del Espíritu Santo que piensa en mí. Amo la vida a través del Hijo que obra en mí. Amo la creatividad a través del Padre que teje en mí. O podemos decir: Nacemos en el Padre Dios. Morimos en Cristo, y resucitaremos por el Espíritu Santo. E D N, I C M, P S S R. Nacimos en este cuerpo físico por el Espíritu Padre, morimos por el Hijo, y el Espíritu Santo nos da la certeza de una resurrección.

Y así diremos las palabras que nos fueron dadas de la verdad:

En el espíritu yace el germen de mi cuerpo.
Y el espíritu ha plasmado en mi cuerpo
El sentido de la vista,
Para que a través de los ojos pueda ver
Las luces de los cuerpos.
Y el espíritu ha plasmado en mi cuerpo
La razón y la sensación
Y el sentimiento y la voluntad,
Para que a través de ellos pueda percibir los cuerpos
Y actuar sobre ellos.
En el espíritu yace el germen de mi cuerpo.
En mi cuerpo yace el germen del espíritu.
E incorporaré a mi espíritu
Los ojos suprasensibles
Para que a través de ellos pueda contemplar la luz de los espíritus.
E imprimiré en mi espíritu
La sabiduría, el poder y el amor
Para que a través de mí actúen los espíritus
Y me convierta en un órgano consciente de sus actos.
En mi cuerpo yace el germen del espíritu.