viernes, 7 de julio de 2023

GA143 Colonia 8 de mayo de 1912 Predicción del impulso cristiano. El espíritu cristiano y sus facetas: un mensaje de pentecostés

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PREDICCIÓN Y ANUNCIACIÓN DEL IMPULSO DE CRISTO. EL ESPÍRITU CRISTIANO Y SUS ENVOLTURAS: UN MENSAJE DE PENTECOSTÉS

RUDOLF STEINER

Colonia 8 de mayo de 1912

El encuentro de hoy es una ocasión que exige una introducción a nuestros estudios. Es el día conocido en el Movimiento Teosófico nota1 como el Día del Loto Blanco, conmemorando el aniversario anual del día en que Madame Helena Petrovna Blavatsky, la fundadora del actual Movimiento Teosófico, dejó el plano físico. Se necesitará muy poco esfuerzo para tocar una fibra en cada alma aquí presente hoy, a fin de evocar sentimientos de admiración, veneración y gratitud hacia la individualidad que vino a la Tierra en Helena Petrovna Blavatsky, e inspiró a los hombres a volver sus mentes nuevamente a los antiguos y sagrados Misterios de donde han procedido todas las fuerzas e impulsos necesarios para el desarrollo espiritual del hombre. Al dedicarse a lo que claramente comprendió que era la tarea de la era moderna, Blavatsky fue capaz de presentar en forma popular lo que le era accesible de la sabiduría de los Misterios, una forma que difería de aquella en la que la sabiduría de los Misterios, a través de canales secretos, ha influenciado las actividades y esfuerzos de los hombres. El significado de la era moderna radica en el hecho de que lo que antes sólo era accesible para unos pocos, debe impartirse en una forma comprensible para círculos más amplios. Y haber actuado, como lo hizo al principio, de acuerdo con esta tendencia de la era moderna, -ésta fue la misión de Madame Blavatsky. Así, ella volvió las mentes de los hombres hacia algo que, en verdad, siempre ha sido considerado sagrado por aquellos que tenían conocimiento de ello. Para indicar que esto es así, comenzaremos con la recitación de un poema de un pensador conocido por el llamado público culto, o más bien conocido sólo como un pensador seco y abstracto y como un arquitecto de sistemas de ideas filosóficas remotas. Pero que lo que este pensador parece dar sólo en forma de ideas cristalinas era el producto de un intenso calor de sentimiento, y que las ideas por sí solas no eran las únicas expresiones de los dictados de su corazón, -esto nos lo muestra en un poema dirigido a los santos Misterios.

Hegel, -se le puede llamar "el pensador de Europa"-, que ha llegado a ser tan "conocido" por los eruditos modernos que en las bibliotecas todavía se pueden encontrar muchos volúmenes suyos sin editar, nos ha dejado un poema escrito desde las fibras mismas de su corazón. Me refiero al poema "Eleusis", dedicado a Hölderlin, que ahora recitará Fräulein von Sivers. Con la recitación de este poema rendiremos nuestro homenaje a los genios de  Blavatsky.

ELEUSIS
A Hölderlin
En torno a mí, dentro de mí la calma habita —los atareados
con su incansable ansia duermen, proporcionándome la libertad
y el ocio—, gracias a ti, liberadora mía,
¡oh noche! Con tu blanco cendal de neblina
cubre la luna la frontera incierta
de las lomas lejanas; amablemente me llama
la clara franja de aquél lago;
se aleja el recuerdo del tumulto monótono del día,
como si hubiera años de distancia entre él y el ahora.
Y tu imagen, querido, se presenta a mí; tu imagen
y el placer de los días que han huido, aunque pronto los borra
la dulce espera de volver a vernos…
Se me presenta la escena del abrazo
anhelado, fogoso; más tarde las preguntas, el interrogatorio
más profundo, recíproco,
tras cuanto en actitud, en expresión y carácter
el tiempo haya cambiado en el amigo… placer de la certeza
hallar más firme, más madura aún la lealtad de la vieja alianza,
alianza sin sellos ni promesas
de vivir solamente por la libre verdad y nunca, nunca,
en paz con el precepto que opiniones y afectos reglamenta.
Ahora con la inerte realidad pacta el deseo
que atravesando montes y ríos fácilmente hacia ti me llevó,
pero pronto un suspiro lanza su desacuerdo
y con él huye el sueño de dulces fantasías.

Mi vista hacia la eterna bóveda celestial se alza,
hacia vosotros, ¡astros radiantes de la noche!,
y el olvido de todo, deseos y esperanzas,
de vuestra eternidad fluye y desciende.

(El sentir se diluye en la contemplación;
lo que llamaba mío ya no existe;
hundo mi yo en lo inconmensurable,
soy en ello, todo soy, soy sólo ello.
Regresa el pensamiento, al que extraña
y asusta el infinito, y en su asombro no capta
esta visión en su profundidad.
La fantasía acerca a los sentidos lo eterno
y lo enlaza con formas)
¡bienvenidos seáis,
oh elevados espíritus, altas sombras,
fuentes de perfección resplandecientes!
No me asusta… Yo siento que es mi patria también
el éter, el fervor, el brillo que os baña.
¡Que salten y abran ahora mismo las puertas de tu santuario,
oh Ceres que reinaste en Eleusis!
Borracho de entusiasmo captaría yo ahora
visiones de tu entorno,
comprendería tus revelaciones,
sabría interpretar de tus imágenes el sentido elevado,
oiría los himnos del banquete divino,
sus altos juicios y consejos…

