domingo, 30 de julio de 2023

GA266b-29 Praga, 29 de marzo de 1911 El tipo correcto de absorción en la meditación (por ejemplo En los rayos puros...).

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Rudolf Steiner 

LECCIONES ESOTÉRICAS

LECCIÓN 29 

Praga, 29 de marzo de 1911 - 

Si queremos recorrer un camino de desarrollo ocultista, se nos dan ciertos versos o fórmulas para ayudarnos, que tienen el poder de desarrollar nuestros órganos espirituales superiores si los utilizamos correctamente. Nos fueron dados por los maestros de la sabiduría y de la armonía de los sentimientos. (Versículo del jueves.)

Si queremos sumergirnos en las primeras líneas de nuestro ejercicio matutino:

En los puros rayos de luz
Brilla la deidad del mundo
En el puro amor por todos los seres
Brilla la divinidad de mi alma
Yo descanso en la deidad del mundo
me encontraré a mí mismo
En la deidad del mundo

no ganaremos nada para nuestra elevación al mundo espiritual si sólo dejamos que el significado literal de estas palabras actúe sobre nosotros. Pues debemos ser conscientes de que no podemos ver a la Divinidad en los rayos de sol físicos - debemos buscarla en su espiritualidad sublime detrás de los rayos de sol. Estos últimos no son más que el ropaje exterior de la Divinidad. Debemos crear una imagen del espíritu para nuestra meditación y no tomar una del mundo exterior para ello.

Para empezar, debemos eliminar de nuestros pensamientos todo lo que nos recuerde nuestro entorno exterior; debemos ser capaces de olvidar todas las cosas grandes y pequeñas que nos motivan en la vida diaria; todas las impresiones externas deben callar en nuestro interior.

Si nos hemos preparado así, nos sumergiremos en estas líneas de la manera correcta, con nuestros pensamientos y sentimientos. Después de haber hecho estas meditaciones durante un tiempo más o menos largo, debemos intentar vaciar nuestra alma también de estos pensamientos. De este modo, el alma entra en una condición tranquila, y cuando el intelecto se silencia, los miembros superiores del ser humano se elevan fuera de su cuerpo físico y entra en el mundo suprasensible.

Pero un alumno aún no lo ha alcanzado todo. Porque si no está en el estado de alma correcto y no se ha preparado durante mucho tiempo trabajando en sus defectos, es decir, si no entra en el mundo espiritual con la humildad adecuada y un conocimiento correcto de sus malas cualidades, entonces lo espiritual se le aparecerá bajo una luz equivocada. Se podría comparar esto con un hombre que está acostumbrado a llevar gafas rojas dentro de casa y que se olvida de quitárselas cuando sale fuera; entonces vería las cosas bajo una luz roja de modo que son muy diferentes de lo que realmente son. Del mismo modo, un ocultista estaría juzgando erróneamente las cosas del mundo suprasensible si las viera a través de las gafas coloreadas de su personalidad. Por ejemplo, no vería a los ángeles que están un escalón por encima del hombre como los seres radiantes que son, sino que aparecerían ante él en terribles formas animales o como otras cosas grotescas. Si se encontrara con seres luciféricos o ahrimánicos entre los niveles angélico y humano en el plano astral, podrían parecerle ángeles resplandecientes y radiantes, maestros de sabiduría u otras figuras disimuladoras y seductoras que lo llevarían por mal camino, porque todavía está demasiado dominado por su orgullo y su propia personalidad. Un ocultista debe cuidarse especialmente de esto y estar seguro de deshacerse de su orgullo. Pues si queremos recorrer un camino oculto, sólo podemos prepararnos con la mayor humildad en nuestro corazón y mediante una reverencia ilimitada hacia lo divino.

Existen otras fórmulas que pueden conducir al desarrollo de los órganos superiores y a la Imaginación, la Inspiración y la Intuición. Los ejercicios pueden hacerse mal o pueden malinterpretarse, de modo que nos conduzcan por un camino equivocado. Por ejemplo, si uno medita: Una parte de la Divinidad descansa en mí - con un cierto sentimiento egoísta, uno sólo cultiva el orgullo en sí mismo, refuerza su personalidad, y pasaría por alto el hecho de que parte de la Divinidad puede encontrarse en cada animal, planta y en todas las creaciones de Dios. Sin embargo, para poder entrar en los mundos superiores, debemos dejar atrás todo lo que está relacionado con la personalidad en el mundo físico. Especialmente debemos adquirir un sentimiento sutil de la verdad. Porque si un ocultista no tiene esto, pronto verá que tiene que asumir las consecuencias. Un ocultista no debe excusarse diciendo que pensaba que decía la verdad. Eso no es suficiente para un ocultista, porque él es responsable de cada una de sus palabras, y tiene que asumir las consecuencias de su falsedad, incluso si pensó que estaba diciendo la verdad.

No es fácil seguir el camino en la vida convencional; a menudo las cosas tienen un tinte deshonesto. Cuántas veces se oye: Pensé que era la verdad. No es fácil seguir el camino espiritual. Un buen método que cualquiera puede utilizar para llegar a una mayor claridad sobre su propia personalidad consiste en examinar partes de su vida al menos una vez al año, digamos el día de su cumpleaños. Entonces deberíamos preguntarnos ¿Qué acciones buenas y malas puedo enumerar de este periodo? Entonces, si nos examinamos seriamente, descubriremos que en la mayoría de los casos dejamos que nuestras buenas acciones se realizaran por un impulso interior, y que no se originaron en nuestra personalidad Este impulso interior es nuestro ángel de la guarda que estimula nuestras buenas acciones. Pero no debemos confiar completamente en esto y pensar: Mi ángel de la guarda me dará el impulso - porque eso sería bastante erróneo. Nuestro ángel de la guarda pronto nos abandonaría, en cierto sentido.

Si continuamos con estos ejercicios durante varios años, nos daremos cuenta de que nada nos ayuda más a descubrir y deshacernos de nuestros defectos de personalidad que este estado de nuestra cuenta. Así nos prepararemos gradualmente para hollar el camino oculto de un modo productivo, a medida que nos liberemos cada vez más de nuestra personalidad y nos hagamos vacíos en cierto aspecto, para que el principio Cristo pueda entrar en nosotros del modo que dice Pablo: No yo, sino Cristo yo. Este llenarse de uno mismo con el principio crístico libera nuestra personalidad del egoísmo y conduce a la percepción de lo más elevado. El nombre "Cristo" no es realmente el nombre del principio que debe expresarse con él; el poder divino que uno designa con este nombre tiene otro nombre que no debe pronunciarse. Por eso los maestros de la sabiduría y de la armonía de los sentimientos no pronunciaban este nombre cuando decían el versículo siguiente en sus horas consagradas:


Ex Deo nascimur

In ... morimur

Per Spiritum Sanctum reviviscimus.