Pero tu estruendo ha enmudecido, ¡oh Diosa!
Los dioses han huido de altares consagrados
y se han vuelto al Olimpo;
¡huyó del profano sepulcro de los hombres
de la inocencia el genio, que aquí les encantaba!…
Tus sabios sacerdotes callaron; de tus sagrados ritos
no llegó hasta nosotros tono alguno… En vano busca
el investigador, más por curiosidad que por amor,
a la sabiduría (tal hay en los que buscan y a Ti te menosprecian)…

¡Por dominarlas cavan en busca de palabras
que conserven la huella de tu excelso sentido!
¡En vano! Sólo atrapan polvo, polvo y ceniza
en las que no retorna nunca jamás tu vida.
¡Aunque lo inanimado y el moho las contentan
a los eternos muertos!…, ¡los muy sobrios!…, en balde…,
no hay señal de tus fiestas ni huella de tu imagen.
Era para tu hijo tan abundante en altas enseñanzas tu culto,
tan sagrada la hondura del sentimiento inexpresable,
que no creyó dignos de ellos secos signos.
Pues casi no era el pensamiento, aunque sí el alma,
que sin tiempo ni espacio, absorta en el pensar de lo infinito
se olvidó de sí misma y se despierta ahora de nuevo a la conciencia.
Pero quien de ello quiera hablar a otros,
aún con lengua de ángel, sentirá en las palabras su miseria.
Y le horroriza tanto haberlas empleado en empequeñecerlo
al pensar lo sagrado, que el habla le parece pecado
y en vivo se clausura así mismo la boca.
Lo que así el consagrado así mismo, una ley sabia
prohibió a los más pobres espíritus hacer saber
cuanto vieran, oyeran o sintieran en la noche sagrada:
para que a los mejores su estrépito abusivo
no molestara en su recogimiento ni en su hueco negocio de palabras
les llevara a enojarse con lo sagrado mismo, y para que éste
no fuera así arrojado entre inmundicias, para que nunca
se confiara a la memoria, ni tampoco
fuera juguete ni mercancía del sofista
vendida igual que un óbolo,
ni manto del farsante redicho, ni tampoco
férula del muchacho piadoso, y tan vacío
quedara al fin que solamente en un eco extrañas lenguas
siguieran conservando raíces de su vida.
Porque tus hijos, Diosa, no exhibieron
por calles y por plazas tu honor, sino que avaros
en el santuario de su pecho lo guardaban.
Por eso no vivías tú en su boca.
Te honraban con su vida. Aún vives en sus hechos.
¡También en esta noche te he escuchado, divinidad sagrada,
a ti, que me revelas a menudo la vida de tus hijos;
s ti, que yo presiento que a menudo eres el alma de sus hechos!
Eres el alto pensamiento, la fe sincera,
que una Deidad, aunque todo se hunda, nunca se desmorona.

Me siento plenamente de acuerdo con la individualidad de Blavatsky si, especialmente en este día, se dicen aquí unas pocas palabras de pura verdad. Era característico de ella que, cuando era plenamente ella misma, deseaba, por encima de todo, ser verdadera. Por eso, la mejor manera de honrarla es dirigirle nuestros pensamientos agradecidos y pronunciar algunas palabras de verdad sin ambages.

En su ser al completo, en su individualidad,  Blavatsky reveló qué fuerza interior, qué poderoso impulso era inherente al Movimiento espiritual que llamamos Movimiento Teosófico. Para corroborar esto, sólo necesito referirme a la primera de las obras más importantes de Blavatsky, Isis sin Velo. A un lector ordinario este libro debe darle la impresión de un batiburrillo verdaderamente caótico y desconcertante. Si el lector es consciente de la existencia de una sabiduría milenaria, guardada a través de los siglos en los Misterios y protegida de los ojos profanos, y que sabe que esta sabiduría no ha sido adquirida por ningún esfuerzo humano externo sino que ha sido albergada en sociedades secretas, tal lector también encuentra en el libro mucho de caótico, pero a la vez encuentra algo más. Encuentra una obra que, por primera vez presenta con valentía y audacia, ciertos secretos de los Misterios al mundo secular. Quien comprende estas cosas encuentra lo que infinidad de ellas han sido correctamente interpretadas, un logro que sólo habría sido posible para los Iniciados. Sin embargo, la impresión de caos permanece y puede ser explicada por la siguiente consideración razonada. La personalidad externa de Blavatsky, en la medida en que estaba encarnada en su cuerpo físico, con su intelecto, también con sus características personales, sus simpatías y antipatías, nos muestra por la forma misma en que está escrita Isis sin Velo, que ella no habría podido producir desde su propia personalidad, desde su propia alma, lo que tenía que dar al mundo. Ella comunica cosas que ni ella misma era totalmente capaz de comprender, y si se sigue esta línea de pensamiento más allá, queda probado claramente que el cuerpo y la personalidad de Blavatsky fueron utilizados por las Individualidades espirituales superiores para comunicar lo que, de acuerdo con la necesidad de los tiempos, debía ser inculcado a la humanidad. De hecho, la imposibilidad de atribuirle a ella lo que dió, es en sí misma una prueba viviente del hecho de que esas Individualidades que están conectadas con el Movimiento Teosófico, los "Maestros de Sabiduría y Armonía de los Sentimientos", hallaron en Blavatsky un instrumento. Aquellos que ven claramente en tales asuntos saben que el conocimiento no se originaba en ella, sino que fluía a través de ella desde elevadas Individualidades espirituales. Naturalmente, hoy no es el momento apropiado para hablar de estos asuntos en detalle.
Ahora podría surgir la pregunta, -y a menudo surge-, ¿Por qué esas elevadas Individualidades eligieron a Madame Blavatsky como su instrumento? Lo hicieron porque, a pesar de todo, era la más adecuada. ¿Cómo es que la elección no recayó en uno de los doctos especialistas que se ocupan de la ciencia de la Religión Comparada? Sólo tenemos que pensar en la mayor y más respetada autoridad en religiones orientales, el renombrado Max Müller, y sus propios pronunciamientos nos dirán por qué no podría haber proclamado lo que tenía que ser comunicado a través del instrumento humano de Madame Blavatsky. Cuando se conocieron los sistemas religiosos de Oriente y las exposiciones de los mismos a través de Madame Blavatsky, Müller dijo: 'Si, en algún lugar de la calle, se ve un cerdo y está gruñendo, eso no se considera muy notable, pero si un ser humano camina por la calle gruñendo como un cerdo, eso sí se considera notable'. - La implicación es que quien no está dispuesto a distorsionar los sistemas religiosos de Oriente al estilo de Max Müller es como un hombre que gruñe como un cerdo. En cualquier caso, la comparación no me parece muy lógica, ya que ¿Por qué habría uno de asombrarse cuando un cerdo gruñe; pero si un ser humano gruñe, eso sería una hazaña de la que en absoluto todo el mundo es capaz? La comparación es bastante floja, pero el hecho de que pudiera hacerse demuestra claramente que Max Müller no era la personalidad adecuada.
Así, la elección tuvo que recaer en una persona sin particular eminencia intelectual, -una situación que naturalmente tenía muchas desventajas. Así, Madame Blavatsky aportó al gran mensaje toda la simpatía y antipatía de su naturaleza extremadamente apasionada. Ella sentía una fuerte antipatía por la concepción del mundo que surge del Antiguo y del Nuevo Testamento, una fuerte antipatía por el judaísmo y el cristianismo. Pero para aprehender la antigua sabiduría de la humanidad en su forma pura y primigenia es indispensable una condición, a saber, afrontar las revelaciones de los mundos superiores en un estado de perfecto equilibrio mental y emocional. La antipatía y la simpatía forman una especie de niebla ante la mirada interior. Así, sucedió que la percepción de Madame Blavatsky se envolvió cada vez más en una especie de niebla, y su mente sólo permaneció clara para las llamadas tradiciones puramente arias. Aquí ella miró hacia las profundidades espirituales con gran claridad, pero como resultado se volvió unilateral y así sucedió que en su segundo gran trabajo La Doctrina Secreta, la religión aria primitiva fue presentada en forma sesgada. Buscar algo sobre el misterio del Sinaí o del Gólgota en los escritos de Blavatsky sería, debido a esta antipatía, inútil. De ahí que se dirigiera a Poderes que, con gran contundencia y claridad, podían impartir toda la sabiduría no cristiana. Esto se revela en las maravillosas "Estrofas de Dzyan" que Madame Blavatsky ha citado en La Doctrina Secreta. Pero esto la desvió del camino de la Iniciación en el mundo físico que fue indicado, aunque sólo de manera fragmentaria, en Isis Sin Velo. Pero atada como estaba por una Iniciación unilateral, Madame Blavatsky sólo pudo presentar en La Doctrina Secreta el aspecto del conocimiento espiritual que fue inspirado por la concepción no cristiana del mundo. Así, La Doctrina Secreta es un libro que contiene las mayores revelaciones de este orden que la humanidad pudo recibir en su momento. Contiene temas que también pueden encontrarse en otros escritos, a saber, las llamadas cartas de los "Maestros de Sabiduría y Armonía de Sentimientos". También allí se encuentra parte de la mayor sabiduría dada a la humanidad. Pero hay otras secciones de La Doctrina Secreta, por ejemplo las que tratan en gran detalle de la teoría Cuántica. Cualquiera que, por verdadera comprensión, incluya las estrofas de Dzyan y las Cartas de los Maestros entre las más elevadas revelaciones concedidas a la humanidad, tiene la impresión, por las extensas secciones que tratan de la teoría cuántica, de que fueron obra de una persona que sufría la manía de escribir todo lo que se le ocurría y era incapaz de dejar la pluma. Luego hay otras secciones en las que un apasionado muy arraigado diserta sobre temas científicos sin un conocimiento fiable de la materia. Así, La Doctrina Secreta es una extraña mezcla de temas, algunos de los cuales deberían ser eliminados, mientras que otros contienen la más elevada sabiduría. Esto se vuelve comprensible cuando consideramos lo que dijo uno de los amigos de Blavatsky que tenía una profunda percepción de su carácter. Él dijo: Madame Blavatsky era realmente un fenómeno triple. En primer lugar, era una mujer desgarbada y sencilla, con una mente ilógica y una naturaleza apasionada, que siempre perdía los estribos; sin duda, era bondadosa, afectuosa y compasiva, pero ciertamente no era lo que se llama una mujer dotada. En segundo lugar, cuando las grandes verdades se articulaban a través de ella, era la alumna de los grandes Maestros: entonces su expresión facial y sus gestos cambiaban, se convertía en una persona diferente y los mundos espirituales hablaban a través de ella. Por último, había una tercera, una figura regia, sobrecogedora, suprema, en esos raros momentos en que los propios Maestros hablaban a través de ella.
Los amantes de la verdad siempre distinguirán cuidadosamente en las obras de Madame Blavatsky lo que es esencial y lo que no lo es. A ella, que está hoy en nuestros pensamientos, no podría prestársele mayor servicio que mirarla a la luz de la verdad; no podría prestársele mayor servicio que dirigir el Movimiento Teosófico a la luz de la verdad.

Naturalmente, el Movimiento Teosófico tuvo que seguir al principio un curso individual; pero se ha convertido en un asunto de gran importancia el hecho que otra corriente fluya en el Movimiento. Se ha hecho necesario agregar al Movimiento Teosófico la corriente que desde el siglo XIII ha estado fluyendo desde fuentes ocultas, fuentes a las que Madame Blavatsky no tuvo acceso.

Así que hoy estamos haciendo plena justicia a los objetivos del Movimiento Teosófico, no sólo reconociendo los credos religiosos y las concepciones del mundo Oriental, sino añadiendo a ellos los que se expresaron en las revelaciones del Sinaí y en el Misterio del Gólgota. Y tal vez hoy sea lícito preguntarse si el alcance del Movimiento Teosófico en su conjunto exige la adición de lo que en la naturaleza de las cosas no podía darse al principio, o si la especialización de un tipo extremadamente cuestionable debe darse como verdad por medio de la doctrina o el dogma. Por mi parte, digo sin reservas que sé cuán grande sería el daño que le haríamos al espíritu de Blavatsky ahora en el mundo espiritual, si se tomara este último curso. Sé que no es oponerse sino actuar en armonía con ese espíritu si hacemos lo que él quiere hoy, es decir, agregar al Movimiento Teosófico lo que ese espíritu fue incapaz de dar mientras estuvo en el cuerpo terrenal. Y sé que no sólo no estoy hablando en contra de Madame Blavatsky, sino que estoy en completa armonía con ella cuando os digo: lo único que deseo es que nuestra concepción occidental del mundo llegue a su fin en este Movimiento Teosófico. En los últimos años se han puesto a disposición conocimientos y verdades de muy diversa índole. Supongamos ahora que dentro de cincuenta años todo tuviera que ser corregido, que de nuestro edificio espiritual, tal como lo imaginamos hoy, no quedara una piedra sobre otra, que dentro de cincuenta años la investigación ocultista tuviera que rectificarlo todo fundamentalmente, entonces mi comentario tendría que ser éste: ¡Puede ser! Pero de nuestros objetivos aquí permanecerá una cosa, y  el objeto del esfuerzo principal de nuestro Movimiento Teosófico Occidental es que permanezca. Que pueda decirse verdaderamente que hubo una vez un Movimiento Teosófico cuyo único ideal en el ámbito del ocultismo fue establecer sólo aquello que brota del más puro y totalmente inmaculado sentido de la verdad. Nuestro objetivo es que esto pueda decirse de nosotros un día. Es mejor no decir las cosas que aún están en duda, que desviarse en modo alguno de un curso por el que un sentido puro de la verdad puede asumir toda la responsabilidad ante todos los Poderes espirituales.
Sin embargo, de esto se desprende otra cosa. Alguien podría preguntarse: ¿Por qué rechazáis esto o aquello? Nuestra respuesta es que aunque otros puedan tener una idea diferente de la tolerancia, nuestra concepción de la misma es que nos sentimos obligados a proteger a la humanidad de lo que no puede sostenerse ante el foro de la verdad pura. Aunque nuestro trabajo pueda ser tergiversado, nos mantendremos firmes y trataremos de cumplir nuestra tarea rechazando lo que deba ser rechazado si queremos servir a nuestro propósito. Por lo tanto, cuando algo entra en conflicto con nuestro sentido de la verdad, lo rechazamos, pero sólo entonces. No obedecemos a otras razones o sentimientos. Tampoco nos entregaremos a frases trilladas sobre la igualdad de derechos de opinión, la fraternidad, etc., sabiendo que el amor de los hombres entre sí sólo puede dar fruto cuando es sincero y verdadero. Conviene, sobre todo en este día de conmemoración, que se exprese esta voluntad de inspirarse en el más puro sentido de la verdad.
Desde que se han adquirido nuevos conocimientos en la forma que he indicado, ha salido a la luz mucho que puede ayudar a explicar los misterios del universo. Nunca se ha dicho nada para hacer discriminación entre las grandes culturas o movimientos religiosos de la raza humana. ¿Acaso, no se ha dicho muchas veces, al considerar la primera época postatlante con su cultura espiritual inspirada por los santos Rishis, que ahí tenemos algo que es espiritualmente más sublime que todo lo que le ha seguido? Tampoco debemos pensar nunca en menospreciar el budismo; al contrario, resaltamos sus méritos, sabiendo que ha proporcionado a la humanidad beneficios tales que el cristianismo sólo podrá alcanzar en el futuro. Lo que es de inmensa importancia, sin embargo, es que una y otra vez señalemos la diferencia que distingue a la cultura oriental de la occidental.

La cultura oriental sólo habla de individualidades que en el curso de la evolución han pasado por varias encarnaciones. Por ejemplo, habla de los Bodhisattvas y los describe como individualidades que atraviesan su desarrollo humano más rápidamente de lo habitual. Así, la cultura oriental sólo se ocupa de lo que, como individualidad, pasa de encarnación en encarnación hasta que en una determinada encarnación tal Bodhisattva se convierte en Buda. Cuando un Bodhisattva se ha convertido en Buda, -algo que sólo puede hacerse en la Tierra-, ha avanzado tanto que no necesita descender de nuevo a un cuerpo de carne. Y así, cuanto más retrocedemos, más encontramos el interés centrado principalmente en la individualidad y menos en la encarnación particular. Cuando se habla de Buda, no se trata tanto del Buda histórico, el Príncipe Suddhodana, sino más bien de la obtención de un grado, de un rango que otros Bodhisattvas también alcanzan en el curso de sus vidas sucesivas.

En Occidente, sin embargo, es diferente. Hemos vivido una época cultural  que no tiene nada que decir sobre la individualidad que pasa de una vida a otra, sino que valora únicamente la personalidad particular y concreta. Hablamos de Sócrates, Platón, César, Goethe, Spinoza, Fichte, Rafael, Miguel Ángel, y pensamos en ellos sólo en una encarnación. No hablamos de la individualidad que va de encarnación en encarnación, sino que hablamos de la personalidad. Hablamos de un Sócrates, un Platón, un Goethe y así sucesivamente, hablamos sólo de una vida concreta en la que la individualidad ha encontrado su expresión. La cultura occidental estaba destinada a subrayar la importancia de la personalidad concreta, a llevarla a una madurez vigorosa y característica, y a despreciar la individualidad que pasa de una vida a otra. Pero ha llegado el momento en que debemos volver a aprender gradualmente a reconocer cómo la individualidad eterna pasa a través de las diversas personalidades particulares. Ahora nos encontramos con que la humanidad se esfuerza por comprender qué es lo que vive de personalidad en personalidad. Esto encenderá la imaginación e iluminará las almas de los hombres con una nueva luz de comprensión. Esto puede ilustrarse con un ejemplo particular.
Dirijamos la mirada a una figura como la del Profeta Elías. En primer lugar, pensamos en el propio Profeta. Pero el significado esencial de este Profeta es el hecho de que, en cierto modo, él preparó el Misterio del Gólgota e indicó que el impulso de Yahvé es algo que sólo puede ser comprendido y captado en el yo. No fue capaz de revelar todo el significado del "yo" humano, ya que en lo que respecta a la conciencia del yo, representa una etapa intermedia entre la idea de Moisés respecto a Jehová y la idea cristiana de Cristo. Así, el profeta Elías se nos revela como un poderoso heraldo, un mensajero anticipado del Impulso Crístico, de lo que sucedió a través del Misterio del Gólgota. Lo vemos como una figura grande y poderosa.

Pasemos ahora a otra. Occidente está acostumbrado a pensar en él como una simple personalidad. Me refiero a Juan el Bautista. Occidente lo ve confinado en su personalidad como Juan el Bautista. Pero nosotros aprendemos a conocerlo como el heraldo de Cristo mismo; seguimos su vida como el precursor de Cristo, como el hombre que pronunció por primera vez las palabras: Cambiad la disposición de vuestras almas, porque el Reino de los Cielos está cerca". Él indicó el impulso que vendría a través del Gólgota; que la divinidad puede encontrarse dentro del yo humano, que el Yo-Cristo debe entrar más y más profundamente en el yo humano, y que este impulso está cerca. Ahora, a través de la Ciencia Espiritual, aprendemos la verdad que también se indica en la Biblia, a saber, que la misma Individualidad que había vivido en el profeta Elías, vivió en Juan el Bautista. Aquel que, como Elías, anunció al Cristo, se reencarnó en Juan el Bautista, anunciando nuevamente al Cristo en la forma apropiada para su tiempo. Para nosotros, estas dos figuras están ahora unidas. La cultura oriental procede de manera diferente, concentrándose en las individualidades y descuidando la personalidad singular concreta.

Pasando ahora a la Edad Media, nos encontramos con esa figura extraordinaria que nació, -como para indicar exteriormente su conexión especial con el mundo espiritual-, el Viernes Santo del año 1483 y murió en plena madurez, a la edad de treinta y siete años, ejerciendo una influencia fenomenal a través de sus dones a la humanidad. Estoy hablando de Rafael. Nació un Viernes Santo, como para mostrar que está conectado con el acontecimiento conmemorado el Viernes Santo. ¿Qué puede experimentar Occidente, a la luz de la Ciencia Espiritual, a través de la figura de Rafael? Si estudiamos esta figura a la luz de la Ciencia Espiritual, descubriremos que Rafael hizo más por la difusión del cristianismo, por la penetración de un cristianismo interconfesional en el corazón de los hombres, que todos los intérpretes teológicos, que todos los cardenales y papas de su tiempo. Ante la mirada del alma de Rafael puede haberse levantado una imagen de la escena descrita en los Hechos de los Apóstoles. Alguien que se presenta ante los atenienses diciendo: Vosotros, hombres de Atenas, adoráis a los dioses ignorantemente, con signos externos. Pero existe ese Dios que se puede aprender a conocer, el Dios que vive y teje en todo lo que tiene vida. Ese Dios es el Cristo que padeció la muerte y ha resucitado, dando así al hombre el impulso que conduce a la resurrección. Algunos no escucharon, a otros les pareció extraño. En el alma de Rafael, este acontecimiento se plasmó en el cuadro que ahora cuelga en el Vaticano, incorrectamente llamado "La Escuela de Atenas". En realidad representa la figura de Pablo enseñando a los atenienses los principios fundamentales del cristianismo. En este cuadro Rafael ha dado algo que parece un anuncio del cristianismo que trasciende las denominaciones. El significado profundo de este cuadro aún no ha calado suficientemente en los hombres.
De los demás cuadros de Rafael hay que decir que, mientras que de lo que hicieron humanamente en aquella época cardenales y papas, no ha quedado nada, únicamente la obra de Rafael se está convirtiendo hoy en una fuerza vital. Goethe, de visita en Dresde, no admiró la Madonna Sixtina, tras escuchar del funcionario del Museo -el cual sólo expresaba la opinión general de la época- que la expresión facial del Niño Jesús tenía algo de vulgar, que los dos ángeles de la parte inferior del cuadro sólo podían haber sido añadidos por algún pintor, que la Madonna misma no podía ser obra de Rafael, sino que debía haber sido pintada encima. Si echamos un vistazo a toda la literatura del siglo XVIII, apenas encontraremos nada sobre Rafael; ni siquiera Voltaire lo menciona.

¿Y hoy? Hoy en día, sean protestantes o católicos o cualquier otra cosa, la gente se conmueve interiormente con los cuadros de Rafael. En la Madonna Sixtina se puede ver cómo se revela a los corazones humanos un gran misterio cósmico y llevará su impulso a través de ellos en el futuro, cuando la humanidad haya sido guiada a un cristianismo interconfesional, amplio y omniabarcante, como ya lo tenemos en la Ciencia Espiritual. Y ese impulso seguirá actuando como resultado del hecho de que un misterio maravilloso ha inspirado a las almas humanas a través de la Madonna Sixtina. A menudo he dicho que cuando alguien mira a los ojos de un niño, puede saber que lo que está mirando a través de esos ojos es algo que no ha llegado a existir a través del nacimiento, algo que revela las profundidades del alma humana. Quien estudia a los niños en los cuadros de la Virgen de Rafael puede ver que la divinidad misma, una realidad oculta y sobrehumana, mira a través de esos ojos, algo que todavía está presente en el niño en el período más temprano después del nacimiento. Esto puede percibirse en todos los cuadros de niños de Rafael, con una excepción. La representación de un niño es diferente: el Niño Jesús de la Madonna Sixtina. Quien mira a los ojos de ese Niño sabe que ya revelan más de lo que puede encarnar un ser humano. Rafael ha hecho esta distinción para mostrar que en este Niño, el Niño de la Madonna Sixtina, vive algo que ya está experimentando, por adelantado, una realidad de espíritu puro, una realidad semejante a la de Cristo.

Así, Rafael es un precursor del Cristo espiritual que se revela de nuevo por la Ciencia Espiritual. A través de la Ciencia Espiritual también aprendemos que en Rafael vivía la misma individualidad que había vivido en Elías y en Juan el Bautista. Y podemos comprender que el mundo en el que vivió como Juan el Bautista reaparece en Rafael cuando observamos cómo su relación con el acontecimiento histórico de Cristo está indicada por el hecho de que nació un Viernes Santo.
He aquí, pues, al tercer precursor después de Elías y Juan el Bautista. Ahora comprendemos muchas de las cuestiones que inevitablemente se plantean quienes poseen mayores facultades de percepción. Juan el Bautista muere como un mártir antes de que se acerque el acontecimiento del Gólgota. Vive el amanecer que conduce al Misterio del Gólgota, el tiempo de las profecías y predicciones, los días de júbilo, pero no el período de lamentación y dolor. Cuando este mismo estado de ánimo se manifiesta de nuevo en la personalidad de Rafael, ¿No nos parece comprensible que con tan profunda devoción pinte cuadros de la Virgen y de niños, y no es obvio por qué no pinta la traición de Judas, la carga de la Cruz, el Gólgota, el Monte de los Olivos? Cualquier cuadro existente de estos temas debe haber sido encargado, porque el ser esencial de Rafael no encuentra expresión en ellos. ¿Por qué estos cuadros son ajenos a Rafael? Porque como Juan el Bautista él no vivió para experimentar el Misterio del Gólgota.

Y entonces, cuando pensamos en la figura de Rafael, en cómo ha vivido a través de los siglos y sigue viviendo hoy, y luego pensamos en lo que queda de su obra y en lo que ya ha sido destruido, y cuando reflexionamos que todas las cosas materiales deben perecer finalmente, entonces sabemos bien que la esencia viva de estos cuadros habrá sido llevada al alma de los hombres antes de que los cuadros mismos hayan perecido. Durante siglos, por supuesto, habrá reproducciones disponibles; pero lo único que puede dar una idea real de la personalidad de Rafael, de lo que era, de lo que sus propias manos lograron, se convertirá en polvo, sus obras habrán perecido. Y nada en nuestra Tierra puede preservarlas.

Pero a través de la Ciencia Espiritual nos queda claro que la individualidad en Rafael lleva consigo lo que se ha logrado en una encarnación, a la siguiente. Y cuando aprendemos que esta misma individualidad aparece de nuevo en el poeta Novalis, y tomamos su primera proclamación que, como un radiante amanecer, revela un nuevo y vivo concepto de Cristo, entonces nos decimos a nosotros mismos que mucho antes de que las obras de Rafael desaparezcan del mundo exterior, la individualidad en esa personalidad ha venido de nuevo, para legar sus dones en una nueva forma a la humanidad. ¡Qué bueno es que durante un tiempo la cultura occidental sólo haya prestado atención a la personalidad real, que hayamos aprendido a amar a una personalidad simplemente por los frutos de una sola vida! Y cuán inconmensurablemente enriquecidas deben sentirse nuestras almas cuando aprendemos que la parte eterna del hombre pasa de personalidad en personalidad. Y por muy diferentes que nos parezcan estas personalidades, los hechos concretos que el conocimiento espiritual puede decirnos sobre la reencarnación y el karma nos aportarán de algún modo comprensión. La humanidad no se beneficiará tanto de conceptos y doctrinas generales, como de detalles que puedan arrojar luz sobre casos individuales. Entonces, mucho de lo que sólo es alcanzable a través de la visión intuitiva y la investigación oculta puede aplicarse a estas cuestiones y, por fin, podemos volver nuestra mirada al Misterio del Gólgota y recordarnos que en el trigésimo año de la vida de Jesús de Nazaret, el Ser Crístico entró en él y vivió a través del Misterio del Gólgota.
Cuando hoy en día se sostiene que el Ser Crístico no puede encarnarse en un cuerpo físico, hay que decir que en realidad eso nunca se ha afirmado. Pues el cuerpo físico en el que entró el Ser Crístico espiritual en aquel tiempo fue la envoltura de Jesús de Nazaret. En ese caso no ocurrió como con otras individualidades que construyen su cuerpo por sí mismas, sino que en el cuerpo que había sido preparado por Jesús de Nazaret, el Ser Crístico descendió sólo en un momento posterior. Es cierto que entonces hubo unión, pero en realidad no podemos hablar de una encarnación física del Cristo. Estas cuestiones son evidentes para quien tiene conocimiento.

Pero ahora sabemos que a través de este Impulso Crístico, a medida que fluye en las diferentes civilizaciones de la humanidad, algo ha venido a la Tierra, ha fluido en la humanidad, para beneficio de toda la humanidad. Así, lo que pasó por la muerte es como una semilla de maíz que se multiplica, puede abrirse camino en las almas humanas individuales y hacer germinar la vida. Como sabemos que el cuerpo de Jesús de Nazaret había recibido al Ser Cristo que, al pasar por la muerte, se unió a la Tierra, preguntémonos ahora: ¿Cuál será el resultado de esto cuando la Tierra haya alcanzado su meta y llegue a su meta? Cristo, que se unió a la Tierra, será la única realidad de la Tierra cuando ésta haya alcanzado su meta. Cristo será el Espíritu de la Tierra. De hecho ya lo es, sólo entonces las almas de los hombres serán impregnadas por Él, y los hombres formarán una totalidad junto con Él.

Y ahora surge otra pregunta. Hemos aprendido que el hombre en su forma en la Tierra debe ser considerado como "Maya". La forma se desintegra después de la muerte; lo que aparece exteriormente como el cuerpo humano es una ilusión.

La forma externa del cuerpo físico no permanecerá más de lo que permanecerán los cuerpos físicos de las plantas, los animales y los minerales. Los cuerpos físicos se convertirán en polvo cósmico. Lo que ahora es la Tierra física visible se habrá desvanecido por completo, ya no existirá. ¿Y los cuerpos etéricos? Sólo tendrán sentido y propósito mientras tengan que renovar la vida de los cuerpos físicos, y también dejarán de existir. Cuando la Tierra haya alcanzado su meta, ¿Qué quedará de todo lo que el hombre contempla? Nada en absoluto, nada de sí mismo, nada de los seres de los otros reinos de la naturaleza. Cuando lo Espiritual sea liberado, no quedará de la materia más que polvo informe, pues sólo el Espíritu es real. Pero entonces algo se habrá convertido en realidad, algo que en tiempos pasados no se había unido en absoluto con La Tierra y con lo que ahora se unirán las almas humanas - a saber, el Espíritu Crístico. El Espíritu Crístico será la única realidad que pueda quedar de la Tierra.
Pero, ¿Cómo adquiere este Espíritu Crístico sus envolturas espirituales? En el Misterio del Gólgota, Él descendió a la esfera de la Tierra como un Impulso, como el alma de la Tierra.

No sucede de la misma manera que en los seres humanos, pero también el Ser Crístico debe formar para Sí algo que pueda llamarse Sus envolturas. Cristo tendrá finalmente una especie de cuerpo físico espiritualizado, una especie de cuerpo etérico y una especie de cuerpo astral. ¿En qué consistirán estos cuerpos?

Estas son preguntas que por el momento sólo pueden ser insinuadas. Cuando el Ser Crístico descendió a la Tierra tuvo que proveerse de algo parecido a las envolturas de un ser humano: un cuerpo físico, un cuerpo etérico y un cuerpo astral. Gradualmente, en el curso de las épocas, algo que corresponde a un cuerpo astral, un cuerpo etérico y un cuerpo físico se formó alrededor del Impulso Crístico originalmente puramente espiritual que descendió en el Bautismo por Juan. Todas estas envolturas están formadas por fuerzas que deben ser desarrolladas por la humanidad en la Tierra. ¿Qué tipo de fuerzas son?

Las fuerzas de la ciencia externa no pueden producir un cuerpo para Cristo, porque sólo se ocupan de cosas que habrán desaparecido en el futuro, que ya no existirán. Pero hay algo que precede al conocimiento y que es infinitamente más valioso para el alma que el conocimiento mismo. Es lo que los filósofos griegos consideraban el principio de toda filosofía: la maravilla o el asombro. Una vez que tenemos el conocimiento, la experiencia que tiene valor para el alma ya ha pasado realmente. Las personas en quienes las grandes revelaciones y verdades del mundo espiritual pueden evocar asombro, alimentan este sentimiento de asombro, y con el tiempo esto crea una fuerza que tiene un poder de atracción para el Impulso Crístico, que atrae al Espíritu Crístico: el Impulso Crístico se une con el alma humana individual cuando el alma puede sentir asombro por los misterios del mundo. Cristo extrae Su cuerpo astral en la evolución terrestre de todos esos sentimientos que han vivido en las almas humanas individuales como asombro.

La segunda cualidad que deben desarrollar las almas humanas para atraer el Impulso Crístico es un poder de compasión. Cada vez que el alma se siente movida a compartir el sufrimiento o la alegría de los demás, ésta es una fuerza que atrae el Impulso Crístico; Cristo se une con el alma humana a través de la compasión y el amor. La compasión y el amor son las fuerzas a partir de las cuales Cristo forma Su cuerpo etérico hasta el final de la evolución terrestre. Con respecto a la compasión y al amor se podría hablar, por decirlo crudamente, de un programa que la Ciencia Espiritual debe llevar a cabo en el futuro. A este respecto, el materialismo ha desarrollado una ciencia perniciosa, como nunca ha existido antes en la Tierra. La peor ofensa cometida hoy es correlacionar amor y sexualidad. Esta es la peor expresión posible del materialismo, el síntoma más diabólico de nuestro tiempo. La sexualidad y el amor no tienen nada que ver. La sexualidad es algo muy diferente y no tiene ninguna relación con el amor puro y original. La ciencia ha llevado las cosas a un punto vergonzoso por medio de una extensa literatura dedicada a conectar estas dos cosas que simplemente no están conectadas.

Una tercera fuerza que fluye en el alma humana como de un mundo superior, a la que el hombre se somete, a la que atribuye un significado superior al de sus propios instintos morales individuales, es la conciencia.
Cristo está íntimamente unido a la conciencia del hombre. De los impulsos que brotan de la conciencia de las almas humanas individuales, Cristo extrae su cuerpo físico.

La realidad de una frase de la Biblia se hace muy clara cuando sabemos que el cuerpo etérico de Cristo se forma a partir de los sentimientos de compasión y amor de los hombres: "Lo que hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis" - porque hasta el final de la evolución de la Tierra, Cristo forma su cuerpo etérico a partir de la compasión y el amor de los hombres. Así como forma su cuerpo astral a partir del asombro y la admiración, y su cuerpo físico a partir de la conciencia, así también forma su cuerpo etérico a partir de los sentimientos de compasión y amor de los hombres.

¿Por qué hablamos de estas cosas en la actualidad? Porque un día habrá que resolver un gran problema para la humanidad: a saber, cómo presentar la figura de Cristo en su relación con los diversos dominios de la vida. Esto sólo será posible si se tienen en cuenta muchas cosas que la Ciencia Espiritual tiene que decir. Cuando después de una larga contemplación de la idea de Cristo, tal como la concibe la Ciencia Espiritual, se intente presentar la figura de Cristo, se descubrirá que el semblante contiene algo que puede desconcertar, y de hecho desconcertará, a todas las artes. El semblante expresará la victoria de las fuerzas contenidas únicamente en el rostro sobre todas las demás fuerzas de la forma humana. Cuando los hombres sean capaces de modelar ojos que irradien sólo compasión, una boca que no sirva para comer, sino sólo para pronunciar esas palabras de verdad que son las palabras de la conciencia, cuando se pueda modelar una frente cuya belleza resida en el moldeado del arco que abarca la posición de lo que llamamos la flor de loto entre los ojos... cuando sea posible lograr todo esto, se comprenderá por qué el Profeta dice: "No tiene forma ni hermosura" (Isaías, 53, 2). (Isaías, 53, 2.) Lo que se quiere decir es que no es la belleza lo que cuenta, sino el poder que obtendrá la victoria sobre la decadencia: la figura de Cristo en la que todo es compasión, todo es amor, todo es devoción a la conciencia.

Y así la Ciencia Espiritual pasa como una semilla al sentimiento humano, a la percepción humana. Las enseñanzas que la investigación espiritual puede impartir no se quedan en meras enseñanzas; se transforman en la vida misma en el alma humana. Y los frutos de la Ciencia Espiritual madurarán gradualmente en condiciones de vida que aparecerán como una encarnación externa del propio conocimiento espiritual, del alma de la humanidad futura.

Con pensamientos como éstos me gustaría haberles hablado de la manera en que a uno le gusta hablar a aquellos que se esfuerzan por el conocimiento espiritual, no con palabras áridas, sino con palabras que transmitan ideas y estimulen sentimientos que puedan vivir y ser efectivos en el mundo exterior. Cuando tales sentimientos estén vivos en el corazón de los hombres, se convertirán en una fuente de calor que fluirá hacia toda la humanidad. Y quien crea esto, creerá también en la eficacia de sus propios buenos sentimientos; creerá también que esto puede aplicarse a todas las almas, aunque el karma no permita que se manifieste exteriormente. De este modo pueden engendrarse efectos invisibles por los que todo lo que debería venir al mundo a través de la Ciencia Espiritual puede realmente ser traído allí.

Este es el sentimiento que me gustaría despertar en ti con ocasión de mi presente visita a Colonia.
Traducido por J.Luelmo jul.2023